CAPÍTULO 9: Bullying

30 DE JUNIO DEL 2010
Génova, Italia

Narrador omnisciente

—¿Ya te vas Armando? Amore mio, quédate un poco más —le pedía una mujer acostada en la cama de un motel mientras él se vestía y abrochaba mejor el cinturón.

—No puedo, ya debo irme. No quiero seguir perdiendo mi tiempo, ni sé para qué vine. —Le contestó Armando fría y desinteresadamente, ya irritado por las súplicas de la mujer.

—Llevamos siendo amantes un año Armando, imagínate, un año y más. Nuestra relazione es muy seria así que no puedes dejarme de lado. ¿Acaso ya no te complazco como antes? ¿Ya no te parezco atractiva? —preguntó la mujer con tono triste, mordiéndose el labio sensualmente, acercándose a él y abrazándolo por la espalda.

—¿Que no entiendes, Penny? Simplemente ya aburres, no es lo mismo. Ya obtuve lo que quería contigo hace tiempo, ya no me eres de utilidad. —Le contestó Armando toscamente, retirando las manos de Penny de su espalda y alejándose de ella.

—A mí no me desechas a la basura así como así, eh Armando. Que no se te olvide que tengo muchas cosas in contro di te. —Lo amenazó Penny, enojándose por su maltrato.

—¿Ah, sí? ¿Como qué cosas? —la retó Armando mirándola amenazante y de frente.

—¿Que ya se te olvidó? Por ejemplo, ahora puedo ir corriendo a contarle a tu patética esposa que tú y yo somos amantes. Podría decirle que me prefieres a mí, y que junto conmigo estás planeando dejarla, quitándole toda su fortuna. —Contestó Penny tranquilamente, volviéndose a recostar en la cama.

—Realmente eres tan estúpida, nunca escuché una amenaza tan barata y común. Pero no me importa, ¡anda! Si quieres decirle ve a decírselo. Já, a Estefany no le va a importar es más, la que va a salir perdiendo eres tú, va terminar despidiéndote y yo no voy a dudar en apoyarla. Recuerda que somos tus patrones y podemos hacer lo que sea contigo. —Le argumentó Armando a Penny con burla.

Pensó que ella carecía de imaginación para amenazarlo mejor.

—No me importa lo que haga conmigo, para mí encontrar trabajo es en extremo sencillo. Además digas lo que digas sabes que soy capace —alegó Penny con una sonrisa orgullosa.

—Sí lo eres, no lo dudo. ¿Pero sabes lo que pasa? Que a mí no me importa lo que hagas, además consigues trabajo fácilmente por zorra, te deben contratar viejos decrépitos que están aburridos de sus mujeres. —Alegó Armando altaneramente y era verdad, Penny lo tenía hastiado, se había divertido lo suficiente con ella; pero había cierto punto en que el dulce resultaba empalagoso. Penny era una mujer hermosa, de eso no había duda, pero no iba a ser su mujer para siempre.

—Estás celoso, chiaro que sí te importa, y esa no es mi única amenaza. ¿Que harías si ahorita corro a contarles a Emiliano y Manasés que tú y la zorra que tienes por esposa tramaron el fraude a Vestirsi Bene, y tutto para quitarles tutto lo que tenían? ¿No te conviene verità? —lo amenazó con una falsa pena.

Entonces Armando sí se molestó, se dirigió hacia ella y le presionó fuertemente el cuello, asfixiándola.

—Que no se te olvide que también tengo armas en tu contra Penny, o mejor dicho, Pena; porque eso es lo que me das, pena. A ver, ¿qué harías si les cuento a mis hijos adoptivos que tú fuiste la que recibió los pre citatorios de mano de los policías, y no se te dio la gana de avisarles a tus patrones? Tu reputación va a caer más bajo de lo que ya está. —Contra arrestó Armando con otra amenaza, soltando violentamente su mano del cuello de la muchacha, quien empezaba a tomar bocanadas de aire.

—¿Ah, sí? Pues les digo que lo hice por órdenes tuyas y de Estefany, o mejor dicho, Estafany. ¿Hasta el nombre le asienta, non? Como anello al dedo. Eh, incluso el tuyo encaja perfettamente a la situazione, Armando. Jaja, Armando el plan de Estafa-ny contra Vestirsi Bene... —Mencionaba Penny estallando en carcajadas, pues de repente la situación le parecía graciosa.

Armando se ponía nervioso e irritado, y eso la divertía.

—¿Ahora entiendes por qué quiero dejarte? Eres igual o peor de irritante que mi esposa, bueno, por lo menos ella está a mi altura. Tú eres una simple sirvienta —le aseguró Armando y con eso ella se ofendió y enfureció. Penny siempre había maldecido su condición.

