CAPITULO 55 (FINAL)
11:23 AM
Había una ambulancia estacionada cerca de unos árboles, donde se podían ver dos personas arrimadas al vehículo y dentro había otro grupo de cuatro personas a la espera, este grupo era de rescatistas en situaciones más arriesgadas y la pareja eran paramédicos solicitados por RAGE. Ese par estaban de brazos cruzados intercambiando miradas entre ambos hombres y la dirección en la que ascendía el humo en donde se había llevado acabo la guerra. Pasaron como quince minutos desde que el ruido cesó. Entonces se dieron la vuelta al oír una moto, de ella bajaron Kenny y Augustus.
―Por favor, quiero que ayuden a los heridos ―Indicó Kenny.
―No parece seguro ―dijo el auxiliar más alto―. No podemos arriesgarnos en un sitio así.
―¡Pero los heridos son su prioridad! ―Exclamó Kenny―. Sabemos que es seguro acercarse, ya no hay de qué preocuparse...
El auxiliar más bajo se cruzó de brazos.
―Chico, no creo que estás entendiendo. Si allí abajo las cosas siguen mal, es arriesgado que el equipo de rescatistas vaya.
―No se puede perder más tiempo ―Comentó Augustus―. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se silenció todo?
―Como quince minutos más o menos.
―¿Entonces qué esperan?
―Chico ―dijo el auxiliar médico más alto, impaciente―, creo que tú no estás entendiendo. ¿Viste a ese grupo sentado allí atrás? Los rescatistas de la Cruz Roja tienen como norma su seguridad para antes de dirigirse a un sitio tan peligroso.
―¿O sea que nadie ha podido ir a la zona de ataque?
―De momento no.
Kenny cerró los ojos, apretando los dientes.
«Se paciente... no los obligues por la fuerza...»
―¿Son equipo especializado para estos casos? ―preguntó Augustus.
―Claro, para eso se han preparado...
Kenny se apartó de los dos auxiliares y abrió las dos puertas traseras del vehículo. Allí vio a tres hombres y una mujer sentados, esperando.
―Por favor, es urgente que vayan, la guerra allí afuera ha terminado, debe ayudar a los heridos.
―Hemos estado oyendo la conversación ―dijo uno de ellos―. Si no es seguro, no iremos. Primero yo, segundo yo... mil veces yo. Si no se me asegura a mí y a mis compañeros no podremos acercarnos.
Kenny reflexionó en una cosa...
―¿Están esperando una orden?
―Sí, la de una mujer ―dijo el auxiliar más alto―. Ella es quien nos contactó.
Los dos supusieron que se trataba de Stela o quizá de Isabella.
―Si ella no nos responde dentro de una hora, creo que nos quedaremos aquí.
Kenny se estaba impacientando, al igual que Augustus. Si no se daban prisa, todos allí morirán antes de que esta gente se dé prisa. Entendía la situación de estas personas, pero ellos no entenderían la situación que a él le estaba preocupando.
―Hazlo, Kenny ―dijo Augustus―. No queda de otra.
Él asintió, sabiendo a que se refería. Detrás de su pantalón escondía una pistola, así que la desenfundó y apuntó a las personas. En cambio, Augustus sacó un aparato que Kenny había visto en los supermercados, ese escáner de laser rojo que escanea el código de barras de los productos. A diferencia de éste, este escáner era de color azul y escaneaba el rostro de la persona.
Los cuatro alzaron las manos.
Augustus se enfocó en la única mujer mientras él leía la información de ella luego de haber usado el escáner con su cara.
―Caroline Koch ―dijo Augustus―. Mujer casada con un oficinista, ambos tienen dos hijos. Uno tiene seis y los otros ocho años. Solo el mayor asiste a otra escuela porque tiene discapacidad física por lo que la atienden en otra institución educativa ―Augustus alzó la mirada―. Si no quiere que le hagamos una visita a su familia, será mejor que coopere con nosotros ―Miró lentamente a cada uno de ellos, así como a los auxiliares. Sus rostros mostraban miedo―. ¿Están bajo órdenes de RAGE? Pues si su lealtad se servicio solo en la respuesta de RAGE, creo que no queda remedio más que ir a visitar a sus familias.
