CAPÍTULO 6
Si quieres que te dedique un capítulo, solo tienes que comentar alguna respuesta interesante en las preguntas que deje allá abajo.
El momento.
Alex.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunto una vez que mi mamá y Thomas desaparecen en la cocina. Niels solo mira al suelo sin intenciones de presenciar mi escaneo.
—Mi papá solo me dio hasta las siete, yo... No nos daría tiempo de nada y...
—Pudiste enviarme un mensaje o algo —lo corto con obvia molestia.
Ni siquiera me dio tiempo de darme prepararme antes de que llegara, apenas y me puse una camisa. Lo odio.
Comienzo a subir las escaleras esperando que me siga y al segundo escucho sus pasos seguirme haciendo un sonido casi inaudible —gran diferencia si lo comparamos con los pasos escandalosos que hago yo—.
Entro a mi habitación asegurándome que no haya nada raro y le abro la puerta para que él pase antes que yo. Lo observa todo. Realmente me pone nervioso su manera de inspeccionar cada detalle porque aunque es muy disimulado, yo lo vigilo muy de cerca y puedo ver cada una de las expresiones de su cara. ¿Qué estará pensando?
Algo que me gusta de mí es que soy extremadamente ordenado. Una de las razones por las cuales peleaba con Thomas era esa, mientras él hacía un desastre cada vez que pisaba nuestra habitación, yo intentaba mantener todo organizado discutiendo la mayor parte del tiempo por su desorden. Por eso y tal vez porque ya no coincidíamos es que mi mamá decidió cambiarme de habitación. Y por eso es que puedo arreglar mi habitación a mi gusto y mantenerla como quiero.
— ¿Quieres algo de tomar? —carraspeo, incómodo, al sentir el silencio entre nosotros. No sé qué decir, jamás habíamos estado solos en otro lugar que no fuera el instituto. Bueno, solos y juntos.
—No, gracias —él aprieta la manga de su bolso con fuerza y es así como noto lo tenso que está. No quiere estar conmigo y lo entiendo, pero la realidad no hace que sea menos doloroso. Me gustaría que sintiera algo por mí que no fuera miedo.
Practiqué mucho para este momento. Hasta vi tutoriales en youtube sobre cómo calmar el estrés y actuar serenamente durante una situación incómoda. Me hablé en el espejo cuando me desperté esta mañana y ensayé una y otra vez lo que le diría cuando lo viera. Pero no, él vino antes de tiempo y arruinó todo. No estaba preparado ni nada... No estoy preparado.
Se me olvidó hasta como respirar correctamente.
—Comencemos entonces —aprieto mi mandíbula buscando mi cuaderno sobre mi escritorio y lo invito a sentarse justo en donde esta mañana acomodé la mesita. Es de centro, baja y pequeña, solo para poner los cuadernos y papeles. Nosotros nos sentaremos en la alfombra.
Busco mi laptop encima de mi cama y lo observo sentarse tímidamente en el suelo. Su bolso está pegado a él todavía, aunque ya no lo está sujetando si no que está sacando sus cosas sin hacer el menor ruido posible, como si no quisiese molestarme.
Piensa en algo. Piensa en lo que ensayaste.
¿Qué ensayé?
Pregúntale sobre el entrenador. Estaba enfermo, ¿no? Lo más normal es que le preguntes sobre su salud. Es un tema en común, además, no se verá tan raro.
— ¿Cómo está el entrenador? —me siento en el suelo con un solo movimiento y pongo la laptop sobre mis piernas viéndolo fijamente a él. Traga saliva.
—Bien... Está en la casa...
—Yo sé que está en la casa —lo corto bruscamente e internamente me golpeo porque la estoy cagando —. Lo que quiero decir es que... Yo sé que está en la casa, me refiero a cómo está de salud, ¿cómo sigue?
—Lo siento, señor... Él está bien, está perfecto, hoy estuvo trotando y...
Dejo de concentrarme en lo que está diciendo y lo observo a él. No me está mirando, solo está concentrado en las hojas de su cuaderno como si fuesen lo más interesante y aunque a una parte de mí le molesta, otra se alegra porque me da más libertad de detallarlo. Está despeinado, como si el aire le hubiera dado por mucho tiempo en la cara, —lo que es lógico si vino en la bicicleta—, su piel está húmeda por algunas gotas que cayeron en el camino y su cuerpo está cubierto por pantalón negro y un suéter ancho del mismo color.
Intento volver a la realidad, a escucharlo, pero no lo logro. Observo sus labios cuando balbucea algo que no entiendo y humedezco los míos subiendo mi mirada por toda su cara. Sus pestañas largas, el lunar sobre su labio superior, su cabello ondulado cayendo por su frente.
—... ¿Sí está bien? —vuelvo a la realidad de golpe cuando su expresión cambia a una de terror y noto entonces que me está enseñando el cuaderno. Su cuaderno.
—Eh... ¿Esto fue lo que investigaste? —aclaro mi garganta intentando que mi voz suene menos ronca y él asiente rozando sin querer la punta de nuestros dedos. Sus manos están frías.
—No está completo, señor, pero es todo lo que pude escribir ayer en la noche y...
— ¿En la noche? —lo observo interrogante. Yo investigué mi trabajo en la tarde. Después de que dejé a las bestias con Meli, subí a mi habitación y me puse a escribir como loco.
—Sí, tenía cosas que hacer... —desvía la mirada cuando la mía se intensifica y entrecierro mis ojos esperando que lo diga.
— ¿Qué cosas?
