CAPÍTULO 19: Celos enfermizos (Parte II)
Narrador omnisciente
—Listo, ahora que estamos completamente solos podemos hablar tranquilos. ¿Gustas agua? —le ofreció Leopoldo a Emiliano con amabilidad mientras ingresaban a su consultorio.
—Sí, grazie; necesito tranquilizarme, no estoy pudiendo con esto. —Ratificó Emiliano consternado mientras se sentaba. Leopoldo le sirvió un vaso con agua y se lo pasó.
—Debo confesarte que este caso me tiene preoccupato. Día a día me enfrento con casos como este, de menor o mayor gravedad, pero eso no significa que deje de interesarme la salute de mis pacientes; pues solo Dios sabe lo que esas personas deben enfrentar en sus vidas. Hay veces que me toca tratar a personas con una enfermedad terminale, y no sabes lo mal que se siente que un día estés conversando con ellas y días después me entere que fallecieron. O jóvenes como Valeria, que echan a perder sua vita de esta forma. —Explicó Leopoldo con el semblante preocupado y triste.
Realmente su trabajo como médico era todo un reto. Diferentes historias que escuchar a diario, distintas situaciones y maneras de sobrellevar las cosas que tenía que tratar y oír. Gente negativa a la cual tenía que aconsejar y animar, personas con ganas de salir adelante que intentaban irradiar optimismo… Era inevitable no adquirirles cierto afecto.
—Lo sé, lo sé —concordó Emiliano, aunque estaba medio ajeno a la conversación que empezaba a darse lugar.
Su mente estaba en otra parte, con Diana, quien era la real fuente de su preocupación. Y a cada segundo que transcurría confirmaba que verdaderamente estaba enamorado de esa muchacha; y quería estar junto a ella. ¿Por qué las cosas tenían que haberse complicado tan abruptamente? ¿Por qué si todo marchaba de maravilla?
—Yo sempre pensé que nunca estuviste verdaderamente interesado en esa ragazza, que no lograbas amarla como me decías, pero tu mirada ahora me dice tutto lo contrario. —Reflexionó Leopoldo, observando al muchacho unos instantes en silencio y llegando a una conclusión—: Creo que sin darte cuenta, o sin quererlo precisamente te enamoraste de ella. —Dedujo mirándolo fijamente y con cierta comprensión.
Empero, al escuchar esas palabras Emiliano salió rápidamente de su trance y cayó en cuenta de que debía aclarar ese malentendido. Su tío no lo juzgaría y deseaba desahogarse con alguien en ese momento, así que decidió confiar en Leopoldo; a pesar de que el tema no viniese al caso.
—No quiero que te confundas, tío; no he de negarte que siento cariño, un speciale afecto por Valeria, a pesar de su mal temperamento y de todos los problemas que me está ocasionando… Davvero su situazione me preocupa, pero non, no estoy enamorado de ella. Pero te confesaré algo, me estoy enamorando de otra ragazza —confesó Emiliano sonriendo inconscientemente.
Al escucharlo Leopoldo se alegró sinceramente por su sobrino, pues ya era hora que el amor le tocase las puertas.
—Me alegro mucho por ti. Ya era hora de abandonar tua vita de mujeriego o de forzarte con Valeria; es una grata noticia. ¿Y quién es ella?
—Se llama Diana —respondió Emiliano sonriendo distraídamente.
—Bonito nombre. ¿Es de tua università?
—No, ella no asiste a la università —respondió Emiliano cambiando su semblante nuevamente a uno taciturno.
—Perché? ¿No se supone que debe ser di tua età? ¿O es mayor que tú? Si es así espero que no esté aprove... —Leopoldo quiso argüir, pero Emiliano lo interrumpió.
—Chiaro que non, Diana sería incapace de hacer algo así; además es menor que yo —y lo era, aunque fuese solamente por unos meses.
—¿Entonces perché no asiste a la università? ¿O es una colegiala todavía? Si es así cuídala, una ragazza a esa edad entrega suo cuore con sincerità y sería una bajeza rompérselo. —Le aconsejó Leopoldo con la seriedad que creía que ameritaba aquello, pero Emiliano se exasperó un poco por tales suposiciones.
