IV: Serife

1

Instalaciones de la O.S.M: Sur de Pangea.

La diferencia que había entre estar bajo la tierra, y estar en la superficie era bastante grande, ya que bajo tierra ya habían transcurrido años enteros sin ver la luz del sol, y para Sur, eso era un problema. Karl lo sabía, y Karl era el ayudante de la O.S.M, el cual trabajaba para ayudar a la humanidad a evitar que la guerra que acabó con la superficie haya ocurrido. La ciudad subterranea "Takeshi" era la capital de Sur, un nombre en japonés, ya que de la antigua civilización sólo quedó una mezcla de idiomas entre inglés, japonés, francés, italiano, ruso, chino y coreano. Muchos otros idiomas se extinguieron por las generaciones, mientras que los anglicismos y el inglés se volvieron los idiomas universales en la destruida Soka. La Alphamachine, no es sólo una máquina que crea universos, o eso le dijo Thomas a Karl aquella vez, un día de Septiembre, en una época donde los meses duran treinta y cinco días, como mucho.

«La AlphaMachine es en realidad una máquina que creó nuestra propia realidad, creadora de universos y a su vez, una máquina del tiempo donde puedes acceder a todas las épocas, pero no puedes entrar en ellas. Aún no sabemos cómo funciona exactamente, ya que sólo construimos la matriz, a aquella entidad matemática y esta se dedicó a rellenar los espacios de aquella matriz.»

Así que sólo bastaría con imaginarse una mesa con un plano, y a la entidad matemática rellenando los huecos, y calculando la lógica del universo. La gran matriz era su mesada, y su hoja, una hoja que ocupa unas doce dimensiones en su tamaño. Para comprenderlo hizo énfasis en una historia:

«Imagina un ser que viva en un mundo bidimensional, este cuando se topa con uno de tres dimensiones, no puede verlo ya que ocupa una dimensión más. Nosotros tenemos altura, anchura y profundidad, pero un ser bidimensional sólo ocupa altura y anchura, por ende no puede ver que hay en la profundidad. Si tocamos ese mundo sólo se verá un objeto que aparece y desaparece en el plano. Ahora imagina si nosotros somos vigilados por seres de una cuarta o hasta quinta dimensión.»

La Alphamachine es la máquina que recrea la realidad, y de esa forma analizan como evitar que ocurra la gran guerra que hizo que Norte y Sur tuviesen que ocultarse bajo la tierra.

Karl, en ese momento, vivía en Takeshi, la ciudad avanzada tecnológicamente que tenía Sur, y su rival, Norte, amenazaba con atacarla. Algo similar a lo que ocurría en la antigua Soka con Norkele y Nukt, sólo que vivían en un mundo con miles de estado unificados, y casi en un nuevo orden mundial, donde no había monedas, y no habría países si no tuviesen a Norte en medio. Pangea, un gran continente formado debido a la aceleración de movimientos de las placas tectónicas que se hizo debido a un ataque con una gran bomba. La mayor parte de la Neofauna estaba extinta, y sólo quedaron pocos sobrevivientes; aquellos que la mano divina y destructiva del humano eligió.

El «TIN-TIN-TIN» de la máquina de café indicaba que este estaba listo, y había llenado la jarra que poco después usaría Karl para servirle a su esposa, Annie, y su hija Kim. Luego de un buen desayuno, este se preparaba junto a su familia, para ir a la central. Tomaba los rieles del Tranvía universal, uno metido en unos tuvos, que lo impulsaban hasta las siguientes estaciones, y en unos minutos recorría kilómetros. La O.S.M obviamente lo esperaba impaciente al honorable hombre, quien trabajaba en el proyecto de la máquina, y ayudaba a la organización. Ese día tocó una reunión informal, donde el jefe habría dicho: «El ataque de parte de Norte es probable que se realice, no tenemos ni idea de qué tipo de armas pueden ellos tener, así que debemos de preparar nuestras defensas en caso de que algo ocurra.», en los altavoces de la O.S.M, había sonado una alarma de «reunión con todos los militares.», aunque Karl al no ser uno de ellos, lo ignoró completamente.

