01.
En los pasillos del edificio de blancas paredes sólo se escuchaba la sorda percusión de unos pies contra las baldosas de cerámica color ocre que revestían el piso, la respiración agitada de una muchacha, y sus sollozos. Su ondulado y corto cabello flameaba hacia atrás como una bandera mientras ella corría con la mayor velocidad que sus delgadas piernas le permitían, logrando ver en su andar únicamente lo que las incesantes lágrimas que le nublaban la vista le permitían. El golpeteo de los pasos cesó únicamente cuando la chica se vio frente a la habitación que le correspondía, y luego de un par de intentos fallidos por meter la llave en el cerrojo, logró hacerlo. Tras darle dos vueltas a la misma para destrabar la cerradura, se adentró en la sala dándole un empujón a la puerta; y luego de dar un paso dentro del lugar, la cerró con una patada haciendo que se azote. El estruendo resonó entre todos los pasillos y habitaciones vacías de la residencia, pero a ella le importó poco y nada. Se lanzó hacia su cama rebotando en los resortes de su colchón, y hundió la cara en la almohada mientras su cuerpo temblaba violentamente debido a los espasmos del llanto.
Sí, tal vez había exagerado un poco al reaccionar como reaccionó, saliendo a las corridas como alma que lleva el diablo sin mediar palabra y sin mirar hacia atrás, ignorando los gritos que le lanzaba Iseul, su única amiga en aquella institución. Y sí, definitivamente era una idiota por dejar que un comentario como el que oyó la afectase de tal manera como para reaccionar así. Pero, ¿Qué más podía hacer? Había oído a Jaemin, el muchacho del que había estado enamorada desde que comenzó la secundaria hacía ya cuatro años, burlarse de sus dientes. Eso ya era más de lo que podía soportar.
Había aguantado burlas públicas encabezadas por Mark y Danbi alias zorra-de-dos-colas, había callado las veces que se encontró con que le habían pegado gomas de mascar en su cabello — motivo por el cual lo había cortado hasta los hombros, siendo que antes lo tenía hasta la cintura —, había soportado que dibujaran en su pupitre y taquilla dientes y caras de conejos, había tenido que tragarse la bilis que se le subía a la garganta cada vez que encontraba una zanahoria podrida dentro de su mochila, y había tenido que aguantarse la internación por neumonía luego de que unas muchachas — en las que, más que obvio, Danbi estaba incluida — le tirasen un baldazo de agua helada en pleno invierno. Pero que el chico que le gustaba se burlase de ella era algo que la sobrepasaba.
Había estado almorzando en la cafetería del internado con Iseul, hablando de cosas de la vida, hasta que ambas notaron que Danbi y su grupo de "populares" se sentaban en la mesa más próxima a ellos, siendo la misma una pegada a sus espaldas. A la espalda de Iseul, para ser más exactos, ya que ambas acostumbraban a sentarse enfrentadas al comer para poder verse el rostro y poder tener una mejor comunicación.
Y Jaemin estaba dentro de ese grupo, por supuesto.
Pero Jaemin, a los ojos de Dongsook, era diferente. Diferente porque nunca lo había visto burlarse de nadie. Diferente porque solía sonreír con amabilidad al contrario de los demás, quienes sonreían con interés y malicia. Diferente porque una vez cuando ella había tropezado y mandado a volar un libro, él lo recogió por ella y se lo entregó regalándole a la vez una sonrisa de lo más sincera. Y diferente porque Dongsook era estúpida y ciega, y solo entonces se dio cuenta de que lo era.
Iseul era también víctima de las burlas del séquito de Danbi y Mark debido a su sobrepeso, pero las agresiones hacia ella eran menos constantes que hacia Dongsook ya que parecían divertirse más con las reacciones de la segunda que con las de la primera. Y cuando aquél pandemonio se ubicó en la mesa continua, no pudieron evitar guardar silencio víctimas del miedo de que cualquier cosa que dijeran pueda ser oída por aquellos auténticos demonios y ser usado para burlarse de ellas.