Todo el equipo de aquella ambulancia se quedó desconcertada.
El auxiliar más bajo tragó saliva.
―Vamos... tratemos de avisar al resto de que es momento de salvar a los heridos.
Kenny suspiró aliviado y después mostró una sonrisa.
Deseaba que sus amigos estuvieran bien.
***
Los primeros que recibieron apoyo fueron Stephen y Liam, quienes ya estaban abandonando el cuartel e iban subiendo la pequeña colina. Los rescatistas y demás personal médico bajaron corriendo con sus equipos para atenderlos.
Muchos rescatistas fueron buscando a posibles heridos, pero muchos de ellos sí que estaban muertos.
Mientras bajaban hasta el cuartel se dieron cuenta que allí estaba una muchacha sin un brazo. La ayudó una mujer que había traicionado a RAGE en el pasado. No sabían si la muchacha seguiría con vida.
Los rescatistas se apresuraron, ojalá pudieran salvar a todos los que ayudaron matando a los DELTA.
***
Ariana se había levantado del suelo, parpadeando con mucha confusión. La cabeza le dolía bastante, pero estaba segura de que se le pasaría luego. Al recordar dónde estaba se estremeció, solo había cadáveres por el suelo. Ariana vio que al fondo de un pasillo yacía el cadáver de Isabella, lo único que quedaba de ella eran los brazos, hombros y cabeza, desde abajo ya no existía nada más que tejidos, piel y huesos negros. Su piel estaba chamuscada, su rostro irreconocible y el cabello se le había quemado.
Se apartó de aquel espectro y avanzó a rastras. Se sentía cansada, deseaba tomar un galón de agua para quitar su sed.
Se palpó el cuerpo esperando buscar heridas, pero estaba ilesa. La explosión había consumido las nano piezas por completo. Aquello que Horace inventó y que George diseñó en secreto, no serían más que historias vacías sin evidencia.
Al subir al primer piso, se tropezó un poco, pero se puso firme al ver que el sol se había posicionado de otra forma. ¿Por cuánto tiempo estuvo allí metida? Al seguir caminando vio en el suelo una máscara rara, tenía la forma de un ojo en el centro. La tiró al suelo restándole importancia y entonces pudo ver que había varios rescatistas a su alrededor.
Cada uno de ellos iba moviendo cuerpos, comprobando quiénes estaban vivos.
Ariana pudo ver el cadáver de Alan Davis siendo cargado por un par de ellos.
Ella soltó un grito ahogado y comenzó a preguntar por su hermano.
―Señorita, ¿está usted bien? ―preguntó un rescatista.
―¡Sí, yo lo estoy! Por favor, quiero saber si acaban de recoger a un chico rubio. Debe tener una cara parecida a la mía.
―No, yo no lo he visto. Apenas vinimos así que...
Ariana dejó de escucharlo, corriendo y buscando entre los cadáveres que yacían en el suelo. Buscó personas que tuvieran cabello rubio. Había tantos cuerpos que se tardó buscando entre todos ellos, aunque también sabía que no podía estar muy lejos. Ariana volteó un cuerpo pensando que era Nathan, pero era un señor con bigote que le cortaron el cuello.
Creyó ver a otro joven rubio como su hermano, pero solo era una mujer que tenía el cabello tan corto como él.
Ariana buscó desesperadamente y de reojo vio el brazo de una mujer que estaba tendida en el suelo. Ariana se había fijado en el tatuaje de los lobos que se habían hechos entre amigos de la Manada de lobos. Al alzar la cabeza vio el rostro de Stela, muerta también. Tenía los ojos entrecerrados y el labio inferior colgando.
La soltó y siguió buscando, si su hermano peleó contra Stela entonces debía de estar por allí cerca.
Siguió buscando hasta que se detuvo en un joven rubio al que uno de sus ojos se le veía como si hubiera reventado. A Ariana se le encogió el corazón, cayendo de rodillas.
―N-Nathan...
Los ojos se le llenaron de lágrimas y giró el brazo donde debería de estar el tatuaje.
Reconoció el ying yang de lobos.
