CAPITULO 6

Al día siguiente la pequeña Sabrina despertó despacio, bostezando y rascándose la cabeza, mirando a su alrededor. Miró con detenimiento descubriendo que la sala y el sofá sobre el que había descansado era muy diferente del de su casa, incluso las paredes y el sitio por el que solía ver a la calle para ver al resto de niños del barrio jugar. Todo era tan diferente, pero se alegró de ver que su hermana seguía allí.

―Eres una dormilona ―dijo Anabel.

―¿Esta es la casa? ―preguntó Sabrina.

―No, hemos dejado la casa, este es será nuestro nuevo hogar.

Sabrina entonces se puso a recordar que vagamente había visto cosas unas horas antes, con ella diciéndole irse de aquí entre otras cosas, luego siendo cargada... ¿por quién? Luego unas borrosas luces. Tenía demasiado sueño, los últimos dos años dormía con mucha más frecuencia y su madre solía enfadarse demasiado porque solo se la pasaba dormida, aunque Sabrina no sabía que esa era la manera para no tener que relacionarse con sus padres. Había aprendido de su hermana a odiarlos, a generar desprecio por cómo la trataban a ella y a Anabel.

Por ahora estaba despierta.

―¿Nuevo hogar?

―Sí ―dijo Anabel.

―¿Dónde están mamá y papá?

―Ellos... bueno, ellos se fueron lejos.

―¿Nos dejaron? ―preguntó Sabrina, comenzando a sentirse preocupada.

Anabel se percató de eso en el tono de su voz, así que tomó sus manos y le sonrió.

―Exacto, pero no estaremos solas, hemos sido salvadas por unas personas y nos dijeron que estaremos viviendo aquí, ¡será mejor!

―¿Mucho mejor que casa?

―¡Mucho mejor que casa! ―respondió Anabel, eso sirvió para tranquilizar a Sabrina―. Por cierto, tengo que contarte algo que te gustará.

Sabrina parpadeó.

―De ahora en adelante te llamarás Stela...

―¡¿Cómo la princesa de Durkhom?!

Anabel asintió.

―Y yo seré Isabella. Justo como su otra hermana. Así que espero que te acostumbres a tu nuevo nombre porque al parecer nos llamarán de esa forma de ahora en adelante.

A partir de ese momento se tomó la decisión de los nombres. Horace ya se encargaría luego de crear las nuevas identidades. Sabrina, quien era será llamada Stela no le tomó tiempo adaptarse al nombre que escogió su hermana, puesto que a escondidas jugaban siendo esas princesas y siempre se llegaban a nombrar del mismo modo. Eso también incluía a Anabel, pues no le era difícil identificarse con el nombre de Isabella.

Stela entonces vio salir a un hombre alto con un plato en cada mano.

―Buen día.

―Hola. Él es Tony ―dijo Isabella―. Hay otro señor llamado Horace y una mujer muy bonita llamada Rowena. Ellos salieron, pero los verás pronto.

―Oh, ya veo... buen día, señor ―dijo Stela―. ¿Qué es eso?

―El desayuno ―dijo Tony―. Espero les guste.

Puso los platos frente a la mesa, solo eran unos huevos revueltos con unas tiras de cocino recién freídos. Stela al verlo se echa para atrás, retrocediendo, como si hubiese visto a un animal recién asesinado.

―¿Qué ocurre? ―pregunta Tony, preocupado.

―No podemos comer eso, mamá y papá decían que eso es pecado para los niños ―respondió Stela―. Solo ellos podían comer.

Tony le enseñó una sonrisa triste. Suponía que las niñas tuvieron que acostumbrarse a una especie de vida muy exigente y estricto basado en la religión, pero en base a otras cosas que no tenían sentido. ¿Hasta qué punto de exageración habían llegado ese par con ellas? ¿Cómo era eso de que solo ellos podían y las pequeñas no? Esto tampoco se trataba de que ellos trataron de encaminarlos al veganismo, porque por la reacción de Stela era como si, por el hecho de comer carne, significara que irían al infierno. Era una exageración tremenda porque Tony, de acuerdo a lo que se enteró por Horace, los padres no eran judíos, sino católicos. Se preguntó qué otras cosas verían como pecado que dentro de lo normal ni siquiera sería pecado.

―Está bien ―dijo Isabella, tomó una tira de tocino y lo metió a su boca.

Stela reaccionó sorprendida.

―Pero... pero... No podemos...

