31.

Donghyuck enarcó la ceja izquierda a la vez que elevaba la comisura de su labio del mismo lado. Aunque no en una media sonrisa, si no en una mueca de incredulidad y desagrado.

— Este va a ser tu cuarto desde ahora. Era el único con una cama libre. — Le comunicó el director.

Donghyuck llevó su mirada hacia él fingiendo una sonrisa y luego la volvió al frente.

— Bienvenido. — La voz de Minkyung lo saludó.

Donghyuck se volteó enseguida.

— ¿No puedo ir simplemente con mi hermana? — Pidió. — Estoy enterado de que no tiene compañera.

— Por supuesto que no. Ella está en el edificio de mujeres, y tú en el de hombres. No podemos permitir que un hombre entre en el otro edificio. — Se negó el hombre.

«Si supieras que yo estuve ahí por casi cuatro semanas. Además, ¿Sabe usted que los hombres se pueden meter por las ventanas?»

— Pero... — Intentó replicar.

— Suficiente. — Lo interrumpió el director. — Espero que se lleven bien, porque no va a haber un cambio. — Finalizó, volteándose y caminando hacia afuera de la habitación siendo seguido por los ojos de Donghyuck. Al salir cerró la puerta detrás de él, dejando un silencio sepulcral entre los dos adolescentes.

Donghyuck, después de unos segundos mirando hacia la puerta y maldiciendo al director en su cabeza en todos los idiomas que conocía, se volteó lentamente hacia Minkyung. Éste lo observaba desde su cama, tirado y en ropa interior.

— Pasa. — Le dijo, reincorporándose y sentándose en el borde de la cama.

Donghyuck ahogó una pequeña risa sarcástica, y es que quería reír para no llorar.

— Sí, paso. — Respondió, caminando hacia la cama que le pertenecería de ahora en adelante, al otro lado de la habitación. Se sentó también en el borde y dejó el bolso con toda su ropa que había estado esperándolo en la oficina del director toda la mañana — debido a lo imprevisto que fue su llegada a ese internado — sobre el colchón, a su lado. Apretó los labios, cerró sus puños en sus rodillas y clavó su mirada en la punta de sus zapatos.

Cuando se quiso dar cuenta, el rostro de Minkyung ocupó todo su campo visual.

— No importa cuánto los mire, son idénticos. — Soltó, acercándose cada vez más.

— ¡Santo Dios! — Exclamó Donghyuck, saltando hacia atrás en la cama y alejando a Minkyung.

— Lo siento, ¿Te asuste? — Minkyung se incorporó, entornando la mirada.

— ¡Sí, por Dios! — Donghyuck intentó calmarse a sí mismo. — Sí. — Afirmó un poco menos alterado. — Solo... Solo no hagas eso. No lo vuelvas a hacer jamás.

Minkyung se alejó sin despegarle la mirada. Finalmente, se volteó.

— Hay una fiesta en la habitación de Mark. — Dijo, parándose frente al armario que compartirían. Lo abrió, y el mismo estaba repleto de ropa de Minkyung. — Ya sabes, el loquito de los piercing... — Vagó su mirada por todo el ancho del ropero. — Debo hacerte lugar aquí, ¿Eh? — Murmuró más para él mismo que para Donghyuck. Suspiró y, tomando una gran cantidad de ropa, la descolgó. — ¿Irás? — Preguntó, dejando toda la ropa sobre su cama para luego mirarlo.

Donghyuck guardó silencio.

— Es lunes. — Dijo Donghyuck. Minkyung se encogió de hombros. — No iré. — Respondió entonces, comenzando a desdoblar las sábanas que se encontraban a los pies de la cama. — Acabo de llegar, quiero descansar un poco. — Miró a Minkyung y notó cómo éste sacaba un poco más de ropa colgada. Luego de eso abrió uno de los cuatro cajones que había más abajo. Lo vació, y luego hizo lo mismo con otro más.

— Ya, cumplí con mi parte. — Soltó al terminar. — Te he hecho lugar. — Comenzó a rebuscar entre la ropa que había sacado del armario, y escogió unos jeans y una camisa simples.

