╒Hello, hello╕

Capítulo 1

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"Hello, hello"
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Cada día era más monótono, ridículamente cansador, aburrido, siempre era hacer pagar el delito de sus errores a cada alma que cruzara los callejones de Japón. Dándole su merecido justo gracias a la "mirada de penitencia", cada día a pesar que mi vida pareciera aventurera y peligrosa por incontables golpes físicos, contraataques, o simplemente intentos de abuso a mi persona, eran los más asquerosos y cansadores de sufrir, si bien cuando estaba en aquella forma calaverica no dolía nada, pero cuando estaba fuera de sus efectos de sensibilidad, era como millones de gotas de limón en las heridas abiertas, que de las cuales cada una se iban cerrando gracias al factor curativo que venía con el cargo de ser La última vengadora fantasma.

Si bien todos los días era el mismo trabajo, levantarse, comer algo (aunque no fuese estrictamente necesario), y volver al trabajo. Me odiaba por no recordar un pasado saludable, viva, y sin cargar con esta gran responsabilidad. Al vender tu alma a Mefisto era cometer más errores y matanzas que cualquiera pudiese tomar en cuenta, pero no fue por mi propia mano esa decisión, yo no tenía futuro viva si no lo hacía,
Mefisto, -aquel hombre con barba excéntrica blanca, con un sombrero algo gastado y su ropa de vestir elegante desgastado-, que era como un padre me encontró vagabunda, mis padres me habían abandonado porque no había nacido con algún kosei, era un desperdicio en la vida, y en aquel momento era tan fácil botar la basura, con el tiempo me fui dando cuenta que sobrevivir en las calles no era fácil pero tampoco muy difícil.

Pero eso no significaba que tuviera el calor de una buena salud mental, o física, no... Por milagro había encontrado un señor humilde como él, que me había compartido su casa de cartón, juntos empezamos a compartir un vínculo. Aunque eso sí, siempre supe que aquel hombre compartía algo con el mismo demonio, pero conmigo se comportaba diferente, con él me sentía segura, tranquila, feliz, la oscuridad con él era cálida.

Mi muerte fue algo imprevisto, unos jóvenes extraños querían dañarlo, pero un extraño señor de llamas apareció e intentó defender a mi padre, aquel señor que tanto amaba, era el único quién supo salvarme, ningún otro héroe supo cómo ayudar a un niña de la calle. Ese hombre, que parecía ya mayor, intentó hacer entrar en razón al joven frente a él que parecía ser su hijo, pero también desprendían un aura oscuro, pero no les temía, hace tiempo había perdido aquellos sentimientos de sustos, conmoción, a lo sobrenatural después de todo, la sociedad se basaba en gente que poseía atrosidades de quirk por montón. Cuando vi como lo iba a atacar por primera vez supe que dar la vida por alguien que únicamente te dio esa suave caricia al corazón, fue tanto una maldita como buena razón para morir. Defender a lo que amo.

Me había interpuesto entre el lanzamiento de fuego oscuro que iba directo a Mefisto, -ahora mi padre de corazón-, ocasionando que todo lo que a mi alrededor parecía oscuro, fue convirtiéndose en una luz blanca, sentía que me ardía mi cuerpo, y la sangre no tardó en salir de mí, mi vista perdida era quién estaba. Escuché como un monstruo se había desatado al ver aquello, Mefisto, señor de los infiernos se alzó enfadado y casi destruyó a su primogénito, de no ser porque no sé lo había dejado. Una pequeña llama blanca empezó a fluir y carcomer al joven, quién gritaba de dolor, sofoque, con mi últimas fuerzas descubrí mi kosei, lastimosamente lo había utilizado en mala condición y eso agravó mi situación.

Aunque podía ver otra clase de apariencia provenir de él, sin embargo, por alguna razón lo seguía viendo como lo conocí en la primera vez, algo borroso pero me alegraba que lo hubiese podido salvar.

El fuego oscuro me había traspasado el cuerpo entre los pulmones y riñones, carcomiendo todo a su paso, dejando un hueco que posiblemente se observaba a través de mi. Padre, se volteó sorprendido por tal acción, pero al ver la mirada del otro señor en llamas, y diciendo que mi vida ya no existía, no pude decifrar la mirada de él.

Se acercó a mi, sentía más su dolor que el mío, dijo que estaría bien, que yo nunca me separaría de él, que sanaría mis heridas, pero que debía aceptar su ayuda. En ese entonces no entendía ni tenía tiempo de entender, mi vida se iba con cada pulso, le sonreí por última vez asintiendo, más luego todo se oscureció, aquella oscuridad nunca me dejaría sola.

Despues de años de aquel suceso, comprendí que para salvarme, Mefisto había tomado mi alma, y tomado el lugar del señor de llamas anterior. Me había dado la inmortalidad, y un trabajo para toda mi eternidad. Pero siempre podía contar con su apoyo, después de todo... Éramos padre e hija, contra el mundo del cuál no nos había apoyado por ser juzgados por villanos.

Villanos por obligación...

Una obligación que era dar venganza a los inocente dejando ver sus errores y de cada uno del mundo con sólo la mirada, la mirada del vengador. La mirada de penitencia.

Mi vida se trataba de: juzgar a las personas por sus acciones malas que habían cometido, juzgarlas, si sobrevivían a esa fase de redención, nunca más cometían maleficios, pero si no lo hacían morían por todos males del mundo y el suyo mismo. Cargar con la "mirada de penitencia", ser la única y actual vengadora fantasma. Aunque fuese alguna vez una chica común eso desapareció el mismo momento en que morí. Aunque mi kosei sigue allí preparado para utilizarse cuando sea necesario. "Spectre Death Blank". Mis koseis no eran ni las más faciles de manejar ni las más buenas para el bando de héroes, siempre eran juzgados para ser villano, pero yo quería probar que nosotros no estábamos de ningún lado, que podíamos ser tanto villanos como héroes, y para eso, me propuse demostrar a mi padre lo que podía lograr pero para ello, no me esperaba ningún sentimiento de por medio.

Oh, por cierto, hola, soy Anrub o también antiguamente por Rider Hato Lux, si... no me gusta poner mi apellido primero y mi nombre después. Es un lío el cual no cambiaré tras esta sociedad, soy única hija adoptada por Mefistófeles o Mephisto pheles, y seré una heroína, sólo para matar la malas creencias.

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