PARTE 3 [3]


Felicidad.


Thomas.


Alex me quiere contar algo.

¿Ahora qué cagada habrá hecho? Si no soporta la culpa él, no quiero saber qué será de mí. Por esa razón digo no.

Salgo de la cocina antes de que pueda hablar de nuevo y subo las escaleras con mucha rapidez, intentando que mi curiosidad no sea más grande y me haga devolver.

Él me sigue sin dudarlo.

— ¡Bueno! —golpea la puerta de mi habitación justo cuando la cierro frente a su cara —. ¡Come mierda!

— ¡Come mierda tú! —golpeo desde adentro.

— ¡Pues tú más! —vuelve a golpear.

— ¡Tú más! —se lo devuelvo.

— ¡Imbécil!

Su insulto me obliga a abrir la puerta, nada más para golpearlo en la cara.

—Repite eso —lo reto.

—Imbécil —entrecierra sus ojos.

Lo siguiente que escucho es el sonido de mi mano impactando su mejilla. Él me observa con la misma sorpresa que las otras veces, yo solo disfruto la sensación de haberle dado una bofetada.

Y me quedo inmóvil cuando en vez de devolverme el golpe, él toca su mejilla y respira hondo, intentando calmar a su demonio interior.

—No me vuelvas a decir imbécil, no me vuelvas a insultar —lo apunto con un dedo —. Ya me cansé de que digas lo primero que pase por tu mente. Aprende a respetar.

—Lo siento.

Ahora el sorprendido soy yo.

¿Qué carajos acaba de decir?

— ¿Ah?

Él simplemente esconde sus manos en sus bolsillos.

—Lo siento —repite entre dientes.

¿Estoy soñando?

— ¿Te sientes bien? —no puedo evitar preguntar —. ¿Llamo a mamá?

Él me mira feo, como de costumbre.

—Sí, estoy bien —aprieta sus dientes —. Adolorido, pero bien.

Observo su mejilla. Sí, le pegué con fuerza.

Pero en mi defensa, peor fue la paliza que él me dio aquella vez. Uf, mucho peor.

—Bien —me cruzo de brazos —. ¿Qué me ibas a contar?

La curiosidad le gana a mi molestia. Aunque me irrita su presencia y me vale mierda lo que le pase, tengo la necesidad de preguntárselo para poder dormir.

Curiosidad por el chisme, no por él. Él no me importa.

— ¿Me vas a preguntar eso después de que me golpeaste? —entrecierra sus ojos.

—Uhm, sí.

—Okay —se encoje de hombros y entra a mi habitación.

Cierro la puerta y me siento en mi cama, justo frente al sofá en donde está sentado él.

Ambos nos miramos por un largo rato, sin decir nada. No sé qué está esperando para hablar, lo que sí sé es que yo estoy esperando que hable. No podré dormir sin saber qué quiere decir.

—Discutí con Niels —murmura, mirando sus manos —. Hice algo que no debía y él se molestó conmigo, yo... No sé qué hacer.

Oh, así que es eso.

¿De verdad me está pidiendo un consejo amoroso a mí? Se siente raro. Bastante raro. Además, ¿quién le dijo a él que su vida sentimental me interesa? Desde hace mucho dejó de importarme lo que le pase.

— ¿Por qué crees que se molestó? —me veo preguntando.

Él niega y juega con sus dedos, sin saber por dónde empezar.

—Por muchas cosas. No es la primera vez que la cago y esta vez invadí su privacidad... Me pasé de la raya —hunde sus dedos en su cabello —. No sabía que mis acciones podrían tener tanta importancia en este momento.

—Tus acciones tienen importancia en todo el tiempo.

—Mis acciones del pasado —aclara —. Lo hice en un momento en el que ni siquiera me imaginaba teniendo una relación con él, es... No lo sé, nunca pensé que se fuera a molestar por algo así.

— ¿Por leer su diario? —alzo una ceja —. Hasta yo me molestaría, Alex.

Él frunce el ceño enseguida.

— ¿Tú cómo sabes eso?

