19. Punpun... Van a matarnos

Decir que la casa era un caos era quedarse corto. No hay palabras para describir todo lo que está sucediendo entorno a mi gemela y a mí. Todos siguiéndonos de un lado a otro como un grupo de mosquitos hambrientos. Nuestros abuelos, tíos, los amigos de mis padres y sus hijos van y vienen asegurándose de que no falte nada, de que todo este perfecto antes del baile.

«Antes, se aseguraron de tuviéramos todo: el traje y el vestido hecho a medida, los zapatos, accesorios, maquillaje para Ploy y una aspirina para mi cabeza que se sentía a punto de explotar.»

Los hombres se amontonan en mi cuarto, tal y como hacen las mujeres en el cuarto de mi hermana. Y agradezco que sea así, ya que el griterío que llega desde el otro lado de la pared me lleva a ponerle seguro a la puerta para asegurarme de que ninguna de aquellas mujeres alterara el clima bastante calmo que hay en mi cuarto, por supuesto.

Entro al cuarto de baño mientras los encargados de dejarme listo se toman unas copas. Me gusta su disposición. Puedo ponerme un traje yo mismo.

Me quito la ropa cómoda que llevé durante todo el día y me meto en el traje color azul que, según mi abuela, acentúa las pequeñas manchas celestes de mis ojos color avellana. No tengo idea de cómo un traje puede lograr una cosa así, pero no discutí con ella.

Una vez listo, me miro en el espejo, se ve bastante desalineado, pero puedo dejarle esa parte a mi padre. Entonces comienzo a peinarme, aunque no sé exactamente qué hacer. Normalmente lo llevo suelto, casi sin peinar, pero no puedo ir de esa forma al baile de graduación.

De todas formas, nada de eso está en mi lista de prioridades. Lo que más me importa es terminar de hacer mis maletas y tenerlas listas en el coche para el día siguiente, cuando luego del acto de entrega de diplomas me vaya a otra ciudad.

—¿Estás teniendo dificultades? —pregunta papá desde el otro lado de la puerta.

Abro y lo dejo verme. Enseguida se pone a corregir las arrugas y el cuello de mi traje.

—No sé qué hacer con mi cabello. —Observo su melena, exactamente del mismo color que la mía, brillante y salvaje.

—Yo tampoco sabía qué hacer con mi cabello cuando tenía tu edad, por mi lo hubiera llevado sin peinar toda la vida, pero tu abuela jamás me lo hubiera permitido —me cuenta al tiempo que me lleva hacia el espejo y comienza a peinar hacia atrás con los dedos mis mechones.

En unos minutos tengo mi cabello perfectamente peinado hacia atrás y me veo diferente. Me gusta.

—Así todos pueden ver tus ojos —comenta cariñosamente.

Sonrío a mi reflejo.

—A Ploy le encantará esto —digo entusiasmado.

—¿Puedes dejar de pensar en tu hermana por una vez en la vida? —Se queja White que me observa desde el umbral—. ¿A quién vas a conquistar con esa apariencia? —pregunta con una sonrisa pícara.

Le doy un empujoncito mientras salgo del baño y obtengo la atención de todos los hombres. Ellos comienzan a gritar y a celebrar como idiotas.

—¿Dónde está la afortunada? —grita el tío Nick.

Siento mis mejillas arder, pero lo ignoro.

—¿Te haces el misterioso? —continua.

Ya casi es la hora del baile cuando Ploy baja por las escaleras luciendo un hermoso vestido que acentúa cada parte de ella y la hace brillar. Es como si pudiera ver su increíble personalidad por más imposible que suene eso. Y ella sonríe mientras todos gritan a su alrededor, incluso yo lo hago.

Amo que sonría genuinamente, significa que está bien.

Entonces llega la parte irritante en que nuestros abuelos quieren hacernos millones de fotos con sus cámaras modernas.

Hacernos fotos con cada persona de la habitación... agotador.

De todas formas, todos hacen que sea un momento memorable, cómodo y divertido. Y sé que todo es porque saben que me iré y no querían que los olvidara. Incluso me amenazan por si decido no volver nunca más.

—Ahora que Gun se va tendré que buscar otro pretendiente, tal vez me case con el pequeño White —comenta PunPun con tono bromista mientras se cuelga de mi brazo para la foto.

White tiembla y se oculta detrás de su madre.

—A White le asusta la idea de casarse contigo —bromeo entre risas—. Y yo tampoco me hubiera sentido muy tranquilo de casarme contigo de haber decidido no irme. Créeme que me voy para no hacerlo.

Ella me da un pisotón antes de sonreír hacia la cámara. Se inclina hacia mi oído y un escalofrío recorre entero mi cuerpo.

—Antes de que sigas con tus bromitas absurdas, recuerda que te vi muy acalorado y casi desnudo, con Off ayer en su coche —susurra amenazante— Independientemente de si es con un chico, no querrás que comente que te gusta juguetear y quizá algo más, en el asiento trasero de los coches. ¿no?

Tiemblo.

—¿Nos viste?

—Oh, sí. Claro que lo hice querido mejor amigo. Como sus labios se encontraban y se devoran ferozmente, y sus manos viajaban por el cuerpo del otro-

—Cállate de una vez —la interrumpo, antes de que ocasione que me dé un infarto y no pueda llegar a mi baile de graduación.

PunPun se mueve dejando mi brazo libre para que Ploy se agarre de él y así finalmente pudiéramos irnos.

—Compórtense —grita mamá antes de que tuviéramos tiempo de cerrar la puerta del coche. Mi hermana y yo ponemos los ojos en blanco.

Conduzco lento por la carretera mientras Ploy se desajusta el enorme peinado que le han hecho.

—¿Por qué estás haciendo eso? —le pregunto, intrigado.

—Es un hermoso peinado... Para una boda. Por favor. No voy a casarme, quiero algo más rebelde y un poco sofisticado para mi baile de graduación.

—¿Rebelde y sofisticado? ¿Qué es eso? Ni siquiera debe ser posible —chilla una voz haciendo que saltemos en nuestros asientos.

—¿PunPun, que estás haciendo aquí? —pregunta Ploy, observándola.

—¿Qué parece que hago? Me pongo un vestido —responde como si nada.

—Tonta. Quiero saber porque estás en el auto.

—¿No es obvio? Voy a su baile de graduación.

—PunPun, tu padre no te dejó asistir —le recuerdo.

—Ya lo sé. Cierra la boca y conduce.

—Van a matarnos —decimos Ploy y yo al unísono.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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