Ariana enmudeció por unos segundos.
Nathan había muerto. Las condiciones del Guerrero Sanguinaria decían que cuando se agotaban los recuerdos felices, al portador se le explotarían los ojos.
Apretó los dientes y a pesar de que su hermano era pesado, lo acogió entre sus brazos. Ariana lloró, estrechando el cuerpo de su hermano. A pesar de toda la guerra que habían tenido que soportar, no logró sobrevivir a la última.
―Tú no debías morir ―Sollozó―. No puedo quedarme sin más familia... ¡No podías dejarme sola!
Sus dedos temblaron, sollozando. Los rescatistas a lo lejos se encogieron de hombros, hicieron señales para enviar a alguien que intente acercarse a ella.
Ariana se enjugó las lágrimas y trató de ver el rostro de su hermano una vez más. Asustada de lo que vería y que sabría que eso se quedará en sus recuerdos, se obligó a sí misma a hacerlo.
Su cuerpo de repente se estremeció, como si hubiera recibido corriente eléctrica que se le subió por completo. Se enjugó bien los labios y miró la cara de Nathan. Un ojo había explotado, pero el otro no. Ariana de inmediato acercó la mano a la boca de Nathan y este había exhalado muy poco.
―¿Nathan? ―Ariana intentó moverle despacio la cabeza en vez de sacudirlo―. ¡Nathan, despierta! ¡Nathan, Nathan!
El parpado con el ojo sano del gemelo Crowell tembló. Lentamente se abrió.
―Cállate ―dijo Nathan en voz baja.
Ariana chilló de emoción y apretó más a su hermano contra su cuerpo. Aunque luego se arrepintió porque él comenzó a toser muy fuerte.
―Lo siento, Nathan, de verdad lo siento.
―Estoy en la mierda... y tú me abrazas más fuerte... ―El gemelo trató de esbozar una sonrisa, aunque hacerlo le dolía. Nathan movió su ojo derecho para ver cómo había quedado todo a su alrededor―. Ariana... no puedo... solo logro ver con uno de mis ojos.
Con una mano temblorosa trató de ver donde antes estaba su ojo izquierdo. Incluso su mano parecía tener poca movilidad, como si estuviera agarrotada.
―No estoy muerto... ¿por qué?
―No lo sé ―respondió Ariana, mostrándole una sonrisa―. Lo importante es que tú estás vivo.
―Y lo importante es que la Marca Sanguinaria desaparecerá.
Los gemelos se sorprendieron al oír la voz, esa era la de Yngvar.
El gemelo abrió bien su único ojo y vio a Yngvar de pie frente a ellos. Ariana se volvió para verlo también. Yngvar les sonreía.
―Mi promesa será cumplida ―dijo Yngvar―. Mi Marca desaparecerá para siempre.
―Entonces este es el adiós ―dijo Ariana.
―Por supuesto. Mi poder se va agotando muy rápido, pero podía aprovechar esta situación.
Nathan trató de mover la mano.
―¿Cómo... sobreviví...? ―preguntó Nathan.
Yngvar sonrió aún más.
―El día que vinieron a visitarme al Rode Skoger, ustedes estuvieron "presentes", ¿verdad? Ese día lo que hice fue reforzar su recuerdo más importante.
―DeSoto ―Susurró Nathan.
―Exacto. El último momento feliz junto a su familia. Aunque eso no impidió que sufrieras los efectos finales a alguien que iba a morir luego de tanto haber usado el Guerrero Sanguinario. El tener el recuerdo reforzado hizo que pudieras vivir, aunque te costará algo de tiempo recuperarte de esto.
―Gracias ―dijo Ariana―, señor, muchas gracias.
Yngvar asintió con la cabeza y con una mano se despidió de los gemelos.
Su cuerpo lentamente se desvaneció.
Nathan esbozó una media sonrisa.
―Así que... esto ha terminado...
―¡Sí, Nathan, al fin! ―dijo Ariana mirándolo a la cara, sonriendo como no lo había hecho en mucho tiempo, aunque su sonrisa estaba mezclada entre lágrimas de felicidad―. ¡Esta guerra por fin ha terminado!
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