2. La piedra.
CAPÍTULO 2
LA PIEDRA
El internado Quercus Alba era solo una tapadera para poder conseguir un mineral único. El edificio, o mejor dicho el castillo, se situaba sobre una gran colina amenazada por un peligroso barranco. Debajo de sus duras rocas había grandes galerías que contenían preciosas piedras y minerales. Entre ellas se encontraba Geoda, mejor conocida por los habitantes de Sharville como la piedra del diablo.
Según la leyenda, Solón era considerado un Dios por sus habitantes y un buen hombre que le encantaba ayudar a las personas. En cambio, este tenía un hermano que era todo lo contrario. Azaziel nunca sonreía y le gustaba hacer pasar un mal momento a las personas que le rodeaban. Ni siquiera se inmutó cuando Solón le informó sobre su ida. Es más, prefirió aprovechar ese momento para destruir todos sus planes.
Para ello, creó un mineral que era capaz de destruirlo todo, incluso al ángel más poderoso, porque sí, como dice la leyenda, ambos hermanos eran poco humanos. La gente divulgaba que Solón y Azaziel provenían del cielo, nombrándolos la salvación de sus vidas. Mas Azaziel nunca se consideró parte de ese sitio tan bondadoso, sino que sentía su sangre caliente, como las llamas del infierno.
La única forma para sentirse poderoso era uniéndose a la reina de las tinieblas, Aradia, otorgándole la posibilidad de poder acceder al hábitat mundana. De esa forma, se fusionarían ambos mundos y se sentiría el fuego abrasador de las penumbras. Con la piedra también podría destruir el mundo angelical, o incluso liderarlo, quitándole el puesto a su padre, quien se lo cedió a su hermano Solón.
Sin embargo, Solón lo detuvo antes de tiempo y atrapó a Azaziel en las profundidades del infierno como castigo, destronándolo como un ángel caído traicionero. También escondió la piedra del diablo en las minas del castillo abandonado, destruyendo el puente para asegurarse de que nadie encontrara el mineral y liberara a su hermano y al mismísimo demonio.
Y ese era el objetivo de Jullian Vangh. El director del internado Quercus Alba pretendía encontrar esa piedra para poder hacerse con el control del mundo. Para ello, recurrió a los niños para que hicieran el trabajo sucio y, después de veinte años, seguía buscando esa piedra. Nunca se rendiría, manteniendo su fe en que esa leyenda era cierta.
Caitlyn no paraba de golpear con el pico la pared de tierra que tenía delante de ella. No podía detenerse porque si no, algún guardia la pillaría y le daría un latigazo para despertarla.
Una vez se tomó un descanso para respirar y poder relajar los músculos, pero se le acercaron por la espalda, de improvisto, y rodearon su cuello con la cuerda del látigo, amenazándola con que siguiera con el trabajo. Mica miró asustada la escena, dejando también de picar. El guardia que sostenía a Caitlyn dirigió sus pupilas hacia Mica y apretó el látigo alrededor del cuello de la castaña como advertencia para que siguiera picando. Mica enseguida obedeció y el guardia soltó a Caitlyn, quien se colocó la mano en la garganta para acariciársela mientras que intentaba recobrar el aliento. Sin embargo, el guardia dio un latigazo al suelo y enseguida Caitlyn, con mala cara, se puso a picar.
Tras un buen rato dando golpes en la pared y quitando las pequeñas rocas de esta, Caitlyn vio algo que la deslumbró por un momento. Frunció el ceño sin apartar la mirada de esa piedra. Apenas se podía ver, pero sí se podía contemplar un trozo de color rojo brillante. Dio unos cuantos palazos más a la pared para poder liberar esa piedra y una vez que se mostró ante sus ojos, abrió la boca, asombrada.
―Cait, no pares, te van a regañar ―ordenó Mica mientras que picaba la pared.
Mica, al ver que Caitlyn no dijo nada al respecto, se giró para mirar a su amiga y frunció el ceño.
―¿Qué pasa? ―cuestionó, acercándose a Caitlyn.
Caitlyn dejó descansar el pico en la pared de roca y alargó la mano para introducir su brazo en el agujero que había en la tierra. Estuvo rebuscando con sus dedos esa piedra y, una vez que la alcanzó, tuvo que sacar rápidamente la mano. Pequeños alaridos salían de su boca y su mirada estaba atenta en su mano, la cual tenía un dedo con un tono rojizo, como si se hubiera quemado.
―¿Estás bien? ―preguntó Mica, preocupada por su amiga.