Esa tarde se encontró con Michelle, estaba sentada fumando un cigarro, el cual en esa época era expendido por la máquina de uno de los pasillos en ala norte, donde ella había llegado. Su ubicación actual era el vestíbulo, el cual tendría una ventana para observar el paraíso tecnológico que habían logrado recrear bajo la colina donde la O.S.M se ubicaba. La organización había logrado todo eso, en tiempo record desde que fue fundada.

—Chelle, ¿Qué tal te va?

—Hola Karl —contestó—, ¿Has oído que Norte quiere atacarnos?

—Sí, lo he oído —replicó Karl—, tememos que ellos se hayan enterado de la máquina, y obviamente harán lo posible para llevarsela, si a ellos les afecta.

En ese momento la alarma dejó de sonar, cuando una tropa de soldados A4 comenzó a correr hacia el ala este, mientras que tanto Karl como Chelle se pegaron a la pared para evitar ser atropellados, el frío del hierro de la pared absorbía su calor corporal, la termodinámica habría actuado tras ese intercambio.

—Sólo espero no morir en el intento, y si lo hago, hazle saber a la organización, que tú te quedas con mi puesto —dijo Chelle algo sarcástica—, y también con mis tareas inconclusas.

—¡Hey! —contestó Karl entre risas—; ese es tu deber, no mío.

—Sí, seguro.

En ese momento, sonó la alarma nuevamente: «Necesitamos que Karl, Michelle, y Sharon se presenten de inmediato en la oficina central.», entonces ellos se dirigieron ahí, donde les recibió el director, bajo el mando de Thomas.

—Chicos... les he convocado...

2

Estado de Norkele: Fortaleza real...

porque se ha encontrado un cadáver flotando en la frontera de Norkele —dijo el rey —, un grupo militar dijo haberlo visto en el momento que ellos almorzaban, y tocaba el cambio de turno.

En la mesa se encontraba Sonia, Saiyu, Akane, Sirkn y la cabecilla de Wekh: Davis.

—¿Habrá sido el intruso? —preguntó Wekh.

—No lo creo —contestó Sirkn, quien habló por primera vez en esa reunión—, ¿No es extraño que toda la tropa haya estado junta, y nadie haya visto nada?

—¿Acaso estás insinuando que alguien de mi ejército es el intruso? —contestó Davis—, ¡te reto a que lo repitas en mi cara!

—No, no es eso —replicó—, yo estoy convencido que ninguno de ellos fue, ya que estaban muy juntos y esa es una zona altamente vigilada. Quizás sea un pueblerino que viva cerca de la frontera, del lado de Nukt, y al intentar venir hasta esta parte, haya sido interceptado por el ejército de su propio estado.

—La verdad, me suena muy injusto que alguien haga algo así —insinuó Davis—, ¿dices que ellos no pueden salir?

Sirkn posó sus pies sobre una mesa y dijo a continuación:

—Al rey Sig, el magnífico, no le conviene que alguien salga de ahí, ya que vive de ellos.

—Pero a nosotros tampoco nos conviene atacar... —contestó Sonia—, si no encontramos la forma correcta, y a su vez nos metemos sin idear nada, terminaremos perdiendo más de lo que ganaríamos.

El rey sólo parecía escuchar, aunque en sus pensamientos intentaba acomodar las ideas que tenían los soldados.

«Apareció un cadáver en la frontera con Nukt, y creemos que hay un infiltrado. ¿Acaso la espada será de alguien de Nukt?, no parece que sea de alguien del pueblo. ¿Cómo no había pensado en eso al momento de verla por primera vez?, aunque, probablemente al tenerla le quitaron al intruso su arma, pero si nadie sabe de eso, puede ir a comprar alguna a alguna tienda del estado.»

—Llamen a mi vocero —dijo el rey en el instante —, debemos limitar la compra de armas, ahora mismo es peligroso.

En ese momento, las cabecillas comprendieron lo que quería hacer el rey, limitar las compras de armas, así el intruso no puede atacar. El que el cadáver no sea causado por el intruso, no explica el hecho de que se haya encontrado una Super–espada en la arena.

El vocero llegó corriendo por los pasillos, y en cuanto entró, el rey dijo:

—Decretaremos una ley en la cual, para comprar armas en este estado, necesitas de un documento nacional.

En el documento normalmente salían detalles de la persona que lo poseía, y casi todos los estados poseían uno, excepto Nukt.

