☠ 13 ☠
"Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y oír lo que tu eres para mí". -Gabriela Mistral
Se quedó inmóvil viendo como la sangre se expandía por la alfombra y cubrió su boca negando con su cabeza, para la joven de ojos distintos lo que hizo era inaceptable.
—La maté —puso ambas manos en la cabeza mientras caminaba de un lado a otro— Iré a la cárcel por matar a mi propia hermana, aunque sea una puta zorra no debí.
—¿Quién te ha dicho que irás a la cárcel? tú lo dijiste que las putas merecen morir —su sonrisa se amplió.
—Esto es tu maldita culpa por andar besando a mi hermana —se acercó con la mirada puesta en sus ojos grises y le dio una bofetada— Creí que yo te gustaba maldita sea.
—Me gustas —en un movimiento rápido la tomó por la cintura y la besó.
La pecosa golpeó su pecho con rabia y luchó por separarse pero el peliblanco se apoderó de sus labios, los mordió haciendo que le doliera y soltara un leve gemido. Disfrutaba de la brusquedad con la que él la trataba, le resultaba excitante.
El sonido de la puerta de un auto hizo que Patty reaccionara y se diera cuenta de que ya era tarde, sus padres estaban allí justo en la entrada. Separaron sus labios y la chica corrió para mirar por la ventana, sus padres ambos bajaban llenos de bolsas al parecer de las compras.
—¿¡Qué es lo que haré ahora!? —su respiración se agitó y volvió con aquellos movimientos de un lado a otro.
—Tengo una idea pero solo tú puedes hacer que funcione —el chico a paso rápido le pasó llave a la habitación.
—¿Qué es? haré lo que me digas —siguió sus movimientos mientras temblaba.
—En primer lugar vas a bajar y dirás que tu hermana salió, tu ve que es lo que dirás al respecto. Luego les harás la invitación de tener un almuerzo en mi casa, pero no la casa en la que estábamos sino en la que vive Charlotte.
La chica presionó sus labios con rabia al escuchar nuevamente como nombraba a aquella joven, no importaba cuanto le dijera que no tenían una relación amorosa no podía evitar sentir aquellos deseos de arrancarle el cabello o quizás los ojos. Pero no estaba en posición de cuestionar lo que George le estaba pidiendo, después de todo sus impulsos la pusieron en aquella situación.
—De acuerdo —inhaló profundamente y contuvo el aire.
La puerta sonó con suavidad y el peliblanco no tardó en acercarse por detrás poniendo sus labios en su oreja.
—Esto será lo más vergonzoso que pasarás con tus padres pero gime —susurro apenas audible.
La chica cerró sus ojos con fuerza y soltó el aire retenido, el joven rozó con sus labios su cuello causando que por su piel recorriera un escalofrío. Besó su cuello mientras recorría con sus manos el cuerpo de la joven y miró bajo la puerta una silueta se asomaba, estaba ensanchada lo que le hacía creer que trataban de escuchar.
La chica jadeaba al mismo tiempo que él bajaba su mano y la introdujo en su jean, sus dedos se movieron encima de su ropa interior a lo que la chica soltó algunos gemidos leves que a medida que aumentaba los movimientos subía el tono.
Su ropa interior se humedeció al igual que sus dedos que se deslizaban como si la conociera a la perfección, la silueta se alejó poco a poco pero George quería escucharla un poco más.
—Gimes bonito, ¿Te lo han dicho antes? —susurró y mordió su oreja.
La chica abrió sus ojos con sus mejillas enrojecidas y guardó silencio, entonces fue cuando el chico quitó su mano. Él dejó salir un jadeo audible entrecortado, la chica sin decir nada se metió al baño.
Alborotó el su cabello y miró el cuerpo de la difunta, como por las perforaciones aún brotaba la sangre «una buena obra de arte» pensó con una sonrisa de labios cerrados. La envolvió en la alfombra y en aquel instante se preguntó cómo una chica tan delgada podía ser tan pesada, Patty salió pero no dijo palabra alguna tan solo se dedico a mirar el cuerpo cubierto de René.
