CAPÍTULO 29
Capítulo dedicado a Carlos porque siento que no le hice su dedicatoria debida y además quería que el capítulo narrado por Niels fuera dedicado a alguien especial. Te quiero, Carls, gracias por ser una de las cosas más bonitas de este año.
El amigo.
Niels.
El sonido de la máquina expendedora me saca de mis pensamientos. La tienda está casi vacía, pero debo cumplir horario y faltan tan solo diez minutos para salir. Son las siete, Alex seguramente me está maldiciendo y el cansancio me está cobrando factura. No he dormido muy bien estos días y todo eso se debe a que estoy más tiempo en mi casa. Odio estar en mi casa, por eso hago horas extras y por eso no he disfrutado casi nada de mis vacaciones.
Soy el menor de una pequeña familia correcta. Siempre fui el hijo favorito de mi madre, incluso cuando decidió que me enviaría a Canadá con mi abuela para que la cuidara y no la dejara sola. Mi familia siempre fue muy sobreprotectora porque era el más pequeño, pero aún así me enviaron a Canadá y creo que fue la mejor decisión que pudieron tomar. Vivía feliz, era feliz con mi abuela y con Carter. Allá tenía amigos y nadie me amenazaba o me golpeaba todos los días, como aquí.
Luego del incidente con Carter y su madre, mi abuela decidió enviarme acá de nuevo y aunque lloré y le supliqué, no me escuchó. Sé que lo hizo para protegerme, pero aunque le juré que no volvería a hablar con ningún chico, ella simplemente tomó esa decisión y me apartó. Un año después murió y mi vida se volvió un completo infierno.
Niall, mi hermano mayor, era mi mejor amigo. Cuando llegué, pasábamos la mayor parte del tiempo juntos y me apoyó mucho luego de la muerte de la abuela. Yo lloraba muchísimo, día y noche, él siempre me acompañó y me defendió de mi papá, quien pensaba que llorar me hacía un marica. Detesto esa palabra, pero para mi papá todo lo que tiene que ver con vulnerabilidad es de maricas, así me crié.
Tiempo después de eso, (años), mi padre encontró trabajo en el instituto Artois y cuando tuvo la oportunidad, me inscribió ahí, asegurando que así tendría más oportunidades de entrar a una buena universidad. Yo no estaba entusiasmado, pero la palabra no, no es una opción cuando se trata de mi papá.
Y lo admito, el primer día fue aterrador. Aunque llegué temprano, entré tarde a mi primera clase porque me perdí en los inmensos pasillos. Todos los estudiantes tenían grupos y yo estaba solo y demasiado nervioso como para preguntarles la dirección. Llegué quince minutos tarde, por cuenta propia y sin ningún justificativo por mi tardanza, lo bueno fue que la profesora de biología no me reprendió, sino que hizo algo peor: me pidió que me presentara frente a toda la clase.
Recuerdo ese exacto momento en el que los ojos de todos los estudiantes se posaron en mí, casi me desmayo. Pero entonces vi una mirada azulada y supe que sería imposible mantenerle la promesa a mi abuela. Hubiera sido imposible si me hubiera encontrado con él. Alex Crild.
Intenté ignorar esos pensamientos, intenté ni siquiera mirarlo y ni siquiera respirar cerca de él, pero como era de esperarse, mi suerte pésima me dio tres bofetadas de realidad. Alex jugaba en el equipo de fútbol y no solo eso, era el mejor y el jugador favorito de mi papá. Yo solo quería huir de ahí.
Su mirada de odio nunca cambió. No entendía por qué parecía caerle mal, pero cada vez que me miraba o me hablaba, lo hacía con desprecio y eso me hizo sentirme mal. Nos tocó entrenar juntos y obvio teníamos que correr a la arquería a ver quien goleaba primero. Él me empujó, yo lo empujé, él me devolvió el empujón y me hizo caer, pero yo lo sujeté y ambos caímos al mismo tiempo, provocando que el golpe fuera más fuerte. Nunca lo dije, pero no me desmayé por el golpe en la cabeza; me desmayé por tenerlo arriba y a centímetros de mí.
Luego de eso solo me obligué a mantener silencio y rechazar el contacto visual. Alex me hablaba con fastidio y yo solo asentía o lo evitaba. Nuestra relación fue enfriándose y volviéndose incómoda a medida que transcurrían las semanas y los meses, pero yo no pude jamás controlar lo que provocaba simplemente con mirarme. No hacía falta que llegara a un lugar para que yo comenzara a prepararme para no explotar, a él parecía irritarle que yo me incomodara, eso lo hizo empeorar su comportamiento.
Él me trataba como si me odiara y yo fingía que no me importaba. Fingía, claro estaba. A escondidas me la pasaba dibujando cosas relacionadas a él o a él. Mi libreta estaba llena de él y mis pensamientos igual. Aunque lo intentara evitar, siempre terminaba imaginando su mirada fastidiada que me provocaba inseguridad y a la misma vez curiosidad. Y me di cuenta de que todo lo que me molestaba o fastidiaba de él, también me gustaba, y eso me hacía sentirme como un idiota.