Su inscripción:

Decreto 1042: Para la compra y venta de armas, necesitarás tener un documento que declare que eres ciudadano de los siguientes estados:

· Norkele

· Skirmofe

· Zane

· Wekh

En caso opuesto, se será interrogado al sujeto en cuestión.

El vocero daría lugar a que el papel sea llevado a votación, y después comunicado a los medios locales.

En cuanto a Aiki, el rey le permitió mantener la espada luego de que tanto le ruege, y le advirtió: «Nunca, por nada en el mundo, pierdas esa cosa. Probablemente sea del intruso, y hoy encontraron un cadáver en la frontera entre Norkele y Nukt.»

Aiki perjuró que no ocurriría nada como eso, y así, el rey dio por terminada la reunión. Para Aiki, la preocupación llegaba, y estaba anunciada su expulsión en el caso que no encuentre un caballo propio.

«Hoy dormiré tranquilo, mañana buscaré el caballo»

Eso pensó mientras escuchaba el típico sonido de rasgadura que realizaba la pluma de Kiria contra el papel, escribiendo cartas, las cuales Aiki no sabía a quienes iban dirigidas. La albina era una chica callada, de catorce años, normalmente llevaba gafas pero ella se las quitaba en las prácticas, sino se le saltarían.

—Kiria. ¿A quién le escribes? —preguntó Aiki.

—A mi madre —replicó Kiria, sin voltearse a verlo.

Aiki se acercó a ella, con el fin de mantener contacto visual mientras hablaban.

—¿Dónde está ella?

—Ella vive en Nakyo —respondió con su típica voz suave y de tono bajo—, tuvo que mudarse ahí, y en ese momento me dejó a cargo del Coronel Ed; me dijo que le escribiese.

—Veo —contestó Aiki, quien se preguntaba dónde estaría. Normalmente cuando alguien le daba largas explicaciones, su cerebro se colgaba, pero al ser callada la chica, él pudo comprender su situación—, mis padres están muertos, así que no tengo familia.

—Nos tienes a nosotros —contestó Kiria.

Aiki se conmocionó.

3

El sol habría despertado a Aiki, quien esa vez se levantó temprano, y no necesitó del gallo de nadie. A juzgar por la paz que percibía en su cuarto —y en el pasillo—, adivinó sin ver que eran las nueve de la mañana, la hora del desayuno. Al abrir los ojos, se topó con el escritorio donde Kiria escribía, esta vez vacío. No había papel, sólo pluma remojada en el tintero vacío. Al parecer la muchacha ya envió al correo su carta, si es que Sonia no le había quitado la hoja, aunque, Aiki no creía que pudiese llegar a ser tan cruel, nada más podría llegar al límite de quitar el pan de las manos a su tropa cuando los pescaba comiendo fuera de horarios, para después repartirlo con sus amigas, Saiyu y Akane.

Al bajar, se encontró con un cuarto lleno de gente, era toda su tropa, y de invitados a los de Wekh y Zane. En las mesas podía ver ejemplares de Estatal News (ENN Paper) y Noticias de nuevo mundo (NNM Paper), ambos siendo opuestos en el sentido ideológico-político.

Estatal News rezaba: «El ejercito de Zane, Wekh y Skirmofe llegó para ayudarnos.»

Mientras que NNM: «El rey quiere atacar Nukt, aquel estado donde la paz y prosperidad recorre el ambiente.»

Nukt suele presumir ser un estado con igualdad de oportunidades a la gente, sin embargo, nunca nadie había visto que hay dentro, y nadie de dentro pretende explicar nada. Según el comité de la realeza mundial, la esperanza de vida en ese lugar es de cincuenta años nada más, y la comida es escasa. Normalmente, dependiendo de lo que algún pueblerino haga, puede llegar a terminar mutilado en pedacitos.

Sonia se encontraba hablando con una empleada del lugar, mientras jugaba con una copa, y en la mesa, Aiki encontró a Koichi, junto a un espacio vacío.

—¿Sonia está borracha? —preguntó Aiki a Koichi mientras se sentaba a su lado.

—No, me dijeron que a ella ningún veneno le afecta —contestó—, quizás tenga una extraña condición humana, la cual le beneficia de cierta forma.