Stela se mostró más seria.

―Nuestros padres solo decían mentiras. Mentían con muchas cosas, ¿los niños no podemos ver caricaturas? ¿No comer carne, salir a jugar o simplemente leer libros para niños era pecado? Yo sabía que eran mentiras, siempre lo fueron.

Stela miró a su hermana y luego al plato de tocino.

―¿Todo fue mentira?

«Yo diría que manipulación, para que ellos las adoctrinen a su manera, aunque de forma pésima para salirse siempre con alguna ventaja» pensó Tony, pero se quedó callado.

―Puedes comer, no tienes que ser adulta para eso ―dijo Isabella.

Stela alargó una mano y con mano temblorosa sostuvo una tira de su plato. Sintió su textura y calor de haber sido sacada de la sartén hace unos minutos, pero no quemaba sus dedos, entonces lo acercó a la boca. Ella siempre supo que olía bien, pero nunca se atrevió a comer carne por miedo a ser castigada. Masticó un largo rato y tragó. Sorprendida del sabor, la tira de tocino desapareció al instante y lo mismo ocurrió con lo que estaba en el resto del plato. Isabella retiró el suyo por si acaso.

―¡Está muy rico, quiero más, señor!

Tony le sonrió y luego a Isabella. Tony veía que, si no fuera por ella, Stela jamás cedería a nada por todas las restricciones que estuvo recibiendo de sus padres.

―Bueno, veo que se acostumbrará rápido a esta nueva vida.

***

17 de junio del 2010

Isabella y Stela abandonaron su anterior apellido y fue reemplazado por el de Oldman. Así en el caso de que tuvieran que salir de casa podrían mostrar una identidad falsa con un apellido diferente. Rowena las había peinado de una forma diferente. No salieron en ningún momento, eso era cierto, a Stela era lo que más le disgustaba, pero era necesario eso porque ellas seguían en estado de búsqueda por la policía, así que había esperar un buen tiempo hasta que decidieran que las dos simplemente habían desaparecido o la tierra se las tragó. Pero a quien más le disgustaba que salieran era a Horace.

Horace quería evitar ese tipo de problemas, pero de todos modos Rowena tenía razón al considerar que si Tony tenía una nueva vida, también había que darle un mejor incentivo. Rowena y Horace sabían muy bien que Tony no solo evitó el asesinato de esas niñas para evitar la culpa, sino para recuperar un pequeño y, probablemente, una excusa para tener presente una parte de familia. Rowena no era su tipo de mujer y no la consideraba para una relación, pero el hecho de tener que cuidar de una hija era algo que llenó el vacío de Tony.

En cierta forma, era como tener que responsabilizarse por alguien a quien cuidar luego de no haber tenido un trauma al no haber protegido a Lorena y Christine.

Horace reconoció esto, pero prefería no tener nada que ver con ellas de todos modos. Podían ser un problema a largo plazo, al menos eso creía.

En cuanto a la educación, pues Rowena les iba dando clases desde el punto en el que ellas se habían quedado. No era la mejor profesora, bueno, en realidad no era profesora, ni siquiera había nacido para ello, pero las niñas atendían sin rechistar. No eran desobedientes ni alborotaban, eso fue un punto que agradó a Rowena.

Y a pesar de que a ellas no se les permitía salir, las dos no tuvieron mucho problema en quedarse viendo televisión. Descubrieron más cosas de las que antes habían visto y eso fue suficiente como para no salir. Aunque Rowena sí les insistía en hacer ejercicio para que no se vuelvan flojas.

Todo iba saliendo bien.

Esa noche de junio, las niñas dormían mientras Tony, Rowena y Horace veían el televisor.

Estaban atentos a las noticias, en las que estaban hablando sobre el asesinato de un gobernador en uno de los estados del país. El presentador comenzó a hablar sobre una palabra que estaba escrita en sangre:

―Muchos países han estado hablando de esto las últimas semanas, sobre el grupo que se hace llamar RAGE. Este grupo ha estado dando a conocer la verdad detrás de mucha gente importante. Ya se sabe que cometen asesinatos, dejan su nombre de RAGE y depositan las evidencias reales de las víctimas, pero esta ocasión ha salido a la luz una frase que dice: La muerte solo es justa para quien de verdad se lo merece, como si fuera una especie de lema.

Rowena y Horace se volvieron hacia Tony.

―Sí, ése fui yo. Pensé que estaría bien el lema.

