15. Iracundo Rencor

-Son unos tontos- dijo la chica de nueve años a su madre con una pequeña sonrisa-. Y también se lo merecían un poquitito.

Su mamá le dió una mirada más que fulminante.

-Sigue siendo malo.

-¿Y ellos no lo son? No me importan mucho.

-Pero era tu cumpleaños, hija.

-Sí, pero, tengo todo lo que necesito.

Estaban ambas en la habitación donde sus padres dormían mientras su papá se cepillaba los dientes en el baño de la habitación.

-Mamá, ellos serán tontos toda su vida. Yo seré yo por siempre.

La mujer acarició su cabello, ahora suelto recordando la primera vez que se sentaron para que ella aprendiera a trenzarse por su cuenta hasta que la primera de formó y ella bajó con rapidez a mostrárselo a su papá.

-Lo sé, Rena, lo sé... Tú vivirás. Y creceras lo suficiente para ver los inicios de un nuevo mundo. Un mundo mejor, espero.

Su fiesta de cumpleaños fue la semana anterior. Celebrar los nueve años no era lo que deseaba hacer al saber las condiciones de su madre pero pensar en que ella tendría la felicidad de que su hija disfrutó aquello que lo convenció. Sin embargo aborreció haber tenido que invitar a ciertos estorbos a la celebración.

Había cuatro niños que había deseado que nunca hubieran pasado su portón. El resto pertenecía a la comunidad que le había visto crecer y a la que había demostrado de forma mutua interés.

Fue cuando los cuatro empezaron a hacer desorden, uno demasiado fastidioso que culminó en ellos corriendo por los pasillos y subiendo y bajando sin permiso las escaleras y husmeando habitaciones. Más tarde yo también subió hasta escuchar muchas burlas de ellos a a sus espaldas. Más tarde llegaron sus padres a escucharlos, y luego gran parte de los que estaban en la fiesta se callaron al escuchar los ruidos de los niños gritando sobre el fastidio que resultaba la cumpleañera.

Eso le molestó. Más que nada porqué su mamá había escuchado también y no era justo que ella se fuera viéndola así. Por eso, mientras los llamaban para cantar el cumpleaños, deslizó un poco de viento para tumbarlos por las escaleras y lo suficiente para que los daños no fueran más de lesiones o fracturas.

Más tarde se se ganó la regañiza de su madre pero su papá, callado y oportuno, sonreía de forma interna.

-Así va a ser- dijo su padre y se acercó a ambas con los ojos un poco rojos-. Ven, hay que bailar una última pieza.

La niña miró a otro lado para que ninguno viera sus lágrimas. En unas horas sería el cumpleaños treinta de su madre y, como cada Matriarca y Patriarca, perecería.

Miró sus manos, en cuyo interior se hallaba la magia.

No le pasaría eso a nadie más, menos a sus descendientes, se convenció. No cuando ella era descendiente de un Patriarca presente en una tragedia de hacía milenios.

-¿Estás segura?- Susurró una voz perturbadora, una combinación que le hacía sonar joven y viejo al mismo tiempo.

Y cabezas degolladas aparecieron a su alrededor.

Ella gritó y cayó en el suelo temblando de miedo y sintiendo un sudor frío y mil presencias a su alrededor murmurando su nombre.

Ambos padres exclamaron su nombre también incapaces de ver qué le asustaba a su hija, y se acercaron a la pequeña temblando. Y luego ella se arqueó con un grito ahogado y se dejó caer por completo al recibir una nueva ola de energía.

-¡Hija!- Su papá la sostuvo-. ¿Qué...?

-Se murieron...- Jadeó llorando con los labios temblorosos-. Me adecuaron. Viven en mí.

Ya no había más nadie que pudiera salvarla. Sí o sí tendría que pasar por eso. Tendría que ver a la maldición ejecutarse.

Ellos habían aniquilado a todo el mundo, habían adecuado su cuerpo para recibir la energía de miles de brujos muertos. Lo que recibía una familia entera por la muerte de uno de ellos lo recibió ella multiplicado por cientos.

Ella sería la bruja de la profecía.

Ya no solo sería Matriarca, lo que lo convertía en la más poderosa de su aquelarre, también sería un talismán de energía antigua.

