11. A Través De Las Miradas

Debo admitirlo, en este capítulo me desconocí al final JAJAJAJAJAJA

Es que hay gente (yo) que nace para joder a los demás y bueno jsjjsjsj

Sólo lean JAJAJAJAJAJS

Pd: No pasa nada malo, pero digamos que la esquizofrenia me agarró. Además, lxs de Wattpad viejo, sobrepensaran el título

Pd2: 🔥+18🔥🙂

Pd3: En mi defensa, no pasó a mayores y se avisará antes de que empiece para evitar incomodidades 😌

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–Sabes, mi niña, hay algo muy interesante en el solsticio de verano.

El hombre se sentó frente a ella y fue cuando levantó la mirada de su libro.

–¿Qué?

–Las vibraciones.– Ella palideció y se sonrojó en cuestión de segundos, provocando una risa de su padre–. El poder. La magia.

Ella tragó saliva.

–La primavera es el renacer de la vida después de que la nieve lo sepultara. Como sabrás, está estación cumple con la particularidad de tener nuestro elemento favorito– su hija puso los ojos en blanco–. Una vez que el agua regresa a la tierra esta renace en las flores y luego el calor y el fuego del verano lo prepara hasta...

–Hasta que el calor sea visible y se refleje en las hojas otoñales. Donde la tierra se contrae y muestra sus entrañas, sus raíces, y renuncia a lo que fue vida. Hasta que el agua desciende para nutrirlo y repetir el ciclo.

–No es como lo explica la ciencia– se recostó en su sofá de terciopelo.

–Desafiamos a la ciencia– le guiñó el ojo. Una brisa fresca se deslizó por la ventana hasta su frente–. Necesitaré un baño antes... Y después.

–Hasta que el sol este en su punto. Todos estaremos ahí, Matriarca.

–Lo sé, Regente.

Él arrugó la cara.

–Haces que odie ese título. Sabes cuál es mi favorito.

–De acuerdo, papá– le sonrió.

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–¿Y a quién estoy remplazando?– Preguntó Jehona mientras Aviana y Reyze caminaban agarradas de las manos con Cisel y otra chica, Lavelle, frente a ellas.

–A nadie, tonta– le sonrió Nore.

–Finjamos que te creo, Nymeria. ¿Qué te pasó?

–Nada– se encogió de hombros. Era cierto... No tenía que ser algo ¿cierto?

La verdad es que no tenía que importar. Así que sí, la respuesta era nada.

–¡Nymeria!– Gritó Cisel.

Vió que las cuatro chicas la esperaban mientras escuchaba algunas protestas por parte de la fila que habían ignorado antes de llegar al guardia de forma directa.

–Soy Nymeria Frackt– por alguna razón decirlo de esa manera ya no se sentía bien, pero sostuvo su falsa sonrisa–, espero y tengan algo reservado para mí y mis acompañantes.

No habían apartado nada, mucho menos estado en una lista de espera en su vida. ¿De verdad era tan elitista como decía Verena?

Pero... ¿Quién sería ella para juzgar a Nore?

–P-por supuesto– dijo el guardia– pasen.

Así, sencillo y sin preguntas.

–Debe ser agradable tener tantos privilegios por ser hija de tus padres– comentó Lavelle mientras entraban a la cantina.

Nore no pudo evitar preguntar qué tan cierto era eso, como si no lo hubiera comprobado. La verdad es que no la conocía de nada, pero Cisel había insistido en invitarla por ser una vieja conocida recién llegada.

–Bueno, señoritas– les dijo–. Sírvanse.

Y desaparecieron.

En cuestión de segundos ya se estaban divirtiendo, bebiendo, bailando y, en el caso de Aviana y Reyse, la habían hecho entender porqué Verena rechazaba tanto ese lugar. Ambas se habían concentrado la una en la otra y olvidarse del resto del mundo.

Se decidió por ir a la azotea, dónde las luces de las velas y linternas que preparaban el inicio del mes del solsticio la recibió junto con los postres ahí servidos mientras ella bebía un tequila ardiente.

Dejó pasar la tarde hasta que la gente empezó a subir para contemplar el atardecer que le daría fin a los meses de primavera y luego esperar hasta el alba.

Fue durante la espera cuando vió un postre cremoso de limón decorado con natá que habría cogido de no ser por las manos que se le adelantaron y los ojos ardientes que hicieron que se quedara helada un instante.

–Pensaba que no querías venir.

