CAPÍTULO 44

Sé que seguramente la mayoría de los lectores de esta historia se olvidaron de ella por la falta de actualización, solo me queda disculparme y darles una breve explicación del por qué no he sido constante: me mudé de país.

Emigré a Argentina hace casi dos meses y como deben imaginarse el proceso no ha sido para nada fácil. 

Disculpen si tardo en actualizar, pero ya no tengo la misma disposición, tiempo y energía que tenía en Venezuela.

Los amo, espero que este capítulo les guste. Es el último antes del desenlace y estoy asustada por eso.

La canción es el himno del capítulo y de Melanie Russell. 

Exhale - Sabrina Carpenter

Después de la muerte.

Melanie.


                  Todo se vuelve oscuro cuando me estrello contra la superficie.

Luego de eso, despierto por intervalos de tiempo sintiendo el vómito ahogarme y escuchando las voces de desconocidos que me piden que no me vaya.

¿Por qué me piden que no me vaya? La decisión es mía.

Grito y corro lo más lejos que puedo por un túnel que va hacia el vacío. Mi meta es la luz, pero nunca la alcanzo. Cada vez que siento que voy a llegar, la voz de una persona no me permite continuar y me hace despertar en la misma camilla.

Mi mamá, Phoenix, Miley, Sebas, mi papá... Thomas.

No sirve de nada no querer hablarles si ellos me hablan sin importarles nada. No sirve de nada querer irme cuando ellos no me permiten rendirme. No sirve de nada querer dejarlo cuando él hace de todo para no dejarme ir.

No quiero seguir aquí.

Así que no importa cuánto corra, cuánto grite, cuánto llore. Siempre aparezco en la misma cama, rodeada de las mismas personas y temiéndole a la misma pesadilla.

Es peor que un limbo, porque al menos ahí sé que estoy muerta y no hay consecuencias futuras. Aquí todos esperan que reaccione y de explicaciones y no lo deseo. No deseo tener que hablar sobre lo que hice y sucedió; no deseo tener que explicarles por qué lo hice, no deseo tener que confesarles que actué como una cualquiera y por eso alguien se aprovechó de mí.

No deseo que nadie más salga lastimado y tampoco quiero que todos perciban esa imagen de mí.

Intenté acabar con mi vida porque no quería tener que ver la decepción de mi familia por un acto de rebeldía.

No quería ver la decepción por un acto de una hora cuando durante toda mi vida hice de todo para que sintieran orgullo. No quería que dejaran de verme como una buena chica solo porque actué mal una vez.

No soy una mala persona, solo actué como un ser humano y los humanos siempre se equivocan.

Como es costumbre, mi nariz se encuentra impregnada del olor del desinfectante. Después de permanecer tanto tiempo con la cabeza vendada, noté que la forma más cómoda de pasar el tiempo era durmiendo, pero me daba miedo cerrar los ojos porque las imágenes de mi caída siempre me hacían dar un respingo. Entonces opté por tener los ojos abiertos siempre, a veces sin ver nada. Luego de un tiempo llegué incluso a dormirme con los ojos abiertos. No es muy sano, pero fue lo que me facilitó descansar durante todo este tiempo.

Como mi audición no es muy buena, tampoco me podía distraer con sonidos. Me da mucha rabia no poder escuchar bien las cosas, por eso me impedí prestar atención a las visitas. No me muevo, por lo que tengo bastante tiempo sin disfrutar el tacto. No como por voluntad propia, así que mi gusto está desaparecido. El único sentido que tengo activo, es el olfato; por eso disfruto olfatear cualquier cosa que se pase por enfrente.

Siempre he sido muy buena caracterizando a las personas, así que reconozco el olor de casi todos mis seres queridos. Mi papá tiene una fragancia embriagante y poderosa, por esa razón casi rompí en lágrimas cuando lo olí después de tanto tiempo. Mi mamá tiene una fragancia sutil, como el agua de rosas. Miley huele siempre dulce y deja su perfume en todo lo que toca. Phoenix siempre huele a flores. Sebas huele a hombre, siempre lo he dicho y él solía reírse cuando lo decía. Y Thomas... él huele a perfección, como lo que es.

Mis ojos navegan por toda la habitación en busca del lugar en donde estuvo anoche. Dejó su capa.

Me pregunto qué hizo ayer, ya que llegó disfrazado de vampiro como pude ver por el rabillo del ojo. Luego de que se fue no paré de llorar porque él en serio pensó en todo lo que podía dañar su regalo. No puedo oír bien, así que él puso un audífono en mi oído sano para que pudiera oír la canción que me estaba tocando. Tenía muchísimo tiempo sin escucharlo tocar.

Mis ojos se cristalizan al saber que esa fue su despedida, pero no me permito llorar más porque sé que es lo correcto. Thomas no merece seguir detrás de una persona que ya no quiere estar viva. Es egoísta y no está bien. Yo jamás permitiría que renunciara a su vida por ir tras de mí.

Estuve a punto de tomar su mano cuando lo sentí llorar, pero no lo hice. Sería demasiado egoísta de mi parte darle esperanzas justo cuando me está dejando ir. Él no merece estar con una chica como yo.

Después de todo y dejando de lado mi desastre mental, también soy un desastre físico.

Ya no soy la chica que solía sentirse bien consigo misma. Antes de saltar, tenía un caos emocional pero mi problema de autoestima existía por mis malas acciones, jamás llegó a tocar mi físico.

Ahora todo se multiplicó por estar jodida en todos los sentidos.

No tengo cabello, tengo fracturadas algunas costillas y una pierna y un brazo. Adelgacé excesivamente, seguramente mi piel está en su peor momento... No me hace falta tener un espejo para saber que doy asco, no puedo soportar saber que Thomas sigue dispuesto a querer estar con un adefesio como yo.

Estoy destruida en todos los sentidos.

—Pss, Ángel.

