CAPÍTULO 8: A punto de cambiar

Narrador omnisciente

—¿Cómo se te ocurre ponerte del lado de la estúpida de Adelaida? ¿Sabes la humillación que me hiciste pasar? Oh, no me respondas que ya sé qué me vas a contestar. ¡¿También quieres cogértela a ella, es eso?! —le reclamaba furiosa e histérica Estefany a Armando, a quien le tentaba mucho callarla de un golpe.

—De una maldita vez, por toda nuestra fortuna, ¡cállate! ¿Que no te oyes? No solo me tientas sexualmente a veces. ¡A veces, como ahora, también me tienta callarte con una bofetada! —le gritó Armando a su esposa también furioso y desesperado.

—¡Entonces hazlo! Atrévete a hacerlo. ¡Vamos, pégame! ¿Qué esperas? —Estefany lo desafió alterada, mirándolo directamente a los ojos.

Pero de un momento a otro sintió un fuerte golpe cerca a la comisura de su boca. Armando realmente la había golpeado. Sus labios sangraban un poco, en estado de shock se llevó la mano derecha sobre los susodichos, mientras miraba a su marido perpleja.

Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, él nunca la había golpeado, no obstante al parecer debía acostumbrarse, era su nueva vida. No, corrección, debía impedir el acostumbrarse a eso. Tenía que hacerse respetar, así que se obligó a salir del shock y le devolvió la cachetada de forma inesperada. Armando sintió arder su mejilla.

—Realmente no entiendo a las mujeres. ¡Si tú pediste que te golpeara!

—¡Tú amenazaste con hacerlo! Que te quede algo bien claro: A mí nadie me amedrenta. ¡No te atrevas a volver a desafiarme, ni a ponerme una sola mano encima! ¡¿Te queda claro?! —lo amenazó Estefany muy furiosa y alterada, intentando intimidar a Armando mediante su mirada.

Debía conseguirlo de alguna manera.

—¡A mí nadie me amenaza, estúpida! ¡A mí nadie me desafía y mucho menos una vieja! —Armando sentía su orgullo herido, y también quería imponerle a su esposa el respetarlo—. ¿También te queda claro? —la contra amenazó muy furioso, entre dientes, buscando poner a Estefany en su lugar.

—¡No, no me queda claro fíjate!

—¡Pues a mí tampoco pinche…! —Armando no consiguió terminar la frase, pues Estefany cayó en cuenta que así no se pondrían de acuerdo jamás.

Eran un matrimonio, seres racionales, ¿no? Podían hablar y arreglar sus diferencias civilizadamente. O mejor aún, revertir la situación a favor suyo nuevamente, pensó Estefany.

—¡Ya! dejemos este comportamiento absurdo e infantil y responde a mi pregunta. ¿Qué te traes con Adelaida? —Estefany regresó a su pregunta original mientras se limpiaba la sangre con un pañuelo desechable.

No pensaba desviarse del tema y desmoronarse por tan solo un golpe. Ella no se creía tan patética y cobarde, que así era como Armando la quería ver, manipularla y amedrentarla, y eso ella no lo permitiría. Mas bien sería al revés.

—Y si me trajera algo con ella qué, ¿eh? ¿Cuál es tu problema? —siseó Armando desafiante, estaba cansado de que Estefany lo cuestionara. No estaban ahí por intereses amorosos mutuos.

—¡Mi problema es que sabes que esa tipa no me cae bien! No la soporto, no la tolero, me cae peor que Lucía. —Contestó Estefany irritada y con cada palabra cargada de rabia.

—¿Y eso a mí qué? A mí me cae bien, parece una mujer de carácter fuerte y decidido. Ingeniosa, no parece una fácil como otras —puntuó Armando mirándola acusatoriamente.

—¿Qué estás insinuando eh, Armando? ¡Oh! No me digas que te estás enamorando de ella —exclamó Estefany con una falsa ternura—. Porque ahí sí que lo echas todo a perder, de Lucía no pensabas lo mismo... —Quiso advertirle molesta, pero él la interrumpió.

—¡Claro que no me estoy enamorando de Adelaida! Solo que me cae mejor que mis otras conquistas, es todo. —Se defendió Armando tajante y nervioso, pero sin demostrar esto último.