Verena la escaneó. Desde los rizos oscuros trenzados en su nuca y llegando al hombro derecho, su maquillaje sencillo pero sensual, el escote de corazón en su top rojo de cuero que daba un gran protagonismo a su busto y falda de cuero plateado hasta sus botas hasta debajo de la rodilla de líneas rojas.

–Soy jóven, tengo que aprender a cambiar mi ambiente y conozco cómo alejarme de cierta compañía.

Las velas ardieron con más potencia y el calor aumentó. Entre los bosques lejanos que se apreciaban desde aquella azotea, se alcanzaba a ver el descender del sol, dejando los radiantes colores del crepúsculo vespertino.

Esa fue la señal.

Disfrazada como cualquier chica en sus veinte, la Matriarca caminó luciendo la parte superior de un bedlah rojo rubí con bordados semejantes al oro, junto con el lord a su lado. La comunidad quedó repartida, todos listos para el descenso.

Entre los vitores ella hizo el llamado.

Cualquier persona externa pensaría que aquella danza era común entre dos jóvenes, más al ver los estrambóticos bailes vulgares a su alrededor, sin técnica ni cordinación, pero había sido diseñada hacia siglos por Madame Teotihuacán, una antigua regente y matriarca de La Era Salvaje que utilizaba la rutina para conectar su cuerpo a las energías que corrían por sus venas y usar los momentos tan mágicos como lo sería el atardecer del último mes de primavera. Algo insignificante, en comparación a diversos fenómenos, pero lo suficiente para recuperar lo robado por Los Antagónicos.

El sol llegó a su punto medio al descender y sus venas se calentaron al tiempo que el fuego de las velas aumentó con la música. Y siguió bailando en aquel lleno de gente inconsciente sobre lo que acababa de suceder.

–¡Qué empiecen las celebraciones del Solsticio!– Exclamó un hombre borracho montado en una mesa al tiempo que abría su botella.

El corchete terminó en algún lado lejano mientras la gente era bañada en alcohol.

Nore no pudo evitar contrariarse un poco al ver el ambiente tan... Energético. Exitante.

Había gente de todo tipo ahí disfrutando mientras ella se culpaba si se le ocurría intentar serlo. No había olvidado a los caídos durante la ceremonia.

–¡Nymeria!– Apareció Reyse entre la multitud con las mechas azules brillando en su corto flequillo, resultado de una pequeña crisis existencial acompañanda de tijeras en un baño a mitad de la noche–. Ay, hasta que te encontré, reina. Hoy se juega verdad o reto, ven.

No esperó respuesta para arrastrarla.

–¡Lavelle!– Exclamó Reyse por encima del ruido al ver a la rubia acompañada–. Ven, ahí que jugar.

–Pero...– empezó ella y miró a Verena y a Azubuike Ekwueme junto con otro grupo.

–Azubu y yo podemos hablar contigo luego, Velle– le dijo Verena acomodando su trenza.

Ella y Azubuike habían bailado entre la multitud hasta el cansancio y tenían los cuerpos brillantes por el sudor.

–¡¿Qué dices?!– Preguntó Reyse, otra Vez gritando–. ¡Entre más mejor, hermosa!

Verena arqueó la ceja y dirigió su mirada a Nore. Sí, le molestaría que accediera, así que lo hizo, aunque no había alcanzado a escuchar el nombre del juego para ese entonces.

–¡Perfecto!

–¿En qué nos metimos, Azubu?– Le preguntó Verena a él mientras seguían a las chicas.

–Ni idea– cogió unas copas de la bandeja de un camarero que pasaba–, pero necesitaremos esto– comentó antes de tomar el trago de una.

–Aprende agarrar la copa– se quejó ella al ver que agarraba el cáliz en vez del tallo e hizo una mueca al ver a la gente por la que tenían que pasar.

–Aprende la humildad– se burló con una sonrisa que provocó que Verena pusiera los ojos en blanco–. Esto te va a encantar, Rena.

Verena miró la mesa amplia y redonda, en el área VIP, si así se le puede llamar, llena de gente con una botella al rededor.

–Carajo, ya me arrepentí– intentó devolverse.

–¿A dónde, cielito mío?– Azubu la detuvo–. ¿A dónde?

–¡Con ustedes, mi gente bella!– Exclamó una chica de trenzas castañas diminutas en todo el cabello–. ¡Preparen sus lenguas que aquí vamos a limpiarnos la boca con ellas!

Entrelazó sus brazos con los de la chica pelinegra de flequillo que había acompañado a Nore antes de besarla.