— ¿Sabes de qué me he enterado, Jaeminie? — Iseul y Dongsook escucharon la voz de Danbi y no pudieron evitar tensarse, pues sabían que la muchacha hablaba en un tono tan alto y meloso porque quería que ellas la escucharan.
— ¿De qué, Danbinie? — Preguntó él, utilizando el mismo tono pero unos cuantos decibeles más bajo y con una pizca de cansancio en él.
— Hay una muchacha en el curso que está enamorada de ti. — Soltó la rubia oxigenada de Danbi, dedicando una mirada de soslayo a Dongsook, quien estaba mirándola llena de sorpresa y pánico mientras se hallaba clavada en el asiento, sintiendo su respiración entrecortarse y su corazón acelerarse a medida que Danbi soltaba cada palabra. Danbi volvió su vista hacia Jaemin, y sonrió con aires de victoria. — Está totalmente coladita por ti.
— ¿Ah, sí? — El tono de Jaemin había cambiado drásticamente, teniendo ahora toda su atención y curiosidad volcada en la novia de su mejor amigo, siendo ignorante de la maldad tras las palabras de la rubia y de la mirada amenazante que acababa de dirigir hacia la muchacha que estaba sentada a una mesa más allá. La morocha de cabellos ondulados observaba la situación mientras la garganta se le secaba debido a los nervios, con los ojos a punto de salírseles de la órbita. Iseul la llamaba con susurros histéricos intentando desviar la atención de su amiga sin llamar la del grupo a sus espaldas, pues también había oído las palabras de la zorra-de-dos-colas y sabía hacia dónde se dirigía la conversación.
— Así es, cariño, y te sorprenderá bastante saber quién es. — Siseó la muchacha, ladeando la cabeza de manera incitadora y apretando sus codos frente a ella logrando que sus pechos resalten frente a la vista de Jaemin. A Dongsook no le cabía en la cabeza cómo ella era capaz de hacer semejante barbaridad frente a su novio, Mark, y más encima con un amigo del mismo. Pero ahora no podía prestar atención a las descaradas insinuaciones de la muchacha hacia el chico que le gustaba, pues el miedo de que la chica de la que Danbi hablaba sea verdaderamente ella inundaba su interior y aturdía sus sentidos.
— Pues, entonces, ¿Quién es? — Preguntó Jaemin lo que Danbi quería, haciéndola sonreír triunfante y mirar nuevamente de soslayo, pero esta vez más directa, a Dongsook.
— Bugs bunny. — Dijo la rubia luego de una pausa, exagerando la modulación al hablar. El corazón de Dongsook se detuvo enseguida. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo mierda se había enterado? La única que sabía de eso era Iseul, y Dongsook estaba segurísima de que ella no había abierto la boca. Principalmente porque tras dirigirle una ojeada rápida a su amiga notó cómo le devolvía la mirada con la misma incredulidad que ella.
— ¿Qué? — Escuchó la exclamación de la suave y armoniosa voz de Jaemin haciendo que el alma se le caiga a los pies al notar burla en el tono que utilizó. Dongsook volvió su mirada de Iseul hacia Jaemin para notar cómo él observaba a Danbi con el ceño fruncido y una divertida sonrisa en los labios. — ¿La castor?
«Ah, mierda.»
— La mismísima. — Respondió Danbi, volviendo su mirada a Jaemin, quien parecía no percatarse de la muchacha una mesa más allá a la que el corazón se le caía a pedazos.
«Es igual que todos.»
— ¡Qué horror! — Exclamó, estallando en risas junto con Danbi, la rubia; Mark, el "chico malo"; Yoora, la pelirroja cornuda de cabellos reventados debido a tanto tinte; Minkyung, el novio de Yoora y típico Don Juan que se folla a cualquier ser vivo que se le cruce y que tenga dos agujeros; y Sunhi, la cuatro ojos cara revocada de maquillaje. En resumen, estallando en risas junto con el cortejo de demonios completo. — ¡No!
«Es malditamente igual que todos.»
— Pobre Jaeminie, tener a esa dientes de burro coleando detrás de él. — Vociferó Mark, intentando no atragantarse con el último puñado de papas fritas que había llevado a su boca y no había podido tragar debido a las risas.
