Capítulo 3: ¡El Arca! ¡La leyenda que vive!


El país de Etiopia, es el hogar de muchas personas que traen consigo una riqueza en tierra, pero no en vida, ya que su población está sumergida en la pobreza y depende de la ganadería como también de sus cultivos de café, por lo que todo lo que tienen, se ve casi a la vista. En cuanto a nuestros amigos, apenas ellos llegaron al aeropuerto, divisaron a los pocos minutos, unos hombres que venían de parte de la señorita, quienes los trasladaron a uno de los hoteles más deslumbrantes de toda Etiopia. Los chicos no podían dejar de sonreír de lo maravillados que se encontraban por semejantes lujos, y sin dudas catalogaron ese trabajo como uno de los mejores que habían tenido hasta ahora.

—¡Esto es genial Ban! ¡Podremos descansar en un hotel de 5 estrellas! —gritó emocionado el rubio, pues todo ese ánimo no cabía en él.

—Cálmate Ginji, tenemos que mantenernos en nuestros cabales, ya que la situación así lo amerita —dijo a ojos cerrados Mido, quien tomó un poco de aire y empezó a hacer pedidos a la habitación con mucho entusiasmo una vez estuvieron dentro de ésta—. ¡Queremos sus mejores bistecs, ensaladas y postres! ¡Y lo queremos ya, ya, YA! —aseguró estando en el teléfono desde el cuarto que compartían con el resto del equipo, quienes estaban realmente fastidiados por el comportamiento descolocado de aquellos dos.

—¡Suficiente! —exclamó Kazuki elevando sus manos sobre su cabeza, y luego sujetando a aquellos dos de las solapas para sentarlos en el suelo; así empezó el regaño—. ¿Acaso no aprenderán nunca a dejar de hacer el ridículo? —alegó de brazos cruzados el afeminado, mientras su pie golpeaba molesto el suelo.

—Lo sentimos —dijeron Ban y Ginji en un tono de arrepentimiento mientras bajaban sus cabezas.

—Pero... —Ban se levantó de un solo golpe, y entonces empezó a explicarse—. ¡No podemos ignorar lo que nos rodea! ¿Acaso es pecado disfrutar de algo que te da tan amablemente una mujer desconocida y sin temor de perderlo todo al dejar su dinero a nuestra disposición? —preguntó moviendo sus extremidades con vehemencia.

—Para ser sincero... con ustedes esa mujer sí que tendría que tener miedo —opinó Shido estando recostado en su cama, para luego soltar un gran bostezo—. Pero estoy a favor de que descansemos un poco antes de ponernos a trabajar. El viaje ha sido largo —comunicó.

—Bueno... no puedo ir en contra de eso —mencionó Kazuki con una gota en su mejilla al mirar al chico bestia.

—Entonces creo que sería bueno ir a la piscina —sugirió el ciego—. ¿No lo cree así señor Kazuki?

—Tienes un buen punto Jubei. Podremos relajarnos un rato —volvió con los chicos, a quienes le brillaban los ojos por el cambio de humor en su compañero—. Dediquémonos un par de horas para nosotros, y luego vayamos a investigar el lugar donde se encuentra el Arca.

—¡Síiiii! —gritaron con entusiasmo, y los muchachos volvieron a su anterior actividad, que era seguir molestando a los de la recepción para que les trajeran toda clase de platillos; ya luego les daría un buen dolor de estómago por abusar de esos preciados alimentos africanos. U así, un par de horas después, el grupo ya se preparaba para su aventura, aunque ahora de una forma más modesta, ya que al escuchar nuestros dos protagonistas que el lugar al que irían era sumamente humilde, decidieron usar sus ropas de siempre, así que así se trasladaron hasta la ciudad de Aksum, donde las ruinas destacaban bastante en la zona como la pobre gente abandonada en vida.

—Este lugar sí que es desolador —comentó Ban mientras se trasladaban a pie con un guía del lugar delante de ellos.

—Bueno, las personas de aquí por lo general se preocupan solo de sobrevivir —hizo saber a su grupo Kazuki.

—Esas personas parece que la viven peor que nosotros Ban —dijo con angustia Ginji.

—Sí... y me temo que es debido a la mala administración de los recursos —el de lentes se rascó con inquietud la cabeza—. Estas personas podrían tener una mejor vida, si hubiera interés de parte de esos patanes —la charla, se vio detenida cuando el guía frenó su marcha e indicó con su bastón el lugar.

—Ese es el templo de nuestra señora de Sion —señaló el anciano, quien se volteó hacia ellos—. Pueden entrar a la iglesia y ser testigos de la misa, pero no podrán ver lo que han preguntado hace algunas horas atrás; solo el sacerdote es el que puede tener contacto con el Arca.

