18
-Lo recuerdo como si fuera ayer... Verte sentado en aquel sofá, después apuntandome con un florero, el café en el sofá... ¿Qué rápido no crees amor?-
-Demasiado, han pasado dos meses desde que convivimos.- Asintió.
-Aunque odié al dueño por alquilarte el departamento... Ahora lo amo...-
-¡Oye! Me pondré celoso.- Hizo un puchero.
Louis cerró la puerta con pasador, caminó hacia Harry y lo tomó de la cintura.
-Bueno, tal vez mi odio disminuyó... Fue una hermosa equivocación.-
-No quiero que esto termine nunca amor.- Se acercó a sus labios.
-Nunca terminará cariño, nunca, seremos felices juntos, para siempre.-
Unieron sus labios en un tierno beso.
Los meses pasaron rápido, la rutina se repetía todos los días...
De lunes a viernes, la señora Roberts dejaba a Theo en el departamento de los chicos, Louis salía a trabajar y regresaba a la hora habitual, nueve de la noche.
Harry pasaba la tarde cuidando a Theo, a las seis de la tarde pasaba la señora Roberts a recoger a su pequeño, después el chico preparaba la cena, alistaba la mesa, colocaba velas, pétalos de rosas y algunas cosas decorativas.
Louis todos los días al regresar del trabajo le llevaba a Harry una rosa roja, el menor las dejaba en un florero, junto a todas las rosas que su novio le había regalado.
Los fines de semana la pasaban en Doncaster junto a la familia de Louis, muchas veces ellos llegaban al departamento a convivir con los chicos.
Su relación era más que fuerte, ambos tenían una excelente comunicación, no faltaban algunas disconformidades, pero siempre lo arreglaban.
Cada noche al terminar de ordenar todo el departamento, iban a su habitación a hacer el amor hasta quedarse dormidos, y cada mañana se despertaban con besos recorriendo todo su rostro.
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