Dongsook sintió cómo sus piernas comenzaban a temblarle, y supo que si hubiese estado de pie las mismas le hubiesen fallado y estaría yéndose de bruces al piso en ese momento humillándose todavía más. Sentía que su corazón volvía a latir, pero de haber estado casi quieto a bombear mil veces por segundo, haciendo que una sensación horrorosa y desagradable se esparza por sus venas en su sangre. Intentó respirar profundamente, pero el oxígeno simplemente no llegaba o no quería llegar a sus pulmones.
Había comenzado a hiperventilar.
No oía a su amiga rogándole que le prestase atención a ella y no a sus agresores psicológicos y un par de veces físicos, lo único que oía eran las risas y burlas de estos últimos, más específicamente de Jaemin.
— Aunque podría usarla para quitarse de vez en cuanto las ganas y tirársela. — Acotó Minkyung, siendo su comentario recibido por muecas y sonidos de puro asco.
— No digas esas cosas, por Dios, Minkyung. ¡Qué desagradable! — Jaemin gritó, y fue entonces cuando la vio.
Vio cómo su mirada se conectaba con la de él, y vio en sus ojos cómo su alma acababa de estallar en pedazos.
Lo vio, y aun así giró su rostro fingiendo no hacerlo. Lo vio, y aun así siguió riendo. Lo vio, y pisó los pedazos rotos de ella.
Dongsook se puso de pie sin saber de dónde sacaba la fuerza para hacerlo, ya que sus piernas seguían temblorosas, y echó a correr. Echó a correr ignorando a Iseul, echó a correr ignorando las miradas interrogativas de todos en la cafetería, echó a correr intentando dejar atrás las risas y burlas. Sin embargo, por algún motivo, pese a ya estar encerrada en su cuarto completamente sola, las risas seguían allí retumbando en su cabeza y torturándola.
Estaba harta. No podía soportarlo más.
«Es jodida y malditamente igual que todos. Que absolutamente todos.»
***
Ese mismo día Dongsook fue a su casa en Busan para pasar el fin de semana en familia como solía hacer semana por medio, ya que era viernes.
— ¿Y a ti qué mierda te pasa? — Espetó Donghyuck en cuanto entró a la casa y vio a Dongsook tumbada a lo largo del sofá boca abajo y con los pies colgado del apoyabrazos debido a que no entraba por completo. Ella había llegado hacía un par de horas. Vociferó algunas palabras que fueron ahogadas por el mullido sofá y las hicieron completamente inentendibles. — Habla bien, enferma, no te entiendo. — Dijo mientras cruzaba la sala de estar con un bolso a cuestas.
— ¡Que odio mi vida y ella me odia a mí! — Exclamó ella levantando la cabeza y observándolo desaparecer en dirección a la cocina, para luego dejarla caer nuevamente azotándola contra el almohadón que estaba allí.
— Tiene sentido. — Luego de un momento, Dongsook escuchó su voz cerca de ella y supuso que había vuelto a la sala, pues no podía verlo ya que tenía la cara hundida en el almohadón. — Si yo fuese tú estaría igual, por el simple hecho de ser tú. — Dongsook volvió a hablar, siendo su voz retenida por el sofá. — ¡No se te entiende una mierda, Dongsook!
— ¡Que no me ayudas en nada diciendo eso! — Exclamó nuevamente levantando el rostro y mirándolo fijamente.
— Mi intención no era ayudar, de todos modos. — Soltó él, encogiéndose de hombros.
— Mi intincín ni iri iyidir. — Le hizo burla Dongsook, y Donghyuck hizo una mueca también de burla. Tenía una lata de cerveza en la mano, y con un gesto de cabeza le indicó que se moviera.
— Corre el culo o me siento encima. — Dijo. Dongsook lo miró con el ceño fruncido.
— No, y mamá y papá no te dejan beber. — Donghyuck sonrió de lado y se volteó apuntado el trasero sobre ella.
