Capítulo 11
"Ya llegué."
Leí el mensaje varias veces antes de ponerme de pie, con un sutil gesto le avisé a Lindsey que iba a salir un rato y luego, disimuladamente, me escabullí hacia el pasillo. El único ruido en todo el bendito edificio era el que nosotros con nuestras voces y dedos sobre el teclado del ordenador provocábamos. Las luces eran suaves en el largo y viejo pasillo, el piso crujía en algunas zonas y eso junto al terrible frío lo hacían lucir todo como una película de terror. Acomodé el negro suéter por sobre mi vientre y luego de soltar un suspiro llamé al ascensor que, según el tablero, estaba en la primera planta, probablemente vacío. Pacientemente esperé a que llegara al tercer piso y luego entré y presioné el botón número uno. Al girarme volví a mirar el pasillo y evidentemente lucía como una película de terror... aunque cualquier edificio de más de veinte años de antigüedad lucía así a las cuatro de la mañana.
Al llegar abajo saludé con una leve sonrisa al guardia de seguridad y luego de avisarle que saldría sólo por unos minutos, abandoné el edificio. Afuera hacía bastante frío, pero Frank estaba ahí. Su jeep negro estaba estacionado justo frente al edificio y él seguía en el asiento del conductor, con la mitad del cuerpo sobre el asiento del copiloto para mirar hacia el edificio. Cuando nos vimos intercambiamos una sonrisa, y me apresuré a subirme también.
Dentro estaba cálido, y realmente me vi tentado a pedirle que me llevara a casa. Pero el creciente parásito en mi interior me recordó que no podía ser un parásito yo también.
Frank besó mi mejilla cuando me tuvo cerca, y yo solté un suspiro porque realmente se sentía bien. Nos quedamos en silencio unos instantes, mirando al parabrisas, y luego él se estiró a los asientos traseros y me dio una bolsa de papel.
- Dos porciones de arroz, dos de pollo chiten, el tuyo con almendras como me pediste. Uh... una porción de papas fritas, de ese lugar en donde comimos la otra noche, como me pediste. Y...
- ¿El jugo de arándanos?
- El jugo de arándanos -asintió él- ¿Es todo?
- Todo -sonreí como un niño pequeño, acunando la bolsa de papel contra mi regazo-. Eres el mejor. Y... ¿vas a venir a buscarme?
- Claro que sí, ¿Acaso crees que dejaré que te vayas en un taxi? Los taxistas están locos. Y tienen un pésimo gusto musical -asintió solemnemente- Además vas a presentarme a tu amiga, ¿cierto?
- Cierto -respondí entre risas-. Ahora vete a casa o no podrás dormir nada en lo absoluto. Muchísimas gracias, Frank.
Me acerqué a él a besar su mejilla y él al parecer quería hacer lo mismo porque ambos terminamos girando nuestros rostros e inevitablemente nos besamos en los labios. Fue algo totalmente sorpresivo, y ambos nos apartamos con una estúpida mueca en el rostro que intenté disipar de inmediato.
- Hasta más rato -me despedí al bajar del auto, y luego de dedicarle un gesto con la mano lo vi marcharse rumbo a casa. Mi corazón estaba totalmente abrigado de regreso al trabajo y la sonrisa idiotizada parecía haberse quedado tatuada en mi rostro porque en cuanto Lindsey me vio se rió de mí.
- ¿Mi pollo no tiene almendras? -preguntó ella, yo negué. Y suspiró realmente aliviada.
En silencio trabajamos hasta las cinco y media, pero absolutamente nadie llamó en ese lapso y totalmente aburrido me dediqué a buscar nombres de bebé en internet, pero absolutamente nada llamaba mi atención. Y obviamente no iba a ponerle cualquier nombre... debía ser algo que tuviera un significado, o algo así había dicho Frank después de revisar todos los nombres de los personajes femeninos de Games of Thrones y no encontrar nada de nuestro interés.
Un bostezo escapó de mis labios minutos antes de ponernos de pie para ir a comer, pero mi cansancio se esfumó en cuanto abrí la bandeja de papas fritas y comencé a comerlas lentamente. De mala gana dejé que Lindsey tomara una, y luego la observé comenzar a comer con algo de recelo.
