☠ 12 ☠
"He pensado darme por vencido, abandonar todo intento de volver a intentarlo, pero soy demasiado terco como para abandonar, he luchado bastante como para que al final me digan cobarde". -Dorian A.
¿Qué es la locura? Esa era la pregunta que recurrentemente llegaba a la cabeza de Aiden. No estaba seguro de la definición concisa, pero él creía no poseer locura o al menos no del modo que tantas veces se le había insinuado, si poseía algunos delirios que más de una vez se apoderaban de su cabeza.
—Sé que voy a encontrar lo justo y necesario Freddy —comentó con toda la certeza mientras miraba las fotos en la pizarra.
—Comienzo a considerar que es intocable ¿Acaso no te das cuenta? —pasó una mano por sobre su cabeza calva.
—¿De qué estás hablando? —sé volteó mirándolo confuso con el ceño fruncido.
—Lleva toda una vida sin ser descubierto, toda una vida llena de crímenes —su tono se desbordó de rabia y le dio un golpe a la mesa.
—Anda cálmate que si lo piensas yo tendría que estar así de desesperado —se dejó caer sobre el sofá negro de cuero.
—Me llena de impotencia, él cago tu vida, la tuya y estoy seguro de que la de muchas personas más —rasco fuerte su barba apoyando su cuerpo en la silla con cansancio.
Flash Back
—Suéltame, no estoy loco, maldita sea —gritó por los pasillos amplios en los que su voz hizo eco.
Se resistía tanto como el cuerpo le permitía, su madre, su propia madre, había hecho que lo arrastraran a aquel sitio incoloro o eso creía, rodeado de gente que a su parecer si estaban completamente locos. Pataleo cómo un niño pequeño inútilmente y gritó con todo el aire que sus pulmones le permitían, los enfermeros se apiñonaron a su alrededor formando una barrera en busca de contenerlo.
—No me quedaré en este maldito lugar, no estoy loco —gritó dejándose caer al suelo mientras lo arrastraban.
Las puertas metálicas comenzaron a ser golpeadas y los gritos de los demás acompañaban a los suyos, los enfermeros se miraban sin saber qué hacer.
—Dices que no estás loco —escuchó una voz ronca acompañados de unos pasos sonoros— Pero estás actuando como todos los locos que están acá, ¿puedes escucharlos?
Aiden guardó silencio y miró las luces del techo mientras escuchaba, fue ingenuo, no pudo darse cuenta de que era una trampa de aquel hombre que sin duda pasaba la mediana edad. Sintió una punzada en el brazo, uno de los enfermeros le había inyectado una sustancia.
—¡Me engañaste!, me las pagarás lo juro —presionó su quijada tratando de soltarse del agarre de los médicos.
—No me has dado opción, estás haciendo todo un alboroto muchacho —le dedicó una sonrisa de labios cerrados mientras tocaba su tupida barba pelirroja— Tendré que enseñarte a comportarte.
Ni siquiera se dio cuenta en el instante que perdió la conciencia, en un momento estaba luchando por escaparse de las garras de aquellos maníacos y en otro todo se volvió negro.
Fin del Flashback
—No estoy dispuesto a dejarlo seguir viviendo en paz Freddy —miró las fotos pegadas en la pizarra, la de George y luego la de Charlotte— Tuve que pasar un infierno.
—¿Qué piensas hacer? —le dio un buen trago a su taza de café.
—Voy a pedir algo de ayuda, necesito saber más —se paró rápidamente tomando su teléfono.
Caminaba de un lado a otro mientras tecleaba en el aparato, su colega revisaba unos documentos sin éxito alguno de poder concentrarse con la presencia de Aiden.
—¿No puedes mantener tu ansiedad lejos de aquí? —soltó un suspiro audible y bebió el último trago de café.
—De hecho, yo y mi ansiedad nos vamos a la cafetería de acá cerca —le palmeo la espalda.
—Algo tramas, ¡Lo sé! —sé estiró para ver cómo se alejaba.
No tardó mucho en llegar a la cafetería y se sentó en una mesa cerca de los universitarios, le gustaba ver cómo los chicos se divertían y buscaba en ellos alguna similitud.
