SIX

GIЯL STAЯK

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𝐍𝐀𝐑𝐑𝐀 𝐀𝐑𝐈𝐀

Peter era Spider-Man. Lo tenía delante, tirado en el suelo, con el traje puesto excepto la máscara. Tenía el ojo hinchado y con sangre, además de su labio reventado.

Lo tenía herido delante y yo estaba estática. Intentaba procesar lo que acababa de descubrir. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por su voz.

-Aria... yo...- dijo con dificultad, pero tosió antes de poder continuar hablando.

En ese momento reaccioné y me acerqué casi corriendo hasta él. Con cuidado y dificultad intenté levantarlo pero no podía. Él tampoco estaba poniendo mucho de su parte.

-Vamos Pete, ayúdame- dije mientras hacía más fuerza para levantarlo de la cama.

Pareció reaccionar ya que pude levantarlo con más facilidad. Rápido, pero con cuidado lo tumbé en la litera de abajo.

Miré su rostro el cual tenía varias heridas además de su ojo, el cual tenía muy mal aspecto. Estaba hinchado y se estaba poniendo lila por fuera, pero por dentro estaba rojo. Ese aspecto me hizo apartar la mirada.

-Peter tienes que ir a un hospital- le dije preocupada.- Llamaré a una ambulancia- me puse de pie, ya que estaba agachada al lado de su cama.

-No- dijo con voz adolorida mientras me sujetaba la mano.- No es nada.

-¡¿Qué no es nada?!- le dije alterada.- Casi no te puedes mover, tu labio está reventado y tu ojo está horrible- sabía que eso no ayudaba, pero no podía dejarlo así.

-He tenido heridas peores- dice cerrando los ojos por el dolor.

¿Heridas peores? ¿Qué clases de heridas? No me podía creer que me hubiese pasado por cosas como estas o peores solo. Aunque a lo mejor no estaba solo. ¿Y si alguien más lo sabía?

Tía May tenía que saberlo. Era su sobrino y han vivido juntos desde que Peter era un crío. No creía que se lo pudiera haber ocultado a ella.

-No puedes quedarte así- le dije mirándolo.- Necesitas un médico.

-Nadie puede verme así- dijo dolorido.

-¿Por qué?- pregunté curiosa.

¿En serio, Aria? ¿Pero tú lo has visto? No pude ni casi hablar y tú le preguntas- me dije a mí misma.

-Yo...- empezó a decir Peter pero lo interrumpí.

-Espera- le dije haciendo que me mirara.- Luego me lo explicas. Ahora necesitas que te curen eso.

-Tranquila estoy bien- me dijo mientras se sentaba en la cama.

-Ahora vuelvo- dije saliendo de la habitación para ir a mi habitación.

Me acerqué a mi cama y me agaché. Me tuve que meter debajo de esta para llegar hasta lo que quería alcanzar. Pero lo conseguí. Cuando lo cogí salí de debajo de la cama.

Era un botiquín, pero algo diferente al que tenía May en el baño. Lo que había dentro eran productos más fuertes y caros. Sí, mi tío fue quien me lo dio un día que lo fui a ver y me vio una herida en la mano por culpa de que me corte con un cuchillo mientras cocinaba con May.

Rápidamente, salí de mi habitación y me fui a la de Peter. Al entrar fijó su vista en mí. De verdad que se veía mal y todo por mi culpa. Era mi culpa que estuviera así. Si no hubiese salido a por helado esto no hubiera pasado.

-La puerta- dijo señalándola.- Ciérrala.

Le hice caso y en cuanto entré cerré la puerta con pestillo. Me acerqué a la cama y me senté su lado poniendo el botiquín en mis piernas. Lo abrí y empecé a inspeccionar todos los productos en busca de algo que pudiera desinfectar rápido.

Encontré un líquido que parecía alcohol, pero tenía un nombre extraño en otro idioma. Lo abrí y vertí un poco en un algodón. Lo olí, era tan fuerte que aparté la cara enseguida.

-Espero que sirva- dije más para mí misma.