— ¡Niels! ¿Quieres cerrar la tienda? —La voz de Shelly me hace reaccionar y observo la hora, dándome cuenta de que soy hombre muerto.
Entro al cubículo buscando mi bolso y mi otra camisa, más presentable. En el trabajo usamos una camisa azul marino con el logo y nombre del lugar. Tiene un gran arcoíris en la espalda porque trabajo en una tienda que vende granizados de fruta. Son fríos, tienen mucho colorante y son más dulces y ricos que el helado.
Camino por todo el piso central del centro comercial, ignorando las miradas de algunas personas. No me gusta ser el centro de atención, no me gusta llamar la atención o que me miren. Me da mucha ansiedad y justo ahora soy todo eso de un grupo de chicas. Me están siguiendo desde que las atendí hace dos horas en la tienda. No entiendo por qué acosan, no es muy diferente a un hombre acosando a una mujer.
Mi teléfono vibra con varios mensajes, pero lo ignoro. Seguramente es Alex preguntándome dónde estoy y no quiero estresarme más de lo que ya lo estoy. Es extremadamente tarde, pagué por adelantado en una pastelería y aún así no está listo mi pedido. Hay muchas personas y siento que la voz no me sale, me da pánico hablar en voz alta frente a muchas personas.
Solo tienes que hablar
Solo tienes que hablar
Solo tienes que hablar
Respiro repetidas veces, pero justo cuando tomo la suficiente valentía, un hombre se atraviesa delante de mí, exigiendo ser atendido primero que todos.
Desisto de mi dinero perdido y de la tienda y camino hacia las otras pastelerías del lugar. Todas están abarrotadas de persona y no es para menos, es veintidós de diciembre y todas las familias están reunidas celebrando las fiestas. Se supone que estaría en casa de Alex a las ocho, pero son las siete y media y no consigo una sola tienda que me pueda atender con rapidez.
Llego al último piso del centro y me rindo al ver que no hay tiendas aquí. No hay ni una sola alma que se compadezca y además yo no hago mucho esfuerzo, donde veo a muchas personas, veo probabilidades nulas de que me salga la voz. Todo sería más fácil si no fuera tan introvertido, odio ser así.
— ¡Hola! Disculpa, soy Keisy —una chica bajita y morena se presenta, extendiéndome su mano con una sonrisa —. Mis amigas y yo nos preguntábamos cómo te llamabas, todas pensamos que eres lindo.
¿Por qué a mí?
—G-gracias —tartamudeo y enseguida el calor me hace removerme. Odio hablar, de verdad odio hablar y que me hablen, no puedo controlar mis neuronas cuando los nervios me dominan.
— ¿Cómo te llamas? —la chica insiste, riendo por mi timidez.
No da risa, ser así es horrible.
—Andrew —miento, ella solo sonríe más.
1. No puedo darle mi nombre real porque no sé cuáles son sus intenciones.
2. No quiero darle mi nombre real porque no me interesa que lo sepa.
3. Alex me mataría.
— ¿Qué edad tienes? Nosotras... —observa a sus amigas, que están viéndonos divertidas desde la distancia —Estábamos haciendo apuestas. Yo digo que diecinueve, una dice que veinte y las otra opinan lo mismo que yo.
—Tengo diecisiete —decido no mentir, ella parece sorprendida.
— ¿En serio? ¡Vaya! No parece, te ves muy maduro para tener diecisiete —se cruza de brazos y me recorre con la mirada —. Yo tengo diecinueve y soy de tu mitad —hace un puchero.
—Es que como mucho.
—Ya veo, Andrew —ríe —. ¿Me das tu número?
—No tengo teléfono.
— ¿Ah, no? —ella alza una ceja cuando el mencionado vibra en mi bolsillo.
—Tengo pareja...
—Oh, entiendo —su expresión cambia a una más seria —. Podemos ser amigos y ya, ¿qué dices?
—Yo...
— ¡Vamos, An! —su insistencia termina por llamar la atención de las personas que transitan el lugar. Me remuevo incómodo y le doy mi número rápidamente, logrando que ella sonría, complacida, dejando un beso en mi mejilla —. Te escribiré cuando llegue a mi casa, lindo.
La ignoro y acelero mi paso, escuchando la risa del grupo de chicas. ¿Qué les divierte? ¿Mi cara de sufrimiento? Yo siento ganas de vomitar. No me gusta estar bajo tanta presión.
Mi teléfono vibra con varios mensajes y deduzco que es la chica o algo así. Prefiero no pensar en eso porque es tardísimo, Alex me va a matar y no tengo un pastel para llevar. No tengo absolutamente nada que llevar y para mi familia, ir a cenar y no llevar nada, es una falta de respeto.
La calle está infestada de personas que no dejan de caminar de un lado a otro. Deben ser las siete y media o más y estoy seguro que ya la cena debe haber iniciado. No tengo pastel. Alex debe estar molesto. No encuentro una pastelería con menos de treinta personas.
Quiero llorar.