Su papá la cargó mientras su mamá corría afuera en dirección a las otras habitaciones. Los gritos fueron lo que confirmó que ni sus abuelos, tíos o primos habían sobrevivido en su casa.

Su madre volvió y dirigió su mirada a ambos. En unas horas, también recibiría a su madre dentro de ella.

-Sus almas... No podrán reencarnar si yo no lo hago. Todos...

Llorando, la mujer se acercó a ambos, también llorosos cuando él reloj volvió a sonar.

Pronunció el nombre de su hija para tener su atención y le dió la mano.

-Un vals más. Nos lo merecemos.

Su padre la bajó evitando las miradas de ellas, aunque supo que la felicidad de esos años no sería eterna, había decidido atesorarla y seguir por los momentos felices que vivieron.

Bajaron hasta el salón, donde habían dejado un montón de comida chatarra y un desorden después de pelear con almohadas, jugar juegos de mesa y contar varias cosas.

-Hael, ¿te importaría un momento? Voy a contarle unas cosas a mí hija.

-Entonces voy por la bebida.

Sonriendo, la mujer se acercó a la niña en voz baja.

-¿Te acuerdas de los diarios?- Le preguntó Astraea a lo que su hija asintió-. Bueno, sabes que mi mamá murió a mis quince, desde entonces he empezado a escribir esos diarios para tí- sorbió por la naríz-, porqué incluso antes de nacer- se miraron con ojos brillantes de lágrimas- te esperaba.

Su hija acarició su rostro para limpiar sus lágrimas.

-Mamá...

-Te ame antes de tenerte en mis brazos, hija. Y todas mis memorias te pertenecen a partir de ahora. Tu cuarto... Sabes que abajo hay espacio para una cama y desde que naciste ocupé ese espacio con esos recuerdos... Son muchos, pero hay tantas cosas que quise contarte y muchas que pude querer que...

Ella la abrazó llorando cuando las palabras se le atoraron en la garganta. Sólo repitió el nombre de su hija, uno que entre su marido y ella habían escogido para que su comunidad y el mundo supiera quién ella.

Para temer y respetar, ese era su significado.

-Hay muchas cosas que como mujer me habría encantado estar ahí para tí, pero por eso te escribí.

La separó de ella para mirarla a los ojos.

-Te quiero, hija- limpió sus lágrimas-. No dejes que alguien malo te haga sentir mal ni tampoco menos. Lo que eres, quién eres, es perfecto y siempre lo será. Vas a ver que tarde o temprano eso volverá loco o loca a alguien.

Su papá tocó la puerta.

-¿Puedo pasar, señoritas?

Ambas lo dejaron. Astraea de acercó a su marido mientras la niña iba a poner la música.

-Supe a qué me arriesgaba cuando acepté amarte. Y viviría cada minuto- miró a la hija que tenían en común- por ella y por tí- volvió a mirarla sintiendo cada palabra en cada latido de su corazón-, aunque también por mí porque no soy capaz de imaginar un segundo de mi vida del que no estés. Ni siquiera ahora.

-H-Hael...

-Te amo, Astraea Delythena. Y aún después de muerto sabré que en cada uno de mis vidas mi corazón latirá por ti porqué mi alma te reconocerá y ahí donde te encuentre volveremos a formar esta familia y enamorarnos hasta que solo volvamos a see polvo y restos de tierra otra vez.

Una canción familiar sonó de fondo, razón por la que miraron a su hija con los ojos azules brillantes.

-Tomen este momento- les dijo a ambos.

Ella salió durante ese momento dejando las notas flotar al rededor de sus padres mientras la canción de su boda los llevaba a ese día como si fuera la primera vez.

Y al conectar miradas volvieron a sentirlo.

El amor jóven y puro latiendo con nerviosismo en sus pechos y sosteniendo miradas emotivas que pronunciaban una despedida.

-I am not the only traveler...- empezó Astraea en voz baja.

Aún llorando, él puso las manos de ella alrededor de su cuello mientras los recuerdos volvían a tomar vida en el interior de ambos.

-Who has not repaid his debt

Astraea se preguntó a si misma qué motivos tendría la vida, el universo, de ponerla en esa situación. No era su deuda y sin embargo...

-I've been searching for a trail to follow again- siguió Hael.

-Take me back to the night we met- susurraron juntos.