—¡Ah, buono! Tal vez mis primeras amenazas no te intimiden tanto, o quizá si pero no lo demuestras, da igual. Pero, ¿qué tal si le cuento tus pecadillos a la autorità? ¿Sabes que va a pasar? Tu fortuna robada regresará a poder de los Coppola y te dirá: Addio, volando lejos de tu alcance. Porque, seamos realistas amore mio, sin esa fortuna eres un pobre mediocre. —Lo amenazó Penny y lo último se lo dijo despectiva.

Eso sí enfureció a Armando, así que sacó su pistola de entre su pantalón y se echó encima de Penny, apuntándole el arma al cuello. Ella realmente se asustó.

—Antes te mato y doy tus sesos de comer a los perros, sabes que soy práctico y capaz. —Dicho esto Armando disparó, mas la pistola no estaba cargada así que ninguna bala salió de esta. Penny aún no salía del estado de shock.

—T-tú sabías que la pistola no estaba cargada, verità? Tú, tú no eres capace de matarme… —Intentó convencerse Penny, aún asustada, pero ya saliendo del shock.

—Sí que lo soy, tu suerte que no estaba cargada, sino ya no estarías existiendo en estos momentos. ¿Sabes quiénes serían las únicas personas que estarían presentes en tu funeral? Tu patética tía y el cura que oficiaría tu misa, eso si es que tu tía tiene dinero para pagarle. ¿Sabes por qué? Porque a nadie le interesas, a nadie le interesaría la muerte de una ridícula sirvienta. —Armando le habló con crueldad, entonces Penny sintió una gran impotencia, rabia y deseos de llorar.

—¿Perché me haces esto, Armando? ¡Si yo ti amo, es que no lo entiendes! Eres un hombre exitoso e inteligente, además guapo y muy appassionato. Yo soy como tú, solo que, no nací en una cuna de oro. Pero te aseguro que muy pronto saldré de esta miseria, soy joven y bonita, tengo mucho tempo para asegurar mi futuro. Tengo tu mismo plan di vita, tus mismos ideales y soy tan ambiziosa como tú, la ambizione te lleva lejos, non? Chiaro está tu ejemplo, yo te conozco a la perfezione, Armando. ¿Perché prefieres a Estefany? ¡¿Qué tiene ella que no tenga yo?! —reclamó Penny alterada y llorosa, esa siempre había sido su incógnita.

—¿Quieres saber? La diferencia entre Estefany y tú es que ella tiene una fortuna, y eso la pone a mi mismo nivel social. Además de que si la dejo pierdo el cincuenta por ciento de nuestra fortuna y ambos perdemos. A ninguno le conviene estar solo porque nuestros ataques lo hacemos como matrimonio, así nos ve la gente. Ten una fortuna mayor o a lo mínimo igual a la de ella y me llamas. —Armando dio por concluido el tema terminando de vestirse y entonces salió del motel, dejando a Penny llorando de rabia.

—Me las vas a pagar Armando Sandoval, te lo giuro. Conmigo no se juega, yo te conozco a la perfezione pero tú no a mí. Tú no sabes de lo que soy capace. —Pensó Penny en voz alta con ira, apretando la sábana con furia.

***

Manasés

Un año pasó después de la muerte del papá de Marcelo, ese funeral había sido uno de los más tristes a los que había ido en mi vida.

Marcelo había empeorado en los estudios considerablemente, por suerte no volvió a perder el año, pero lo salvó a raspas. Un punto menos en su promedio y repetía el curso. Entre Alan, Santiago y yo lo ayudamos como pudimos. Él ya no hablaba con Liliana como antes, había optado por amarla en silencio. Marcelo se había vuelto un chico más rudo y fuerte de carácter, sobretodo más trabajador.

A duras penas había conseguido un trabajo estable como albañil tras seis meses de la muerte de su padre y de haber trabajado en varias cosas: En los supermercados, de mandadero y como ayudante de un mecánico; todos trabajos inestables, lo despedían pasado poco tiempo y el dinero que ganaba apenas le alcanzaba para mantenerse a él y a su hermano. A veces él ni comía, pero Marcelo me decía que el hambre y la falta de sueño ya no lo afectaban, que todo en la vida era soportable y eso lo aprendías cuando ella te golpeaba duro.

Y vaya que tenía razón.

Karina trabajaba por su cuenta, solo salía a la calle para trabajar de medio tiempo como barrendera, y luego se encerraba en su habitación. Se había vuelto más amargada que antes según Marcelo y Santiago.

En cambio Santiago se sumió más aún en los estudios, se había vuelto más tímido y reservado que antes. E incluso había mejorado su promedio anual, pero casi no jugaba ni reía.

Mis tíos Leopoldo y Adelaida son los que habían terminado de pagar la colegiatura de Marcelo hasta finalizar el año, ya que asistía a un instituto privado. Pero al siguiente año tuvo que ir a uno público ya que dijo que no podía seguir abusando de la bondad de mis tíos. Santiago se quedó becado en mi instituto, por sus altas calificaciones.

