05.
La campana para ingresar a clases había sonado hacía ya un buen rato, sin embargo todavía había dos alumnos que no habían ingresado a su salón y se encontraban en el patio, detrás de la cancha de fútbol.
— Hola, Donghyuck. — Saludó nervioso el mayor.
— ¿Cómo sabías que era yo? — Espetó Donghyuck, dejando de forzar su voz para sonar más agudo.
— Entonces sí eres tú... — Algo en su voz sonó melancólico, triste.
— Pregunté algo. — Lo interrumpió.
— ¿Creíste que no te reconocería? — Musitó. Donghyuck ladeó la cabeza, deseando una explicación. — Ambos tienen personalidades extremadamente diferentes, además de que tú no tienes aquella pequeña marca de nacimiento en el cuello que- — Sonrió con dulzura al comenzar a hablar, provocando una sonrisa cínica de parte de Donghyuck.
— Respóndeme una cosa, Jaemin. — Lo interrumpió. El nombrado lo observó atentamente, esperando su pregunta. — ¿Sabías quién era Dongsook desde el principio? ¿La habías reconocido? — Soltó. Jaemin, sabiendo el rumbo de la conversación, bajó la mirada avergonzado de sí mismo.
— Sí... — Susurró.
— Eso quiere decir que sabías todos los problemas que tuvo por culpa de las burlas, ¿Cierto?
— Sí... — Repitió, aún sin mirarlo a los ojos.
— Jaemin. — Vociferó. — Mírame. — Ordenó con voz firme. Éste, luego de unos segundos dudando, acató su pedido. — Y ahora dame una sola razón, una puta sola razón, para no partirte la cara en este instante de un golpe. — Donghyuck cerró sus puños con una fuerza tal que sus brazos comenzaron a temblar. Sentía la cólera fluyendo en su torrente sanguíneo a medida que se iba encegueciendo a causa de la misma. — Dime la razón por la que has atosigado a mi hermana hasta el punto de necesitar escapar.
Jaemin volvió a bajar la mirada.
— No tengo ninguna, Donghyuck. — Susurró, y enseguida sintió cómo el puño de Donghyuck se estrellaba contra su mejilla produciéndole un agudo dolor y haciéndolo retroceder unos cuantos pasos. Perdió el equilibrio, y cayó hacia atrás.
Donghyuck avanzó.
— Oh, ¿No la tienes? — Preguntó con tono amenazante. Colocó su pie en el hombro de Jaemin y lo empujó con fuerza hasta hacer que se acueste en el césped. Una vez que lo tuvo completamente sometido, comenzó a hacer presión en el talón, lastimando a Jaemin. — ¡¿No la tienes?! — Jaemin, aunque le dolía, no se quejó ni pidió que se detenga o que lo perdone. Sabía que se lo merecía. — Púdrete. — Ladró, quitando su pie del lugar y volteándose para retirarse, dejando a Jaemin tirado en el lugar.
— Sólo puedo decirte que lo hice para protegerla... — Dijo Jaemin incorporándose, haciendo que Donghyuck vuelva a enceguecerse de rabia y retroceda hasta él.
Pateó su esternón, lanzando a Jaemin nuevamente hacia el suelo, y otra vez golpeó su rostro con un puño. Acto seguido lo tomó por el cuello de la camisa y elevó su cuerpo del suelo, demostrando la fuerza que escondía en sus delgados brazos.
— Véndele el cuentito de "Lo hice por ella" a un director de cine, Jaemin, a mí no. — Soltó con brusquedad la camisa dejando que la cabeza de Jaemin se azote contra el suelo, y se puso de pie. — Sueltas una sola palabra sobre esto, y juro que te dejaré por meses en el hospital. — Advirtió volteándose, dejando atrás a un Jaemin retorciéndose de dolor y llorando de vergüenza hacia sí mismo.
Jaemin, en ese momento, se sintió la basura más grande de todo el planeta.
Y tal vez sí lo era.
...
No lo estaba imaginando. Sin dudas todas las miradas estaban posadas sobre él mientras caminaba por los pasillos de la escuela.
Su mano herida en los nudillos y el rostro de Jaemin hinchado en la mejilla más un ojo morado. Donghyuck había llegado tarde a la clase aquél día, y Jaemin ni siquiera había ido.
Los rumores se expandieron a una velocidad mayor que la de la luz.
Sin embargo, casi nadie los creía. ¿Lee Dongsook, la niña que siempre fue una santa y no sabía ni cómo atarse los cordones estando sola, de repente dejó molido el rostro de Na Jaemin, el campeón de aquél torneo de pulseadas que habían hecho un día en el que habían tenido hora libre? Imposible.
— Niña, tienes que decirme qué te ha pasado allí. — Indagó Iseul mientras se sentaban en sus pupitres, dos días después de que los rumores comenzaron.
— He salido corriendo para asistir a clases, perdí el equilibrio y acabé por rasparme con la pared. — Se excusó, encogiéndose de hombros. — ¿Sabías que las paredes de este lugar son extremadamente ásperas?
— Sí, cariño. Mi codo me lo ha hecho saber repetidas veces. — Respondió torciendo el gesto y señalando a dicha parte del cuerpo. — ¿Entonces no has tenido nada que ver con el rostro magullado de Na Jaemin? — Donghyuck fingió confusión e indignación.