—Niels me contó, fue a comer pizza conmigo después de discutir contigo —niego lentamente —. Me lo encontré en la entrada y fui yo quien lo invitó, no pienses que me buscó a mí.

Conociendo a Alex, debe estar haciéndose miles de ideas y no quiero que sienta celos por mi culpa. Toda la vida ha sido celoso — al igual que yo, no lo niego —, pero con todos. Con mamá, conmigo, con Venus, con el resto de nuestros hermanos... Está en su sangre, es celoso, y con su novio debe serlo mucho más. Pobre Niels.

— ¿Ahora eres su mejor amigo o qué? —pregunta bruscamente.

Yo solo lo pienso durante un largo rato. No había pensado en esa posibilidad, pero la verdad es que podría decir que sí. Nos llevamos súper bien y ambos sentimos consuelo cuando hablamos con el otro. Sí, somos muy buenos amigos. ¿Mejores amigos? Aún no, pero estamos cerca de serlo.

—Sí —le digo nada más para fastidiarlo.

Alex asiente levemente.

— ¿Qué fue lo que te dijo? —pide más detalles.

—Que eras un idiota y que sería mejor opción dejarte —me trago una sonrisa cuando me observa con temor —. No, lo último lo dije yo, lamentablemente.

Su mala mirada lo dice todo.

—Está muy triste, Alex. No se siente molesto, se siente traicionado. —Me cruzo de brazos —. Esta vez te pasaste muy feo y lo sabes.

—Lo sé —clava su mirada en el suelo —. Yo... No sé qué hacer ya, Thomas. Ya no quiero seguir peleando con él, solo quiero que estemos bien.

Y aunque en este momento lo odio, no me importa y no me interesa lo que le pase... Se me hace difícil no sentir lástima por él. Es como ver al mismo Alex niño, como cuando éramos gemelos de verdad y buscábamos refugio en el otro.

¿Lo peor? No he dejado de verlo como alguien al cual debo proteger. Porque me nace. Porque aunque él sea una basura conmigo, yo no puedo ser la misma porquería con él. Porque muy, muy, muy en el fondo, aún lo quiero y no deseo que le pase algo malo. Solo quiero que sea feliz.

Quiero que sea más feliz que yo.

—Primero que nada, deja de creer que debes o mereces saber todo lo que pasa por su mente —pienso en todo lo que he leído en los artículos de Melanie —. A veces nos guardamos cosas para nosotros que no es necesario que nuestras parejas sepan. Ya sea por nuestro bien o por su bien, todos tenemos derecho de mantener cosas en privado. Es nuestro espacio, nuestro lugar, nuestra seguridad.

» Es tonto lo que la sociedad nos ha hecho creer que es la complicidad en pareja. No siempre puedes saber todo de la otra persona, la otra persona no siempre debe saber todo sobre ti. Créeme, Melanie no sabe muchas cosas de mí y estoy seguro de que yo no sé muchas cosas de ella. Es algo normal, es sano, es lo que pasa porque somos seres independientes que no necesitan estar dando explicaciones todo el tiempo sobre sus pensamientos.

» Eso es lo genial de madurar en una relación, puedes sentirte libre desde el compromiso.

Y sí, todo eso me lo enseñó Melanie. Tardamos mucho en darnos cuenta de que sería imposible saber todo del otro, así que nos permitimos guardarnos cosas. Llegado el momento, todo se podría saber; eso dijimos. No necesariamente de una vez, sino a nuestro tiempo.

Ella tardó mucho.

—Yo solo quería saber un poco más...—suspira —. Una cosa es querer saber todo, otra muy diferente es querer saber algo. Yo no sabía nada de él, Thomas, nada.

Y le creo. Porque conozco a Niels y también lo conozco a él. Ambos son demasiado inexpresivos como para decirse algo y demasiado reservados como para preguntar.

—Fue en la fiesta de Gael, yo estaba a punto de confesarme y entonces Anna lo llamó y él dejó el teléfono en mi escritorio y yo aproveché para... No sé —se pasa las manos por el cabello —. Necesitaba saber si debía confesarme o seguir con mi vida. Yo solo quería saber qué era lo que él sentía por mí.