Mica se acercó a Caitlyn y llevó sus manos al dedo de la chica de las trenzas. Ella se dio cuenta de que era una pequeña quemadura y, al ver los quejidos de su amiga, empezó a soplar para intentar aliviar el dolor.
―¿Mejor? ―inquirió Mica, llevando sus pupilas al rostro de Caitlyn y acariciando su dedo.
Caitlyn asintió y dirigió su mirada hacia la piedra, la cual resaltaba desde lejos. Mica miró asombrada el agujero que excavó Caitlyn y regresó la vista a su amiga.
―¿Esa es la piedra? ―interrogó Mica con un susurro para que nadie se enterara y Caitlyn se encogió de hombros.
Mica se acercó al agujero e intentó meter la mano, pero Caitlyn la detuvo.
―Cuidado, te puedes quemar ―le advirtió y Mica asintió.
La chica morena empezó a buscar con su mano la piedra, hasta que sintió algo rocoso entre sus dedos. Seguidamente, procedió a sacar su brazo y miró detalladamente a la piedra una vez afuera. Caitlyn frunció el ceño, ya que juraría que a ella le había dado un calambrazo al tocarla.
―¿No te quema? ―inquirió la castaña sin apartar la mirada de la piedra y Mica negó con la cabeza.
Caitlyn hizo amago de tocar de nuevo la piedra, pero cuando sus yemas acariciaron el frágil material, tuvo que apartar rápido la mano y varios alaridos volvieron a salir por su boca. Se había quemado de nuevo.
―¿Por qué a ti no te quema? ―interrogó, indignada, y se acarició con la otra mano el dedo herido.
―No lo entiendo ―contestó Mica tras ver que su amiga no podía tocar la piedra que ella tenía en sus manos.
―Yo aún menos ―refunfuñó Caitlyn.
―Tenemos que entregárselo a Vangh ―opinó Mica.
―¿Estás loca? ―cuestionó con una mueca en su cara―. Después de todo lo que nos ha hecho, lo último que haría es entregarle esta piedra misteriosa.
―¿Piensas quedártela? ―preguntó Mica con el ceño fruncido y mirando a su amiga.
―Con tal de joderle el plan, ¿por qué no? ―decretó Caitlyn y se encogió de hombros―. A ver, trae ―le pidió a Mica.
Caitlyn se sacó del bolsillo del mono de trabajo un pañuelo sucio y extendió el brazo con intenciones de envolver la piedra con esa tela. Mica colocó el mineral en el pañuelo y Caitlyn se dispuso a cubrirlo. Sin embargo, alguien llegó a tiempo para interrumpir su plan.
―Uy, ¿has encontrado algo, Caitlyn? ―inquirió Jabes con tono de burla.
El pelinegro había aparecido en la galería, asustando a las amigas. Este se acercó a ambas chicas con una gran sonrisa y clavó su mirada en el pañuelo, el cual tenía envuelto la piedra tan buscada por Vangh.
―¿Qué tenéis ahí? ―volvió a hablar Jabes, señalando con la barbilla el trozo de tela.
―Nada de tu incumbencia ―atacó Caitlyn.
La mandíbula de la castaña se apretó, mostrando coraje hacia Jabes. Intentó esconder el pañuelo en su espalda para que seguidamente Mica lo tomara con sus manos y se lo guardara en el bolsillo del mono. Mas Jabes agarró de la muñeca a Caitlyn y alzó su mirada por encima del hombro de la chica. Luego, sus pupilas regresaron a la castaña y amplió su sonrisa.
―Se lo que escondes ahí, Falls ―citó Jabes sin soltarla de la muñeca. Es más, cada vez ejercía más presión sobre ella―. He escuchado toda vuestra conversación y me encantará delatarte ante Vangh para que tengas tu merecido castigo. Será una dulce victoria de mi parte ―decretó y se acercó al oído de Caitlyn―. Otra vez.
Jabes soltó una carcajada tan molestosa que Caitlyn, llevada por la ira, tiró de su brazo para zafarse del agarre del chico. Esa acción hizo sonreír aún más a Jabes. A él le encantaba hacer rabiar a la chica de las trenzas.
―Mica, dame la piedra ―ordenó Jabes sin apartar los ojos de las pupilas de Caitlyn, haciendo una batalla de miradas.
―Mica, ni se te ocurra dársela ―murmuró la castaña entre dientes.
―Si no me la das, tu amiga sufrirá las consecuencias ―amenazó Jabes, clavando esta vez la mirada en la chica morena―. Tú decides, muñeca.
