—Soy positivo a veces, pero negativo más negativo da positivo ¿No?— Louis rodó los ojos.

—Sí, pero debes estar seguro de ti mismo, así no te costará demasiado.— Suspiró.

—Lo dices cómo si fuera fácil.—

—No es fácil, pero tampoco imposible, así que dile adiós a tu negatividad, llenemos de positivismo ese hogar.—

El menor sonrió y elevó su mirada.

—¿Hogar?—

—Bueno eso somos, estaremos apoyándonos mutuamente, no solo en la renta, si no también en lo personal, ¿Te molesta?—

—Para nada, me parece perfecto.— Lo abrazó más fuerte.

El mayor sonrió y acarició sus rizos, un suspiro de alivio salió de sus labios.

—Bien, ahora vamos a dormir que es tarde, mañana tienes trabajo.— Asintió.

Se separó del abrazo, sonrieron.

—Sí, solo lavaré esto y me iré a dormir.—

—Te ayudo, vamos.—

Comenzaron a lavar los platos y vasos usados, ambos estaban riendo de las ocurrencias del mayor.

Al terminar se fueron a dormir, deseandose un buenas noches con un beso en la mejilla...

Llegó el fin de semana, ambos chicos convivían más seguido, Louis cada noche llevaba una rosa roja con un mensaje “No te rindas, lo estás haciendo perfecto.”

Era el mensaje de todos los días, decía que mientras más se lo creyera, le costaría menos recaer.

Ese día estaba en la universidad, acababa de terminar su última clase, salió de la universidad, frunció el ceño al ver el auto de Louis enfrente.

Vio como el mayor bajó del auto sonriendo, llevaba un ramo de rosas blancas.

—Hola, pasaba por aquí y quise pasarte a traer.— El menor sonrió.

—¿Y por el camino viste en exhibición el ramo y decidiste comprarlo?— Asintió.

—Sí, muy curioso ¿No?— Rieron.

—Gracias.— Louis le dio el ramo, sonrió.

—No hay de que.—

—Bien, vamos te invito a comer.—

—No te molestes.—

—Vamos, yo te doy la dirección.— Asintió.

—Esta bien, vamos.—

Louis le abrió la portezuela a Harry, el chico entró, dejando las rosas en su regazo, Louis cerró la puerta y corrió hacia la portezuela.

Al subir comenzaron su camino hacia el restaurante.