CAPÍTULO 8

Capítulo dedicado a @MicFearless <3

"Sobre Alex y Niels... Alex me da mucha ganas de abrazarlo, porque esta sufriendo, tener problemas de ira no es un juego, no es algo como "ay si me tranquilizo y ya" no, el no puede controlar su enojo, o las palabras que dice, Alex necesita ayuda, y espero que la obtenga.

Sobre Niels dos teorías. Primero o esta saliendo con un universitario o, cuando hace algo que a su padre no le gusta le manda a pegar, en este caso puede haber sido que Anna le haya contado lo que paso en la fiesta.

Mi teoria sobre Meli y ThomasPrimero que Thomas esta chiquito y hay que cuidarlo, segundo que el hijo de la directora tiene amenazada a Meli con un vídeo que grabo cuando Thomas y ella estaban en el aula, y quiere hacer sufrir a los Crild por todo lo de Maya.

Pdt: LA MAMA DE MELI NO CAMBIA MAS. Segundo libro en donde mi odio aumenta por esa señora"

El mentiroso.


Alex.


— ¿Tienes otro?

Una voz femenina me saca de mis pensamientos y alzo la mirada encontrándome con una cara muy conocida.

Melanie siempre se ha caracterizado por su imagen intachable. No solo mentalmente, también física. Siempre perfecta, sin una sola arruga en su ropa, sin un solo cabello fuera de lugar y ahora... Vale, sin duda su nueva imagen deja mucho que pensar.

Sigue usando el uniforme escolar, no es nada nuevo, pero cambió sus zapatos de tacón a unas botas negras y bajas y todo combina con su maquillaje más oscuro que antes. Aparte de eso, las ojeras que cada vez se hacen más evidentes y más difíciles de ocultar.

Después de un mes saliendo públicamente con el maldito hijo de la directora, se podría decir que la bebé de los Russell ya no es ni la sombra de lo que era. Sigue teniendo notas impecables, sigue siendo la editora principal del periódico escolar, pero de resto... Es muy confuso verla así. Me cuesta acostumbrarme a esta nueva imagen de ella.

— ¿Quieres que tu mamá te mate? —alzo una ceja. Me sorprende muchísimo que me esté pidiendo un cigarrillo porque uno, ella no fuma, dos, no parece ser la primera vez, tres, es Meli.

—Sería lo mejor —sonríe sentándose a mi lado. Una sonrisa forzada, no demuestra su característica dulzura.

Le paso un cigarrillo y la ayudo a encenderlo observando hacia el campo de futbol. En unos minutos me toca ir a entrenar y estoy aprovechando para calmar el estrés de verlo de nuevo. Sí, a él. Desde la fiesta su sola presencia me irrita.

Lo que ha pasado este último mes me hace sentir que he vivido todo un año en pocas semanas.

1. Los universitarios no se han vuelvo a enfrentar a nosotros desde la última vez.

2. Niels y yo solo nos hablamos para investigar por nuestra cuenta el trabajo y entregárselo a la profesora.

3. La mamá de Melanie aceptó a regañadientes la relación de su hija y, como era de esperarse, le puso sus límites y condiciones para seguir viéndose con el desgraciado de su novio.

4. Miley y Taylor viajaron a Las Vegas y se casaron hace una semana, (ahora se encuentran de luna de miel).

5. Y Fred, (el gato de mi mamá), ha estado más enfermito que de costumbre.

La mayor parte del tiempo me la paso entrenando y Thomas concentrado en sus clases de actuación. Él y yo casi no hablamos, pero lo poco que he podido observar, me hace saber que algo le está pasando. Cuando no está en el instituto, está encerrado en su habitación. Casi no habla con nadie y son los chicos los que van la mayor parte del tiempo a invadir su espacio personal. Maykel es el más pegado a él en este momento, algo me dice que sabe algo que los otros no y por eso se la vive demostrándole un apoyo que sinceramente no entiendo. A veces su comportamiento me hace pensar que tiene el corazón roto pero lo descarto enseguida, Thomas lleva más de un año sin salir con nadie.

Y sobre mí... He intentado concentrarme más en mis intereses. Ya no vigilo a Niels, intento pensar en otras cosas, entreno y entreno sin parar, estudio para evadir los pensamientos y solo pocas veces subo al tejado de mi casa a fumar y maldecir todo lo que me molesta.

Me creé una rutina anti-Niels y siento que está funcionando. Desde hace mucho que no me importa nada de lo que le pase.

—La mayor parte del tiempo quiero... No lo sé, solo quisiera ser otra persona —Melanie comienza a hablar y la observo esperando que continúe —. Todos creen que el dinero o la belleza lo es todo y no, Alex. No sabes cómo me gustaría tener paz, libertad... Nada puede comprar eso. No hablo de lo físico, hablo de lo mental.

—Ve a un psicólogo —me encojo de hombros y boto el humo observando las pequeñas gotas de lluvia que están cayendo.

—No me siento preparada ni para hablar con uno de ellos —ella bota las cenizas a un lado y le da otra calada con una elegancia digna de su apellido. Definitivamente eso es algo que viene de familia.

— ¿Qué haces contándome esto a mí entonces? —frunzo el ceño y ella suspira girándose hacia mí.

—Porque tú sabes escuchar sin preguntar. Eso es todo lo que necesito, que alguien me escuche y no me pida explicaciones.

Le devuelvo la mirada y apago la colilla dejándola botada en el suelo.