«Mierda. Ni ellos saben por dónde estuvieron sus bocas, ¡qué asco!» pensó Verena viendo a la gente sudada, olorosa y llena de alcohol.

¿Es que el aire acondicionado era decoración? ¿No conocían las mentas?  ¿Los perfumes? ¿El desodorante?

Azubu no le dejó irse, y ella casi vomitaba con cada contacto, no sólo los besos en los que parecían sanguijuelas chupando el alma, también cuando se manoseaban o cuando ella terminaba rozando a alguien por error.

–¿No te gusta el juego?– Nore le sonrió tomándose una botella personal de whisky.

Ella ya había besado a dos chicos y cinco chicas, con una de estás incluso se animó a explorar otros lugares, a diferencia de Verena, quién se había mantenido al margen.

–Ella es... Especial– Intervinó Azubu–. Germofóbica.

–No soy germofóbica.

–Entonces misofóbica.

–Tampoco.

–Pruebalo– le sonrió Nore y se montó en la mesa y cogió la botella vacía–. ¡Atención, Eirian y todo Ztalan! ¡Hoy nuestra querida Verena Eileithya nos va a acompañar en un juego de azar en el que un afortunado o afortunada se va a ganar un beso y una velada entera de bebidas gratis en nombre de su servidora!– Hizo una reverencia y le dedicó una mirada burlona.

–¡No sólo eso!– Exclamó Azubu–. ¡Diez minutos en el armario del paraíso!

Quizá Verena haya movido el codo por accidente y este terminó en el vientre de Azubu.

–¡Momentito!– Gritó Lavelle, cosa que provocó alivio en Verena hasta que la vió sonriéndole a Azubu–. Para que las cosas sean justas, seremos dos grupos. Cada grupo tendrá una botella que seleccionará a una persona y esas dos personas entrarán en el armario.

–¿Y el dichoso armario?– Preguntó un chico manteniendo la mirada lujuriosa en Azubu, quién le correspondió con un guiño y sonrisa.

–Yo me encargo– dijo Nore.

–Ojala tener dinero– comentó una chica. Como si el sólo hecho de poder entrar no significara ser rico.

–¡¿Aceptan o no?!

El vitoreo respondió la pregunta.

Para su suerte, siempre que la botella estaba cerca de ella esta se desviaba por arte de magia. Excepto una vez.

Mientras, Nore disfrutaba aferrada a su bebida en el otro grupo intentando ignorar los constantes recuerdos que reproducía su mente.

Las luces parpadearon.

«–Saben– les decía su matriarca– hay demasiadas maneras responsables de usar sus dones.

–Quizas...»

El susurro de una brisa fresca paseó por sus oídos, forma en la que la Dama del Air le respondió.

«–..., pero el regente no se enojará porque nos divirtamos.»

La botella apuntó a Nore en el último momento, justo cuando parecía que le tocaría a un chico a tres personas de ella.

–¡Ya tenemos el sacrificio!– Gritó Azubu.

–¡Igual!– Exclamó Lavelle, para desgracia de Verena.

«–Hacen un buen duo– dijo el caballero del menguante–, ¿no crees?

–Mucho.»

La dama y el caballero soltaron risitas de complicidad. Sí, habían manipulado las botellas.

Verena miró a Lavelle, quien le sonrió y le guiñó el ojo. Como a todos, le taparon los ojos con un vendaje.

–¡Ya saben las reglas!– Decía Azubu–. ¡Primero el paraíso y después se conocen! ¡Calladitas!

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Calladitas... Entonces eran dos mujeres. Bueno, con eso no había problema, si conocía la pasta de dientes o las mentas. El alcohol era soportable, pero si sentía algo parecido a tabaco terminaría vomitando.

Ambas fueron llevadas hasta el armario por sus compañeros de grupo, si es que se les podía llamar así.

Ambas respiraron profundo y el aroma familiar se filtró por sus narices, claro que la falta de convivencia evitó que se reconocieran.

Nore movió una mano con delicadeza para no asustarla en caso de que fuera alguien nerviosa, aunque no le molestaba si no lo era. En lo absoluto.

Pero aquel roce sí hizo que Verena aguantara la respiración y se tensara.

–Shhh...– susurró Nore y Verena decidió confiar.

La mano subió hasta su brazo y de ahí acarició la clavícula, donde la rubia fue más conciente de lo revelador que era la parte superior del bedlah y de lo fuerte que palpitaba su corazón.