De vuelta estábamos en junio y casi todos los días iba a visitar a Marcelo a su instituto o a su casa. La anterior Karina la había vendido y se fueron a vivir a un lugar más humilde. Regresando al tema, las últimas dos semanas los había ido a visitar a su instituto —a veces junto con Alan—, y no había rastro de Marcelo. Todos decían que había caído enfermo, entonces me preocupé y fui a su casa, allí me recibió la malhumorada Karina diciéndome que no sabía nada y que no le importaba.

O me recibía Santiago inventando miles de pretextos, de no haber sido que Santiago me aseguró que Marcelo sí estaba enfermo y encerrado en su habitación o en correteos a la farmacia, que hubiese pensado que Marcelo había desaparecido, aunque Santiago faltó algunos días también. Todo eso se me hizo muy raro y me había propuesto investigar qué estaba sucediendo. Así que el único amigo con quien pasaba más tiempo e intimizaba era con Alan, quien se había constituido en mi mejor amigo.

Un año atrás Emiliano y Valeria se habían hecho novios. Él quería intentar enamorarse de ella para conocer el amor, pero en el corazón no se manda y estaba seguro de que Valeria no era buena persona. Su relación había durado cuatro meses, solo las primeras semanas fueron la emoción, sobretodo para Valeria y Emiliano intentaba complacerla. Él le regalaba varias cosas y ella lo llevaba a distintos lugares, como al cine, a pasear, a fiestas y discotecas. Sí, Valeria era una chica fiestera y extrovertida.

La primera vez que tuvieron relaciones o «hicieron el amor» fue a los dos meses de relación y a insistencia de Valeria; ya que Emiliano quería respetarla, pero incluso ella le insinuó el ser virgen, asexual o que la estuviese engañando. Él ya harto de esa situación accedió. Valeria era extremadamente celosa y posesiva, ya había desgreñado a varias chicas por tan solo mirar a su novio. Mi hermano estaba cansado de los exagerados celos de su novia, que constantemente estuviesen yendo de fiesta en fiesta y sobretodo de tener que llevarla ebria a su casa. Dos veces él se emborrachó casi al extremo con ella: La primera vez que fueron como pareja a una discoteca, y la última después de cuatro meses fue el colmo:

Mi hermano y Valeria se habían embriagado demasiado, así condujeron el coche, entonces chocaron contra un árbol y fueron multados. Gracias a Dios el auto no iba a mucha velocidad y el choque no había sido muy grave, Emiliano se lesionó levemente el brazo y Valeria se torció un poco el cuello. Armando y Estefany enfurecieron muchísimo al enterarse, y más por tener que pagar los gastos del hospital y la multa impuesta.

Ese incidente y la reflexión que le hizo Rosita a Emiliano, sobre que Valeria era una mala influencia para él por lo que hacía —y yo concordé—, fue la gota que rebasó el vaso para que Emiliano decidiera terminar con Valeria, además de que su amistad se iba deteriorando. Él veía incorrecto continuar con esa relación cuando ni siquiera amaba a Valeria. Sí, a pesar de haberlo intentado no había logrado enamorarse de ella.

Valeria enfureció con la noticia y no quiso aceptarlo en un principio; pero días después aparentemente reflexionó, aceptó y le propuso que volvieran a ser amigos. En realidad se había puesto en plan de volver a conquistarlo, y pretendió haberse vuelto más comprensiva, amable, estudiosa y menos fiestera.

Pero pasados tres meses fue donde lanzó la bomba, medio drogó a Emiliano y se le declaró nuevamente diciéndole que había cambiado positivamente por él, le suplicó por una nueva oportunidad; mi hermano estando medio confundido aceptó. Su relación aparentemente fue mágica y romántica durante tres meses aproximadamente. Las razones para que mi hermano volviera a terminar con ella fueron que la encontró desgreñando a Andrea en un ataque total de furia en nuestra casa, reclamándole el haberse enamorado de Emiliano.

Y la segunda fue que Valeria lo invitó a su casa a pasar una velada dos días después de ese incidente para reconciliarse, Emiliano aceptó. La cuestión era que la chaqueta de Valeria estaba mal acomodada en una silla y Emiliano quiso colocarla mejor. Al hacerlo tres sobrecitos cayeron de un bolsillo de la susodicha chaqueta, los levantó y descubrió que eran droga. Le pidió una explicación y ella lo echó a tirones de su casa cuando él quiso ofrecerle ayuda. Poco después terminaron y ahora estaban en dilema de qué hacer.

Armando y Estefany ya habían obtenido nuestra tutela, papá y mamá habían aceptado, así que prácticamente ya éramos tres hermanos. Alena tenía ya dos años, era una pequeña muy dulce y se había hecho bastante amiga de Amedio, hacíamos juegos de tres constantemente: Amedio, Alena y yo. A pesar de que ese año Armando y Estefany nos trataron bien y llenado de comodidades, quien prácticamente se encargaba de nosotros era Rosita; ella nos aconsejaba, ayudaba y etcétera, Abigail era su ayudante y una muy divertida, aunque era más apegada a Alena.