Sinceramente no me agrada Melanie. Desde hace semanas perdió toda mi confianza y más que eso, mi lealtad. Se metió con el acosador de Maya y ahí cometió el error de su vida. Primero por saber todo lo que ese maldito le hizo y segundo porque sabe lo importante que es el bienestar de mi mejor amiga para mí. Con eso creó una raya intachable y definitivamente será muy difícil que la vuelva a ver como antes.

La quiero por ser de la familia, pero por lo mismo nada entre ella y yo volverá a ser lo mismo que antes.

—Alex... —Melanie toma mi mano cuando intento alejarme del lugar y me giro en su dirección sin muchas intenciones de crear lazos amistosos con ella.

— ¿Qué?

— ¿Me odias? —su pregunta me descoloca por un momento, pero cuando recobro la compostura, niego.

—Siento lástima y decepción, pero no te odio. La única que podría tener ese sentimiento por ti, eres tú misma.

Bajo las gradas con el mismo entusiasmo con el que me levanto en las mañanas y comienzo a trotar una vez que llego al césped artificial.

Pienso una y otra vez en cosas relajantes mientras entro a los vestidores masculinos. Escucho las voces de todos los chicos y comienzo a saludarlos cuando muchos pasan por mi lado ya cambiados y listos para comenzar. Kazumi también, quien me informa sobre el entrenamiento y todo lo que supone haremos hoy. El entrenador ya está en el campo.

Los últimos jugadores se terminan de alistar y salen hablando de cosas que no me importan. Vale, lo admito, esperé más de la cuenta para quedarme solo y no tener que ver a nadie.

Abro mi casillero sacando la camisa y los tenis y me quito la ropa girándome para buscar la banca. Entonces lo veo y retrocedo inconscientemente. Él también está del otro lado cambiándose y sin camisa.

— ¿Por qué llegas tan tarde? —le pregunto bruscamente y noto como se tensa antes de girar con una lentitud irritante.

—Lo siento, señor... Estaba terminando un examen física y... —sus ojos viajan por todo mi cuerpo y frunzo el ceño cruzándome de brazos. ¿Qué mira? —. No volverá a pasar, lo prometo.

—Más te vale —intento que mi voz suene como un regaño pero solo se vuelve más ronca cuando él se acerca a mí con intención de decirme algo.

Quédate ahí.

Quédate ahí.

Quédate ahí.

—Señor... Sé que soy muy lento para entender las cosas pero yo quería preguntarle algo —frunzo el ceño cuando se detiene a pocos pasos de mí, como si temiera que al acercarse más, lo golpeara —. ¿Yo hice algo malo el día de la fiesta? Es que... Es que desde esa noche usted ya no me habla...

Pongo los ojos en blanco y me inclino atando mis cordones. Él espera pacientemente a que hable y yo solo observo disimuladamente parte de su torso sin camisa. Pocas veces he detallado a Niels sin camisa porque es demasiado tímido y siempre se cambia antes de que todos lleguen a los vestidores. Tiene un cuerpo bastante tonificado, se nota que hace bastante ejercicio al igual que yo y me gusta. Podría pasar horas viéndolo así.

— ¿Algo malo? —repito la pregunta y él asiente detallando mis expresiones —. ¿Tú qué crees que fue? ¿Tienes alguna idea? —me levanto por fin quedando cara a cara con él y levanto una ceja cuando aparta la mirada, como si le incomodara algo.

—No lo sé, señor... Cuando Anna llamó usted se puso... Distante y...

— ¿Distante? —un silencio total nos invade cuando doy un paso hacia él en busca del antónimo de la palabra —. ¿Por qué piensas eso?

—Porque... Porque usted se molestó y... —su cara enrojece cuando lo hago dar un paso hacia atrás sin dejar de verlo a los ojos. Me irrita que no me devuelva la mirada, solo la desvía como si hubieran cosas más interesantes que yo —. Señor...

—Te dije que no me dijeras señor —gruño acorralándolo lentamente contra los casilleros. Sus ojos por fin se detienen sobre los míos y trago grueso detallando toda su cara. Intento no hacerlo pero me detengo mucho más tiempo sobre sus labios y cuando me vengo a dar cuenta, ya estoy más cerca de lo permitido de ellos —. Y sí, Niels, hiciste algo muy malo, ¿sabes qué fue? —él niega sin dejar de verme a los ojos y yo pongo mis dos manos a los lados de su cara intentando transmitirle todo lo que estoy sintiendo —. Existir. Me caes mal y no te soporto —él se encoje pero yo me acerco más saboreando el momento de cercanía —. Por eso te trato así, porque odio fingir amabilidad. Te odio.

Siento remordimiento instantáneo cuando sus ojos se llenan de lágrimas pero al minuto lo dejo de lado al recordar sus escritos hacia Anna. No me importa lo que sienta él, me cae mal y no me importa lo que le pase. Que su Anna lo haga sentir mejor.

— ¿Por qué tardan tanto? —la voz el entrenador nos hace separarnos instantáneamente —. ¿Qué estaban haciendo? ¿Besándose? ¡Rápido! ¡Los quiero en el campo en cinco segundos!—por suerte todo lo dice irónicamente. Si él supiera que mi deseo es besar a su hijo, me mata.

Niels se termina de vestir con una rapidez sorprendente y sale del vestidor antes de que pueda decirle algo más.

