Acto Tercero

Título: GÉMINIS

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel cómics y MCU.

Pareja: Stony yeah!

Derechos: solo tengo derecho a quejarme.

Advertencias: esta historia combina un tanto el MCU con algunas versiones oscuras de nuestro héroes favoritos (Capitán Hydra y Superior Ironman) para satisfacer como siempre, a la imaginación exaltada de esta minina perdida. Un discreto homenaje a las historias que me han hecho amar con pasión el Stony, Steve-Tony Verse y Brainwash, con amor para sus fantásticas autoras.

PRECAUCIÓN: CONTIENE ESCENAS ALTAMENTE VIOLENTAS.

Líricas: Tripping, Robin Williams.

Gracias por leerme.



ACTO TERCERO

When the truth dies very bad things happen
They're being heartless again
I know it's coming and there's going to be violence
I've taken as much as I'm willing to take
Why do you think we should suffer in silence?
When a heart is broken there's nothing to break


El cansancio golpeando todo el tiempo mi cuerpo terminó por hacerme un manso cordero, abatido por la tristeza, el terror y una ira que se transformó en cruel resignación. Géminis. Les subestimé a un grado que me arrepiento de tantas cosas, incluso de mi infancia, hasta ahí llegaron mis remordimientos en tanto mis últimas lágrimas corrían por mis adoloridas y fracturadas mejillas. Creí en primer lugar que se trataba de un matrimonio normal, que los falsos testimonios de Anthony me hicieron creer. ¿En verdad se llamaba Anthony? ¿En verdad se llamaba Steven? Claro que eran pareja, más no hombre y mujer sino del mismo sexo justo como mi escondida orientación. Me habían cazado igual que todas sus víctimas, con un plan de largo plazo más que astuto hasta terminar en aquel sitio, un rastro, un almacén abandonado. Que importaba. El dolor ya había mermado mi voluntad rebelde ante la incesante lluvia de puñetazos que el rubio me propinó hasta que no me dejó un hueso sano.

No es eso lo que me quebró, sino el hecho de atestiguar el asesinato de mi familia frente a mis ojos. Géminis los acribilló con lujo de maldad. Mi ex esposa, mis dos hijos, incluso el perro y los autómatas que yo comprara para la casa terminaron siendo la última escena grotesca de esas dos mentes provenientes del más oscuro infierno. Atado a la X de metal en la que me sujetaron desnudo, fui testigo con un bozal que ahogó mis gritos cuando Anthony comenzó a jugar con ellos, primero disfrutando de sus gritos de terror cuando les mostró un fuete de metal con el que les azotó hasta abrirles sus pieles desnudas, riendo al raparles sin importarle si les abría la cabeza o no. Steven dejó en el suelo lo que primero pensé era un escudo hecho de bandas circulares hasta que lo desplegó, sacando unos brillantes cuchillos curvos y filosos como sus ojos malditos que se posaron primero en mis hijos, desollándoles con tal infamia que no les mató sino hasta que estaban abiertos de pies a garganta. Luego a ella, ya loca de dolor y miedo, mirándome suplicante como resentida. Merecí su reproche mil veces.

La Ascensión, fue su obra, con los restos de mi ex esposa representando a la Virgen y mis dos hijos a dos querubines acompañándole en su vuelo... por todos los cielos... vomité no sé cuántas veces y me desmayé otras tantas. Incluso los malnacidos tuvieron el descaro de follarse sobre sus cuerpos sin vida, embarrándoles de su asqueroso semen entre carcajadas de felicidad. Anthony se tomó su tiempo para quitarles uñas de pies y manos, para que su Steven se dedicara cual artista a ponerles los clavos en su lugar, rellenando las cuencas vacías de sus ojos con cenizas, haciendo los amarres con sus cabellos, diseñando aquella escena. Lloré mirando a Anthony, no creyendo como esos ojos llenos de ternura pudieran haberse transformado en la maldad misma. Eso no le pareció a Steven y fue cuando me golpeó hasta que simplemente todo fue negro para mí.

