CAPÍTULO 41

Capítulo dedicado a @Jenkmila porque fue la primera en comentar en el capítulo anterior :)

Confusión.


Thomas.


Sabrina, 9:36 am.

El club está planificando una fiesta de piscina, yo les dije que iba si tú ibas... Y tengo muchas ganas de ir:(


Thomas, 9:40 am.

Quédate con las ganas.


Sabrina, 9:40 am.

Me lo esperaba de todos, menos de ti.

Justo en el corazón.

¿Para qué enemigos si te tengo a ti?

Me dolió, pero podré sobrevivir a esto.


Sonrío y niego, apagando el teléfono.

Me acomodo en el taburete y sigo repasando el guión de la obra. Aunque me la sé de memoria, me gusta releer para no perder la noción del tiempo ni los sentimientos de Marco. A pesar de que él va ganando más seguridad y confianza con el paso de la obra, nunca cambia su esencia, así que no puedo mal interpretar su evolución personal con un cambio radical de personalidad.

—Mr. G dice, "ya estoy muy cansado, no sé si podamos continuar".

Niels lee las líneas del señor Golden y yo río por su manera de interpretarlo. Aunque no lee mal, lo hace de forma robótica.

Se nota que no le gusta y le intimida hablar en voz alta, así que eso confirma de nuevo lo buen amigo que es.

Cuando lo vi salir de la habitación de Alex, le pedí que me ayudara a ensayar ya que Venus salió, mi mamá se encuentra en el trabajo y no me gusta repasar líneas ajenas para no confundirme. Él dudó, pero igual aceptó.

Ahora está ayudándome, pero con cara de sufrimiento.

—Mr. G es el señor Golden, Niels. —Río y me concentro en la línea que me toca —. Claro que podemos, señor Golden, no se vaya a rendir ahora que estamos tan cerca.

—Estoy muy cansado, nunca había estado tan lejos de mi calabozo... En realidad, nunca había salido de él—frunce el ceño —. No sabía el significado de la liberación hasta que te conocí.

Su mirada se queda pegada en el papel, al parecer se interesó en lo que estamos leyendo.

—Con más razón no se debe rendir. Ya se arriesgó a salir del lugar que lo tenía prisionero, no permita que el cansancio derrumbe su esfuerzo. Estamos cerca.

Como luego de eso ellos se encuentran con la persona pesimista, Niels no tiene nada más que decir.

Me tomo todo el jugo de naranja que queda en mi vaso y me sirvo otro para poder comer mi sándwich. Mi mamá nos dejó el desayuno preparado, así que Niels ya se encuentra devorando el suyo con un apetito envidiable. Al parecer ayer hizo mucho ejercicio.

— ¿Cómo te sientes hoy? ¿Te fastidió mucho? —señala mi abdomen y yo niego.

Está hablando del tatuaje.

Sí, yo no pensaba tatuarme y tampoco fue la gran cosa. Es muy pequeño y me gustó muchísimo porque Niels hizo exactamente lo que le pedí. Dibujó un tardígrado en líneas blancas y negras. Es mi animal favorito.

—Realmente pensé que dolería más, pero Sarah tiene manos delicadas —alzo mi camisa para ver mi nueva adquisición (está la parte baja de mi abdomen) —. Gracias, de verdad me gustó mucho.

—Alex estaba loco por saber qué te habías hecho —sonríe con la boca llena de pan —. Yo le enseñé el dibujo.

—No debiste hacerlo —ruedo los ojos —. Es un metido.

Él traga y suspira, como si quisiera aguantarse miles de palabras. Eso me obliga a agregar:

—Sé que es tu novio, pero de verdad no me agrada —aparto la mirada y le doy un mordisco a mi sándwich.

—Es tu hermano gemelo —hace una mueca —. Quieras o no siempre tendrán intereses comunes... Solo no quiero que sigan con esta guerra.

No se atreve a mirarme a los ojos, él sabe que está tocando terreno peligroso.

—La "guerra" la inició él, no yo, que no venga a hacerse la víctima cuando ha hecho hasta lo imposible por merecerse el trato que le estoy dando.

Ambos observamos al pequeño loro que camina por la encimera de la cocina, buscando otra fruta para masticar. No me dio tiempo de verlo ayer, pero Niels decidió bajarlo esta mañana cuando notó que al loro le divertía mucho saltar de la peinadora a la cama. Alex estuvo toda la madrugada peleando con él, (escuché sus maldiciones), y además al animalito no le hace ningún bien estar tanto tiempo encerrado.

Ellos no quieren encerrarlo en una jaula, así que es entendible que lo tengan caminando por ahí, (no sabe volar).

—No te pido que lo perdones porque solo tú sabes cómo te hizo sentir —Niels habla después de un rato —, pero dale la oportunidad de disculparse. Él está alejado porque sabe que tú no lo quieres cerca, no seas tan tonto como para no permitirle hacer tonterías por ti.