Acerqué la mano al rostro de Peter quien me miraba atento. Cuando estuve a punto de poner el algodón agarró mi mano.

-Estoy bien Aria, no pasa nada- me dijo y me sonrío levemente.

-Déjame curarte por favor- le dije apenada por su aspecto.

Volví a acercar el algodón a la herida, pero esta vez no se resistió. Estuve unos segundos sobre la herida mientras él soltaba pequeños quejidos. Luego pasé a la de la otra mejilla.

Ese algodón ya estaba manchado de sangre por lo que cogí otro y lo bañé con ese extraño líquido. Esta vez lo acerqué a su labio y al tocarlo Peter soltó un grito enorme.

-Perdón, perdón- me disculpé mientras soplaba en la herida.- Ya casi acabo.

Volví a acercar el algodón y aunque gritó no lo aparté, se tenía que desinfectar. Lo único que faltaba era su ojo, pero no podía poner alcohol, o lo que fuera que fuese eso, en el ojo.

Me puse a buscar entre todas las cosas del botiquín, pero no había nada. Buscaba y buscaba, pero solo encontraba cremas y líquidos para heridas. Incluso había un líquido especial para heridas de balas.

-Mierda- maldije en voz alta al no encontrar lo que quería.

-Aria- me llamó Peter mientras ponía su mano encima de las mías haciendo que dejara de moverlas.- Estoy bien- dijo firme con una sonrisa.

-Necesitas hielo para ese ojo- dije mientras me levantaba para ir a la cocina y sacar una de esas tablas heladas. La envolví en un trapo y volví a la habitación.

Cuando entré volví a cerrar con pestillo y me acerqué a él mientras le extendí la tabla helada. Me senté a su lado mientras él se lo ponía en el ojo.

-Gracias- me dijo mirándome solo con un ojo.

-¿Quién lo sabe?- le pregunté, seria, ignorando su comentario.

-Nadie- me respondió.

-¿Y tía May?- al decir eso dejó el hielo de lado y me miró.

-No, no, no, no se lo puedes decir- se apresuró a decir.

-¿Por qué?- le pregunté con el ceño fruncido. Él soltó un suspiro pesado apartando la mirada.

-Si ella lo supiera lo fliparía y cuando ella lo flipa, yo lo flipo- no pude evitar soltar una leve risa ante su comentario.- No quiero ponerla en peligro.

-¿Por eso no me lo contaste?- le pregunté haciendo que volviera a mirarme.

-Por eso no se lo he contado a nadie- me dijo apenado.- Si algún enemigo sabe que tú o May, o cualquiera de mi alrededor sabéis quién soy irán a por vosotros y son capaces de haceros algo malo con tal de que le digáis quien soy.

-Yo no se lo diría- dije firme.

-Ese no es el punto. El punto es que os harán daño, y no quiero eso- dijo y apartó la mirada hacia el suelo.

-Puedo defenderme- al decir eso Peter me miró mientras alzaba una ceja. Sabía perfectamente en lo que pensaba.- Eso no cuenta, estaba indefensa. No tenía ninguna de mis...- me quedé callada antes de soltar lo de mis inventos.

Sabía que algún día tenía que contárselo, pero ese no era momento. Primero debía acabar la armadura y después ya se lo contaría.

-¿Tus qué?- me preguntó con el ceño fruncido.

-Mis... mis... armas defensivas- le dije haciendo que me mirase atentamente.

-¿Armas defensivas?- me preguntó detenidamente.

-Síp. En casa de mi tío tenía un bate de béisbol ideal para esas situaciones- mentí. Él soltó una risa mientras se volvía a colocar la tabla helada en el ojo.

-¿Un bate es tu arma defensiva?- dijo con una leve risa.

No.- Sí- volví a mentir. Rio otra vez contagiándome a mí.- Tu secreto está a salvo conmigo- le dije con una sonrisa de lado.

-Gracias- dijo de la misma manera.- A partir de hoy ten cuidado, por favor. No quiero que nada te pase por mi culpa.