Penny seguía siendo tan perezosa y maleducada como siempre; y a primera vista que no se llevaba bien con su patrona, Estefany, quien le quitaba la flojera y asignaba más trabajo que al resto. Penny la maldecía y no cumplía satisfactoriamente con los trabajos asignados, continuaba teniendo sus disputas con Andrea, pero con quien se traía algo raro era con Armando. Yo quería descubrir qué era, varias veces la había encontrado refiriéndose a él con suma confianza.

La rivalidad entre mi tía Adelaida y Estefany crecía cada vez más, y no sabía si era impresión mía o Armando se portaba cada vez más amable con ella, hasta parecía que la acosaba. Lo cual le ocasionó algunos conflictos con mi tío Leopoldo, quien por supuesto no veía eso con buenos ojos.

Íbamos a visitar seguido a papá y él parecía ya haberse acostumbrado a la vida en la cárcel. Varias veces tenía golpes en el rostro. Los que lo visitábamos: Emiliano, mis tíos Leopoldo y Adelaida, a veces Rosita, yo y sobretodo Gina Gazzola lo manteníamos presentable y bien alimentado como podíamos.

Gina y yo nos habíamos hecho grandes amigos, ella era oficialmente la que me y nos entregaba las cartas de mamá, las cuales desde alrededor de febrero llegaron con menos constancia y prolongaciones de tiempo. Gina no tenía explicación, pensábamos que era porque mamá estaba ocupada buscando un nuevo empleo; ya que en su primero duró tres meses, luego la despidieron, porque supuestamente faltaban algunos pesos en las ganancias de la venta de cosméticos, se dejaron influenciar por sus antecedentes y la despidieron por sospecha.

Luego había ido a trabajar al Banco Galicia, duró poco más de dos meses ahí, pero por algún motivo inexplicable también la despidieron; así estuvo deambulando buscando trabajo, desde los puestos más altos a los que podía aspirar en empresas, donde máximo duraba casi dos meses, hasta el trabajo como administradora de negocios y gastos de un hogar, tienda o minimarket. Ella me lo contaba en sus cartas así como también por llamadas telefónicas a veces —aunque la recepción no era muy buena— sus experiencias y algunas fotografías. Aún así ese aspecto me tenía muy preocupado y debía investigar qué estaba pasando. Fui una vez más a la postal y como las últimas veces Gina me dijo que no había nada.

Al día siguiente iba pensando en qué estaría pasando con mamá allá en Buenos Aires; en su última carta, la cual había recibido hace mes y medio, me había dicho que estaba a la espera de la confirmación de trabajo en un supermercado. Luego no volví a saber de ella.

También pensaba en Marcelo, en qué realmente había pasado con él. Estaba sumido en mis pensamientos camino al instituto cuando vi una motocicleta pasando al lado mío en la carretera, y el chico que la conducía parecía Marcelo.

—¡Marcelo! —grité intentando llamar su atención, pero me ignoró pasando de largo. Quizá no era él o no me había escuchado.

Uno podría preguntarse: ¿Marcelo conduciendo una motocicleta? Él ya había cumplido catorce años, y aparentaba más edad dado a que se había puesto más alto y musculoso, dado al constante trabajo y ejercicio que realizaba. Pero Marcelo no tenía el suficiente dinero como para comprarse una.

Con ese incidente y ahora una nueva incógnita más continué mi camino al instituto. Debía hablar con Santiago, dispuesto a buscarlo fui al balcón por donde quedaba su curso y me encontré a Patrick Belgrano y sus dos amigos (o escoltas) molestando a Santiago. Patrick era de mi curso y uno de los chicos más odiosos y petulantes del instituto, hacía bullying a quienes no consideraba de su agrado, y ese día descubrí que uno de ellos era Santiago.

Él se veía muy intimidado delante de esos chicos y les respondía tímidamente y con la cabeza gacha algo, con eso Patrick enfureció y le gritó algo de Marcelo, lo cual al parecer ofendió a Santiago y empujó a Patrick, quien se enojó más y sus dos escoltas también lo hicieron, acercándose amenazantes a Santiago. Patrick le agarró del cuello de la camisa y cuando estaba a punto de asestarle un puñete en el rostro yo corrí hacia ellos y lo detuve.

—¡No te atrevas! —le ordené agarrándolo del brazo con fuerza, deteniéndolo y poniéndome delante de Santiago.

—Oh, vaya, ¿a quién tenemos aquí? —cuestionó Patrick con burla y arqueando una ceja—. No pensé que fueras tan valiente como para desafiarme, eh —me dijo palpándome el hombro.

—Ni que fueras la gran cosa, hasta un payaso te puede ganar. —Espeté con suma suficiencia y altanería para con él, sonriendo de medio lado.

