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"Él me quería. Me quería de una forma rara, de esas que hacen daño, pero que a pesar de todo es adictiva". -Frida Khalo.

Inhalo tan profundo como pudo y dejó salir el aire sonoramente, no había dormido, tampoco comido desde que vio por última vez aquellos ojos grises que le hicieron perder la poca cordura que aún creía tener. ¿Alguna vez había poseído tal cordura?, le quedaban dudas, puesto que se encontraba allí, justo en aquel sitio.

Repasó cada detalle del abandonado lugar; olía a humedad, las paredes no parecían haber sido pintadas en su vida, solo había estanterías repletas de libros que tal vez en su vida fueron leídos y una cama vieja y polvorienta. Pero a Patty a pesar de la incomodidad del sitio le reconfortaba estar allí, se sentía plena al lograr su cometido.

Sus ojos de distintos colores brillaron cuando vieron pasar a George la puerta y bajar las pequeñas escalerillas, su corazón se aceleró cuando vio la sonrisa amplia sobre sus labios y sus hoyuelos que se marcaban levemente.

Flash Back

—De nada —susurró al separarse un poco.

Patty se quedó inmóvil con sus labios temblorosos y el corazón casi paralizado por la sensación. Su primer beso se lo había llevado un alocado chico mayor que ella que apenas acababa de conocer.

Presionó sus puños deseando abofetearlo, pero se resignó, ya que le debía la gratitud de haber visto la derrota en el rostro de Samantha.

—Vámonos de aquí, no quiero que estos idiotas sigan admirando tu belleza —los miró triunfante y se ganó la mirada de Bran.

Tanto que había deseado que Bran le arrebatara aquel beso y se lo había llevado en un segundo el chico de cabellera platinada, sin preguntar siquiera si aquello era lo que quería.

Patty miró a Bran por unos últimos instantes mientras caminaba tomada de la mano a aquel desconocido y recordó cuántas lágrimas desperdicio en él, pero en estos momentos el destino le estaba dando una segunda oportunidad, la oportunidad de conocer a un príncipe azul al parecer.

Un príncipe que no la llevó de allí a caballo, sino que le borró el mundo al doblar la esquina mientras charlaba.

Fin Del Flashback

Patty ignoró aquel impulso de lanzarse hacia él, tan solo miró como se aproximaba y fingió que la situación le aterraba tanto como pudo.

—¿Ahora temes de lo que te pueda suceder? —colocó a su lado una bandeja con unas galletas que estaban recién horneadas al parecer y un café.

Aspiró aquel aroma y su estómago sonó bastante fuerte, lo suficiente para que George pudiera oírlo.

—Ten —aproximó la taza.

La joven la tomó entre sus manos y le dio un leve sorbo sin despegar sus ojos de él.

George sabía que cada que se acercaba a la chica sus mejillas se amansaban, era claro que él le gustaba y ella a él también.

Se acercó a milímetros de ella haciendo que se paralizara hasta su respiración, tocó su cabello que llevaba suelto, él mismo se lo había soltado y luego acarició sus mejillas. Poseía un fresco olor a jazmín que provenía de su cabello y se mezclaba con el café, por otra parte, el rubor no abandonaba las mejillas de la joven y las manos de George se calentaban sobre su rostro.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —bajó la mirada al hablar con un tono suave.

—Tan solo un día —retomó su postura inicial.

La chica mordió su labio con preocupación y dejó la taza a un lado, tanteó su ropa en busca de su móvil, pero no estaba allí tal y como esperaba que fuera. Tenía más que claro que el chico de cabellera plateada no era ningún ingenuo, a pesar de que la situación le estaba divirtiendo, no pasaba de ser un hombre perdido en su locura y ella lo sabía.

—¿Mi móvil? —hizo una breve pausa— Todos nos han visto salir juntos de la cafetería...