Yo hago lo mismo y en menos de tres segundos ya estoy con los jugadores haciendo los ejercicios rutinarios. Una que otra vez una gota cae sobre mí pero las ignoro buscando y quitándole el balón a los otros chicos.

Estamos entrando en invierno, por esa razón las lloviznas y lluvias constantes este mes. Noviembre es un mes frío y aún más con la tormenta que se acerca. Es horrible porque ya no me puedo ir en la motocicleta de Maya, pero me da igual porque ya no tengo que seguir a nadie hasta su casa. Que se joda, ya no me importa lo que le pase.

—Bien, Alex, entrena con Niels, abdominales y arquería —el entrenador señala a su hijo y yo trago saliva apretando con fuerza mis puños.

No es raro, al ser el capitán y el favorito del entrenador siempre me toca trabajar con su hijo pero en este preciso momento no me parece una buena idea. Para nada. No cuando Niels tiene cara de que en cualquier momento se echará a llorar. Joder, ¿por qué es tan dramático? Ni que le importara lo que yo sienta.

—Comienza tú, luego yo —ordeno y él asiente acostándose en el suelo.

Sujeto sus pies observando hacia otro lugar cuando comienza a hacer sus respectivos doscientos cincuenta abdominales. Cuento mentalmente cada uno y cuando va por cincuenta, mi mirada se encuentra con la suya de manera instantánea.

De esta manera supe que me gustaba.

Siempre me han gustado los chicos, siempre lo he sabido, pero Niels es el único chico por el cual me he interesado realmente. La primera vez que lo vi me sentí extraño por su personalidad distante, así que decidí ni mirarlo ni tratarlo si él no lo hacía primero... Hasta que supe que era el hijo del entrenador. El primer día que nos tratamos su papá nos puso a entrenar juntos y yo estaba intentando quitarle el balón cuando me enredé y caí encima de él. Entonces lo sentí, lo vi más de cerca y se me hizo imposible dejar de ver sus labios y por suerte él no lo notó, tenía los ojos cerrados porque se había desmayado al golpear su cabeza. Nada grave, solo fue el impacto y luego de unos estudios volvió como si nada hubiera pasado.

Cuando volvió nos pusieron a entrenar juntos y él se encontraba haciendo abdominales cuando el primer pensamiento me invadió. Ganas. Y no sabía por qué, aún no lo entendía hasta que me tocó a mí hacer abdominales y lo vi arriba de mí. Definitivamente ganas. Deseo. Y me volví loco. Día y noche pensaba en él e intentaba ignorarlo porque me confundía y me hacía comportarme extraño... Hasta que decidí aceptarlo. Me gustaba sexualmente Niels y más que eso, también sentimental. Me gustaba por completo Niels Baasch, ¿lo peor? Eso es algo que él nunca iba a saber.

— ¿Cuántas llevo? —su voz me saca de mis pensamientos y observo su cara que ya está roja por el esfuerzo. Gracias a la banda que sostiene su cabello, no tiene nada en la cara más que un poco de sudor. No mucho, ya estamos acostumbrados a este tipo de actividad física.

—Doscientas —en realidad creo que lleva más, pero bueno, se lo merece por lento.

Él gruñe esforzándose por cumplir el objetivo y yo observo hacia otro lado evitando que pensamientos extraños vengan a mí. Su cuerpo se contrae con cada abdominal y mi mirada poco a poco vuelve a su cara cuando jadea sin dejar de hacer el ejercicio. Trago saliva y observo sus labios en forma de una línea recta, siempre hace eso cuando está bajo mucha presión y esta vez no es la excepción. Su mirada está centrada en sus rodillas y en sus rodillas están mis manos. No puedo dejar de verlo.

— ¿Cuántas?

—Doscientas quince —ya debe llevar como trescientas.

— ¿En serio? —su gemido me hace tragar grueso y muerdo mi labio inferior observando los suyos.

— ¿Crees que no sé contar o qué? —su mirada de odio se encuentra con la mía y sonrío de medio lado sin poder evitarlo. Me gusta verlo molesto.

El sudor se refleja en su piel blanca y trago saliva cuando se sienta pasando una mano por su cabello húmedo. Él respira descontroladamente unos minutos antes de empujarme con una fuerza repentina.

Me acuesto esperando que toque mis pies pero casi me atraganto cuando detiene sus manos sobre mis rodillas sin despegar ni un segundo nuestras miradas. Comienzo a hacer abdominales a un ritmo considerable e inconscientemente pierdo la cuenta al llegar al número sesenta. Dejo que él cuente mientras concentro mis pensamientos en su rostro y cuando creo que ya llegué a ciento cincuenta, me vuelvo a desconcentrar cuando las puntas de sus dedos tantean mis piernas como si no supieran que más abajo se puede despertar algo peligroso.

Cierro mis ojos en busca de distracción y aumento la velocidad pensando en cosas bonitas. Cosas relajantes. Lo que sea.

— ¿Cuántas?

—Ciento cincuenta.

Paro en seco y lo observo como si estuviera loco. ¡Lo está! Debo llevar al menos doscientas.

— ¡¿Qué?! ¡Contaste mal! Debo llevar más...

— ¿Crees que no sé contar o qué? —me devuelve la pregunta y lo observo con odio antes de seguir con el ejercicio.