-Por mi culpa te ha pasado esto- le dije.- Estaríamos en paz.

-Esto no ha sido culpa tuya- dijo mientras se quitaba el hielo del ojo.

-Sí lo ha sido- dije apartando la mirada al suelo.- Si no hubiese ido a por helado, el cual ya no tengo, esto no hubiese pasado. Perdón.

-Mírame- me dijo, pero no lo obedecí.- Aria, por favor, mírame- no me pude resistir y giré mi rostro para verlo.- No es culpa tuya- dijo lentamente. Estaba a punto de decir algo, pero él continuó hablando.- Sí, si no hubieses ido por helado no te hubiera pasado eso. Pero a lo mejor le hubiese pasado a otra chica, o incluso hubiese pasado algo totalmente distinto en otra parte de Queens. Da igual quién sea la víctima, siempre me arriesgo a que esto- dijo señalando su rostro.- me pase.

-Aun así, perdón- le dije apenada pero sin dejar de mirarlo.

-No tienes que disculparte- dijo dando por terminada la conversación.

-¿Cómo te sucedió?- le pregunté curiosa.

-¿El qué?- preguntó sin entender.

-¿Qué va a ser idiota?- dije rodando los ojos.- Tus poderes- dije, obvia.

-Aaah. Es una larga historia- dijo sin más. Yo levanté las cejas dándole a entender que siguiera.- Pues...

Me explicó todo lo que le sucedió. Desde la picadura de la araña hasta como creó su propio traje y las telarañas, que por cierto eran increíbles. Pero algo no me cuadraba.

-¿Aria?- me preguntó en cuanto acabó la explicación y yo no dije nada.

Mi vista estaba fija en el traje que llevaba puesto. De color rojo y azul; apegado al cuerpo para mejorar el movimiento; miré la máscara en el suelo, la cual las lentes tenían tecnología avanzada. Agarre la muñeca de Peter dándole la vuelta para fijarme en sus laza-telarañas.

-¿Qué miras?- me preguntó Peter confundido.

-Mi tío lo sabe, ¿verdad?- le pregunté levantando la mirada hacia sus ojos. Él me miró sorprendido.

-Em... yo...- no sabía qué decir, estaba nervioso. Pero lo que no sabía es que no me hacía falta su respuesta, sabía perfectamente que Tony le dio el traje.

-No me mientas- le dije sin dejar de mirarlo.

-Sí- respondió al fin.- ¿Cómo lo has sabido?

-El traje- le dije y él miró su cuerpo.- Es la tecnología que utiliza mi tío. Llevo desde pequeña entre todos esos mecanismos, sé reconocerlos. Además, hay piezas carísimas que no te podrías permitir, y mucho menos las encontrarías en la basura.

-Buena observadora- dijo con una leve sonrisa, la cual le devolví.

Pero se esfumó en cuanto un recuerdo vino a mí. Me puse a pensar en lo que me acababa de venir a la mente. Un puzzle en mi cabeza se formó, encajando todas las piezas.

-Entre otras cosas- cité lo mismo que me dijo mi tío un año antes.

-¿Qué?- preguntó Peter confundido.

-Ahora lo entiendo- dije para mí misma.

-¿El qué?- volvió a preguntar.

-Y por eso me trajo aquí- dije como conclusión.

-No entiendo nada, Aria- dijo Peter sacándome de mis pensamientos.

-¿Hace un año mi tío vino a hablar contigo?- le pregunté en busca de la afirmación de mi teoría.

-Sí- dijo confundido.

-Yo también vine. Lo que pasa es que yo esperé en el coche- él me miraba sin entender a dónde quería llegar.

-¿Y?- preguntó.

-Dos días después mi tío llegó diciendo que me mudaría a Queens- continué mi explicación.- Me trajo a este edificio. Yo le pregunté si mi mudanza era el motivo por el que vinimos dos días antes. Él me dijo que sí, entre otras cosas- le dije remarcando las palabras.- Esas otras cosas eras tú.

-Habló con mi tía May antes de hablar conmigo- dijo Peter bajando su mirada al suelo, pensativo.