Las noches en árboles viejos, risas infantiles y momentos en los que el corazón de ambos se había vuelto loco por saber el uno de la otra y por momentos en los que se miraban y sentían sus corazones a punto de estallar.

-And then I can tell myself- La voz de Hael tembló entre lágrimas- what the hell I'm supposed to do

Desde que la conoció supo que le esperaba una vida sin ella y a pesar de todo el tiempo nunca pudo prepararse para empezar esa vida.

-And then I can tell myself not to ride along with you...

¿Cómo lo haría? ¿Qué sería de la vida de su hija sin su madre? ¿Lo haría bien?

I had all and then most of you some and now none of you

Era su hija. Era todo lo que quedaba y todo lo que valdría la pena para él. Una última razón para seguir luchando.

Take me back to the night we met

I don't know what I'm supposed to do haunted by the ghost of you

El día que pronunciaron sus votos, acordaron que la muerte sería lo único que los separaría. Pero ya lo estaba haciendo. Lo había hecho con ellos y con sus ancestros desde hace años.

Oh, take me back to the night we met

When the night was full of terrors

And your eyes were filled with tears

Astraea pasó su mano por la mejilla húmeda de su esposo con sus frentes juntas.

When you hand not touched me yet

Sonrió entre lágrimas al recordar su expresó cuando le dijo que estaba embarazada. Lo abrazó fuerte y la noche se hizo corta entre bromas, nombres, besos y abrazos.

Oh, take me back to the night we met.

Ella no tenía arrepentimientos, tal vez le habría gustado vivir más, lo suficiente para ver a su hija hecha mujer con una vida, un futuro y con una felicidad.

Pero ese tiempo... Ese hogar había valido la pena.

I had all and then most of you some and now none of you

Él tendría que arreglarselas. Y fue cuando decidió ser todo lo que su hija pudiera necesitar, aunque tuviera que hacer lo posible por no llorar por la ausencia de su esposa.

Take me back to the night we met.

Cerca, aunque no a la vista, la niña se había quedado observando. No sólo sentía su la energía viviente en ella, también la de su madre llegando a su cuerpo.

Y en su interior, la ansiedad constante de qué podría llegar a pasar con ella.

I don't know what I'm supposed to do haunted by the ghost of you

La canción se terminaba y había alguien que de verdad se convertiría en un fantasma en la habitación. Encima del hombro de Hael, Astraea pudo mirar a su hija un instante tras de ambos sabiendo el final.

La familia se dejó caer en el piso para abrazarse.

Take me back to the night we met

-Los amo- susurró abrazando a su hija fuerte y aferrándose más al pecho de su marido. Pero sus fuerzas desvanecieron.

Aún abrazados, el padre y la hija dejaron de sentir la presencia de la madre.

Él llevó el cuerpo sin vida en sus brazos hasta el sofá. No volvería a ver esos ojos brillar otra vez.

-Papá...- sollozó la niña mirando la mano del cuerpo de su mamá.

Cómo polvo, habían partículas de su cuerpo separándose y desapareciendo hasta que el cuerpo desapareció de la vista y aquel polvo se había juntado con diferentes restos que se aprozimaban para formar un remolino alrededor de la niña. Fue cuando desaparecieron cuando sintió una presión en el pecho que indicó una nueva presencia en su interior.

No era la única cuyo cuerpo había desaparecido en la casa.

-¿Cuántos?- Le preguntó su papá.

-Todos.

Y fue como, por línea de sangre, consiguió el título de matriarca.

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Maldito Ameer, lo detestaba tanto. ¿Cómo podía haber hecho una alianza así? ¿A qué costo?

La puerta se abrió de par en par para revelar a una heredera con linaje tan antiguo como el suyo que caminaba en su dirección.

-¿No te enseñaron a tocar?

Antes de terminar la oración, la mejilla le ardió después de semejante cachetada que la hizo desequilibrar.

-¡¿Qué te pasa, imbécil?!

-¡¿Por qué mierda hiciste eso?!

-¡¿Quieres decirme qué hice?!- Se levantó del escritorio.

-¡Sabías lo de La Isla Volcán! ¡Sabías qué pasó y por eso estabas allí! ¡Sabes del sueño que tuve en el sótano! ¡Y siempre que me pasa algo estás ahí!

La Matriarca se levantó del escritorio y ladeó su cabeza.