A todo esto, Donghyuck ya había terminado de hacer la cama y se había tirado boca abajo sobre ella.

— Gracias. — Dijo Donghyuck.

— Si cambias de opinión... — Hizo una pausa para colocarse los pantalones, y luego prosiguió: — estaremos en la habitación número-.

Sus palabras fueron interrumpidas por unos golpes en la puerta. Antes de que alguno de los dos lograse reaccionar, la puerta se abrió.

— Cambio de planes, la fiesta será aquí. — Espetó Mark apenas su mirada se encontró con Minkyung. Avanzó en la habitación como si ésta fuese suya, y colocó una bolsa con latas de cerveza sobre la cama de Minkyung. — Espero que no te moleste, Lee. — Dijo ahora mirando a Donghyuck.

Éste rodó los ojos.

— Sí, me molesta. — Soltó, poniéndose de pie. — Y mucho.

— Pues qué lástima. — Dijo Mark fingiendo lástima. — ¿Quién abre la primer cerveza? — Preguntó enseguida, dándoles a entender a todos que le importaba una mierda que a Donghyuck le molestase.

— Le avisaré al profesor que han entrado alcohol. — Comunicó Donghyuck, caminando hacia la puerta.

Sin embargo Mark la cerró antes de que Donghyuck pueda salir.

— No lo harás. — Bramó.

— ¿Te mueves tú solo, o te muevo yo de una patada? — Gruñó Donghyuck.

Mark lanzó una risotada.

— Sorpréndeme. — Ronroneó con socarronería, jugando con su piercing y apoyando su espalda en la puerta.

Donghyuck le dio una patada en la entrepierna y, aprovechando su momento de debilidad gracias al dolor, lo empujó fácilmente con un solo brazo.

— Surprise, motherfucker. — Le dijo con tono burlesco, elevando sus manos y sacudiendo sus dedos.

— Serás hijo de puta. — Lo insultó Mark con un hilo de voz muy aguda.

Donghyuck, aguantándose la risa, abrió la puerta de sopetón y salió caminando de la habitación triunfante.

Sin embargo no se dirigió a informarle a los profesores que Mark había ingresado alcohol, si no que caminó hacia la fuente del campus y se sentó en el borde de la misma.

Pero grande fue su sorpresa cuando sintió cómo una mano se posaba en su hombro y lo empujaba hacia la fuente, haciéndolo caer y empaparse completamente.

— ¡Pero qué mierda! — Gritó Donghyuck, y se quedó petrificado al ver a su hermana frente a él. — ¡¿Dongsook?!

— Eso por no enseñarme a pelear. — Soltó, tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse. — Te vi desde la biblioteca y vine sólo para empujarte.

Donghyuck tomó su mano pero, en vez de usarla para apearse, tiró de ella para lograr que Dongsook también caiga dentro de la fuente.

Objetivo cumplido.

— Eso por mentirme sobre salir con tus amigos. — Dongsook estuvo a punto de cachetearlo pero, al recordar dicha ocasión, cerró su puño y lo colocó a su lado.

Se apeó ella primero y, luego de salpicarle agua al rostro a su hermano y lograr que éste tragase un poco de la misma, lo ayudó a ponerse de pie a él también. Caminaron juntos hasta el edificio de cuartos femeninos y, luego de que Dongsook subiese a su habitación por las escaleras, Donghyuck subió por la ventana.

— Ponte esto o te resfriarás. — Ordenó Dongsook, lanzándole al rostro una camiseta simple y lisa de color blanco y unos pantalones de deporte viejos que originalmente eran de Donghyuck, pero ahora ella usaba como pijama.

Dongsook también buscó un pijama para ella, y sonrió al notar que básicamente era el mismo que le había dado a Donghyuck. La única diferencia que había era que los pantalones de Donghyuck eran negros con rayas blancas a los costados, y los de Dongsook, blancos con rayas negras.