Miró a George a los ojos y se inclinó con una leve sonrisa de labios cerrados, aspiró su aroma para soltarlo sobre su oreja.

—Oh tu móvil —relamió sus labios— Ha dejado de existir.

—La policía va a buscarme, lo sabes y lo sé —enlazo sus brazos sobre su cuello sin despegar sus ojos de él.

—No van a encontrarte, estás segura ahora aquí, conmigo —en un movimiento brusco hizo a la chica caer sobre la cama— No trates de endulzarme para escaparte, no me costaría encontrarte, incluso con la policía tras de mí.

—No trato de hacer tal cosa —chilló con molestia— Quiero quedarme aquí contigo, solo quiero evitar que la policía te busque.

—¿Te quieres quedar aquí? —se le escapó una carcajada.

George se incorporó casi de un brinco decidido a salir de allí, su cuerpo tembloroso y aquella cara de preocupación hacían que Patty se preguntara qué estaba pasando por aquella mente retorcida.

Avanzó hacia aquella escalerilla de madera con las manos en sus bolsillos y la joven giró sobre la cama con decepción, estaba en aquel desagradable lugar y ni siquiera contaba con la confianza de su príncipe loco.

—Te daré una pequeña gota de confianza —se apoyó en la pared con un pie en el primer escalón.

Como una niña pequeña se incorporó de prisa y sus ojos brillaron más de lo normal, George no pudo evitar sonreír como un tonto aún sabiendo que era un riesgo grande.

—Si me traicionas, juro que vas a arrepentirte —murmuró con firmeza— ¿Te quedarás ahí esperando?, Vamos.

Patty casi corrió a donde se encontraba, como si hubiera algún riesgo de que el chico de cabellera platinada se arrepintiera de sus actos. Llevaba tal vez un par de horas despierta viendo aquellas paredes insípidas y sentía que podría enloquecer en cualquier instante, para su suerte George se había vuelto un loco realmente.

Subieron por la escalerilla que crujía a medida que avanzaban, George la ayudó a salir, se encontraban en el sótano y fue entonces que la joven agradeció en su mente que aquel sótano no fuese el sitio desagradable que muestran en las películas de terror. «A menos que lo use seguido» se aclaró en su mente y negó segura de que no podía haber llevado a otras a ese lugar.

Se enfocó en mirar sus alrededores, la casa era sencilla, se veía como si llevara una década sin ser habitada por nadie, todo allí estaba cubierto de polvo y telas de araña.

—¿Tú vives aquí? —titubeó y se ganó la mirada del joven.

—Viví aquí de pequeño.

Patty guardó silencio al entrar en una amplia sala, casi todos los muebles estaban cubiertos, el sitio estaba iluminado a pesar de que el cielo se encontraba gris, ya que la casa tenía amplios ventanales.

—Esta parece ser la casa perfecta —sonrió mirando por una de las ventanas.

Su sonrisa duró instantes, puesto que al frente por una de las ventanas pudo ver a Samantha que miraba los alrededores, Patty volteó a mirar a George que la rodeó con sus brazos y besó su frente.

—Ella no puede saber que estás aquí —murmuró.

—Pero ella piensa que eres mi novio —se quejó con molestia.

—Sube las escaleras y espera en una de las habitaciones Patty —la soltó con brusquedad y palmeo su espalda.

«Anda Patty déjalo solo con esa zorra y seguro te lo quitará» se enfureció y subió las escaleras refunfuñando.

George acomodó su camiseta y abrió la puerta para salir, Samantha estaba a centímetros dispuesta a tocar la puerta.

—¿Tú? ¿Qué haces aquí? —frunció el ceño fingiendo confusión.

—¿Será que podemos charlar un momento? —se estiró tratando de ver hacia el interior de la casa— ¿Estás solo o ella está aquí?

—Estoy solo, ¿qué quieres? —se mantuvo firme, apoyado en la puerta.