- Hoy me hice dos test. Pensé que estaba embarazada -dijo de pronto, y se quedó en silencio unos instantes mientras digería lo que estaba en su boca-. Pero no...
- Es demasiado pronto -dije de inmediato-. Dejaste el tratamiento hace sólo un par de semanas, eso toma meses o años. Lo leí en internet.
- Pero yo quiero ahora... siento mucha envidia al verte así de gordo y, yo también quiero un bebé, Gee. Steve igual quiere un bebé, me habla mucho de cuando su hijo era bebé y... creo que ya le hace mucha ilusión todo eso. ¿Y qué pasa si me arruiné? ¿Y si no puedo tener un bebé?
- Entonces yo tendré uno para ti -respondí, dedicándole una sonrisa de medio lado.
- ¿En serio?
- Claro que no -tuve que borrar la sonrisa debido a la ciega emoción en su rostro-. Si tengo bebés serán para mí.
- ¿Por qué hablas en plural? ¿Estás pensando en tener otro bebé? -preguntó acercándose a mí por sobre la mesa, yo puse los ojos en blanco.
- Estás loca...
- ¿Pero no dijiste que tu Frank está súper emocionado y que sus amigos también? Quizás querrá que tengan otro bebé.
- ¿Tengamos? -Alcé una ceja- Cállate... ni siquiera somos nada. Sólo estoy viviendo con él en lo que consigo algo.
- Misteriosamente no te he visto buscando nada... -ella movió la cabeza burlonamente.
En silencio terminé mis papas fritas y luego comencé con el pollo, poco a poco fui mezclándolo con el arroz, pensando en sus palabras, pero tenía razón. Ni siquiera me había molestado en buscar nada, pero era porque estaba tan cómodo con Frank que era triste pensar en que iba a tener que irme.
- Planeaba buscar algo cuando el bebé naciera -respondí luego de un siglo, ella rió entre dientes.
- Para entonces estarás tan enamorado de Frank y él estará tan enamorado de ti que difícilmente querrás mudarte.
- No estamos...
- Ya estás enamorado -replicó ella-. Lo veo en tus ojitos, Gerard Way. Y de seguro él te mira con la misma cara de idiota que pones tú cuando piensas en él. Pero eso es totalmente bueno, en serio. Me alegra que mi mejor amigo sea feliz. Hace unos meses creía que ibas a ser mi amigo gay solterón para siempre pero ahora mírate, eres mi amigo embarazado de un tipo con quien ni siquiera ha tenido sexo, ¡y además está totalmente enamorado! Es totalmente una locura.
- Una locura -concedí, y bebí un largo sorbo de jugo.
Cuando finalmente dieron las ocho de la mañana yo estaba quedándome dormido sobre mi escritorio. Junto a Lindsey esperamos que la mayoría de nuestros compañeros de trabajo salieran para salir nosotros y tuvimos la suerte de encontrar el ascensor sólo para nosotros dos. Mi mirada se paseó varias veces por su rostro y su cuerpo de camino abajo, ¿Y qué si Frank la veía y se enamoraba de ella? ¿Qué posibilidades había? Pero no, era una tontería pensar en eso. O quizás no... De todos modos cualquier tipo podría enamorarse de ella, era totalmente normal y con Frank no teníamos nada, él no estaba amarrado a mí.
- ¿Es él? -Lindsey me trajo de regreso- Un poco escuálido para mi gusto -comentó.
- Pero es totalmente mi gusto -confesé, y ambos reímos entre dientes antes de que Frank llegara a nosotros. Naturalmente se acercó a mí y esta vez sí besó mi mejilla y luego me dio una suave caricia en el vientre-Él es...
- Frank -dijo él-.Y tú debes ser Lindsey.
-Así es, un placer -respondió Lindsey. Seguía sonriendo y probablemente era a causa de nuestro saludo. Quise darle un codazo, pero sería demasiado notorio- Eres tal y como te imaginé...
- ¿Ah sí? -Sonrió él- ¿Gee habla mucho de mí?
Yo sentí mi rostro sonrojarse. ¿En serio?