Bebió su café caliente y le dio una mordida a un sandwich, realmente no tenía mucha hambre, jamás sentía demasiada hambre, pero sabía que era necesario alimentarse bien.
Se sentó frente a él un hombre de mediana edad, con el cabello peinado hacia atrás, lo conservaba intacto a pesar de que se notaban los años que le pesaban. Cada que Aiden veía su rostro le costaba mirarlo a los ojos sin ver la cicatriz que llevaba en una mejilla, de todo su ser, incluso con la elegancia era lo que más llamaba la atención.
—Bien, aquí me tienes ¿Qué es lo que quieres? —acomodo su chaqueta mirando a las porristas que charlaban en una mesa cercana— Al menos tienes un muy gusto con las cafeterías.
—Se trata de George, no hay pistas —hizo sonar la taza sobre la mesa llamando un poco su atención— Llevo siguiéndolo más de lo que imaginas, cuando creí que tenía algo contra él, una chica que secuestró resulta que se enamora del desgraciado, ¿Acaso tiene a Dios de su lado?
—Aiden cálmate un poco ¿Por qué mejor no vamos a invitar a esas chicas a salir?, Será divertido —soltó una carcajada ronca.
—Deja de jugar Blaz, recuerda bien lo que te dije años atrás —espetó con una mirada fría.
—Está bien muchacho, escucha atentamente, tienes que buscar a una mujer llamada Jazmín Morgan —tomó un sándwich y se levantó de la silla.
—¿Quién es? ¿De qué me servirá esa mujer? —se puso de pie rápidamente y lo tomó del hombro prohibiendo que avanzara.
—¡Qué molesto eres!, esa juventud la estás desperdiciando y no me vas a contagiar habiendo tantas pollitas por aquí —sonrió dejando ver algunos dientes de oro— Búscala y pregunta por George, solo no le hables mal del muchacho solo así obtendrás algo.
Lo maldijo internamente, lo había llamado porque que le diera la información que tanto necesitaba y allá estaba el viejo acercándose a la mesa de unas chicas que podrían ser sus hijas. «Maldito viejo puerco» refunfuño caminando hacia la puerta irritado, dispuesto a desquitarse con cualquier cosa que tuviera en frente.
—¿Seguro no te quedas Aiden? —preguntó el viejo sentado junto a las chicas.
Se detuvo un momento y le dedicó una mirada llena de odio para luego mirar a las otras tres rubias y una morocha que se retocaba el maquillaje.
—No me interesan ese tipo de mujeres, lo dejo para ti —se limitó a decir abriendo la puerta para irse.
—No le hagan caso, es un novato que no sabe nada de mujeres hermosas —entre risas rodeó a las chicas con sus brazos.
Aiden salió furioso, acomodó su chaqueta y subió la cremallera, se preguntaba cuánto tiempo perdería en encontrar a la mujer que Blaz le mencionó y si realmente valdría la pena una vez que la viera.
Respiró profundamente intentando acelerar el paso, no saldría de aquella oficina el día de hoy hasta saber quién era aquella mujer «¿Qué relación tienen? ¿Por qué el viejo dijo que no hable mal de George?» se preguntó mientras avanzaba.
Se perdió tanto en sus pensamientos que cuando cayó en cuenta estaba frente a la puerta del edificio, se disponía a abrir la puerta cuando chocó con algo. Bajó la vista y se encontró con unos ojos grises, una cabellera blanca y una piel pálida.
—Charlotte, ¿Qué te trae por aquí? —casi tartamudeo.
—Te estaba buscando ¿Estás ocupado? —medio sonrió sin quitarle la vista.
—No para nada, subamos y te invito un café para charlar con calma —estiró su brazo y empujó la puerta de vidrio para que pudiera pasar primero ella— ¿Sucedió algo grave?
—No, en realidad, quería hacerte un par de preguntas.
Caminaron en silencio, el chico de cabellera rizada llamó al ascensor y mientras esperaba a que llegara el mismo se dispuso a mirar su teléfono tratando de disminuir los nervios que lo acechaban al estar junto a Charlotte.
Podía jurar que aquellos minutos fueron los más incómodos de su vida, muy pocas veces en su vida se había relacionado con chicas y desde que conocía a Charlotte sentía como su cuerpo completo reaccionaba de aquella manera.