-¿Cómo entraste?

-¿Tú cómo crees?

-Hablo en serio.

No recordaba.

El museo debía estar cerrado, sin embargo ella había entrado... Y no recordaba cómo.

-Te están ayudando- susurró al ver su expresión.

-¡¿Qué y quién me pasa?!

-Tranquilízate.

-No, mierda, tú sabes algo- Nore señaló a la Matriarca.

-Obvio que lo sé, estúpida.- Se acercó a ella-. ¿Crees que me habría acercado a tí si no?

Eso fue un poco ofensivo. ¿Por qué siempre tenía que sentirse inferior con ella? ¿Por qué tenía ella que ser perfecta y actuar como si Nore fuera tan bruta?

¿En serio lo era?

No siguió con sus pensamientos porque la mano de ella llegó a su rostro de forma agresiva en un impacto que le hizo arder la mejilla.

-Pero no vengas con tus estupideces de querer cachetearme. No cuando tienes las de perder.

-¿Ah, sí? ¿Y cómo? No te sabes defender y yo llevo entrenando desde que tengo seis años.

-¿De verdad crees que lo necesito?

-No si eres capaz de escabullirte de un campo de batalla durante la ceremonia y aún así salir ilesa.

Vaya, de verdad había creído que Nymeria era más bruta que eso.

-Te tardaste mucho, pero, a fin de cuentas me has hecho ganar cincuenta marcos de oro. Ven.

¿Eso era todo? ¿Enserio?

-¿Prefieres quedarte con la duda?

Nore le dió otra cachetada y la empujó tras el escritorio enfadada sintiendo el rencor, ira y miedo en sus venas hasta apretar su cuello.

Una fuerza la elevó para hacer que su cabeza golpeara con el escritorio mientras la Matriarca sonreía, pero con una mirada vacía.

Nore la miró con miedo, sintiendo su propio corazón en la boca desde el suelo hasta que volvió a elevarse en contra de su voluntad y terminó estampada contra la pared, sin capacidad de moverse.

-Ten cuidado con cómo me hablas- pronunció lentamente acercándose-. Así cómo te puedo retorcer...

La dejó caer en el suelo y su pierna, la que hacía semanas no le dolía, empezó a palpitar de dolor cuando su pie se volvió deforme le provocó un grito.

-... puedo hacer que sanes- terminó la oración con la pierna de ella volviendo a la normalidad-. Te recomiendo pensar bien en cómo me haz tratado, Nymeria.

La miró con lágrimas en los ojos mientras la imagen frente a ella empezaba a temblar y sus sentidos latian, literalmente. Sentía la sangre palpitar en sus oídos, sus ojos cegándose, la boca seca y el tacto débil. Como si tuviera algo de gracioso, La Matriarca sonrió mientras las paredes desaparecían.

Se volvieron rocosas, de tonos rojizos y el piso parecía hecho de piedra donde habían figuras muy borrosas que el mareo no le dejó distinguir.

-Grosera- sonrió Azubu, Caballero Menguante, al ver como su amiga había dejado a Nore tan desconcertada.

Los sonidos eran agudos y fuertes en los oídos de Nore, apenas distinguía algo y, aún en el suelo, sentía como si pudiera caer y sentía un vacío...

Empezó a vomitar.

-¡Ugh!- Exclamó Kenna-. ¡Puerca!

-Te dije que no debías transportarla así- le dijo alguien a la Matriarca.

-Se la pasa haciendo todo tipo de estupideces en La Marina y la universidad, no pensaba que una transportación la haría vaciar su estómago.

-Qué asco- dijo alguien.

Nore levantó la cabeza al darse cuenta de que estaba rodeada por una multitud de hombres y mujeres desde la adolescencia hasta de edad avanzada.

Hizo contacto visual con un hombre demasiado familiar, quién miró a su hija con una sonrisa traviesa compartida. Obviamente ambos disfrutaban verla en tal estado tan deplorable después de... ¿La transportación? Su cabeza le dolía demasiado como para pensar.

-Bienvenida, Nymeria Frackt, al Aquelarre Lunar- dijo Hael Eileithya ofreciendo su mano.

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Frase:

"Yo soy el único que te comprende, pero no significa que me importe."

-Salem. Sabrina La Bruja Adolescente.

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Espacio de interpretación:

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