— ¿Y la mejor opción fue meterte en su tumblr?

— ¡Era eso u obligarlo a decirme quién le gustaba! —se altera.

—Habría sido lo más sensato.

—Pues yo no soy sensato —se cruza de brazos como un niño.

—Sí, lo sé.

Y no decimos después de eso.

Él se echa a un lado cuando me siento en el sofá y después de unos minutos, tiene el descaro de comenzar a sermonearme respecto a mis jugadas y decisiones. No le digo nada, pero aún así frunzo el ceño porque sigo molesto y no me gusta que me diga cómo jugar.

— ¡Ahí no! —me empuja y comienza a señalas la pantalla —. ¡Tienes que moverte hacia las torres, idiota! Hay demasiados demonios afuera.

— ¡No me empujes! —le devuelvo el golpe, haciéndolo caer del sofá —. Y no me digas cómo jugar, si tanto sabes, vete a tu habitación y juega tu propia partida.

—Adivina qué haré.

Se levanta del suelo y sale de la habitación con pasos firmes.

Inmaduro.

...

—Soy Thomas Crild, un chico de diecisiete años que se siente como una persona mayor la mayor parte del tiempo. Me gusta tocar guitarra, leer, jugar videojuegos, la ciencia y sobretodo, actuar.

»Mis cantantes y bandas favoritos son Jacob Lee, Nathan John, The Weeknd, Billie Eilish y Coldplay. No me gusta la pizza hawaiana, pero mi favorita es la primavera y mi comida favorita es el sushi. No sé qué decir la mayor parte del tiempo, las personas creen que porque soy sociable tengo la vida perfecta y no es así, la mayor parte del tiempo no sé qué hacer con mi vida.

»Las personas que más quiero forman parte de mi familia; para mí, mis amigos son mi familia también. No tengo mascotas, no tengo un objeto de valor, no tengo algo que me haga sentir más tranquilo aparte de la actuación y por eso vine aquí a presentarme tal cual soy.

»Soy Thomas Naim Crild, hay muchas cosas que valoro de mi vida, pero ninguna de ellas logra que me sienta pleno. Soy popular, llamativo, algunos creen que soy inteligente y tal vez buena persona... Pero no soy feliz. Lo siento, profe, no hay nada más que decir. No me siento feliz.

La clase entera se queda en silencio. Yo solo respiro hondo y me vuelvo a sentar, esperando que el próximo compañero se presente.

Qué vergüenza.

Una figura me obliga a agachar la mirada y observo con detenimiento a Sabrina cuando toma mi mano y me sonríe, dándome ánimos.

Nuestro siguiente compañero se levanta, actuando como un pollo frito. Algunos ríen y comienzan a sacarle fotos, yo solo pongo los ojos en blanco.

—Te ves bonita —le digo a Sabrina cuando la clase termina.

Ella está vestida de bailarina, porque ama el ballet y este la hace muy feliz. Aparte de actuar, ella baila y lo hace excelente (hizo una demostración durante su ensayo). Fue muy linda la historia que contó respecto al cómo empezó a bailar y por qué esto es tan importante para ella.

Fue más lindo que lo que dije yo.

— ¿De verdad? ¡Gracias! Tenía tiempo sin usar mallas —se ríe y observa sus zapatillas —. Tenía tiempo sin bailar.

Su voz se llena de melancolía.

— ¿Por qué?

—Tiempo, ya sabes —se encoje de hombros —. Me cuesta mucho organizar mi rutina, dejé casi toda la diversión de lado y me concentré en los estudios y en mis obligaciones. Apliqué eso de priorizar los deberes.

— ¿Desde cuándo no es un deber cuidarte a ti misma? —alzo una ceja —. De nada te sirve tener un diez si para eso debes dejar de hacer lo que te hace feliz.

Ella sonríe y se encoje de hombros

— ¿Lo dice el que no se siente feliz con nada? —pregunta cautelosamente —. No entiendo cómo puedes ser tan... tú, teniendo el corazón roto.

Finjo una risa por lo último.

— ¿Qué te hace creer que tengo el corazón roto?