—¿O sea que solo es una conquista? —quiso corroborar Estefany ya más tranquila también.

—¡Por supuesto que sí! Tú sabes que no me tomo a ninguna mujer en serio, ni siquiera a ti; con excepción de los negocios y el plan de vida. Quiero convertirme en el amante de Adelaida, así destruyo su matrimonio, y los Coppola, sobretodo Leopoldo y su hijo Alan tendrán el peor concepto de ella. Retirarán esa absurda confianza que le tienen y confiarán más en nosotros en caso de que Adelaida nos descubriera —Armando sonrió con autosuficiencia.

»—¿Crees que soy imbécil y no me di cuenta de que Adelaida nos tiene desconfianza? Yo siempre voy un paso adelante, mi querida Estefy. Además es una mujer hermosa, conquistarla es un reto, un desafío y al hacerlo me gano el trofeo de siempre como con toda mujer hermosa. ¿Ahora entiendes o te lo explico como a mocoso de primaria? —le explicó su nuevo plan y ella lo comprendió casi de inmediato.

No era una mala idea después de todo.

—Y como siempre no consultas tus planes conmigo. ¡Ni siquiera me avisas! Todos me resultan improvisados y yo tengo que ir enterándome luego. No es posible Armando, soy tu esposa —le reclamó Estefany, ese era un detalle que también la tenía harta.

—No tengo por qué ir contándote todo lo que hago —espetó Armando.

—Pero al final siempre acabas dándome explicaciones y rindiéndome cuentas —Estefany sonrió satisfactoria—. ¿No quieres ir haciendo eso siempre, verdad? Yo puedo hacer lo mismo que tú me haces, o puedo meter la pata en alguna ocasión -argumentó perspicaz.

—Está bien, tú ganas. —Aceptó Armando de mala gana, Estefany sonrió maliciosamente entonces.

Esa era una batalla ganada para ella y no iba ser la única, por supuesto.

***

30 DE JUNIO DEL 2009
Génova, Italia

Manasés

—Manasés —llamó mi atención Marcelo llorando y tambaléandose, a la salida del colegio, ya que por esos dos días había faltado a clases junto con su hermano para estar al pendiente de su padre.

Nunca lo había visto así, tan deshecho. Me asusté y temí lo peor. Al darme alcance me abrazó de sorpresa.

—Que, ¿qué pasó Marcelo? ¿Perché estás así? Y, ¿y Santiago? —le pregunté extrañado y confundido. Algo realmente grave había tenido que pasar para que se pusiera así.

—Se quedó dormido en el auto y lo llevé a casa, ve-vengo del ospedale. —Respondió Marcelo separándose de mí y tartamudeando un poco.

—A ver, calmati. Inhala y exhala, tranquilízate... —Intenté calmarlo, mas fueron palabras lanzadas al aire.

—¡No puedo calmarme ahora! Es que, tú no sabes lo que sucedió...

—¿Que sucedió?

—Yo sabía que esto iba a pasar en cualquier momento. ¡Pero no tan pronto! ¡No ahora! —protestó Marcelo más alterado e intensificando su llanto. En ese momento intuí lo peor.

—Non, no me digas que... —Mencioné con temor y en voz baja, pero fui interrumpido por mi amigo.

—Sí, mio padre falleció esta mañana. —Completó la frase. Abrí mucho los ojos por lo que acababa de oír. La noticia me sorprendió, aunque no mucho porque era de esperarse.

Aún así el dolor fue inevitable.

—Yo… davvero mi dispiace mucho. —Afirmé y esta vez lo abracé yo, dejando que se desahogara, yo también lloré un poco, pues el dolor de mi mejor amigo era el mío y también le tenía mucho afecto a su padre.

Pasaron algunos minutos en silencio y nos sentamos en un banco que había ahí mismo. Transcurridos aquellos Marcelo parecía tranquilizarse, o al menos lo intentaba.

—Es que, no me esperaba que sucediese tan pronto yo, yo tenía una pequeña esperanza interna de que mio padre venciera al cáncer. Pero fue al revés, y eso que lo atendía il dottore Leopoldo Bacchelli, el mejor de la città y todavía el papá de nuestro mejor amigo, de Alan. —Ironizó Marcelo un poco, no era que mi amigo estuviese enfadado con el doctor, sino con la enfermedad y la situación.