Ignoro la voz de la paciente 54 y miro al techo.

No es la primera vez que entra a mi habitación sin permiso de los doctores. Desde que entró por casualidad aquella vez que estaba huyendo de las enfermeras, no dejó de entrar para fastidiarme.

Siempre me mira y me llama esperando que conteste, obviamente nunca le hago caso. Es muy molesta y no sabe captar cuando una persona quiere estar sola.

—Ángel, ¿quieres una manzana?

Pone la manzana justo frente a mis ojos, pero me concentro en un punto fijo en el techo.

—En fin, vi a tu novio ayer, ¿te cantó algo? Traía una guitarra —se sienta en el sofá al lado de la camilla y comienza a masticar la manzana —. Es bastante guapo, creo que le gusté porque se me quedó mirando tres segundos seguidos.

La ventaja de estar casi sorda es que no me afecta que grite cuando se supone que está hablando. Es demasiado ruidosa, hecho que logra que las enfermeras la encuentren siempre que se escapa de su habitación.

—Pero no te pongas celosa, nunca estoy con chicos comprometidos —acomoda sus pies sobre la camilla, justo al lado de mi cuerpo —. Solía ser una rompecorazones cuando estaba en el instituto. Ah, esos tiempos...

Dios, ¿por qué no te la llevas?

—En fin, ¿qué te cantó? ¿Wonderwall? Siempre cantan esa —ríe —. Los chicos son tan básicos y predecibles que a veces me provocan ternura.

Pues no, Thomas no es básico ni predecible. Quiero que esta chica se vaya.

—Y también vi que salió llorando. ¿Qué pasó? ¿Lo dejaste?

Que alguien la mate, por favor.

—Es una lástima, pero tus razones tendrás.

Guarda silencio durante un largo rato, por lo que deduzco que ya desistió de la idea de fastidiarme.

—Tu novio se llama Thomas Crild, ¿no?

Por un momento me tenso y ella lo nota.

—Lamento decirte que te está engañando con una tal Sabrina Harvey —pone un teléfono frente a mis ojos.

Intento no ver, pero no puedo evitar centrarme en su cara cuando visualizo la foto grupal del club de teatro. Están todos los compañeros de Thomas, incluida una chica que lo está besando en la mejilla.

Es la misma de aquella vez, la que le estaba preguntando si tenía novia.

¿Será que están juntos? Era muy obvio el interés que esa chica tenía por Thom.

¿Cuándo se tomaron esa foto?

—Es más bonita que tú, solo digo —la paciente 54 vuelve a hablar —. Pero no te sientas mal, seguro que con un poco de arreglo puedes quedar presentable.

Quiero que me deje sola.

—Además, seguro que por la otra no llora, así que tienes ventajas...

Me siento muy mal.

—Igual, supongo que algo debe ir mal entre ustedes dos porque el pobre chico solo sale llorando cada vez que te visita...

La puerta de la habitación se abre de golpe, dejando ver la figura de tres enfermeras que parecen molestas con la paciente más fastidiosa de todo el hospital.

— ¡Devuélveme mi teléfono, Coco! —una de las enfermeras parece más molesta que el resto.

Es de ella el teléfono que Coco tenía cautivo.

— ¿Por qué? Solo quería enseñarle algo a...

— ¡Estaba de salida! ¡¿Sabes lo tarde que voy a clases por tu culpa?!

—No te alteres, de seguro tampoco ibas a ver algo interesante...

Las otras enfermeras se acercan a comprobar si todo está bien conmigo y se miran entre sí al notar que estoy ahogada en llanto. En un silencioso y angustiante llanto.

Está bien que esté saliendo con otra... ¿Pero por qué me duele tanto?

Solo quiero que sea feliz.

— ¡Llama al doctor! Está teniendo una convulsión —una de las enfermeras me pone de lado cuando comienzo a vomitar y a sacudirme con fuerza.

Todo lo que pasa por mi mente es la imagen de esa chica con Thomas, así que por más que lo intento no puedo evitar sentir un apretón insoportable en mi pecho que no es solo sentimental, es algo físico que me asfixia y obliga a sujetar con fuerza mi pecho y hombro.

¿Por qué no puedo respirar?

— ¡Llamen al doctor ya! ¡Esta paciente está sufriendo un infarto!

...

Despierto de nuevo en la misma cama.

Mi pecho y brazos protestan cuando intento levantarme, pero aún así lucho con el dolor y alzo un poco la mirada, encontrándome con la cara de un sujeto vestido de blanco.

¿Es el doctor? Eso supongo. Aunque pensé que todos los doctores usaban batas. Este no tiene bata, pero tampoco luce como una persona común.

— ¿Despertaste? —pregunta sin girarse. Al parecer está enfocado en algo más importante.

— ¿Dónde estoy? —hablo después de mucho tiempo.

Más de un mes sin decir nada.

—Donde querías —el hombre deja de hacer lo que está haciendo y se gira, dejándome sin palabras —. ¿Te sientes preparada para venir conmigo? No quería despertarte, tenemos un largo camino que recorrer.

Yo no le respondo, solo lo miro como si tuviera tres ojos.

Lo he visto en fotos, he escuchado anécdotas, sé quién es... Pero jamás esperé verlo en persona.

— ¿Kendall? —digo casi sin voz.

¿Esto qué significa? ¿Estoy muerta?

—Hola, Melanie —me sonríe como si le divirtiera mi confusión —. Es un placer conocerte, aunque no en estas circunstancias. Habría preferido un encuentro más... vivo.

Claro que tiene el mismo sentido de humor de sus hijos.

— ¿Eso quiere decir que estoy muerta? —pongo una mano en mi pecho.

—Eso quiere decir que tienes lo que querías —asiente —. ¿Ya te sientes con más energía? Vamos —me tiende su mano con una sonrisa.

Yo trago saliva y bajo de la camilla con su ayuda.

