18. Efímeros Recuerdos

Nore aguantó hasta llegar a su casa. Saludó a su mamá y a Vetle con sonrisas, abrazos y bromas. Ella no quiso hacer lo mismo con su abuela, le era difícil engañarla.

Decidió ignorar todo. Al menos todo lo que sentía.

Su papá ya la había regañado lo suficiente por inasistencias en sus entrenamientos. ¿Cómo podía justificar eso?

Solía disfrutar y dar lo mejor de si, pero dejó que fuera su memoria muscular y no su corazón quién trabajara en cada movimiento ese día.

Luego fue con Vetle, era muy exigente con  las coreografías para la Ceremonia De Las Debutantes. Habían mantenido en secreto lo que había pasado en la ceremonia anterior, pero esa ceremonia era grabada en vivo.

Finalmente, Vetle le entregó un listado de los temas del próximo semestre universitario. Una de las cosas que necesita una Marinera eran las Ciencias Políticas. A Nore no le fascinaban esas temáticas, más que nada por los conflictos.

Sus finales favoritos no estaban en los libros de historia, aunque dudaba que fueran los verdaderos después de una revelación, estaban en historias fantásticas e infantiles. Se imaginaba que en algún momento le pasaría algo épico, tendría la experiencia y luego viviría feliz.

–¿Es todo?– Preguntó Nore con ironía al ver el contenido de sus próximas lecturas.

–Es cultura general, todo lo que una Dama De Ztalan debería saber. Es un gran honor que el continente te considere digna, Nore. Aunque no eres mi definición de dama de corte.

–Uh, gracias.

–¿Tienes algo para el ensayo de talento?

Nore lo pensó, o fingió pensarlo. En ese momento el mantel de la mesa había sido convertido en su objeto de distracción mientras Vetle hablaba de lo honorable que era todo.

–¡Nymeria!

–¿Qué?

–¿Vas a tocar el piano o no?

–¿El piano?

–Sabes que las damas de esta región se distinguen por habilidades sencillas y humildes. Sus categorías se definen por lo que transmiten. En este caso tú tienes una buena voz y como no te veo bailando, escribiendo, modelando, interpretando roles o realizando alguna rutina rítmica.

–Pero si solo hay esas opciones, podría hacer más.

–No lo elijo yo, cariño.

–Sí lo haces.

–No puede ser– murmuró Vetle–, pero qué niña. Mejor apresúrate porque dentro de poco tendrás que ir a realizar tus entrevistas. No puedes quedar descalificada.

–Tú me descalificarías si pudieras.

–Puedo pero me cae bien tu madre. Además, no eres la primera en la lista. Aunque ganadora no serás.

Nore suspiró, exhausta.

Le gustaba la idea de tocar música pero el piano no era su fuerte. Lo más seguro era que le escogería la melodía y daría una clase de historia de músicos antigüos y corregiría los discursos de Nore, si tenía uno o dos para ese momento.

El programa era conocido como MissGossip, dónde hablaban de temas públicos diversos y dónde las opiniones del continente subían y bajaban de acuerdo a lo que la presentara Luckhy Flicker. Un hombre extravagante con trajes coloridos y siempre un distintivo moño en el cuello y un bigote.

–¡Buenos días, doncellas!– Exclamó el hombre con su notoria voz–. ¡Y bienvenidos Ztalan!

Nore se perdió del discurso y todas las palabras del hombre al desear desaparecer. Se preguntaba si en algún momento eso daría frutos. Antes, cuando Leanne y Nore eran pequeñas, pensaban que sería divertido participar pero en ese momento ella habría querido hacer algo "productivo". ¿Y si era divertido pero por hacerlo perdía el tiempo? ¿Y si fallaba por estar ocupada en eso?

Ella miró a las cámaras y luego a la multitud.

El programa era televisado a todo Ztalan y enfocaba el escenario alto piso de mármol oscuro en cuyo centro se encontraba una mesa ovalada grande frente a las dos sillas blancas. En el fondo, habían tres escalones que hacían una forma de U en dirección al público donde las veinticuatro doncellas principales del debut estaban sentadas en otras sillas blancas del mismo diseño, dando la espalda a la gran pantalla tras el escenario y miraban directamente al público presente.

