Capítulo 14 (V.O.)

-¿Cómo lo has...? Yo... -balbuceó, Alfred, sin comprender como Francis se había enterado o el porqué estaba en su casa.

-No me lo puedo creer, ¡¿tenía razón?! -exclamó, alejándose del americano-. ¡Qué gran detective soy! -se halagó a sí mismo, sin saber que había otra persona en la sala que parecía que quería estrangularlo en ese momento.

-No comprendo... -se decía, el estadounidense, incrédulo.

-Fui a ver a Antonio a su casa para pedirle un favor y como no cierra la puerta con llave, entré y le oí hablando con alguien por teléfono diciendo que quería ser algo como amigos con derechos y cosas así... ¡Y vine a ti nada más oírlo! -explicó, con gran alegría.

-Joder... -masculló, ya tenía suficiente con todo lo que estaba ocurriendo como para que viniera Francis con esto. ¿Es que no tendría una vida normal?

-Tranquilo, Alfred, guardaré esto como un secreto -dijo, con una sonrisa ladina en su rostro.

-Gracias, Francis... -murmuró y esbozó una débil sonrisa en el rostro.

-¡Pero! -alzó la voz-. Solo lo haré si me ayudas con una cosita -informó.

Alfred suspiró pesadamente, ya estaba harto de hacer favores o pedidos. Primero le meten en un crimen, luego casi termina acostándose con su amigo y, ¿ahora qué? ¿Tendría que robar un banco o algo así?

-Necesito que me ayudes a buscar una cosa -el americano se relajó un poco. Al menos era algo normal y no parecía peligroso, ¿no?-. Necesito que me ayudes a buscar a Arthur -retiraba lo dicho. Esto ya era de locos.

Abrió la boca para contestar, pero en ese momento un gran estruendo surgió de la cocina llamando la atención de los dos. Mas, Alfred recordó que Arthur había oído todo y se alarmó. A saber, cómo se había tomado lo de que se había enrollado con Antonio.

-Un segundo -pidió, Alfred, y corrió a la cocina esperando que nada grave ocurriera.

Al llegar allí, siendo seguido por Francis, se encontró con todos los platos de uno de sus armarios tirados por el suelo y rotos en mil pedacitos, y en medio se encontraba Arthur pisando esos trozos de los platos con furia por mucho de que no sirviera de mucho ahora.

-Honhonhonhon, la que se lio aquí -se rio, el afeminado francés, ganándose una mirada de odio por parte de los otros dos rubios.

-Francis, lo siento, pero debes irte ahora mismo -pidió, bueno, más bien ordenó, Alfred.

-Si me contestas a mi petición me iré por donde he venido -dijo, cruzándose de brazos.

-Te ayudaré a buscar a Arthur, pero ahora lárgate de aquí -contestó por mucho que supiera de que esa búsqueda como mucho les ayudaría a encontrar el cadáver del inglés.

-Merci. Adiós, Al, que te la pases bien limpiando -le dijo, entre risas, y salió de la casa dejando al fantasma, al gordo viviente y al enfermo en la casa; aunque este último tampoco es que contara mucho.

Por fin algo de paz en la casa, una paz relativa, pero una paz. Alfred caminó por la cocina pisando, sin poder evitarlo, los trozos de los ya inexistentes platos y fue a coger la escoba y el recogedor. Lo primero era limpiar el desastre causado por el caótico fantasma.

-¿Es cierto que te enrollaste con Antonio? -preguntó, Arthur, rompiendo el silencio que se había formado entre los dos.

-Sí, pero tampoco es que lo tuviera planeado. Simplemente pasó -respondió, mientras limpiaba el desastre.

El silencio volvió a surgir en la cocina, pero no porque Arthur no supiera que comentar o preguntar. Arthur estaba sintiendo unas cosas muy extrañas por todo su cuerpo, pero sobre todo su corazón. Era como si miles de agujas comezaran a pincharle cada vez que se imaginaba la escena o la simple idea rondaba por su mente. Era muy desagradable y lo peor no era porque fuera Antonio con el que se hubiera enrollado, pues ya le había visto muchas veces besuqueándose con chicas y nunca había sentido eso; sino porque era Alfred de quien se trataba. ¿Pero por qué si hacía tan poco que lo conocía?

-¿Qué pasa? ¿Te da tanto asco el imaginarte a dos hombres besándose o qué? -preguntó, Alfred, sorprendiendo al fantasma.

Mas, tampoco penséis que Alfred lo decía con maldad, rencor o con la intención de molestar. Lo dijo más con tristeza que con otra cosa. Le dolía que Arthur pudiera rechazarle simplemente por su orientación sexual, aun encima ahora que se podían considerar amigos o algo parecido (desde su punto de vista).

