Capítulo 11: Mal romance

[Ruby Dixon]

Me observaba frente a mi espejo mientras terminaba de colocarme labial y arreglar mi cabello, dos toques en mi puerta avisaron la entrada de alguien, Samuel, la persona que menos quería ver justo hoy.

—Ruby.

—Sal de mi habitación.

—Apúrate, llegamos tarde —se fue dando un portazo y suspiré.

Me sentía frustrada el día de hoy, lo mínimo y saldría discutiendo con cualquiera.

Tomé de forma brusca mi mochila y bajé corriendo las escaleras para luego salir de casa y subir al auto. Sam comenzó a conducir hacia la escuela.

—Últimamente, tienes tan mal humor, eres realmente odiosa —volqué los ojos ante el comentario de Samuel.

Si, no siempre he sido así, me siento descarriada, fuera de lugar, no me comprendo.

Al llegar a la escuela fui directo hacia el lugar que lograba calmarme, tiré mi mochila al suelo, abrí mi casillero y me quité el uniforme para colocarme mi ropa de ballet, entré a la sala de prácticas, puse la música a todo volumen y comencé a bailar, olvidándome de todo, ligera como una pluma flotando en el aire.

No sé cuanto tiempo estuve así, ajena de todo, solo me detuve cuando la música cesó, me volteé agitada encontrándome con el profesor de ballet.

—¿No debería estar en clases a esta hora señorita Dixon? —cruzó sus brazos tatuados por encima de su pecho mientras se recostaba a la pared.

—Así es, pero desperté algo abrumada y decidí venir a relajarme.

—¿El baile es tu forma de escapar de lo que te abruma?

—Bailar es mi puerta al cielo.

El moreno se acercó lentamente a mí y colocó sus manos en mi cintura.

—Estás bailando con enojo, no está funcionando, déjate llevar, escucha la música y hazla tuya —me hizo girar lentamente, depositó su mano en mi espalda mientras subía la otra por mi pecho haciendo que me arqueara hacia atrás.

Me giró de modo que quedé de frente al espejo observándome y viendo sus feroces ojos fijos en mí, levantó mi pierna suavemente haciendo que quedara completamente estirada hacia arriba.

—Incluso tus músculos están tensos, relájate.

—No puedo cuando está tan cerca de mí, profesor —lo observé a los ojos y relamí mis labios.

—Dixon... —su voz ronca sonó a reclamo.

Estoy jugando con fuego.

Me lo advierte la presión que ejercen sus manos en mi cuerpo y la respiración errática que choca contra la piel sensible de mi cuello.

Lo más lógico sería retroceder en esta posición, pero soy Ruby Dixon, adicta a jugar con fuego, me excita y me satisface quemarme.

Llevé mi mano hasta la nuca del moreno acercando su rostro al mío y sin demora comencé a besarlo, primero lento, asegurándome de que él esté de acuerdo, succioné su labio, metí mi lengua a su boca enredándola con la suya, jugueteando, provocándolo.

Me giré quedando de frente a él, rodee su cuello con mis brazos aferrándome a este con fuerza mientras devorábamos nuestras bocas de forma hambrienta.

De forma brusca me agarró de la cintura y me sentó sobre la barra de ballet, me agarré de esta algo nerviosa, pero ansiosa a la vez mientras sentía el frío espejo contra mi espalda.

El profesor se arrodilló frente a mí, abrió mis piernas, apartó las bragas y pasó su lengua de arriba a abajo por toda mi intimidad, mis piernas temblaron con fuerza mientras un gemido salía de mi boca haciendo arder mi garganta.

Dejó suaves besos y pequeñas mordidas en mis muslos mientras sus manos se aferraban a estos con fuerza hasta dejar marcas. Su lengua siguió torturando mi intimidad, de arriba a abajo, en círculos succionando mi clítoris y de vez en cuando entrando en mí, embistiéndome.

Una de mis manos seguía aferrada a la barra mientras la otra estaba hecha un puño en el cabello del profesor empujándolo contra mí. Mis piernas se enrollaron en su cuello mientras gemía y temblaba presa de las sensaciones creadas por su lengua.

Sin poder contenerlo más me corrí con fuerza en su boca, mi garganta ardía, todo mi cuerpo sudaba y temblaba mientras mi respiración era todo un desastre.

Se puso de pie sonriendo mientras relamía sus labios, apretó mi cuello y me besó de forma ruda hasta dejarme sin aire.

—Profesor —gemí necesitada contra su boca.

—Puedes llamarme Jake.

Me bajó de la barra, me inclinó haciendo que me apoyara en esta quedando de cara al espejo y con mi trasero contra su muy duro miembro, se aprovechó de mi elasticidad para subir una de mis piernas a la barra.

Sentí como comenzaba a rozar su erección contra mi coño y no pude evitar ponerme a gemir ansiosa.

—¿Te dije que sabes deliciosa?

Joder.

Ese tono ronco en su voz sumado a las cosas sucia que me dice, me vuelve loca.

Lo sentí entrar en mí, con fuerza, destrozándome por dentro, tan grueso, las lágrimas caían por mis mejillas mientras mis piernas no paraban de temblar. Su mano impactó contra mi trasero y dio una dura embestida sacándome un grito.

Una de sus manos se aferraba a mi cintura mientras la otra se dedicaba a azotar mi trasero. Las embestidas no paraban, eran rudas y deliciosas, la mezcla de dolor con placer me había hecho perder la cabeza, babeaba y sollozaba de tanta excitación.

Un temblor azotó todo mi cuerpo, grité con fuerza mientras me liberaba sin previo aviso, no podía contenerlo más.

Estaba fuera de mí, ida totalmente, flotaba.