Patty escuchaba la conversación claramente y se enfurecía cada instante más, luchaba contra sus instintos, quería bajar y pedirle de manera nada amable que se largara de una vez.

—Maldita zorra —susurró en un gruñido mientras movía sus manos tocando un piano invisible sobre sus piernas.

La rubia sonrió ampliamente y le dio un leve empujón a George abriéndose paso para entrar aun cuando no había sido invitada a pasar.

—Oye, eso es de muy mala educación, no te he invitado a pasar —rodeó sus ojos con molestia.

La chica ignoró completamente su reproche y se dedicó a mirar los alrededores como si buscara algo.

—Tu novia desapareció luego de lo que sucedió en la cafetería ¿Sabes algo? —quitó la manta sobre el sofá y se sentó.

—No debo darte explicaciones, en todo caso ¿No te cae mal Patty?

—Si, ella me haría un favor si nunca más vuelve —sonrió— Estaría mejor muerta.

Patty se puso de pie dispuesta a bajar y darle su merecido, pero entonces se quedó paralizada al ver un charco rojo en el suelo.

—Por cierto, veo que es verdad que no vives aquí —lo vio fijamente.

George se exasperó al ver que aquella chica no solamente había ido a insinuarse, sino que averiguo sobre su pasado y se sentía invadido.

—Tuve que preguntar a los vecinos donde queda la casa del chico guapo de cabellera blanca —se levantó y rodeó a George mirándolo de arriba a abajo— Me dijeron que vivía un niño así en esta casa hace mucho tiempo, pero que se mudó tras la muerte de sus padres.

Patty ahogó un chillido al darse cuenta de que aquella mancha seca era sangre, «aquí murieron sus padres» pensó y su respiración se agitó.

—Corrección —protestó y caminó hacia ella haciendo que cayera sobre un sofá de un cuerpo que aún estaba cubierto— Solo murió mi madre.

—¿Tú lo recuerdas? —tartamudeo.

—Mi madre —se carcajeó— Era una mujer sin gracia, claro que lo recuerdo yo la detestaba tanto como ella a mí.

—¿T-tú? —su labio inferior temblaba notoriamente.

—Te traeré un vaso con agua, parece que no te encuentras bien —dijo en tono inocente caminando hacia la cocina— Ya que estás aquí ¿Me dirás a qué viniste?

Patty bajó con cuidado un poco de las escaleras y miró a través de los barrotes de la barandilla «Sabes más de lo que deberías, eso puede ser peligroso para George» relamió sus labios viéndola.

—Yo solo quería saber si Patty se encontraba aquí, sus padres fueron al instituto en la mañana y ni siquiera sabían que tenía un novio —su cuerpo le temblaba— Te están buscando, deberías hablar con ellos.

El chico sonrió con el vaso en las manos y en su espalda colocó una cuchilla.

—Te preguntaré nuevamente ¿Qué haces aquí? —le entregó el vaso con agua.

La chica le dio un sorbo y lo miró insinuante.

—Realmente quería saber cómo ella consiguió un chico tan guapo, siendo tan patética y fea.

George se inclinó un tanto sobre ella y quedó a milímetros de sus labios, las mejillas de Samantha se ruborizaron y cerró los ojos esperando ser besada, en cambio, el chico levantó la mirada fijándose en Patty que se veía furiosa.

—Tienes un alma repulsiva —susurró y tomó distancia.

La chica abrió los ojos y lo fulminó con la mirada, sus uñas se enterraron sobre el terciopelo rojo que se había dado a relucir cuando la chica rubia se sentó.

—¿Quién crees que eres para despreciarme así? —gritó poniéndose de pie— Yo soy mucho mejor que esa rara, hasta tiene un ojo de cada color horrible.

—¿Quieres saber quién soy? —la tomó por el mentón— Soy un artista.

Sin darle respiro cortó el cuello de Samantha y Patty cubrió su boca con los ojos abiertos de par en par, ahora George sabría si era realmente leal.

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