Y, Arthur, intentó articular algo para responder ante aquel pequeño ataque, pero por más que lo intentaba no podía. Miraba al norteamericano, atónito, con la boca entreabierta y sus ojos abiertos como platos.

-¡Claro que no me da asco! -contestó, al fin, pero muy irritado-. ¡Intenté acláratelo antes pero no me dejaste! ¡Yo no soy homófobo! -chilló, apretando los puños con furia.

-¿En serio? -preguntó, sin poder fiarse de las palabras del inglés y le miró directamente a los ojos-. ¿Entonces lo que ponía en el diario no lo escribiste tú?

-Sí... Lo escribí yo... ¡Pero ya no pienso así! Dejé de pensar todo eso unos meses antes de... -se quedó callado.

Bajó la cabeza y se permaneció mirando al suelo atemorizado, por alguna razón. Otra vez su voz había desaparecido. Llevó una de sus manos a su pecho, este comenzaba a dolerle y a arderle.

-¿Unos meses antes de que? -preguntó, Alfred, esperando una continuación-. ¿Arthur?

-Antes... Antes de mi muerte... -dijo, en un murmullo casi inaudible.

No comprendía que estaba sucediendo, pero las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas y sentía un gran escozor en la garganta. ¿Por qué comenzaba a sufrir de tal manera? ¿Acaso esto tenía que ver con su muerte? ¿Podría ser que hubiera olvidado algo importante que le causaba tanto dolor? No lo comprendía. Solo sabía que dolía, y mucho.

-A-Arthur -le llamó, Alfred, sin entender por qué se había puesto a llorar de repente el menor.

Era un fantasma, no podía dolerle alguna parte del cuerpo o encontrarse enfermo. Y tampoco es que fuera tan trágico que dejara de pensar así antes de su muerte. Es decir, él no planeó morir ni nada de eso y tampoco es que esos cambios de pensamientos sucedan de un día para otro.

-No llores Arthur. No estoy enfadado contigo ni nada de eso -intentó calmarle con un tono amable de voz. No podía hacer gran cosa para intentar animarlo o detener sus lágrimas, no le podía tocar.

El fantasma negó con la cabeza entre sollozos. No lloraba por eso. Tampoco merecía que Alfred le tratara bien, aunque solo fuera para que dejara de llorar. Se estaba quedando sin fuerzas y sus ojos comenzaban a escocerle.

-Arthur, por favor... No me gusta que llores -dijo, Alfred, llevando intuitivamente una de sus manos a la cabeza de Arthur por si algún casual podía tocarle.

Pero antes de que su mano llegara a rozar la rubia cabellera del inglés, este se abalanzó hacia Alfred y lo rodeó con sus brazos con fuerza. El mayor se quedó durante unos segundos atónito, Arthur le había conseguido abrazar sin traspasarle y lo hacía con fuerza (más de la que le gustaría).

Arthur no sabía muy bien porqué, pero necesitaba abrazarle. Sentir la calidez del cuerpo de Alfred, una calidez que su propio cuerpo ya no podía emitir. Siguió sollozando entre los gruesos brazos del americano sintiéndose protegido por primera vez en su vida. Así permanecieron, unidos en un abrazo, hasta que Arthur dejó de llorar desconsoladamente.

-Gracias, Alfred... -agradece, en un murmullo, al separarse del cuerpo del americano.

Ahora sentía una enorme vergüenza. Nunca había llorado de tal forma delante de otra persona y menos abrazarla. Se apartó despacio de Alfred para crear una distancia prudente entre ellos y desvió la mirada. Y todo esto había surgido por unos infantiles celos que ni él entendía.

-De nada. No voy a pedirte que me expliques por qué te pusiste a llorar tan de repente, pero la próxima vez no rompas los platos de mi casa cuando te enfades -comentó, soltando una leve risa para aliviar un poco el ambiente.

-Ah, ya... Lo siento por eso...

-No te preocupes, ya buscaré una forma para evitar que mi padre se enfade -dijo, y luego miró al reloj que había en la pared-. Ya es tarde, deberíamos irnos ya a dormir -Arthur solo asintió, no pensaba decirle la razón de su enfado nunca.

Ahora solo quedaba esperar al día siguiente, pues habría que afrontar muchas cosas que no serían cómodas para ambos angloparlantes.

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Hello! Nuevo capítulo con por fin un poquitín de UsUk (aunque solo fuera un abrazo).

Espero que os gustara el capítulo.
Ciaooooooooo~~~~~(*'▽'*)♪

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