—Lo puedo ver en tus ojos —se para de puntitas y revuelve mi cabello —. También por tu carita. Te ves cansado y deprimido.

Lo estoy.

—Gracias por ser la persona diez mil en notarlo.

Me detengo de golpe cuando noto que todos los estudiantes nos están mirando.

Todos en el pasillo se encuentran susurrando acerca de nuestra interacción y de sus toques. Porque sí, el que me tocara el cabello inició otra ola de murmuros y ya. Solo quiero paz. ¿Hasta cuándo ese maldito rumor?

—Lo siento por eso —Sabrina parece darse cuenta —. No debí haberte dado aquel beso...

—No importa, no es tu culpa —en realidad sí es, pero no quiero que se sienta mal.

Ambos caminamos con paso rápido hasta la salida y siento hasta la última fibra de mí ser tensarse al ver a la directora frente a la entrada. No parece estar buscando algo o a alguien, solo tiene la mirada perdida y parece pensativa por algo.

Y aunque la rabia es más grande, no puedo evitar sentir una punzada de miedo. Porque le tengo miedo. Porque ya sé hasta dónde es capaz de llegar y no quiero que siga lastimando a mis seres queridos. No más.

—Hasta mañana, directora.

Sabrina se despide con una sonrisa, sin ser consciente de que lo que menos deseo es verla mañana o el resto de mi vida.

—Hasta mañana... —la directora se gira y deja de hablar al encontrarse con mi mirada.

Y entonces hace algo que me sorprende por completo: me la esquiva. No intenta mostrarse más fuerte, no intenta burlarse o parecer segura, simplemente me esquiva la mirada y la centra en el suelo.

¿Ahora qué está planeando? ¿Qué es lo que pasa por su mente? No lo sé, pero no confío en ella.

No me importa si la culpa se la está comiendo. Quiero que pague.

— ¿Estás bien?

Saby toma mi mano y yo asiento, intentando relajar mi cuerpo.

— ¿Sigue en pie lo de la tarde de películas? —mi pregunta parece sorprenderla —. Solo si quieres, no te sientas obli...

— ¡¿Bromeas?! ¡¡Vamos!! —me arrastra hasta la limusina, con una gran sonrisa.

Y no sé por qué, aunque la he visitado durante un mes seguido, cada día y sin faltas, me siento mal por no ir con Meli una sola vez.

Tal vez es porque me duele que no reaccione, o tal vez se debe a que su papá está ahí y eso me hace sentir el doble de culpable, puede que sea porque por hoy, no deseo sentirme culpable por el accidente o no lo sé, pero elegir a Sabrina me hace sentir como un traicionero.

Y de alguna manera, descubro que he estado evitando por mucho tiempo saber algo que tenga que ver con Meli. Indirectamente, sin darme cuenta, dejé de buscar pistas o señales que me confirmaran que ella ya estaba pensando desde hace mucho en suicidarse. Porque sé que las encontraré. Porque sé que cuando abra su blog, tal vez encuentre una nota para mí, porque así es ella: jamás se iría sin decirme que no es mi culpa.

Tal vez por eso, durante esa tarde olvido quien soy y solo me convierto en una persona que ve películas junto a una amiga. Porque aunque no es lo más sano, es lo que más necesito al menos por un día: dejar de pensar en alguien más antes que en mí.

Y duele saber que estoy obligándome a no pensar en ella, pero más duele saber que por pensar en ella, me estoy olvidando de lo que es ser feliz.

Estaré con ella como amigo y en cualquier momento que necesite, pero también quiero comenzar a recordar que existo y que necesito estar para mí, porque no quiero perderme.

Ella tal vez quiera verme cuando desee regresar... Y yo haré todo lo posible para actuar como el mismo chico al que dejó.

Solo necesito tiempo para mí. 

...

Perdonen haber estado casi un mes sin actualizar, tuve un bloqueo muy fuerte y me obligué a escribir un maratón para evitar un atentado en mi contra:) 

¡Espero que les haya gustado!

Con mucho amor y un beso en la boca

—Nepasavoir.

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