Obviamente sé qué cosas. No fue intencionalmente, pero hace algunos meses fui a una pista de patinaje con mi familia y él estaba en la tienda de enfrente trabajando. Trabaja los martes, sábados y domingos si no me equivoco. Desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, excepto los martes que entra a las doce y sale a las ocho.
—No tiene mucha importancia, señor, en verdad...
— ¿Yo dije que no tiene importancia? —su expresión cambia completamente cuando me acerco por encima de la mesilla —. Si yo te estoy preguntando es porque me interesa saber. Y deja de decirme señor.
—Lo siento, señor...—me trago una sonrisa sin dejar de aparentar molestia.
—Y deja de decirme lo siento.
—Lo... —calla cuando mi mirada se clava en sus ojos y trago grueso cuando me la mantiene sin apartarla ni un segundo.
Yo inclinado sobre la mesilla, él a centímetros de mí y nuestras miradas conectadas. Intento no hacerlo pero es inevitable, le lanzo una rápida mirada a sus labios y noto como él se tensa y encoge por la situación. ¿Está nervioso, asustado o sospechando? ¿Qué estará pensando? ¿Si lo hago me golpeará o saldrá corriendo? ¿Y si le gusta? ¿Y si no? ¿Le gustarán los chicos? ¿Será hetero?
Creo que solo hay una forma de averiguarlo.
Respiro hondo y apoyo mis codos en la mesilla inclinándome más en su dirección. Él abre mucho los ojos, pero no hace nada apara apartarse, solo se queda muy quiero como esperando algo que no entiendo. ¿Qué es lo que está esperando?
—Niels...—mi respiración se vuelve pesada y cierro los ojos por un segundo reuniendo todo el valor que no he tenido —. Tú me...
Un sonido me hace separarme de golpe y me vuelvo a sentar en el suelo observando por el rabillo del ojo a mi mamá.
Mi cara arde y sé que no me veo nada normal. Tampoco me siento normal y ni mucho menos estoy actuando normal. Mi mente está en crisis y mi conciencia no deja de repetirme que estuve a punto de cometer la mayor estupidez. Estuve a punto de declararme al hijo del entrenador.
—Traje bocadillos, chicos —mi mamá entra a la habitación observando los cuadernos y logra encontrar un buen lugar en la mesilla para dejar el plato con varios sándwiches, una jarra de jugo y dos vasos de vidrio —. Y... ¿De qué trata la tarea? —pregunta al notar el silencio incómodo y yo respiro hondo intentando asumir el control de la situación.
—Virus, tenemos que hacer un informe completo —levanto la mirada y ella asiente deslizando sus dedos por mi cabello. Siempre que puede hace eso y no me molesta, solo que me hace sentir como un niño.
—Si hay algo más en lo que pueda ayudarlos, me avisan, ¿vale? Seguiré limpiando las ventanas —asiento forzando una pequeña sonrisa y la oigo marcharse hasta cerrar la puerta.
Todo vuelve a quedar en silencio y no uno armonioso y agradable. Es uno tenso, incómodo y muy pesado que me hace ponerme de mal humor instantáneamente. Observo los sándwiches con detenimiento y cuando me decido por el primero, la mano de Niels choca con la mía provocándome un pequeño corrientazo por todo el cuerpo.
—Lo siento...—él intenta alejarla pero tomo su muñeca notando que es la primera vez que tenemos un contacto así.
—Te dije que dejaras de decir lo siento —ruedo los ojos y le paso el sándwich tomando el otro que está más abajo —. ¿Quieres jugo?
Él asiente levemente y yo sirvo dos vasos pasándole el suyo directamente en la mano. Es obvio que lo hago apropósito.
Lo único que no entiendo es por qué después de eso deja de mirarme y se pone más distante y serio. No molesto, no miedoso, solo... Extraño. Como si estuviera pensando en otra cosa que en este momento no logro captar.
¿Y si se dio cuenta? ¿Y si sospecha? ¿Y si pensó que lo iba a besar? Bueno, sí lo iba a hacer, pero después de declararme y antes de que saliera corriendo.
Mierda, ¿y si se lo dice a su papá? ¿Y si después de esto se aleja de mí? ¿Y si le produzco asco y me deja de hablar?
—Me gusta Jennie —es lo primero que suelto y él me observa confundido por mis palabras —. No sé cómo decirle que me gusta, ¿tienes algún consejo?
Algo en su mirada cambia y por alguna razón no es alivio ni nada de lo esperado.
—No, no sé nada de chicas.
Todo vuelve al silencio pero me convenzo a mí mismo de que no es tan tenso como antes. Eliminé sus dudas y es lo correcto, así es mejor. Así no sospechará nada. Así no huirá de mí.
Sé que lo que hice es muy cobarde pero es lo mejor. Si sospecha que me gusta se va a alejar porque él no es como yo. A él no le gustan los chicos, a él no le gusto yo y se va a asustar. Tal vez sienta asco o algo como eso y no quiero. Prefiero tenerlo cerca y que no seamos nada a que esté lejos de mí por saber que estoy enamorado de él. Sí, definitivamente hice lo correcto.
Comenzamos a estudiar y a pasar toda la información a las hojas blancas. Mientras yo escribo la introducción, él hace la portada. Me agrada el momento porque por primera vez lo puedo ver destacándose en eso que tanto hace en secreto; dibujar.
Tomo eso como una excusa para sentarme a su lado y pongo el plato sobre la cama buscándole más espacio a la pequeña mesa con nuestros cuadernos y hojas. Niels sigue con lo suyo bastante concentrado pero sé que nota mi cercanía porque por un segundo se tensa, antes de respirar hondo siguiendo con lo suyo. No me habla, no me mira y no parece interesado en mi existencia.