Camino a su lado por los largos pasillos del hospital y me pego a su brazo porque me da miedo todo el lugar. No está iluminado ni se ve bonito; de hecho, las luces están apagadas y parece que no ha habido nadie en mucho tiempo.

—No temas, Meli —Kendall apoya su mano en mi hombro y me impulsa a continuar —. Los vivos hacen más daño que los muertos, lo sabes mejor que nadie.

—Sí, pero al menos en el mundo de los vivos hay luz.

Mi respuesta lo hace carcajearse.

No puedo evitar sonreír al notar que Thomas tiene la risa parecida a la de él. Y tampoco puedo evitar pensar que él amaría saber eso. Thomas desearía estar en mi lugar... Bueno, conocer a su padre, no estar en mi lugar.

—Aquí también hay luz, solo que tu subconsciente no permite que brille —se separa y se detiene frente a mí —. Repite después de mí: luz.

—Luz.

Abro mucho los ojos cuando todo se ilumina de inmediato.

¿Qué clase de broma es esta? ¿Acaso soy un dios?

¿Tengo poderes? Lo sabía.

—Cuando morimos todas las limitaciones carnales quedan en el mundo de los vivos, Melanie —comienza a explicarme —. Todo lo que antes nos parecía imposible, se vuelve realidad, incluyendo tus pesadillas, tus miedos, tus sueños, tus anhelos...

— ¿Qué pasa si no quiero nada de eso?

—Después de morir, no es algo que decides tú —se encoje de hombros —. Habría preferido vivir toda la vida y mírame, soy incapaz de poder volver.

— ¿Ese era tu sueño?

—Ese es mi sueño, pero tarde o temprano te resignas a contemplar la vida desde aquí.

Me quedo en silencio, asimilando sus palabras.

Para la familia Crild fue muy dura la muerte de Kendall. No estuve ahí, no puedo decir con certeza qué fue lo que pasó, pero según lo que me ha contado Thomas, todos querían muchísimo a su padre y fue un golpe muy fuerte cuando le arrebataron la vida. Kendall era joven, tenía mucho futuro y tenía una hermosa familia. En un abrir y cerrar de ojos lo perdió todo por una misión.

Yo perdí todo porque no quería seguir viviendo una vida que estaba en manos de otra persona.

—Lo que te pasó nunca tuvo que haber pasado, Melanie —él frunce el ceño, mirándome con preocupación de padre —. No tenías que haber pasado por eso y tampoco haber encontrado solución en esto... Eras una chica muy viva.

—Viva pero infeliz, Kendall —aparto la mirada —. Tú lo tenías todo, sobretodo libertad. ¿Yo qué? ¿Dinero y apariencia? —río sarcástica —. Lo tenía todo menos libertad. Una persona sin libertad muere todos los días.

—No estoy comparando mi dolor con el tuyo así que no compares tu dolor con el mío —dice con calma —. Puede que no me hayan extorsionado ni manipulado con un vídeo, pero tampoco fui yo quien decidió si quería morir. Tú tomaste esa decisión, a mí me la arrebataron.

Ambos nos miramos durante un largo tiempo. Por alguna razón, siento que si nos hubiéramos conocido en vida habríamos tenido muchas discusiones.

Me agrada.

— ¿Falta mucho para llegar al cielo? —pregunto después de mucho tiempo caminando.

Kendall niega y suspira.

—Las personas que se quitan la vida no van al cielo —dice con voz seria.

Me detengo de golpe.

¿Eso quiere decir que...?

—Oh, por dios...

— ¿Qué? ¿Ya te arrepentiste? —dice con burla.

¡Sí!

He sido buena toda mi vida. Claro que tuve sexo fuera del matrimonio, maldije unas cuantas veces, me comporté groseramente en algunas ocasiones... Pero fui una buena persona.

Tengo miedo.

—Tranquila, Melanie. Si de algo te sirve, yo tampoco fui.

Su comentario tampoco me hace sentir mejor.

Inmediatamente dejo de caminar y me siento en una roca que aparece en el camino.

Si no iré al cielo, me quedaré aquí, en la roca. Me rehúso a ser torturada por Satanás.

Kendall mira hacia el cielo y suspira, sentándose en la roca que está a mi lado. Todo lo que nos rodea son árboles y una gran oscuridad que viene de la noche. No hay más que estrellas y una luna preciosa sobre nuestras cabezas.

Ninguno de los dos dice nada por un largo tiempo, ambos parecemos tener una lucha interior.

Hay mucho silencio.

— ¿Y qué tal es la comida aquí? —pregunto de la nada.

Él me mira por el rabillo del ojo.

—No tenemos deseos de ningún tipo.

—No hay comida —finalizo.

No lo niega.

—Estoy en el infierno —miro al cielo con horror.

Kendall sonríe y comienza a dibujar en la arena con ayuda de una rama. ¿En serio es lo único que se le ocurre? Debe estar resignadísimo a permanecer aquí.

— ¿A dónde vas? —pregunta cuando me ve levantarme enojada.

— ¡A buscar una salida!

—Aquí no hay salidas, Melanie... Tú te lo buscaste.

—Yo no creí que después de la muerte tendría consciencia.

—Nuestra alma y consciencia es lo único que nos mantiene atados —me responde, levantándose —. Una vez que dejas de tener eso, tus recuerdos se desvanecen y vuelves a nacer.

— ¿Es así de horrible?

—No lo sé, aquí es lo más lejos que he llegado —observa sus manos y frunce el ceño —. Supongo que aún tengo cosas que hacer con esta vida.

—Yo no tengo nada que hacer, ¡por eso me suicidé!

—No moriste por suicidio, moriste por un infarto —aclara.

—Como sea, morí y no hay nada que pueda hacer. ¿Qué es lo que está esperando Dios? ¿Que me vuelva loca?

—Tal vez Dios no existe.