Gracias a mi bici logro moverme con rapidez por todas las calles. La casa de Alex queda a quince minutos de aquí y no sé qué es peor, si estar tan cerca y tan lejos o no poder dejar mis principios a un lado y llegar a esa cena sin nada.
Sweet Smell
El nombre iluminado llama mi atención y no dudo en moverme hacia allá, pedaleando sin parar por toda la autovía. Esquivo varios autos y termino de cruzar, dejando mi bici a un lado de la acera.
— ¡¿Venden pasteles?! —mi tono de voz sale más alto de lo esperado, pero estoy desesperado y necesito urgentemente llegar a esa casa antes de que comiencen a cenar.
—Es una pastelería, muchacho —un hombre detrás de la barra me mira como si fuera tonto —. Estamos muy llenos ahora, pero puedes dejar tu pedido y estará listo para mañana.
— ¡No! No quiero hacer un pedido, véndanme el pastel que tengan y ya—le suplico y él frunce el ceño cuando saco varios billetes de mis bolsillos. Están todos arrugados, pero en mi defensa, Niall se robó mi billetera.
— ¿Algún sabor en particular?
—El que sea, pero si tiene de maní o fresas sería perfecto —ese es el favorito de Alex.
—Lo iré a empacar —el hombre asiente y yo suspiro, pensando una y otra vez cómo haré para llevar el pastel en la bici.
Salgo de la tienda con las manos llenas, pero feliz. Busco mi bici con la mirada y suspiro al ver que está justo donde la dejé. Fui muy descuidado al dejarla sin protección, pero en mi defensa, estaba demasiado ansioso como para pensar en esa cosa de metal.
Coloco el pastel en mis piernas y comienzo a pedalear hacia la casa de Alex. Siete y cuarenta, voy bien. Puedo llegar a tiempo.
Dos autos pasan por mis lados e intento frenar para evitar quedarme en medio, pero no puedo. Intento frenar, pero no funciona. Lo intento varias veces, pero al ver que no hay frenos, uso mis pies, quedando detrás de una camioneta y recibiendo un choque de un autobús.
— ¡¿Qué mierda te pasa?! —el chofer me grita, pero yo solo me concentro en el pastel a un lado de la calle. Aún está empaquetado, pero no sé qué tanto se dañó por el golpe y a mí todo me duele. Mi bici quedó magullada.
—Lo siento, señor...
— ¡Quítate!
Recojo el pastel y tomo la bici, caminando con rapidez por toda la calle. Hay sangre saliendo por alguna parte de mi brazo y me duele la rodilla derecha. Seguramente la usé para que el impacto no fuera tan fuerte, aunque ahora me arrepiento.
Comienzo a inspeccionar mi medio de transporte y respiro hondo al ver que no están los frenos. Se los robaron.
Muerdo mi labio inferior aguantando las ganas de llorar y miro a mis lados. Fue Niall, estoy seguro. Debe estar siguiéndome y no sé qué es peor, si saber que pudo matarme haciendo esta estupidez o el saber que por un momento casi lo guío a la casa de Alex. Ya no puedo ir, él me seguirá y sabrá donde vive.
Yo sé que me detesta desde que le confesé que me gustaban los chicos, pero jamás permitiría que le hiciera daño a Alex solo por estar en mi contra. Mucho fue con lo que le hizo a Thomas, jamás le perdonaré eso y estoy demasiado distraído con el hecho de que estuve a punto de morir por culpa de mi hermano. Fácilmente me pudo haber arroyado ese autobús, Niall de verdad me odia.
Comienzo a caminar sin rumbo fijo. Solo veo las puntas de mis pies y cargo con mi bici y el pastel que botaré apenas vea un basurero. Mi codo está sangrando y me duele la rodilla. Al menos no me pasó algo peor, odiaría tener que inventarme otra excusa tonta con mi papá.
Mi teléfono vuelve a vibrar y respiro hondo, leyendo por encima lo que dice. Mi pecho se aprieta al ver que se trata de Alex, pero solo puedo apretar el pastel con fuerza al leer todo lo que dice.
Alex, 20:32 pm.
Me dijiste que no nos esconderíamos de mi familia.
Si tanto te jode, terminamos
Gracias por nada
Jódete.
Me avisas cuando llegues a tu casa.
Te odio
¿Dónde estás?
Niels, por favor avísame cuando llegues a tu casa.
Que te haya terminado no quiere decir que quiero que te pase algo.
No terminamos, por favor no me creas, solo estoy ansioso
Mierda, en serio estoy preocupado
No me importa que no quieras decir nada, pero avísame cuando llegues a tu casa.
Frunzo el ceño cuando comienza a eliminar todos los mensajes. Una parte de mí piensa que tal vez se arrepintió, pero la otra deduce que es por orgullo. Alex odia estar detrás de las personas y seguramente está asqueado de su insistencia.
Niels, 20:42 pm.
Tuve un problema en mi casa, lo siento
¿De verdad terminamos?
Lo siento, Alex, no quería dejarte mal.
Había comprado un pastel, prometo llevarlo cuando todo esto pase.
Te quiero.