— ¿Hablas de utilizarlo? —lo observo con sorpresa, él niega.

— ¡No! Hablo de que Alex nunca se disculpa directamente, siempre hace cosas discretas para no sentirse tan mal consigo mismo y luego se acerca a ti —entrecierra sus ojos —. Y lo sé, porque nunca habían dejado paquetes de jugo en mi casillero.

—No lo sé, Niels. Es que te juro que cada vez que lo veo me provoca golpearlo.

Él suspira y se lo piensa varios segundos, al parecer no le causa gracia que alguien quiera golpear a su novio.

—Tal vez solo necesites tiempo... Yo necesité dos días, tú necesitas mucho más —se encoje de hombros —. Ustedes se quieren, solo es cuestión de que aprendan a entenderse.

Intento protestar respecto a lo último, pero el timbre suena antes de que pueda negar su comentario.

—Voy yo, termina de comer —él se levanta, señalando mi sándwich.

Él ya acabó con el suyo.

Me encojo de hombros y continúo comiendo, observando fijamente a Loki.

El pequeño animalito tiene una forma muy graciosa de andar, además de que no es nada silencioso porque sus uñas golpean el mármol, marcando cada paso que da. Aparte de eso, una que otra vez intenta acercarse a mi plato a ver qué se come, pero con un aplauso logro que salte y se aleje en busca de otra víctima. Le gusta mucho comer, se parece a sus padres.

Sobre todo a Alex, en lo animal.

Me giro cuando noto que Niels tiene mucho tiempo en la puerta. Decido asomarme para ver quién es y no puedo evitar sentir curiosidad al notar que se trata de Aiden, el hermano de Sabrina, ¿qué hace aquí?

—Él está durmiendo.

Escucho la voz de Niels, pero por su tono, deduzco que algo lo está molestando. Él nunca es tan serio y mucho menos con desconocidos.

— ¿Y tú eres...? —es todo lo que dice el mayor, mirándolo de arriba abajo.

—Un amigo de Alex.

—Oh, entiendo —el chico ríe —. ¿Puedes despertar a tu amigo? Vine a traer la ropa que dejó en mi casa.

A pesar de que Niels está de espaldas, puedo notar cómo se tensa. Sus puños se aprietan enseguida, pero logra relajarlos antes de que Aiden se dé cuenta.

— ¿Por qué dejó ropa en tu casa?

— ¿No te dijo? —Aiden alza sus cejas —. Es un mal amigo.

—Yo se la entregaré —Niels decide ignorarlo —. Tú puedes verlo después.

— ¿Y qué si quiero verlo ahora? Eres su amigo, no su papá.

—Está durmiendo, no lo despertarás para entregarle ropa.

—Realmente no es la primera vez que lo despierto —vuelve a sonreír —. Cuando se quedó dormido en mi departamento tuve que despertarlo para que se fuera.

Decido acercarme un poco más porque a pesar de que Niels no es un chico violento, desde aquí puedo ver como contiene la rabia. Está celoso y Aiden no está colaborando.

— ¿Se quedó dormido en tu departamento?

—Sí, ¿tampoco te dijo? —el mayor me mira a mí y me da un asentimiento —. Incluso lo invité a salir antes de eso, tomamos chocolate.

— ¿Cuándo?

— ¡¿Tampoco te dijo?!

Sé que a él le divierte, pero la cabeza de Niels está a punto de echar humo.

Ay, Alex, lo que te espera.

—Fue el catorce, me aceptó una salida de amigos —el invitado decide bajarle a la intensidad —, pero un chocolate le cayó encima y tuvimos que ir a mi departamento para que se cambiara.

— ¿Por qué se quedó dormido?

—Porque le aburrió la película, supongo —se encoje de hombros —. Lo desperté porque me dijo que no podía llegar muy tarde a su casa. Aunque me habría encantado verlo dormir un poco más, se ve como un angelito, ¿verdad?

Niels no responde nada, así que él agrega:

— ¿O acaso no lo has visto dormir? Qué lástima, hasta hace pucheritos.

Intento acercarme para evitar que mi cuñado mate a la visita, pero me sorprendo cuando en vez de reaccionar de forma violenta, él sonríe y dice con voz segura:

—No, casi no lo he visto dormir —se cruza de brazos —. Es lo que menos hacemos cuando estamos juntos.

Sin querer formo una gran O con mi boca, pero esa misma O se forma en los ojos de Aiden cuando lo mira con sorpresa. Se nota que no esperaba esa respuesta.

Escucho varios pasos detrás de mí y me giro de inmediato, encontrándome con el protagonista de la discusión. Está descalzo, lleva un pantalón de pijama pero no trae camisa. Se nota que bajó solo para desayunar, porque trae una cara de querer asesinar a alguien.

