03

—Gracias.—

—¿Cuánto de azúcar?—

—Una.—

—¿Qué?—

—¿Qué?— Volvió a preguntar.—¿Qué tiene de malo?—

—Que raro eres.— El chico rizado caminó hacia la estantería, la abrió, aunque suspiró profundamente.

—¿Puedes bajarme la azúcar por favor?— Asintió.

Caminó hacia el chico, se colocó atrás de él y atrajo la azúcar, sonrió y se lo entregó.

—Aquí está.—

—Gracias, pero ¿Qué tiene de malo y raro para ti?—

—Para eso toma el café sin azúcar.—

—No, una de azúcar le da sabor.—

—Si tú lo dices.—

—¿Con cuánto tomas tu café?—

—Tres de azúcar.—

—¿Aún no sufres de diabetes?— Rodó los ojos.

—Jodete no estoy viejo, ricitos.— Harry comenzó a reír.

—¿Treinta?—

—No.—

—¿Cuarenta?—

—Oh vamos, no.—

—¿Cincuenta?— Rodó los ojos, terminó de preparar su café.

—¿Seré tu Sugar Daddy?— Soltaron unas carcajadas.

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