Escribo el mensaje entre lágrimas y camino hasta un callejón, sin intenciones de que las personas me vean haciendo el ridículo. Seco mis lágrimas y me agacho en medio de la oscuridad. No quiero que me vean llorar y tampoco tengo la fuerza para llegar así a mi casa. No quiero que nadie me vea así.
Escondo mi cara entre mis brazos y descanso así, con los ojos cerrados. Mi teléfono vibra con varios mensajes, pero yo lo ignoro durante algunos minutos y luego leo todo lo que dice, sintiéndome más confundido que nunca con la bipolaridad de Alex.
Alex, 20:45 pm.
No, no terminamos.
Lamento todo lo que dije, ¿leíste todos los mensajes? Lo siento
Soy un idiota, ¿quieres hablar?
¿Qué fue lo que pasó?
Por un momento estoy tentado a contarle, pero rápidamente descarto la idea porque sé que si él se estera, no dudará en matar a Niall. Le tiene rabia desde que comenzaron los ataques y le agarró odio cuando atacó a Thomas. Si se entera de esto, lo matará. No tengo dudas.
Mi mano derecha pica y me sorprendo al verla raspada y llena de sangre. Usé mi palma para dejar de arrastrarme en el suelo y me raspé toda la piel. Se ve feo.
Observo una vez más el lugar y decido que ya es hora de irme cuando un grupo de hombres extraños se reúnen en el mismo. Tomo mi bici y el pastel, pero justo cuando voy a retirarme, la figura de mi hermano se choca con la mía.
— ¿Qué mierda hacías ahí? Muévete —él me toma del brazo y me saca a empujones, lanzándole una mirada de muerte a los sujetos.
—Déjame en paz —lo empujo e intento caminar, pero él me detiene, observando la sangre en mi brazo y mano — ¿Feliz? Lamento no haber muerto, dañé tu plan.
— ¿Qué mierda te pasa? —me intenta empujar, pero yo lo esquivo y comienzo a caminar lejos de él —. ¡Niels!
— ¡Déjame en paz! —le grito, con los ojos llenos de lágrimas —. ¡Pude haber muerto! Pero a ti solo ti interesa tu maldito orgullo. ¡¿Qué mierda haces siguiéndome?! ¡Tú solo quieres dañar todo lo que me rodea! ¡Déjame en paz!
—De verdad deseo que mi papá se entere —es todo lo que dice, mirándome con asco —. Deseo que te de una paliza para que se te quite lo maricón.
—Con tus golpes me quedó claro, no te preocupes—sonrío sin ganas —. Si todo lo que te molesta es que me gusten los chicos, pues díselo. Ya no me importa lo que pienses, jódete.
Intento irme sin hacer más drama, pero él se mueve más rápido y me quita la bicicleta, golpeándome una y otra vez con la misma.
— ¡Ya! —intento detenerlo, pero solo puedo sujetar el pastel y correr para que no siga pegándome como un maldito loco —. ¡Niall, ya! —grito de nuevo, retrocediendo para que no me siga chocando con el objeto.
—Tú no le harás eso a nuestra familia, cabrón —observo la bici cuando la lanza por algún lugar de la calle —. Primero me muero antes de dejar que tú mates a nuestro padre de esa manera. ¿No te da asco, Niels?
—Asco me das tú —me sorprendo al decirlo, pero más se sorprende él.
—No sé qué clase de mierda te haya metido ese chico en la cabeza, pero definitivamente tú...
—Él solo me ayudó a entender que el que tiene mierda en la cabeza eres tú, Niall —él se detiene a pocos pasos de mí, yo solo me preparo para recibir el golpe —. No hay nada malo en mí, eres tú el que debe entender eso.
—Los hombres no nacieron para estar juntos, Niels —él aprieta sus puños, mirando algo detrás de mí —. Espero que esto te haga recapacitar. Estás enfermo.
Solo me da tiempo de entender lo que planea cuando el golpe de una motocicleta llega después de su empujón. Mi cuerpo rueda por toda la calle y dejo de escuchar cuando mi cabeza choca contra la acera.
¿Dónde está el pastel?
Parpadeo desorientado, pero uso mis manos para tocar todo el asfalto. No veo el pastel, ¿dónde está?
Varias personas se detienen a mi alrededor y busco la caja blanca que no aparece en mi campo de visión. Veo todo borroso y no puedo escuchar nada. Necesito ayuda.
Mis manos tiemblan demasiado, pero aún así reúno fuerzas y logro sacar el teléfono de mi bolsillo, sin poder identificar ninguna letra en él. No logro ver mucho, solo la luz y lo que mi memoria me obliga a recordar que es la barra de mensajes. Selecciono el tercero porque no se trata de mi papá o de Alex y busco el teclado, sabiendo que así no podré escribir correctamente.
Niels, 21:32 pm.
No encuent el pastel
ayuda
Con ayuda de mis dedos temblorosos busco la aplicación de google maps y comparto mi ubicación al chat más reciente, no sé quién sea, solo espero que venga o me moriré sin antes haber encontrado el pastel.