Acelero mis movimientos notando que desde hace rato todos los jugadores terminaron los abdominales y aprieto mis dientes sintiendo el sudor recorrer cada parte de mi cuerpo. Con cada abdominal siento que me voy a desmayar porque lo sé, debo llevar más, no estoy loco. Seguramente está haciendo todo esto para castigarme.

— ¿Cuántas llevo?

—Doscientas.

— ¡Estás jodiendo! —lo empujo haciéndolo caer y él me devuelve el empujón colocándose encima de mí.

— ¡No estoy haciendo nada! ¡Solo estoy contando! —todos los demás nos observan raro pero no me importa, en mi mente solo estamos él y yo.

— ¡No me hables así! —lo empujo acorralándolo contra el suelo y lucho con su fuerza tomando el cuello de su camisa —. ¡Soy tu capitán! ¡Respeta!

— ¡Entonces compórtate como uno y deja de actuar como un imbécil! —su comentario me sorprende pero más allá de eso, me gusta. Se está defendiendo.

— ¿Cómo me dijiste? —él abre mucho los ojos al darse cuenta de lo que dijo en voz alta y absolutamente todos los jugadores dejan de entrenar. Todos están atentos a la escena.

Niels intenta calmar su respiración y yo lo observo fijamente esperando que lo diga de nuevo. Nadie habla, ni siquiera sale el entrenador que está vigilando desde su oficina. Es una escena sorprendente porque uno, nadie jamás me había retado, dos, mucho menos me habían insultado, tres, es Niels.

—L-lo siento, señor, yo... —Niels intenta separarse pero yo mantengo mi agarre. No me quiero separar por razones obvias y porque aún me falta hacerme el indignado.

— ¿Me dijiste imbécil? —Lo corto y él traga grueso conectando nuestros ojos —. ¡TODOS USTEDES VUELVAN A LO SUYO! —le grito a los jugadores y enseguida todos retoman sus actividades sin poner una objeción ni una mueca extraña —. Repítelo, Niels, ¿qué dijiste?

—Usted ya escuchó —su voz sale sin mucha fuerza pero sale. Tiene la valentía para decirme eso y no sé si me gusta o me excita. Creo que las dos, el hecho es que tengo que aguantarme una sonrisa a toda costa.

Mis manos sobre el cuello de su camisa lo obligan a alzarse y cuando está a pocos centímetros de mi cara, sonrío, sorprendiéndolo completamente.

—Así es como debes actuar siempre, Niels. No dejes que nadie te pisotee si tienes la oportunidad de ponerlo en su lugar.

Me levanto tendiéndole mi mano para que se levante y, cuando lo hace, ambos quedamos cara a cara con una sensación extraña rodeándonos. ¿Por qué se me hace tan difícil dejar de pensar en él? Tengo que superarlo a como dé lugar, lo de nosotros es imposible.

—Nos toca arquería —recuerdo y él asiente trotando hasta su lugar.

Coloco varios balones en línea horizontal y noto como se estira atento a cada uno de mis movimientos. Observo los diez balones antes de comenzar por el lado derecho. Él flexiona sus rodillas y extiende sus manos esperando que patee, pero yo solo observo sus movimientos preguntándome en qué estará pensando.

Pateo el primer balón que sale disparado en su dirección y gruño cuando lo atrapa con una facilidad irritante. Pateo el segundo recibiendo la misma respuesta y cuando voy por el tercero, decido cambiar de lugar dándole a otro y logrando un casi gol. Y digo casi, porque él lo ataja al último segundo lanzando una mirada desafiante en mi dirección. Por esa razón es el mejor arquero que ha pisado el instituto Artois, es lento para captar indirectas, pero tiene un radar y unos reflejos difíciles de evadir.

—Maldición —susurro cuando al patear el último balón él lo para con la punta de los dedos de su mano izquierda. ¿Cómo mierdas hace eso? Lo odio.

— ¿Terminamos? —él me pregunta con una mirada que demuestra cansancio y yo niego. Apenas llevamos cinco rondas, faltan cinco más para completar los ejercicios de hoy.

Logro sesenta goles después de cien intentos y, cuando por fin terminamos, no dudamos en ir a las duchas a tomar un baño y cambiarnos.

Todos los demás terminaron desde hace rato, Kazumi fue el último en irse con otro de los chicos y solo quedamos Niels y yo, ya es tarde y estoy seguro de que Thomas se fue hace rato y el chofer volvió.

Me quito la camisa empapada de sudor y la dejo a un lado buscando una toalla con la mirada. Niels hace lo mismo, solo que cubriéndose disimuladamente como si le diera vergüenza estar así en mi presencia.

— ¿Tu papá te llevará? —le pregunto quitándome los tenis y él niega haciendo lo mismo. Ambos estamos sentados en una banca —. ¿Te irás solo?

—Sí, siempre me voy solo —responde seco.

¿Qué? ¿Estará molesto porque las animadoras no vinieron hoy o qué? ¿Tanto le afecta no haber visto a su Anna?

—Como sea —murmuro amargado. Que se joda.

Entro a las duchas enjabonando todo mi cuerpo y cierro los ojos deslizando el champú por mi cabello. Me gusta la higiene, ya lo dije. Odio el desorden y soy muy perfeccionista con mi imagen. Son cosas que mi mamá me inculcó desde pequeño y me quedaron para siempre.