Las preguntas solían ser muy personales, hasta cierto punto, o muy triviales. Si no hablaban de ellas mismas eran cosas de cultura general o hechos de los últimos días o meses.

–Bueno, Nymeria Frackt– le sonrió Luckhy un poco inclinado sobre la silla como si estuvieran compartiendo un secreto–, ¿O debería decir Comandante De La Marina Coatzacoalcos Frackt? Cuéntanos un poco de tí, ¿Alguna experiencia inusual, mi lady? ¿O ya estás cerca de ser comandante?

Nymeria le ofreció una sonrisa solida, difícil de deducir lo falsa que era, y se inclinó también.

–Las sorpresas que se cuentan no son sorpresa– le dijo.

Se volvió a incorporar para dirigir la mirada a la cámara con la sonrisa matando sus mejillas.

–Todo lo que pase con mi equipo, se queda con nosotros. Sólo podemos asegurar la seguridad de este hermoso reino, apesar de no contar con enemigos.

–¡Por supuesto que sí, amigos!– Exclamó el hombre con entusiasmo–. ¡No olviden que reino en manos de damas no peligra sin enemigos!– A Nore le tembló la sonrisa–. ¡Denos una pausa y enseguida volvemos!

El coro feliz del público siguió, pero Nore ya tenía un nudo en el estómago. ¿Arriesgaba su imagen eso? ¿La veían como menos?

Mantuvo el prototipo de lo que se esperaba de una dama de corte en la pantalla, esperando que también le dejara entrar en el de marinera más tarde. ¿Cuántos prototipos más la encerrarían hasta no respirar?

Miró a Verena, quién no lucía como alguien con percances en ningún momento. Quizá era el resultado de ser talentosa.

Ella se percató de su mirada y se la devolvió con una de aburrimiento.

–¿Pasa algo?

–No– contestó Nore seria–, pero quiero saber más del tema.

A Leanne no le pasó desapercibido que ambas fueran a un espacio íntimo en el que nadie escuchaba, pero se había entretenido con dos de las chicas que no la dejarían ir.

–¿Qué quieres saber?– Preguntó Verena.

–¿Cómo se hace la regresión y qué veré?

–Bueno, hay que ir al volcán.

A Nore se le congeló la sangre al pensar en ese horrible lugar, pero otra voz sonó tras ella.

–El volcán es un teatro– dijo Kenna, una bruja de estrato medio que había conseguido participar como debutante por su encanto sublime–, nunca tendrá el mismo escenario y lo que tú viste será diferente a lo que verán estando las dos. Es probable que se haya adaptado a tu mente en ese momento para crear algo parecido a pesadilla.

–Entonces será una pesadilla compartida– dijo al mirar a Verena.

Verena se encogió de hombros mientras Kenna  enroscaba sus ondas pelirrojas pronunciadas en su cabello.

–Es otra magia– explicó la chica, aún concentrada en su cabello–, por así decirle. Tiene vida propia y elige al gusto, pero tiene una conexión, un lazo entre si mismo y nosotras y nuestro mundo.

A ambas les pesaban las máscaras serias y sin expresión, pero no concideraban dejarlas de lado.

–¿Y qué pasará en el volcán?

–Tu energía se conectará a la de él y con tu sangre alineará el tiempo– respondió La Matriarca–. Apesar de los años, hay fragmentos de la sangre de los gemelos y de Elysian en tí y todos sus descendientes. Tendrías que verlos.

–¿O sea que la conoceré?

–Sí y no. Es como si vieras en una pantalla o como si fueras un fantasma, no podrías cambiar los hechos pero estarías presentes en ellos. En algún momento, la maldición debe decir o responder a algo. Irá al origen de la energía vital que podríamos utilizar. Eso necesita más tiempo para explicarse.

–De acuerdo.

Se miraron incómodas durante unos segundos pero luego retiraron las miradas e hicieron como si la otra no existiera hasta que terminó el show y tuvieron que salir del lugar.

–¿Qué pasa?– Le preguntó Leanne acercándose a Nore.

–¿Uh? Ah, no nada. Una estupidez.

–¿Qué estupidez?– Bajaron los escalones.

Nore no pudo concentrarse mucho debido a que habían muchas cámaras de paparazzis tomando fotos, sobre todo a Verena y Kenna quienes llamaban más la atención, aunque era obvio que Kenna lo gozaba más.