—Como que te estás pasando de listo, non? —enunció Patrick amenazante, tomándome del cuello de mi camisa, pero inmediatamente me soltó—. Tuo angelo custode ya llegó Santiago, o mejor debo decir, Tontiago y entonces pronunciado el ofensivo apodo los tres chiflados (así les decía yo) carcajearon.

—¡Con él no te metas! —le exigí a Patrick también tomándolo del cuello de su camisa.

—¿Conque te crees un gallito valiente, eh? —me interpeló Patrick furioso haciendo lo mismo.

—Non! Déjalo Patrick... Manasés n-no tiene na-nada que ver, el problema es en-entre tú y yo. —Le suplicó Santiago tartamudeando, entonces Patrick me soltó y lo miró con una burla maliciosa, acercándose a él.

—Oww, qué conmovedor, te sientes confiado porque ya llegó tuo angelo custode, ¿eh? Piensas que te va a proteggere de mí —le dijo Patrick con una falsa pena acariciándole el rostro y otra vez se rieron de él. Santiago hizo a un lado su rostro—. Ya supéralo Tontiago, Marcelo se fue y no va a volver, ya no hay nadie que te defienda. Porque hasta tuo angelo custode va a salir huyendo cuando vea lo que te voy a hacer. —Lo amenazó Patrick arrebatándole a la fuerza su morral y vaciándoselo todo al piso, Santiago les pedía entre gritos que dejasen sus cosas casi llorando.

Aclarar que Patrick dijo eso de Marcelo porque él era el único a quien le tenían miedo—. Miren esta pelotita. Tontiago, ¿aún juegas con estas porquerías? —le preguntó con sarcasmo señalando la pelotita, y cuando estaba dispuesto a pisoteárselo todo, enfurecí.

—¡Te dije que basta! —le ordené furioso a Patrick intentando golpearlo, pero como él perdió el equilibrio un momento se le resbaló la pelotita de sus manos hacia la mía, y cuando quise darle un golpe en el rostro sin querer lancé la pelotita con violencia y rompí la ventana del curso que estaba al frente.

Todos paramos en seco al oír el ruido y peor aún cuando salió de allí un furioso profesor Pareto.

—¡¿Quién fue?! —nos interrogó furioso acercándose amenazante hacia los cinco—. ¡Les pregunté que quién fue! —exigió saber—. Ah, ya sé quien, sicuro fuiste tú —acusó a Patrick jalándolo de la oreja, haciéndole soltar chillidos de dolor.

—Non, non, non! No fui yo se lo giuro, fue... —Se defendió Patrick, pero el profesor intensificó más el agarre en su oreja, incrementándole el dolor e impidiéndole así hablar.

—A mí no me vengas con storie, muchachito. ¡Sé perfettamente que fuiste tú! —insistió el profesor Pareto. La ocasión era perfecta, Santiago y yo sonreímos y compartimos miradas cómplices. Patrick y sus lamebotas serían castigados y además denunciaríamos el bullying que hacían Patrick y sus escoltas a Santiago y a otros chicos del instituto por creerse los más fuertes siendo unos cobardes.

—Y no solo hizo eso, profe. Cuando llegué estaba molestando a Santiago junto con sus amigos, se lo vaciaron el morral y quisieron golpearlo; en eso llegué yo y Patrick le dijo a Santiago que jugaba con tonterías y que viera cómo se deshacía de su pelotita, entonces la arrojó hacia la ventana. —Le conté la verdad a medias, sonriendo satisfactoriamente para mis adentros.

—¡Ah! Tutto encaja perfettamente, además de romper la ventana abusas de los más pequeños. ¿Qué te hicieron, Santi? —le preguntó el profesor paternalmente.

—¡Andiamo, díselo! —le exigió Patrick a Santiago, quien se quedó callado y empalideció por el miedo—. Como ve profe, tutto lo inventaron —afirmó con una sonrisa triunfante y palpando el hombro del anciano profesor con confianza, quien volvió a presionarle la oreja.

—¡A mí no me hablas en ese tonito eh, Belgrano! Te conozco perfettamente y tú sempre estás dando problemas, di sicuro tienes amenazado al pobre muchacho. No tengas miedo Santiago, confía en mí y ellos no te volverán a lastimar, yo me encargaré de eso. —Le pidió Pareto suavemente, agachándose a su altura ya que Santiago era bajo de estatura.

—Andiamo, no tengas miedo mi amigo, o sino tendré que contárselo yo. Esto ya no puede continuar —lo incentivé también con suavidad y determinación. No sabía que le hacían exactamente, pero podía contar lo poco que sabía y sería suficiente.

—Pe-pe pero t-tú no sabes lo que me hacen —argumentó Santiago titubeando, bajo las miradas intimidantes de Patrick y sus amigos, a los cuales yo les intimidé más con la mirada.