—Créeme que te entiendo, pero la colpa no es del dottore Leopoldo, de mi tío. Él hizo lo possibile y con la aiuta de Dios logró preservar a tuo padre unos meses más con vita —le decía.

—No le estoy reprochando, es más, estoy muy agradecido con él y lo estaré sempre, además que atendía a mio padre prácticamente gratis, esa es la verità. Pero es que, entiéndeme, esto fue inesperado y, estoy molesto con esa maldita enfermedad que acabó con la vita di mio padre, con la situazione en que nos puso. Si hubieras visto a mio fratello… —a Marcelo se le quebró la voz.

»—Estaba peor que yo, si no se hubiese quedado dormido no sé cómo lo habría tranquilizado. Y también estoy enfadado con Dios, sí y no me mires así. Si existiera le hubiese preservado la vita a mio padre, no tenía perché llevárselo, él era un hombre buono, trabajador y dedicado a sua famiglia, aparte mio fratello y yo lo necesitamos. Perché no se lleva a la gente mala que existe en il mondo, como a violadores y asesinos que aún rondan campantes por ahí, esa… Esa es una prueba de que no existe. —Espetó realmente molesto y aún derramando lágrimas, pero estas eran de frustración y rabia.

—¿Cómo puedes estar enfadado con alguien que crees que no existe? —cuestioné, dando en el punto débil de su argumento.

—Es, es una forma de decir. Por eso es ser mejor ateo, así no pones tu fe en nada, y menos en algo imaginario. —Argumentó Marcelo cortante.

—Pongas o no tu fe en algo, las cosas igual pasan —le expliqué con suavidad.

—¿Entonces Dios perché no evita que pasen las cosas malas? Mia madre se fue, y ahora mio padre. Y no van a volver —se quejó Marcelo suspirando frustrado.

—Te estás intentando convencer de que Dios no existe, por tu forma de hablar... —Insistí con tacto, pues así lo ameritaba la situación.

—Ya te dije que es una forma de decir, estoy sumamente convencido de que Dios no existe. Y eso que mi propio padre intentó convencerme de lo contrario. Antes de morir me contó que un predicador lo había visitado, me dijo que había aceptado a Jesús in suo cuore y que eso lo había llenado di pace, y quería que mio fratello y yo hiciéramos lo mismo.

»—Dijo que Dios no tenía la colpa de lo que estaba sucediendo y que tutto tiene un perché. Santiago aceptó, pero yo tuve que mentir para no entristecerlo en sus últimos momentos di vita. Estoy convencido de que Dios no existe, sino mio padre estaría vivo y venciendo al cáncer si existieran los milagros. Esos tampoco existen, son una absurda ilusión —me contaba y explicaba Marcelo muy molesto.

—Marcelo, tuo padre tenía razón. Tutto sucede por algo y tutto tiene un perché y una causa. Dios sí evita que algunas cosas malas sucedan y también hace milagros. ¿Que no has oído de ellos? —expliqué. Debía hacerlo recapacitar, no era bueno que Marcelo guardara tanta rabia y resentimiento.

Era algo normal, pero con ello se hacía daño a sí mismo.

—¡Mio padre no era una mala persona! ¡Él no se había buscado que le diese cáncer! —Marcelo defendió su postura, alterándose.

—En eso tienes razón, pero debes tener en cuenta que cualquier persona enferma. Eso ya nadie se lo busca, solo se evita con un tratamiento previo, si nadie enfermara todos seríamos felice defendí también mi punto de vista.

—En eso tienes razón, pero aún así, hay personas que vencen a su enfermedad. ¿Perché mio padre no pudo? ¿Perché él? —Marcelo continuó rezongando, y aunque no lo pareciera en serio lo comprendía.

—No tengo una risposta para eso... —admití en voz baja, pues tampoco lo entendía todo.

—¿Lo ves? Además, la morte di mio padre dio inicio a mi nuova vita, buono, a la que nos espera a Santiago y a mí. No sé cómo voy a sacarlo adelante, ni cómo voy a animarlo. Él está devastado con esta notizie, y peor con lo difficile que es encontrar trabajo en esta città, y si a una persona adulta le cuesta, peor a un menor di età como yo a quien la ley no se lo permite. Pisemos la realidad, recién cumplí trece años hace unos días, siquiera tengo quince y además mio padre me hizo prometerle que no abandonaría la scuola por trabajar, y voy a cumplir.