Me siento en la acera y apoyo mi cabeza en mis brazos, sintiendo todo dar vueltas. Las personas me preguntan si me encuentro bien, pero yo no respondo. Incluso el hombre de la motocicleta, él se me acerca a pedirme disculpas pero no respondo nada. No puedo, me siento demasiado confundido y ahora mismo solo necesito descansar un poco. No, necesito más que eso.
Me he cerrado por tanto tiempo que justo ahora me doy cuenta que no tengo a nadie. Mis padres no pueden saber esto, mi hermano fue el que lo causó y Alex asesinaría a este si se entera. No tengo a nadie en quien apoyarme y eso solo me hace sentir más solo que nunca. No tengo ni un amigo.
...
Thomas.
—No... El pastel, Thomas —Niels intenta soltar mi agarre, pero aún así lo sujeto y busco con la mirada lo que sea que él está balbuceando. Solo veo una caja.
— ¿Qué pastel? Necesito llevarte a un hospital —lo vuelvo a sujetar, esquivando a las personas que no hacen más que ver y murmurar.
Hay cosas que suceden inesperadamente y luego esto. Estaba cómodamente hablando con mi hermano cuando me llegaron dos mensajes de un número registrado como Niels. Al principio dudé de que fuera este Niels porque yo no le había dado mi número, pero luego deduje que Alex le había escrito el quince de diciembre, cuando cambiamos de teléfono. En primer lugar pensé que estaba borracho o confundido, pero cuando me llegó la notificación de su ubicación, supe inmediatamente que esto no era un juego.
Encontré a Niels prácticamente desmayado, rodeado de un montón de gente y a diez minutos de mi casa. Vine trotando, lo que sé que fue una mala idea porque ahora mismo necesito llevarlo a un hospital y mi chofer sería una excelente opción para trasladarlo. Está muy mal, una señora me dijo que lo atropelló una motocicleta.
—El pastel... Thomas...
—Lo buscaré, ¿de acuerdo? —intento calmarlo para que comience a caminar —. Pero luego te llevaré a un hospital.
—No... No, tengo que ir a mi casa...
—Niels, mírate, no puedes ir así —hago una mueca al notar que el pastel está vuelto mierda. Supongo que lo atropellaron también —. Escúchame, te llevaré al hospital y luego a tu casa...
—No, Thomas, mi papá no puede verme así —balbucea y frunzo el ceño, ¿lo llevo a su casa o no? —. Quiero ir con mi abuela...
Lo sujeto antes de que se caiga y paso su brazo por encima de mis hombros. Caminando no llegaremos ni al hospital más cercano, necesito encontrar un lugar para curarlo o al menos verificar que no tenga nada grave.
— ¿Dónde vive tu abuela? —le pregunto, sin saber si está dormido o ya se volvió a desmayar.
—Murió.
Su respuesta me deja paralizado. Camino por toda la calle llevándolo prácticamente a rastras y lo siento en uno de los bancos, enviándole un mensaje a Joe.
La limusina no tarda mucho en llegar. El hombre, naturalmente serio, se sorprende al ver al chico casi desmayado en el banco. Ambos lo cargamos y lo subimos a la limusina, yo solo decido si llevarlo al hospital o dejarlo descansar en mi casa. Podríamos hacer las dos, pero entonces antes tendría que avisarle a mi mamá y ella sin saberlo, le diría a Alex y Alex buscaría al responsable y lo mataría.
Mi vida está rodeada de tragedias.
—Joe, me ayudarás a llevarlo a la habitación con mucho cuidado, ¿me escuchas? —el hombre asiente y con extremo cuidado, carga a Niels, pasando uno de sus brazos por sus hombros.
Yo hago lo mismo y entre los dos subimos las escaleras silenciosamente. Ya deben ser más de las nueve y por suerte Alex está en su habitación. Si Niels no hace ruido y yo soy discreto, podrá quedarse la noche aquí sin que Alex se dé cuenta. Eso es bueno, podré cuidarlo y a la vez mantendré asegurada la libertad de mi gemelo.
—Gracias, Joe —el hombre niega levemente, lanzándole una mirada más al chico.
—A mi parecer debería llevarlo a un hospital, señor. No sabe qué tan graves fueron los golpes —opina y suspiro, lanzándole una mirada a Niels.
—Yo opino lo mismo, pero Niels no quiere ir y será mejor llevarlo cuando despierte —me encojo de hombros —. No te preocupes, Joe, estudio con él y sé que ha recibido palizas peores. Todo estará bien, yo estaré pendiente.
—Me informa si necesita otra cosa, señor.
—No me digas señor, puedes tutearme —él no responde, simplemente me da un asentimiento de cabeza, saliendo de la habitación.
Observo a Niels fijamente. Su mejilla izquierda tiene leves raspones y sus brazos se encuentran sucios y manchados de sangre. Es fácil deducir que no esperaba el golpe porque se nota que no se pudo estabilizar, la gente me dijo que la motocicleta lo arrastró pero por suerte no le pasó por encima. Al menos sé que no tiene ninguna fractura.