— ¿Qué haces aquí? —pregunta con voz ronca, una vez que se da cuenta de la visita.

Aiden y Niels se giran hacia él, pero ninguno dice nada. Solo lo observan y aunque el rostro del mayor muestra una gran sonrisa, la mirada del novio no puede ser más mortal.

—Vine a entregarte la ropa, te dije que vendría —alza la camisa negra y el pantalón del mismo color —. Y también conocí a tu amigo, es bastante agradable.

Niels le quita la ropa en un rápido movimiento y camina decididamente hasta Alex, lanzándosela en el pecho.

—Sí, lo mismo digo —aunque parece responderle a Aiden, no deja de mirar a Alex —. Iré a cambiarme.

Alex toma su mano cuando pasa por su lado, pero Niels no se detiene en ningún momento y por supuesto que Alex no duda en seguirlo, dejando a Aiden con la palabra en la boca.

—Bien, creo que yo me voy —el mayor suspira y camina hasta mí —. ¿De casualidad dije algo malo? Siento que ocasioné un problema.

—Nada que no se pueda arreglar —hago una mueca —. Saluda a tu hermana de mi parte.

—Le llevaré el mensaje —él sonríe y cierra la puerta al salir.

Vuelvo al comedor al notar que dejamos a Loki solo y suspiro aliviado al verlo muy cómodo dentro de mi plato. Claro que también me molesto al notar que su víctima es mi sándwich, pero decido dejarlo terminar porque sinceramente no tengo muchas ganas de comer.

— ¿Quieres quedarte comiendo o prefieres ir a ver la pelea de tus padres? —le pregunto, sabiendo perfectamente la respuesta —. Eso pensé.

Pongo un dedo en su pecho y él mismo coloca sus patas alrededor de mi índice. Sí, es muy chiquito.

Subo corriendo las escaleras y me quedo justo detrás de la puerta, escuchando la discusión masculina.

...

SEMANAS DESPUÉS.

Lo admito: tenía tiempo sin socializar con más de cinco personas.

Al final accedí a venir a la fiesta para no arruinarle la emoción a quien me ha estado apoyando desinteresadamente. Por supuesto que Sabrina se encuentra saltando de un lado a otro, yo solo me concentro en mi margarita.

Es una fiesta de piscina de uno de los chicos del club. La fiesta se encuentra dividida en tres áreas: los que hablan, los que bailan y los que hacen todo eso pero en el agua. Sabrina está impaciente por ser parte del último grupo, yo solo quiero beber.

— ¡¡Vamos, Thom!!

Me jala e intenta arrastrarme a la orilla, pero no cedo. No me apetece mojarme y además no traje ni un short. Me vine con ropa casual y no pienso quedar en bóxer.

—No, gracias.

Ella parece desilusionada, pero aún así acepta el no y suspira, caminando lentamente hasta la piscina.

Continúo tomando de mi margarita y me siento en una de las sillas de sol, detallando todo lo que hacen mis compañeros de teatro.

Algunas chicas se pasean en biquini, otros chicos juegan cartas en la orilla, algunos simplemente beben como yo y otros se encuentran hablando sobre lo que sucederá en la obra. Y por más que lo intento, no me intereso en nada de lo que hacen.

Ni siquiera me entretiene ver a Sabrina saludándome desde la piscina, yo solo me quiero ir de aquí.

¿Para qué vine?

Termino el contenido de mi copa y la dejo a un lado, levantándome sin muchas ganas de seguir ahí.

Me sirvo tequila en un vaso más grande y vuelvo a sentarme, preguntándome si son ideas mías o de verdad están hablando sobre mí.

Acomodo mis lentes y finjo concentrarme en el juego de naipes. Antes me habría animado a jugar porque me gusta, pero no me siento con el ánimo de socializar. Por eso bebo de mi vaso y finjo sonrisas cuando dicen cosas que se suponen son graciosas. La verdad es que no sé si es humor malo o de verdad estoy convirtiéndome en mi peor pesadilla: Alex.

Comienzo a disfrutar más el juego cuando el alcohol hace efecto. A pesar de que no me siento muy ebrio, sí me siento un poco más ligero y eso me obliga a terminarme el contenido en un trago largo.

Sabrina una que otra vez me lanza miradas preocupadas, pero yo la ignoro y finjo no notarlo para que no se acerque. Solo quiero estar así, solo quiero dejar de pensar. Esto es lo que necesitaba: alcohol. Gracias al cielo los padres de Ronald no son estrictos y le permiten hacer fiestas con bebidas alcohólicas.

Pero todo rastro de relajación se desvanece cuando siento las manos de cuatro de mis compañeros alzarme. A pesar de que me quejo y los amenazo de muerte por sus intenciones, no logro que me hagan caso y termino dentro de la piscina, con zapatos incluidos.