—Así que admites que te hacen algo, andiamo, cuéntame —insistió el profesor expectante.

—E-ellos me, me pidieron que se-se los haga su-su sus tareas. ¡Pe-pero solo fue por esta vez, se lo giuro! —confesó Santiago trastabillando sumamente nervioso y asustado. Pues ya veía venir la golpiza a la salida del instituto.

—Eso es mentira, sempre le están pidiendo que se los haga todos sus deberes, y cuando no lo hace lo golpean. Y no solo eso, se burlan de él y lo mismo hacen con otros chicos de la scuola, los denuncié y no me creyeron. —Le conté la verdad a medias, y en un descuido del profesor les sonreí maliciosamente a Patrick y a sus dos amigos.

—Con razón su drastico aumento delle note, eh. ¡Pero esto se acaba hoy! Andiamo los tres a hablar con il direttore, además de que deberás pagar los daños hechos a la istituzione. —Les anunció Pareto llevando a Patrick y a uno de sus amigos de la oreja a la dirección, y el otro se vio forzado a seguirles. Yo me reí ni bien se fueron y Santiago sonrió tímidamente.

Mille grazie mi amigo yo… Soy un cobarde —admitió Santiago bajando la cabeza avergonzado.

—La verità sí, debiste contarme lo que te hacían, yo te habría defendido desde un principio. —Le reclamé, pero no enfadado o alterado, sino con comprensión, poniendo mi mano sobre su hombro.

—Entiéndeme no podía, me tenían amenazado y… Estoy sicuro de que se van a vengar de mí, me… me van a matar —aseguró Santiago con la voz temblorosa.

—Que se atrevan, si se meten contigo, se meten conmigo. —Afirmé protectoramente, para mí Santiago era como un hermano pequeño.

—Non! Te, te harán lo mismo que a mí, y yo no quiero que pases por eso —me quiso disuadir asustado.

—Solamente son tres chicos petulantes que abusan de los que son más pequeños que ellos; pero que si se meten con alguien de su tamaño, se arrepentirán de todos sus abusos —mencioné más para mí mismo—. Pero non ti preoccupare, yo me encargaré de que no te vuelvan a molestar. Para eso son los amigos, non? Además de que el profe ya fue a poner en su lugar a esos tres, no tienes perché temer —lo alenté sonriendo con seguridad.

—En serio, mille grazie, eres un buon amigo —me agradeció Santiago abrazándome, y yo le correspondí.

—Cambiando de tema, debo hacerte una pregunta —decidí que era el momento para abordarlo.

—Dime.

—Esta mañana me pareció ver a Marcelo en una motocicleta. ¿Realmente está malato? ¿Y de dónde tendría él una moto? —le pregunté, pero no con tono de reclamo, sino mas bien bastante extrañado.

—Sí, ¿dudas de mi palabra? —me preguntó Santiago con algo de molestia en su voz.

—Non, no es eso sino que... —continué, pero Santiago me interrumpió.

—¡Ahí viene el profe de mate! D-debo irme, me toca con él, tú ya deberías estar en clase, el timbre sonó hace rato. Grazie y… ¡Nos vemos a la salida! —se despidió Santiago nerviosamente y corrió hacia su curso.

Apenas caí en cuenta de eso y corrí hacia el mío, pero ya era tarde, el profesor de geografía me suspendió su periodo por haber llegado tarde.

***

—¡Hey, ciao tonto! —me saludó Alan alegremente y me abrazó con golpecitos ya en el recreo, yo hice lo mismo y luego chocamos las manos como saludo.

No nos vimos con Santiago en el recreo ya que había dicho que tenía que estudiar.

—Ciao torpe —correspondí al saludo.

—¿Cómo te fue? —me preguntó animadamente. Alan era un chico alegre, amigable, confiable, travieso y algo extrovertido.

—Más o menos, llegué tarde, il professore de geografía me suspendió un periodo. —Le conté pateando una piedra a medida de que caminábamos.

Sicuramente Liliana te entretuvo, eh —me insinuó Alan codeándome pícaramente.

—Non! Chiaro que non, mas bene tuve suerte de no cruzarme con ella, cada vez se vuelve más pesada y melosa… Mejor no la invoques —le pedí recordando con estremecimiento a Liliana, volteando a los lados para ver si ella no aparecía.

—Si tú lo dices... de todos modos a mí también me parece una pesada. Pero, ¿entonces qué pasó?

—A que no sabes a quién vi esta mañana camino a la scuola.

—¿A quién? —indagó Alan con interés.

—No estoy tan sicuro, pero por mi lado pasó una moto y me pareció ver a Marcelo conduciéndola. Le grité intentando llamar sua attenzione y lo perseguí unos pasos, pero me ignoró y pasó de lado rápidamente doblando la avenida.

—No puedo creerlo. ¿Marcelo conduciendo una moto? Si es menor di età y además no tiene dinero para adquirir una... Buono, capace se la hayan prestado. Pero, ¿estás realmente sicuro que era él? —inquiría Alan algo incrédulo.