Lo miro horrorizada cuando dice eso. No es que no respete sus ideales, pero no es un consuelo saber que estamos solos en esto.

—Es una teoría nada más. No sé cuanto tiempo ha pasado porque aquí el tiempo no transcurre de la misma manera que en la tierra, lo que sí se es que desde que morí no he sabido nada de Dios.

— ¿Eras creyente cuando estabas vivo? —lo observo con curiosidad.

—A veces sí, a veces no. No lo sé, simplemente sabía que no estaba solo.

—Bueno, si de verdad no existe, ¿qué hacemos aquí?

—Llegué a la conclusión de que llegamos aquí cuando nuestra consciencia y alma no están listas para dejar esta vida —se encoje de hombros —. Cuando estamos muy aferrados a las personas que conocimos en vida o cuando no hemos dejado ir sentimientos poderosos, todo eso influye muchísimo. Todo lo que te importa en esta vida es algo que se te olvidará en la siguiente.

»Por eso es tan difícil para los vivos dejar ir a sus seres queridos. Nosotros al morir tenemos la posibilidad de olvidar el dolor y en cambio, ellos se quedan con todos los recuerdos.

No respondo nada, simplemente me quedo pensativa.

Si me morí, significa que mi familia debe estar pasando por un momento destructivo. Mis padres, mis hermanos, mis amigos... Todos ellos deben estar sufriendo muchísimo y a cambio, yo estoy aferrada a todos los sentimientos que alguna vez me generaron. Amor, felicidad, tristeza, odio, compasión...

Mientras no deje ir todo lo que siento por ellos, no podré salir de aquí. Y la realidad es que a pesar de querer morir, no deseo olvidarme mi mis seres queridos. No deseo olvidarme de los besos de mi mamá o de los abrazos de mi papá. No deseo olvidarme de mis conversaciones con mis hermanos. No deseo olvidarme de los momentos de alegría con mis amigos. No deseo olvidarme de todo el amor que siento por Thomas. No deseo olvidar todo lo que viví siendo Melanie Russell.

Pero tampoco quiero seguir siendo Melanie Russell.

— ¿Realmente quieres morir, Meli? —la pregunta de Kendall me hace replantearme toda mi vida.

Desde la niñez. Me veo a mí misma siendo cargada por mis padres, veo a mis hermanos jugando conmigo y haciéndome reír; me veo realizando mi primer debate en segundo grado de primaria, me veo discutiendo con mi madre porque todas mis compañeras pueden ir al cine y yo no —sin saber que en ese momento mi familia había estado recibiendo amenazas —, me veo enfrentando al profesor de educación física por referirse despectivamente a los homosexuales, me veo riendo con mis amigos en la biblioteca del instituto, me veo besándome con Thomas en los lugares en donde las cámaras no podían captarnos.

Es como ver mi vida pasar por delante, solo que se tratan de pequeños fragmentos que me hacen aferrarme a ella. Recuerdos que no quiero olvidar.

¿Pero cómo hago? Si no los dejo ir, no podré pasar a la otra vida.

¿Realmente quiero morir? ¿O solo estaba cansada de la vida?

—Lo único que sé es que no quiero seguir lidiando con el peso que tenía en vida —me abrazo a mí misma y suspiro —. No quiero seguir lidiando con todos esos problemas.

—Entiendo.

Le sonrío un poco cuando apoya su mano en mi espalda, mirándome como si realmente sintiera empatía por mí. Y sé que es genuino, porque tiene la misma mirada que hace Thomas cuando algo le preocupa.

Thomas amaría saber que tiene muchas cosas en común con su padre.

—Kendall... —dudo un momento en hacer la pregunta —. ¿Tú puedes ver el futuro?

Su mirada me indica que no entiende a qué quiero llegar. Por eso decido explicarme:

—Thomas y una chica están saliendo y me preguntaba si existe alguna posibilidad de que él y ella tengan algo... Ya sabes —suspiro y observo mis manos —. ¿Él y ella estarán juntos siempre? O quizá Thomas encuentre a otra persona...

—Aquí no funciona la realidad como en la tierra, Melanie. Podría estar viendo recuerdos pasados al tiempo que veo como Alex se casa o Lena da a luz a David, es... Complicado, pero yo no controlo lo que veo. Solo aparecen imágenes cuando alguien me busca inconscientemente.

— ¿Te han buscado tus hijos? —lo miro con curiosidad.

—Todo el tiempo —sonríe —. El primer llamado fue cuando le dieron estupefacientes a Venus en un club, ahí se hizo mi primera conexión con ella de forma involuntaria. Hice lo que pude para sacarla de ahí.

— ¿Cómo? Estás muerto —mi curiosidad es más grande que mi empatía.

—Aceleré el proceso de las cosas. Aquí no puedo actuar como los vivos, es mi ventaja. No hice nada que pudiera cambiar el curso de la vida, simplemente aceleré algunas consecuencias que no me hubiera gustado contemplar.

— ¡¿Cómo?! —lo miro con los ojos bien abiertos.

—Había dos posibles futuros. Venus moría o... —niega y aprieta el puente de su nariz —Había la posibilidad de que su trauma la obligara a huir a Nueva York, ahí se reencontraría con Sthepen y desencadenaría la historia que yo aceleré.

— ¡Eres un dios! —lo observo con una gran sonrisa. Él niega.

—No se trata de eso, no es nada fácil. Solo puedo crear pequeños momentos. Pequeños choques. Incluso puedo...

— ¡¿Qué?! ¡¿Puedes qué?!

—Puedo... Aparecer en sueños.

— ¿Sueños? —me desinflo como un globo. Lo admito, me esperaba algo más guau.

—Sí, la primera vez que me conecté con Daniel fue a través de un sueño. En él me pidió que lo ayudara a encontrar a Dania.

— ¿Y lo ayudaste? —lo observo con mucha atención.