— ¿En serio me crees capaz de hacerle eso en el rostro a alguien? — Llevó su mano al pecho para agregarle un toque más dramático.
— Tienes razón. — Reconoció Iseul. — Creo que me he dejado llevar un poco por los rumores...
— ¿Un poco? — Bromeó Donghyuck.
— Abran todos el libro en la página 26 y pónganse a hacer los tres cuestionarios escritos allí. — Soltó el profesor de biología apenas entró al salón, sin siquiera saludar antes. — ¡Ya! — Ordenó cuando vio que todos los observaban confundidos.
Rápidamente reaccionaron acatando la orden, y comenzaron a responder las preguntas con la teoría del libro.
— Parece que alguien no ha tenido sexo anoche. — Susurró Iseul hacia Donghyuck, provocándole una risa involuntaria.
— Im Iseul, supongo que hará sola el trabajo práctico que dicté la semana anterior. — Habló el profesor mirándolos por encima de sus lentes, interrumpiendo las risas de las dos chicas.
Iseul lo miró con confusión.
— No, profesor. Parece que se me ha pasado avisarle, pero haré el trabajo con Dongsook. Lee Dongsook. — Aclaró.
— Está bien. — Respondió el profesor, volviendo a la lista de alumnos.
— Empecemos con el primer cuestionario. — Propuso Donghyuck, pero el profesor volvió a interrumpirlas.
— ¿Señorita Im? La señorita Lee ya está en otro grupo.
— ¡¿Qué?! — Exclamaron las dos a la vez.
— Disculpe, profesor, yo no le he dicho que estaba en ningún grupo. — Donghyuck se puso de pie, acercándose a él con Iseul detrás.
— Usted no, su compañero. — El profesor se quitó los lentes. — Lee Mark.
La mandíbula de medio curso cayó hasta rozar el suelo.
— ¡¿Qué?! — Volvieron a exclamar los dos. Donghyuck se volteó a mirar fijamente el rostro a Mark, quien le devolvía la mirada sonriente desde su pupitre.
— No profesor, no quiero estar con él. — Dijo mientras se volvía hacia susodicho. — Yo quiero estar con Iseul, no con Mark.
— Lo siento, lo hubiese pensado dos veces antes de acceder a estar con el señor Lee. — Bramó el profesor volviéndose a poner sus lentes. — Ahora resuelvan los cuestionarios, tienen una hora.
— ¡Pero es que no lo entiende, profesor! — Donghyuck posó sus manos sobre el escritorio del profesor, recargando su peso allí. — ¡Yo nunca quise estar con él, lo decidió por sí mismo!
— Señorita Lee Dongsook, — Habló el profesor con voz severa. — No toleraré ningún cambio en los grupos. O hacen el trabajo juntos, o ambos se ganarán un aplazo. Fin de la discusión. Ahora vuelva a su asiento, o me veré obligado a pedir que se retire al pasillo. ¿Qué decide? — Con impotencia y resignación, Donghyuck volvió a su asiento no sin antes mostrarle una mirada de odio puro a Mark, quien le sonreía infantilmente aunque con un toque de sadismo.
Maldito imbécil.
...
— ¿En qué mierda estás pensando? — Espetó Donghyuck hacia Mark fuera del edificio de la escuela, justo en el lugar donde le había dado una golpiza a Jaemin.
Luego de que el timbre que daba por finalizadas las clases del día sonase, Donghyuck citó a Mark detrás de la cancha de fútbol en frente de toda la clase; bajo la mirada curiosa de medio curso, y la acusadora y llena de odio de Danbi. Y Mark accedió, sabiendo que lo que lo esperaba serían unos cuantos gritos de parte de Dongsook. Y también sabiendo que, en cuanto llegase a su cuarto en el edificio de las habitaciones masculinas, una Danbi que se habrá metido por la ventana lo estaría esperando para atosigarlo con todo tipo de preguntas sobre Dongsook.
— No sé a qué te refieres. — Mintió descaradamente él.
— Vamos, no te hagas el imbécil. — Avanzó hacia él lenta pero firmemente. — ¿Para qué nos has puesto en el mismo grupo para el trabajo de biología? Ni tú me soportas a mí, ni yo a ti.
Mark sonrió.
— Tienes razón, y por eso mismo lo he hecho. — Continuó hablando ante el rostro confuso de Dongsook. — Para molestarte. — Aclaró.
— Déjame decirte que haré que te arrepientas de esto, Mark. Te haré la vida imposible lo que queda la semana y toda la siguiente, hasta la fecha de entrega del trabajo. Te haré llegar al punto de rogarle al profesor el que nos deje cambiar de compañero. — Sonrió sádicamente. — Y aún si él accede, yo no lo haré sólo y únicamente para molestarte.
— Estaré esperando con ansias aquello. — Mark también sonrió de igual manera. Donghyuck se volteó enseguida para caminar rápidamente y largarse de allí, evitando darle el gusto de seguir hablando. Cuando ya se encontraba a varios metros de distancia, oyó la voz de Mark gritarle: — ¡Qué bonito trasero tienes!
No se contuvo en elevar la mano derecha y mostrarle el dedo corazón, sin molestarse en volver a dirigirle la mirada.
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