—No tío, no lo entiendes; no es mayor ni tan menor, solo le llevo tres meses; pero mi enamoramiento hacia ella no cambiaría aunque tuviera treinta o dieciséis años, o si fuera adinerada o pobre, linda o deslucida. Pues es su esencia, su manera tan noble de ser lo que me enamoró —Explicóse Emiliano, cambiando su sonrisa a una nostálgica.
—No sabes cómo me alegra oírte hablar así —Leopoldo sonrió genuino—. Y si es así como dices, cuídala, pues vale un tesoro.
—Realmente es una persona que vale oro, cuenta con un espíritu diáfano y auténtico —reafirmó Emiliano, queriendo su semblante tornarse apesadumbrado nuevamente.
¿Pues cómo una persona con tanta virtud y vitalidad podía estar sufriendo por su causa?
—Pero aún no me respondiste. ¿Ella estudia algo o tiene ufficio alguno? —insistió Leopoldo, impidiendo que el muchacho se abstrayese en sus pensamientos.
Emiliano sabía lo importante que era para su tío el que una persona se formase académicamente y saliese adelante, así que era de suponerse su curiosidad.
—No estudia, ¿pero ubicas la plaza en donde dan funciones unos titiriteros?
—¿Te refieres al grupo de dos hombres y una mujer: «Los fantásticos de Italia»? O al grupo de... creo que se llama... ¡Ah, sí! «Las funciones de Peppino».
—Exacto, las funciones de Peppino.
—Ya los ubico, son unos titiriteros espectaculares, a pesar de que solo trabajan padre y figlia. Un momento, ¿es de ella de quien me estás hablando, verità? —Leopoldo ató cabos y Emiliano asintió como un niño que se saca un excelente puntaje en el examen—. Ya lo entiendo; sé que no debo juzgar por el aspetto, pero esa ragazza parece una buena persona, además que es muy agraciada. ¿Pero cómo sabes que te corresponde? ¿Te lo da a entender?
—No solo eso, me lo confesó ella misma, pero no en las mejores circonstanze...
—¿Cómo, qué quieres decir? —le preguntó Leopoldo, confundido.
—Ahí es donde entra Valeria. Diana y yo nos citamos en una caffetteria, y en medio de la plática acabamos perdiéndonos en nuestras miradas; era como si ella fuese la única persona existente en il mondo, o la más preciosa. Y acabamos besándonos. Ese beso fue... ¿cómo explicarte? Indescriptiblemente especial, etéreo. Con él confirmé que estoy enamorado de ella, tío. Pero en un momento abrupto que pasó tan veloce apareció Valeria desgreñando a Diana; ya te conté cómo es de posesiva. Valeria ofendió e insultó a Diana sin un motivo coherente, afirmó que le pertenecía, discutimos… Hasta que en una de esas se desmayó, así repentinamente.
»—Me di cuenta que estaba bajo il effetto de la droga, así que obviamente me asusté e hice llamar a una ambulanza y poco antes de que la ambulanza se llevara a Valeria, Diana me confesó sus sentimientos brevemente; pero me dijo que estaba anonadada con lo que había pasado, que no la volviese a buscar hasta que hubiese aclarado sus ideas y se fue. Parecía decepcionada de mí, quería llorar; yo quise consolarla, pero... —Le narró lo sucedido Emiliano.
El agobio, impotencia e inquietud querían hacer presa de él al recordar ese suceso tan inesperado y acre. ¿Por qué no impidió que se fuera? ¿Por qué no la había abrazado y dicho que correspondía sus sentimientos? Se arrepentía ahora amargamente. Sin embargo, su naciente zozobra fue interrumpida por Leopoldo.
—Va bene, tranquilízate. El ponerte así no va a solucionar nada —le indicó Leopoldo, empático.
—Es que... —Emiliano quiso excusarse, pero su tío no lo dejó.
—Te comprendo, más de lo que piensas; pero debes tranquilizarte para poder pensar con más claridad. Así que ese es il fattore principale del tuo umore y tua preoccupazione.
—Sí. Pero asimismo estoy preoccupato por Valeria, no solamente por los problemas que me ocasionó con Diana, también por la forma en que tiende a desperdiciar sua vita. Desde que me enteré de su problema que voy ofreciéndole mi ayuda, le pedí que se rehabilitara; pero no quiso ni quiere escucharme...