— Ni papá ni mamá están aquí. — Respondió él, comenzando a bajar. Dongsook pensó que él se iba a detener antes de tocarla e iba a desistir. Pero cuando comenzó a sentir el peso de Donghyuck sobre ella, se dio cuenta de que Donghyuck en verdad se le sentaría encima y aplastaría todos sus órganos vitales.
— ¡Para! ¡Me muevo, me muevo! — Comenzó a chillar mientras se revolvía debajo de Donghyuck quien no se levantaba de su espalda. Donghyuck no había dejado caer todo su peso sobre ella, por lo que las piernas comenzaban a dolerle al mantener la mayoría de su peso. Estaba haciendo una especie de sentadilla.
Mientras él reía, Dongsook se retorcía debajo de su trasero sintiéndose claustrofóbica. Hasta que finalmente de una patada hizo que Donghyuck caiga arrodillado sobre la alfombra. Ella aprovechó aquél momento de libertad y se acomodó en el sillón sentándose correctamente. Donghyuck se puso de pie y se sentó a su lado dándole un trago a la cerveza, aún sin dejar de reír.
— ¿Me vas a decir qué te sucede? — Preguntó él ahora, tornándose más serio. Dongsook lo miró inexpresiva.
— Tu intención no es ayudar. — Recalcó ella, y él soltó una risa nasal para volver a darle un trago a la lata.
— Anda, estúpida. ¿Qué te pasa? — Insistió él golpeándola débil pero bruscamente en el brazo.
— Odio mi colegio. — Soltó ella sin oponer más resistencia. — Lo odio, y odio a todos los que van allí. Odio por sobre todo a Danbi y a Jaemin. Los odio.
— Eh, más lento, más lento. — Se apresuró a interrumpirla. — ¿Odias a Jaemin? ¿Na Jaemin, el tipo ese del que no has parado de hablar desde primero? — Preguntó él incrédulo, mirándola sorprendido.
— No es más que un imbécil como Danbi, y Mark, y Yoora, y Minkyung, y Sunhi y, y, y.... — Exclamó una especie de mezcla entre gruñido, quejido y gemido de pura frustración. — ¡Los odio! — Donghyuck le dio un correctivo.
— Te calmas. — Le dijo, mirándola serio. Abolló la lata que se ya se había acabado y la arrojó al cesto de basura de la sala de estar. Se giró un poco en el lugar en un intento de estar lo más enfrentado a Dongsook posible. — ¿Qué pasó? — Preguntó, la preocupación era palpable en su voz.
— La zorra de Danbi le ha dicho a Jaemin que me gusta, ¿sabes? — Comenzó a hablar, gesticulando con las manos y con una voz aguda llena de histeria. — Y Jaemin sólo se ha reído y burlado de mí. ¡Y yo que pensaba que era diferente! ¡Pensaba que él sí era civilizado! — Donghyuck la miraba fascinado, nunca había visto a su hermana tan afectada por una burla. — ¡Pero nooo! — Exclamó, alargando la última vocal. — ¡Es igual que todos! ¡Exactamente igual! ¡Malditamente igual! ¡Es igual que todos, y lo odio! ¡Lo odio...! Lo odio... — Su voz comenzó a volverse más y más débil, hasta que se transformó en un susurro. — Lo odio tanto... pero lo amo.
— ¿Eres idiota? — Se apresuró a decir Donghyuck. Dongsook lo miró con desconcierto. — ¿Cómo puedes amar a una persona que lo único que hizo por ti fue levantar un libro? ¿Qué tan inestable eres en el amor?
— ¡Cállate, tarado! ¿No sabes del amor a primera vista? — Sonó indignada.
— Eso no existe. — Reclamó él frunciendo el ceño.
— ¡Sí que existe! — Dongsook bufó. — Pero claro, ¿qué podrías saber tú? Eres un gorila que no sabe de amor.
— El amor a primera vista no existe, Dongsook. ¿Cómo te puedes enamorar de alguien que no conoces? No sabes sus gustos, no sabes sus actitudes, no conoces su personalidad. ¿Cómo lo puedes amar? — Donghyuck se puso de pie con el ceño fruncido. — Esa mierda no existe. — Le dijo mirándola desafiante a los ojos, para luego darse vuelta y dejarla ahí con la palabra en la boca.
