I

Lloyd's POV

Estaba cansado. Desesperado. Harto.

Me dirigí hacia Jay apenas lo divisé entre la multitud de gente. Él y Nya estaban en la barra bebiendo más alcohol del que me hubiera gustado.

—Ya me voy —le dije al oído para no tener que gritarle, la música estaba tan fuerte que hablar no bastaba.

—¿Tan temprano? —él si gritó. Sacó una carcajada —Vamos Lloyd ¡La fiesta apenas comienza!

Jay levantó una copa de cristal tambaleante, algo de líquido rojo se derramó de su interior sobre la barra, luego se la llevó a los labios y se la tomó de un trago. Nya también vitoreó. Me sorprendió un poco que ella también bebiera, según yo es más sensata.

No le vi caso a seguir con charla, seguro mañana Jay ni siquiera recordaría donde estuvo. Estaba por darme la vuelta, cuando se me ocurrió algo más.

—¿Donde esta Kai? —pregunté a gritos.

—Te has perdido de todo —Rio Jay —Hace como una hora que se fue.

—Estaba con... —Nya entrecerró los ojos, como si tratara de recordar —¿Gina?

—Nah, no estaba tan buena. —alcanzó la bebida de Nya y bebió de ella hasta acabársela —Debe de estar con Sara o Diana. Igual, Kai no pierde tiempo con ninguna.

Nya se rio de forma escandalosa y se volteó, seguramente para pedir otro trago. En ese momento no estaba al cien por ciento de mis sentidos y no había captado lo que Jay trataba de decirme, por más obvio que fuera.

—¿A qué te refieres?

Jay dio dos pasos hacia mí. Olía lo suficiente a alcohol como para lograr incomodarme. Tiró de mi oreja para que me acercase más.

—Debe estar complaciéndola.

Abrí los ojos como platos y casi al instante sentí arder mis mejillas, tal vez más del enojo que la pena. Bajé la vista de inmediato y me alejé de Jay ignorándolo cuando gritó mi nombre. Me perdí entre la multitud de gente y deje que los chicos y chicas me empujaran sin notarme mientras me abría paso con los codos. Abandoné el lugar, consiente, sobrio y sólo.

Tomé un taxi y regresé al apartamento.

***

El viaje de vuelta me pareció eterno a pesar de que solo fueron tres minutos. Sentí un extraño orgullo al no haberme echado a llorar en ese mismo instante, en realidad ya me sentía bastante idiota. Por qué lo era. ¿Que tenía en la cabeza? ¿Que Kai se interesaba por mí más profundamente? ¿Cómo se me había ocurrido pensar en algo así, si me había repetido una y otra vez las razones por las cuales no era posible?

Tal vez lo había creído porque él me había invitado a "salir".

—Vamos Lloyd. Nadie beberá, sólo vamos a divertirnos un rato —me dijo sonriendo.

A él no podía decirle que no. A lo mejor porque no quería, por que esperaba que esa noche fuera diferente a las demás. Porque de verdad creí que eso podría animarme, devolverme un poco las ganas de hacer "algo". Sin embargo, yo estaba más que seguro de lo que sentía por Kai, y de alguna forma no podía desaprovechar esa oportunidad.

Pagué al conductor quien enseguida se volteó para darme el cambio, el cual no era mucho.

—Déjelo así —dije sin ganas de esperar.

Bajé del taxi y cerré la puerta. Me quedé parado un momento en la cera mirando el apartamento de paredes color marrón. Hace menos de dos meses que vivíamos ahí. No se trataba de algo grande y lujoso. Sólo constaba de una habitación dividida por media pared de concreto para la sala y la cocina, un corto pasillo que terminaba en un estrecho baño y tres habitaciones diminutas que juntas apenas alcanzaban el tamaño de mi antigua habitación en el monasterio.

Era sólo algo provisional, todos estuvieron de acuerdo en pasar una temporada en la ciudad mientras el Sensei y mi madre se encargaban de conseguir una propiedad. Nya no tuvo problemas en quedarse, incluso mi madre insistió. Los chicos llevaban un mes en la ciudad cuando yo los alcancé, pues preferí no estar cerca de los negocios que hicieran... Aunque por fuera me mostrara indiferente ante el asunto, por dentro rogaba que no fuera cierto.

Busqué las llaves en mis bolsillos hasta encontrarlas en mi suéter y abrí la puerta con indiferencia. Entre sin prestar atención al desastre que habíamos dejado en la sala y la cocina y me dirigí directo a mi habitación. Yo no la compartía con nadie, cosa que no fue decisión mía sino de los chicos. Por mí no hubiera sido un problema con quien me tocara compartir pero al parecer ellos se repartieron dos habitaciones pensando en que yo quería "mi espacio". Tal vez tenían razón, en esos momentos no me apetecía estar con nadie.