—Niels —murmuro su nombre, moviéndolo un poco para que despierte. Él se remueve y abre ligeramente los ojos, demostrándome lo cansado y adolorido que se siente —. ¿Quieres ducharte? Te traeré las cosas necesarias —él intenta asentir, pero un quejido escapa de sus labios y entonces noto que le duele moverse. Pobre.
—No le digas a Alex, por favor —me pide en un susurro y asiento, saliendo con cuidado de la ex – habitación de David.
Busco un cepillo de dientes, una pasta dentífrica, una toalla, un jabón, incluso champú y acondicionador. Todo eso para que se limpie antes de poderlo curar bien. Está lleno de sucio y eso puede infectar sus heridas, no sé qué tan graves sean.
Camino silenciosamente por el pasillo y entro de nuevo a la habitación, pasándole las cosas con cuidado. Lo ayudo a levantarse y él entra al cuarto de baño de la habitación. Cada habitación de la casa tiene su propio baño y agradezco eso porque sería muy difícil que caminara como zombi por el pasillo sin que alguien lo escuchara.
Salgo a buscar el botiquín de primeros auxilios, pero me quedo paralizado al escuchar unos pasos detrás de mí. No respiro, no me giro, no nada. Solo espero que la otra persona reaccione para poder hacer lo mismo. Si es Alex, el dueño de la motocicleta lamentará haber nacido.
— ¿Thomas? —la voz de mi mamá me hace suspirar aliviado. Me giro hacia ella y le sonrío cuando me ve con el botiquín y de camino a la última habitación —. ¿Qué haces? ¿Por qué te fuiste? ¿A qué hora llegaste?
—A Niels lo atropelló una moto y lo estoy ayudando —mi respuesta la hace abrir muchísimo los ojos —. Se está duchando porque limpiaré sus heridas, pero debes prometerme que no le dirás a Alex.
— ¿Qué...? ¿Por qué no lo llevaste al hospital, Thomas? ¿Dónde está? —ella me mira angustiada y camina conmigo a la ex habitación de mi hermano mayor.
La llave de la regadera es cerrada y ambos esperamos a que él se vista o haga lo que tenga que hacer. Luego de un rato, se abre la llave del lavamanos y supongo que cepilla sus dientes. Al abrir la puerta, se encuentra en mejor estado y solo tiene una toalla alrededor de su cadera.
—Cariño, ¿te encuentras bien? —mi mamá lo mira horrorizada y él se pone de ese color extraño que tiene. Solo me mira a mí una vez y la mira a ella, asintiendo tímido —. Ven, siéntate —Niels se remueve y yo me aguanto una expresión de sorpresa cuando, al encender la luz, veo todo su cuerpo lleno de moretones, raspones y marcas.
¿Este chico vive en la jungla o qué?
¿Alex sabe que su cuerpo luce así?
Recuerdo los ruidos en la habitación del otro día y descarto la segunda pregunta. Obvio que lo sabe, esos dos olvidaron que mi habitación queda justo frente a la de ellos y que en la madrugada cualquier ruidito suena como un terremoto.
—Niels... —mi mamá frunce el ceño y observa el torso del chico. El pobre parece muy avergonzado, pero aún así se deja tantear la zona y hace muecas cuando toca los lugares lastimados recientemente. Se nota que está muy adolorido y que solo quiere dormir un rato —. Pondré una pomada y lo dejaré al aire, ¿vale? No quiero que se infecte, pero si pongo gasas tan pronto, tardará más en curarse.
—Vale, gracias —él hace muecas cuando ella echa una especie de polvo y luego una crema. Por la manera en la que muerde su labio inferior, deduzco que no quiere hacer ningún sonido, eso solo me hace saber que se está muriendo de dolor con cada roce.
Luego de vendar su rodilla y codo derecho, mi mamá y yo decidimos retirarnos a nuestras habitaciones. Niels observa su teléfono y frunzo el ceño cuando sonríe viendo algo en él. Es su primera sonrisa de la noche y no sé qué es más raro; si verlo sonreír a pesar de todo esto, o saber que es por un mensaje de Alex. ¿Quién sonríe por un mensaje de Alex? Qué extraños son los dos.
Aprovecho de darme un baño y cepillar mis dientes antes de dormir. Busco un bóxer y me pongo este, sin ánimos de ponerme más ropa. No tardo mucho en quedarme dormido, solo respiro hondo y pienso en todo lo que pasó en tan solo un día.
¿Por qué Niels me escribió justo a mí? Sé que no habla con casi nadie, pero es muy extraño que de tantas personas, me haya buscado a mí. ¿De verdad ser tan tímido no le permite acercarse a más personas? Eso es triste, porque sé que si todos conocieran más al hijo del entrenador, sin duda querrían ser sus amigos.
Supongo que a partir de ahora, yo seré su nuevo amigo.
...
Intento moverme hacia un lado de la cama, pero un peso sobre mí no me lo permite. Indago en mis recuerdos una y otra vez, ¿yo dormí con alguien? Al caer en cuenta que no, abro mis ojos de golpe, encontrándome con un cabello platinado invadiendo mi cara. Meli.