―No es malo ―respondió Horace y volvió la atención al televisor.

El presentador tuvo un ángulo más cercano a la cámara y este acomodó su postura.

―Varios países están viendo a RAGE como una amenaza, pero en otras ciudades y estados los están reconociendo como héroes al eliminar la corrupción. Sean quienes sean estas personas que actúan detrás, cada vez más desean saber quiénes son. En otras noticias...

Horace tenía su laptop al lado y les hizo un ademán con la cabeza a Horace y Rowena.

―Quiero que vean esto. En algunos foros de Internet están discutiendo que nuestras acciones han sido muy buenas y correctas, hasta desean que intervengamos en sus países.

―Significa que estamos creciendo ―dijo Rowena.

―Poco a poco ―respondió Horace―. Si seguimos matando a las personas de la lista de los DELTA y otras figuras corruptas podremos alcanzar un nivel más alto de reconocimiento y ser más aceptados en el mundo. Pueda que hasta nos vean como una religión si jugamos bien nuestras cartas y ganamos seguidores que quieran colaborar.

―Tendrá que ser una buena jugada ―dijo Tony―, pero siendo conscientes de que tarde o temprano nos convertirán en los malos de la historia por acciones que no son nuestras.

Él asintió con la cabeza.

―Que salgan estúpidos a matar a cualquiera y digan ser de RAGE. Eso sucederá y recibiremos cierto desprecio. Aunque eso ya se irá controlando con el tiempo.

Tony esbozó una sonrisa.

―¿Qué sigue ahora, Horace?

―Continuar como lo estamos haciendo. Quizá haya que hacer más modificaciones en los planes de asesinato porque esa gente querrá sentirse más protegida, pero igual siempre presentan descuidos. Y llegará el momento en que debamos integrar nuevo personal.

―En unos años tal vez ―dijo Rowena, a lo que vio a Horace reír.

―Tal vez días. Creo haber encontrado a otro Guerrero Sanguinario, así que habrá que dar con él. Y Tony, quiero que seas tú el que se acerque a él.

Tony levantó ambas cejas.

―Llevarás una máscara y te acercaré a esa persona.

―¿Y cómo estás seguro de que es un Guerrero Sanguinario? ―Inquirió Rowena.

―Por el mismo patrón que tú tuviste ―Contestó Horace―. Así que trataremos de integrarlo, saldremos Tony y yo mañana para saber si podemos incluirlo.

―Bueno. ¿Y dónde está?

Horace se volvió hacia el televisor y alzó el volumen dos barras. Esta vez el presentador estaba contando sobre una noticia en Suecia.

―... se acaba de capturar a un hombre llamado Elliot Young. Es un extranjero que ha llegado a Suecia y ha cometido una larga cadena de asesinatos con su compañero. Ambos fueron apodados en las comunidades como Los Carniceros de Suecia. No obstante, a pesar de que los dos hombres son americanos y no suecos, siguieron con el mismo apodo. Su compañero Hamilton Price murió por heridas de bala, después de eso el asesino Elliot cometió quince asesinatos al cuerpo policial en una sola noche y sin él haber sido herido de gravedad. Después la policía logró apresarlo, ahora el asesino se encuentra en una cárcel y se estima que pronto sea llevado juzgado en Suecia bajo sus leyes.

Horace bajó el volumen.

―La noticia la leí en la tarde, pero justo ahora acaban de transmitirla.

―¿Quieres a un asesino serial en RAGE? ―preguntó Tony.

―¿Y quién mejor que un asesino en RAGE? ―respondió Horace.

―Estás loco ―comentó Rowena.

Horace arqueó una ceja.

―¿Yo decidí meter en esta casa a las hijas de unos padres que Tony mató y luego tú, Rowena, decidiste ser su profesora? ¿El loco se supone que soy yo? ―Horace se volvió hacia Tony―. Prepara tus cosas y descansa, saldremos al amanecer. Si queremos personal, pues ahí está un buen candidato para RAGE.

***

Al día siguiente, casi a las siete de la noche Tony y Horace llegaron a Suecia. Tony se había vestido con la ropa que Horace había preparado, se trataba de una vestimenta negra y que en la cabeza tendría que ponerse una máscara con líneas rectas y poco curvas. En la boca había un modulador que modificaría su voz.

El viaje fue en un avión privado de Horace para evitar ir en un vuelo regular.

