CAPITULO 45
26 de junio del 2019
Sucedieron los primeros acercamientos de los Contactos de RAGE y la Manada Delta.
Durante el transcurso de este tiempo no habían interactuado estos dos grupos directamente, se mantenían ocupados con sus propios asuntos a pesar de que estaban en un mismo recinto. Augustus Brennaman resaltó la importancia de que ambos bandos que durante tanto tiempo estuvieron batallando, pues había que mantener una estrecha unión, al menos hasta que la guerra perdure. Cuando finalice ya tomarán caminos separados.
Xavier fue el único que no se vio incluido en esa interacción, tenía demasiado resentimiento después de haber sido capturado que, prefería tomar distancia. Sin embargo, suponía que Liam querría matarlo porque no le apartaba de la mirada en ningún momento, haber confesado su deseo de haberlo matado en el Lonart corrompió esa posible relación. Aunque esta interacción fue muy obligada y forzada, ninguno quería tener a quien anteriormente veía como enemigo.
Stela, por ejemplo, trató de acercarse a Kenny al saber de lo ocurrido con Beatrice. Stela intentó mostrarse agradable con él mientras estaba frente a su laptop con la pantalla iluminándole la cara.
―¿Podría ayudarte con algo? ―preguntó, esperando que el analista hiciera caso, suponía que sí porque las cosas eran sencillas con Kenny. Aunque al ver que Kenny no levantó la vista de la pantalla, trató de insistir―. De verdad quisiera saber si puedo ayudarte.
Siguió sin respuesta. Stela mostró un rostro triste y apretó los dientes, frotándose el brazo.
―Lamento lo de Beatrice, Kenny... sé que sentías algo más por ella y pues...
Kenny no movió los ojos hacia ella, simplemente se puso de pie y buscó otro sitio. Aunque Stela hubiera querido recuperar aquella amistad que tuvo con la Manada, la relación se había roto.
Mientras Stephen, Anna y Nick engrasaba rifles KT-50 que Nick consiguió, Elliot Young se les acercó para sentarse a su lado. Comenzó a hacer lo mismo que ellos.
―Por cómo se comporta tu equipo, veo que ya saben nuestras caras. Por alguna razón lo saben, lo cual me extraña mucho...
―Ustedes ya debían conocer las nuestras desde mucho antes ―respondió Stephen, tajante.
Elliot ensanchó una sonrisa como si un par de ganchos tiraran de las comisuras de sus labios.
―Los Crowell fueron al Rode Skoger, ¿verdad? ―Inquirió Young.
―No te incumbe, chico. Estamos ocupados, ve a otro sitio ―Dijo Nick.
Nick a duras penas volteó la mirada vio como Elliot se acercó tanto a su cara, sosteniéndola con sus manos y restregando su nariz con la suya. Stephen y Anna se pusieron de pie de un salto, alertas.
―Tú no me das órdenes, viejo de mierda ―dijo Elliot en susurro. Chasqueó sus labios como si le fuera a dar un beso y lo empujó dejándolo en el suelo―. Veo que ya no se puede ayudar a los buenos amigos, que desagradables son. Me voy, no porque me ordenas, sino porque a mí me dio la regalada gana.
Mientras lo veían alejarse, volvieron a su labor, calmándose por la situación.
―Maldito lunático ―Terminó diciendo Anna.
Algo que sorprendió tanto a Karina Rose, es que se topó de repente con Brutus. Ella se quedó helada, deseando sacar su pistola para hacerle un agujero en la cabeza. O pueda que quizá desee hacerle tantos agujeros de bala según el límite del cargador.
―Parece que viste un fantasma, Karina ―dijo Brutus.
―¿Qué mierda haces tú aquí? ―interrogó Karina, furiosa―. Juré que si te volvía a ver te mataría. ¿Crees que no sé la mierda que hacías con Cassandra Pounds?
Brutus rió sin ganas.
―Lo dices como si yo tampoco supiera lo que hacías al trabajar para Clayton ―Eso hizo que ella se apartara, como si la hubiera abofeteado―. Clayton era una mierda y murió. Cassandra era otra mierda más y murió también. Las bandas de ambos murieron, ya no están. Creo que ambos debemos dejarnos de tonterías del pasado. Tú y yo hicimos muchas cosas malas, ¿en serio quieres sacar eso justo ahora?
Karina frunció el ceño.
―¿Qué mierda haces aquí? Pensé que habías muerto en Alabama.
―Uy, hasta yo pensé lo mismo cuando supe lo de Clayton. Pero heme aquí ―Brutus sonrió―. Soy un hombre especial, Karina, tengo el mismo poder que el gemelo Crowell. De seguro ya estás enterada de él, por eso estoy aquí. ¿Y tú por qué estás aquí?
―Porque ayudé a los gemelos ―dijo Karina―. A ambos terminé ayudando y ahora estamos en esta rara alianza.
―Pues bienvenida a esta casa de locos ―Comentó Brutus―. Solo seamos compañeros, lo que hayas tenido contra mí ya quedó en el pasado, así como yo también ignoraré tus actos del pasado.
Karina torció la boca.
―Está bien, lo haré.
En cierto momento, Nathan, Ariana, Lissa y Sonya estaban cargando algunas cajas. Como antes estuvieron chequeando la munición y añadiendo bala por bala a los cargadores, pasaron a trabajar en eso. Había un camión recién llegado con armamento que había que descargar para revisarlo.