Apenas tenía espacio para abrir la puerta cuando la cama ya estaba a mi derecha, la cerraba y mis codos golpeaban el closet. Era verdaderamente diminuto. Me tiré a la cama y me quede inmóvil por un momento. No tenía ganas de hacer nada, desde hace más de dos meses que mi vida se había venido abajo y yo no actuaba con mayor importancia.

«Si alguien debería enviarte allá, soy yo»

No había sido mi decisión, era lo correcto. No era por mi sino por el equipo. Era necesario que mi padre se sacrificara para salvarnos a todos. Yo no tenía otra opción que tratar de consolarme con sus enseñanzas, debía mantenerme fuerte y encarar las consecuencias de mis actos inclusive si eso significaba ignorar el dolor.

No sabía si una depresión podía durar para siempre, más yo aseguraba que jamás podría superar algo como eso; yo solo fingía que esa depresión no existía. Una de las pocas personas que creía en mí se había ido, eso había bastado para devastarme... Para siempre.

Ya llevaba mucho tiempo aguantando el llanto. Enterré la cara en la almohada con un gesto hiriente y las lágrimas no tardaron el mojarme el rostro. Cerré los ojos recordando cómo había sido la primera noche después de lo sucedido. No era muy diferente a ese entonces, excepto por el hecho de que no estaba sólo.

Imaginé a Kai a mi lado. Aquellas piernas largas enredadas con las mías. Recordé como me estrechó aquella noche, como él me había rodeado con el brazo mientras me decía que todo estaría bien, que él estaba conmigo. Me permitió esconderme a llorar en su pecho y me había abrazado como si cuidara de mí. Como si quisiera facilitarme las cosas.

Me eché a llorar, olvidándome por completo de la idea de que debía ser fuerte. Y cuando la nariz me empezó a moquear me la sequé con la almohada porque, a esas alturas, ¿Que más daba?

***

Kai no llegó a dormir al apartamento esa noche.

Por la mañana, me desperté con un leve dolor de cabeza, nada que unas pastillas no me quitaran. Me senté al borde de la cama, con la sensación de que ya era tarde. Alcancé mi celular a menos de un metro de mí, ignoré algunos mensajes y revisé la hora: 9:30

Suspiré agotado, me incorporé con un gesto casual y me vestí para salir a desayunar. Me daba igual si los demás estaban crudos y apenas despiertos, yo tenía hambre.

Me puse frente al espejo y no me preocupe mucho por mi aspecto. Me acomodé la camiseta verde y los jeans azules, me aseguré de tener buen atadas las agujetas de los zapatos y me peiné el cabello con los dedos. Me aparté evitando ver mi rostro, sabía que además de verse fatal por la falta de sueño no había un gesto alegre en él. Giré sobre los talones y extendí la mano para tomar la perilla. Justo entonces vi que mi muñeca estaba desnuda a la vista.

Algo alarmado, me volví al armario y saqué el primer suéter que vi. Me lo puse y alargué las mangas hasta que quedaran poco más abajo del pulgar, estiré los brazos y estas se quedaron perfectamente pegadas a mis codos, cubriendo mis muñecas.

Sin más abrí la puerta y me dirigí a la cocina.

Al llegar al comedor me encontré una masacre. Nya (quien no se había ido) estaba cocinando en la pequeña estufa, sosteniendo el sartén con una mano y la espátula en la otra sin percatarse de que el huevo ya estaba cosido de un lado y estaba por quemarse. Tenía la mirada al frente como si estuviera desconectada o perdida. Traía puesta una bata rosa y pantuflas felpudas.

La cabeza de Jay se asomaba por la puerta del refrigerador, y en los diez segundos que me quede parado al centro de la cocina no se movió de ahí.
Zane estaba sentado en el comedor leyendo el periódico, pero este si se había cambiado de ropa y parecía estar más despierto a pesar de traer un gesto de enfado y una actitud desganada. Y finalmente Cole, quien estaba dormido de cara en la mesa.

Ningún rastro de Kai.

—Buenos días —saludé.

Nadie me respondió, pero no le tomé mucha importancia y me senté a la mesa.

Jay sacó la cara del refrigerador.

—Nya —el chico sonó somnoliento.

—¿Mmm? —preguntó de regreso sin moverse.

—Se acabó la leche.

—¿Como que se acabó la leche? —dijo de mal humor.

—Aquí no hay nada.

Zane levantó la mirada.

—La traes en la mano.

El pelirrojo levantó la mano izquierda y efectivamente traía el galón de leche en la mano. Al instante puso una sonrisa estúpida.

—Oh. Cierto sonrió atontado y se fue a sentar a la mesa, frente a mí.