— ¿Te gusta? —salto un poco cuando pregunta bruscamente. Observo el dibujo que me está tendiendo y asiento lentamente intentando tocarlo —. Bien, así se quedará —él lo aleja antes de que pueda tomarlo y frunzo el ceño, extrañado, por su comportamiento.
— ¿Te pasa algo? —intento poner una mano sobre su hombro pero él se aleja sacando otro par de hojas para anotar todo lo demás.
—No, solo tenemos que apresurarnos porque falta media hora para que sean las siete —responde sin dejar de anotar y asiento enfocándome en lo mío.
Tanteo mis dedos sobre la mesita cuando una idea se cruza por mi mente y lo observo por el rabillo del ojo notando que en serio está sumergido en la tarea.
Tomo mi laptop poniéndola sobre el suelo y selecciono mi lista de reproducción girándome un poco en su dirección. He observando un par de veces a Niels, —vale, tal vez me la paso observándolo —, y creo que su personalidad encaja con mi estilo musical. The Neighbourhood es mi banda favorita, casi todas las canciones en mi lista son de esa banda y realmente no sé si a él le gusten. Lo único que quiero es algo que logre sacarnos del silencio, hasta preparé una pregunta para este momento.
— ¿Qué tipo de música te gusta? —hago garabatos en mi libreta y él alza la mirada observándome algo sorprendido. Lo entiendo, es la primera vez que le hago preguntas tan personales en menos de una hora.
—No sé, no escucho música a menudo —lo observo horrorizado y niego sin poder creer eso. ¿Cómo una persona puede vivir así?
—Es joda, ¿no? —él niega y yo paso una mano por mi cara sin saber qué decir. Bien, ya le encontré el primer defecto a Niels Baasch —. Cuando escuchas música, ¿qué es lo que más escuchas? ¿A qué cantante o banda?
—No lo sé, es variado —se encoje de hombro volviendo a su habitual timidez —. Me encanta Lana del Rey, me relaja.
A mí igual.
— ¿Cuál es tu canción favorita de ella? —lo observo curioso. En serio me interesa porque es la primera vez que le hago preguntas como estas. No conozco nada de sus gustos, solo lo poco que he podido descubrir y esto... Se siente genial.
—Ride, esa canción es... —traga grueso —. Cuando tenía audífonos la escuchaba de camino a mi casa, yo me voy en bici y es relajante escuchar música y manejar así...
— ¿Qué le pasó a tus audífonos? —ladeo mi cabeza cuando un destello de tristeza cruza por sus ojos.
—Se dañaron —miente, como si pensara que esas caras no me las conozco de memoria. Son las mismas que usa cuando el entrenador le pregunta sobre las peleas y él le responde con excusas tontas —. No importa, realmente no me hacen falta porque...
Me levanto buscando en el bolsillo de mi bolso y cuando encuentro lo que busco me vuelvo a sentar acomodándome a su lado.
—Ten, estos casi no los uso—le paso mis audífonos favoritos. Son los que me compró David hace tres meses y me encantan porque se escuchan increíblemente bien.
—No hace falta, señor...—él intenta negar pero tomo su mano antes de que la aparte.
—No me hacen falta, en serio. Tengo otros mejores —se los doy y él los observa fijamente como si fueran algo sagrado.
Son audífonos simples, los que tienen cables y son de color blanco. Puedo comprarme otros de esos, además no negaré que significa mucho para mí que tenga algo mío.
Busco en mi laptop la canción que él mencionó anteriormente y la pongo a reproducir mientras me giro reanudando la tarea.
Es una letra nostálgica y, aunque parezca extraño, me recuerda perfectamente a él. A Niels manejando bici, con el viento pegándole en la cara, con el sol en su máximo esplendor, con su cara inexpresiva e incapaz de demostrar nada. Es muy él y lo que es peor, también es muy yo.
—Esa es mi parte favorita —Niels sonríe moviendo ligeramente su cabeza y yo hago lo mismo sin dejar de cantar la melodía. Es un hábito que tengo, una vez que comienzo a escuchar música, no puedo dejar de cantar o bailar —. Tú... Cantas —su voz me saca de mis pensamientos y alzo la mirada notando que me está observando impresionado.
Claro que canto. Me gusta mucho cantar pero no lo tomo como algo serio ni nada. Recuerdo que Maya casi se volvió loca cuando me escuchó cantar por primera vez en navidad. Después me hizo cantar Take Me to Church de Hozier frente a toda la familia y todos estuvieron diciéndome que morían por mi voz.
—Lo normal, no es nada... —sonrío un poco avergonzado. Solo mi familia me había escuchado cantar, esto es muy raro.
—Cantas muy bien, Alex —Niels no deja de verme y eso hace que la sangre suba a mi cara de una manera más vergonzosa todavía. Aclaro mi garganta intentando despegar el ambiente pero él no lo capta, no deja de verme —. ¿Puedes cantar otra vez?
Abro la boca para responder un rotundo no, pero me quedo en silencio al notar que está interesado en algo que hago. Me está hablando normal. No me está tratando con temor.
—Yo... —muerdo mi labio inferior cuando su teléfono comienza a timbrar y noto entonces que se trata de una alarma. Supongo que puso una alarma para que no se le hiciera tarde, el entrenador es extremadamente estricto con el horario.
—Me tengo que ir —Niels me observa fijamente antes de agachar la mirada y observo todas las hojas sobre la mesita. No hicimos ni la mitad, pero adelantamos algunas cosas y creo que fue un buen inicio para el trabajo.
— ¿Harás algo mañana? —lo ayudo a recoger las cosas y él me mira extrañado por mi repentino interés. Repentino para él, no para mí.