–Ahora no– le dijo Nore.

¿Qué decía eso de ella? Sí, era una dama de la corte pero ¿Le convendría que la vieran como una dama?

La pregunta sonaba mal, pero no por si misma, por los estereotipos tras ella. ¿Y si se veía muy femenina como para ensuciarse las manos? ¿Y si la creían tonta?

Dudo en si este tipo de diversiones la ayudarían a dar una imagen. Tal vez debería reservarse sus gustos, nunca había faltado un macho primitivo para querer humillarla.

La primera vez en el campamento de verano Crystal Lake fue horrible. Había llegado después de la experiencia de dos maravillosos veranos en el campamento Matakwa, pero el Crystal Lake no tenía juegos, actividades manuales, fogatas para cantar, contar historias, deportes a preferencia... Era algo al estilo militar.

Los despertaban a las cuatro de la mañana y todos tenían hasta las cinco para salir a desayunar porqué después de cinco y media no lo harían y, si no habías terminado tu comida en esa media hora, te la quitaban. A las seis hacían una caminata por orden de lista hasta las ocho de la mañana, luego hacían ejercicios, limpieza o leían un libro, pero sólo permitían los que tenían en el campamento. Después del almuerzo, hacían entrenamientos duros, demasiados, y si no te insultaban.

Eso era lo que más recordaba Nore, era la tonta del lugar por ser la menor. Ella había esperado por divertirse y su deseo infantil la había llevado a regaños, horas extra de limpieza y noches en una cabaña apartada con sólo un colchón viejo y una mesa pequeña como castigo. Después de ir, había aprendido a exigirle a su cuerpo cordinación en cada movimiento para tener más destreza y fuerza. No iba a quedar al final de una pirámide de campistas después de ese verano.

–Ven conmigo– le susurró Leanne.

Nore se aseguró de mantener su figura; espalda recta, hombros atrás, barbilla arriba, pasos firmes y una mirada tranquila, pero atenta mientras caminaba con Leanne y sus escoltas, no sin hacerle una seña a los dos escoltas de ella para indicar que se iba con su amiga, quien disfrutaba la atención de las cámaras. 

Una vez en la limusina, Leanne se acercó a preguntarle.

–¿Segura que no es nada?

Ya adentro, Nore cogió de las galletas que tenía en los puestos del vehículo.

–¿No te molestó?

–No, Lennie, sólo hablamos un rato. Ninguna de las dos nos interesamos por la otra, solo es malhumorada.

Leanne frunció el ceño, poco convencida. Si había insultado a su mejor amiga, podría jurar por su vida que lo pagaría. Pero dejó pasar esa ocasión.

Decidió concentrarse en participar en la ceremonia del debut, aunque ella lo tenía todo ganado por ser la princesa. Si no estaba emocionada contándole a todo aquel que la pueda escuchar, estaba pintando los cuadros que Arsène le había regalado en una pequeña propiedad privada cerca de la piscina de su palacio, dónde a veces solía ir con él.

Él siempre le pedía permiso, pues era el único lugar donde Leanne guardaba las cosas que más amaba y todo era muy privado. Sobretodo la galería que había hecho en los pisos superiores con marcos manchados, pisos sucios y varios intentos de recrear la mirada de Arsène. Se había obsesionado con pintarla, pero no podía. No llegaba a capturarla.

Y no era el único, también tenía pinturas de recuerdos con Nore y Darius, de forma individual y en conjunto.

Pero la mala idea vendría después, en una de las malditas reuniones de la corte. Tenía entendido que esa vez sólo sería la corte del rey y no la de los países, por lo que no habrían otros jóvenes en otras habitaciones o con ellos. Parecía que se trataba de la situación con las aves y el ataque, que no se había dado a conocer.

Se dijo que las muertes fueron a causa de diversas razones, incluso modificaron fechas de muerte y a algunos les crearon enfermedades. Todo era modificado para crear accidentes previos o próximos al evento de las Debutantes, con el cual de esperaba distraer a la gente para que las muertes tuvieran menos impacto.

Ahí en la sala del palacio real, Leanne aún tenía miedo por lo sucedido en la Torre De Dhimbje, no supo porqué harían una reunión allá, pero fue horrible. Sin embargo, aprovecharon ese ataque para anunciar algunas muertes.