Llegaron a una oficina bastante amplia y la chica de ojos grises se sentó sin esperar a que se lo ofreciera, se quitó el abrigo sin quitarle la mirada al ojiverdes.
—Bien traeré café, dame un momento —caminó a paso acelerado fuera de la oficina.
Charlotte se acomodó sobre el sofá aterciopelado luego de acomodar su abrigo a un lado y esperó a que Aiden volviera. Él trajo dos tazas de café espumoso y ella no pudo evitar sonreír al ver como sus manos temblaron al colocarlas sobre la mesa.
Eran tal los nervios que no podía estar parado con normalidad, estaba atacándolo la comezón «Seguro se burlara de ti al salir de aquí, tranquilo, idiota» se insultó mentalmente antes de sentarse junto a ella.
—Ponte cómoda y dime ¿En qué puedo ayudarte? —tomó el café entre sus manos y le dio un sorbo.
—Iré al punto, ¿Tú sabes dónde se encuentra George? —se colocó de lado viendo al chico que comenzó a toser.
La pregunta lo tomó por sorpresa completamente, golpeó levemente su pecho y sintió el tacto de la mano de Charlotte en su espalda, lo que le hizo olvidar todo por un instante. Ambos se vieron fijamente a los ojos, las mejillas del muchacho se enrojecieron y la peliblanca lo notó al instante.
—Si sé en donde se encuentra, pero me temo que no va a gustarte la respuesta —bajó la vista mientras movía sus pies haciéndolos resonar en el suelo grisáceo.
—En —hizo una breve pausa siendo incapaz de decir la siguiente frase y dejó salir el aire de sus pulmones que parecía que había estado allí más de lo que debía— ¿Con quién?
—Diría que es su novia por la manera en que la trata y le habla —la voz le tembló y la chica se puso de pie rápidamente.
—No, no es posible, esto debe tratarse de una mentira —negó tomando su cabeza— Él no me ocultaría algo como eso.
Trató de mantener el control sobre sus actos, respiró tan profundo como pudo y colocó sobre sus labios una sonrisa fingida. Relamió los mismos en silencio y se acercó para levantar el rostro del joven por el mentón.
—Dime ¿Cómo puedo pagarte este favor? —acercó sus labios a su oreja y soltó su aliento caliente sobre la misma— Haré lo que me pidas, absolutamente cualquier cosa.
—¿Quedará entre nosotros? —la tomó por la cintura, recorriendo su cuerpo con la mirada.
—Tienes mi palabra —la chica acercó sus labios lentamente— Puedes confiar ¿Qué es?
—Necesito saber dónde puedo encontrar a la doctora Jazmín Morgan —rozó sus labios— ¿La conoces?
Charlotte abrió un poco sus ojos, esta vez la sorpresa se la llevó ella con las palabras que el rizado pronunció y en su rostro depositó la duda.
—Por supuesto que la conozco, no preguntaré mucho ¿Estás necesitando de una psicóloga? —se alejó un poco— Esa mujer es quien atiende a George, pero eso seguro, ya lo sabes.
—Si la estoy necesitando, ya sabes que pase por cosas difíciles —hizo un leve puchero y luego besó la mejilla pálida de la joven— Un amigo me dijo que era buena, pero se le perdió su contacto ¿Tú lo tendrás por esas casualidades?
La ojigrises se posicionó encima del rizado y miró fijamente sus ojos como si quisiera ver a través de ellos. Enredó entre sus dedos el cabello del joven y unió sus labios con desesperación, el cuerpo del chico desprendía un calor intenso que a Charlotte le provocaba continuar.
Se podía escuchar en el silencio de la oficina la respiración agitada de él, la tomó por la cintura y la apegó más a su cuerpo, pero justo en aquel momento ella tomó la distancia inicial.
—Lo conseguiré por ti —le dio un sorbo a la taza de café con una ceja levantada— Es un buen café.
Tomó la gabardina y le guiñó un ojo antes de salir casi corriendo.
Sin dudas Charlotte lo había hechizado o algo similar, pero con ese beso Aiden se había perdido en el delirio.
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