»—Y ni pensar en Karina que a esa mujer no le importamos, solo nos servirá de tapadera si nos quieren llevar al orfelinato, si es que ella no lo hace antes; esa es otra preocupación que tengo, ni loco permito que me separen de mio fratello, es el único familiar que tengo en il mondo ahora y lo he de cuidar y proteger con mia vita. —Afirmó Marcelo con cierto fervor y desencanto. Y tenía razón, solo faltaba la sal a la sopa para completar sus problemas.

Sus únicas opciones eran que Karina recapacitase y por lo menos les diese de comer, o que encontrase un trabajo honesto y estable con alguien que cubriera su edad real. Otra preocupación que yo tenía era de que mi amigo por lo desesperado que estaba, se metiese a trabajar en algo ilegal o malo. Tenía que evitar que eso sucediese, debía ayudarlo y apoyarlo como pudiese.

—Non ti preoccupare, como Karina era la esposa di tuo padre de todos modos, así se constituyó en su madrastra y ahora es la viuda di tuo padre. Está en obligación legale de manteneros, o sino yo mismo llamo a un assistente sociale que investigue el caso y que la haga cumplir con su responsabilidad. El problema es que conociéndola, ella solo se va a limitar a darles de comer y les harán falta más cosas a ustedes. Entonces de todas maneras debes encontrar trabajo, y yo te he de ayudar en lo que pueda. —Lo reconforté y él me dedicó una breve, pero seria sonrisa, ya se serenaba poco a poco.

—Grazie mi amigo, no sé que haría sin ti. —Afirmó Marcelo agradecido, dándole un leve golpe a mi hombro.

—De nada, no los dejaré con esta desgracia solos, cuentan conmigo. —Recalqué y en eso aparecieron Alan y Liliana, pero cada quien viniendo por su cuenta.

Me separé de Marcelo y volqué los ojos antes de hablar. Pensaba que de seguro Marcelo no estaría de humor para las estupideces y humillaciones de Liliana.

—¿Y ahora qué quieres, Liliana? —le pregunté con fastidio, poniéndome de pie y cruzándome de brazos.

—Yo, yo solo quiero decirle a Marcelo que mi dispiace. Ya me enteré de lo que sucedió con tuo padre y entiendo por lo que estás pasando, perder a tus padres es… lo peor que te puede pasar en il mondo. —Le dijo a Marcelo con tristeza y voz suave, tono de voz que nunca había usado con él, sino hasta ese momento, lo cual se me hizo increíble.

¿Quien lo diría? Liliana Bianchi dando palabras de consuelo, cuando según yo solo estaba acostumbrada a humillar.

—¿Y ahora te vas a hacer la burla de su dolor? ¿O solo lo dices para quedar bene? —le reproché, aunque no me daba cuenta de que estaba siendo duro con ella.

Liliana también tenía sentimientos y problemas, y yo no lo sabía. Me basaba en su faceta superficial, la cual era la que mostraba a todos.

—Déjala hablar —me pidió Marcelo y yo accedí de mala gana, creyendo que Liliana diría una grosería; pero no fue así.

—Non, Manasés, te equivocas. Yo nunca me haría la burla de algo como esto y, aunque Marcelo no me caiga, davvero mi dispiace. ¿Sabes Marcelo? Te entiendo porque yo también perdí a mis padres, aunque él no murió precisamente, pero los perdí. —Liliana tomó un largo suspiro y prosiguió.

»—Mi padre abandonó a mi madre cuando nació mia sorella Valeria, y años después se reencontró con mi madre y la hizo su amante. De ahí nací yo, mi padre me rechazó, porque se iba a casar con una mujer millonaria y se iban a vivir a Estados Unidos, así que le dejó una cierta fortuna a mi madre a cambio de que lo dejase in pace y no se hizo cargo. Ella lo amaba, pero hizo algo tan patético por colpa del amore, se cortó las venas y murió desangrada. Como mia sorella y yo no podíamos vivir solas ya que éramos menores di età, nos iban a llevar al orfelinato.