—Tienes que bajar, pero antes necesito que me digas cual es su habitación —quejándose un poco la arrastró hasta la puerta.
—La segunda a la derecha comenzando el pasillo, distraeré a mis padres mientras que la llevas —pasó la llave y abrió apenas la puerta observando por la apertura— Espera un poco para salir, voy a asegurarme de que estén abajo.
Asintió y permaneció junto a la alfombra, por su parte la chica caminó por el pasillo y antes de bajar las largas escaleras de madera pudo ver por la barandilla a la madre de Bran gritándole a su padre. Se apresuró a bajar los escalones que crujían y aquello llamó la atención de ambos.
La mujer que tenía sus ojos marrones hinchados y no llevaba ni un poco de maquillaje como de costumbre hacia quiso avanzar a donde se encontraba, no poseía aquella mirada tierna como de costumbre. A Patty le asombró verla tan despeinada y demacrada, casi podía jurar que era una paciente prófuga de un psiquiátrico si no fuera por su ropa fina.
—¿Qué es lo que sucede? —pasó su mirada de uno a otro.
—¡Tu tienes la culpa de que mi hijo esté en el hospital! —gritó e intentó abalanzarse sobre ella, el casi calvo la tomó del brazo negando.
—Yo no tengo culpa de nada Alexia, fue Bran quién en primer lugar agredió a mi novio he insinuó que yo sigo enamorada de él —colocó una sonrisita en sus labios cruzada de brazos— No pudo superar ser superado.
—Si él se muere, ¡Tú! —la apuntó con el dedo— ¡Tú no podrás vivir con ese peso!
Escupió el piso y con la manga del suéter violeta limpió sus labios agrietados. Patty solo pudo mirarla mientras aquella mujer le dedicaba su última mirada llena de odio antes de salir.
George escuchó los gritos provenientes desde la sala y supo que aquel era el momento justo para salir, abrió la puerta primero para asegurarse de que nadie caminaba por allí
George escuchó los gritos provenientes desde la sala y supo que aquel era el momento justo para salir, abrió la puerta primero para asegurarse de que nadie caminaba por allí.
Al asegurarse sopló entre sus manos y las frotó antes de comenzar a arrastrar aquella alfombra fuera, dio los primeros pasos con el ceño fruncido y se tuvo que detener por el peso del cuerpo que lo obligaba.
—Maldita seas, pesas como un animal —se quejó mientras volvía a avanzar un poco más.
—No sé cómo te involucraste con ese delincuente —sacó un habano de su bolsillo y miró la cicatriz en su mano que apenas había sanado—
—No sé cómo te involucraste con ese delincuente —sacó un habano de su bolsillo y miró la cicatriz en su mano que apenas había sanado— No tienes la menor idea de quién es.
—Escuché los gritos, ¿Que sucedió? —la mujer de media edad se acercó desde la cocina.
—Tu amiga Alexia vino a reclamar, su hijo está hospitalizado porque el novio de esta muchachita le dio una golpiza —dejó salir el humo por su boca— Hablando de él ¿Donde se encuentra?
—Está en el baño y quise aprovechar la oportunidad para hablar con ustedes —se acercó a la robusta con una mirada tierna y la rodeó con sus brazos por la cintura.
—Me debes una explicación de ese asunto de Bran, pero adelante habla —acarició el cabello de la joven.
—Siempre tan consentida muchacha, adelante habla —el hombre se apoyó sobre el sofá.
—George quiere hacerles la invitación para que vayan con nosotros a almorzar a su casa —el hombre tosió y no fue exactamente por el humo.
—¿Ir a su casa? no, ni hablar, no cuentes conmigo —daba golpecitos en su pecho tratando de calmar la tos.
Cuando al fin estaba dentro de aquella habitación oscura George colocó el cuerpo sobre la cama y comenzó a buscar cualquier cosa con la que pudiera propagar el fuego.
A René le gustaban los perfumes, se podía ver por la amplia colección en una repisa y aquello a George le hizo sonreír. Seguramente en su vida la joven nunca debió imaginar que sus variados perfumes servirían para ocultar su muerte.
—Bien, que descanses en paz —susurró mientras vertía el líquido de los recipientes encima del cuerpo.