Termino de quitarme todo el jabón y después un rato más dentro de la ducha, salgo en busca de la toalla que dejé sobre mi banca. Obvio hago todo esto contando con que Niels ya no está, pero no, sí está y cuando su mirada recorre todo mi cuerpo la vergüenza me invade porque él nunca me había visto desnudo. Nadie nunca me había visto desnudo, solo mi mami y cuando estaba pequeño.

—Bueno, no es muy diferente a lo que tienes tú —aclaro mi garganta intentando sonar casual. Por suerte no tengo ningún complejo con ninguna parte de mi cuerpo.

Busco mi toalla cubriendo mi cintura y él termina de ponerse sus zapatos, más rojo que nunca. ¿Por qué se puso tan nervioso? Ni que fuera algo del otro mundo. Muchas veces he visto a los chicos de aquí desnudos y me dan completamente igual, no lo veo muy diferente.

—Y-Yo.... Me voy, señor —Niels recoge su bolso caminando hasta la salida pero yo lo llamo caminando en toalla hasta él. No me dio tiempo ni de vestirme, como que lo puse nervioso o algo.

—Vente conmigo, mi chofer te puede dejar cerca de tu casa. La tormenta puede caer en cualquier momento, ya escuchaste las noticias —él intenta negar pero yo me giro ignorando sus excusas.

—No entiendo... —su susurro nos saca del silencio y me quito la toalla quedando solo en bóxer. Enseguida él aparta la mirada.

— ¿Qué no entiendes? —alzo una ceja y busco mi pantalón poniéndomelo con rapidez.

— ¿Usted no me odia? ¿Por qué hace esto...? Pensé que odiaba fingir amabilidad...

—Sí te odio, pero me preocupa perder a mi mejor arquero —me encojo de hombros y abotono mi camisa buscando mis zapatos con la mirada.

Él decide guardar silencio y yo aprovecho eso para ponerme los calcetines, los zapatos, el reloj, la chaqueta del uniforme y medio peinarme con los dedos. Me veo un poco desarreglado por la prisa pero lo ignoro, igual me veo genial.

—Vamos.

Él comienza a seguirme después de unos segundos y me concentro en mi teléfono viendo sin ver todo lo que hay en él. No tengo interés en casi nada con Niels a mi lado. Me desconcentra su sola presencia.

Jake levanta su mano saludándome y yo lo ignoro entrando a la limusina. Niels me imita, solo que él si se presenta tímidamente con Jake y le da las gracias al cerrar la puerta.

Lo observo por el rabillo del ojo cuando saca sus audífonos y me giro por completo hacia él cuando se apoya en su lado de la ventana. ¿En qué estará pensando? ¿Le preocupará su bici? La dejó protegida en el instituto... Aunque claro, ¿cómo se devolverá mañana? Seguramente es eso. Sin su bici él no tiene otro medio de transporte confiable.

—Tranquilo, mañana te pasamos buscando —termino con el silencio y él rápidamente alza su mirada quitándose el único audífono que tiene puesto.

— ¿Qué?

—Sé que te preocupa tu bici, por eso mañana te pasaremos buscando.

—Oh, no, no, señor...

—No te estoy preguntando.

Me giro hacia mi lado de la ventana y a los minutos vuelvo mi vista a él con deseos de entablar una conversación. Me gustaría que hablar con él fuera más fácil.

— ¿Te gustan? —él se vuelve a quitar el audífono y me observa como si no supiera de qué estoy hablando.

— ¿Qué cosa?

—Los audífonos, ¿te gustan? —frunzo el ceño cuando me pasa uno y se queda con otro —. ¿Por qué...?

—No me gusta parar la música, mejor la escuchamos los dos —se encoje de hombros y sonrío asintiendo lentamente. De una manera amable me dijo que lo dejara de fastidiar.

Observo por el retrovisor inconscientemente y frunzo el ceño al notar la mirada del chofer. ¿Por qué nos está mirando? ¿Se le perdió algo o qué? Ya me cae mal por chismoso.

Cherry de Lana del Rey es la canción que escuchamos Niels y yo en completo silencio. Canto una parte de la letra y una que otra vez siento su mirada pesada sobre mí que me pone incómodo. Estamos bastante cerca y cada vez que se gira su respiración choca con mi cara.

—Por aquí vivo —Su voz nos saca del silencio y observo a la distancia notando que falta al menos una cuadra para llegar. ¿Por qué se quiere detener tan lejos?

— ¡Claro que no! Tú... —aprieto mis labios al instante. ¡Mierda! Él no sabe que yo sé dónde vive. Él no sabe que yo lo sigo, ¿por qué tengo que ser tan impulsivo? —... Yo pensé que vivías más lejos...

—Eh... No, señor. Vivo aquí, en esa casa —señala una casa pequeña y de color blanco. ¿Qué mierda? ¿Por qué miente? —Gracias por traerme, señor Jake, nos vemos mañana...

—A su orden, señor Niels —el chofer sonríe amable y yo pongo los ojos en blanco.

—Te acompaño, no quiero llegar tan rápido a mi casa —miento y bajo del auto ignorando su mirada.

Rodeo el auto esperando que baje y comienzo a caminar junto a él hasta la que se supone es su casa. Ninguno de los dos dice nada, solo observamos el suelo asfaltado como si fuera lo más interesante del mundo.

— ¿Te gusta escribir? —le pregunto de la nada, lo que lo hace ahogarse con su propia saliva.

Palmeo su espalda intentando calmarlo y poco a poco él deja de toser evadiendo mi mirada. ¿Por qué se puso tan nervioso?