»—Pero el testamento de mi madre salvó la situazione, nos dejó la fortuna y dijo que mi tía Sabrina, sua sorella maggiore, la administrase sin dejarnos desprotegidas. Esa storie mi tía nos la cuenta cada vez que tiene opportunità, para que no seamos… malagradecidas. Por eso te entiendo, yo no conocí a mis padres, pero nunca conviví con ellos ni los conocí. In fine, debes ser forte Marcelo, no eres el único en il mondo a quien le pasa esto. —Le relató Liliana.

Y aunque hablaba con naturalidad, se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo por contar esa parte de su vida, no cualquiera lo haría y menos de la forma valiente como lo había hecho ella.

Y esa vez parecía no bromear, hablaba en serio.

Mille grazie por tener el valor de contarme esta faceta di tua vita, enterarte de ella debió ser muy doloroso para ti. Y, también mille grazie por tu compañía, sobretodo por tu apoyo, es muy valioso para mí. —Le agradeció Marcelo a Liliana con las únicas lágrimas de felicidad que brotaron de sus ojos ese día, y la abrazó de improvisto.

Sorprendentemente ella le correspondió al abrazo.

—El que te este apoyando y te comprenda —añadió Liliana al separarse—, no quiere decir que mi trato hacia a ti vaya a cambiar, no te tengo lástima y agradécelo porque es feo que alguien te la tenga; mas bien ahora me identifico contigo en este sentido. Pero yo te he de seguir tratando igual que sempre, porque no me caes y no tienes gracia, así que no te sigas haciendo ilusiones conmigo ni babees cuando me veas cerca. Esto no te lo digo por ofenderte, ya sé que estás pasando por un momento muy duro pero, debo ser sincera contigo desde ya, para que luego tus ilusiones no se vengan abajo. ¿Es un trato? —le propuso Liliana a Marcelo con seriedad y algo de hastío.

Por un momento creí que iba a volver a humillarlo, pero en cierta, solo en cierta forma tenía razón. Marcelo no tenía expresión alguna en su fisonomía.

—Es un trato, pero mi trato hacia ti tampoco va a cambiar. Y, en serio te agradezco tutto. Estás invitada al velorio di mio padre, será mañana en mi casa. —La invitó Marcelo en un suspiro, ya parecía estar más tranquilo, pero tenso.

Mille grazie, asistiré. Ya debo irme, nos vemos mañana en el velorio. Una vez más, mi más sentido pésame —le dijo Liliana a Marcelo con un suspiro y un gesto algo hastiado de estar ahí oyendo innumerables agradecimientos, se creía patética haciendo eso, según ella.

De todos modos, era Liliana, Liliana seguía siendo Liliana. E inmediatamente se retiró.

—Liliana, espera —la detuve corriendo tras ella, dándole alcance, debía decirle algo.

—¿Qué pasó, Manasés? —me preguntó con una dulce vocecilla y sonrojándose. No, ella tampoco debía seguir ilusionándose conmigo. Mi trato con Liliana sería el mismo que el de ella con Marcelo.

—Solo quería disculparme contigo, no debí juzgarte, mi dispiace. Sí eres una ragazza pesada, presumida y tampoco me caes, pero al finale de cuentas sí tienes sentimientos. Y agradezco tu apoyo hacia Marcelo —me disculpé con seriedad y un deje de suavidad.

Chiaro que los tengo, solo que no dejo que ellos me dominen, no del tutto contigo, contigo es distinto. Y ¿quién lo diría? Manasés Coppola Rossi pidiéndome disculpas, en serio te agradezco ese gesto. —Mencionó con una sonrisa tímida y continuando sonrojada.

—Grazie, pero tampoco quiero que malinterpretes las cosas, lo mismo que le dijiste a Marcelo, te lo diré a ti. Nuestro trato mutuo sigue siendo el mismo, nada de esto va a cambiar las cosas. No te sigas haciendo ilusiones conmigo ni me persigas a todas partes, tú no me caes, pero sí debo reconocer que también tienes tu lado noble y lo aprecio.