Aiki sonrió.

—La verdad, creo que sería un hermoso poder —replicó Aiki—, no es muy cómodo andar vomitando la porquería que consumiste.

Koichi asintió.

«¡Mierda!, quizás si Sonia se pudiese emborrachar, sería más amigable»

Para el desayuno, el grupo de amigos recibió un café expreso con distintos panes, y aquello había levantado el ánimo del grupo para seguir en su expedición de vigilancia; había que estar más alerta que nunca, ya que, alguien en el pueblo podría ser un intruso. Aiki tenía una idea del peligro que llevaría que alguien del grupo llegue a serlo también, pero, era casi improbable, ya que la milicia estaba ya guiada y preparada, así que contaban el número de miembros a diario, cada vez que salían y cada vez que entraban a la posada. Entonces podría ser cualquier persona del pueblo sin duda.

Al salir, el primer pensamiento que tuvo Aiki fue el de buscar el susodicho caballo que Sonia le retó a encontrar. No querría ser el hazmerreir del grupo, sin duda alguna, así que, le preguntó a un hombre que pasaba si es que sabía dónde se encontraba el establo más cercano que no sea el del rey, alguno que venda caballos.

—Pueblo Hyan —contestó el hombre.

En ese momento, Aiki se dirigió junto a Koichi, siguiendo la trayectoria que el mapa le indicaba que debía seguir para llegar al pueblo. Todo iba bien, hasta que oyó un grito de una mujer, provenía desde la derecha, donde iniciaba el bosque, en los primeros árboles, los cuales estaban algo separados de este, se encontraba la mujer. Esta gritaba hacia la copa de un árbol, y al acercarse, Aiki oyó un maullido, al igual que Koichi.

—¿Pasa algo?

La mujer que estaba ahí parecía tener unos veinticuatro años, llevaba unas gafas redondas como las de Harry Potter, llevaba un bolso y junto a ella había un caballo. la chica se encontraba esta vez arrodillada en el suelo.

—Niños —dijo la mujer —, mi gato se ha trepado y ahora no puede bajar, ¡ayúdenme por favor!

Tanto Aiki como Koichi se comprometieron. El gato se encontraba en la cima, y montando en el caballo no alcanzaba a llegar, pero tampoco parados en él. El árbol era demasiado grande. Aiki también era algo enano, pero con el ingenio quizás podrían hacer algo.

—¿Idea? —preguntó Aiki a Koichi.

—Ninguna, en absoluto. —contestó Koichi.

Aiki en ese momento comenzó a agudizar su visión, pues tenían un gran bosque, y ahí habría muchas cosas que podrían ayudarlos, pero estaba prohibido entrar en él. Aiki no sabía qué cosas malas podría encontrarse dentro, así que no se arriesgó, y tuvo la idea de buscar por el lugar, de esa forma, ver si encontraba algo que pueda ser útil.

4

En la península del Lagartoide, Jynmk, se encontraba una gran instalación, una fortaleza conocida como "La fortaleza oscura", debido a que el único lugar con ventanas que tenía era el vestíbulo. Ahí normalmente se reunían los reyes de los estados del mundo, o en su mayoría, y algunos funcionarios de cada uno. Todos ellos formaron un club, El club de la oscuridad, debido al lugar donde realizaban su reunión. Ahí se encontraban tres reyes:

Ignacci, perteneciente a Wekh, Zeres perteneciente a Zane, Jeff perteneciente a Skirmofe. Los tres se habían sentado en un rincón de la sala.

—Gente —dijo Zeres— los de Adreu están intentando llevarse la parte de Nakyo.

Todos ahí comenzaron a susurrar, poco a poco el bullicio se fue atenuando hasta desaparecer.

—¡ESOS HIJOS DE PUTA! —replicó a gritos uno de los funcionarios de Wekh.

—Ya, calmense, tendremos todo controlado —dijo Ignacci.

Zeres levantó una copa de vino, y comenzó a beber. Todos los reyes hicieron lo mismo. El feudalismo había pasado en otra civilización, así que en el nuevo mundo, aunque los reyes no eran elegidos, sino que era hereditario, aún así, dejaban en algunos lugares la libertad de trabajo para cada persona, sin embargo en otros se usaba el «dame tus trabajos y te doy un lugar para vivir», algo así.