— ¿Por qué me preguntas eso? —frunce el ceño y yo me encojo de hombros.

—No lo sé, las personas calladas suelen plasmar sus pensamientos de otras maneras. Unos pintan, otros bailan, otros escriben... —lo observo a él esperando que hable —. Tú te ves más como que escribes.

—Tú también eres callado, que hables más que yo no quiere decir nada —esquiva mi pregunta —. ¿Tú qué haces, Alex? ¿Bailas? —sonrío y niego. Me gusta que tenga más confianza y deje de tratarme de usted.

—Jugar fútbol me desestresa, creo que eso —él me devuelve la mirada y suspira bajándola enseguida.

—Sí, escribo. Pero no deseo ser escritor, nada de eso. Escribo cosas cortas, lo que pasa por mi mente —como que te gusta Anna.

— ¿En dónde las escribes? —él se tensa y deja de caminar, como si hubiera tocado zona prohibida.

—No... Yo no...

—Vale, no tienes qué decir dónde —asiento, ya mucho hace con abrirse un poco más conmigo —. ¿Qué es lo que escribes? ¿Escribes sobre alguien? —su nerviosismo aumenta y ladeo la cabeza cuando me observa fijamente como si quisiera decirme algo.

—Escribo sobre todos. Todo lo que pasa por mi vida.

— ¿Escribes sobre alguien en específico? —su mirada se enfoca de nuevo en la mía. Noto como abre y cierra su boca sin saber qué decir.

—Sí, siempre —un malestar llamado celos me invade al instante. Es obvio que se refiere a Anna —. Pero es difícil, son cosas que jamás diría frente a esa persona.

"Son cosas que jamás diría frente a esa persona" ¿Qué? ¿Por qué no le diría nada así a Anna?

— ¿Por qué no le dirías esas cosas a Anna? Ella muere porque...

—Yo no escribo sobre Anna —su voz se vuelve tosca y frunzo el ceño, ¿cómo que no? —. Ni siquiera me importa, ¿por qué...?

— ¿Entonces quién te gusta? —me paro en seco y él hace lo mismo.

Mierda.

— ¿Qué...? ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso tú leíste? —sus ojos recorren mi cara y yo trago saliva sin saber qué decir —. ¿Tú viste mi teléfono? ¿Qué...?

Mierda, mierda, mierda.

— ¿Qué? ¡No! Lo digo por lo que me dijiste en la fiesta —me excuso rápido y el alivio es evidente en su rostro. ¿Por qué de un momento a otro se puso tan rojo? Hasta pensé que saldría corriendo —. Entonces... ¿Quién te gusta?

Él agacha la mirada hacia sus zapatos y me observa de nuevo con algo más que miedo en su mirada. No es miedo, es algo parecido y no sé qué pensar.

—Ya me voy, esta es mi casa —señala la pequeña casa blanca que no es suya y entrecierro mis ojos desconfiado. Si me miente con su casa cómo puede esperar que crea que no le gusta Anna —. Gracias por traerme, Alex... Bueno, tu chofer y tu limusina, tú...

—No es nada —lo corto —. Mañana estaré a las seis y cincuenta aquí, así que alístate temprano. Adiós.

Me giro sin esperar una respuesta y entro a la limusina con la misma actitud tensa de siempre. Odio que me mienta, en serio odio que me mienta.

—Sigue una cuadra más y para —le pido a Jake y él asiente, extrañado, continuando su curso.

Ambos observamos al mentiroso de Niels cruzar la calle y aprieto mi mandíbula más molesto que nunca. ¿Por qué mierda no quiso que lo lleváramos hasta su casa? ¿Teme que el entrenador lo regañe o qué? ¿Le da vergüenza? ¿Qué tanto oculta?

Él entra después de lanzar varias miradas hacia los lados y al segundo la limusina comienza a moverse en dirección a mi casa. Estoy mental y físicamente agotado, estar con Niels es muy difícil para mí.

—Adiós, señor —Jake se despide de mí y yo lo ignoro entrando malhumorado a mi casa. Los odio a todos.

No veo a mi mamá por ningún lado. Eso me molesta el triple y no dudo en subir en grandes zancadas en busca de mi habitación. ¿Dónde está mi mamá? ¿Dónde están todos en esta casa?

Me acuesto boca abajo en mi cama y respiro fuerte contra la almohada intentando calmarme.

Niels. Niels. Niels. Niels.

¡Mierda! ¡¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?! Me voy a quitar el cerebro.

Unos nudillos tocan mi puerta pero no contesto, si es Thomas, que se joda, no estoy para aguatarme sus sermones.

La puerta rechina un poco pero no se escucha nada más, ni unos pasos, ni nada, solo una pequeña risita. Observo hacia abajo cuando una melena oscura se mueve por el rabillo de mi ojo y me vuelvo hacia un lado viendo a la más chiquita de todos mis sobrinos. ¿Por qué está aquí?

—Minive... —ella alza la mirada cuando la llamo por su apodo y sonrío un poco observando su hermosa carita. Obvio es igual de preciosa que Venus. Freya Selene Lux Wells, la única hija de mi hermana con unos tremendos ojos azules y un cabello negro igualito al de su padre. Es demasiado preciosa y es innegable, todas las bebés Crild son extremadamente bellas —. ¿Qué haces aquí? —la tomo en brazos y observo hacia la puerta buscando a mi hermana con la mirada.