—Creo que sí, ¿por? —le entrego su cuaderno y algunas hojas y él las toma tomando también mis manos en el momento. De inmediato la corriente surge.
—Mañana mi amigo hará una fiesta aquí, es Gael, no sé si lo conoces... —paso mis manos por mi pantalón cuando Niels frunce el ceño observando el suelo.
—Tengo que preguntarle a mi papá, aunque lo conoces, Alex... No creo que me deje —niega y suspiro sabiendo que sí. El entrenador es muy estricto con Niels pero no conmigo... Yo soy su favorito.
—Hablaré con él, ¿vale? —Niels me observa sorprendido y yo sonrío tendiéndole una mano para que se levante —. No creo que nos diga que no, además, según él, quiere que "disfrutes".
—Sí, sé algo de eso... —su expresión se torna distante, como si algo no le gustara.
—No estará nadie que tú no quieras que esté, ¿de acuerdo? —pienso en Anna y la molestia llega a mí. Por supuesto que ella no estará —. Creo que solo seremos nosotros, te divertirás mucho.
— ¿Estarás tú? —sus ojos me observan con detenimiento y asiento. Bueno, escucha poca música y es lento. Al menos sé algo de él que esta mañana no sabía.
—Obvio, no te dejaré solo —en el momento en que lo digo se escucha más cursi que en mi mente pero lo ignoro. Él también parece ignorarlo.
—Vale, nos vemos ¿mañana? —trago saliva cuando retrocede un paso y sorprendentemente sonríe un poco. Nunca lo había visto sonreír, yo... Me encanta su sonrisa.
—Vale, mañana —le devuelvo la sonrisa y lo acompaño hasta la puerta viéndolo despedirse de mi mamá. Thomas no baja, supongo que se quedó dormido.
Aún así no pierdo tiempo para observarlo marcharse en su bici roja hasta desaparecer en una de las calles.
Intento no sonreír por los recuerdos pero no lo logro, apenas caigo en mi cama suspiro pesadamente y tomo mi laptop poniendo en bucle la canción que sin duda ahora me recordará a él. A este momento y a su sonrisa.
...
La fiesta está en su mejor momento. La casa retumba bajo Summer de Calvin Harris y un montón de chicos se encuentran saltando en un círculo en medio de la sala. El humo sale sin parar, las luces vienen y van y Niels nada que llega.
Ya estoy molesto.
Me bebo mi tercer vaso de vodka y me apoyo en la pared observando a todos los chicos bailar. Gael se encuentra en una competencia de shots, Félix está besándose con una de las porristas, —en realidad están a nada de tener sexo en mi sofá —, Maykel está bailando sobre una de las encimeras y Thomas se encuentra al otro lado de la sala con la misma mirada que yo. Desde ayer se ve decaído y triste, lo noté en la cena.
Por suerte mi mamá no está para presenciar esto, se fue a un hotel por un trato que le hizo Gael de dejar la casa impecable para mañana. Técnicamente le prestó la casa a mi amigo para que hiciera sus locuras con la condición de que la limpiara luego de esto. Un trato justo, teniendo en cuenta el historial de la familia de Gael.
Algo que me tiene un poco animado es ver a mi amigo tan feliz. Ha pasado por mucho, por eso se merece tener el mejor cumpleaños de todos y me pone contento verlo tan feliz. Él merece eso y más.
— ¡BUENAS! —la puerta se abre una vez que alguien, (no sé quién), anuncia la llegada de Maya creando una bulla por parte de todos.
Mi mejor amiga era popular en el instituto. Todo por su intensa competencia con William, —el hijo de la directora —, por ser la mejor de la clase. Aparte de eso, ser la capitana del equipo de fútbol femenino y ser una de las chicas más preciosas del lugar ayudó mucho. Porque sí, Maya Crild con sus tremendos ojos azules oscuros, su cabello negro y sus genes rusos crean una combinación difícil de ignorar hasta para mí. Ella sabe que es preciosa y no duda en ocultarlo, es por eso que nuestros egos salen a flote cada vez que estamos juntos.
—Hola, cosa hermosa —ella me abraza dejando varios besos por mi mejilla y ruedo los ojos consciente de que estuvo bebiendo antes de llegar —. Te presento a mi amiga —se aparta sonriendo ampliamente y observo a la preciosa morena que aparece a su lado. Es bajita, pero tiene un cuerpo en forma de reloj de arena y sus labios gruesos combinados con su cabello largo y negro se ven increíbles a la vista del ojo humano. El piercing en su nariz también se ve lindo.
—Bárbara, pero me dicen Barbie —ella sonríe y yo estrecho su mano lanzándole una mirada a Maya. No sé de dónde saca a este tipo de mujeres.
—Alex —le devuelvo la sonrisa y ella asiente enfocando su mirada en mi mejor amiga. Está más que boba por ella.
— ¿Qué le pasa a Thomas? ¿Meli no ha llegado? —Maya se acerca más a mí y yo niego sin saber ninguna de las dos cosas. No hablo mucho con Thomas, así que no es una opción preguntarle qué tiene. Si él quisiera hablar, lo haría y ya —. Es muy raro, ¿será que la mamá no la dejó venir? —Su mirada se desvía y la vuelve a alzar un poco más interesada —. No te vayas a poner histérico, ¿vale? —frunzo el ceño cuando pone sus manos a los lados de mi cara evitando que gire hacia donde estaba viendo —. Alex, no la vayas a cagar, ¿de acuerdo? Sabes que no es su culpa.
— ¿De qué estás...? —aparto sus manos con un poco de fuerza y giro mi cara encontrándome con Niels y... Anna. Los dos están juntos.
Vinieron juntos.