Zeres refunfuñó, y pronto dijo:

—Creo que tendríamos que evitar que ellos sigan avanzando, el nuevo feudalismo crea reyes corruptos y necios; que se lleven tu comida no es vivir feliz.

—No es vivir bien, es un robo, y baja la calidad de vida —dijo Jeff—, pongamos un ejemplo, Nukt, ¿Edad media?, cincuenta y tantos años.

—No es un ejemplo a seguir —recalcó Zeres.

Todos querían ahí demostrar el cómo sus ideas podrían dar a luz a cosas brillantes en un futuro, y que mejorarían la calidad de vida de los otros estados, pero, eran estados donde no podrían entrar. Era imposible totalmente seguir en esa situación. Entonces todos pactaron la guerra.

Los soldados de Zane se habían dividido poco antes de lo ocurrido con la espada, y un grupo de ellos iría a las tierras de Nayko, una pequeña isla en el norte de Soka, cerca de la nueva Antártida. El ejército de Adreu avanzaría poco a poco con sus tropas. Comenzó a asesinar a la gente del pueblo que no quería un "Nuevo régimen", su primera víctima fue un joven de quince años llamado Dean Newells. quien estaba comprando en una tienda, y a la salida fue tomado de los pelos por dos soldados de Andreu, y arrastrado con un caballo hasta su muerte. Poco después, el ejército oscuro penetró el sudeste del estado. Un soldado, apenas dentro, escuchó un grito:

—¡AYUDA!...

...

...

5

—No parece funcionar —dijo la mujer—, ¿Acaso no tienen una mejor idea¡

—No —dijo Aiki mientras le pegaba al árbol de un lado con su espada. Koichi le pegaba patadas del otro—, creo que se inclinó unos milímetros.

—Esto no está funcionando —repuso Koichi.

Aiki dejó de insistir, y se mantuvo en pié frente al árbol, mirando hacia la copa mientras se colocaba una mano en la frente, con intención de tapar el sol que tanto le llegaba al ojo. En ese momento, se dio cuenta de algo, podía intentar clavar la espada en el árbol, la de Koichi y dos dagas en el árbol, para, de ese modo, subir en forma de escalera, y luego trepar por las ramas hasta la copa. Normalmente es raro que un gato suba a tal lugar y no pueda bajar, pero había excepciones como esa.

Aiki, junto a Koichi, clavaron los instrumentos en el árbol, y Aiki comenzó a escalar. Él sabía escalar perfectamente ya que en su época robando comida tuvo que hacerlo con cercas, vallas y algunos árboles pequeños, aunque nunca en uno tan grande. Al llegar a las ramas, comenzó a escalar por ellas hasta llegar al gato. Un gato que parecía tener año y medio; y lo bajó, deslizándose hasta el suelo.

La mujer tomó el gato.

—Gracias chicos por la ayuda —dijo ella—, por cierto, me llamo Minato. —agregó.

—Quería hacerte una pregunta —dijo Aiki—, ¿conoces un lugar donde vendan caballos?

—Yo conozco uno, ahí compré a mi querido Terry. —replicó Minato—, ¿por?.

—Es que desde la milicia nos ordenaron comprarlos.

Minato puso un rostro dudoso, acariciándose el mentón con los dedos

—¿No eres muy niño para estar en la milicia? —dijo Minato

—¿Acaso nos ves caras de niños? —preguntó Aiki—, dieciséis y diecisiete, respectivamente.

—Creía que el mismo departamento entregaba los caballos —contestó—, bueno, entonces suban

El camino era largo, mientras Minato llevaba a los jóvenes hacia el tercer pueblo de Norkele, Pueblo Naranja. Un ambiente otoñal irrumpía en ellos, mientras se acercaban por medio de las carreteras. Terry relinchaba mientras los tres seguían andando.

—Llegamos —dijo Minato, y desmontaron el caballo.

Al entrar, Aiki pasó por una entrada enorme, la cual no tenía puerta, y era supuestamente para que los caballos puedan pasar. Aiki saludó al vendedor.

—¡Hola señor!

—¡Hola muchacho! —dijo el hombre—, ¿Qué puedo ofrecerte?