—Es que, nuestra situazione no es como la mía y de Marcelo él, él solo babea por mí como todos los chicos de la scuola. Chiaro, le gusto y se hace ilusiones para que le haga caso y le preste attenzione, solo que él no es como tú y yo. Simplemente… no le encuentro gracia, lo veo aburrido y rudo. En cambio tú y yo, si encajamos, sí hacemos una pareja perfecta. Tú… no eres un simple gusto o ilusión para mí, en serio me gustas, y cada vez mi cariño hacia ti crece y comienzo a quererte más. Ya sé que no te caigo, pero dame una opportunità y verás que sí soy genial, divertida y cariñosa. —Me propuso Liliana con una sonrisa coqueta y acercándose a mí, pero yo retrocedí unos pasos atrás.

¿Se me estaba declarando? Sí, así era.

—¿Es que no lo entiendes? Lo tuyo conmigo es un capricho, y cada vez te estás ilusionando y obsesionando más. Tú a mí no me gustas. Y no le digas así a mi amigo, a él en serio le gustas, pero no merece a alguien tan superficiale como tú. Además somos unos niños todavía, estás loca. —Le respondí con seriedad y me alejé de ella regresando con mis amigos.

Debía apoyar a Marcelo y a Santiago, una nueva vida les esperaba ahora sin ambos padres.

—¿Perché no me quieres? ¿Qué hago mal? —susurró Liliana con tristeza para sí misma.

***

Narrador omnisciente

Emiliano se encontraba camino a su casa junto con Valeria, la había invitado a pasar la tarde allí. Estaban pasando por una plaza, la cual estaba casi vacía extrañamente. Valeria encontró romántica la situación y más todavía cuando pasó por ahí un vendedor de globos de todo tipo.

—Espérame aquí, en un momento vuelvo. —Anunció Valeria sonriéndole misteriosa a Emiliano y dirigiéndose rápidamente hacia el vendedor de globos. Compró uno que tenía forma de un corazón.

Emiliano la esperó cruzando los brazos y mirándola con una sonrisa. Esa faceta le gustaba de su mejor amiga, que se emocionaba como una niña pequeña con detalles simples. O daba esas impresiones. Valeria regresó con él ni bien hubo comprado el globo.

—Emiliano, tengo algo que decirte, y para que me entiendas primero quiero darte esto. —Se refirió Valeria al globo de corazón y se lo dio. Le hablaba de una forma tímida y picarona a la vez.

—Es muy lindo y detalles como este los aprecio mucho. Pero no entiendo, ¿qué tiene que ver este regalo con lo que me vas a decir? —le preguntó Emiliano confuso, a veces la lógica femenina le parecía algo complicada.

—Antes quiero que sepas que este es el momento más ideale que encontré para decírtelo. —Mencionó Valeria, mordiéndose el labio con disimulo.

—¿Decirme qué?

—¿Estás enamorado realmente de alguien? —le contestó Valeria con otra pregunta, pero no con un tono de reclamo.

—Non... todavía. ¿Perché lo preguntas? ¿Tú si lo estás? —respondió Emiliano decidiendo abstenerse de mencionar a la chica del aeropuerto.

Por supuesto que no estaba enamorado de ella, por Dios la había visto una sola vez en la vida, pero no podía dejar de pensar en ella. Y Valeria le había dicho que era absurdo y ridículo que pensase en eso. Aún así miró a su amiga con comprensión y le preguntó aquello intuyendo que quizá necesitaba algún consejo.

—Yo sí. Ya sé que me quieres solo como una amiga pero, de quien estoy enamorada es de ti. Desde la primera vez en que nos conocimos, me pareciste interesante y este sentimiento, surgió y creció cada vez más. Ti amo, quizá tú no a mí, pero no tengo otra amenaza, no tengo una rival que te quite de mi lado; no te estoy alejando de nadie.

»—¿Quieres enamorarte? ¿Quieres conocer il amore? Puedes intentarlo conmigo, y mira que con esta pregunta me estoy arriesgando, pues tendría que ser al revés. ¿Quieres ser mi novio? ¿Quieres intentarlo? —Valeria se le declaró a Emiliano con algo de timidez, picardía, ilusión y emoción, mirándolo a los ojos con nerviosismo; pues temía tanto que la mandase derechito a la friendzone.