Al llegar Tony se vistió con las prendas que Horace preparó y se dirigieron a la cárcel en la que estaría Elliot. En realidad, no estaba encerrado en una gran cárcel de máxima seguridad, sino que se encontraba en una cárcel de una jefatura de policías. Tony empuñó una pistola de dardos adormecedores e iría durmiendo a cada policía que se le cruzara en su camino mientras Horace se encargaba del resto de la seguridad y las cámaras de vigilancia.

***

En una celda ubicada al fondo a la izquierda se encontraba encerrado Elliot Young. El resto de prisioneros fueron movilizados a otras celdas del departamento policial e incluso transferidos a otro departamento. La razón fue porque creían que Elliot planearía charlar con los otros reos.

Los que estaban viendo las cámaras se estremecieron un poco cuando vieron que Elliot se había aferrado a los barrotes de su celda y se balanceó, riendo y riendo.

―¡Morirán todos, morirán todos! ¡Los haré sangrar grandísimos hijos de puta! ¡Créanme que lo haré, apenas me saquen los voy a rajar el cuello!

Los policías podían simplemente ignorar las palabras de Young, pero nadie lo quería cerca por ser muy peligroso, eso era verdad. La policía deseaba alejar a los prisioneros y olvidar que Elliot seguía allí dentro, hasta desearían perder la llave de su celda. Tenían miedo, uno incluso intentó acercar las llaves para mover a Elliot pero este intentó arrancarle las llaves y llevarse sus dedos de un solo mordisco.

Ahora Elliot estaba solo. Canturreaba algo ininteligible, una canción imaginaria.

―Te vengaré Hamilton. No sé qué mierdas me pasó cuando te vi morir, pero es seguro que mataré a todos estos cabrones del mismo modo que hace un rato.

Elliot recobró la memoria hace unas horas, pero no dejaba de preguntarse lo ocurrido. Hamilton era su amigo de la infancia, otra mente nada cuerda que lo comprendía. Ambos les gustaba y satisfacía lastimar, herir y asesinar. Sus primeros asesinatos fueron en Estados Unidos, después decidieron que algo más inteligente para no ser descubiertos era salir del país e ir a otro. Suecia era una buena opción para ambos, hasta fue genial que ganaron un apodo bueno. A Hamilton le encantaba como los nombraron.

Habían estado matando algunas personas, hasta que hubo un error. Hamilton no pudo matar a un viejo que sostenía una escopeta. Elliot cortaba a la hija, una mujer adulta, mientras veía como el anciano sacaba un arma y había matado de un disparo a su amigo. Elliot creía que no tenía ningún sentimiento hacia la gente, estaba seguro de ello, pero Hamilton era como su otro yo. Era el loco que compartía sus mismas ideas y lo tuvo que ver morir de un disparo a la cabeza.

Y apenas logró usar de escudo a la hija del viejo, llegó hasta él para asesinarlo de forma brutal, grotesca. Elliot estaba furioso por la muerte de su colega.

De repente Elliot se sintió diferente, sus sentidos percibieron muchas más cosas que antes. Oía a una vieja desde la casa contigua llamando a la policía. ¿Cuándo fue su oído tan agudo? Jamás, eso estaba seguro. La policía apenas apeó sus patrullas en la acera, Elliot salió por la puerta delantera y con la misma escopeta asesinó a un policía tras otro. Luego pudo hacerse con una pistola y siguió matando. Dentro de sí mismo había un poder que lo inclinaba a matar de diferentes formas sin ser herido, logró hacer cosas que nunca antes veía posible, pues detuvo el impacto de una bala usando una de las suyas.

Cuando sintió un repentino dolor, sabía que podía soportarlo y si no lograba soportarlo, podría permitirse usar ese poder una vez más para continuar con su masacre. Elliot se cansó después de unos minutos, había estado huyendo también, aunque la policía logró darle alcance.

Y el resto, pues bueno, ahora estaba en esa celda. Tres paredes y una celda. Era una suerte que le dieran comida, Elliot solo pensaba en seguir matando. Recuperar fuerzas y seguir matando, como si aquello fuera lo único que le daba sentido a su vida.

Aunque para curiosidad de Elliot, había un silencio muy extraño y repentino. No se había percatado de ello hasta que se desconcentró de su canturreo. Era como sentirse solo en el mundo, él siendo el único poblador en la Tierra. Al cabo de unos minutos una puerta se oyó. ¿Un cuerpo cayó? Sí, eso creyó oír también. Luego siguieron unos pasos y una silla con las patas arrastradas por el suelo.