Dongsook no podía creer lo que su hermano acababa de decirle. Sí, tenía sentido lo que decía, pero ¿por qué debía decírselo así? ¿Por qué debía ser tan cruel?
...
El fuerte y caliente aliento del secador de cabello chocaba contra su nuca y orejas, quemándola. Aun así, se aguantaba el dolor. Prefería eso a tener que despertarse al otro día con los pelos como una bruja debido a que durmió con el cabello húmedo. Se encontraba con sólo una toalla cubriendo parte de su cuerpo cuando Donghyuck entró en su habitación.
— ¿Qué tal? — Canturreó abriendo la puerta, sin golpear. Dongsook pegó un alarido que le perforó los tímpanos a Donghyuck, y éste comenzó a reír frenéticamente.
— ¡Por Dios, Donghyuck! ¡Golpea antes de entrar, imbécil! ¿Y si no tenía la toalla puesta? — Comenzó a gritar histéricamente ella, apagando el secador de pelo. Donghyuck se tumbó en la cama de su hermana, sonriente. Él también se había duchado, y llevaba sólo el pantalón del pijama. Su cabello estaba húmedo, y una gota de agua se deslizaba por su cuello para llegar al esternón y seguir camino.
«Qué asco» pensó ella. « ¿Cómo puedo tener un hermano tan horroroso siendo yo tan bonita y nosotros gemelos idénticos? »
— Vamos, Dongsook, que no hay nada que no haya visto cuando pequeños. Solíamos ducharnos juntos, ¿recuerdas? — Preguntó él enarcando una ceja.
— Exacto, cuando éramos pequeños. Han pasado más de diez años.
— De todas maneras no has cambiado nada. — Llevó sus manos al pecho, indicando que se refería a su busto. — No te ha crecido nada desde entonces. — Dijo socarrón.
— ¿¡A qué has venido!? — Exclamó ella manoteando y lanzándole la tapa de un perfume. Donghyuck comenzó a reír luego de cazar la tapa al vuelo, y se sentó en la cama.
— Lo siento. — Dijo volviéndose serio. — Siento haberte tratado mal hoy, tuve un mal día.
— Está bien, de todos modos ya estoy acostumbrada a tus maltratos. — Respondió, volviendo a encender la máquina para continuar secándose el cabello.
— Me haces quedar como una mala persona.
— Lo eres.
— Y tú eres fea.
— Soy idéntica a ti, imbécil.
— No, tú saliste fallada.
— Al que le falla el cerebro aquí eres tú.
— La que casi repite de curso fue otra persona.
— Y el que hace poco cayó de las escaleras por tropezarse con sus propios pies fue otro.
— Enferma.
— Tarado.
— Idiota.
— Gay.
— Zorra.
— Sal de mi habitación o llamo a mamá.
— No quiero. — Se negó, volviendo a tumbarse en la cama y colocando sus brazos como almohada.
— ¡Mamá! — Gritó la chica. No hubo respuesta. — ¡¡Mamá!! — Gritó más fuerte, y esta vez su respuesta fue una sonrisa acompañada con una risa nasal de parte de Donghyuck. Ella, al mirarlo, lo encontró sonriendo con los ojos cerrados, tumbado en su cama. — ¡¡¡MAMÁ!!! — Gritó más fuerte.
— No está, estúpida. ¿No te has dado cuenta? — Habló sin abrir los ojos.
— ¿Y papá? — Apagó el aparato.
— Tampoco. Cena matrimonial de negocios. — Respondió, abriendo sólo un ojo para mirarla y luego volver a cerrarlo.
— No lo puedo creer. — Se quejó ella, acercándose a su hermano y sentándose a su lado. Él se movió dándole espacio y se puso de costado, apoyando su cabeza en su mano y mirándola. — Los únicos días que estamos en casa son los fines de semanas, y a veces ni siquiera, ¿y ellos están en una cena de negocios en vez de pasar tiempo con nosotros? — Preguntó mirándolo, el dolor reflejado en sus ojos.