—Alex, respira... —Maya intenta sujetarme pero yo boto el vaso de plástico rojo a un lado caminando en grandes zancadas hacia él.
Le hice prometer a Gael que no la invitaría. Justo por eso, porque Niels no la quería cerca. ¿Para qué? Igual vino con ella y ¡no solo eso! Están tomados de la mano como si fuesen una pareja. Una pareja. Ellos. Ella y él. Niels y Anna.
Levanto mis manos dispuesto a empujarlo pero retrocedo cuando un cuerpo masculino choca con el mío de manera intencional. Todos mis celos pasan a segundo plano y la ira me invade al segundo cuando los ojos del asqueroso acosador de mi mejor amiga, —también hijo de la directora—, me observa con una actitud que me inspira a partirle un bate de beisbol en la cabeza.
—Alex Crild, qué sorpre... —su comentario sarcástico termina cuando lo estampo con fuerza contra la pared. Enseguida un montón de murmullos y gritos invaden el espacio, quitándole la diversión al momento —. Veo que sigues siendo un cavernícola descerebra...
—Lárgate de mi casa antes de que te parta la cara —unas manos se detienen en mis hombros y lucho contra la fuerza del individuo apretando mi agarre.
— ¿Tu casa? Vaya, ya veo por qué me olía a...
— ¡William, ya! —una voz femenina corta la oración del individuo y observo mejor hacia un lado encontrándome con la hermana de mi cuñada. Meli —. Alex, por favor, suéltalo...
— ¿Qué? ¿Tú estás con él? —la observo confundido y ella asiente poniendo una mano en mi hombro —. Melanie, ¿qué mierda? Este maldito acosaba a Maya...
— ¡Ya sé! Pero es mi novio y solo te pido respeto. Él cambió —su rostro se vuelve serio y por un segundo espero que diga que es una broma, pero ella no lo hace. Ella solo me mantiene la mirada y levanta el mentón como si estuviera orgullosa de lo que dijo.
— ¿Qué mierda tienes en la cabeza? ¿Qué clase de familia eres? —Suelto a William de inmediato observándolos a ambos con asco —. Melanie, ¿en serio estás bien...?
—Alex, ya déjalo —un brazo pasa por encima de mis hombros y observo a Gael cuando los observa a ambos como si sintiera el mismo desagrado que yo —. Tú, maldito desgraciado, eres una porquería que espero se pudra en el infierno y tú... bonita, no esperaba esto de ti —la rubia se encoje de hombros como si no le interesasen nuestras palabras y toma el brazo de William preguntándole si está bien.
—Espero que esto sea una maldita broma —levanto mi dedo señalándola repetidas veces y me alejo del lugar sintiendo mi sangre hervir.
Si me quedo a sacarlo terminaré matándolo a golpes, así que confiaré en que será mi gemelo el que hará ese trabajo por mí. En estos momentos estoy demasiado molesto y necesito un trago o algo para calmarme, son demasiadas emociones de por medio. Demasiadas.
—Oye, yo estoy bien, ¿vale? No tienes de qué preocuparte —Maya pone una mano en mi espalda cuando me apoyo en la isla de la cocina y asiento levemente sin creerle ni un poco —. Sabes que ese desgraciado no me afecta, además, si me llega a decir algo, tendré excusas para aplicar lo que he aprendido en mis clases de defensa, ¿no crees? —sus brazos me rodean y tomo un trago de whisky sin responderle el gesto.
» Eres un gran chico, Alex. Si él no es para ti, te aseguro que llegará alguien que sí apreciará lo valioso que eres.
—Pero yo lo quiero a él —observo el vaso de plástico y alzo la mirada hacia ella sintiendo mis sentimientos emerger —. Haga lo que haga, esté con quien esté, siempre estoy pensando en él.
—Oye, te entiendo mejor que nadie, lo sabes —su expresión se torna seria indicándome que está pensando en su ex. La ex que la abandonó sin motivos ni razones, que solo la dejó sin avisarle que se la llevarían del país —... Pero no es sano aferrarse a una persona que no es para nosotros. Por más que amemos a alguien, si esa persona no nos corresponde o brinda algo bueno, por nuestro bien es mejor dejarlas ir. No puedes estar con una persona que te mantiene estancado porque nunca serás feliz, solo tendrás buenos momentos.
—Maya borracha es más sabia de lo normal —sonrío y ella rueda los ojos tomando lo que queda de mi vaso —. ¿Te irás?
—Me quedaré, no le daré el gusto a ese maldito de arruinar mi noche.
Ambos chocamos puños y salimos de la cocina hablando sobre cómo esconder un cadáver en el jardín. Localizamos a Barbie y bailamos con ella una que otra canción. Una que otra vez Maya se la lleva haciéndola dar vueltas en la pista y otras yo pongo mis manos en su cintura haciéndola moverse de espaldas. Sí, todos nos miran y no lo negaré: se trata de esos momentos que gritan definición de bisexualidad por todos lados. Hasta la misma Barbie decide bailar con los dos al mismo tiempo.
— ¿Ustedes son hermanos? —nos pregunta girándose para vernos a ambos y Maya y yo reímos entrelazando nuestros dedos por encima de su cabeza —. ¿Por qué ríen?
—Los hermanos no hacen estas cosas —susurro en su oído y dejo un beso cerca de sus labios observando por el rabillo del ojo a Niels y a Anna.
Maya deja un largo beso en la boca de Barbie y se gira hacia mí dejando uno muy lento en mi mejilla. Giro mi cara y profundizo nuestro beso siendo consciente de que toda la fiesta nos está observando en este momento. Lo primero que dicen es, ¿Maya no es lesbiana? Otros, ¿ellos no son familia? Y los más atrevidos, ¿serían capaz de hacer un trío conmigo? Eso último también lo dice Barbie, yo solo niego.