Al rato, Nya llevó los platos a la mesa y comenzó a servir los huevos. Yo agradecí con una sonrisa forzada que ella no tomó en cuenta. Cuando llegó a Cole le dio un golpe en el hombro para despertarlo.

—¿¡Ah!? —se levantó de golpe y se quedó un momento mirando en todas direcciones, confundido.

Nya dejó el plato frente a él. Este lo miró un momento hasta captar donde estaba.

—¿Eh? ¿Por qué me toca el quemado? —se quejó cuando Nya ya se había ido.

La pelinegra se dio la vuelta lentamente y lo fulminó con la mirada por unos segundos. Cole tomó el tenedor y se metió un bocado a la boca, después le sonrió a Nya con nerviosismo.

—Delicioso —dijo con la boca llena.

Me aguanté unas pocas ganas de reír y me dispuse a comer. Mi comida no estaba tan tostada, tan sólo de los bordes. Además tenía hambre y no podía quejarme. El resto del desayuno transcurrió lento y en silencio, tal vez algunos intercambiaban palabras pero yo estaba demasiado inmerso en mis propios pensamientos como para prestarles atención.

La única idea que rondaba en mi cabeza me hacía sentir un completo idiota. Quería saber dónde estaba Kai, cada segundo me hacia esa pregunta y cada vez me imaginaba algo diferente. Me lo imaginaba estrechando la cintura de una chica, hundiéndole una mano en la curva del cuello. Besándola con la boca abierta cada vez más rápido, cargándola a la cama...

Agité la cabeza rápidamente, no podía creer que fuera capaz de pensar algo así. Aunque viniendo de Kai, no me sorprendió la idea.

Fui el primero en terminar de comer, empujé la silla con suavidad y recogí mi plato. Estaba en el fregadero de espaldas a la mesa cuando escuché que alguien más llegó.

—¿Qué hay de desayunar? —Kai.

Dejé mis manos quietas. Y me obligué a mí mismo a no voltear. Su voz no sonaba desganada como la de los demás, incluso me atrevo a decir que se le escuchó con ánimos. Tomé una bocanada de aire, como si eso me diera fortaleza.

—Buenos días —Zane fue el primero en responder.

—Hay un huevo para ti allá. Que bien que desocupas el baño —escuché como Nya empujó la silla —Si me disculpan...

Ella se retiró.

Me volví a la alacena a mi izquierda (la única que alcanzaba) y fingí buscar algo mientras miraba a Kai de reojo. Ignoré como estaba vestido; traía la chaqueta roja que me gustaba, eso bastaba para llamarme la atención. Seguramente había llegado entre las seis o siete, no me sorprendió que haya tenido la delicadeza de ducharse.

«Lo que pasó anoche, pasó anoche»

Acabé sacando un vaso de la alacena y me fui a servir agua para disimular. Me giré, me apoyé contra el fregadero y bebí mi agua aparentando naturalidad.

Kai recorrió la cocina y se sentó a la mesa, en donde estaba sentado yo.

—Hola Lloyd —me saludó animado.

Aún no había terminado de tragar cuando casi escupo el agua de la sorpresa (o los nervios). No quería ni mirarlo, estaba molesto con él, pero no quería que se diera cuenta sabiendo que no yo sería capaz de decirle la razón por la que estaba comportándome de esa forma.

—Buenos días —saludé de regreso. Soné neutral, ni muy feliz ni muy desanimado.

Kai me miró por unos segundos y no tardó en sonreírme. Aun que me hubiera encantado regresarle la mirada, no me lo permití. Fingí que no lo había notado, me ahorré un momento incómodo y me alejé de la cocina.

—Estaré en mi habitación si me necesitan.

***

Eran casi las once cuando harté de estar encerrado.

Pasé el rato sentado al pie de la cama, con las rodillas flexionadas y los pies atorados a la orilla del closet. Saqué es celular y me puse a jugar Geometry Dash, la mayoría de las veces perdí la partida, normalmente no resulto tan malo jugando, pero estaba enfadado.

Después más de los setenta intentos cerré la aplicación irritado y bloqueé el celular. Me puse de pie como pude, teniendo cuidado de no golpearme con la cama. A los cinco minutos se me antojaron unas frituras, me dirigí a la puerta. Giré perilla y tiré de ella, apenas alcé la vista me regresaron los nervios.

«Dile algo, dile algo»

—Eh, Hola

—Hola

Su sonrisa, demonios, su maldita sonrisa. 

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Hace mucho que tenía ganas de escribir un Greenflame, pero como sabrán hay muchísimas buenas obras de esta pareja, tan shipeada que ya parece cannon xD Finalmente me atreví, y despues de horas de trabajo aquí está señoras y señores :3

Les agradecería mucho con toda mi alma que votarán★
¡Un saludo a todos y muchas gracias por estar ahí!

¡Nos leemos luego!❤❤❤

-JELY<3

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