-No- dije yo haciendo que me mirara, pero mi mirada estaba en un punto fijo de la pared.- Mi tío no haría algo así sin asegurarse.

-¿Entonces? ¿A dónde quieres llegar?- me preguntó, pero yo me mantuve callada pensando.

-Se esperó hasta después de Berlín- dije.- Seguramente llamó a May para hablarlo.

-¿Por qué se esperaría hasta después de Berlín?- me preguntó confundido.

-Para observarte- le dije mirándolo.

-¿A mí?- preguntó sorprendido.

-Quería asegurarse de que estaría a salvo- dije dirigiendo mi mirada a la máscara, en el suelo.- Por eso me trajo aquí.

-Porque estarías a salvo con Spider-Man- concluyó Peter.

-Exacto- afirmé.

-Pero no lo has estado- dijo Peter captando mi atención.- Hoy has estado en peligro.

-Peter estoy a salvo, me has salvado- dije remarcando la palabra.- Además, mi tío no se refería a salvo de esa manera.

-¿A no?- preguntó extrañado.

-No, eso me podía pasar estando contigo, con él e incluso con la mismísima Viuda Negra- le dije firme. Me quedé dos segundos pensando.- Todo el mundo sabe que Tony es Iron-Man. Y aunque no saben de mi existencia, si lo atacan a él es muy probable que yo esté a su alrededor y también salga herida.

*Aunque no sepan que soy su sobrina. Si lo atacan a él también me atacan a mí. Pero nadie sabe que tú eres Spider-Man- cuando dije lo último lo miré.- Atacan a Spider-Man, no a Peter que es con quién yo suelo estar- dije e hice una pausa.- Mi tío me trajo aquí porque estaría a salvo con Spider-Man, pero sobre todo porque estaría a salvo con Peter.*

-Somos la misma persona.

-Para el exterior no- le dije mirándole a sus ojos castaños.- Gracias- él me miró confundido por lo que continué hablando.- Por salvarme.

-Es mi deber- dijo con una sonrisa.

Claro, su deber. Nada más.

-Pe...- iba a comenzar a hablar, pero una voz me interrumpió.

-Chicos, ya he llegado- gritaba May mientras se escuchaba como cerraba la puerta de la entrada. Los dos nos levantamos de golpe de la cama poniéndonos en alerta.

-No me puede ver con el traje- gritó en susurro Peter.

-Em... aa...- mierda no sabía qué decir.- Está bien. Cámbiate, yo voy a entretenerla- le dije mientras me dirigía a la puerta.

-Aria- me llamó antes de que quitara el pestillo por lo que me giré a verlo. No hizo falta que dijera nada, lo entendí todo con su mirada.

-No se lo diré a nadie, te lo prometo- le dije con una sonrisa para después quitar el pestillo.

Abrí levemente la puerta, solo lo suficiente para poder salir sin que se viera el interior. Al salir me giré para cerrar la puerta. Cuando me di la vuelta pegué un salto por el susto que me causó May.

-Hola- dijo ella con su típica sonrisa.

-Hola- dijo Aria nerviosa.

-¿Estás bien, guapa?- me preguntó dulcemente.

-Oh, sí, sí- dije intentando sonreírle entre todo el nerviosismo.

-Voy a saludar a Peter- dijo mientras ponía la mano en el pomo.

-¡No!- grité mientras cerraba lo poco que había abierto la puerta.

-¿Por qué? ¿Qué pasa?- preguntó con el ceño fruncido.

-Emm... yo...- vamos mente Stark, actívate.- Esta tarde me han atracado.

-¿Qué?- preguntó sorprendida.

-Bueno, en verdad me han intentado violar- dije haciendo que se me formase un nudo en el estómago.

-Ven, vamos a hablar a tu habitación- dijo mientras me cogía de la mano y entrábamos en la puerta de enfrente.- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- dijo mirando de arriba abajo.

-Sí, estoy bien. Gracias a Spider-Man- una sonrisa apareció en mi rostro.

-¿Te ha salvado?- me preguntó aún preocupada.