¿Melanie?
Frunzo el ceño y deslizo mis manos por su cuerpo, notando que está desnuda. ¿Qué está pasando? ¿Por qué está sin ropa?
¿Qué hice, dios? Estoy seguro que no la toqué.
Deslizo mis manos por su espalda y trago saliva al llegar a su cintura. No me atrevo a tocarla más abajo, solo dejo de respirar al notar que ni siquiera tiene ropa interior. Nada. Está completamente desnuda y está encima de mí.
¿Qué hice para merecer este castigo? Dios, está literalmente encima de mí.
—No te muevas, me duele la cabeza —ella murmura con voz ronca y levanta un poco la cabeza —. Buenos días, usé tu baño y tu cepillo de dientes.
—Buenos días —sonrío y hundo mi nariz en su cuello, notando que huele a mi jabón —. ¿Qué haces aquí?
—Me escapé —sonríe y deja un pequeño beso en mis labios, alargándolo un poco y mordiéndome al separarse —. Me duele mucho la cabeza pero quiero sexo.
—Estos sí son buenos días —ella ríe y me vuelve a besar, permitiéndome darme la vuelta para quedar arriba.
Deslizo mis manos por sus senos y le respondo los besos, bajando por su cintura y tocando su trasero con fuerza. Melanie no tiene muchos senos, pero sí trasero y eso me impulsa a hundir mis dedos en su piel, provocándole marcas y haciéndola soltar suspiros que piden un poco más.
—No tengo cómo protegerme —intento frenarla, pero ella me continúa besando, sin dejarme hablar.
Paso mis dedos por su entrepierna y trago saliva al notar lo húmeda que está. Tengo muchas preguntas, la primera, ¿por qué está aquí? la segunda, ¿por qué se duchó aquí? La tercera, ¿por qué parece que durmió aquí? Pero no pregunto nada porque en este momento tengo las hormonas a mil y ella me está pidiendo lo que más quiero.
—Todo —susurra y obedezco, besándola con ganas y hundiéndome por completo en su interior.
Comienzo a moverme al compás de sus latidos y tomo sus manos, colocándolas arriba de su cabeza. La beso para que no haga ruido y ella enrolla sus piernas alrededor de mi cuerpo sin dejar de gemir. Más de una vez intenta separar nuestros labios para respirar bien, pero yo solo le acerco una almohada para que la muerda y pueda aguantar más.
Sus piernas comienzan a temblar y a apretarme más, yo acelero mis movimientos embistiéndola lo más fuerte que mis caderas me permiten. Una, dos, tres veces. Ella me recibe con movimientos suaves de su cuerpo y yo intento controlar mis movimientos desesperados y torpes. Verla así me prende demasiado y ver su cuerpo moviéndose solo me hace acelerar cada vez más. Ella definitivamente no sabe lo que provoca cada vez que está así. Melanie es preciosa en todo el sentido de la palabra.
Su enrojece un mil por ciento y uso la energía que me queda para hacerla llegar y seguirla segundos después, dando unas últimas embestidas y dejándome caer con cuidado sobre su cuerpo.
Nuestras respiraciones aceleradas reinan la habitación. Ninguno dice nada, solo disfrutamos la sensación y el hecho de que seguimos unidos, literalmente.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto más relajado de lo normal.
—Vine temprano, yo... Quería verte —miente, como si yo no supiera que cada vez que lo hace se pone más rígida y seria de lo normal.
—Entiendo —finjo que le creo, sabiendo que luego descubriré la verdad y tendré que pedirle explicaciones —. ¿Por qué usaste mi baño?
—El de mi casa se dañó —vuelve a mentir, como si yo no supiera que su casa tiene más baños que la mía.
— ¿Solo eso se te ocurrió? —alzo la mirada y ella cubre su cara, evitando contacto visual.
—Thomas, estamos juntos, ¿puedes disfrutar eso sin tantas explicaciones? Solo quiero estar contigo —se mueve, provocando que la fricción entre nuestros cuerpos me haga jadear —. ¿No quieres estar conmigo?
—Sí, sí quiero, pero...
—Pero nada —ella me empuja, quedando sobre mí y disfrutando los roces en su interior —. ¿No te gusta que haya despertado contigo? ¿No te gustaría que estuviéramos así siempre?
— ¿De qué hablas...? —su beso me confunde, así que la separo sin ganas de que intente persuadirme más —. Melanie, ¿de qué estás hablando?
—Vámonos, Thomas —sus palabras me confunden. Intento poner mis manos en sus mejillas, pero ella agacha la mirada hacia mi pecho.
— ¿A dónde? —pregunto por fin, intentando entender lo que quiere decir.
—Lejos de aquí —su mirada cristalizada y rojiza me confunde, ¿estuvo llorando o estuvo bebiendo? —. Me quiero ir, pero no quiero alejarme de ti. Vámonos juntos, por favor...
—Oye, ¿qué está pasando? —tomo su cara entre mis manos y la acerco a mí, detallando todo su rostro. ¿Estuvo bebiendo? ¿Por qué tiene tantas ojeras? ¿Por qué luce cansada?
