XIX: Renacimiento y redención.
Fue encerrado.
Él se sentía impotente e inútil.
Él habló con la dualidad y murió para renacer.
1
Enalgún lugar:
Dos tronos de oro puro se hallaban posados justo debajo de un árbol en el centro de aquel lugar al que Aiki había logrado acceder, aunque las horas ahí eran segundos en el mundo vulgar. La luz reposaba en uno, ahora como una mujer de vestido blanco, mientras que la oscuridad en la otra, como un hombre vestido de negro. Aiki se acercó lleno de asombro al lugar
—¿Acaso tienes problemas? —dijo la luz.
—Yo creo que deberías de rendirte —dijo la oscuridad.
—Yo creo que debes confiar más en ti, porque verás —dijo la luz—, el ente matemático, la unidad, ahora mismo se encuentra dentro de ti.
Aiki no sabía de lo que ellos hablaban, aunque podían deducir quienes eran. Eros y Tánatos —por decirlo vulgarmente, aunque realmente no se llamen así—, los dioses de la luz y la oscuridad, y parte de la Trinidad sagrada. Samirina había mencionado una vez al ente matemático del que ellos hablaban.
—¿Cómo lo encuentro? —preguntó Aiki.
—Solamente reflexionando —dijo la luz—, no necesitas la aprobación de nadie, excepto la de él. Él eres tu, porque todo viene de la unidad. No has nacido para tener un destino fatal, sino que eres tú quien lo dibuja.
—¿O sea? —preguntó Aiki.
—En cierto punto comprendiste de qué trataba el enojarse para poder realizar magia —explicó la luz.
—Pero no lograste entender que necesitas aprender a controlarte para lograr mantenerla. —agregó la oscuridad.
—Debes de confiar que puedes —concluyó la luz—, y despertar la divinidad que hay en ti. Créeme que hasta Sonia ha pasado por ese proceso para llegar donde está.
—¡Muchas gracias! —dijo Aiki. Él se dio cuenta de lo que se referían. Él nació bajo la misma condiciones que el resto de mortales, por ende, todo aquello que vaya a imaginar puede surgir con esfuerzo; aunque a veces puede tardar mas.
2
La llave dorada de la celda estaba flotando, y se dirigió hacia la mano de Aiki. Esa magia era de tipo neutro, a lo que le facilitaba manipular objetos en cierto rango de distancia, pero si era descubierto nada podía negar que Him decidiese colocar la llave fuera de ese rango de nueve metros a la redonda. Él sabía que debía aprovechar la oportunidad, entonces colocó la llave, y aún con los vagos movimientos de su mano robótica, logró abrir la celda. Él se desató a si mismo con magia y también lo desató a Ixovar. El hombre, casi esquelético, se abalanzó hacia los pies de Aiki para agradecerle, y Aiki retrocedió.
—Bien —dijo Aiki—, te he liberado pero aún seguimos aquí dentro; y mejor que tengamos cuidado de no hacer ruido.
—¿Acaso crees que es mejor irnos? —inquirió Ixovar—; ¿Qué pasó con que querías salvar nuestras tierras de la tiranía?
—Eso es demasiado poco realista para un simple niño como yo. —replicó Aiki.
—¿Acaso no hay ricos ahora que muy en el pasado vivieron penurias? —preguntó Ixovar—: ¿Acaso esa mano robótica no existe? Porque la hizo alguien para darte la oportunidad de que puedas tener algo útil en esa zona.
Aiki frunció el ceño, miró hacia abajo haciendo un esfuerzo para digerirlo todo, y los volvió a abrir. ¿Acaso si él se lo proponía lo lograba? Quizás los antepasados de Hayley lo hicieron de esa forma.
—¡Bien! —dijo Aiki—, lo intentaré.
—Lo harás —dijo Ixovar—, si no terminas lo que empezaste, créeme que habrás fracasado para mí.
—¿Y tú me ayudarás?
—Te la debo.
—¿Aún en ese estado?
—Definitivamente.
3
Aiki puso el primer pie fuera de la celda, y tuvo que caminar en puntas, intentando evitar hacer el más mínimo ruido para no despertar al perro que dormía con su calzado.
—¿Acaso no quieres ese zapato? —inquirió Ixovar.
—Es riesgoso buscarlo —repuso Aiki—, creo que es mejor el ignorar eso e ir a por el loco ese que gobierna este estado. —agregó, e Ixovar asintió.
Ambos se acercaron a la escalera de caracol que había en el muro al lado del perchero, y subieron peldaño por peldaño. A medida que avanzaban las paredes rocosas se volvían de un material bien pintado y de estilo elegante, mientras que la luz se hacía más presente que solamente en una ventanilla.
—Debemos hacer silencio en este punto —susurró Aiki—, no quiero que una daga nos corte el cuello.