A mí solo me interesa estar con una persona y esa persona trajo a su novia o lo que sea que es. No me importan, los odio.
Mi mirada cae de nuevo en él cuando me doy cuenta de que lleva rato apoyado en una pared. No baila, no habla, no ríe. Anna se encuentra bailando en la pista y él ni siquiera la está observando, solo está viendo al suelo como si fuese lo más interesante.
Barbie y Maya me hablan pero yo las ignoro, solo lo observo a él y lo comienzo a seguir cuando camina hacia el único lugar que está vacío: la cocina.
Frunzo el ceño y le paso por un lado a Maya vigilando que nadie note a dónde voy. Mi mejor amiga me sonríe pícara y se acerca susurrando algo que me hace rodar los ojos.
Me adentro a la masa de personas y logro esquivarlas a todas asegurándome de que nadie me esté siguiendo. Lo primero que noto es que la luz está apagada. El lugar está iluminado por las luces de colores en la sala y Niels está de espaldas y apoyado en una de las encimeras. Luce callado, serio y como si no quisiera estar aquí. Lo entiendo, yo me siento exactamente igual todo el tiempo.
Lo detallo aprovechando que no me puede ver y asiento convencido de que me gusta su estilo. Yo siempre me visto de negro, pocas veces uso otros colores y realmente toda mi ropa va por colores oscuros o neutros. Niels igual, solo que ahora mismo tiene una camisa azul marina y un pantalón negro igual que el mío. Se ve muy bien y se nota que se peinó aunque ya tiene el cabello un poco desordenado. Como si él se lo hubiera desordenado.
Alzo el vaso de vodka que me dio Maya y tomo un sorbo acercándome sigilosamente a él. No sé si es el alcohol, las ganas de hablarle o los celos, pero lo único que me provoca hacer es exigirle que no vuelva a acercarse a esa chica, que no vuelva a alejarse de mí y que me corresponda, solo quiero que me corresponda.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto muy cerca de su oído y trago saliva cuando se gira quedando bastante cerca de mí. Casi rozando nuestras narices, él acorralado contra la encimera y yo a nada de cometer una locura.
—L-lo siento, señor... Yo solo quería encontrar el baño y... —apoyo mi mano libre a un lado de la encimera y lo observo por varios minutos más. Tomo todo el contenido del vaso y lo trago intentando ganar el valor para preguntarle todo lo que pasa por mi mente.
— ¿Te gusta ella? ¿Qué le ves? —mi mirada se conecta con la suya y aprieto mi mandíbula esperando que me responda todo lo que no entiendo.
No es gay, Alex, no es como tú. Es eso, ¿por qué se te hace difícil aceptarlo? Déjalo ir, puede darse cuenta. Déjalo ir. Él no te corresponderá nunca.
— ¿De quién hablas? —él traga saliva encogiéndose todo lo posible y yo me acerco aún más haciéndolo inclinarse en la isla.
—Tú sabes de quién hablo, Niels, ¿te gusta Anna? —el rostro de la chica viene a mí y ladeo la cabeza sin querer pensar en eso —. ¿Te gustan las mujeres? —balbuceo y él abre sus ojos impresionado antes de empujarme con una fuerza repentina.
Doy varios pasos hacia atrás y ladeo la cabeza procesando mis palabras. Intento decir algo más pero él me empuja contra la nevera apretando con fuerza el cuello de mi camisa.
—Eso no es asunto tuyo, no te metas en mi vida —su mirada me demuestra molestia y eso me desconcierta mucho más, ¿por qué se ofendió tanto? —. Yo no me meto en tu relación con Jennie, ¿o sí? —río con sorna y él me observa confundido.
Jennie me importa. Es la mejor amiga de Melanie y Melanie es parte de mi familia. También ayudó a Maya a integrarse al instituto en su primer día de clases y la considero parte de mi grupo cercano de amigos. Me importa, claro, pero no me gusta y jamás me gustará. Mucho menos podría sentir por ella lo que siento por Niels.
—Jennie y yo no tenemos ninguna relación —tomo sus manos intentando aflojar el agarre y él presiona más ahogándome un poco en el acto.
—Pero te gusta, me lo dijiste ayer, ¿no? Te gusta y es lo que cuenta, hiciste toda una escena allá afuera para darle celos —su comentario me confunde mucho más y frunzo el ceño recordando todo. ¿Jennie vino?
— ¿Ella estaba ahí? Ni siquiera la noté... —Niels imita mi gesto, pensativo, y me suelta poco a poco manteniéndose a mi altura.
—Sí, claro —intenta alejarse pero tomo su cuello haciéndolo girar hacia mí.
—A mí no me gusta ella, de hecho... —mi respiración se funde con la suya e ignoro el resto del mundo concentrándome en el momento. En la música, en él, en nosotros —... A mí me gusta otra persona...
— ¿Qué hacen? —una voz masculina nos hace separarnos con rapidez y observo a Thomas con odio, vergüenza y resentimiento.
—Nada que te importe.
Él asiente acostumbrado a mi actitud y toma una botella de tequila saliendo de la cocina. Se ve confundido, cabizbajo y sin duda borracho. Ya está muy tomado.
El lugar vuelve a quedar en silencio —solo interrumpido por la música, que en este momento es Blame, de Calvin —, y realmente no sé qué decir.
— ¿Quieres ir a un lugar solo? —Niels me observa con curiosidad y yo sonrío tendiéndole mi mano —. Ven —por un segundo nuestros dedos se rozan pero pierden el contacto cuando él decide esconder sus manos en sus bolsillos.