Llegó hasta su cuello y ambas tragaron saliva. La otra mano de Nore también llegó para acariciar su mandíbula y atraer su rostro.

Los labios se rozaron y ambas respiraciones se detuvieron.

Otro roce... Un tercero...

Sabía a natá de limón.

Por alguna razón, Verena fue quien dió el paso. Acercó los labios y rodeó la cintura de Nore, aunque sus labios sólo se mantuvieron contra los de ella hasta que, como una, ambas abrieron la boca y la lengua de Nore ingresó a la boca de Verena.

Ella la recibió, también moviendo su lengua, en una balada delicada hasta que no pudieron respirar y un beso no se hizo suficiente.

Nore descendió las manos despacio, lo suficiente para que pudiera ser detenida, y llegó hasta sus senos suaves y un poco descubiertos. Verena jadeó y deslizó las manos por las nalgas de Nore.

No. Nore no podía quedarse atrás. No podía permitir que la tocaran y le chuparan la lengua así mientras la otra chica está tranquila. Su orgullo la mataría.

Alejó sus labios de los de ella, cosa que la hizo escuchar un gemido cuando atacó el cuello con mordiscos y chupetones mientras la rubia deslizaba las manos por sus rizos e intentaba sostenerse. Algo en lo que Nore estuvo encantada de ayudarle cuando la agarró del culo y la pegó a ella al llevarla a la pared más cercana y subir una de sus piernas a su cintura.

Verena no supo cuál era el principio ni el fin. Besar a alguien y dejarse tocar era una cosa, pero nunca lo había intentado en la clandestinidad. Tal vez podía averiguar quién era esa chica después de eso.

Jaló su cabello un poco para separarla de su cuello y poder hacer lo mismo con el de ella mientras movía sus caderas contra las de ella y poder escuchar sus gemidos al tiempo que iba a besar sus hombros.

Verena también manoseó sus senos mientras la mano de Nore se deslizaba por el muslo. La última sujetó su rostro para volver a besarla mientras volvía a tocar sus senos. Fue cuando se alejó que Verena casi gritó al sentir la boca de Nore dirigiéndose a los senos de ella y sus manos bajando y tocando en su cadera y su culo. Casi deseó que tocara algo más.

Con la cara entre los senos, Verena movió su mano para darle acceso a su pezón izquierdo, aquel que Nore tuvo el placer de probar.

♦️●●--●●◄⭕►Fin 😘◄⭕►●●--●●♦️

El sonido de la puerta las interrumpió.

–¡Tiempo!– Canturreó Lavelle.

«–¿Te imaginas sus caras?– Le preguntó la dama de Air al caballero.

–Me muero por verlas. De seguro tampoco fue para tanto.»

Las caras de ambos se volvieron un poema al ver las caras de Verena y Nore, quienes se tapaban con la misma cara helada de impacto.

«–Los que se pelean de aman– les dijo a ambos la dama de Ignis–. Me deben diez marcos de oro los dos.»

Las chicas, quienes ya se odiaban, sostuvieron sus miradas de hielo y fuego, pero con algo diferente. Aquella mirada de zafiro congelado parecía haberse derretido un poco mientras que el fuego azul se había vuelto helado como cuarzo. 

Pero ambas volvieron al fuego y el hielo del que partieron antes de volver a tomar caminos distintos.

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Nota: Para empezar, voy a saludarlos desde mi querida Colombia (🇨🇴), sobretodo a los lectores mexicanos, quienes, creo, habran notado la mención de lugares como Coatzacoalcos y Teotihuacán.


Para empezar, quiero aclarar que el nombre de la marina viene por Nore, quién sabrán tiene una fascinación con las serpientes y el nombre de esta ciudad hace referencia a eso; El lugar donde se esconde la serpiente.

Y, en el caso de Teotihuacán, es un nombre antiguo del país, dónde estaban los aztecas, y da la casualidad que soy fanática de la historia. En caso de que no lo sepan, ellos consideran a la lechuza como una criatura demoníaca de malos presagios, pero sus antepasados, los preaztecas, reconocieron a estas aves como representación del Dios de la lluvia.

Ahora, no pienso dejar una cita o frase esta vez, sólo una pregunta:

¿Qué creen que representa la lechuza en esta historia? Parece insignificante, pero La Matriarca no opina lo mismo.

Y otra pregunta: ¿Qué rol creen que tendrá La Matriarca en la historia? ¿Creen que sea buena o mala? 🤨

Tal vez el próximo capítulo pueda dar pistas sobre esa duda 😘

Bye

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