—Un caballo señor. —replicó Aiki.

Aiki no sabía mucho sobre las razas de los caballos, y no tenía ni idea, pero cuando le dijo que "el menos caro", el vendedor contestó.

—Sale mil monedas de oro.

Aiki no podía comprarlo porque sólo le daban cinco por cada trabajo.

—Paso más tarde, gracias. —mintió Aiki—, muchas gracias señor.

En el momento se marchó.

Al salir, Minato se encontraba tras Koichi, quienes esperaban que Aiki dijese algo, pero este calló por un rato, hasta que dijo:

—Está muy caro.

Aiki no podía conseguir lo que necesitaba para evitar ser expulsado de su tropa, así que no se le ocurría nada más que trabajar demasiado. Era imposible conseguir tanto oro en menos de un mes pero él sabía que era la única opción que tenía ante los sucesos, y ante aquella situación en concreto. Sería eso, o renunciar.

—Creo que vamos a buscar un trabajo.

—¿Cuánto te pidieron? —preguntó Minato.

—Mil monedas.

Hasta Minato sabía la locura que conllevaría conseguir todo eso en semanas, sin embargo, ella trabajaba en una oficina de correos, y creía que si Aiki trabajaba en doble turno ahí, entonces podría llegar a conseguirlo.

—Aiki —dijo Minato—, ¿Quieres trabajar conmigo?

Aiki asintió, y Koichi pidió entrar también.

6

Instalaciones de la O.S.M: Sur de Pangea, emergencia.

—El ataque a Sur por parte de Norte es inminente — dijo Thomas Lewis— Ustedes que son parte de la construcción y el manejo de la gran máquina, deben de ayudar a reforzar la seguridad antes que la desactiven los de Norte.

Ambos asintieron, y se pusieron en marcha. Tanto Chelle como Karl sabían que se iba a armar una grande en cualquier momento, pues, Norte obtuvo el control total de su parte, y querían que toda Pangea pertenezca al gran Nicolas Cher, el gobernante de su estado. La gran máquina amenazaba con evitar que el método ideológico de Cher siga por expanderse, y podía causar que en ese preciso momento Pangea sea unificada nuevamente en un Nuevo Orden Mundial del lado Sur. La intención de todo eso, era volver a ver la luz del sol nuevamente, y que las metrópolis no se encuentren ya bajo la tierra, sino que estaría en la superficie, sin radiación ni nada que cause ningún problema a la hora de vivir con normalidad.

Los humanos del subterraneo se habían vuelto totalmente pálidos, y lentos para todo trabajo que indique motricidad, pero muy rápidos para las matemáticas. La falta de luz solar, había hecho, aparte, que ellos tengan nuevos problemas de salud, ya que no habían logrado alcanzar la misión "Homodeus", donde la humanidad alcanzaría la inmortalidad, la cual se estaba buscando desde antes de la gran guerra de Pangea. Karl y Chelle se estaban preocupando en ese entonces, puesto a que ese podría significar el fin de la humanidad. Al haber arrasado con toda la superficie, si se intoxica el interior de la tierra, no quedaría zona para vivir.

La guerra inminente es algo que podía pasar, y, en resumen, causaría el Caos.

Karl se puso frente a la máquina, y Chelle tras ella. Ambos comenzaron a construir un sistema que evitaba que el tráfico externo se interiorice, y de esa forma, se desviarían las señales enemigas. En dos semanas, ya tuvieron todo terminado.

Para festejar el hecho, ambos entraron a un restaurante bajo la colina. Ordenaron la cena, y se pusieron a comer.

—Oye, Karl, ¿Crees que Norte quiera entrar en conflicto con nosotros? —preguntó Chelle.

—Bueno... —dijo Karl—, supongo que si se enteraron de la máquina, no les gustará, ya que a Nico le gusta el poder y el gobernar bajo la tierra, de esa forma, al pueblo se le limita más las posibilidades, y él se quedaría ahí, con todo lo que ellos tienen. Al no salir, es más difícil hallar recursos, y en Norte no hay buscadores (gente que sale a la superficie a buscar recursos).

Chelle carraspeó.

—Han matado de hambre a los buscadores, ellos ya se buscaron otro oficio. —afirmó Chelle.

—efectivamente, Chelle.