Todos ríen y se burlan de mi situación, yo solo intento encontrar los lentes que ya no tengo en mi cara. Estoy muy mareado y el astigmatismo miópico no ayuda. ¿Por qué se ríen? Les dije que no.

Me siento muy mareado. ¿Dónde están mis lentes? Me quiero ir de aquí.

— ¡Dejen la estupidez, idiotas! —Sabrina les grita y toma mi mano, arrastrándome hasta las escaleras.

Estoy completamente empapado, por esa razón siento que peso más de lo normal y no logro enfocarme en la cara de nadie. Pensé que eran buenas personas, ¿por qué se burlan de mí?

—Solo era una broma, se lo hicimos a todos...—alguien habla, pero no logro descifrar de quién es la voz.

— ¡No es una broma cuando saben perfectamente que él no quería! ¡Les había dejado claro que lo trataran bien! ¡¿Por qué no pudieron ser menos inmaduros?! —Sabrina continúa discutiendo con ellos y por su voz, deduzco que en serio está molesta —. ¡Maduren, imbéciles! ¡Cuando se les pase la borrachera les juro que les daré una paliza!

No sé a dónde me arrastra, pero la sigo torpemente porque me siento demasiado avergonzado y además no sé qué hacer en mi estado. Quiero irme a casa, pero estoy demasiado mareado como para encontrar la salida. Tengo que buscar a Joe, ¿por qué vine a este lugar?

—Buscaré una toalla, ¿sí? Espera aquí.

Sabrina intenta alejarse, pero yo tomo su mano pidiéndole que no me deje solo. No quiero quedarme a solas en la sala y mucho menos quiero estar tan cerca de los demás. Sé que están borrachos y posiblemente luego se sentirán mal por su "broma", pero en este momento no les tengo confianza. No quiero que se me acerquen, no quiero que nadie aparte de Sabrina se me acerque.

—Vale, bueno... Ven conmigo —ella toma mi mano y me guía hacia las escaleras, procurando subir lento para no hacerme tropezar.

Entramos a una de las habitaciones y estrujo mis ojos para poder visualizar mejor las cosas. Es una habitación de aseo, hay toallas y todo lo necesario, lo que me hace saber que ella ya había estado aquí y conoce la casa a la perfección.

—Ten esto —me pasa una toalla y comienza a dar pequeños toques por mi cara para secarme —. No sé si prefieres irte con esa ropa, pero creo que Ronald tiene ropa de tu talla o al menos... Puede que te quede ajustada, pero es mejor que irte así.

—Estoy bien, solo necesito ir a casa.

— ¿Seguro? Te puede dar un resfriado —vuelve a sugerir, esta vez usando un tono más suave.

Me observo a mí mismo y suspiro, admitiendo que es cierto. Tengo hasta los zapatos enchumbados y no ayuda en nada que la ropa se ajuste tanto a mi cuerpo. Mi camisa azul marca cada parte de mi torso y lo admito, a pesar de tener alcohol en la circulación, tengo muchísimo frío. Quiero cambiarme lo antes posible.

—Iré a ver qué consigo —ella sonríe al adivinar mis pensamientos.

Pero deja de hacerlo cuando la sigo sin dudarlo. No pienso quedarme solo y menos en un lugar que no conozco. Si se va, me voy con ella.

Entramos a una habitación desconocida para mí y no puedo evitar curiosear los dibujos de anime que se encuentran en por todo el lugar. Sí sabía que Ronald tenía ese tipo de gustos, pero no imaginaba que con tanta intensidad.

—Encontré esto y esto.

Sabrina me pasa una camisa holgada y blanca que seguro a Ronald le queda volando, pero a mí me va bien. No es de mi talla, pero al menos no se me verá como una camisa de fuerza. Junto a la camisa, está un pantalón de pijama de cuadros rojos y negros. Es lo único que tiene de mi talla porque se ve gigante, lo demás se verían como leggins o no me entrarían.

Me quito los zapatos torpemente y junto a ellos, también el pantalón. Sabrina no se va, pero aún así se da la vuelta y permite que me quite la camisa libremente, a la vez que mis calcetines también desaparecen.

Subo el pantalón de pijama por una de mis piernas y no puedo evitar pedirle ayuda a Sabrina cuando noto que si intento pasarme la otra pierna caeré de boca. Ella se ríe, pero aún así sujeta mi brazo y me ayuda a ponerme el pantalón, evitando mirar de más mi cuerpo.

—B-bueno, me alegra que te haya quedado bien —aclara su garganta y acomoda su cabello cuando ve que solo tengo puesto un pantalón.

Me pongo la camisa en un rápido movimiento y escucho su risa cuando me quedo atorado por la mitad de la nariz.

Sus manos me ayudan a salir de mi prisión, así que cuando termino de ponerme la maldita camisa, ella se encuentra a pocos centímetros de mí por la fuerza ejercida al bajarla.

—Thomas... —susurra y entiendo su mirada enseguida.