Caitlyn se puso en medio de los dos, quedando de frente a Jabes. Mica, por su parte, ni se movió. Ella no sabía si guardarse la piedra en el bolsillo y no hacerle caso a Jabes, o dársela para que quitarse de problemas. Jabes y Caitlyn eran como el perro y el gato. Ambos se tenían una tirria impresionante y siempre estaban peleándose. Por ello, Jabes aprovecharía la situación para hundir a Caitlyn.
Jabes apartó los ojos del rostro de Caitlyn para observar a Mica por encima del hombro de la chica con trenzas. Su mirada y sonrisa demostraban superioridad. Jabes sabía perfectamente que Mica iba a hacer todo lo posible para que su amiga no estuviera castigada. Como él siempre decía: Mica era fácil de manipular. Eso era algo que Caitlyn siempre intentaba detener. Desde que se conocieron, ambas amigas se protegían.
―Vete de aquí, Jabes ―enfureció Caitlyn―. Esta no es tu galería. No deberías estar aquí.
―¿Y a mí qué? ―vaciló―. He encontrado la piedra y no me voy a quedar con los brazos cruzados ahora.
―Tú no has encontrado nada ―replicó Caitlyn con los puños apretados a cada lado de su cintura.
―Sí, porque Mica me va a dar esa piedra si no quiere que su querida amiga acabe mal ―puntualizó con una sonrisa en su cara.
―Ni en tus sueños ―espetó la castaña mientras que intentaba controlar su ira.
―¿Ah, no? ―cuestionó Jabes y pasó su lengua con los dientes de su boca.
Jabes intentó echar a un lado a Caitlyn para acercarse a Mica y pedirle la piedra ―o quitársela de las manos―, pero la chica de la trenza puso una mano en el pecho de Jabes para alejarlo de su amiga, dándole un empujón.
―Ni se te ocurra acercarte a mi amiga, Raeken ―dictaminó con la respiración un poco pesada―. No quieras verme enfadada de verdad.
―Uy, qué rebelde ―se mofó de Caitlyn―. No me das miedo, Falls.
―Deberías ―decretó ella y agarró a Jabes del cuello del mono para acercarse a su oído―. Porque te puedo dejar sin descendencia con tan solo una patada en la entrepierna.
―Inténtalo ―la retó―. Quiero ver cómo lo haces, Falls.
Caitlyn llegó a un punto en el que quería realmente pegarle una patada en la entrepierna a Jabes, sin importarle las consecuencias posteriores. Tenía tanta rabia hacia ese chico, proclamado como su enemigo, que ahora lo único que quería era desahogarse. Su mano seguía agarrando el cuello de Jabes y sacudió su muñeca para trasmitir el zumbido al cuerpo del chico. Tenía intenciones de cumplir con sus deseos, pero una voz la detuvo:
―¡La tengo, Jabes! ―gritó alguien a las espaldas de Caitlyn.
La castaña se dio la vuelta, alarmada por su amiga, y vio a un amigo de Jabes con el pañuelo que envolvía la piedra en sus manos. Miró a Mica y esta se encontraba retenida por el mismo chico. Sin que Caitlyn se diera cuenta, Jabes pasó por su lado y su amigo le pasó el pañuelo, haciéndolo volar por los aires hasta caer en las manos de él.
Jabes comenzó a correr y ahí fue cuando Caitlyn reaccionó, yendo tras él. Ambos circulaban con velocidad por los túneles de las minas. La castaña estaba por alcanzar a Jabes y se abalanzó sobre él, tirándolo al suelo. Ella se encontraba encima de su cuerpo, intentando quitarle la piedra, mientras que él se resistía. En cambio, lo que no sabía Caitlyn era que Jabes ya no tenía ese mineral. El rocoso material se escapó de las manos del chico, cayendo al suelo al igual que los jóvenes.
Caitlyn, sin aún saberlo, siguió forcejeando con Jabes, intentando quitarle esa piedra para que Vangh no la consiguiera. Aunque ella fuera una chica bastante rebelde, ese no era el principal motivo por el que quería quedarse la piedra. Vangh llevaba tiempo queriendo ese material y no para algo bueno, sino por un plan bastante macabro como hacerse con el control del mundo. Por ello, a pesar de que Caitlyn no tenía ni la menor idea de qué era la piedra, ella no quería que Vangh cumpliera sus objetivos de esa manera tan rastrera: explotando a niños en unas minas mientras que él solo se quedaba mirando.