—Hola, guapo —Venus me sonríe acostándose a mi lado en la cama y yo sonrío dándole un abrazo. De todos, ella es mi hermana favorita.

— ¿Qué haces aquí? —cargo a Minive sentándola en la cama y la bebé no duda en gatear buscando contacto físico con su mamá.

—Firma de libros, ya sabes —se encoje de hombros y asiento entendiendo todo —. ¿Cómo estás? ¿Y los novios?

— ¿Y eso que no te trajiste a Kendall y a Noah? —ignoro su pregunta y ella sonríe acostumbrada a mi actitud.

—Porque están en Nueva York con su padre —responde como si fuera obvio —. ¡Freya! —la bebé deja de tocar la cara de mi hermana y se gira gateando en mi dirección —. ¿Cómo estás, Alex? Mi mamá me dijo que estás mas amargado que nunca...

— ¿Yo? Incapaz —ella me mira mal y yo sonrío poniendo una mano sobre mis ojos. Freya pone sus manitos sobre las mías y yo separo mis dedos observándola por los espacios. Es tan linda que parece una muñeca real —. Cada día se parece más a ti.

—Lo sé, soy una fotocopiadora —reímos y jugamos con la bebé que solo tiene un babydoll de conejitos —. En serio, Alex... ¿Nada de novios? ¿No te gusta nadie? —me vuelve a interrogar y ruedo los ojos fastidiado.

Venus sabe que soy gay desde que tenía trece años. Se lo dije el mismo día que ella confesó que estaba embarazada de los gemelos Wells. Llevaba años intentando ocultárselo a mis hermanos y ese día justamente todos estaban hablando de novias, de esposas, de bodas y de esas cosas y yo me sentía tan fuera de lugar que dolió. Venus lo notó y me preguntó qué me pasaba una vez que estuvimos solos, yo le dije todo. Mi hermana siempre ha sido muy relajada con el tema y no dudó en abrazarme y apoyarme haciéndome sentir más seguro con mi sexualidad.

Mi familia nunca ha tenido ese tabú, pero ser el único de mis hermanos siempre me creó una inseguridad y hasta ahora es que puedo sentirme tranquilo con lo que soy.

—Me gusta un hetero —suspiro mirando hacia el techo.

— ¿Seguro que es hetero...?

— ¡Sí! Tiene novia —gruño. Cada vez que lo digo los celos hacen estragos en mi mente.

— ¿Seguro de que tiene novia? Tú sueles exagerar todo cuando estás molesto —su comentario me hace dudar. Bueno, tiene razón, pero ¿qué? Se gustan, es obvio que terminarán siendo novios.

—Lo escribió, lo vi en su tumblr y decía que le gustaba... Él siempre dice que no pero no le creo, Venus, él siempre miente —las manitos de Freya se detienen en mi cara y observo a la bebé cuando se acerca apoyando su carita en mi mejilla —. ¿Qué hace?

—Tiene sueño —Venus suspira y yo asiento abrazando a la bebé —. Si él te dice que no le gusta, ¿hay algún motivo para que te mienta? ¿Qué gana con mentirte?

—No lo sé, eso es lo que me pone peor. Miente por todo y no entiendo por qué.

Mi hermana me dice algunas cosas más y sale con la bebé en busca de su habitación. Siempre que se queda usa su vieja habitación o el pent-house, pero según, no quiere quedarse sola.

Me sorprende que viniera tan pronto, estuvo aquí con Wells y lo gemelos hace una semana debido a la boda de Taylor y Miley en Las Vegas, —por esa razón Freya está tan pegada a mí, ya que cuando se fueron de Los Ángeles, dejaron a sus hijos con nosotros y admito que la bebé fue la que más tiempo compartió conmigo—.

La cara de Niels invade mi mente y trago saliva intentando entender el enigma que significa su vida. ¿Por qué tiene que complicarlo todo? ¿Tanto le cuesta ser directo y sincero? ¿Por qué me miente tanto?

"— ¿Escribes sobre alguien en específico?

—Sí, siempre. Pero es difícil, son cosas que jamás diría frente a esa persona.

— ¿Por qué no le dirías esas cosas a Anna? Ella muere porque...

—Yo escribo sobre Anna. Ni siquiera me importa...

— ¿Entonces quién te gusta?"

Observo hacia el techo negándome a caer en la trampa de mi mente pero no lo logro. Mis dedos tocan la pantalla de mi teléfono en busca de la aplicación y cuando la termino de descargar, no dudo en crearme un usuario incógnito buscando aquel nombre que me aprendí de memoria.

¿Qué? Tengo una excelente memoria.

Nofornothingsad... Aquí está.

Comienzo a leer todo lo que dice pero esta vez de una manera menos acelerada. Ya no buscado algo específicamente sino leyendo todo, absolutamente todo lo que pasa por su mente.

« Escribir aquí es mi forma de llorar lo que siento por fuera »

« Nadie me escucha »

« Quiero llorar, chicos »

« Al menos tengo esto »

« Otra evaluación fallida por mi maldita idiotez :) »

Frunzo el ceño. ¿Evaluación fallida? Claro... La exposición de geografía. Niels no la quiso hacer porque le daba pánico hablar frente a toda la clase. Me enteré por los rumores, no lo estaba espiando.

« Esto es una completa mierda »

« No le gusta que esté cerca de él, siempre pone mala cara »

¿El? ¿Quién es él?