-Ya despertó –escuché la voz lejana del rubio cerca de mí.

-Oh, oh, el virus ha funcionado pero el tiempo de respuesta ha sido muy lento, así no me sirve.

-Pero es algo que vamos a resolver después, ¿cierto?

Anthony rió al tiempo que entreabrí mis ojos, sintiéndome increíblemente adolorido. Su sadismo no estaba del todo satisfecho. Me habían despellejado vivo. Unas regaderas improvisadas mantenían lubricados mis músculos al descubierto con un líquido cuyo olor me provocó arqueadas. La mano ruda de Steven sujetó sin miramientos mi cabeza, obligándome a mirarle.

-Aún no pierde la cabeza.

-Cariño, ésa es la idea.

-No hay contra reacción del virus, signos estables. Lo lograste, amor mío.

-Bebé, sin tus pesquisas obtenidas en Londres, jamás lo hubiera conseguido.

¿Londres? No existía distrito o nación con ese nombre en el mundo. Steven me soltó y pude ver hacia donde Anthony, quien estaba frente a una docena de ordenadores, escribiendo a una velocidad impresionante, enfundado en lo que había estado trabajando en mi sala, aquella protección metálica inteligente. Me sentí tan humillado y burlado como nunca. El rubio se posó detrás, rodeando su cintura con sus fuertes brazos, prodigando besos en su nuca. Creí que lo harían de nuevo pero me di cuenta que estaban murmurándose entre sí algo que arrancó una risa clara pero tan cruel de parte de mi desconocido castaño, quien negó mientras se giraba para estamparle un beso sonoro a Steven. Sus ojos avellana se posaron en mí como el amo satisfecho que ve al fin a su mascota domesticada.

-Lo siento, Andrew, tendrás que esperar un poco más. Faltan unos ligeros ajustes, mientras tanto, disfruta de tu familia, mi Capitán Nómada los ha congelado para siempre a tu nombre.

No mentía, luego de limpiar la escena, de nuevo usaron el vapor para inmortalizarles. Habían utilizado el cuerpo peludo del perro como nubes y partes de los autómatas para decorar los cuerpos mutilados de todos ellos. Era horrible. Quería morir pero ellos no me lo permitieron. Volví a perder la consciencia, entre pesadillas de las que no pude despertar hasta que el chasquido mecánico de las teclas de los ordenadores me trajo de vuelta al mundo de los vivos. Anthony seguía escribiendo algo, muy concentrado dentro su armadura... la Armadura de la Muerte. ¿Cuál era el fin real de ésta? Steven no estaba muy lejos, sentado a un lado de mi masacrada familia, haciendo aparentes bocetos de ellos. Quise hablar para insultarle y así, obtener la muerte que ansiaba, pero ahí me di cuenta que no podía hablar más. Me habían cortado la lengua. Solo pude sentir en la garganta un coágulo de sangre que casi me ahogó, tosiendo.

-Tenías razón, es duro de matar –comentó el rubio, levantando su cabeza hacia mí.

-Sonó como el título de alguna novela, cielo, pero te lo dije. Andrew, una vez más, lo lamento, es que mi esposo es un hombre muy celoso y no le pareció nada que me hayas manoseado entre besos, por eso te cortó la lengua que cocinó y te alimentó con ella en lo que dormías.

-Debí castrarlo.

-¡Amor! –el castaño terminó, riendo divertido antes de volverse a mí- Nunca iba a permitirle a su pene ir más allá de sus pantalones. Si quiero alguna polla dura, es la tuya.

-Verso sin esfuerzo.

-Gracioso.

Steven se levantó, dejando sus dibujos en el suelo para ir a inspeccionarme con una expresión digna de un cirujano revisando la huella nula de una cicatriz perfecta. Anthony le alcanzó, abrazándose a su costado y recargando su mentón sobre su ancho hombro.

-Eres todo un artista.

-La piel no es tan difícil de manejar.

-Siempre tan modesto –la mirada pérfida de Stark se posó en mí- Tienes una nueva cobertura, detective. Mi hermoso adonis la unió y ajustó para tu cuerpo de cincuentón, la edad no nos importa realmente, eran las características, ¿sabes?

-¿Vas a decirle el plan?

-Aw, Steven... -Anthony hizo un falso puchero, yo creo que fruncí el ceño, lo que hizo que alzara sus cejas- Oh, ¿creíste que usábamos falsos nombres? Ay, Andrew. Decir la verdad mintiendo es el truco más viejo, ¿verdad, cariño?

-Igual que coger, Anthony.

-Mmmm, no me tientes que ya no sobra tiempo.

-Tiempo es lo que tendremos cuando este saco de mierda haga su labor.

-¿Todavía sigues celoso? Ven acá.

Se besaron lascivamente, casi escurriendo saliva de sus mentones entre caricias de lo más obscenas, sádicas. Tomé aire a mis castigados pulmones y fue cuando me di cuenta que ya no sentía frío ni dolor por mis músculos al aire, tenía encima una piel que no era mía. Eran... eran los trozos faltantes de piel pertenecientes a todas sus víctimas, cosidos de tal suerte que no se distinguían las uniones entre los diferentes colores que cubrían mi cuerpo. De haber podido vomitar lo hubiera hecho. Géminis se separó, diciéndose palabras dulces antes de volverse hacia mí. Anthony sujetó mi mentón, forzándome a que le mirara a los ojos. Quería gritar más ya no tenía cómo lograrlo, solo quejándome cual mudo. Él rió con un gesto despectivo, acariciando mi mentón por encima de la falsa piel.

-Mi esposo practicó celosamente para este momento, Andrew. Tuvimos muchas malas experiencias fallidas, pero otras, oh, fueron un completo éxito –se volvió al rubio sin soltarme- Insisto, pondré Londres y eso del Zodiaco entre tus mejores obras.

-Como tú digas, mientras sea a mi manera.

-Retóricas, aw. Te amo.

Con un nuevo beso, Anthony meció mi cabeza, lo sentí como si me hubieran golpeado con mil martillos.

-¿Has escuchado que el cuerpo es el templo de lo sagrado? Bueno, resulta que en parte tienen razón aunque no de la manera en que lo suponen pero no estamos para clases de existencialismo cosmogónico. Tú serás nuestro templo que nos abrirá el portal a la divina atemporalidad omnipresente.

-¿Esta basura entenderá lo que le estás diciendo?

-No importa, obsérvale, amor mío. Está listo. Solo hace falta que le inyecten la energía necesaria y...

-Adiós a todo esto.

-Bienvenida la era de los dioses, Steve...

-Y Anthony.

-Mmmm –el castaño me soltó, llevándose un dedo a su mentón- No me gusta.

-Es tu nombre.

-Pero no me gusta, le falta... carisma.

-Te escucho.

-Dame ideas.

-Antonio.

-Ay, no.

-Anthon.

-Ése queda descartado de ya.

-Tony. Antoir...

-No, no, no, no, ése primero que dijiste.

-¿Tony? –Steve arqueó una ceja, riendo apenas.

-Discreto, contundente, coqueto, y fácil de recordar.

-¿Crees que te olvidaría?

-Bueno, he programado todas las variables, en alguno de los mundos...

-Jamás podría dejar de amarte... Tony.

-Steve y Tony. Stevetony, Stony.

-Vaya, te has ido demasiado lejos, tesoro lindo. Regresa un poco a mí.

-Siempre volveré –Anthony tomó el rostro de su capitán entre sus manos- Siempre volverás, siempre estaremos juntos sin importar si tú eres un lobo, yo una mujer, tú un fortachón necio o yo un millonario italiano, tú un maduro comandante o yo un deslucido presidente. Zombis, infantes, insectos, mafiosos. En cada variable, en cada senda paralela nos encontraremos, nos amaremos...

-Y destruiremos todo.

-Para volver a comenzar, una y otra vez.

Steven mordió los labios del castaño, sujetándole por su cintura metálica. Era tan espantoso lo que estaba escuchando.

-¿Por qué sujetarnos a los degradantes porvenires de la mortalidad, viajando de un lado a otro cuando podemos ser los dioses creadores que pueden forjar multiuniversos a su imagen y semejanza? –sonrió Anthony.

-Espero que hayas puesto una copia original.

-Claro, grupo de control.

-¿Y nos odiaremos hasta matarnos? –rió el rubio de lo más macabro.

-Peor que en las otras versiones pero así será, esposo mío. Aunque... no creo que sea del todo igual.

-Con las otras copias tendré lo que quiero.

-No vayas a engañarme.

-Tony...

Éste le lanzó un beso al aire, alzando sus cejas después al cruzarse de brazos. -¿Pusiste lo que te dije?

-La boda.

-Me lo prometiste.

-Jamás rompería una promesa hecha a ti, tendrás tu patética boda.

-Será tan hermoso después. Como en los demás, siempre buscando y jamás encontrando.

-Incluso creando guerras a escalas monumentales. Beberemos de sus lágrimas.

-Dulce entropía.

-No te hagas muy astuto en una de tus copias o puedes sabotear todo esto.

-Jamás podrán hacerlo, estaremos en todos ellos al mismo tiempo tirando de todas las cuerdas, ¿lo olvidaste? Si hay una anomalía, tenemos el mecanismo de control. Recuerda al grupo muestra, siempre podemos contar con él y rehacer desde él. Pero de todas formas, el contador les obligará a ir en la dirección designada. Ya sea por ti o por mí, no tendrán escapatoria.

-Adoro como piensas en todo.

-Adoro que huelas el peligro antes de que exista.

-Te amo.

-Y yo te amo.

Un puñetazo me dejó inconsciente por última vez. Lo que sucedió entre ellos quedó afortunadamente fuera de mi memoria. Ya no soporté más de su presencia. Tampoco me quedaron lágrimas que derramar en mis falsas mejillas. Cuando volví en sí, me hallé sujeto a una camilla por varios cintos gruesos como los presos esquizofrénicos. Estaba en un hospital, eso lo deduje con solo ver la habitación en la que desperté, pero tenía medidas de protección que me dijeron que algo no estaba bien del todo. Mis huesos ya no dolían, lo que hubiera hecho Géminis con mi cuerpo lo había restaurado de nuevo, podía moverme sin problemas pese a la inmovilización. La falsa piel no me molestaba más. Tampoco tenía apetito o ganas de usar el retrete. Un médico joven entró para revisarme, mirándome con algo parecido al odio más puro antes de decirme que ya todos sabían mi oscuro secreto.

Pensé en algo más mundano que hallarme culpable de todos los asesinatos que Géminis había llevado a cabo. Habían llegado a mi casa, encontrando la evidencia que me señalaba como el creador de la famosa Armadura de la Muerte, que en mis oscuras idas en busca de placer masculino me hacía llamar el Capitán Nómada. Yo había escrito aquella bitácora, en un armario oculto habían encontrado hojas parecidas de una escritura ensayada, incluso tenía dibujos de mis víctimas en sus abominables poses luego de muertos. Siendo un detective, había tenido acceso a medios que otra persona normal no había podido, valiéndome de un ingenuo muchachito estudiante para terminar mi prototipo de la armadura antes de matarlo con tal crueldad que dejé pedacitos suyos en mi bañera entre trozos de hielo, otros más estaban cocinándose a fuego lento. Al terminar inconsciente por una aparente sobredosis de droga, había activado sin querer mi ubicador, permitiéndoles encontrarme junto a mi masacrada familia.

Ahora esperaría en aquella camilla del hospital militar mi juicio, con mi piel nueva como burla total a todos los familiares de las víctimas y del cuerpo de policía al que había servido por años. Sin lengua, no tenía como explicarles que nada de eso era cierto, y a decir verdad, ya no estaba tan seguro de que Géminis fuese real. En varias noches en solitario llegué a tener la idea de que todo eso, sus conversaciones y asquerosidades únicamente habían existido en mi perturbada mente de detective amargado con frustraciones sexuales que descargó contra seres inocentes, en su mayoría familias sin conexión aparente más que el ser muy felices. Pero una parte de mí se negó a creerlo, porque a pesar de que bien pudiera yo haber viajado a todos esos lugares y cometido tales barbaridades, en mi memoria existían en su lugar los momentos en que estaba en un bar completamente ebrio o follándome algún desconocido.

Familias felices... ahí comencé a entenderles. Verán, Géminis asesinó todas esas familias no para armar sus infames escenas de asesinato, buscaban una sola persona, más para no dejar rastro de quién era el elegido, arrasaban con todos sus parientes consanguíneos, despistando a los más experimentados sabuesos. Eso habían hecho conmigo, seleccionarme y asesinar a mi familia, a mí también pero de otra manera. Necesitaban personas felices con experiencias agradables, el marco perfecto de donde extraer historias alternas. Quisiera más tiempo para desmembrar bien esto pero ya no tengo ese privilegio. Solo necesito decir esto, porque lo recuerdo de Anthony cuando trabajó tantas noches en mi sala, tiene sentido ahora. Variables... mundos parecidos entre sí pero con ligeros cambios que llevarían inevitablemente a soluciones diferentes. ¿Con qué objetivo? El que en primer lugar les impulsó a crear ese plan enfermo: por el puro deleite del caos.

Creo con bastante seguridad irónica, que el Vapor de Teslan escondía otra cosa además de la energía que movía al mundo. Algo que les ayudó a viajar a otros tiempos... donde la tentación de recrear un todo que ellos pudieran gobernar vino a sus mentes. Si habían conseguido tal paso, desafiando las leyes de la naturaleza, no existía nada que les detuviera de convertirse en los dioses creadores de sus multiuniversos en donde sus copias vivirían sin nunca imaginar que eran los títeres de unas voluntades malvadas que únicamente iban a llevarlos a la extinción, creando un punto singular de convergencia para reiniciar otra vez, en otra variación, repitiendo esta condena por toda la eternidad para goce de Géminis, quienes iban a divertirse recreando sin cesar lo que más adoraban: muerte, confusión, dolor y bastantes lágrimas.

Sobra decir que me quedé solo en mi celda blindada a donde fui encerrado una vez que me recuperé del todo y esperaba la deliberación de mi juicio que no tardó en serme anunciada. Moriría por todos mis crímenes en la silla. Ya esperaba tal dictamen más cual funesta premonición, me di cuenta que eso también ya estaba planeado por ese matrimonio de asesinos psicópatas. Energía. Los cañones repulsores de la armadura de Anthony no estaban estables por más empeño que puso en ello. Necesitaba encontrar la solución, sin duda, pondría a sus copias a encontrarla en alguno de sus universos. Que la vida nos ampare si lo consigue. Pero también ocurría algo más. Durante mucho tiempo la silla utilizaba corriente eléctrica proveniente de la radiación del Vapor de Teslan. Un día algún decano de la UNNU se dio cuenta que era mejor usar al energía primordial del vapor directamente. Además de dar una muerte más expedita y menos horrorosa, ahorraban recursos.

Así que finalmente, pude darme cuenta de lo que seré en un momento dado en toda esta trama tan compleja y asquerosa. Esta piel falsa que me cubre y se ha adherido exitosamente a mi cuerpo inyectado con alguna sustancia que me ha hecho renacer, tiene formas específicas, el lenguaje de programación que Géminis inscribió, es como tener una bomba a la cual solamente le hace falta encenderle la mecha para que explote. La silla hará eso por mí, por ellos. Cuando la energía primordial del vapor entre en mi cuerpo, activará los códigos que Steven laboriosamente puso en esta piel que unió a mi cuerpo, siendo previamente escritos por Anthony. La respuesta que tanto buscan filósofos, científicos, locos y poetas. El origen del universo y de la vida. Géminis la encontró para nuestra desgracia, vive en mi cuerpo, puedo sentirlo con claridad.

Soy esa piedra filosofal que puede arrancar la vida como proveerla, soy el portal hacia la vida eterna para un par de asesinos hambrientos de sangre, muerte y destrucción. Soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin. No me pregunten cómo lo sé, pero sé que me convertiré en una gran explosión que barrerá con todo esto y en su lugar impondrá nuevas vidas gobernadas bajo el puño del Steve y de... Tony.

De nada vale intentar explicarlo a los demás, de hecho, no sé si esto lo estoy diciendo a alguien más o a mí mismo en un afán por aferrarme con uñas y dientes a mi última tira de cordura. Veo las lágrimas de familiares a lo lejos, maldiciones a cerca de mi persona, miradas decepcionadas de viejos camaradas. Soy un monstruo, por supuesto, más aun sé que no lo soy por voluntad, así me han hecho como lo hizo Víctor Frankenstein con su criatura... ¿Cómo puedo tener ese nombre en mi cabeza? No existe... no en este mundo, por supuesto, estoy teniendo las visiones de sus viajes a otras tierras fuera de la comprensión humana. Hombres viviendo en construcciones niveladas... pirámides... viajando a través del oscuro espacio de un universo que se tuerce sobre sí mismo, buscando los huecos llamados agujeros negros... naciendo a través de máquinas... bailando al ritmo de una guitarra... creando vidas virtuales... conociendo seres de otros mundo...

¿Qué está pasándome?


Auxilio.


¡Auxilio!


¡AUXILIO!


Esto no puede pasar.

No permitan que Géminis gane.


Por cada vez que vuelva a reiniciarse un mundo, por cada vez que uno de ellos muera, todo comenzará de nuevo como un ciclo sin fin que solamente los hará más y más poderosos. Repetirán sus copias hasta que no quede nada por repetir, y de todos modos habrán conseguido inmortalizarse hacia las siguientes variaciones... descendientes...


No, por favor, por favor...


¡POR FAVOR, DETENGAN ESTO!


¡SE LOS SUPLICO!


No me escuchan, no me miran, creen que me he vuelto loco al tratar de comunicarme, arrastrándome entre media docena de enfermeros y policías fornidos que tienen problemas para contener mi fuerza hacia la cámara donde espera la silla. Deben usar más correas para mantenerme sentado, incluso uno de mis viejos amigos tiene que darme un puñetazo para calmarme. Gruño al no poder hablar, queriendo decirle que está mal, si van a matarme que lo hagan, es lo mejor pero no con la silla. Es lo que quieren ellos. Esperando en su escondite nupcial, desnudos sobre una cama hecha de hierro con hielo azul, desnudos, entrelazados con besos en labios sonrientes. Un sacerdote me arroja una estúpida agua al ver que mis heridas provocadas por los forcejeos se curan casi al instante. Me dicen demonio, abominación que debe terminar su vida.

Río ante la histeria, el fin de todo.

El flamante gobernador de Missdrawn me dicta mi sentencia fatal, el sacerdote hace sus gestos simbólicos orando por mi alma pecadora que arderá en el infierno. Frente a mí, detrás del vidrio de protección, está un grupo de personas con miradas reprobatorias, de asco. Puedo alcanzar a distinguir mi reflejo. Tengo ojos azules brillantes como si tuviera un par de lámparas en lugar de pupilas, incluso me está saliendo cabello en mi calva cabeza perfecta. Hay cosas empezando a brillar por debajo de mi piel. Algunas tienen formas que si puedo distinguir, como una estrella... El gobernador se da prisa, regresando a su lugar pegado a la pared igual que el sacerdote que se cubre su nariz con un pañuelo de seda blanco. Del otro lado, un oficial sujeta la palanca que activará la descarga de energía mortal. Mis manos picotean temblorosas los brazos gruesos de la silla, recordándome que bien podría usar el código primario de los telégrafos para comunicarme.


Podría contarles una historia. Mi historia.


Voy a morir.

Y ustedes conmigo.


-Bajen la palanca.



F I N


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