No obstante, Caitlyn se dio cuenta por fin de que Jabes no poseía la piedra y observó el túnel de la mina, alarmada. No quería que nadie se enterara de que realmente el mineral Geoda existía y que había sido encontrada. Cuando localizó la piedra en el suelo, se percató de que esta estaba partida en tres debido al impacto de la caída, demostrando que era un material bastante frágil.
Jabes notó que Caitlyn dejó de golpearlo y quitó sus brazos de su cara, viendo a una chica con una trenza observando a la nada. Decidió mirar hacia donde Caitlyn tenía clavada los ojos y, antes de que Jabes supiera del estado de la piedra, la castaña se levantó rápido para luego correr y atrapar el objeto. Sin embargo, Jabes se adelantó, sujetándole del tobillo para evitar que se desplazara y dejándola caer de barbilla al suelo.
Caitlyn había aterrizado cerca del mineral por suerte, por lo que, ignorando el dolor de su mentón, aprovechó la oportunidad para alargar el brazo y agarrar una de las mitades del material, guardándolo seguidamente en el bolsillo de su mono. En cambio, no pudo tomar el otro trozo, ya que Jabes se abalanzó sobre ella para contraatacar.
Un carraspeo hizo detener los golpes de Caitlyn en el pecho de Jabes. Ella tragó saliva sin apartar la mirada de la cara de Jabes, a quien también se le descompuso la cara, puesto que ahora este estaba encima de la chica, dando a entender que era el culpable de la pelea.
Enseguida Jabes se levantó, quitándose de encima del cuerpo de Caitlyn. Esta última mencionada ordenó a su tronco a alzarse un poco y su cuello se giró para poder identificar a aquella persona que interrumpió la pelea. Sin duda alguna, Vangh se encontraba delante de los chicos.
―¿Se puede saber qué está pasando aquí? ―cuestionó con tono autoritario.
Ninguno de los dos chicos dijo algo. Jabes simplemente miraba con temor al superior mientras que Caitlyn lo observaba con asco. Nadie ni nada iba a intimidar a la chica de la trenza.
Vangh le hizo una señal con el mentón a Caitlyn para que esta abandonara el suelo y se levantara. Ella le hizo caso, a duras penas, y se colocó al lado de Jabes y delante del superior, quien analizaba a los chicos con los ojos.
Vangh bajó un poco su mirada al pie de Caitlyn, donde se escondía los otros trozos de piedra. El hombre abrió sus ojos más de lo que estaban, mostrando sorpresa al ver la mitad de ese mineral rojo. Sin poder creerlo, se agachó y alargó la mano para atrapar el material rocoso. Tan solo con el tacto, podía identificar la fragilidad del objeto, aunque eso podía adivinarlo con tan solo notar que la piedra estaba rota.
―¿Me podéis explicar qué es esto? ―preguntó con la piedra en su mano y levantándose para quedar cara a cara con los chicos.
―Es la piedra, señor ―le respondió Jabes y Caitlyn lo miró con mala cara.
Justo en el momento en el que Caitlyn estaba observando con enfado a Jabes, vio aparecer a Mica, quien había escapado del agarre del otro chico y había huido para ayudar a su amiga, aunque llegó tarde al parecer.
―Increíble... ―masculló Vangh, observando el brillo rojo del mineral y sonriendo―. ¿Quién la ha encontrado? ―inquirió, elevando con cada mano ambas partes del material rocoso.
―Yo, señor ―contestó Jabes para llevarse el mérito y Caitlyn esta vez rodó los ojos.
―Perfecto ―murmuró Vangh y se acercó al chico―. ¡¿Y qué demonios le has hecho a la maldita piedra?! ―gritó y le mostró las dos partes del objeto―. ¡Está rota!
―Fue por su culpa ―decretó Jabes y señaló a Caitlyn, quien abrió su boca de la sorpresa.
Mica, que estaba de espectadora, abrió sus ojos bien grande tras escuchar a Jabes.
Vangh dirigió su mirada furiosa a Caitlyn y caminó hasta ella para agarrarla del cuello de la vestimenta y hacer que anduviera hacia atrás, hasta chocarla con la pared rocosa de la mina.
―¡No, no, no! ¡Está mintiendo! ―Caitlyn intentó defenderse como pudo, haciendo lo posible para deshacerse del agarre del superior.
―¿Cuándo aprenderás a dejar de liarla y a obedecer, Falls? ―cuestionó Vangh con el tono enfurecido.
―Ella no ha hecho nada, señor ―Mica intervino para ayudar a su amiga y se acercó un poco, aunque no tanto por el miedo.