—No. —Doy un paso atrás.

Su cara se transforma en segundos, pero por más culpa que siento, no me molesto en pedirle disculpas. Ella sabe que no, no el por qué, pero sabe que no. Siempre será no mientras exista Melanie Russell.

Mientras exista mi relación con Melanie Russell... Mientras ella quiera estar conmigo.

—Thomas, no es lo que... —intenta hablar, pero no le presto atención.

Salgo de la habitación con paso rápido y bajo las escaleras completamente descalzo. Visualizo a las personas de servicio y a los chicos del club afuera en la terraza, pero a ellos tampoco les hago caso, solo busco la salida y al encontrarla, corro hacia ella sin importarme nada más.

...

Mi estado de ánimo no puede ser más deplorable —nueva palabra—, cuando la taza de sopa se detiene en mi cama.

La mirada de Alex no puede expresar mejor lo que está pensando: qué patético eres. Y es verdad.

Llegué completamente inconsciente y no sé cómo terminé en mi habitación. No sabía que un vaso de tequila y una margarita me podían afectar tanto, pero sí: terminé con una resaca tremenda.

— ¿Puedes dejar de mirarme así? Me duele la cabeza —gruño y me siento para poder tomarme la sopa.

— ¿Cómo te estoy mirando? Solo me parece curiosa la forma en la que llegaste después de salir con Sabrina.

—No pasó nada de lo que estás pensando.

—Eso espero.

Su respuesta me hace fruncir el ceño, ¿a él qué le importa?

—Y si así fuera, ¿qué? Problema tuyo no es —digo después de tomar una cucharada de sopa. El sabor me hace sentir mucho mejor.

—Te recuerdo que estás con Melanie y que si te atreviste a engañarla te partiré la cara —mete sus manos en sus bolsillos —. Si quieres salir con otras chicas, hazlo, pero primero termínale a Meli.

—No pasó nada, déjame en paz.

Él no dice nada más, simplemente asiente y sale de la habitación con pasos seguros.

Imbécil.

Me tomo la sopa en sorbos pequeños y cierro los ojos intentando pasar el horrible mareo. Tenía muchísimo tiempo sin beber, así que supongo que por eso me afectó tanto el alcohol. Además de que el cansancio de estos días se ha acumulado y el cansancio y la bebida no son buenos amigos.

Me quito la camisa de Ronald con dificultad y la tiro al suelo, notando que tengo parte de los brazos bronceados. Creo que también me afectó el hecho de que bebí lento y tequila puro.

El recuerdo de las risas me hace sentir avergonzado, así que no puedo evitar hacerme una bolita cuando termino de comer. No quiero salir más nunca de mi habitación, no quiero que se vuelvan a meter conmigo.

El peso en mi colchón me obliga a asomar un ojo para ver mejor a la persona. Mi estado de ánimo empeora un poco al ver la cara de mi mami. Verla a ella me pone más sensible.

— ¿Pasó algo en esa fiesta? —pregunta con voz tranquila.

Yo no digo nada, simplemente asiento y apoyo mi mejilla en sus piernas.

Podré ser casi un adulto mayor, pero cuando ella está conmigo me siento como un niño y no negaré que me consuela que me escuche. Amo que siempre se preocupe por nosotros.

—Sabrina me llamó, me preguntó cómo te encontrabas y me contó algo de lo que sucedió —acaricia mi cabello con lentitud —. ¿Cómo te sientes? Supongo que la broma no te gustó mucho.

—No fue una broma. —Trago saliva y cierro los ojos —. Deja de ser una broma cuando solo se ríen de ti.

—Lo sé, por eso te pregunté cómo te sentías —pasa sus dedos por mi mejilla —. Me he hecho mucho esa pregunta las últimas semanas, hijo. ¿Qué es lo que sucede? Ya no puedo ver cómo te cierras y no hablas con nadie.

—Estoy hablando contigo.

Su pequeño golpe me hace sonreír.

—Algo me dice que las palabras de Alex tuvieron que ver contigo —vuelve a hablar más cautelosa que antes —. Algo me dice que lo que sea que le pasó a Melanie tiene que ver contigo. No se trata de culpa, sino de su relación.

Abro la boca dispuesto a protestar y negarlo, pero entonces ella dice:

—Porque ustedes eran novios, ¿no?

Y no puedo negarle esa suposición. Mi mamá siempre ha sido muy intuitiva y sería estúpido negarle algo tan obvio. Claro que llegué a sospechar que ella se lo imaginaba, pero nunca esperé que lo tuviera tan claro.

Menos ahora que pasó todo esto, pensé que todos estaban convencidos de que ella era novia de William.

—No te voy a reprochar que no hayas confiado en mí, pero... No sé por qué no me contaste —suspira y vuelve a acariciar mi cabello —. Pensé que les había dado motivos suficientes para confiar en mí.