Caminamos en medio de las personas con una rapidez considerable y sonrío de medio lado al ver a Anna con una expresión irritada y molesta. Se lo merece por metiche.
Comienzo a subir las escaleras con Niels siguiéndome y señalo con la cabeza mi habitación cuando me observa con una actitud nerviosa y tímida. Muchas veces deseé esto y no puedo creer que lo esté haciendo.
— ¿Le temes a las alturas? —pregunto y él niega observando por mi ventana —. Genial, entonces sígueme.
Comenzamos a subir las escaleras que llevan al techo y al llegar a la cima le tiendo mi mano para que termine de subir, por suerte la toma.
Mi casa tiene un tejado color marrón, es amplio y muchas veces —para no decir todas las noches —, vengo aquí a meditar, relajarme, escuchar música, ver las estrellas o simplemente tomar aire. Es algo que hago a menudo y ahora tener a Niels sin duda hace una gran diferencia.
— ¿No te gustan las fiestas? —su pregunta nos sacan del silencio y sonrío negando lentamente.
—Sí me gustan, solo que quería hacer algo diferente —él siente un poco y observa hacia el vacío que se hace llamar vecindario —. ¿Y a ti? Parece que no.
—Nunca he sido bueno para integrarme, yo... No lo sé, no logro adaptarme a mi entorno —asiento lentamente y saco una cajetilla de cigarros buscando un encendedor en mi otro bolsillo.
— ¿Fumas? —él me observa fijamente y niega jugando con sus manos.
—Mi papá no me deja, es una de las tantas reglas que...
—Aquí no está el entrenador —saco un cigarrillo y se lo ofrezco notando su duda —. Sería bueno comenzar a hacer cosas diferentes, Niels. Arriésgate.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —él toma el cigarrillo y lo pone entre sus labios con una expresión extraña.
—Falta algo —acerco el encendedor y lo observo fijamente a los ojos —. Listo. Uno para los dos, así no te volverás adicto.
—Gracias —él le da una calada y me lo pasa comenzando a toser. Río y palmeo su espalda sosteniendo el cigarrillo con la otra mano —. No soy bueno para esto...
—Es cuestión de práctica, no te preocupes —le doy una calada larga y boto el humo mirando hacia el cielo —. La segunda vez siempre sale mejor —vuelvo a inhalar humo y giro mi cara exhalándolo en dirección a él.
Él lo toma sin dejar de verme a los ojos y le da otra calada soltándolo lentamente en mi dirección. Esta vez no tose y ni hace muecas extrañas, solo sonríe y asiente poniéndolo en mi boca.
— ¿Lo ves? Es fácil —apoyo una mano cerca de la de él y me inclino en su dirección rozando con intensión nuestras respiraciones—. ¿Te gusta ella?
Él me observa sorprendido e intenta retroceder algo nervioso, pero obviamente lo freno sujetando una de sus manos.
— ¿Por qué la invitaste? Se supone que no querías que viniera...
—Fue mi papá, yo... —él se pone de pie equilibrándose para no caer y yo boto el cigarrillo hacia un lado siguiéndolo por el mismo camino de antes.
Comenzamos a bajar con lentitud y una vez que llegamos a mi habitación, no dudo en caminar a la puerta impidiendo su salida de la misma.
— ¿Te gusta o no? ¿Por qué el entrenador te quiere con ella?
— ¡Es chica! —su respuesta me confunde y aún más su molestia —. Y es popular, es linda, es inteligente y es hermosa. Mi papá quiere que me relacione con ella porque también viene de una buena familia. ¿No lo entiendes? Era su condición. Si ella venía, me dejaba venir y yo en serio quería venir porque...
— ¿Por qué? —frunzo el ceño aún más desconfiado. No le creo nada, seguro era una excusa para estar a solas con ella o algo así —. En el instituto hasta te besó, no me vengas con eso...
—Exacto, me besó, yo no la correspondí. Me tomó desprevenido, yo no me esperaba que me besara, ella y yo estábamos hablando sobre el trabajo de biología que estamos haciendo tú y yo, sobre el virus.
— ¿Entonces no te gusta? —una sensación de alivio mezclada con excitación me invade cuando niega relamiendo sus labios. El sudor impregna mi piel y un calor se apodera de mí cuando mis dos manos lo acorralan contra la puerta —. ¿No te gusta nadie más, verdad?
Él traga saliva bajando tímidamente la mirada y aprovecho el momento para acercarme más de la cuenta al lugar que tanto quiero tocar. Lo quiero besar. En realidad quiero hacerle muchas cosas.
—Alex, ¿estás borracho, verdad? —su pregunta me confunde y niego observando fijamente sus labios —. Tú no eres...
— ¿Qué? ¿No soy qué? —su mirada se alza enfocándose en mí y suspiro detallando el tono dorado que gobierna sus ojos.
—Señor, sí me gusta alguien —noto como sus ojos humedecen y lo observo con curiosidad por el cambio de ambiente.
—No me digas señor —suspiro humedeciendo mis labios —. La persona que te gusta... ¿Cómo se llama?
Él abre la boca dispuesto a responder, pero la cierra cuando su teléfono comienza a repicar con una llamada inoportuna. Sus ojos se abren mucho y él no duda en contestar alejándose por completo de mí.
—Anna... —apenas pronuncia su nombre mi cara y humor cambian drásticamente —. Estoy con... Alex, estamos hablando un asunto sobre la tarea de biología... —camina por la habitación de una manera extraña—. Sí. No, no, no hace falta... Voy para allá. Okay. —la llamada termina al igual que nuestro momento.