Al recibir esa nueva información, Mido entre cerró los ojos con sospechas, pues cada vez creía que era más evidente que la existencia de esa cosa era nula, especialmente viendo la leyenda de riqueza que tiene semejante tesoro, es por esto, que no le encontraba el mérito al lugar en donde estaba posicionada, ya que se veía en muy malas condiciones. ¿Acaso no era la responsabilidad de aquel objeto responder a la leyenda cuando se hablaba de la tierra donde habitaba el Arca? ¿O era quizás una maldición que había echado la misma sobre aquellas?, o al menos eso pensaba esa serpiente en esos momentos.

—¿Y qué hacemos? ¿Nos quedamos para la misa? —preguntó Shido.

—Hicimos todo el recorrido hasta aquí, y aunque no podamos ver el Arca, al menos deberíamos presenciar eso —sugirió el chico de la aguja, y luego Kazuki asintió.

—Estoy de acuerdo con Jubei. Sería un desperdicio el haber venido hasta aquí y salir con las manos vacías, si es que saben a lo que me refiero —avisó con una sonrisa traviesa en lo que se llevaba una mano sensualmente a su cintura—. No lo creen así, ¿chicos?

—Estoy de acuerdo con el afeminado. Vayamos a echar un vistazo —con su pulgar apuntó hacia el tembló, y sorpresivamente, se movilizaron sin tener peleas de por medio a pesar de que Mido se había atrevido a insultar a Fuuchouin. Sin embargo, la aventura no llegaría hasta aquí y eso era obvio, especialmente porque aquel conjunto de amigos, no iba a permitirse irse sin antes llevarse algo consigo, es por eso, que con cámara en mano, Ginji junto a los demás entraron al recinto, y se acomodaron en el suelo, ya que bancas no habían en su interior, luego, la misa fue llevada a cabo en un extraño idioma que ni ellos mismo podían entender, así que simplemente se fumaron todo el proceso, hasta que la dichosa terminó y se les explicó dónde exactamente estaba el Arca. Una vez que recopilaron la información que necesitaban, los muchachos se retiraron, pero solamente tomaron una cierta distancia para así empezar con sus planes.

—Me da pena tener que hacer esta misión chicos —dijo Kazuki con algo de angustia después de ver el estado tan lamentable de la iglesia—. ¿Es necesario entrar destruyendo el lugar que es tan emblemático? —preguntó elevando una mano cerca de su hombro.

—No te preocupes por eso, yo me puedo encargar con mis bestias de las entradas y de los mismos guardias; será pan comido —aseguró Shido.

—Aun así, hay algo que no me gusta —comentó Jubei.

—Concuerdo con el chico de la aguja voladora —hizo saber Mido—. Todo esto pinta muy simple, y le vengo dando vueltas desde hace rato, pero... sigo pensando que ha sido una pérdida de tiempo traer tanta gente. Ni siquiera el lugar está lo suficientemente custodiado, es decir... miren eso —señaló con el pulgar el lugar—. Al menos unos tres monjes viven ahí y no tiene nada de seguridad por lo que llego a discernir —avisó él.

—Tienes razón, es muy sospechoso —dijo Shido llevándose una mano a su barbilla.

—Aun así, tenemos que revisar, ¿no? —mencionó Ginji mirando la cámara, en la que observaba la repetición de la misa—. Ah... —suspiró— tampoco logré filmar el Arca. Pensé que al menos la mostrarían unos segundos.

—No seas cabeza hueca —Ban le dio un leve golpe en la azotea al rubio con su puño—. Si llegan a mostrarle el Arca a cualquiera, entonces no solo dejaría de ser una leyenda, sino que también sería imposible poder proteger un objeto así.

—Es verdad... muchas personas del mundo irían por ella —aclaró Kazuki.

—¿Tan importante es? —preguntó Ginji sobándose la cabeza por el golpe que le dieron.

—Sí. Pero debe de haber una razón más para que esta mujer nos haya mandado hasta aquí —el de lentes se puso a enumerar con los dedos—. En primera instancia, para cerciorarse, ya que hay varios lugares donde se rumorea que está el Arca, y en segundo, porque está segura que es aquí donde se encuentra.

—Bien, suficiente de tanta palabrería —pidió Shido ya cansado—. ¿Entraremos por la noche, no es así?

—Sí, ya que para ese entonces los monjes deben de estar dormidos y no notaran nuestra presencia —informó Mido.

—Qué bueno que le pedía al señor Ginji que trajera agua y algunos almuerzos, por si teníamos que quedarnos hoy —comentó Kazuki sacando una botella de agua de la mochila del nombrado.

—¡Sí, definitivamente ha sido una gran idea! —afirmó su amigo de años.