- Un poco... bastante -agregó luego de unos instantes-. Me ha contado tantas maravillas de ti que realmente sentía que tenía que conocerte. Así que tú eres el padre de mi ahijada.
- ¿Serás su madrina? -dijo él-. Me parece bien. Aunque en ese caso yo escogeré al padrino -agregó mirándome a mí y no pude hacer otra cosa que asentir-. En fin... ¿quieres que te vayamos a dejar a casa?
- No, no es necesario. Mi novio está a punto de llegar -respondió ella-. Ahora váyanse a casa o mi ahijada se va a resfriar -rió entre dientes y luego se acercó a abrazarme, y cerca de mi oído susurró-: Lucen demasiado lindos juntos... si no te quedas con él voy a patear tus bolas hasta que se caigan.
- Hasta mañana, Lindsey -respondí a su amenaza con una pequeña sonrisa, y luego vi a Frank dedicarle un gesto con la mano antes de alejarme con él de camino al jeep. Lo último que vi de Lindsey fue el corazón que estaba formando con sus manos a espaldas de Frank. Realmente parecía una niña.
- Así que ella era Lindsey -murmuró Frank ya de camino a casa-. Me agradó. Parecen ser bastante cercanos.
- Lo somos... es mi mejor amiga -suspiré.
- Cuando estés en casa y quieras invitarla hazlo, a mí no me molesta.
- Pero... es tu casa, no podría.
- No seas bobo -rió él-. Puedes hacer lo que quieras ahí, en serio.
- Gracias -murmuré, y él sólo sonrió.
Nuestra charla de regreso a casa fue totalmente banal y una vez llegamos me despedí con un torpe gesto antes de irme a dormir. Mi sueño fue tan largo y reparador que cuando desperté me sentía en un mundo totalmente diferente. Parpadeé un par de veces y en cuanto mis sentidos llegaron escuché risas y conversaciones y algo de música venir desde bastante cerca. Traía encima sólo un pijama de dos piezas y la parte superior estaba comenzando a estar demasiado tensa sobre el vientre, dejando una parte a la vista. Pero el material era totalmente agradable. Me puse unas zapatillas de levantarse y frotando uno de mis ojos salí al pasillo.
- ¡Bello durmiente! -escuché decir a alguien, y al mirar bien descubrí que se trataba de James. Y al mirar dentro de la habitación encontré ahí a Raymond y a Bob, aunque no vi a Frank. Se trataba de la habitación en donde había visto guitarras, un escritorio y varias cosas que obviamente conformaban una especie de santuario para Frank, y ahora estaba totalmente vacía. Las paredes que antes habían sido de beige estaban siendo convertidas en un limpio blanco, e incluso el techo estaba siendo remodelado. Las ventanas estaban abiertas, el piso cubierto de papeles de diario y ellos estaban manchados con pintura por todos lados.
- Pensé que estabas en coma -dijo Bob-. Es totalmente ilógico que sigas durmiendo a pesar de todo el ruido que estamos haciendo.
- Estaba cansado -respondí, aunque no quería sonar rudo.
De pronto escuché unos pasos acercarse por el pasillo y al girarme vi ahí a Frank. Traía una caja con seis cervezas en sus manos. Le dio la caja a Bob y luego se quedó junto a mí en el marco de la puerta, mirando hacia el interior. Tenía manchas de pintura seca en sus manos.
- Hoy no abrimos el local y los llamé a casa... quería sorprenderte -murmuró-. Es... bueno, ya es bastante obvio. Pero es la habitación para la bebé y... uh... no sabía si iba a gustarte la idea y...
- Es precioso -murmuré-. Quiero decir, ahora son sólo paredes blancas pero lo imagino y... será precioso.
Frank sonrió tímidamente y se apartó levemente de mí, lo vi pararse a mis espaldas y sentí sus brazos rodear mi vientre, y sus manos posarse sobre esa franja desnuda de mi vientre. Sus caricias me hicieron temblar, y me giré levemente entre sus brazos. Intercambiamos una nueva sonrisa y luego se acercó a besar mis labios y yo lo recibí listo para compartir un beso.
Poco importaba que sus amigos estuvieran mirándonos. Al menos en ese momento, sólo éramos nosotros dos.
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