No hacen faltan palabras, él me observa durante varios segundos y respira hondo viendo hacia los lados.
— ¿Puedo usar tu baño? El de abajo seguramente está ocupado —noto como se oculta y frunzo el ceño detallándolo mejor. ¿Qué le pasa?
—Da igual, es esa puerta —señalo la puerta blanca del lado derecho y él asiente caminando raro hasta allá.
Camino frustrado hasta mi cama y me siento en ella observando hacia la nada.
Odio a Anna. Odio sentir todo esto. Odio a Niels por mentirme. ¿Por qué me mintió? Es obvio que le gusta. No esperó ni cinco segundos para contestarle, lo hizo de inmediato. Los detesto a ambos, ojalá los hijos les salgan feos.
Gruño al imaginarme un hijo de ellos dos y me levanto pateando la silla del escritorio. Así pasa siempre, me molesto por cosas que aún no han pasado y no lo puedo controlar. Mis sentimientos me controlan, así pasa desde siempre y odio eso de mí. Tengo miedo de lastimar a todos a mí alrededor.
Un sonido dentro del baño llama mi atención y me acerco lentamente intentando escuchar con mayor atención. La música no ayuda mucho, hasta retumba bajo mis pies, pero hago uso de mi poder auditivo y agudizo mis oídos intentando saber qué es lo que está haciendo. Pero no lo logro, al mismo tiempo que la música sube de volumen, una pequeña lucecita ilumina desde el escritorio. Frunzo el ceño acercándome al extraño objeto, un teléfono. Para ser más claros, el teléfono de Niels. Está desbloqueado.
Una puerta se abre indicándome que Niels ya está afuera y trago grueso sin saber qué decir. Estoy de espaldas y él no me ha visto, pero tengo su teléfono en mis manos y no hay ninguna excusa que me salve de alguna pregunta capciosa.
—Ya me voy, señor... —él habla un poco alto para que lo pueda escuchar y yo me giro ocultando el teléfono detrás de mí.
—Vale, adiós —respondo cortante y él se encoje caminando hasta la puerta.
Espero hasta el último segundo para que se gire y busque su teléfono, pero no lo hace. Al parecer no lo recuerda y eso en vez de motivarme a devolverle el objeto, me hace guardarme el secreto con un pequeño destello de curiosidad.
Me sumerjo en el área de aplicaciones y entro a su instagram notando que está en privado y tiene muy pocas fotos. No tiene muchas redes sociales aparte de una aplicación para diseñar, otra para escuchar música, tumblr y... Un momento, ¿tumblr?
Entro a su usuario enseguida y al minuto el arrepentimiento me invade porque según lo que he oído, esa aplicación es como un diario personal. Está muy mal que haga esto. Muy, muy mal.
Bueno, el infierno ya me debe tener un cupo asegurado.
Comienzo a bajar leyendo cada cosa que dice y me siento en mi cama detallando todo lo que pasa por la cabeza de Niels Baasch.
No tiene su nombre real, aquí se llama nofornothingsad.
"Sé que soy invisible pero me gustaría que él supiera de mí."
¿Él? ¿Quién es él?
"Quiero que me veas."
¿Quién? ¿Anna? Yo sabía que le gustaba, es un maldito mentiroso.
"Me gustas..."
Es que yo sabía. ¡Yo sabía que le gustaba! ¿Qué le ve? Es que no lo entiendo. ¡¿Por qué me mintió?! Es un maldito idiota, ya no quiero saber una mierda sobre él, sobre nadie.
Aprieto mis puños con fuerza y tomo el teléfono saliendo en grandes zancadas de la habitación. Busco entre la gente su melena ondulada y cuando lo localizo hablando con Anna, me acerco a él arrojando el teléfono sobre su pecho. Todos nos observan impresionados a él y a mí pero ninguno dice nada. Él solo me mira con confusión y yo lo observo con un profundo odio.
—Lo dejaste en mi escritorio —mi voz sale ronca por la rabia y observo a Anna con la misma expresión asesina —. Y yo no sé quién te invitó a ti, metida.
Me alejo de todos con la misma actitud malhumorada y choco de lleno con alguien haciéndolo caer con fuerza al suelo. Ese alguien es Jennie, quien me observa con ojos grandes y expresivos que me hacen saber que tiene miedo. Que me tiene miedo.
—Tú quítate —la aparto una vez que la ayudo a levantarse y sigo mi camino encerrándome con fuerza en mi habitación.
Me cuesta llorar. Yo odio llorar. No me gusta llorar. Pero aún así las ganas me dominan y no dudo en esconderme en mi cama obligándome a mantener la compostura. No lo haré, yo odio esa mierda y nadie vale tanto como para ponerme así. Nadie vale tanto como para hacerme caer. Soy Alex Crild, nadie vale lo suficiente.
Aún así lo único que hago es colocarme mis otros audífonos y poner la música que me gusta a todo volumen intentando despejarme de mis problemas. Imaginando un lugar en donde no existe Niels, en donde soy correspondido y en donde nadie es capaz de hacerme sentir insuficiente.
...
Hablemos de Alex, ¿qué opinan de su personalidad? ¿Qué opinan sobre su trato hacia Niels?
A mí me duele mi bebé porque lo entiendo, porque no es fácil estar enamorado de una persona que no nos ve siquiera como una posibilidad...
En fin, espero que les haya gustado el capítulo, oficialmente mi descanso está en su vuelta final, (lo digo así por si tardo en actualizar xd).
Por cieeeeerto, escribí un poco sobre el drama #Thanie, esto será peor en la versión de Thomas.
Con mucho amor y un beso en la boca.
—Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
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