—Pues... sí. No había mucho que hacer realmente, solo le di la suficiente fuerza de voluntad a ella para que regresara y volviera a confiar.

— ¿Y con David y Taylor hiciste lo mismo? —lo miro con ojos brillantes.

—David y Lauren estaban conectados desde mucho antes de mi muerte, fue casi un milagro cómo encajaron las cosas en sus vidas —rasca su cabeza —. Taylor y Miley ya se conocían, por lo que enamorarse no fue obra mía, ellos estaban enamorados desde mucho antes.

— ¿Thomas y yo...?

—Tú decidiste romper la línea.

Lo admito, sus palabras me golpean con fuerza.

— ¿Entonces había una posibilidad de...?

—No contemples una posibilidad que dejaste ir —me interrumpe —. No te lastimes de esa manera, no lo vale.

Asiento y trago saliva, intentando dejar pasar el tema.

Entonces sí morí.

Dejé ir a mis seres queridos.

Dejé ir las posibilidades.

Dejé ir mi vida y mis deseos.

—Kendall, ¿volver a nacer duele? —me veo preguntándole al hombre que se comienza a desvanecer frente a mí.

—No lo sé, ¿por qué?

—Creo que ya llegó el momento —tomo su mano y la aprieto con fuerza.

Sus ojos se llenan de profunda tristeza.

— ¿Kendall? —mi labio inferior tiembla cuando todo nuestro alrededor comienza a teñirse de blanco.

—Estoy aquí —él me abraza y acaricia mi cabello.

—Tengo miedo.

Ángel

—No lo olvides, ahora tendrás nuevas posibilidades —susurra en mi oído.

Ángel

—No dejes que nadie te diga cómo debes vivir tu vida.

Ángel

—Tu hijo fue la mejor persona que pude conocer en esta vida —de mis ojos comienzan a brotar lágrimas cuando digo esas palabras.

Despierta

—Para él nunca existió nadie más ideal que tú.

— ¡Ángel!

— ¿Qué está pasando?

— ¡Despierta!



Abro los ojos cuando un líquido frío viaja por toda mi cara.

¿Sangre? ¡¿Algún líquido extraño?!

Comienzo a toser de forma descontrolada cuando noto que es agua y observo mi alrededor como si no pudiera creer lo que veo.

Paredes blancas. Sábanas blancas. La paciente 54 a mi lado. Una camilla.

Estoy viva.

Sigo viva.

Tengo posibilidades.

No olvidé nada.

— ¡Por fin! Qué sueño tan pesado tienes —la que se hace llamar Coco me mira con curiosidad, dejando el vaso sobre la mesilla —. Asustaste mucho a tus familiares, ¿lo sabías? Estuviste tres días inconsciente.

¿Tres días? Pero si solo estuve unas horas con...

—Incluso vino tu novio, es muy persistente ese chico.

¿Thomas estuvo aquí?

— ¿Qué tal te sientes ahora? Por tu cara deduzco que casi no vives para contarlo —sonríe.

Y aunque sea una situación extraña y algo perturbadora para mí, noto que es la primera vez que veo a alguien a la cara como lo estoy haciendo con ella. Kendall fue un sueño, supongo. Coco es real.

—Oye, no me mires así, ¿acaso eres lesbiana? ¿te gusto? —alza sus cejas.

Yo sonrío.

— ¡Ay! Qué miedo, ¿acaso me estás escuchando? —pone una mano en su pecho —. ¿Escuchaste todo lo que dije antes? ¡Te juro que nunca me cogí al papá de mi amiga!

—Es bueno no haber escuchado eso —mi lengua se enreda cuando hablo.

Coco salta del sofá y choca contra la mesita a su lado.

— ¡Mierda! ¡REVIVÍ A LA MUERTA!

La miro con curiosidad cuando comienza a agitarse y a agarrarse el cabello. Hace eso por un buen rato cuando de repente, entre jalones y susurros, llega a una conclusión:

— ¡Tengo poderes!

—El poder de irritar a cualquiera —digo con dificultad.

— ¡Soy poderosa! —ríe y comienza a saltar — ¡Estás viva! ¡Ahora podremos ser amigas, ¿verdad?! ¡Siempre quise tener una amiga aquí! ¿Prefieres que te diga amigue? ¡No tengo problemas con eso!

Es extraño que mi primera conversación en meses sea con una latina. Es bueno poder entender mi idioma materno.

—No somos... —intento hablar, pero decido seguirle el juego para que no se vuelva más loca —... Amiga está bien.

—Vale, amiga... Ángel —sonríe —. Ya vuelvo, ¡iré a avisarle a las enfermeras! Deben estar pensando que escapé porque me llevé el teléfono del cirujano —ríe y salta —. ¡Soy mágica!

No puedo evitar sentir miedo cuando cierra la puerta, dejándome sola.

Todo fue un sueño... No morí.

¿Entonces por qué siento que mi conversación fue real? ¿Qué pasó con Kendall y por qué apareció en mi sueño?

¿El infarto no fue real?

¿Por qué ahora quiero hacer algo diferente?

Quiero eso... Deseo eso... Quiero irme de aquí. Muy, muy lejos de aquí... Pero no sin antes cambiar el curso de las cosas.

No sin antes enfrertarme a mis nuevas posibilidades.

...

Pasa exactamente media hora cuando uno a uno, mis familiares comienzan a agruparse en la habitación.

El primero en llorar y abrazarme es mi padre, a quien sin poder resistirme más, también abrazo algo atontada. Mi mamá me envuelve y me susurra una y otra vez cuánto me ama. Miley, Phoenix y Sebas se abalanzan sobre mí y me piden disculpas por no haber estado para mí, aunque a Phoenix no se le entiende nada y lo único a lo que le presto atención es a su pancita de embarazada. Tengo una nueva sobrina.