Los Herederos se juntarían en la Sala Del Sagrado que una vez fue un museo propio que hizo uno de sus ancestros para mostrarle todos los tesoros a su esposa, los heredados y los que hicieron de parte de él para ella. Una habitación cuadrada de madera pulida y brillante con vitrinas de objetos reales valorados en miles de marcos de oro, sólo para su consorte, un estante alargado bajo un espejo rectangular que ocupaba gran parte de la habitación hasta el ventanal amplio sobre un pequeño espacio con colchón para sentarse al menos dos personas y tres mesas hermosas cubiertas de piedras preciosas auténticas de forma elegante.

Al fondo de la habitación, una hermosa pared de de piedras pulidas con una chimenea apagada.

–¿Al final cuándo llegará Darius?– Preguntó Nore sentada en el espacio del ventanal mirando hacia el volcán con un dije entre manos.

–A mí me dijo que había tenido un percance con su mamá– dijo Arsène moviendo su caballo para eliminar la torre de Leanne–. Pero su papá ya llegó.

–Creía que Darius era mayor como para elegir sobre la custodia– comentó Leanne antes de mover un peón.

–Sí, pero Achlys quiso hablar con él.

–No es muy justo lo que le hace a su mamá– dijo Nero–, o sea, es su madre. Lo que haya pasado entre el matrimonio de sus padres y el señor Asher no es su asunto. Ni tampoco culpa de Seth, me da hasta pena.

–Es que Achlys también quiere a Seth– le recordó Arsène–, creo que eso lo pone celoso. Digo, cree que engañó a su papá y lo reemplazó y ahora van a reemplazarlo a él.

–Pero Darius no colabora– interrumpió Leanne–. Se aleja por completo de su madre. Tal vez no sea que lo reemplace, pero tampoco puede esperar que Achlys sea grosera con Seth ni nada. Es... muy linda, quitando el tema por el que Darius no la soporta.

–Seth nació antes de la ruptura de sus padres– le recordó Nero–, mucho antes, no tendría que meterse con él. No se presentó ni cuando...– hizo una pausa– su hermano...

Cortaron la conversación.

Después del divorcio turbulento, Darius se olvidó de su mamá, aunque esta hasta le rogara por hablar.

Llegó un momento en el que ella se presentó sin avisar con el vientre hinchado y unos cuantos meses de gestación. Darius no se lo tomó nada bien, pero poco sabía de que Achlys tenía problemas en el útero que la llevaron hasta la anemia después de perder al niño o niña. Fue Asher quién le habló, ya que la falta de comunicación por parte de Darius no había hecho que se enterara.

Le dió la opción de ir a su casa un fin de semana o cualquier día, siempre que no le dijera nada malo a su esposa. Darius sólo habló con ella dos veces sobre eso y sólo se lo contó a Arsène.

–Buenos días– saludó Verena abriendo las puertas.

Leanne notó que Nero se tensó en alerta y cerró el puño para ocultar el dije con el que antes jugaba.

–Buenos días– le dijo Arsène con educación.

–Buenos días– dijeron Nero y Leanne, la primera apenas murmuró y la segunda fastidiada.

Verena miró a Nero de forma privada y esta se encogió y volvió a mirar a la ventana. Leanne no sabía qué pasaba, pero ya era molesta de por sí, sólo le faltaba una razón para ser molesta también.

–¡Darius!– Gritaron.

Todos miraron en dirección a la puerta al escuchar la voz de una mujer, pero Darius llegó enojado como respuesta a sus preguntas al abrirla y luego cerrarsela a Seth en el rostro.

Los cuatro juntaron miradas al ver a los hermanastros cuando Seth abrió y dejó sus cosas en la repisa bajo el espejo, al lado de donde Verena se acomodaba en una silla.

–Buenos días, Verena– la saludó Seth molesto, pero educado, recogiendo dos libretas, un libro y una cartuchera de su mochila.

–Buenos días.

–¡¿Te vas a largar o no?!– Le gritó Darius al chico.

Seth ya estaba rojo de rabia o vergüenza, Verena no supo por qué ocultaba su rostro a cada momento, pero empatizó con él. Su hermanastro era más que impertinente con su trato al niño, quien se apresuró para salir a la puerta antes de que recibiera otro insulto.

Verena miró a Darius con rabia por la reacción del niño.