« Entonces, ¿por qué parece preocupado? Ahora entiendo que no está preocupado por mí, está preocupado por la reputación que dejo en el equipo »

Algo me dice que esto se trata sobre mí. Ahí está hablando sobre mí.

« El 99% del tiempo me siento solo, el otro 1% triste »

« Su apellido le encaja, tiene motivos para ser así »

¿De quién habla? ¿Qué apellido?

« Sentí algo extraño y creo que terminará dándose cuenta. Tengo miedo »

¿Qué? ¿Quién? ¿Dándose cuenta de qué?

« Me odia y, a veces, siento lo mismo por él »

¿Está hablando de mí?

« Quiero evitar odiarlo pero es imposible »

¿Soy yo? ¿Cuándo se trata de odio es sobre mí?

« Siento que me estoy ahogando en un vaso de agua, ya no quiero seguir así »

« Quiero que me veas »

¿Quién, mierda? ¿Por qué no pone el nombre?

« A él le gusta ella »

¿A quién? ¿Quién es él? ¿De quién habla?

« Ambos me presionan demasiado »

El entrenador y yo, no hay dudas.

« Me grita y me pide que me defienda, pero no ve que es difícil para mí hacerlo cuando él está encima de mí esperando lo mejor. No soy el mejor, no puedo dar nada de lo que no tengo »

Soy yo, lo sé. En este está hablando sobre mí.

« ¿Te puede desagradar alguien que nunca te ha hecho nada? Porque me desagrada mucho ella »

¿Ella? ¿Quién es ella?

« Ojos de océano »

¿Anna? No, no puede ser, Anna no tiene ojos azules. ¿Se refiere a un llanto? ¿Estaba llorando ¿Qué otra chica tiene ojos azules en el instituto? Mili, Melanie... Bueno, los de Melanie tienen un toque verde así que no lo creo. Maya tiene ojos azules, pero Niels casi nunca la ha tratado. ¿Quién, mierda?

« Él me sonrió »

¿Él? ¿Quién es él y por qué le sonrió?

« Estoy cansado de mí »

Yo también estoy cansado de ti.

« Extraño hacer las cosas por diversión »

« Sé que a nadie le importa, pero lo diré de todos modos:

Hoy no fue un buen día. Realmente siento que fue el peor día de mi vida, y no lo digo solo porque ese tipo volvió a molestarme... Lo digo porque ÉL ni siquiera me miró. No me dijo una palabra ni nada, me sentí más jodido que nunca.

¿Por qué me afecta así? Debería valerme tanta mierda como cualquier otra cosa. Debería importarme lo mismo que le importa a él »

¡¿PERO QUIÉN COÑO ES ÉL?!

« Mi papá espera más de lo que creo que valgo... »

Gruño fastidiado de que nunca diga nombres y entro al baño empapando mi cara con agua. Tengo que dejar todo esto atrás. No ganaré nada estando detrás de un chico al que le gustan las mujeres, solo me lastimaré.

Observo mi reflejo preguntándome quién en su sano juicio no se fijaría en mí y salgo del baño acostándome de nuevo en la cama.

¿Por qué ella y no yo? ¿Qué le ve?

Suspiro pasando una mano por mi cabello y observo de nuevo el teléfono intentando ignorar todo lo que sigue, pero no lo logro. Apenas mi dedo se desliza por la pantalla, caigo en cuenta de que no soy hay un escrito sino que también una imagen. La única imagen de todo su tumblr.

Yo solía entrenar junto a Maya cuando ella estaba en el instituto. Muchas veces ambos descansábamos sobre el césped y nos íbamos juntos después de cambiarnos.

En una de esas tantas veces, yo le tomé muchas fotos que a ambos nos gustaron y subimos a sus redes. Ella obviamente también me tomó fotos a mí y una de esas todos se volvió muy viral. Una foto mía sin camisa que hizo colapsar a medio fandom Crild porque, según, yo ya estaba entrando a la categoría de los chicos más deseables de Los Ángeles.

En fin, tanto fue el revuelo, que mis hermanos decidieron que lo mejor sería eliminar la foto para evitar el acoso y sexualización a mi persona, (al fin y al cabo, era y soy menor de edad), y yo les hice caso.

Era una imagen simple. Yo, sin camisa, con un short deportivo negro, descalzo y con un balón de futbol en la mano. Maya la tomó de forma improvisada y como salí bien, me gustó.

La misma foto que eliminé de mi instagram hace al menos un año, es la misma imagen que se encuentra en el tumblr de Niels. La única imagen acompañada de una pequeña descripción que me hace temblar y soltar con fuerza el teléfono en mi cara.

Dos palabras, una imagen.

« Me gustas »

...

¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH! *Grita y salta al lado de la compu*

¿Qué les pareció el capítulo, chicas? 

¿Qué opinan de Alex y Niels? #Aniels

Hay muchas cosas interesantes de este capítulo.

1. Freya Selene Lux Wells. 

2. Venus ya sabía que Alex es gay.

3. Melanie se está volviendo más dark. 

4. Jake es team #Aniels. 

5. Sí existe el tumblr de Niels, aquí dejaré el link: 

6. A Alex lo pone cachondo ver a Niels haciendo abdominales.

Con mucho amor y un beso en la boca. 

—Nepasavoir.


🛐🛐🛐 Gracias Maya por haber tomado esta sagrada foto 🛐🛐🛐











Puto el que lo lea.

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