—Te digo que no estoy sicuro, porque esa storie de que Marcelo está malato ya no me lo creo del tutto mencioné pensativo.

—Perché non? Suena lógico, trabajar duro siendo menor di età y para mantener a él y a suo fratello... Cualquier momento tenía que pasar —argumentó Alan, aunque con la voz dubitativa.

—Yo pensé lo mismo, pero sempre que le preguntamos a Santiago sobre su paradero se pone nervoso y está diciendo que fue a la farmacia o alguna otra scusa. ¿No lo notaste? —le expliqué con sospecha.

—Sospechaba, pero decidí creer en Santiago. Pensándolo bene tienes razón, hay que investigar qué es lo que verdaderamente está pasando, así la hacemos de detectives con algo serio. ¡Si ese es mi sueño! —concordó Alan exclamando emocionado.

—Chiaro que lo haremos, yo también quiero saber que está pasando realmente, y que la hagamos de detectives es emozionante —afirmé compartiendo su entusiasmo.

—Regresando al tema, el creer haber visto a Marcelo no te debió entretener más de un minuto. ¿Que pasó para que llegaras tarde? ¡La prossima vez me llamas, non! ¿Qué sentido tiene fugarse solo? —insistió y cuestionó Alan con un enfado gracioso, yo lo codeé en respuesta.

—¡Chiaro que no quise fugarme! Ni eso hoy se me cruzó por la mente —aseguré.

—Aburrido —murmuró Alan por lo bajo, pero claramente audible para que yo lo escuchara. Iba a responder algo cuando él se me adelantó—. Dicho y hecho, la prossima vez que uno de los tres llegue tarde, incluido Santiago, nos fugamos, aunque él o tú no quieran. Ahora continúa —determinó. Alan estaba divertidamente loco. Yo solo suspiré en respuesta y proseguí.

—Tú estás loco, pero in fine, después de ver supuestamente a Marcelo, dudé y decidí hablar con Santiago, llegué temprano a la scuola. Pero fui a buscarlo hasta suo corso y al frente me encontré al idiota de Patrick y sus dos lamebotas molestándolo. —Después de eso le conté todo lo sucedido con rabia y a la vez satisfacción al recordar ese momento.

—Déjame que me encuentre a los tres chiflados y les rompo la cara, specialmente a Patrick. —Aseguró Alan furioso dándose puños entre sus ambas manos y en eso alguien apareció detrás de nosotros.

—Aquí estoy Alancillo. A ver, quiero que te atrevas a hacerlo. —Lo desafió Patrick y él en vez de acobardarse se dio la vuelta y lo tomó por el cuello de su camisa.

—Yo no soy como Santiago, bene puedo romperte la cara en este momento por lo que le hiciste —lo amenazó Alan furioso—. Pero no quiero problemas en este momento ni ir a dirección por tua colpa, puedo hacer cosas más dignas para merecer eso. Así que nos vemos a la salida —lo desafió, soltándolo bruscamente.

—Nah, lo que pasa es que eres un cobarde, al igual que todos, sicuramente me dejarás plantado. Mejor no pierdo mio tempo contigo... ¡Es a ti a quien vine a ver! —Patrick se dirigió a mí gritándome.

—Vinimos —corrigió Carlos, quien era uno de sus escoltas. Los tres me miraban furiosos.

—¿Sabes lo que ocasionaste por defender al patético de Tontiago? El vejete professore ese casi nos desmiembra las orejas camino a la dirección, y allá nos fue peor. El direttore ya me tenía en la mira y una falta más, me expulsa de la scuola, a no ser que mio padre haga una nueva donazione a la istituzione y pague el daño realizado en la ventana; pero el problema no es el dinero porque lo tenemos de sobra... ¡Sino que mio padre ya realizó varias donaciones y ya está harto! Me lo advirtió... En cuanto llegue a casa va a matarme —me reclamó y se desahogó Patrick furioso. Alan y yo reíamos levemente.

—Eso te lo buscas tú solo, nadie te manda en meterte en problemas y tuo padre tiene razón en enfadarse. Realmente lo admiro por soportar a un figlio tan esasperante e irritante como tú. —Le dije con sorna y cruzándome de brazos, pero Patrick me tomó por el cuello de la camisa.

—¡A mí no me hablas así, me oíste! Además tú tuviste la colpa. ¡Tú rompiste la jodida ventana, no yo! —me echó en cara Patrick bastante alterado.

—Fue un accidente y además te lo tienes merecido; me enteré de lo que ustedes le hacían a Santiago, de cómo abusaban de él. Tengo ganas de partirte la cara en este momento por lo que le hiciste a uno de mis mejores amigos, y créeme que ese incidente es poco castigo a lo que ustedes realmente se merecen. —Me dirigí furioso a los tres, empujando a Patrick para que me soltara.