–¡¿Qué?!– Le espetó.

–Darius– le murmuró Nymeria quien era muy consciente de los poderes de Verena.

–¡Si no te gusta esto te puedes ir, Eileithya!– Siguió Darius–. Tampoco haces falta.

–Darius– susurró Nore, tensa.

–Como tu futuro rol en este continente– respondió Verena dejando en la repisa una libreta y levantándose–. Recuerda, ni Seth ni yo somos reemplazables como tú.

Todos se tensaron cuando pronunció la palabra reemplazable, por qué todo el reino era consciente de la delicadeza de la línea entre los Alistair y Reinhold que esa palabra podía llegar a destruir.

–O como tú papá– añadió Verena abriendo la puerta.

Sonrió después de cerrarla, consciente del efecto que tendría en Darius, pero se lo merecía. Luego volvió a controlar su expresión hasta que encontró a la señora Achlys.

–Buenas– la saludó con una sonrisa–, ¿Ha visto a Seth?

La mujer asintió un poco nerviosa.

–Está entre algunos de los pasillos de la izquierda. Lamento la escena que acabas de ver.

–No se preocupe.

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«¡Es una maldita!», pensaba Leanne.

Se levantó con rabia de la mesa, al observar la furia latente en el rostro de Darius cuando Nero y Arsène se incorporaron.

–Eh– la llamó Arsène–, eh, no hay que darle gusto– y luego miró a Darius–. Ni razones.

–¡¿Yo tengo la culpa de lo desgraciada que es?!

–¡No, pero la corriste!– Le recordó Nore.

–¡Sólo su papá la quiere, Nero!– Exclamó Leanne caminando.

–¡Ey!– La llamó Arsène otra vez y vió a Leanne dirigirse a la puerta–. ¿A dónde?

–Quiero tomar agua, tal vez un té.

–Entonces, mejor que Arsène y yo vayamos– propuso Nero–, ustedes están molestos. Y tanto Seth como Verena son tan capaces como ustedes de responder.

–Soy princesa, Nymeria– le recordó Leanne a su amiga–. La ley me exime de cualquier delito por ser heredera legítima de este reino.

Nore tragó saliva, pero no quitó el nudo en su garganta.

–Ya regresamos.

Salieron de la sala y Darius y Leanne quedaron sentados como dos niños regañados.

–¿Qué pasó contigo?– Le preguntó Leanne.

Darius pasó la mano por el pelo de mechas rubias y enfocó la mirada de dos colores en la castaña princesa.

–Asher le va a dar el título de heredero a Seth.

–¿Y por qué te afecta? Si podemos echar a un lado a Verena podemos con Seth. Es menor y no será como en secundaria que nos culpaban por cada pequeña broma a Verena.

–Seth tiene catorce, la única persona que es considerada heredera desde antes de los dieciocho eres tú por ser la Heredera Del Trono. El resto recibimos el título con la mayoría de edad, yo sólo llevo dos años en esto y viene Seth y lo obtiene todo rápido.

–Qué injusto...

Leanne movió la mirada hacia las cosas de ambos blancos listos para ser disparados.

–Vamos a ver qué bromita podemos hacer– se levantó de la mesa–. Tienen mascotas, pueden creer que la tarea se la comió el sabueso.

Leanne vió notas sueltas en la mochila de Seth. Nada interesante, dibujos, exámenes, talleres...

–¿No decías que tu hermanito– Darius la asesinó con la mirada– era muy aplicado? Aquí hay un seis de diez, un siete, seis puntos tres...

–No parece muy interesante, Leanne. Todos nos equivocamos. A tí te pagaron las cosas por pasar.

–Neh...– Miró las cosas de Verena–. Golfa pero organizada.

Abrió una libreta pequeña del tamaño de un diario con poco más que unas fotos de una lechuza blanca, paisajes montañosos, flores, notas al azar. Cerró la libreta. Solo eran cosas bobas; bálsamo labial, cremas, colonia, lima, esmaltes, lapiceros, lápices, dos libretas más de notas escolares o de cosas por hacer...

Y un diario azulado en la repisa.

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Astraea Delythena primavera de 49,980

Me gustaría poder mostrarte lo hermosa que eras de pequeña. Tienes las mejillas más rosaditas y bonitas que he visto y no me canso de peinar tu cabello. Creo que tu papá está más encantado que yo con que sea rubio.