Algo en su voz me hace sentarme para poder verla a la cara. No quiero que piense que no le conté por falta de confianza.

—No se trata de eso, má... —inhalo y exhalo, pensando muy bien las palabras —. No se trata de desconfianza, se trataba de miedo. Teníamos miedo de que nos separaran o no nos dejaran estar juntos. Sabes cómo son nuestros hermanos, además la señora Phoebe...

—Cariño, créeme que todos habríamos estado felices de verlos juntos —ella niega y toma mis manos con suavidad —. Admito que me decepcioné cuando supe que ella estaba saliendo con otro chico. Siempre pensé que hacían bonita pareja y me gustaba cómo se trataban. Me gustaba cómo sonreías cuando ella estaba contigo.

—No... Ellos nos hubieran separado, mami —muerdo mi labio inferior —. Recuerda cómo nos trataban y nos tratan. Siempre actuaban como si fuéramos unos niños, nunca nos dejaban tomar nuestras propias decisiones y David y los hermanos Russell nos sobreprotegían de más...

—Thomas, así tengan treinta años ellos los seguirán tratando como unos niños —sonríe —. Son sus hermanos mayores, ellos los vieron crecer y para ellos siempre serán como unos bebés. Los mismos bebés a los que cuidaron de pequeños.

—No es justo que por tener esa idealización de nosotros no nos permitan experimentar como grandes —me pongo a la defensiva —. No somos unos niños, no somos los mismos chicos manipulables y estúpidos de hace cuatro años. Ya crecimos, ya cambiamos, ya somos grandes y necesitamos aprender por nosotros mismos.

» Ya no pueden seguir sobreprotegiéndonos, no es justo.

Ella no dice nada por algunos minutos, simplemente observa nuestras manos y analiza mis palabras.

—Tienes razón —dice con voz pausada —. Es solo que es muy difícil saber que ya no son los mismos niños que conocimos al principio. Nosotros también tenemos miedo de perderlos... Siento que ya ni siquiera yo los conozco.

—No digas eso... —me paso una mano por el cabello —. Tú eres la más cercana en este momento, ni siquiera Alex y yo... Nosotros ya ni hablamos. Tú eres la única que está con nosotros independientemente de estar con una persona o no.

Las palabras de Alex en aquella cena cobran sentido. Ahora entiendo todo lo que quiso decir.

—David, Daniel, Venus y Taylor hicieron su vida y tienen su propia familia... Ellos aunque no quieran ya no son tan cercanos a nosotros y puede sonar estúpido, pero es verdad lo que dijo Alex, ellos se olvidaron de nosotros —trago saliva —. Sé que han intentado acercarse, pero no es lo mismo. Ellos creen que con preguntar o preocuparse ya estamos obligados a decirles todo pero no, ya ni para eso les tenemos confianza.

— ¿Por qué?

—Porque no están en la obligación de ayudarnos. Ya tienen suficientes problemas como para lidiar con los nuestros. Es tonto, pero también simple: no queremos ser una carga.

—Mi cielo... ustedes nunca serán una carga —mi mami me jala hacia su cuerpo y me abraza con fuerza.

Me dejo consolar por un buen rato y no puedo evitar llorar porque aparte de que me siento mal, cada vez que hablo con mi madre sale a flote mi sensibilidad. No puedo ser un chico fuerte cuando hablo con ella, supongo que al fin y al cabo siempre seré su bebé.

— ¿Qué es lo que pasa entre Alex y tú? —pregunta al ver que ya no estoy llorando —. Sé que no quieres hablar de eso, pero de verdad es muy doloroso ver que ya ni siquiera se miran.

» Están así desde hace más de un año, pensé que ya estaba mejorando todo, pero no...

—Pégame si quieres, pero tu hijo menor es una mierda. —Seco mis lágrimas y aclaro mi garganta —. Alex no sabe el significado de la empatía, es un imbécil y un impulsivo. Si lo trato mal es porque se lo merece. Jamás mereció ni una sola de las lágrimas que derramé por su culpa.

Para mi sorpresa, ella no me reprocha ni regaña, simplemente me escucha y frunce ligeramente el ceño.

— ¿Qué fue lo que te hizo?

—Nacer.

—Thomas...

— ¿Qué? Es la verdad, mamá. Tu peor error fue traer al mundo a esa cagada de ser humano.

Ella se cruza de brazos y me observa con molestia contenida. Sé que quiere protestar, pero no se atreve porque fue ella la que preguntó.

—Puedo preguntar ¿qué hizo exactamente? —se pasa una mano por el cabello.

—Uno: alejarse sin explicaciones. Dos: tratarme mal para que yo me alejara. Tres: pagar sus molestias conmigo. Cuatro: ser un idiota la mayor parte del tiempo. Cinco: tratarme como si fuera su peor enemigo. Seis: hacerme llorar. Siete: juzgarme y criticarme a su antojo. Ocho: no pedirme disculpas. Nueve: no apoyarme cuando más lo necesitaba. Diez: ser mi hermano. No sabes la vergüenza que paso al saber que alguien como él lleva mi sangre.