—Yo... Quería llamarle Melanie —dice entre lágrimas, intentando dejar de llorar —. No podía soportar un mundo en el que no estuvieras tú... Así que quería tener un pedazo de ti en mi hija aparte de l-los recuerdos —mira a los demás.

— ¿Ya no se llamará así? —la observo con timidez.

—No creo que le guste llevar el nombre de su tía, además, sé que odias los nombres repetidos —llora y me vuelve a abrazar —. Ay, mi niña... Dime que esto no es un sueño.

—Esto no es... —un hombre de bata blanca interrumpe mi balbuceo.

—Bien, necesito que todos los familiares salgan de la habitación para poder atender adecuadamente a la paciente —el hombre me observa detalladamente y sonríe —. Es un gusto por fin conocerte, Melanie Russell.

—Preferiría que me llamara de otro modo —agacho la mirada—. Lamento haber asustado a todos así.

— ¿Lamentas haber sufrido una convulsión?

—Lamento haber intentado suicidarme —juego con mis dedos—. Habría sido mejor morir de una vez, pero solo alargué el sufrimiento de los demás.

— ¿Tú querías morir de una vez? —me observa con curiosidad.

Parpadeo repetidas veces cuando termina de pasar la pequeña linterna por mis ojos y asiento, suspirando pesadamente.

—No es como que le recomiende a las personas lanzarse de un puente para quedar vivas —me señalo a mí misma —. Fui el 10% de las probabilidades que no contemplé.

—Tal vez había algo más que debías hacer antes de dejarnos —dice sin dejar pasear el estetoscopio por mi espalda —. Eres una chica joven y muy afortunada, ¿acaso hay algo que no les has contado a tus familiares?

Pone el metal frío en mi abdomen y parece leer mi expresión.

—Necesito supervisar que todo esté marchando bien, Meli. A todos nos preocupa que vuelvas a tener otra convulsión —aclara.

Inhalo fuerte y asiento, entendiendo la situación.

Cuando desperté todos querían que me recuperara de la manera más rápida posible, así que intentaban alimentarme y nutrirme y yo me resistía para no tener que mejorar. Las primeras veces me forcé a vomitar y como mi cabeza no podía soportar la presión, terminaba convulsionando por el dolor que me producía cada arcada. Luego se resistía por sí solo a ingerir y, al estar tan debil, cualquier emoción me producía arcadas dolorosas y por ende, convulsiones.

Supongo que me quedaron muchas secuelas después de esa caída. Secuelas que tardaré muchísimo en sanar.

—En unas horas vendrá el traumatólogo a supervisar las lesiones, ¿de acuerdo?

—Me harán muchos exámenes, ¿verdad? —lo observo con cansancio.

Ni siquiera estoy cansada de estar acostada; estoy cansada emocional y mentalmente. Hacía mucho tiempo que no me comunicaba con alguien. Me siento muy débil.

—Todo es por tu salud, Melanie... Bueno, te llamaré Super Girl —sonríe —. Todo es para evitar repercusiones futuras, ¿de acuerdo? Ahora debes mantenerte fuerte. Una niña de tu edad, en tu estado y después de sobrevivir a semejante caída es realmente un milagro andante.

—Gracias por todo, doctor —intento sonreír.

Él se despide y sale, pidiéndole a mi familia que por favor no me atosiguen con preguntas.

La primera en entrar es mi mamá, quien se sienta en el sofá a mi lado y toma mi mano como si no pudiera creer que la estoy viendo.

—Tengo mucho miedo de que te vuelvas a ir —me confiesa —. Yo... sé que no debería decirte esto, pero me dolió mucho saber que habrías preferido separarte de mí antes que confiar y decirme lo que te estaba pasando —cubre su cara con sus manos, evitando que vea sus lágrimas —. No pude hacer nada para ayudarte y ese fue el peor infierno de todos.

—Yo... lo siento.

Las ganas de vomitar me dominan, pero las logro contener.

No son ganas de vomitar, es ansiedad. No pensé que volvería a pasar por esto.

—Hablé con tu padre y con tus hermanos, todos estamos de acuerdo con que un psiquiatra hable contigo durante este tiempo —se seca las lágrimas para poder verme —. ¿Tu deseas eso? No queremos forzarte...

Asiento un poco y ella me imita, tomando de nuevo mis manos.

— ¿Hay algo que desees hacer? ¿Quieres comer algo? ¿Quieres que te compre algo? —insiste al notar que me estoy quedando callada.

Deduzco que es miedo a que me vuelva a cerrar como antes, que me vuelva a aislar.

—Mami...

— ¿Sí, cariño? —ella se levanta al ver que deseo decirle algo.

— ¿Me puedo dar un baño?

...

Una conversación con Miley basta para entender por qué no ha venido nadie más que ellos a visitarme. Nadie más sabe que estoy consciente.

De los externos únicamente Taylor, Georgia y Abel —las parejas de mis hermanos— y de mi familia únicamente mis hermanos y mis padres. Nadie más. Por una parte, eso me alivia.

No me siento cómoda al estar presionada por las preguntas, así que agradezco que no me hagan ninguna mientras me ayudan a salir del baño de mi habitación.

Miley y Phoenix me ayudan a vestir y Sebas entra cuando estoy cambiada para cargarme hasta mi cama. Los tres me vuelven a abrazar y se quedan a mi alrededor solo viéndome. Es como si no creyeran que estoy despierta.

— ¿Tan mal me veo? —digo incómoda.

—Has estado peor —Phoenix arruga la nariz.

—Sí, como cuando decidiste hacer huelga en casa y no te duchaste por dos semanas —recuerda Sebas y todos ríen.

En realidad estaba haciendo huelga porque mi mamá no me quería dejar salir pero ella sí podía invitar a sus amigas que llevaban a sus hijos idiotas a pretenderme. Mi mamá no sabía las intenciones de ellas, pero yo sí. Por eso decidí no verme presentable para ninguno.