Esperó a que estuvieran vacíos y de un bolsillo sacó el encendedor el cual abrió frente a la cama y lo lanzó tomando distancia.
Salió del lugar asegurándose no haber sido visto por nadie, miró su cuerpo cerciorado que no tenía sangre para no ponerse en evidencia. «Ojalá que esto funcione o Patty tendrá que despedirse de sus padres» pensó aplicando un poco su cabello y bajó las escaleras.
—¿Y bien? ¿Nos vamos? —sonrió moderadamente a la mujer que aún estaba abrazada a la pecosa.
—Mi papá dice que prefiere quedarse en la casa, pero mi mamá acepta gustosa ¿verdad? —presionó la cintura de la mujer que dio un pequeño brinco y asintió con una sonrisa forzada.
—Oh vamos suegro ¿Me hará ese desaire? —lo atravesó con la mirada y el regordete apoyado en el sillón sintió como las piernas no le respondían— No tiene idea de lo delicioso que cocina mi prima Charlotte.
Patty al escuchar aquello dibujó una amplia sonrisa en sus labios y bajó la mirada con las mejillas amanzanadas, ahora sabía a lo que se refería George con que no tenían una relación amorosa.
—Bueno en ese caso tendré que aceptar —tosió y el peliblanco golpeó un poco su espalda.
—Me da gusto que lo haya repensando —presionó con fuerza su hombro.
—¿Tu hermana? deberías invitarla —frotó la espalda de la chica de ojos distintos quien movió sus labios sin emitir palabra alguna por unos momentos.
—Salió, dijo que iría a almorzar con Dalia —se apartó de la robusta para que no notara como le temblaban las manos.
—¿La estás cubriendo de nuevo? —se colocó frente a ella con el ceño fruncido.
—Suegra yo la vi cuando salió, siendo sincero creo que se vería con un chico, ¿No es de traer chicos a casa verdad? —rasco su nuca levemente— Disculpe, no quiero ser entrometido.
—No, está bien, alguna que otra vez se coló con alguno a la habitación, René es la rebelde —soltó una carcajada.
George también se carcajeo y no exactamente porque le dijera algo que él ya había notado desde que la vio por primera vez, sino porque aquella era la excusa perfecta para que ambos se quitaran las culpas de encima.
—¿Vamos? tengo bastante hambre —el ojigrises pasó en brazo por encima de los hombros de la muchacha y besó su mejilla.
Salieron de la casa y se dirigieron a la Vw Golf de George, justo en aquel momento soltó un suspiro de alivio, se sentía en paz ahora que estaban fuera. Subieron y una vez que abrocharon todos sus cinturones el chico puso en marcha la camioneta.
Puso la radio en una fm de música retro y mientras avanzaban tarareaba una canción de los 80.
Patty por su parte no lograba quitar las imágenes de su mente de cómo su hermana moría, ahora que su rabia había amenazado sentía culpa por la manera en que terminó todo para ella. Pero se consolaba con pensar que se lo merecía que una hermana no debería traicionar así y al recordar como tantas veces le hacía la vida un infierno se borraba cualquier rastro de culpa.
La casa de George y Charlotte estaba a aproximadamente una hora mientras el tráfico no hiciera de las suyas, el chico bajó un poco la radio y se colocó en su oreja el comunicador.
—Voy a llamarle a Charlotte para que tenga el almuerzo casi listo —vio por el espejo retrovisor como la mujer veía por la ventana y el hombre tan solo jugaba con un habano en sus dedos.
Le marcó y el teléfono sonó, Patty lo miraba atenta, tal vez un tanto expectante de lo que el peliblanco diría.
—Hola Charlotte, estoy camino a casa y voy con visitas, ¿Te molestaría preparar el almuerzo? —miró de reojo a la chica a su lado, quien no parecía conforme.
—¿De cuántas personas hablamos? Sabes que no me gustan las visitas —espetó fríamente.
—Mi novia y sus padres, solo ellos —respondió de igual modo— Es war ein notfall, aber sie wissen, dass ich so etwas nicht tun wurde, es war ein tod.
«Era una emergencia, sino sabes que no haría algo así, fue una muerte».