—Está bien —asintió Ixovar entre susurros.
Ambos salieron de ese lugar, y llegaron a un cuarto cercano al vestíbulo del castillo.
—Creo que tengo que buscar primero mi espada. —dijo Aiki—, muchas veces me ha salvado.
Ambos se dirigieron al vestíbulo, y encontraron una enorme escalera Marmolada que se dirigía a un pasillo, el cual llevaba hasta el trono. A escondidas presenciaron que había varios guardias vigilando la puerta.
4
En uno de los bosques de Nukt, Sonia se había dividido con varios de la tropa en seguir avanzando por el centro para recuperar el territorio que el gobernante del estado de Komms hizo que perdiesen. Aunque la tropa del rango B y C —dirigidos por Saiyu—se dirigieron hacia el norte, el rango A —dirigido por Akane— se dirigió hacia el oeste. Sonia, sin embargo, se dirigió en un camino diagonal hacia el noroeste, escondiéndose entre los árboles del ejército enemigo. Después de correr durante unos cinco minutos escucho unos pasos en el fondo. Ella volteo hacia los lados para saber quién estaba acechándola.
—¡Hola, Sam! —dijo una voz...
5
—Hola, niño... —dijo Him en un tono desafiante.
—Hola, Him...
—Nos volvemos a encontrar —dijo Him—, lastima que si ahora llamo a nuestro ejército, ellos te ejecutarán.
Aiki, con el pie izquierdo descalzo y una mano robótica, había logrado vencer a todos los guardias echándoles el candelabro encima mediante magia normal; aunque le fue complicado debido al peso, el rango era justo.
—Son aquellos a los que acabo de derrotar allí atrás. —dijo Aiki, y el rostro de Him paso de un tono desafiante a un ademán de terror absoluto. Él se levantó tambaleante por su peso, y caminó lentamente bajando los escalones.
—Creo que este cuerpo ya no me sirve. —dijo Him. Él se coloco en el suelo en cuclillas y un aura se desprendió de él, despertando a una feroz bestia, mientras el cuerpo del antiguo dictador quedó inerte en el suelo. Astharoth adquirió su forma más pura tomando energía del sufrimiento de su pueblo.
Aiki se asombro, pero eso no lo movió de su objetivo, pues él había hablado la espada mágica en una mesa de luz, entonces la desenfundó.
La bestia desenfundó otra; era la espada flamígera, y atacó a Ixovar, cortándole la cabeza. Aiki se horrorizó, pero supo que debía evitar que las emociones negativas lo dominen.
Astharoth atacó a Aiki. Él logró bloquear el golpe con la suya...
6
—Sam —dijo la bestia—, sabes que nos has traicionado —agregó—, y sabes que estás fingiendo tener una vida que realmente no es tuya.
—Me da igual lo que digas —dijo Sonia—, pero yo no me uniré a ustedes.
En ese momento Sonia junto sus manos, y aparecieron más versiones de ella misma, pero en realidad eran imágenes, ya que no tenían ningún tipo de materia tangible. La bestia intento atacarlas a todas, pero cada una de ellas se desvanecía. La verdadera Sonia decidió ir a por su objetivo verdad que montando sobre un Grifo que había sucumbido a su hipnosis. En el transcurso del camino la lluvia se hizo presente, mientras ella galopaba dirigiéndose hasta el castillo real.
7
Aiki había salido por la ventana para alejarse de aquel lugar destrozado donde él demonio tuvo ventaja. Era la imagen vívida de Astharoth. El ser blandió su espada, e intento atacar a Aiki, pero él antes de caer, le dio un empujón. Ambos golpearon el suelo junto al lago del prado cercano al bosque, y a lo lejos la imagen de Sonia se pudo observar, estaba volando sobre el animal, mientras blandos una espada flamígera, la misma que tenía Astharoth y que tenía la luz tanto como la oscuridad.
Aiki elevó a los cielos su espada, pero con la confianza en si mismo, está ya no pesaba tanto, y sintió algo similar a lo ocurrido con las columnas del templo del Círculo de Salomón. Después de todo, su verdadero poder siempre fue, el confiar en si.
El joven blandió su espada, Astharoth hizo lo mismo, y ambos chocaron emitiendo algo parecido a una onda expansiva. Volvieron a colisionar por segunda vez, pero en la tercera el joven le dio en el cuello a la bestia.
Sonia apuntó su espada flamígera hacia el cielo, y la lluvia se disipó. Tanto la tropa B como la C llegaron al lugar, y se asombraron. Koichi, Hayley y Samirina corrieron a abrazar a Aiki.
—¡No puedo creer lo que ven mis ojos! —dijo Koichi.
—¡Acabas de terminar con un reinado de terror! —exclamó Hayley.
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