—No olía tan mal —miento.

Ni siquiera yo pude soportar más mi olor.

—Recuerdo que tuvimos que encerrarte en el baño para que dejaras de atormetarle la nariz a las personas —Miley ríe —. Al menos sí te dejaron salir después de eso.

—Pude conocer a Sabrina Carpenter —cierro los ojos y suspiro.

El mejor concierto de mi vida.

Al día siguiente había reunido tanta adrenalina que me atreví a aceptarle la solicitud de amistad a Thomas.

—Aún recuerdo que llenaste toda mi camisa de mocos cuando cantó Exhale —Sebas hace una mueca —. Nunca entendí cuál era la diferencia de escucharla en persona o por un reproductor.

—Ignóralo, hermana, yo entiendo tu emoción —Phoenix me defiende.

— ¿Cómo no la vas a entender? Me dañaste una camisa cuando te acompañé al concierto de Noah Cyrus. Jamás volveré a consolarte teniendo camisa blanca.

—Mi rímel era a prueba de agua, lo siento —mi hermana mayor sonríe culpable.

—Como sea, siempre luces perfecta —Miley acaricia mi mejilla —. Eres hermosa con o sin cabello.

—Con o sin maquillaje —Sebas toma mi otra mano.

—Con o sin ropa —bromea Phoenix, haciéndome sonreír.

Sé que lo dicen para hacerme sentir mejor, pero en mi interior reconozco que no estoy en mi mejor momento.

Adelgacé, no tengo cabello —ese detalle conformaba el 40% de mi autoestima —, tengo un brazo y una pierna enyesados y la falta de luz ha hecho que mi piel luzca... gris. Estoy ojerosa, pálida y no creo para nada que un buen maquillaje lo arregle. Así que no me siento bien.

No quiero ver a nadie por el momento... No así.

— ¿Sabes quiénes mueren por verte? —Miley toma mi mano y acaricia mi dorso con su pulgar —. No sé si adivines, son dos monstruos que aman el dulce.

—Las bestias —la imagen de mis sobrinas me hace sonreír —. Yo también quiero verlas, ¿cómo están?

—Grandísimas y cada día más rebeldes y consentidas —rueda los ojos.

—Taylor no pierde oportunidad de comprarles cosas, ¿verdad?

— ¡Son unas caprichosas! Y no aceptan un no porque él jamás les dice no. Un día no podrá complacerlas y tendrá que atenerse a las consecuencias.

—Está enamorado de sus bebés —mi lengua se enreda cuando hablo —. Tienes que aceptar que con las miradas que echan es imposible negarles algo... Ni yo puedo decirles que no —hablar tanto me ahoga, por eso me callo para recuperar el aliento.

—Lo sé, ni yo —Sebas cubre su cara.

—Ni yo —Phoenix pone una mano en su vientre —. Hace unos días me balbucearon que mi bebé será su nueva mejor amiga. Me imagino a tres primas minirubias manipulando a todos.

—De solo imaginarlo siento que me quedo pobre —Sebas suelta un suspiro de sufrimiento.

— ¿Tú y Geor cuándo piensan tener bebés? —lo observo con atención.

Los tres quedan en completo silencio. Las chicas por intriga y Sebas por los nervios.

—N-no hemos hablado de eso. Es muy pronto todavía.

— ¿Y la boda?

—No es el momento.

—No entiendo —trago saliva—. Lo de casarse o tener hijos me da igual... pero ustedes son demasiado... ¿Cómo se dice? ¿Poco serios?

—Nos basta y sobra con vivir juntos, cariño. Formalizar todo y llenarnos de responsabilidades no nos llevaría a nada como pareja. Nos sentimos bien así.

—Sebas, siempre estás viajando o haciendo cosas, ¿no te da miedo que en uno de esos viajes venga un marinero y enamore a Geor? —Phoenix le echa más leña al fuego.

Mi hermano frunce el ceño.

—Estoy muy seguro que después de mí, Georgia no se conformaría con ningún baboso. Además, si en alguno de mis viajes ella decide enamorarse de alguien más, estará en todo su derecho. Por eso nos gusta estar juntos, es una decisión mutua que ambos respetamos.

Es imposible molestar a Sebas. Georgia debe disfrutar ser la amargada de la relación.

Río por un buen rato cuando comienzan a hablar sobre lo mucho que odiaron la cena en la que Miley confesó que estaba embarazada. También me ahogo con la saliva cuando Sebas me recuerda la semana en la hacienda de mi familia. La utilizamos para celebrar el cumpleaños de David, la hija de Venus y Maya pero en realidad también fue una tapadera para estar con Thomas por siete días seguidos.

Cuando termino de imaginar todos esos escenarios, mi pecho y cabeza están adoloridos de tanto toser.

— ¿En qué piensas? —la pregunta de Phoenix me saca de mis pensamientos.

Mis mejillas arden enseguida.

Si supieran realmente en qué estoy pensando, seguramente se infartarían.

— ¿Mamá y papá ya se fueron? —juego con los dedos de mis manos.

Ya es hora de acabar con el ambiente bonito. Deseo salir de aquí lo más pronto posible.

—No, se encuentran hablando con los doctores sobre algo —ellos se miran entre sí —. ¿Por qué? ¿Ya quieres dormir? ¿Nos vamos?

—No, no...

La puerta se abre irrumpiendo mi discurso.

Observo con nerviosismo a mamá y a papá y frunzo el ceño cuando noto que el ambiente cambia de golpe. Hay tensión y lo que no me gusta es darme cuenta de que soy la única que no sabe nada.

¿Qué está pasando?

—Chicos, ¿no creen que ha sido una tarde pesada? Deberían ir a comer algo... —mi papá intenta apaciguar el ambiente, pero yo intervengo antes de que se vayan.

—Quiero que se queden —trago saliva —. H-hay algo que debo decirles.