Donghyuck se encogió de hombros.
— Sabes que nos enviaron a internados para sacarnos de encima. — Dejó caer su cabeza hacia atrás, y Dongsook soltó una risa nasal desganada.
Sin dudas, era así.
— Nos enviaron a internados porque mamá quería que vayamos a la misma escuela que ellos. Mamá a un internado mixto, papá a un internado sólo para hombres. — Ella lo miró sin creer en sus propias palabras. — Es romántico.
— Y yo soy Peter Pan. — Espetó sarcástico Donghyuck, mirándola con obviedad.
— Son puras excusas, ¿eh? — Se lamentó. Donghyuck asintió, y la miró de soslayo.
— Estoy cansado de mi internado. No hay mujeres, no hay carne. — Su intención era distraer a Dongsook, y lo logró. Ella lo miró con asco en el rostro y golpeó su pecho rápidamente, chicoteándolo. — ¡Ay, estúpida!
— Lo siento. — Sonrió burlona.
— Me ha dolido.
— Lo~ siento~. — Donghyuck no respondió, y luego de unos segundos volvió a hablar. — Yo también estoy cansada de mi internado. — Ella se estiró, y terminó echándose hacia atrás, recostándose sobre el estómago de Donghyuck de manera perpendicular. Después de unos segundos más en silencio, Donghyuck tomó la palabra.
— ¿Y si cambiamos? — Preguntó sin ánimos en su voz, mirando hacia el techo.
— ¿A qué te refieres? — Ella no se movió de su posición.
— A cambiar. Yo ir a tu internado, y tú ir al mío.
— Ya te has vuelto loco. — Protestó, volviendo a sentarse en el borde de la cama.
— ¿Por qué? Somos mellizos idénticos, nadie se daría cuenta. Yo me pongo extensiones, tú te cortas un poco el cabello, y ¡listo! Ni el ojo más experto lo notaría.
— Sí, somos mellizos idénticos. Somos exactamente iguales, exceptuando el hecho de que a ti te cuelga un trozo de carne entre las piernas y a mí no, claro. — Donghyuck rió.
— Nadie notará eso. Con que te pongas un par de medias enrolladas en la entrepierna bastará. — Donghyuck quedó pensativo. — Tal vez dos pares, se notará la diferencia si es sólo uno.
— Calma, señor grandes dotes. ¿Cómo harás con las tetas? — Preguntó ella. Donghyuck volvió a reír.
— Ya te lo he dicho. No te ha crecido nada desde que tenemos siete años, no necesitaré nada. — Dongsook lo golpeó con fuerza en el pecho chicoteándolo nuevamente. — ¡Deja de golpearme!
— Lo siento, lo siento. — Dongsook lo miró con seriedad, considerando el hecho de cambiar las vidas. — ¿Hablas en serio? — Preguntó después de una pausa. Donghyuck se encogió de hombros.
— ¿Lo de que no te han crecido las tetas, o lo de cambiar de papeles? — Preguntó.
— ¡Lee Donghyuck! — Gritó con frustración. Donghyuck rió divertido.
— Sería divertido. — Dijo, volviendo al tema original — Ambos salimos de la rutina — Continuó —, la adrenalina de ser o no descubiertos, nos divertimos un poco, y queda como anécdota para algún futuro. — Donghyuck sonaba despreocupado.
— La tía nos ayudaría con el cambio de imagen.
— Y, conociéndola, no le diría nada ni a mamá ni a papá. — Donghyuck se sentó como indio en la cama de un salto. Dongsook sonrió levemente, pero luego frunció el ceño.
— Pero, ¿cuánto tiempo? No puede ser mucho, ya que nos descubrirían. Pero tampoco quiero que sea poco, no disfrutaría nada. — Donghyuck la miró, y luego miró sus manos pensativo. Al cabo de una larga pausa, elevó su vista hacia ella y la miró sonriente.
— Sólo tres meses. — Dijo. Dongsook lo miró analizando la situación y, una vez que lo pensó muy bien, asintió con la cabeza.
— Sólo tres meses. — Concordó.
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