—Thomas...

— ¡Es la verdad, mamá! —me cruzo de brazos.

Ella masajea su sien y cierra los ojos, pidiendo paciencia para entender a sus hijos.

— ¿Por qué dices todo eso? ¿Hay algo que me quieras contar?

Me pienso por un buen rato las posibles respuestas. Hay tantas cosas que no recuerdo nada. Si empezamos desde esa vez que me dio una paliza al encontrarme con Meli, o cuando dejó de hablarme después de nuestro cumpleaños y yo lloré porque pensé que había hecho algo tonto. También recuerdo su mirada fría cuando le conté todo lo que había pasado con Melanie y conmigo y cómo me trató después de eso.

Son muchísimas cosas, así que la menos "fuerte" viene a mi mente. Y es esa vez que haciéndome pasar por él, recibí una paliza y él me trató como basura.

— ¿Recuerdas aquella vez en la que los universitarios me golpearon? —mi pregunta la hace asentir repetidas veces —. Bien, eso sucedió porque los universitarios querían golpear a Alex y yo me hice pasar por él...

—Oh, cariño.

—... ¿Y tu adorado hijo qué hizo? —aprieto mi mandíbula con fuerza —. Sí, le pegó un rayo de amabilidad, pero antes de eso me dijo cosas horribles.

— ¿Qué te dijo? —pregunta con molestia.

—Bueno, no me dijo... Pero sí me trató con fastidio, además me dijo llorón —el recuerdo me hace odiarlo mucho más.

La mirada de mi mamá se suaviza un poco, al parecer esperaba que dijera algo peor.

—Pero él estaba preocupado por ti... —intenta justificarlo.

—Claro que no y lo sabes —trago saliva —. Ni siquiera entró a verme, tú tuviste que pedirle que me llevara la comida y por eso se dignó a acercarse.

¿Cómo pude llorar por alguien tan egoísta? Cuánto lo detesto. No me merece, nunca me mereció.

Esos pensamientos de odio fraternal no me permiten escuchar la respuesta de mi mamá. Por eso después de entenderla, no dudo en pedirle que lo repita, sin creérmelo en lo absoluto.

—Yo no le pedí a Alex que te llevara la comida, él quiso hacerlo —me mira con seriedad —. Ya entiendo por qué parecía avergonzado y no se atrevía a pasar, lo usó como excusa...

—Alex no es así.

—Sí es así, solo no quiere que lo sepan —niega —. Estaba muy preocupado, así que cuando notó que te iba a llevar la comida, vio la tapadera perfecta para verte sin ser tan evidente —sonríe —. Y tú fuiste tan ingenuo que se lo creíste.

—Bueno...

En mi defensa era lo mínimo que podía hacer.

Mi mamá no deja de mirarme, por esa razón el calor sube a mis orejas. No me esperaba esa respuesta y mucho menos esa explicación. Nunca pensé que Alex haría eso por mí... Hasta me dio comida en la boca. Sopló mi sopa para que no me quemara. Me obligó a comer la papilla.

Estoy sin palabras.

—No sé qué puedo hacer para ayudarlos, pero lo único que quiero dejar claro es que tu hermano no es tan malo como sus acciones lo pintan —la voz de mi mamá acaba con la tensión —. Puede comportarse de forma irracional a veces, es impulsivo y temperamental... Pero él te quiere. Y te quiere tanto, que finge no hacerlo para no verse tan cursi.

—Él me hizo daño, mami...

—Nunca he dicho lo contrario —acaricia mi mejilla —. Pero lo conozco mejor que nadie y sé que no es una mala persona. Se ha equivocado y ha cometido millones de errores, pero en el fondo sigue siento la persona a la que crié y yo no crío desperdicios de oxígeno.

—Yo dije que era una mierda, no un desperdicio de oxígeno...

—Vuelves a decir otra mala palabra y te castigaré una semana —entrecierra sus ojos.

Río y permito que deje un beso en mi frente, levantándose cuando le termino de contar lo que pasó en la fiesta. Al menos nuestra conversación me hace sentir mucho mejor.

Decido darme un baño de agua caliente y luego cepillo mis dientes, eso me hace sentir más sobrio.

Al caer en mi cama, lo hago solo en bóxer y con un solo objetivo en mente: Melanie Russell.

Busco su blog sin dudarlo ni un segundo y comienzo a bajar de artículo en artículo, encontrándome con lo último que dejó escrito.

THOMAS

Ese es el título.