—Ah, ¿conque ganas de pelear eh? ¡Bene, yo venía a buscarte para eso! Pero no pelearemos ahora y menos aquí, no quiero meterme en más problemas por tua colpa; mas quiero giustizia, te agarraré en cuanto menos te lo esperes, te tomaré desprevenido y ahí realmente me vas a conocer. Te lo buscaste, te metiste con quienes no debías. Andiamo —me amenazó Patrick y luego se retiró con sus amigos.

—¡Pues tus amenazas me tienen sin cuidado! —le grité en respuesta, contando mentalmente hasta diez para no ir tras él.

***

Ya era salida y al salir del instituto me topé con Santiago, chocamos de frente y él cayó al piso, todo lo que llevaba dentro su morral también.

—Yo... mi dispiace, soy un torpe. —Se disculpó mientras rápidamente se agachaba para recoger sus cosas.

—Non es tua colpa, yo también iba distraído. —Lo tranquilicé mientras le ayudaba a recoger sus cosas y de inmediato se me vino a la mente un recuerdo.

El día de mi cumpleaños en que viajé a Cancún, en el aeropuerto, donde conocí a Grettel. También chocamos y asimismo a ella se le cayeron sus cosas. Ya había pasado más de un año, siquiera la conocía bien. Apenas la había visto solo una vez en mi vida y no podía olvidarla, ni dejaba de pensar en ella de vez en cuando, sobretodo en su hermosa mirada hipnotizante.

Stai bene? —me preguntó Santiago preocupado, de repente mi mente se había ido y mi expresión estaba claramente distraída.

—Sí, non ti preoccupare, solo… Solo recordaba algo, es tutto. —Respondí retornando a la realidad, sacudiendo mi cabeza lentamente para despejarla.

—Una vez más, di verità siento haberte causado problemas con Patrick. Era tutto colpa mia, no tenía perché haberte metido; me enteré que te amenazó en el recreo. —Se disculpó Santiago con cierto temor.

—Primero, no fue tua colpa ni me metiste en nada, lo hice por mi cuenta y para defender a un buon amigo. Secondo, non mi interessa tener problemas con Patrick, como te dije, solo es un petulante que se cree la gran cosa y abusa de sua forza con los más pequeños. —Argumenté recordándolo con molestia.

—No me refiero a eso exactamente... Patrick y sus amigos quieren vengarse de ti por lo sucedido; los escuché hablando hace unos minutos, te van a tomar de sorpresa camino a tu casa, en un callejón solitario, y entre los tres van a darte una buena paliza. Te pido que no vayas por ahí hoy, buono, hasta que a Patrick se le pase... —Me avisó y sugirió Santiago, pero lo interrumpí.

Aclarar que esos días me había estado yendo a pie a casa dado a que Bianco había chocado con otro automóvil. El accidente no había sido grave, solo se había lesionado una pierna y tenía que recuperarse para poder volver a manejar.

Va bene, tampoco soy impulsivo, por hoy no iré por ahí; no porque le tenga miedo, sino porque son tres y tengo que ser prudente... Pero eso no significa que le tenga miedo a Patrick, no me voy a andar ocultando de él, cuando estemos en igualdad de condiciones y deje de ocultarse detrás de las faldas de sus amigos, lo voy a enfrentar. —Afirmé con determinación.

—Solo ten cuidado. —Me pidió Santiago con el temor reflejado en su rostro.

—Sí, non ti preoccupare. Nos vemos mañana y mille grazie por la advertencia de todas maneras. —Me despedí y fui corriendo.

Addio y grazie di nuovo a ti también —susurró Santiago tímido.

***

—¿No creen que está tardando demasiado? Ya me duelen los pies, Patrick. ¿Qué tal si hoy no viene por aquí? —se quejaba Alberto, uno de sus amigos, ya cansado de esperar a que pasara por allí.

Los tres estaban ocultos detrás de una pared de un callejón solitario.

—No seas gallina, Beto. ¿No me digas que le tienes miedo a Manasesito? Estoy sicuro de que pasará por aquí —aseguró Patrick buscándome con la mirada.

—No es eso, sino que llevamos esperándolo un buon rato —argumentó Alberto.

—Ya cállate y hazte para atrás, que te puede ver. Recuerda que tenemos que tomarlo por sorpresa, le daremos una lezione que nunca olvidará. A ver si así aprende a tenerme miedo y a dejar de ser tan entrometido. —Dijo Patrick con malicia y furia.

—Dirás, a tenernos miedo —corrigió Carlos.

—Sí, como sea... ¡Maldición! —exclamó Patrick furioso de repente.

—¿Qué pasa? —preguntó Alberto.

—El imbécil de Manasés se va por allá, di sicuro los idiotas de Tontiago o Alan ya lo previnieron. ¡Andiamo, tras él! —ordenó y los tres corrieron a darme alcance.

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