Vangh miró a Mica a la vez que sus fosas nasales se agrandaban con cada expiración debido al enfado. En cambio, no le hizo caso a la chica y esta vez subió su mano, dejando de lado la vestimenta de Caitlyn, para proceder a colocar sus dedos alrededor de su cuello y ejercer presión. Con los dientes apretados por la ira, se acercó a la cara de la chica, quien estaba intentando quitar las zarpas de Vangh de su garganta para poder respirar, algo casi imposible por la fuerza del superior.
―Te advertí solo una cosa, Falls ―comenzó a decir Vangh, desprendiendo el mal aliento de su boca en la misma cara de Caitlyn mientras que hablaba―. Te dije que si la liabas esta vez, estarías muerta ―murmuró entre dientes y en tono bajo para que solo ella lo escuchara―. Y sabes que yo cumplo siempre con mi palabra ―espetó, ejerciendo más fuerza sobre su cuello―. Recuerda a tu querido hermano.
Sus últimas palabras provocaron un caos en el interior de Caitlyn. Su labio inferior comenzó a temblar, ya sea por la falta de aire o por la rabia que se estaba apoderando de su organismo. Ella no iba a permitir que de la boca de ese hombre saliera el nombre de su hermano. Vangh no tenía ningún derecho a hablar de él y, encima de todo, de estar orgulloso por haber acabado con su hermano.
La respiración de Caitlyn se aceleró junto a los latidos de su corazón. Con un pie le pisó el suyo, que estaba cubierto por un zapato poco resistente, y llevó los dedos de su mano a los ojos del hombre, haciendo que gimiera por ambos golpes. Vangh se separó un poco de su víctima y se llevó las manos a la cara. Caitlyn aprovechó el momento para empujarlo y escapar de estar encerrada entre la pared y él.
Caitlyn corrió hasta su amiga, quien la rodeó con sus brazos, e intentó reprimir las lágrimas que querían salir por sus ojos, aunque las pupilas ya se mostraban algo brillantes. Ella siempre quería mostrarse fuerte ante esa gente, para que supieran que su coraza era fuerte y difícil de destruir, pero ella sabía que realmente era bastante frágil.
La castaña era una chica bastante bondadosa a pesar de ser rebelde. Siempre quería lo mejor para sus seres queridos, como Mica o su hermano. Solo que poca gente conocía esa parte de ella, ya que lo reservaba para aquellas personas que la valoraban de verdad. Todo el mundo la reconocía como la chica ruda que siempre andaba peleándose con los demás con tal de llevar la razón. Y es que Caitlyn siempre llevaba la razón.
El mundo en el que vivía era una pesadilla. Las personas estaban envueltas en una sociedad de mente cerrada, en la que catalogaban a las mujeres como inferiores y en la que tener sentimientos hacia alguien de tu mismo sexo era una enfermedad. Caitlyn no aguantaba escuchar cada día las conversaciones tan machistas u homófobas de sus compañeros. Incluso tampoco toleraba que unos hombres pensaran que podrían aprovecharse de ella para meterla a trabajar en una mina. Caitlyn quería libertad, y en todos los aspectos. Su hermano murió por rebelarse por sus derechos y, a pesar de eso, ella nunca se rendiría.
Vangh se quitó la mano de la cara y miró a Caitlyn y a Mica con enfado. Se acercó rápidamente a ellas y tiró del brazo de Caitlyn para separarla de su amiga. Mica tragó saliva, intuyendo qué iba a pasar. Y, efectivamente, Vangh llamó a los guardias para que llevaran a Caitlyn a los calabozos.
¡¡¡Perdón!!! Sé que he tardado casi un mes en publicar y os pido perdón, pero es que no hay tiempo físico en mi día a día para poder hacer tantas cosas a las vez :( Ya sabéis que este libro tiene un destino más profesional que mis fanfics de la otra cuenta, es decir, en algún momento acudiré a alguna editorial para darme la posibilidad de publicarlo, pero eso solo cuando me sienta preparada.
Espero que os haya gustado el capítulo <3 Repito que esta historia se desarrollara muy lento ya que a la vez que cuento los acontecimientos, también me gusta darle sus toques con las leyendas de Sharville y las maldiciones. Además, ya son suficiente largos los capítulo como para alargarlos aún más y, a pesar de que mi forma de escribir son capítulos largos, también me tengo que adaptar al espectador para que no se aburra o se sature.
Gracias por leer y espero que os haya gustado <3
Atte: Nezla.
Pd: si hay fallos ortográficos no dudéis en comentármelo, no me molesta, al revés, es una ayuda <3
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