Capítulo 2: Máscaras
{Mark Dixon}
Siempre he creído que mi lugar no me pertenece, que tal vez hubo un error en el destino y terminé ocupando el de de alguien más, porque, por más que pasen los años, nunca me acostumbro a esta vida. Las reuniones elegantes, tantos lujos, siento que no pertenezco aquí, que este no es mi lugar, que soy tan diferente a ellos.
Dos toques en la puerta me sacaron de mis pensamientos, dejé de mirar mi reflejo en el espejo para voltear hacia la puerta.
—Joven Mark, los señores lo esperan abajo para el desayuno.
—Avísales que ya bajo —suspiré volviendo mi vista hacia el espejo, tomé una liga negra y até mi cabello rubio en una coleta, me levanté del asiento colocándome la chaqueta roja de la escuela y tomé mi mochila para bajar.
Mis padres y mi hermana estaban sentados a la mesa desayunando, al verme bajar sonrieron, los saludé a los tres besando sus frentes y me senté al lado de mamá quedando de frente a Ruby.
—¿Dónde está Sam?
—Ya estoy, ya estoy. Perdonen la tardanza —bajó las escaleras con su característica elegancia y una sonrisa coqueta, su cabello castaño estaba mojado, seña de que recién se había duchado, venía con el torso descubierto y un pulóver en el brazo izquierdo.
Saludó a todos con un beso en la frente, a mí me besó la mejilla y pasó su lengua por esta haciendo que yo le mirara mal.
—¿Se adaptaron bien a la nueva escuela? —mi padre inició la conversación mientras los demás comenzábamos a comer.
—Samuel ya hizo amigos y se volvió muy popular entre las chicas —contestó Ruby sonriendo mientras mordía su manzana.
—Es el don de los Dixons, Sam me recuerda mucho a mí cuando tenía su edad —comentó papá palmeando el hombro de Sam mientras sonreía orgulloso.
—Así es, su padre era muy popular, chicos, y fue justo eso lo que hizo que no me interesara para nada, lo cual lo volvió loco y no paró de cortejarme hasta que ambos terminamos enamorados como locos —mamá sonrió y bebió de su jugo de manzana.
—¿Y qué hay de ti Ruby?
—Me pidieron ser la monitora de Química y acepté. También me pienso unir hoy al club de ballet.
—Estamos muy orgullosos de ti princesa —mamá acarició la cabellera rubia de mi hermana—. Siempre has sido muy inteligente y también eres la mejor en el ballet.
—¿Y tú Mark? —las miradas de todos cayeron sobre mí, bajé mi cabeza, avergonzado, pues no había hecho amigos, no era popular, no había destacado en clases y tampoco tenía ningún talento genial.
Sam y Ruby hablaron al unisonio:
—Se reúne con los chicos y conmigo.
—Se unirá también al club de ballet.
Fruncí mi ceño al escucharlos, obviamente eran mentiras enormes. ¿Yo reuniéndome con los chicos populares de la escuela? ¿Yo entrando al club de ballet? Simplemente y rotundamente imposible.
—Mark, estoy bastante sorprendido, este será un buen año para ti, estoy orgulloso, hijo —abrí mis ojos enormes al escuchar a mi padre decir aquello, me sentí tan feliz, pero al recordar que él se sentía orgulloso de una mentira se me borró por completo la sonrisa.
—Recuerden que hoy en la noche tenemos que asistir a la mansión de los McIntosh, por el evento de inauguración de la nueva marca de ropa de la señora Alexandra —todos asentimos ante las palabras de mamá mientras nos poníamos de pie y tomábamos nuestras cosas antes de que se nos hiciera tarde para la escuela.
Nos despedimos de nuestros padres y nos subimos al auto de Sam mientras él conducía al colegio. Al llegar me bajé del auto, suspirando al escuchar a todas las chicas gritar por verlo bajar, mientras se colocaba el pulóver y sonreía coqueto. Volqué los ojos y me eché a andar, pero sus brazos alrededor de mi cintura me frenaron.
—Vamos juntos, hermanito —lo empujé viendo como reía y caminé apresurado al aula ignorando sus llamados.
A veces Sam podía ser muy toca pelotas.
En el salón nos sentamos juntos, al igual que siempre, aunque él se pasó casi todas las clases, volteado hacia atrás, hablando con sus amigos. Cuando la tercera campana sonó anunciando el horario de recreo, todos comenzaron a salir del salón, Ruby se sentó encima de nuestra mesa.
—Tenemos que hablar —informó nuestra hermana. Sam miró a sus amigos y se encogió de hombros.
—Adelántense, yo los alcanzo —los chicos asintieron y también salieron del salón.
—Ya qué le dijimos ciertas cosillas esta mañana a nuestros padres, deberíamos cumplirlas si no queremos meternos en un lío. Mark vendrá conmigo al club de ballet y luego irá contigo y tus amigos —ambos asintieron sin siquiera preguntarme.