Luego de vestirse y de secar un poco sus cabellos con unas toallas, ambos se lanzaron sobre la cama de Dongsook de manera transversal. Se quedaron unos largos minutos así, hablando de todo y nada a la vez, sin moverse del lugar. Cuando ya no tuvieron de qué hablar, un silencio para nada incómodo se apoderó de la habitación.

Eso, hasta que Donghyuck decidió sacar un tema nuevo:

— ¿Van en serio tú y Yukhei? — Susurró.

Dongsook se atragantó con su propia saliva. Sintió cómo todo su cuerpo se acaloraba, y se sentó en la cama de un salto.

— ¿Pero de qué mierda estás hablando, Donghyuck? Ya te he dicho que él y yo sólo somos amigos. — Comenzó a decir escandalizada, gesticulando de manera exagerada.

— Lee Dongsook. — Donghyuck colocó sus brazos detrás de su nuca, utilizándolos como almohada. — Te conozco desde hace unos... — Fingió pensar. — Desde que estábamos en los huevos de nuestro padre.

— Ah, qué delicado eres para decir las cosas. — Musitó con sarcasmo Dongsook.

— La cosa es que te conozco. — La ignoró, sentándose él también. — Sé lo que piensas. No intentes engañarme con esto.

— No te intento engañar, Donghyuck. Las cosas son así: Yukhei y yo sólo somos amigos.

— Entonces ¿Por qué mentirme, Dongsook? — Donghyuck bajó la mirada. — ¿Sabes cómo me sentí cuando los vi? Me sentí traicionado. Por ambos, pero más por ti. — Elevó sus ojos hacia Dongsook. — No sólo porque te estabas viendo con mi mejor amigo a mis espaldas, sino porque me mentiste. Si me lo hubieses dicho, tal vez podría haber intentado comprenderlo o al menos asimilarlo. Pero no, tú me mentiste.

— Donghyuck, no te mentí. Yo en verdad iba a juntarme con mis amigos, pero el tren que los llevaría a esa parte de Busan se había averiado y no pudieron llegar.

— Entonces, ¿Qué hacías con Yukhei?

— Él estaba acompañando a su hermana a hacer unas compras. Como ya habían acabado, ella se fue a su casa y Yukhei se quedó allí conmigo.

Donghyuck se mordió la lengua, pues confiaba plenamente en las palabras de su hermana. Como él mismo había dicho anteriormente, la conocía como a la palma de su mano. Y podía decir sin dudar que, en ese momento, Dongsook no estaba mintiéndole.

Joder, había golpeado a Yukhei por nada.

— De todas formas. — Soltó, intentando no sentirse tan mal consigo mismo. — Sé que algo se traen. He leído tu chat con él.

— ¡¿Por qué has hecho eso?! — Exclamó ella.

Donghyuck se encogió de hombros.

Buena pregunta, ¿Por qué lo había hecho? Aquella vez, con apagar el móvil de Yukhei o quitarle la batería, habría dado solución a su problema de no poder dormir gracias a los mensajes que su amigo recibía. ¿Por qué había leído la conversación?

Misterios de la vida...

— ¡Lee Dongsook! — Se oyó la voz de la cuidadora desde afuera de la habitación. — ¡Voy a pasar!

Y la puerta se abrió.

La cuidadora se congeló debajo del umbral de la puerta.

— ¿Sí, cuidadora? — Preguntaron Donghyuck y Dongsook al unísono.

— ¿Estoy viendo doble? — Musitó ella.

— Sí. —Respondieron los mellizos.

La cuidadora pestañeó rápidamente.

— Me hace mal la falta de sueño. — Dijo más para ella misma que para Dongsook. — Bueno, — sacudió su cabeza. — ya es tarde pequeña. A dormir. — Le ordenó.

— Sí, cuidadora. — Dijeron a coro.

La cuidadora medio volteó su cuerpo para salir, pero no les quitó el ojo de encima sino hasta cerrar la puerta cuando estuvo completamente afuera.

Ambos, Donghyuck y Dongsook, agradecieron el hecho de que la cuidadora no se había dado cuenta de que sus pantalones eran diferentes.