—Me quiero ir de aquí —sus ojos se llenan de lágrimas y su voz se rompe —. No quiero seguir con este plan, Thom... Ya no soporto a William ni a la directora, solo quiero estar contigo. Por favor vámonos...
Me apoyo en la cabecera de la cama y uso bastante fuerza para sentarme, aún con ella encima de mí. No dudo en abrazarla y hundir mis dedos en su cabello, sin saber qué decirle.
Entiendo lo que dice Melanie, también tengo ganas de largarme de este lugar y no volver a ver a la psicópata de la directora, pero no puedo dejar a mi familia así. Hay muchas cosas que me impiden marcharme y sé que Melanie piensa lo mismo aunque sus nervios le pidan hacer este tipo de cosas. Sé que sabe que no podemos huir, pero su lado racional no funciona cuando está bajo tanta presión y ansiedad. Debe estar muy afectada y me mata verla así porque solo quiero lo mejor para ella. Ella merece lo mejor. Ni ella ni nadie merecen esta mierda.
—Me quiero ir de aquí —murmura sin dejar de llorar, yo solo la abrazo y dejo que esconda su cara en mi cuello.
—Te prometo que todo mejorará, solo necesitamos eliminar ese vídeo —intento tranquilizarla, pero eso solo empeora su llanto y la hace abrazarme con más fuerza, como si quisiera decirme miles de cosas.
Intento frenarla cuando comienza moverse poco a poco. Ella solo me ignora y continua moviéndose, como se quisiera de alguna forma distraerse con eso. Uso algo de fuerza para controlar sus movimientos y le sigo el beso cuando me besa lentamente, desasiendo el sabor salado de sus lágrimas.
Sus pequeños saltos me hacen ver estrellas por todos lados. Aunque intento controlar sus movimientos, ella los acelera cada vez más, jadeando contra mi boca y aumentando la intensidad de los mismos. Cada vez más y más rápido y son muchos más agresivos. Eso me impulsa a hundir mis dedos en su cintura y a moverla a mi ritmo favorito. A ella parece molestarle que intente controlarla, así que pone sus manos en mi cuello, apretándome contra la cabecera y marcando su ritmo.
¿Por qué siento que está usando el sexo para consolarse? No lo siento, lo sé. Ella está usando esto como un escape y no me quejo, solo que no me gusta. Amaría que pudiera desahogarse de otra manera más eficaz. Esto solo la consuela por unas horas, yo quiero que esté en paz por completo.
—No me vas a controlar siempre —muerdo mi labio inferior y ella sonríe de lado, viéndose más preciosa que nunca.
—Eso lo veremos.
Toco su cintura cuando termino de acabar en su interior y ella da sus últimos saltos, arqueando su espalda hacia atrás cuando llega.
De verdad me encanta mi novia.
La vuelvo a abrazar cuando apoya su mejilla en mi pecho y disfruto el silencio y la tranquilidad que emana. De verdad me encanta estar con ella. No me produce los típicos nervios o ansiedad al ver a la persona que te gusta, me produce paz. Estar con ella me tranquiliza y me reconforta y sé que ella siente lo mismo. Y prefiero mil veces esto a unas estúpidas mariposas. Esta sensación se traga todo lo demás.
— ¿Puedo poner música? —su murmuro me confunde. Asiento sin dudarlo y ella sonríe, dejando un beso más largo en mis labios.
La observo caminar desnuda y apoyo mi cabeza en el respaldo, sabiendo que jamás me cansaré de esa imagen. Sabiendo que sí, tendré que hablar con ella respecto a muchas cosas, pero sabiendo que no es el momento y que tengo que darle un respiro en medio de tanto caos.
Ella merece escapar del mundo unas horas y yo daría lo que fuera por alargar más ese tiempo. Tal vez por un hasta que ella y yo queramos estar juntos.
— ¿En serio? —sonrío y ella hace lo mismo cuando Wildest Dreams de Taylor Swift invade el silencio del lugar. No puedo negar que me encanta esa canción porque me recuerda a nosotros, pero también es incómodo porque me hace recordar a Jake poniéndola para no escucharnos.
—Es nuestra canción, tenemos que escucharla muchas veces más —sus labios se unen con los míos y me giro cuando intenta dominarme de nuevo —. Orgulloso.
—Y activo—dejo más besos por sus mejillas, disfrutando su risa.
Tal vez no sea sana la manera en la que ella está afrontando el problema, pero no me importa. Si hay alguna manera en la que pueda aligerar su carga y producirle serotonina, no dudaré ni un segundo en complacer su necesidad. Por eso somos mejores amigos y algo más.
...
Recuerden que tenemos un grupo en instagram para hablar y conocernos. Si quieren entrar, solo deben escribirme POR INSTAGRAM, para poder agregarlas. <3
PREGUNTAS: por favor respondan, ¿qué tengo que hacer para que respondan? :(
¿Qué opinan de Niels Baasch?
¿Qué opinan de Thomas Crild?
Con mucho amor y un beso en la boca.
—Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
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