»—Aunque al finale Valeria es mayor de edad y ella toma sus propias decisiones, como dicen por ahí tiene su libre albedrío y solo me queda pedirle a Dios que la haga recapacitar. Diana es quien me angustia más ahora. ¿Si le creyó a Valeria? ¿Si no quiere verme más? —se preguntaba Emiliano con temor, pero Leopoldo en tono apaciguador colocó su mano sobre el hombro derecho de él.
—Tranquillo, Diana acabará comprendiendo que fue un malentendido; según lo que me contaste solo está anonadada, confundida con lo que pasó. Entiende, tutto sucedió de repente para ella, ahora solamente necesita pensar, pero vas a ver que en poco tempo pensará con claridad y querrá hablar contigo. Cuando ocurra eso vas a ver que acabarán reconciliándose y yo te diré: Te lo dije —dedujo Leopoldo con optimismo, entonces no pudieron evitar reír levemente.
Emiliano meditó en sus palabras. Nada de eso era su culpa, mas debía ser paciente, pues todo había muy abrumador y repentino para Diana. Su tío tenía razón.
—Grazie tío, grazie por tus consejos, sempre tienes uno acertado —Emiliano sonrió débilmente—. ¿Pero alguna vez te pasó algo similar con mi tía Ade?
—Digamos que sí. Las mujeres pueden llegar a ser complicadas, asimismo como nosotros en ocasiones; pero solo necesitan ser comprendidas y tratadas con ternura, como lo haces con una flor. Todas las flores son distintas la una de la otra, cada una tiene su peculiaridad. Hay resistentes como los crisantemos, frágiles como las orquídeas, exóticas como las dalias o sencillas como las margaritas; pero todas son necesarias, especiales, esenciales y hermosas a su manera; asimismo las mujeres. Aunque se precise de pazienza, bastante pazienza... —Elucidó Leopoldo, riendo ambos agradablemente.
»—Pero tampoco esperes que el pan te caiga del cielo, si tú no pones de tu parte para arreglar las cosas Diana puede llegar a pensar que in realtá ella non ti interessa y malinterpretará tus intenciones pensando que solo quisiste pasar el rato con ella. Tienes que demostrarle lo contrario… te aconsejo que esperes a que se le pase el aturdimiento unos dos días, luego búscala, platiquen con calma, explícale que lo tuyo con Valeria ya fue y confiésale tus sentimientos. Pon tuo cuore y sincerità en tus palabras, hazla sentirse speciale y correspondida; y verás como tutto se soluciona. Ulteriormente conquístala, hazlo con múltiples detalles que la hagan sentirse querida —le aconsejó, finalizando con una sonrisa de medio lado.
Emiliano lo sopesó unos instantes. Lo anhelaba, deseaba fervorosamente estar con esa joven. Quería hacerla sonreír a diario, que se sintiese la persona más apreciada del mundo; contagiarse de su entusiasmo todos los días.
—Eres el mejor, tío; mille grazie por tus palabras. Nunca he estado enamorado como ahora, pero cumpliré a cabalidad tus consejos. Esa ragazza me ha idiotizado, pero tengo briosas ganas de hacerla feliz.
Leopoldo lo escuchaba y miraba con atención. Tarde o temprano tenía que ver a su sobrino enamorado y era interesante verlo así. Radiante, lozano, queriendo hacer a una persona dichosa.
—Pero te confieso que a veces me cuesta entenderlas, en ocasiones son como bipolares y complicadas mientras que nosotros, básicos y simples en algunas circunstancias. ¿Cómo haces tú con mi tía Adelaida? —quiso saber Emiliano, apoyando ambas manos en los contornos de su rostro.
—El convivir con una te permite analizarla con detenimiento, te da la opportunità de procurar conocerla como a la palma de tu mano, así uno sabe cómo tratarla y cuidarla; recuerda que son como un distinto tipo de flor. Son las ventajas de estar casado. Aunque, créeme, tu tía no fue facile de tratar —confesó Leopoldo riendo agradablemente.
Dicen que nunca se termina de conocer a las personas, sin embargo, en un buen matrimonio los cónyuges pueden darse la oportunidad de aprender del otro día a día; incrementando así su amor mutuo. Tal era el caso de Leopoldo con su esposa Adelaida. Ella era una mujer de un carácter difícil y activo, él un hombre de una personalidad generalmente imperturbable y serena; mas como sucede con los polos opuestos en las leyes de la física, ellos conseguían congeniar muchísimo.