Siempre que veo un accesorio no hace falta que lo piense mucho para que tu papá ya lo esté comprando. Se ha vuelto loco por ti y por comprarte todo lo que veas.

Aunque tú también estás encantada de ir a nuestra habitación en las noches y jugar con él. Creo que tal vez serías hermana mayor si no estuvieras tanto tiempo jugando con él. Pero me encanta conservar esa imagen, hija, eres hermosa. Y no me canso de presumirte.

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–¿Y eso?– Le preguntó Darius a Leanne.

–El diario de la mamá de Verena.

La expresión en el rostro de su amigo cambió.

–Oye, bromas son bromas, pero la memoria es sagrada.

–Ay, por favor, Darius. Es Verena, no se cae bien ni a si misma.

–Leanne.

–Orden de un té de manzanilla, menta, té de hibisco y agua común– anunció Nore dejando las cosas en su lugar y tomando el agua de hibisco–. ¿Leanne, y esa libreta?

–Espera...– dijo al fruncir el ceño.

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No lo entiendo, si te soy sincera. Aún no me creo las palabras de Valencia.

Jamás le menciones esto a nadie, pero Valencia le dijo que Cateline iba a fingir cualquier cosa para no tener un bebé. Aunque Mallory, según parece, tiene problemitas en ya sabes qué partes, sólo espero que leas esto en la edad apropiada para entenderlo.

Pero sí, también habían pensado en elegir una sirvienta parecida a Cateline y fingir el nacimiento de la niña. Pero ya es tarde. Ya viene la niña y no sé cómo Cateline la puede repudiar tanto. Te miro a ti y no veo manera de pensarte de forma mala.

Solo pienso en consentirte y jugar contigo a las bailarinas. Me encanta verte dar tus vueltitas, aunque aún no te salgan bien. Eres muy tierna y hermosa.

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El sonido de la puerta interrumpió la lectura de Leanne y le provocó un respingo que la hizo gritar:

–¡Maldito, idiota, Seth! ¡Primero se toca!

Seth había retrocedido cuando notó sus cosas desordenadas y se molestó, con justa razón.

–¡No vengas a hablar tú de educación!

–¡No me tutees!

Arsène y Nore quedaron confundidos pero no fue difícil sacar la conclusión de lo necios que eran sus amigos al ver las cosas de Verena y de Seth.

–Oigan– intentó decir Arsène dejando de lado su agua.

–¡No me levantes la voz!

–¡Seth!– Le llamó Darius.

–¡Vete a joder a otro lado! ¡Yo ya no te soporto, bruto!

Leanne quedó más enfadada que antes al ver las palabras a continuación. Todo era el amor hacia Verena y algunas cosas que mencionaban a la mamá de Nero, pero de la suya hablaba horrible. Como la peor persona que no quiere a su hija mientras Astraea hablaba hasta por los codos de la suya.

¿Qué recordaba Leanne de eso? Todo.

Había visto a Verena recibir más atención siendo nadie que ella que es una princesa. Era la prioridad. Debería ser la prioridad, pero según la perra de Astraea no la quería nadie.

Quiso quemar el diario.

–Hija de...– empezó Leanne.

–¿Qué estás leyendo?– Le preguntó Nero.

La puta de Astraea no solo había dicho lo poco que su mamá la quería, también lo puta que era al estar con los guardias. ¡Debía estar mintiendo! ¡Todas!

–Ahora sí va a ver– murmuró.

–¡Cálmense los dos!– Les gritó Nero a Darius y a Seth, que ya habían llegado a los gritos y a acercarse.

–¿Tienen un fósforo?– Les preguntó Leanne.

Darius quedó helado.

–Leanne, no seas tan basta.

Nore y Arsène arquearon la ceja y miraron en dirección a Leanne.

Pero ella ya estaba saliendo y se dirigía a la cocina o a cualquier lugar donde alguien pudiera darle algo para destrozar ese diario.

Terminó cruzándose con la mirada de la dueña, quién leía una historia hasta que se percató de qué tenía Leanne en sus manos y no pudo disimular la intriga y el nervio.

–¡¿A dónde vas con eso?!– Exclamó Verena incorporándose para acercarse a Leanne.