—Bien, busquemos un lugar donde escondernos —pidió Mido.

***

La noche había caído, y en el medio de la vigilia, un poco de comida para el estómago no venía mal, por eso los chicos se devoraron unos cuantos sandwichitos antes de emprender su rubro.

—¿Están listos chicos? —murmuró Kazuki.

—Vamos de una vez —dijo Ban mientras seguía masticando el último bocado que le dio a su cena. Es así que, con gran agilidad, los chicos corrieron por la zona rocosa, y se infiltraron dentro del territorio enemigo, por lo que apenas estuvieron cerca de la entrada de la anticuada puerta, los chicos esperaron unos segundos para asegurarse de que la gente que trabajaba en su interior, estuviera dormida.

—¿Y bien? —susurró el de lentes a Shido, quien recibió un pequeño ratón, el cual había regresado de su búsqueda.

—Está todo en orden —asintiéndose unos a otros luego del aviso del chico bestia, volvieron a internarse un poco más en aquel lugar, y teniendo el claro cuidado de no romper nada que estuviera a la vista.

—Esta vez espero poder grabarla —comentó Ginji por lo bajo, sin dejar de filmar sus alrededores; sin dudas estaba empeñado en conseguir al menos ese objetivo, aunque bueno, la idea era tener evidencias en el caso de no dar con el Arca, pero de repente, un crujido los puso tensos a todos, y por eso se quedaron quietos como si su vida dependiera de ello.

—¿Qué fue eso? —dijo algo asustado el rubio.

—Shhh —lo calló Ban. Ahora, prestando un poco más de atención a sus alrededores, se dieron cuenta de que lo que habían escuchado, no era más que el sonido de la madera en decadencia, por lo que soltaron todos en ese momento un suspiro de alivio.

—Por estas cosas odio trabajar en lugares así —comentó el de lentes.

—Oigan, mis ratas encontraron el camino —avisó Shido, y después de esto, decidieron seguirlo junto a sus animales. Al encaminarse ahora hacia la dirección prescripta, se introdujeron por un angosto pasillo en el que se deslizaron las ratas. A medida que se acercaban más a la supuesta sala que les esperaba del otro lado, el ambiente comenzó a cambiar de una forma inexplicable, especialmente porque adentro empezó a nevar, cosa que desconcertó a todos.

—¿Qué es eso Ban? —dijo Ginji filmando sobre su cabeza, y notando que el cielo raso tan oscuro como la noche, estaba soltando esos copos sobrenaturales—. ¿Nieve?

—¿Nieve? ¡No digas tonterías, no puede nevar dentro de un edificio y mucho menos en medio de un desierto! —le aclaró a su compañero, quien luego notó estupefacto el hecho descrito por su camarada.

—No puedo creerlo... —murmuró Kazuki, quien no llegó a terminar la frase porque de repente el suelo bajo sus pies comenzó a temblar y a agitarse, lo que despertó las alarmas de sus acompañantes.

—¡El suelo... se está rompiendo! —gritó Shido, pero ante su advertencia, todos respondieron demasiado tarde, ya que éste se destrozó debajo suyo, permitiéndoles así caer al vacío, en el cual parecía que no había fin, y en medio de las intensas tinieblas, una locomotora se escuchó, para más tarde sumarse la visión aterradora de algunas luces, que al final les dieron un sorpresivo aterrizaje a nuestros confundidos héroes.

—¡Qué diablos fue todo eso! —gritó Ban, quien se sobó la cabeza antes de quejarse.

—¡Ah! —exclamó aterrado Ginji, y entonces todos lo miraron—. La... La cámara... ¡se ha roto Ban! —lloriqueó amargamente el rubio.

—Tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos ahora, zopenco, más que por una simple filmadora —le reprochó el de lentes.

—De hecho, así es —señaló levantando un dedo el chico de los hilos—. Parece que de algún modo hemos llegado a un vagón de tren.

—Y es muy lujoso... —expresó con gran sorpresa Shido después de ponerse de pie, y sacudir un poco sus vestimentas.

—Esto es una locura... ¿cómo rayos aparecimos en un lugar como este después de traspasar una iglesia? —preguntó la serpiente.

—Supongo que esto debe de tener alguna relación con el Arca —mencionó Kazuki acariciando uno de los asientos.

—Si es así... entonces tenemos que estar alertas, puede que sea una trampa —advirtió Jubei ya reincorporado junto a los demás.

—Gracias por la advertencia chico listo —informó Ban.

Antes de que pudieran planear cómo seguir frente a la nueva situación, los muchachos escucharon la risa malévola de alguien, pero no parecía ser una risa común, más bien era la de una especie de... ¿payaso? 

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