Sentía su dureza dentro de mí moviéndose a sí antojo, sus azotes, escuchaba palabras sucias con aquella voz tan sexy, solo podía gemir y llorar sin poder procesar el nivel tan alto de placer y el descontrol de sensaciones que experimentaba mi cuerpo.

Una pared.

Blanca.

¿Cuánto tiempo estuve perdida en mis pensamientos?

¿En qué momento dejé de ser consciente de mí?

—Despertaste.

Giré observando al dueño de dicha voz y me reincorporé quedando sentada en el suelo, me había tapado con un suéter suyo.

—¿Fui muy brusco? Me asustaste mucho  —negué sonriendo y me puse de pie devolviéndole su suéter.

—Estoy bien, lo disfruté mucho, debo haber estado muy agotada.

—Es un alivio —me siguió hasta los vestidores y me ayudó a acomodar mi ropa—. Espero que esto no afecte nuestra relación de maestro y alumna.

—No lo hará, Jake —sonreí de forma traviesa y le di un pequeño beso en sus labios para luego salir del salón y caminar hacia los comedores.

Avancé hasta la mesa donde se encontraban Rachel y Laura y me senté frente a ella, ni siquiera me prestaban atención porque estaban tonteando entre ellas, muy adentradas en su propio mundo.

Suspiré y le robé una manzana a Laura para comenzar a comérmela yo, estaba realmente hambrienta. Nuestros teléfonos vibraron y nos miramos las tres asustadas, pero no eran solo los nuestros, toda la escuela observaba sus teléfonos y murmuraban.

Tomé el mío rápidamente y mis manos comenzaron a temblar, no podía creerlo, esto debía ser mentira.

—Oh dios mío, estás en problemas Ruby —miré a Laura con una expresión de terror.

—Vaya, la princesita no era tan santa nada —Rachel observaba el video con una sonrisa ladeada.

Se había filtrado un video donde el profesor y yo follábamos, ahora toda la escuela lo sabía, me miraban y juzgaban sin piedad.

Quiero desaparecer.

Una mano agarrando fuertemente mi muñeca me sacó de mis pensamientos.

—Vamos a casa.

Samuel lucía demasiado enojado, me arrastraba por los pasillos de la escuela hacia la salida, mientras Mark nos seguía en silencio.

Me sentía avergonzada, sucia.

No fui consiente del camino hasta que el auto estacionó frente a casa, bajamos los tres juntos y en cuanto entramos recibí una cachetada que me hizo caer al suelo.

—¿Qué mierda estás haciendo con tu vida? ¿Este es el tipo de persona en que se ha convertido mi hija? ¿Así te criamos? ¿Vas a la escuela a tirarte a los profesores? ¿En eso gasto mi dinero? —miré a mi padre con los ojos llenos de lágrimas, su mirada era dura, fría, sus ojos estaban cargados de decepción.

—Ruby ¿Cómo pasó esto? ¿Cómo es que un video de nuestra hija teniendo relaciones con un profesor ahora ha llegado a manos de todos?

—¿Qué pasa contigo últimamente, hermana?

Me puse de pie riendo y sequé mis lágrimas.

—La vida de todos ustedes está jodida, pero mírense, tan hipócritas, juzgándome como si ustedes fuesen unos santos, solo aprendí de ustedes.

Otra bofetada impactó mi rostro, pero esta vez venía de Samuel. Le miré con enojo y me fui corriendo a mi habitación dando un portazo, me metí a la cama, llorando.

Me sentía tan asquerosa y sus reclamos solo lo empeoraban.

—¿Estás bien? —Mark se sentó en la cama y acarició mi cabello con ternura.

—Tengo miedo, me siento sucia, siento tanta vergüenza.

—Te entiendo, no estás sola.

—Este juego... da miedo, nos obliga a jugar —le mostré la pantalla del móvil, cuando el video fue filtrado recibimos un mensaje "Jueguen".

—Toda partida tiene su inicio y su fin ¿no? Solo debemos terminarla y estaremos bien —asentí a sus palabras.

—¿Podrías por favor convencerlos de que eviten que voten al profesor de la escuela? —él asintió tranquilizándome, besó mi frente y salió de la habitación.

[...]

Desde que entré a la maldita escuela Lexie no he parado de obtener miradas y escuchar susurros sobre mí. Camino apresurada por los pasillos, quiero estar sola, siento que me ahogo.

Entré apresurada al salón de ballet, respirando agitada, con unas ganas inmensas de llorar.

Me detuve en seco al ver a Jake sentado en el suelo, observándome tranquilo.

—Ven, siéntate —hice caso y me senté a su lado—. Lo siento tanto, sé que de esta situación la más afectada serás tú, pero juro que yo no te grabe, tampoco lo publiqué.

—Lo sé, tranquilo. Mis padres hablaron con el director y conservarás tu puesto de profesor, realmente perdón por arrastrarte a esto.

—¿A qué te refieres?

—Yo... estoy en medio de algo peligroso.

—¿Por qué no sales?

—Nunca es fácil salir de algo malo.

—¿Por qué entraste en primer lugar?

—¿Lo hice? Ni siquiera pude elegir, solo fui arrastrada a hacerlo. No imagine que fuese tan peligroso... Tengo miedo.

Jake tomó mi mano dando tiernas caricias en esta, gruesas y silenciosas lágrimas resbalaban por mis mejillas.

—No tienes que hacerlo sola.

—Es demasiado peligroso, escapa de mi control, es más grande de lo que puedes imaginar —le miré a los ojos sollozando.

—No importa lo que sea, estaré a tu lado en esto.

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Les traigo este capítulo por el cumple de Ruby, espero que lo disfruten.

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