Un hombre vestido de negro y con una curiosa máscara se colocó al frente de su celda. Puso la silla en el suelo y se sentó. Elliot se mantuvo serio, sus ataques de locura parecieron abandonarlo por el momento.

El hombre se mantuvo en silencio, como si lo analizara con la mirada. Elliot hacía lo mismo, pero intentando descifrar algo en su lenguaje corporal. Solo veía la postura de ese hombre como la de alguien seguro y sosegado.

―¿Qué? ―preguntó Elliot―. ¿Vienes aquí haciendo una entrada super sigilosa y solo te sientas para estar callado?

―Vine por ti, Elliot ―La voz sonaba distorsionada, pero entendible.

Elliot sonrió, aunque no había signo de emoción alguna.

―A matarme, ¿verdad? Pues debes de ser esos imbéciles llorones que viene a hacerse el justiciero por haber matado a su familia.

―No voy a matarte, no soy familiar de ninguna las víctimas.

―Ja. ¿Y qué vienes a hacer aquí si no es para eso?

―Vengo a que seamos socios ―dijo y eso confundió a Elliot―. Mi nombre es Tony Oldman, líder de RAGE.

Elliot siguió con la expresión confundida. Tony había estado recibiendo indicaciones sobre cómo portarse frente al nuevo candidato de RAGE, la seriedad formaba parte de lo que debía mostrar al conversar.

―Estoy seguro de que debes estar al tanto, Elliot. Se está hablando cada vez más de RAGE y sus actos. Y me gustaría que tú seas parte de ese grupo.

Tony esperaba alguna especie de aprobación de Elliot para unirse, pero lo único que recibió fueron carcajadas.

―¿Líder de RAGE? ¿Vino el puto líder de RAGE personalmente? Esto sí que es una locura más grande que las que yo pienso... o como las que Hamilton pensó alguna vez. Olvídalo imbécil, ni siquiera me interesa lo que haga RAGE, yo solo mato por matar y ya está.

―Oh, de eso estoy muy enterado ―dijo Tony―. Sé que eres un asesino serial que no tiene preferencias fijas. No hay solo mujeres dentro de tus asesinatos, sino hombres también. Pero uniéndote a RAGE te doy el privilegio de continuar tu cadena de asesinatos.

Elliot abandonó la sonrisa forzada.

―¿Vas a prometerme algo así? Hombre, es como si me estuvieras regalando millones de dólares o me permitieras ser el dueño de un continente entero. Es una oferta así de alta para mí.

Tony carraspeó.

―Podrás seguir con ello, pero tendrás que seguir muchas indicaciones, entre ellas estará no salir con regularidad, ni mucho menos salir a matar a quien sea. Si abandonas esta celda, tendrás que respetar reglas.

―Odio las putas reglas.

Tony se acercó un poco más hacia Elliot, sin miedo a que este le haga algo.

―Mi oferta solo estará en pie unos minutos, Elliot. Te doy a escoger. Salir de aquí para siempre, siguiendo órdenes y cometiendo los asesinatos para RAGE... o no negociar conmigo, dejando que me vaya y nunca sabrás de mí de nuevo. Da igual si acusas a RAGE, de todos modos, eres un asesino al que quieren freír por todo lo que hizo. O también puedo dejarte libre y tú, sin haberme hecho caso de nada, me asesinarás y volverás aquí dentro de poco tiempo porque no sabrás esconderte todo el tiempo. En RAGE sabremos ocultarte mejor. Esas son todas las opciones.

Elliot bajó la mirada un segundo, pensativo.

―¿La opción de ser tu perro es la que me permite seguir matando?

Tony ladeó la cabeza analizando la pregunta.

―Sí, esa es la condición.

Elliot lentamente esbozó una sonrisa, su locura volvió mostrándole una reverencia al hombre frente a él.

―Entonces será un gusto servirle a RAGE, señor Tony Oldman.

***

Para cuando los policías despertaron de su largo letargo, se percataron de muchas cosas al revisar las instalaciones. Las cámaras dejaron de estar en funcionamiento, no había grabaciones guardadas, algunos policías seguían dormidos por alguna especie de droga y al revisar las celdas los prisioneros seguían allí excepto uno, el más peligroso de todos aquellos que alguna vez pusieron un pie en esas celdas.

Elliot Young desapareció de su sitio y a pesar de que trataron de buscarlo, jamás llegaron a encontrarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top