—Te estaré esperando Bibi —Sam me guiñó un ojo mientras se levantaba y salía del salón. Ruby tomó mi mano y salimos juntos en dirección al salón de ballet.
Decir que estaba nervioso era poco, nunca había practicado ballet, ni había estado en un club, ser social no era mi fuerte. Ruby entró al salón con confianza y una enorme sonrisa mientras los presentes le miraban entre curiosos y sorprendidos.
—Profesor, buenos días. ¿Están haciendo pruebas para integrar a los de primer año al club? —el profesor le miró de arriba a abajo y asintió.
—Claro, dígame su nombre y comenzamos la prueba.
—Ruby Dixon y mi hermano Mark —mi hermana me señaló y yo bajé la mirada, avergonzado.
—Perfecto ¿Quién irá primero? —Ruby alzó la mano y el profesor comenzó a darle indicaciones de lo que debía hacer, mientras yo me dedicaba a observarlos.
Ruby lo hizo todo perfecto demostrándoles lo increíble que era en el ballet. Yo, bueno... hice lo mejor que pude, el profesor me dio la oportunidad de entrar indicándome que con poco de práctica y dedicación podría ser bueno en esto y avisándonos que iniciábamos mañana.
Mi hermana me avisó que se iría a estudiar, así que resignado me encaminé hacia la escalera donde estaba sentado Samuel con sus amigos. El de cabello castaño se levantó sonriendo al verme y pasó su brazo por encima de mis hombros.
—¿Entraste al club? —asentí—. Sabía que podrías, eres muy flexible —sonrió de lado y yo lo empujé enojado—. Chicos, este es mi hermano Mark. Mark ellos son Chad, Adam y Sebas.
—Bienvenido al club de los chicos malos, pero sexis, Mark —el nombrado Adam sonrió.
(◆)
—Recuerden comportarse chicos —recordó nuestro padre por quinta vez. Nos bajamos del auto viendo la mansión McIntosh frente a nosotros.
Nuestros padres entraron tomados de las manos, nosotros tres les seguimos manteniéndonos serios ante todos.
La reunión fue, como todas las demás, saludos, conversaciones aburridas, bebidas caras y cerrar nuevos negocios.
—Niños vamos a saludar a la familia McIntosh —asentí suspirando y les seguí. Mamá saludó a una mujer de cabello largo y lacio, teñido de azul, lucía muy joven y bonita—. Estos son mis hijos, Mark, Ruby y Samuel.
—Son muy guapos los tres, esta es mi hija Laura —observé a la chica, su cabello largo caía en rizos hasta su cintura, sus ojos eran de un negro profundo y sus labios carnosos, vestía un elegante vestido que remarcaba a la perfección cada curva de su cuerpo.
Todos se dispersaron por la fiesta, siguiendo temas de conversación poco interesantes a mi parecer, la rubia miraba alrededor con expresión aburrida, me recordaba bastante a mí, lo cual era jodidamente gracioso, era como estar viéndome en un espejo justo ahora.
—¿Estás aburrido? —su pregunta me sorprendió, pero asentí—. Vámonos de aquí —comenzó a caminar en dirección a las escaleras y yo la seguí. Entramos a lo que parecía ser su habitación, se quitó los tacones arrojándolos a un lado mientras tomaba una camiseta negra de una banda de rock y se metía al baño a cambiarse.
Yo me senté en la cama a esperar mientras observaba su habitación, noté que tenía muchísimas fotos con una chica con pintas de emo, desde que eran niñas. Laura salió atando su cabello rubio en una coleta.
—Realmente odio las fiestas formales, son tan aburridas —puso la canción Rover de Kai y se tiró a mi lado en la cama.
—También las odio, estar fingiendo ser algo más es un coñazo —suspiré y ella rio asintiendo.
—Creo que Rachel y tú se llevarían bien.
—¿Rachel?
—Mi mejor amiga —señaló a la de cabello rojo en las fotos.
—Llevan muchos años de amistad al juzgar por las fotos —comenté de forma casual, pasando mi vista de las fotos, hacia ella. La rubia asintió con una sonrisa nostálgica y un brillo en sus oscuros ojos que simulaban estrellas brillando en el cielo nocturno.
—Así es, nos conocimos en tiempos más fáciles.
—¿A qué te refieres? —curioseé mientras me acostaba de lado, girado hacia ella, con mi brazo flexionado en el colchón y mi mentón reposando sobre la palma de mi mano. La rubia copió mi acción y suspiró.
—Rachel siempre fue... complicada, pero últimamente todo en ella se ha descontrolado. Como si alguien hubiese pulsado el botón detonante de aquella bomba nuclear en su interior. Tiene esta... obsesión, por ciertas cosas. La apoyo, en lo que sea —aclaró—. Pero esto parece no querer llevarla a ningún lugar.
—No comprendo mucho la situación, pero suena difícil, creo que solo deberías estar allí para ella, ayudarla a ponerse de pie cuando se caiga y dejarla que se dé cuenta de que ese no es su camino.
—Gracias, Mark. Eres un buen chico —acarició mi cabello justo en el momento en que la puerta era abierta de forma brusca.
Sam y Ruby entraron a la habitación y se nos quedaron viendo, el castaño lucía enojado, mientras que mi hermana parecía confundida.
—¿Qué hacían ustedes dos? —la voz enojada de Sam me puso alerta. Laura y yo nos sentamos en la cama, acomodándonos, mientras veíamos a mis hermanos.
—¿Qué sucede? ¿Por qué aparecieron de esa forma? —desvié la conversación algo nervioso.
—Todos los invitados ya se fueron —comentó Ruby tartamudeando—. La fiesta terminó, nosotros también nos vamos —asentí poniéndome de pie.
Un ruido extraño en el piso inferior nos puso a todos en alerta mirando hacia la puerta del dormitorio.
—¿Escucharon eso? —inquirió mi hermana, algo temerosa.
Las luces se apagaron en toda la mansión, Laura me abrazó escondiendo su rostro en mi pecho mientras temblaba, Ruby sostuvo mi mano y se sostuvo del brazo de Sam, mientras el castaño encendía la linterna de su móvil.
Alumbró hacia la puerta del dormitorio y vimos pasar rápidamente una sombra por este.
—¿Padre? —Sam alzó la voz tratando de averiguar si aquella sombra era alguno de nuestros mayores.
—Chicos, esto no me gusta —confesé abrazando fuerte a Laura, la cual no paraba de sollozar.
—Todo estará bien, tratemos de ir al piso principal a buscar a nuestros padres —todos asentimos hacia la orden de Sam y salimos de la habitación, asustados.
Bajamos las escaleras con cuidado y caminamos hasta la sala.
—¿Mamá? —Laura frunció su ceño al ver la cabellera azul de su madre entre toda la oscuridad.
La señora McIntosh se giró hacia nosotros y avanzó un poco, pudimos notar que detrás de ella un hombre demasiado alto con una máscara de calavera sostenía un cuchillo contra el cuello de la mayor.
—¡Mamá! —Laura avanzó entre llanto hacia su madre, Sam la sostuvo por la cintura y cubrió su boca evitando que la rubia volviera a gritar.
Yo coloqué mi brazo de forma posesiva frente a Ruby tratando de protegerla.
—¡Niños, abajo! —madre apareció frente a nosotros, agitada, con su cabellera negra alborotada y el vestido rasgado.
Nos hizo retroceder y agacharnos mientras los hombres de la familia se colocaban frente a nosotros alzando sus manos con armas de fuego en dirección al intruso, la peli azul tiró con fuerza su cabeza hacia atrás golpeando a aquel hombre enmascarado y aprovechando su distracción se tiró al suelo cubriendo sus oídos.
Los disparos comenzaron a resonar por toda la mansión, cubrimos nuestros oídos por el ruido atormentador y cerramos nuestros ojos.
Cuando los disparos cesaron abrí poco a poco mis ojos, me sentía aturdido, un lejano pitido inundaba mis oídos y la imagen frente a mí era borrosa. El señor McIntosh corrió hacia su esposa y la abrazó acariciando su cabello, mis padres vinieron hacia nosotros ayudándonos a ponernos de pie, mis piernas no paraban de temblar y mi estómago se sentía revuelto.
—¿Qué fue eso? —la rubia miró a sus padres entre lágrimas.
—¿Quién era ese hombre? —mi hermana seguía abrazada a mi espalda mientras temblaba.
—¿Desde cuándo tienen armas? —Samuel entrecerró sus ojos.
¿Cómo rayos podía lucir tan tranquilo?
—Chicos, no teman. Al parecer un ladrón se coló en la mansión. Todo estará bien —el señor McIntosh se puso de pie sosteniendo a su esposa y fueron a abrazar a su hija.
Las sirenas de las patrullas se escuchaban cada vez más cerca, nuestros padres fueron a dar su declaración, Ruby y Laura se sentaron en el sillón, tomando un té para calmarse.
Sam me abrazó dejando que recostara mi cabeza en su pecho y acariciando mi cabello.
—¿Te confieso algo? —susurró en mi oído. Le miré curioso y asentí—. Mi único miedo en ese momento era perderte —besó mi frente y se alejó.
No pude controlar los salvajes latidos de mi corazón que amenazaban con salir de mi pecho e ir tras Sam.
Odiaba esto.
La habilidad que él tenía de controlar todo en mí y luego alejarse.
◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇
El día 16 fue el cumple de Samuuuu.
.
¿Qué opinan de la historia y los personajes?
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