De repente, Alan Davis se sumó al trabajo.
En el instante en el que Nathan vio que Alan iba a ayudarlo a cargar, se detuvo.
―Oye, no tenemos todo el día, apresúrate ―Dijo Alan.
Nathan torció la mandíbula y continuó ayudándolo. Entre tantos soldados y espías que abundaba allí, ¿por qué tenía que precisamente ser un Contacto el que se juntó a él? Iban a por otra caja pesada hasta que Sonya se propuso a ayudar a Nathan. A Alan no le gustó que se interpusiera tan de repente, como si fuera inútil.
―Yo estoy cargando con él, busca ayudar en otro sitio ―dijo Alan.
―Me importa una mierda lo que opines ―replicó Sonya, oyendo a Nathan siseándola para que se calle.
Alan se relamió los labios.
―Dudo que puedas llevar esto con él ―dijo―. Te ves demasiado débil como para esto.
Sonya resopló y se volvió bruscamente hacia Alan, levantando un dedo.
―Soy tan fuerte que podría ganarte en cualquier juego o reto de fuerza, así que no trates de subestimarme, estúpido.
Alan esbozó una sonrisa viendo el dedo de Sonya.
―Si tuviera mi katana tu dedo yacería en el suelo antes de que te des cuenta. Aunque seas muy fuerte... a saber cuán rápida puedes ser.
―¿Viniste a trabajar o presumir tu poder? ―No fue Sonya quien lo dijo, sino Ariana que estaba detrás de él―. No tenemos todo el día, Alan, sigue trabajando o vete.
Alan arqueó una ceja.
―Saben mi identidad, ¿verdad? Quizá por eso me miraban raro antes, me extraña que lo sepan.
―Eso fue lo mismo que dije, amigo ―dijo Elliot mientras cruzaba al lado de ellos con unas cajas de provisiones.
Alan suspiró y en vez de discutir dejó que Sonya siga con Nathan.
Cuando estaba a punto de caer el sol, Isabella pidió a un espía que la ayude llevando la laptop de Horace junto con algunas piezas de cartón, cajas pequeñas, lápices de colores, pliegos de papel y figuritas de soldados. Al ver que se trataba de Liam, torció la mandíbula.
―Solo llévalos a la oficina que vaciaron recién.
―Está bien.
―Hazlo rápido.
―Me tomaré mi tiempo ―dijo Liam.
―Solo haz lo que te he pedido, sin rechistar.
―Rechistaré lo que yo quiera.
Isabella apretó el puño.
―¿Estás provocándome adrede?
―Tal vez ―dijo Liam, serio.
―¿Me guardas rencor por algo?
―Oh, claro que sí, pero dudo que a ti te importe porque como Contacto de RAGE, "hacías tu trabajo".
Las nano piezas cubrieron el brazo derecho de Isabella, Liam no se inmutó.
―Si quieres llevar tus malditos dientes hasta la guerra más te vale que me respetes, ¿oíste?
―El respeto es algo que a RAGE no le puedo dar, ni mucho menos a su líder. Llegaste cinco años tarde para exigir respeto ―Espetó Liam. Aquello años fueron los que pasaron desde que Liam perdió a sus mejores amigos, quienes fueron asesinados por RAGE.
Isabella alzó el puño, pero se detuvo al ver que en el umbral estaba Rowena y Alicia paradas.
―Déjalo ―dijo Rowena―. No vale la pena pelear con esta basura.
Liam se dio la vuelta, a punto de irse, aunque se detuvo frente a Rowena, mirándole la cabeza.
―¿Qué? ―preguntó ella con seriedad.
―Nada ―dijo Liam―. Solo pensaba que la calva te debió quedar genial cuando los DELTA te capturaron.
Al oír eso, Rowena abrió los ojos de par en par, sintiéndose humillada y avergonzada. Liam siguió su camino sin mirar hacia atrás, se juntó con su antiguo profesor Ernie Kilian para trabajar en otra cosa los dos.
Isabella suspiró, estresada.
―Alicia, ¿puedes ayudarme llevando esas cosas?
―Enseguida ―respondió ella.
―Hay que organizar el plan de ataque. Aunque no sé cómo lo haremos con esta clase de amistad que tenemos entre bandos―Isabella echó un vistazo al resto del edificio, donde varios espías y soldados colaboraban entre sí―. Llama a los Contactos, quiero tener una charla con ellos en privado.
***
Kenny apartó la mirada de su pantalla un instante, viendo como los Contactos se juntaban para encerrarse en una sala. Apartó la mirada y siguió trabajando.
***
La puerta se cerró detrás de Isabella, viendo que los Contactos restantes estaban arrimados a la pared, pues allí no había ninguna silla ni escritorio, tan solo un foco en el techo. Aunque el único en sentarse en el suelo fue Elliot.
―¿Cómo van sus intentos de acercarse a los amigos y viejos profesores de los Crowell? ―preguntó Isabella.
―Un desastre ―dijo Alan, cruzado de brazos.
―Estamos en la última recta para comenzar esta guerra ―dijo Rowena―, por lo menos deberían dejar de lado sus diferencias.
―Es lo que sucede porque son jóvenes rencorosos. