Trifesta
Nota:
Kai fue el primer nombre que se me ocurrió, pueden imaginarse al Kai de EXO.
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Después de la extensa ducha finalmente salieron del baño, y mientras comían John recordó la fiesta a la que lo habían invitado, irían los tres juntos o ninguno iría.
—Ropa, relojes, joyas, zapatos, perfumes... te daremos todo eso y más.
—No es necesario. No necesito nada de eso.
—Zhan Ge, toda persona desea algo, piensa un poco más. ¿No hay nada que te apasione?
—Mmhh, bueno, me gustan los gatos.
—¿Cuáles? ¡Te podemos comprar dos, no! ¡Cinco! ¡O diez! —John sonrió, regalándole una gran sonrisa.
—Noo... No es necesario.
—Entonces piensa en otra cosa, lo que desees comprar, lo conseguiremos para ti.
—Eehhmm. Me gusta tomar fotografías. Eso me apasiona.
—Bien, eso será, pero a una fiesta no puedes lucir una cámara fotográfica. Ahora dinos si te gustan las joyas, ¿las cadenas de plata o de oro? ¿Los diamantes? ¿O las perlas?
—¡John! —Yibo lo alertó para que se calmara.
Sin molestarse, Xiao Zhan sonrió y le tocó el brazo a Yibo: —Déjalo ser, no me molesta, al contrario, me gusta su entusiasmo —Y le habló a John—. Compra lo que te parezca que se me vea bien. ¿Qué tan malo puede ser? —dijo y miró a Yibo sin saber lo que decía.
Al escuchar la respuesta, John imaginó un sinfín de posibilidades, en cuánto podría comprar para su hombre. Comenzó a buscar en su celular y acercó su silla a la de Xiao Zhan, cuando veía la joya que le gustaba se la mostraba.
Ya terminando de comer, Yibo preguntó: —¿John, a qué hora es la fiesta?
—A las diez de la noche. ¿Combinamos colores? ¿Zhan Ge, quieres combinar con nosotros? ¿Rojo, y... —John lo pensó un poco— ¿Negro?
—Yo usaré el negro —dijo Yibo antes de que su hermano eligiera el color.
—Yo el rojo —dijo John.
—¿Y yo? —Xiao Zhan no terminaba de entender ese juego de combinar colores.
—Tú, Zhan Ge, usarás los dos colores, tendrás una parte de ambos, ¿sí? —dijo John insinuando todo lo que esas palabras decían.
—Xiao Zhan, ¿eso te parece bien, quieres ir a la fiesta? —preguntó Yibo, hablando con una actitud seria, siendo que no terminaba de creer que el hombre estuviera accediendo tan de buena gana a las peticiones de ambos.
Xiao Zhan encontró su mirada con la de él, la que en la mañana había estado viendo tan de cerca. Esa mirada que le devolvía una calma y pasión nunca antes conocida.
—Sí, iremos a la fiesta, confío en ustedes... pero hay un problema.
―¿Cuál? ―preguntó John, asustado.
—Es que... no tengo nada elegante con esos colores.
John suspiró aliviando la tensión momentánea al oír que había un problema, eso no significaba demasiado para los gemelos Wang, ellos tenían todo lo que deseaban y poder comprar la ropa que querían era lo que menos les preocupaba. Yibo sacó su billetera y de ahí una tarjeta plateada, se la mostró a Xiao Zhan.
—Esto lo solucionará.
—¡Sííí! ¡Vayamos a comprar! —Festejó John con su usual y estrafalaria alegría cuando algo lo emocionaba.
Ante la vivacidad del joven, Xiao Zhan no pudo evitar también sonreír con diversión.
***
La fiesta se daba en el pub al que concurrían asiduamente, era por el lanzamiento de una línea de ropa de uno de sus conocidos y clientes más viejos, pero no tanto en edad, este tenía unos treinta años. Era Kai, un hombre fuerte y de piel bronceada, sus ojos siempre se mostraban intimidantes y su boca, casi siempre severa. Su porte era en extremo elegante y peligroso. Vestía siempre trajes de tres piezas; pantalón, chaleco con botones incrustados en diamantes y zafiros, y un largo chaquetón granate. Toda su presencia era impactante, hombres y mujeres deseaban ser vistos por él, pero en su mente había solo una persona, una única obsesión alejaba su sueño.
No perdió un solo detalle del trío deslumbrante que recorría su fiesta. Los observó desde el momento en que llegaron, primero a través de la pantalla de vigilancia en su palco, y luego cuando entraron, con sus propios ojos.
Este trío había sido observado por todos desde que su auto se detuvo en la acera y Wang Yibo bajó vistiendo de un solo tono, vaquero y camisa negra, el toque de color lo daba un collar de perlas blancas que ajustaba su cintura, y un arete, que decoraba el lóbulo de su oreja derecha. Del otro lado, quien bajó fue este hombre desconocido para quienes conocían a los gemelos Wang, vestía un traje negro, pero que era cruzado por una franja roja que iba en diagonal desde el hombro a la pierna, su cabello oscuro parecía mojado y le caía hacia adelante, encrespado, sus labios tenían un tono durazno, lo que lo hacía demasiado apetecible, tentador.
Los gemelos querían exponer su más nueva conquista ante todos. Eso era evidente. Vestía prendas de la última colección del diseñador más costoso del país, valía lo que un empleado común ganaría si trabajara seis años sin gastar en nada.
Luego de saludarlos con un gesto, sus conocidos hablaban entre ellos.
—¡Siempre tan engreídos!
—¿Quién es él?
—¡Es muy atractivo!
—¡Mira su rostro! ¿Dónde lo habrán encontrado los gemelos Wang?
—No lo sé... pero me gusta. Es tan diferente a los que traen siempre.
—A mí también me gusta.
—¿No vieron su Oasis?
Kai observó al hombre, que notó que se mostraba tímido aunque no sumiso. Y lo miró a él, al tercero en salir del auto, John, observó su falda y su camisa del color del infierno, de un rojo ardiente, que le lucía tan bien como todo lo que se ponía. Regresó la atención al hombre que habían llevado, de no ver el destello en su oreja su noche no hubiera sido tan caótica, lo que para otros podía parecer ostentación, para Kai no lo era, tenía otro significado, uno que lo hizo estallar de rabia, porque la joya que pendía de la oreja de ese hombre era un rubí con un diamante en el centro, enseguida corroboró observando la oreja de John, él tenía el otro arete.
Permaneció observándolos a través de la cámara, se sentaron los tres uno al lado del otro y sin distancia de separación, el humor de Kai se tornó más violento cuando vio que John pasaba un brazo sobre el hombro del otro, y le sonreía con ese brillo en los ojos que había visto tantas veces de cerca. Apretó los labios y se mordió la mejilla, con furia estrelló contra el suelo la copa de vino que sostenía.
—¿Qué ocurre, jefe? —llegó a él su más leal empleado.
—¡Nada! ¿Quién es él? —dijo Kai, solo fijando la mirada en ese hombre sentado entre los gemelos.
—É-é-él es... es no sé quién es.
—¡Averígualo! —Bufó, y se sentó en la silla del escritorio, dejando descansar su espalda y cabeza en el alto respaldo.
Con la orden dada, Kai quiso meditar hasta calmarse, respirar lentamente, inspirar y espirar mientras centraba sus ideas, así es como se hacía, pero claro que eso nunca le resultaba, romper y lanzar cosas era su mejor terapia para aplacar la ira. Se puso de pie y arrasó con los vasos del minibar, luego lo empujó contra la pared, finalmente suspiró y con una sonrisa en su rostro creyó que se había calmado. La calma duró hasta que su asistente regresó minutos después, él no miraba a Kai a los ojos, desviaba la mirada, temeroso de la reacción que tendría cuando dijera lo que sabía.
—¿Y bien, quién es?
—É-é-él es el nuevo...
—¿El nuevo qué?
—Es el nuevo amante de los gemelos.
—¿De John también? —pregunta obvia y sin sentido que Kai supo al momento de hacerla— No respondas a eso —dijo y se acercó al borde del palco, apoyó las manos en la barandilla mirando hacia abajo, a aquella sala donde el trío se sentaba, la mano de John recorría la pierna del hombre a su lado mientras que los ojos de Yibo no dejaban de mirar los labios rosáceos del mismo hombre. En ese momento una mesera llegó con tres tragos, John había pedido un Long Island azul, Xiao Zhan un daiquiri de frutilla, y Yibo un Manhattan.
Llevaban la mitad de sus tragos bebidos cuando la alta figura de un hombre se paró ante su mesa.
—Queridos invitados, ¿cómo están pasando la velada?
—¿Quién es usted? —dijo John para molestarlo, y miró a Kai ante su mesa. John sabía apreciar un hombre bello cuando lo veía— Kai, te mantienes bien.
—Kai, todo está muy bien, gracias por preguntar —dijo Yibo, queriendo evitar malas vibras de parte del dueño del lugar.
—Sí, Kai, lamento el habernos perdido el desfile de tu nueva línea de ropa. Entiende, por favor, estábamos demasiado ocupados jijiji —dijo John y le sonrió a Xiao Zhan.
Al haber puesto su atención en él, Kai usó esa oportunidad para exigir ser presentado: —¿Y tú eres?
—Soy Xiao Zhan, mucho gusto en conocerlo —Xiao Zhan lo miró.
—Xiao... Zhan —Kai repitió lo que acababa de escuchar, memorizando el nombre de su contrincante—. Me llaman Kai, y soy el dueño de este lugar y de una cuarta parte de la ciudad. El gusto de conocerte es mío —dijo con pedantería, demostraba una arrogancia que a Xiao Zhan le resultó repugnante, se tocó el estómago sintiendo un verdadero malestar e intentó ponerse de pie.
—Disculpen, tengo que ir al baño.
—Iré contigo, sostén mi brazo —dijo siempre atento a su Dios, John—. Vamos, Zhan Ge. Apóyate en mí.
Lo ayudó a llegar al baño y después de que Xiao Zhan se mojara la cara y se sintiera mejor, John hizo su jugada, lo sostuvo del antebrazo y tiró de él hacia uno de los baños, encerrándose ahí.
—¡John!
—Zhan Ge, Kai es muy molesto, ¿cierto? ¿Fingiste todo eso para deshacernos de él? Eres muy astuto, tan ingenioso. No podía esperar menos de ti —John lo sostuvo de las muñecas y le movió los brazos sobre la cabeza para inmovilizarlo.
—Fue un malestar real, ese hombre me provocó arcadas...
John metió una pierna entre las de Xiao Zhan, rozando su entrepierna mientras inhalaba el aroma en el cuello y la garganta de él.
—Hueles tan bien.
—Tú también, y eres lindo.
—¿Soy lindo? —La feliz sonrisa de John ante el cumplido hizo sonreír también a Xiao Zhan.
—Muy lindo, me atraes demasiado.
John pensó un poco y dejó de sonreír, lo quería todo de ese hombre.
—¿Y me quieres Zhan Ge? ¿O solo quieres mi cuerpo? —John se mostró algo decepcionado.
—Sí, te quiero a ti también, no solo tu cuerpo, John. Eres gracioso, divertido... Y también inteligente ―La primera impresión de Xiao Zhan había sido errada, definitivamente ahora sabía que John no era ningún tonto.
—¿De verdad? —John movió la pierna entre las de Xiao Zhan, haciéndolo jadear, y tocó su boca con la suya. Lo besó buscando su lengua, los sabores de la frutilla y el ron del daiquiri, más el tequila y el vodka del Long Island, se mezclaban en esa saliva compartida, embriagándose los dos, de dulzura y alcohol.
Las manos de John soltaron las muñecas de Xiao Zhan y bajaron por su cuerpo, por su costado, tocando sobre la ropa y deteniéndose a veces para sentir la suave piel bajo esa tela carísima. Xiao Zhan lo sostuvo de la nuca mientras lo besaba sin dejarlo alejarse, quería que sus bocas no dejaran de tener contacto, «¿podía ser para siempre?» Sabía que no, pero lo haría lo más que pudiera. Esa inspiración de deseo se le fue cuando John se apartó y quiso arrodillarse.
—No, ahora no. Sube, por favor —dijo, dándole la mano, y cuando John se la dio, la llevó a su propio pene, para que John lo tocara y sintiera cómo lo ponía—. Sigue besándome —dijo y lo volvió a sostener de la nuca, sus labios volvieron a encontrarse y esta vez fue Xiao Zhan quien le buscó la lengua.
Ambos gemían con ese beso donde solo pensaban el uno en el otro, momentáneamente se sentían los únicos en el mundo, pero sabían que deberían estar teniendo en cuenta a alguien más, no fue hasta que un carraspeo a un lado de la puerta los hizo recordar.
—¡Yibo! —dijeron los dos mientras rompían el beso, sintiéndose culpables por su olvido.
Ambos se miraron, no podían mentirle. John miró a Xiao Zhan y dio un paso atrás, movió su mano para destrabar la puerta, pero antes Xiao Zhan posó su mano en la de él.
—Yo abriré —dijo y abrió listo para disculparse. «¿Yibo estaría furioso?»
—Nosotros...
—¿Están bien? —Fue lo que dijo sin dejarlos hablar.
—Sííí —respondió John sin salir del baño.
—¡Idiota! —Yibo entró al baño con John y lo llevó de cara a la pared. Le sostuvo las manos en la espalda, impidiéndole moverse.
—No es su culpa, yo también lo besé —Xiao Zhan quiso disculparse.
—No es por eso que estoy molesto.
—¿No? —John sonrió y se movió contra Yibo, que en su furia no midió la cercanía de sus cuerpos.
Yibo lo soltó y se alejó, se paró a un lado de Xiao Zhan.
—No sabía si les había ocurrido algo, Kai salió tras de ustedes... y demoraban demasiado en regresar.
—¿Yibo, entonces no te molestaste por...
—¿Porque se estaban besando? No, conozco a mi hermano, es inevitable para él perseguir a sus...
—¡Yibo! ¡Cállate! —gritó John.
—¿Que yo me calle?
―Sí.
―No quiero, ¿quién me va a obligar?
―Mis puños ―dijo John y los puso ante el rostro de su hermano.
Queriendo evitar que pelearan, Xiao Zhan se interpuso entre ambos.
—Esperen. Yo lo haré —dijo y alejó a John.
—¿Qué harás? —le dijo él.
—Callarlo —Sostuvo a Yibo de los hombros y con rapidez acercó su rostro al de él, posó sus labios en los suyos, callándolo.
John ya había bajado sus puños, se acercó a Xiao Zhan por detrás y lo abrazó con mucho cariño mientras sonreía por haber sido salvado por su Dios.
—Gracias, Zhan Ge, me salvaste —dijo, y los observó besarse.
La respuesta de él fue un murmullo entre el beso, y la de Yibo fue una mirada reprobadora, pero el enojo con su hermano era pasajero, ese beso disolvía todo malestar. Yibo concluyó demasiado temprano, que después de todo, la fiesta no estaba tan mal.
Este beso era igual de tempestuoso que el anterior; Yibo reclamaba su boca, buscándole la suave lengua, tocándola con la propia y dejando que Xiao Zhan la sintiera, la saliva compartida los mojaba y hacía de nexo entre los dos, mientras las manos tocaban el cuerpo del otro. Yibo lo sostenía de la nuca y la cintura, y Xiao Zhan de los hombros, lo acercó, presionando sus cuerpos juntos. La presión en su entrepierna le decía que quería más. Y estando los tres juntos... ¿Por qué no?
Una neblina blanca comenzó a invadir el baño, y un sabor acre fue sentido en sus paladares, los ojos les comenzaron a arder y la garganta a picar.
―¡¿Zhan Ge?! ¿Qué...
Se separaron del beso al notar cómo John comenzaba a toser y a tambalearse.
―¿John? ―Xiao Zhan lo sostuvo entre sus brazos.
―¿Qué... ―Yibo tampoco pudo acabar de hablar, se tambaleó hacia atrás mientras se sostenía de la pared y fue deslizándose poco a poco hasta quedar sentado en el suelo. El humo blanco nublaba su visión y apenas podía oír la voz de Xiao Zhan que ahora estaba ante él preguntándole si estaba bien.
―¿Yibo? ¿John?
Xiao Zhan no sabía qué hacer. Escuchó las pisadas de varias personas entrando al baño. «¿Qué estaba pasando?»
Entre todos esos que habían entrado, uno se adelantó y fue el que se detuvo ante la puerta del baño en el que el trío estaba.
"Toc, toc" Fueron dos golpecitos en la puerta seguidos de una voz dando una orden para nada amable.
―¡¡Ábranla!!
El fuerte golpe a la puerta la hizo ceder sin demasiada resistencia, el hombre que la había derribado se hizo a un lado, dejándole el paso a su jefe. Y cuando Xiao Zhan miró, vio la figura de ese hombre que se recortó en el marco de la puerta por delante del humo que ya se disipaba. Tenía cubierto el rostro con una máscara y un paño húmedo en su mano. Se agachó para mirar el rostro de John, que tenía los ojos cerrados. Luego miró al otro extremo, Wang Yibo también tenía los ojos cerrados, y finalmente fijó la vista en el tercer hombre allí dentro, que lo miraba desafiante.
―¿Por qué haces esto? —dijo Xiao Zhan.
El hombre no respondió y se acercó a él, le puso ese paño sobre la boca y la nariz, apretando mientras Xiao Zhan pataleaba y lo arañaba queriéndose zafar, fue inútil porque momentos después, tal como los gemelos, se desmayó.
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Los baños en China son bastantes grandes se ve, jaja
¡Gracias por leer!
#Jo
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