Ella, junto con Arsène, Nero, Darius y Seth, habían seguido a la princesa hasta la cocina, llena de al menos cinco personas.

–¡Leanne, dámelo!

–¡No vengas con que yo soy la hija de puta cuando tú mamá escribió estás cosas!– Le sacudió el diario en el rostro.

Estaba frustrada. Frustrada y mal porqué una parte de ella creía en esas palabras.

–¡Eres una intrusa!– Le espetó Verena–. ¡Dame ese diario de una vez!– Extendió la mano.

–¡¿Qué haces con él?! ¡¿Eh?! Para cuándo ya no esté  y me extrañes, raro para una mujer que murió junto con su familia en un incendio.

Nore sintió un escalofrío. Si Astraea había predicho su muerte a pesar de su enfermedad, ¿Cómo explicar el incendio dónde murió toda su familia?

El aquelarre controlaba los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego.

Tanto los trabajadores del palacio y Los Herederos observaban estupefactos la conversación entre ambas.

–¿Tanta envidia te da? A tí te querían abor...– La cachetada de Leanne sonó en la mejilla de Verena.

El cabello rubio cubrió el rostro de la bruja, quién miró a la princesa de Ztalan, gozosa de lo ignorante que era ante su poder e inteligencia con una máscara fría y sonrisa perversa.

Si Verena pudo ser capaz de guardar lo sucedido con su mamá y el resto de su familia...

Nore quiso desaparecer del lugar, pero no podía apartar la mirada de ambas chicas.

–¿No soportas que todos sean buenos en algo menos tú?– Le preguntó la voz tranquila de Verena, quien sintió un cosquilleo que le erizó la piel–. Fallaste en lo más mínimo y básico que es que te quiera tu madre

Leanne sintió sus ojos húmedos, pero parpadeó y cogió páginas enteras para arrancarlas del diario enfrente de todos, que ya no eran sólo diez personas, eran más atraídas por el escándalo.

–Leanne...– jadeó Nore con miedo a La Matriarca.

Verena quedó tiesa, no parecía respirar ni estar atenta a nada. Sólo tenía la mirada perdida en el punto en el que había estado el diario de su madre completo e intacto, no había visto más que eso, aunque Leanne no había parado de destrozar las hojas.

–¿Quieres volver a decirle algo a tu reina?

Verena le devolvió la mirada, por primera vez muda ante todos y Leanne le sonrió al poner lo que quedaba en el horno de piedra encendido.

–¡Pero...!– Exclamó una criada al ver con qué había terminado el almuerzo que había pasado tiempo preparando–. Por el Padre...

Todos miraron a Leanne como si fuera un monstruo, a diferencia de Verena que no miraba a nada. Leanne casi tembló ante las miradas, y eso le encantó a Verena lo suficiente para imaginar cómo reaccionaría con miles de personas juzgando como era en realidad ñ

–N-nadie vió nada– dijo Nore mirándolos a todos con voz firme y rostro serio–. Nada. El pollo o lo que sea se quemó y ya está, nosotros sólo sentimos el olor, pero ni entramos a la cocina. No pasó nada.

No pasó nada. No pasó nada. No pasó nada

Las voces de la cabeza de Verena sonaban con esas mismas palabras siempre y lo habían hecho desde su infancia. Como si nada fuera algo en lo absoluto.

Como si la memoria de su mamá se hubiera desvanecido sólo dejando cenizas y desapareciendo en el aire.

No voy a llorar, no pasó nada, no voy a llorar, no pasó nada, no voy a llorar...

Nero se acercó a Leanne, consciente del peso de las miradas en los hombros de su amiga, le rodeó con un brazo y la atrajo a sí misma.

Verena no se inmutó por nada, pero cogió uno de los troncos que tenían abajo para encender el horno para poder separar las llamas o que el daño disminuyera, pero Nore supo que las llamas sólo se alteraron por la intervención mágica de la bruja y no por el tronco.

Ya después de un par de metros, Nore vió por una ventana una lechuza acechando a Leanne con la mirada.

–Son unos desgraciados– les dijo Seth retirándose.

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Frase/Cita:

"El poder reside donde los hombres creen que reside. Es un truco, una sombra en la pared. Y un hombre muy pequeño puede proyectar una sombra muy grande."

—Lord Varys. Juego de Tronos.

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Espacio de interpretación:

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