— Es mejor que te vayas. — Dijo Dongsook a Donghyuck, abriendo la ventana del balcón. — Podría volver.

— Sí, me voy, me voy. — Canturreó Donghyuck, poniéndose de pie y desperezándose.

Caminó hacia la ventana, y pasó al balcón. Desde allí la observó, y sonrió con cariño.

— Nos vemos mañana, Dong. — Le dijo ella, devolviéndole la sonrisa.

— Nos vemos mañana, copia de Dong.

— ¡Lárgate o te empujo!

...

Donghyuck pasaba de arbusto en arbusto, y de árbol en árbol. En cuclillas, oculto en las sombras.

Demonios, si el guardia lo veía a esa hora afuera de su habitación acabaría por ganarse una sanción en el primer día en su escuela nueva.

Su tía lo colgaría por las bolas de una antena si eso pasaba.

Pisó una rama, trastabilló, y cayó al suelo. El guardia alumbró con la linterna hacia donde él se encontraba debido a que el ruido le había llamado la atención.

— ¡¿Quién anda ahí?! — Gritó, debido a que no podía ver a Donghyuck gracias a que había caído detrás de un arbusto.

— ¡Un gato~! — Se escuchó una voz un poco más lejos de él. Desde un par de árboles más allá, la figura de Mark apareció como si no le importase que el guardia lo viese.

— ¡Lee Mark, me has dado un susto de muerte! — Exclamó el guardia. — Pensé que se había metido alguien al predio.

— Nadie se metería aquí estando el mejor guardia de todos en este lugar. — Comenzó a adularlo. — Le tienen miedo, señor Park. ¡Nadie se acercará mientras sepan que tú estás aquí!

— ¡Lo sé! — Exclamó él, intentando hacer poses de físico-culturista.

Donghyuck ahogó una risa, pues el guardia era tan flaco que parecía un fideo ambulante. Daba la sensación que con un solo empujón se partiría en dos.

— Por cierto, señor Park... — Mark pasó un brazo por sus hombros. — Yo le he dado cuatro latas de cerveza para que me pase. A mi habitación han llegado sólo tres.

— La que me quedé es mi paga. — El guardia se encogió de hombros.

Mark asintió.

— Me parece un precio justo. — Dijo. — Bueno, no lo entretendré más, señor Park. Puede seguir patrullando. ¡Me siento muy seguro con usted aquí, pues es obvio que nadie jamás intentará desafiarlo! — Exclamó sonriendo mientras veía alejarse al oficial, en medio de risas avergonzadas y "Lo sé, soy el mejor". — Qué idiota. — Murmuró Mark sin mover la boca, una vez que el guardia estuviese a una distancia en la que no lo escucharía. — Sal de ahí, Lee, pasó el peligro. — Dijo cuando el guardia se hubiese alejado lo suficiente. Donghyuck dudó entre salir o no. — Si no sales, iré yo.

Donghyuck se puso de pie de un salto.

— Gracias. — Susurró.

Mark lo miró de soslayo.

— Eres novato en escaparte, ¿Cierto? — Preguntó con superioridad, comenzando a caminar hacia las habitaciones masculinas siendo seguido por Donghyuck.

— La verdad, no. Es solo que no me esperaba que el oficial saliera a patrullar tan temprano. Son apenas las diez de la noche. — Se encogió de hombros y sobrepasó a Mark, chocando sus brazos al hacerlo. — En mi internado anterior, el toque de queda era a las once. El guardia comenzaba a patrullar once y media.

— Ya veo... — Respondió Mark, apurando el paso y dejando atrás a Donghyuck.

— ¿El toque de queda aquí es siempre a las diez? — Preguntó con brusquedad Donghyuck, volviendo a adelantársele a Mark y volviendo a chocar su hombro.

— ¡Sí! — Exclamó Mark.

Y antes de darse cuenta, la cosa se había convertido en una carrera de quién llegaría primero a las habitaciones.





Maratón 4/?

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