Al percatarse que el tiempo estaba yéndose, Emiliano suspiró y bajó sus manos.
—Creo que il tempo se nos fue volando y ya debes atender a tus pacientes. Pero antes de que me vaya, quisiera saber las reacciones que tuvo el organismo de Valeria ante esas sustancias.
—Ya sabemos que esa ragazza estaba bajo il effetto de la droga, y el veros a ti y a Diana juntos la alteró bastante, dado a que es una persona posesiva y tendiente a los celos enfermizos. Enfureció a tal punto de no coordinar ni razonar, entonces eso la llevó a desahogarse y sincerarse, y su furia más los efectos de la droga hicieron que le subiera la pressione de tal forma que produjeron ese desmayo.
»—Esto puede llegar a ser peligroso para ella, puesto que así incluso corre el riesgo de sufrir un derrame cerebrale. Es realmente una situazione penosa; y es menester que ella empiece a sentar cabeza, por sua salute que puede llegar a deteriorarse, por su propia vita e incluso por Liliana que la necesita tanto. Valeria tiene que pensar en sua sorella. —Le explicó Leopoldo con absoluta seriedad, frunciendo el ceño; señal que el tema le preocupaba.
—Lo sé, intenté hacerla recapacitar de todas las maneras posibles… pero es una necia.
—Ella debe recibir ayuda terapéutica, Emiliano. Yo como dottore le haré ver lo preocupante de la situazione, pero por tu parte vuelve a hablar con ella, dile que si continúa con esa actitud la afectada también será sua sorella. Inténtalo una vez más, por la amistad que tuvieron.
Emiliano se mostró internamente un poco reticente ante esa petición. Valeria le había afirmado que nunca fue en realidad su mejor amiga, cuando él siempre apreció la amistad que estimaba tenían. Valeria había sido una persona especial para sí, ¿pero realmente lo fue él para ella? ¿O solo lo consideraba como alguien de su posesión? Y si así hubiese sido, era muy lastimoso.
Aún así, por su manera de proceder se delataba que era una persona que tenía problemas emocionales, con miedos e inseguridades que la orientaban a comportarse de forma conflictiva e impulsiva. Seguramente su infancia no había sido fácil, probablemente hubiera carecido de afecto o un buen encauzamiento.
Y ahora que empezaba a pasar a una etapa adulta y al recibir aprecio de parte suya, tal debió ser su algarabía en su corazón que quiso retenerlo para sí, confundiendo totalmente amor con una obsesión enfermiza y teniendo un rotundo miedo irracional a perderlo; para así no quedarse desvalida nuevamente, como quizá debió sentirse con anterioridad.
Así que se prendía de él con garras y desesperación.
Y para tener un refugio alternativo se «amparaba» en las drogas y en las farras, se divertía de modo extremo y alocado, para auto proporcionarse así una sensación de felicidad y plenitud. Pero estaba engañándose sutilmente a sí misma.
¿Por qué no había podido verlo antes?
—Lo haré. Aunque estoy un poco airoso con ella, intentaré que mantengamos una conversación civilizada. Y una cosa más, ¿qué tipo de drogas consume Valeria? ¿Y desde hace cuánto? Ella no me lo dijo.
—Marihuana y antidepresivos, buono, eso apareció en su análisis de sangre. Grazie a Dios que a excepción del día de hoy no consume en altas dosis, aunque tiende a aumentarlas. Las consume desde hace un año más o menos, poco a poco fue aumentando sus dosis y tiene tendencia a seguirlas incrementando; mi temor es que quiera una droga que le cause un effetto más forte. Hay que aceptarlo, Valeria se convirtió en drogadicta; por eso tenemos que convencerla de que se rehabilite.
Emiliano asintió trémulamente ante la recomendación. Sería un reto, pues no conocía persona más empecinada y obstinada que Valeria, también era alguien que odiaba admitir sus debilidades; pero era por su bien, pues no podía continuar desperdiciando su vida de esa forma, autodestruyéndose.