Emiliano no supo qué decir o qué responder, Valeria lo había tomado desprevenido, él no había visto venir eso.

—Vale yo... no sé qué decir. Eres mi mejor amiga y sempre te vi así. Ya te dije yo… no estoy enamorado de nadie, es más, nunca pensé estarlo. ¿Perché no me lo dijiste antes? ¿Perché esperaste tanto? —le preguntó Emiliano mirándola con desconcierto.

Scusami, es que, tenía miedo a tu rechazo, y aún tengo temor a que me rechaces o mandes nuevamente a la friendzone, eso me heriría bastante. Yo ti amo como no tienes idea, por eso no aguanté más y me armé de valor para confesarte lo que siento por ti, encontré este momento como el perfetto. ¿Qué dices? ¿Aceptas o non? Aunque tampoco quiero, atarte a mí y que te sientas presionado...

—Non... para nada, más bene agradezco tu sinceridad. No te voy a mentir, yo no estoy enamorado de ti ni ti amo, pero tienes razón. Tampoco lo estoy de nadie y no perdemos nada con intentarlo, quizá y con il tempo me llego a enamorar de ti. Solo quiero que nuestra relazione no cambie, que la amistad que tenemos no se pierda. Va bene? —le propuso Emiliano, intentando sonar animado y también contagiarse de la emoción de Valeria, para no lastimarla.

En el corazón no se manda y el corazón de Valeria lo había elegido a él, su rechazo la heriría sin duda.

—Va bene. ¿Entonces aceptas que este corazoncito que está aquí, sea tuyo? —le preguntó Valeria a Emiliano con una sonrisa coqueta, refiriéndose al globo de corazón.

—Sí acepto, acepto ser tu novio. —Contestó Emiliano forzándose a sonreír y entonces se lanzó a besarla. Si ella se había atrevido a declarársele, cómo le iba a hacer el desaire de que ella tomase la iniciativa de besarlo.

Era el primer beso que se daban juntos, pero Emiliano no sentía nada, ni mariposas en el estómago ni ninguna sensación especial. Era como si estuviese besando a cualquier otra chica, además de que Valeria no lo besaba suavemente ni con ternura, como sería cualquier primer beso de pareja sino que lo besaba con desesperación, deseo y mucha pasión, como si se encontrasen en un momento intimo. Él se veía forzado a seguirle el ritmo.

Y no supo explicar por qué de repente de nuevo se le vino a la mente aquella chica que había conocido en el aeropuerto del viaje de cumpleaños de su hermano. Ella sí solo con la mirada le había producido una sensación especial y hasta ahora que no podía olvidarla, pero eso no significaba que estuviese enamorado de ella, ni siquiera la conocía más que de vista. En cambio Valeria estaba dispuesta a entregarle su corazón, si la conocía desde hace tiempo y no veía por qué no intentarlo, con el tiempo se enamoraría de ella, estaba seguro.

En cambio a Valeria le gustaba demasiado ese beso, sentía miles de emociones y le despertaba una gran pasión. Al fin besaba a Emiliano y él no la había rechazado, sino para fortuna suya aceptado ser su novio, ya basta de fingir algo que no era, pensó. En eso paró un momento de besarlo para tomar aire.

—Besas estupendo —le aseguró Valeria y esta vez fue ella quien se lanzó para retomar su beso.

Esa era una oportunidad de oro, no podía desperdiciarla, si sentía el beso tan bien se imaginaba cómo podría ser en la cama. Ella por supuesto que no era virgen, pensaba que eso era de niñatas o del siglo antiguo, y le gustaba que la complacieran conforme a todas sus exigencias cuando de sexo se trataba. Ahora tenía a Emiliano en sus brazos, él no iba a dejarla, claro que no. Él estaba dispuesto a intentarlo, no iba que perderlo.

«Ahora eres mío Emiliano, al fine eres mío y no voy a permitir que te me escapes. Nadie te va a alejar de mi lado, nadie, y a la zorra o mosca muerta que se atreva, se las va a ver conmigo y tendrá la vita miserable. Ahora me perteneces y vas a ver que te vas a enamorar de mí, de eso me encargo yo». —Pensó Valeria con satisfacción y estaba decidida a ello.

Una nueva vida en pareja los esperaba.

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