No le dio oportunidad de responder, finalizó la llamada y quitó el apartado de su oreja.
—No queremos incomodar, si no está de acuerdo volveremos a casa —la mujer desde el asiento trasero miró hacia el espejo retrovisor donde podía apreciar los ojos grises del joven.
—No se preocupe señora Clare, mi prima dijo que no hay inconveniente solo quería saber de cuantas personas se trataba para tener todos listo —mintió volviendo a poner la música al volumen inicial.
Al poco tiempo llegaron a la casa, una amplia amarilla pálida con unos pequeños canteros llenos de flores de colores.
Estacionó el auto en el garaje y bajaron primero los padres de la muchacha, Patty respiró profundamente y no pudo evitar cerrar sus ojos.
—Tranquila que mi prima no te comerá —le guiñó un ojo— No se lo permitiría.
Bajó del auto y se quedó con la duda de si lo decía como una broma o si hablaba enserio, muchas veces la joven no sabía si las palabras del peliblanco eran reales o un chiste sin gracia.
Abrió la puerta el chico siendo él quién pasará primero, la chica se topó con un largo pasillo que estaba lleno de fotos de una joven bastante similar a George y él mismo a su lado.
—Vaya parece que tienes una relación bastante cercana con tu prima —espetó con enojo la joven sin siquiera notar que al verla así de cerca en los retratos sus celos volvían.
—Pase una parte importante de mi infancia con Charlotte, siempre tuvimos una relación muy especial —llegaron a una amplia sala de estar y se detuvo.
Las paredes blancas y sin gracia combinaban casi a la perfección con todos los muebles que se encontraban allí. También debía de admitir que Charlotte tenía un buen gusto en cuadros y que parecía ser gran fan de ellos.
—Sean bienvenidos a nuestra casa —una voz detrás interrumpió la concentración de todos que observaban los alrededores y voltearon a verla.
Aquella piel tan pálida, la cabellera blanca, los ojos grises y mejillas enrojecidas. Su cuerpo delgado y aquel largo vestido negro le hacía lucir una figura demasiado sexy.
—Has de ser la novia de George, mi primo tiene un buen gusto, eres preciosa —extendió su mano una vez frente a ella— Es un gusto, soy Charlotte.
—Mucho gusto, soy Patty —tomó su mano y el frío que le transmitió la estremeció.
La ojigises se presentó con todos allí y les estrechó la mano, cuando estuvo frente George lo abrazó con fuerza y la chica de ojos distintos sintió deseos de quitarla de encima de él.
—Bien pasemos al comedor, la comida está lista y se enfriará.
Pasaron al comedor que lucía como el de esas películas de ricos, la loza bien organizada, un mantel bordado blanco sobre la mesa y unas copas relucientes.
—Espero les guste el menú, fue algo improvisado, elegí unas cosillas en salsa barbacoa y si no les apetece hay carne asada —señalaba las bandejas— Para acompañar hay varios tipos de ensaladas, coman cuanto quieran y pueden tomar asiento ya.
George se carcajeo en su interior al ver a Charlotte actuar como la mujer más amable cuando era probable que estuviera deseando que salieran de su casa cuanto antes.
Todos tomaron asiento y respiraban profundamente aquel delicioso olor de la comida, Charlotte se sentó en la silla de la punta, justo donde lograba ver los rostros de todos.
Comenzaron a comer en silencio, todos dieron el primer bocado y la peliblanca miraba expectante a los que comenzaron con la carne. Al lado derecho de la chica estaba George quien aún no la probaba entonces se acercó sigilosamente.
—Mensechenfleisch —susurró con una sonrisita.
«Carne humana».
George tosió fuertemente y soltó el tenedor con la pieza de carne que estaba a punto de probar.
—Charlotte, debo de decir que esto está delicioso —comentó el hombre cortando el siguiente trozo— Tu primo no mintió cuando dijo que eres una buena cocinera.
—Si, nunca había probado algo tan delicioso —se llevó el tenedor a la boca.
Patty por su parte sólo había probado la ensalada, no comía carne, le parecía que los animales sufrían demasiado para ser su alimento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top