Ellos se observan entre sí y me miran a mí con temor.

¿A qué le temen?

Yo soy la que debería estar asustada.

— ¿Es algo malo, cariño? —Sebas toma mi mano y se acerca más —. ¿Es sobre alguien?

¿Será que ellos saben algo?

—Sí... es sobre alguien —trago saliva y respiro hondo —. Se trata de la razón por la que terminé aquí —mi labio inferior tiembla.

— ¿Podemos saber de quién se trata? —Miley me mira con fingida calma. Aunque la conozco perfectamente y sé que sus ojos demuestran un odio profundo.

—Es... la culpable de mi intento de suicidio —aprieto con fuerza las sábanas —. Por ella fue que vi como mi única salida morir... yo... tenía mucho miedo.

Todos parecen confundidos por mis palabras.

— ¿Ella? —Phoenix frunce el ceño.

—Sí.

Todos se dejan caer y me miran a la espera de una explicación. Yo inhalo hondo y exhalo lento, preparándome para contar todo desde el inicio.

¿Qué pasaría si tu familia viera este vídeo?

—Todo comenzó cuando descubrí un salón olvidado en el instituto Artois... —comienzo a contar mi humillante historia con lujo de detalles —. Era una gran oportunidad para el periódico... fue perfecto para darle más popularidad a las reseñas —mi pecho comienza a doler de nuevo.

Piensa muy bien en lo que estás haciendo, Melanie.

—Nosotros teníamos mucho tiempo en una relación y no era la primera vez que... —Con cada palabra salida de mi boca, la expresión de mi familia va cambiando —. Ella me llamó ese mismo día... No entendía por qué... yo solo sabía que algo malo iba a pasar —el aire se comienza a escapar de mis pulmones.

Trágate esa vocecita que te dice que tienes la posibilidad de salir de esto.

—Yo tenía mucho miedo, pero sabía que ustedes sufrirían más si veían esa imagen de mí en todos lados y... — En algunos momentos tengo que callar porque el llanto de Phoenix no me deja concentrarme. Mi papá solo cubre su boca y mi mamá me mira inexpresiva. —Me pidió que siguiera fingiendo, así que lo hice, pero en esa cena... no fue una cena... él me llevó a un bar y sus amigos me obligaron a beber —mi cuerpo comienza a temblar de forma extraña —, no sé qué pasó después, pero sé que fui afortunada ese día ya que él pretendía hacerme algo muy malo...

Ni una palabra de esto a nadie, lo sabes, ¿no?

—Cuando ella me propuso eso me di cuenta de que jamás podría acabar con ese desastre, por eso vi como mi única salida... —muerdo mi labio inferior sin saber cómo continuar la historia —. Era casarme con él o acabar con mi vida... y tenía mucho miedo de que se atreviera a lastimarme...

Nadie dice nada cuando termino de narrar mi historia. Todos se quedan en silencio y me sorprendo al ver a Sebas con una mirada irreconocible. No luce tan calmado como siempre, se ve molesto, se ve furioso. Se ve lleno de un odio que no esperé jamás ver a través de sus ojos.

Me asusta.

—Yo no quería que Thomas sufriera como yo lo hice, por eso nunca lo sumergí de lleno en el problema. Él me ayudó, pero solo fue un consuelo, no dijo nada porque yo se lo pedí.

— ¿Hace cuánto sucedió esto? —la voz de Miley tiembla cuando hace la pregunta.

—No lo sé... cuatro meses... no estoy segura.

—Cuatro meses —su mirada se vuelve más oscura.

—Lo siento mucho —mi voz se rompe —. Yo no quería que nada de esto sucediera, yo...

—Fue mi culpa —mi papá se atreve a hablar por primera vez —. Yo debí acompañarlos después de descubrir que ustedes...

— ¿Entonces nunca estuviste realmente con William? —Phoenix hace una pregunta que parece interesarle a todos.

Yo hago una mueca de asco y niego.

—Jamás. Ese tipo asqueroso aprovechó la situación para sobrepasarse. Nunca estuve con él por gusto.

— ¿Nunca tuviste relaciones con él? —Phoenix se levanta.

—No, ¿por qué? —mis palabras hacen que todos se miren entre sí.

¿Qué es lo que está pasando?

—Cariño... hay algo que debes saber —Sebas toma mi mano y me observa con firmeza —. Antes habíamos formado algunas teorías del por qué habías intentado suicidarte y todos llegamos a la misma conclusión de que había sido una violación.

— ¿Violación? ¿Por qué? —respiro descontroladamente.

—Era lo más lógico. Todos pensamos que ese tipo había abusado de ti y por eso te hicimos varios estudios que dieron como resultado...

—Melanie —mi mamá interrumpe a mi hermano y me observa tan inexpresiva como siempre —. ¿Cuándo tuviste relaciones por última vez con Thomas?

Mi cara toma color enseguida.

— ¿P-por qué me preguntan eso?

—Solo responde.

—El trece de enero... un día antes de mi intento de suicidio —admitirlo me hace sonrojar aún más —. ¿Por qué?

Ellos se miran entre sí y asienten, dando por terminada una conversación que no entiendo. ¿De qué se trata todo esto?

—Melanie, cariño... hay algo de lo que debemos hablarte —mi papá se acerca lentamente a mí, fingiendo una calma que no le creo para nada —. Antes de saltar, tú dejaste muchos cabos sueltos que nosotros tuvimos que atar por cuenta propia.

—Pasa algo malo conmigo, ¿verdad? —aprieto las sábanas con fuerza.

—Esta vez estaremos contigo —él me sonríe y acaricia mi mejilla.

—Papá, tengo miedo —me atrevo a confersarle.

Enseguida todos se acercan y me abrazan, dándome una noticia que cambia por completo las perspectivas de las cosas.

...

Con mucho amor y un beso en la boca

—Nepasavoir.
















Extraño esto. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top