Trago saliva y observo hacia el techo, decidiendo si leer o no su nota. ¿La razón por la que lo hago? Luego de esto sabré si ella quería o no que continuara con mi vida. Ella intentó acabar con la suya, pero nunca me terminó y como no lo logró, no quise asumir su decisión. Ahora es definitivo, ahora sabré todo lo que pasaba por su mente antes de que lo hiciera.

Dolorosa o no, es una decisión que marcará un antes y un después en nuestras vidas.

THOMAS

Nunca pensé que escribiría algo como esto. No sé muy bien qué vendría siendo, si un artículo más o una despedida hacia todos, hacia ti.

Cuando inicié este blog tenía grandes sueños. Lo hice por diversión al principio, me encantaba poder expresar mis sentimientos o pensamientos sin tener que darle explicaciones a nadie o pedirle aprobación a alguien. Era mi mundo, mi creación, todo dependía de mí.

Aunque al principio fue diversión, después se volvió parte de mí. Informar, comunicar, opinar, criticar... Todo lo que me hiciera sentir que contribuía con algo al mundo. Fui muy ingenua.

Ustedes llegaron, llegaste tú; les di espacio en mi vida y ustedes hicieron de ella algo mejor. Por eso nunca olvidaré cómo me hizo sentir el primer comentario de un usuario llamado Thomas. No sabía que terminarían siendo tan importantes para mí y mucho menos él. De verdad eres importante para mí.

Cuando me sentía triste, a veces me ponía a escribir tonterías para no pensar en mis problemas. Artículo tras artículo fueron llegando más personas, las cuales me motivaban a continuar y me hacían sentir más segura de mis argumentos.

Me da risa recordar que lloré al leer un mensaje que decía "llegarás lejos", al principio me lo creí y lloré porque alguien creía en mí; ahora me doy cuenta de que no llegué tan lejos como esperábamos y me siento peor porque decepcioné a esa persona.

Nunca intenté cambiarle el pensamiento a nadie. Saben muy bien que la intención de mis artículos era informar, argumentar y dar solidez a mis pensamientos, por eso no quiero que me responsabilicen de lo que suceda debido a lo que estoy escribiendo. Ustedes deberían tener criterio propio y ser capaces de tomar sus propias decisiones.

Para él: no quiero que te culpes, sabes muy bien lo mucho que me gustaba (y gusta) pensar por mí misma.

Sentir que escribo por última vez me pone muy triste, pero también me hace llorar de felicidad. Porque eso siento: me siento feliz de ya no tener que seguir las órdenes de alguien más. Ya no seguiré esperando aprobación y tampoco seguiré dándole explicaciones a nadie, solo descansaré.

Tú me dijiste que ibas a dejarme ir cuando yo ya no quisiera estar contigo. No se trata de no querer, sino de no poder. No quiero que dejes de vivir por no poder estar conmigo, déjame ir.

Puede parecer egoísta, pero no quiero que se aferren al recuerdo de una persona que deseó irse. Más triste sería irme sin quererlo, pero yo sí lo quiero, así que pueden sentirse tristes y también en paz.

Tengo mucho tiempo sin sentir paz.

No puedo ser muy explícita porque seguro eliminarían el artículo, por eso no doy detalles de lo que pienso hacer ni cómo, solo quiero que sepan que si sobrevivo pasaré lo que resta de mi vida en coma o parapléjica jajaja.

No da risa, ¿verdad? Disculpen.

El color rojo representa la tristeza porque cuando hay rojo siempre hay sangre y dolor. En cambio el azul representa la pureza, porque el cielo nunca está sucio, somos nosotros los que lo ensuciamos.

Haré que muchas personas se pongan tristes, pero por fin mi tranquilidad será pura y sucia. Sucia porque depende de mi vida, pero pura porque viene con mi paz.

Para despedirme: estoy orgullosa de nunca haber pertenecido al fandom colectivo y haber admirado cosas que de verdad me gustaban. Agradezco haber ignorado a los odiosos usuarios que me atacaban por tonterías, jódanse. Agradezco a cada persona que me envió un mensaje de apoyo, nunca los olvidaré. Agradezco que creyeran en mí cuando yo solo quería llorar y hacerme bolita. Les agradezco por haber compartido cada artículo y momento conmigo. Te agradezco por haberme enseñado a amar incluso cuando no sabía que podía hacerlo con tanta intensidad.

Tú fuiste la única persona que me quiso tal y cómo era y nunca se fue. Eres la única persona que buscaré en mi otra vida, Thomas. Eres todo lo que me habría encantado tener en esta.

Te amo por siempre, muggle. Y nunca te perdonaré que dijeras que Harry Potter está sobrevalorado.

Gracias por haber creído en mí cuando yo ni siquiera me consideraba un sujeto de admirar.

Por siempre en mi corazón,

Melanie Russell (13 de Enero), ARTÍCULO N°92. 

...

¿Cuál fue su parte favorita del capítulo?

Con mucho amor y un beso en la boca,

—Nepasavoir.

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