Ambos comenzaron a comer bocados de carne, hasta terminar el plato. Pagaron y se fueron.

Caminaron un buen rato por el centro, mientras que por encima de ellos, muchos tubos transportaban tipos de tranvías y los edificios se movían —cada uno de los departamentos podían trasladarse a otros edificios, ya que estaban sostenidos por una base central y el resto automatizado—

Posteriormente, Karl había retornado a su hogar, las lámparas estaban encendidas, e iluminaban la puerta de ingreso. Chelle le saludó y se marchó.

7

El descontento de Aiki había seguido cuando ocurrió, él tenía un horario de trabajo ese mismo día, pero lo habían llamado para un entrenamiento en el monte Sonuk, en el centro de Norkele. Sonia contaba de manera casi mágica la distancia que recorrían los corredores, mientras Aiki lamentaba no poder ir a trabajar. Se sentía obligado a asumir sus tareas, pero también necesitaba lo que Sonia le habría pedido.

Al dejar el entrenamiento a un lado, Aiki tuvo que ir a avisarle a Minato que no podría ir a trabajar algunos días, sin embargo, ella investigó.

—Aiki, sé donde puedes conseguir caballos aquí. —dijo Minato.

Aiki miró fijamente a Minato, esperando encontrar la respuesta a su duda.

—Debes de ir al bosque central —reveló—, aunque no sé qué tan seguro sea.

—Yo creo que si nos preparamos, podemos ir, ¿Sabes algo de ahí, Minato? —inquirió Aiki.

—No, sólo un poco —repuso Minato—, aunque podría sacar un libro de la biblioteca y averiguar qué se encuentra tras ello.

Entonces Minato llevó a Aiki a la biblioteca central de Norkele. El edificio parecía un palacio para lo que era el resto, y a pesar de que en el centro los edificios eran más modernos que en los poblados menores. Al entrar, Aiki sintió el sonido del silencio entrar a sus oídos, un pitido, el cual al estar acostumbrado al ruido, le ensordecía. Por dentro, era parecido a una cabaña de madera.

—Parece viejísimo. —dijo Aiki.

—Lo es —contestó Minato—, tiene como cien años, uno de los edificios más antiguos del estado.

—Se nota —replicó—, pero aún así parece bien cuidado, aunque la madera parece vieja, no hay ni una tela de araña.

—No —declaró Minato—, eso se debe a que normalmente hay personal limpiando, y el edificio fue pasado de generación a generación.

Aiki miró fijamente a Minato, y ella esbozó una sonrisa, la cual se dibujó en su cara. El chico comenzó a buscar el libro junto a la chica, hasta que la chica encontró uno que podría funcionar. «La guia del bosque: Descubrimientos de un lugar misterioso – Lily Palitz» una escritora sobre investigaciones en la cual, el primer capítulo decía: «Hasta ahora no se ha descubierto todo lo que se puede encontrar en el bosque, ya que normalmente quien se adentra muy profundo en este, termina saliendo, algo les impide continuar.», y Aiki se dio cuenta que no podía averiguarlo. Debía ir con un conocimiento limitado, y batallar frente a frente con lo que se encuentre.

Al día siguiente, Aiki había despertado, y después del desayuno, corrió directamente para el bosque por un camino llamado "Camino verde", dirigiéndose hacia el bosque, cuando de pronto, un cuerpo se le interpuso de frente.

—¿Dónde crees que vas, chiquillo? —dijo Sonia—, ¿No sabes que ese lugar aún está inexplorado?, es peligroso.

—Sonia, yo voy a ir ahí, a buscar lo que te prometí que tendría —declaró Aiki—, nadie me lo impedirá. —agregó y se hizo paso rodeándola.

«Pobre chico —pensó Sonia—, no va a llegar muy lejos ahí mismo»

Y tenía razón, pero no exactamente porque algo malo lo esperase dentro. Minato estaba en la salida, esperándole.

—¡Minato! —gritó Aiki mientras corría hacia ella—, estoy listo.

En ese preciso instante, algo salió del bosque, era un caballo, un purasangre de Norkele.

Aiki quedó anonadado por la casualidad, sin embargo, intentó domar al caballo, que al principio costó, pero al final se dejó. Su nombre sería Serife.

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