-Sí- le dije sin borrar la sonrisa.- Estaba volviendo a casa de haber ido a comprar helado y un hombre me siguió. Me agarró y me metió en un callejón- ella me escuchaba atenta y preocupada.- Me iba a violar, pero Spider-Man apareció y se deshizo de él.

-Menos mal que ese héroe te ha salvado- dijo y me abrazó, el cual correspondí.- Lo importante es que estás bien.

-Aha- dije con una leve sonrisa.

-¿Necesitas seguir hablando?- me preguntó preocupada.

-No, estoy bien.

-Entonces iré a ver a Peter- dijo levantándose de la cama para ir a la puerta.

Yo me levanté y fui tras ella. Más valía que Peter se hubiese cambiado. Tiempo había tenido así que ya debería haberse quitado el traje. El traje de Spider-Man porque era Spider-Man. Todavía no lo asimilaba.

-Peter- dijo May al abrir la puerta de su habitación.

Este estaba sentado en su escritorio, con su pijama, mientras fingía que leía un libro de matemáticas. Involuntariamente, miré el resto de la habitación en busca del traje, el cual no encontré.

-¿Qué tal el día?- le preguntó mientras se acercaba y le dejaba un beso en la parte alta de su cabeza.- ¡¿QUÉ TE HA PASADO EN EL OJO?!- gritó al ver el mal estado de este.

-Solo una pequeña pelea- dijo restándole importancia.

-¿Con quién?- le preguntó. Yo solo permanecía apoyada en el marco de la puerta atenta a la mentira que le iba a soltar.

Ahora que lo pensaba, Peter nos había estado mintiendo todo este tiempo. Todas esas excusas de que tenía que hacer trabajos o que se había peleado con compañeros cuando volvía herido, eran todo mentira.

Estaba dudando de lo que decía, porque todos esos actos eran muy frecuentes. Pensaba que estaba ocultando algo, pero nunca me imaginé que fuera eso. Ahora que lo sabía todas las mentiras de Peter se desmontaron.

-¿Ha sido ese tal Steve de Brooklyn?- no pude evitar soltar una pequeña risa al saber de quién hablaba realmente.

-No, May- le respondió Peter.- Además, estoy bien, déjalo así.

-Necesitas hielo para ese ojo- dijo May mientras se acercaba a la puerta, donde yo estaba.

-Tranquila, Aria ya me ha traído- dijo Peter mientras levantaba la tabla de hielo que le había traído tiempo atrás. Me miró y me sonrío, acto que imité.

-Oh, bien- le dijo y luego se giró a verme.- Gracias, preciosa.

-No hay de que, May- le contesté con una sonrisa.

-Bueno, pues yo voy a ir haciendo la cena- dijo saliendo de la habitación. Saqué mi cabeza por el pasillo para asegurarme que se había alejado lo suficiente.

-Gracias- me dijo Peter en cuanto volví a mirarlo.

-No hay de que, para eso estamos- le dije con una sonrisa.

-Eres la mejor amiga que alguien pudiera tener- dijo mientras se levantaba y me abrazaba.

-Sí, mejor amiga- dije con pocos ánimos.- Peter, abrazos cortos.

Desde lo que tuve que pasar con mis padres y después lo de mi tío, mis muestras de cariño se habían reducido. Sí que daba abrazos, pero no muchos y no duraban mucho. Un abrazo largo me agobiaba por lo que no solían durar más de 8 segundos. A veces había excepciones, pero era poco probable.

-Oh, sí, perdón- dijo separándose.- A veces se me olvida que eres una Stark.

-No se te puede olvidar lo increíble que soy- le dije para después hacer un movimiento de pelo.

-Y otras veces eres una Stark en potencia- dijo soltando una risa la cual me contagió.

-Lo llevo en la sangre- dije aun riendo.

Calmé mi risa y lo miré con una sonrisa. Él seguía riendo ante mi comentario. Se veía tan mono, tan guapo. Cuando se calmó también me miró con una sonrisa, la cual intensificó la mía.

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