—Haré tutto lo que pueda por ella, solo espero que salga de ese plan de terquedad y acepte ser ayudada, porque no podemos obligarla. Agradezco mucho tus consejos y tuo interesse por Valeria, mas debo pedirte un favore. Por ningún motivo quiero que nadie se entere sobre esto, sobre tutto Liliana y su tía. Lily sufriría mucho con esta notizie o en un peor caso con el pasar del tempo tendería a seguir los pasos de sua sorella y creo que eso es lo que Valeria menos quiere en el fondo.
»—Verdaderamente la ama y se preocupa por su bienestar, con ella es… otra persona; más afable, más afectuosa. Y si su tía se entera le haría la vita más miserable aún de la que sicuro ya le hace. Soy consciente de que va contra tu ética y que mentir no es lo correcto, pero si te preguntan las causas de su desmayo te ruego les digas que se le subió la pressione. Per favore, hazlo por il bene de Valeria y Liliana.
El muchacho se estaba sintiendo mal de estar solicitando ese tipo de peticiones a su tío, sabiendo que él era persona muy íntegra y ecuánime; empero, no había otra alternativa.
Leopoldo asimismo estaba en un debate interno, era de un obrar mayormente intachable y detestaba mentir; no obstante tampoco quería terminar de destruir una familia. Por una sola vez y para evitar más conflictos, accedería.
—Va bene. No diré nada sin la autorizzazione de Valeria y ya de ella dependerá el mantener el secreto. Buono, te dejo; cuídate y ya sabes que hacer —aceptó y se despidió Leopoldo afablemente.
—También cuídate, tío. Ahora ve a salvar más vidas —le dijo Emiliano medio en broma y medio en serio.
Abandonaron entonces el consultorio. Pero en eso se toparon con una mujer de unos cincuenta y pico años aproximadamente, ufana, elegantemente vestida y con mala cara; a la cual Emiliano reconoció de inmediato.
—Buenas tardes, soy Sabrina Mancini, tía de Valeria Bianchi. Me enteré de lo que pasó y me dijeron que usted la está tratando. ¿Cómo está esa mocosa? —interpeló tajantemente al doctor.
—Buenas tardes, soy il dottore Bacchelli y en effetto, estoy tratando a su sobrina. Ella sufrió un desmayo debido a que se le subió la pressione, le realicé unos estudios, los cuales muestran que Valeria es hipertensa. No es un problema muy grave, pero debe tener cuidados y tratamientos especiales; hoy se quedará in osservazione y mañana le daré de alta. Debe procurar no alterarla mucho, porque...
—Ya escuché suficiente —Sabrina lo interrumpió con un majadero movimiento de mano—. ¿Algún medicamento que le recete?
—Sí, de hecho aquí tengo la ricetta que debe seguir, los medicamentos se los entregaré con una infermiera en unos minutos...
—Mi dispiace, dottore pero no tengo tempo; debo irme giusto ahora. Dejé una reunión muy importante solo para venir aquí y soy una persona muy occupata, asimismo con problemas como para ocuparme en trivialidades. ¿A quién no se le sube la pressione de vez en cuando? Por Dios, como si fuera algo del otro mondo... Infine —Sabrina bufó—, de la cuenta non ti preoccupare que ahora voy a pagarla. Deje los medicamentos con Emiliano o Liliana, que esa bambina sirva para algo, non? Con permesso —espetó con acritud, atrabiliaria.
Inmediatamente después se marchó, altanera; dejando a Leopoldo atónito. Él había escuchado casos similares de sus pacientes, pero nunca uno tan directo y cruelmente sutil. En cambio Emiliano no se sorprendió mucho, parecía estar medio acostumbrado.
—¿Qué diablos fue eso? —fue lo único que Leopoldo pudo articular.
—No te sorprendas, esa signora sempre fue así —Emiliano suspiró—. ¿Crees que vive con sus sobrinas por amore? Lo hace solo para seguir viviendo con los lujos a los que está acostumbrada, puesto que sua sorella en su testamento estipuló que solamente administrara su fortuna, así que prácticamente está encadenada a vivir con sus sobrinas. —Explicó Emiliano, ironizando lo último dicho.
Leopoldo, por su parte, estaba atónito con lo que había oído. ¿De verdad de esa manera la humanidad estaba perdiendo el afecto natural, el amor al prójimo? Parecióle sorprendente la magnitud que la frivolidad y desdén pueden alcanzar en el ser humano, más aún si esa indiferencia y menosprecio son empleados para con la propia familia.
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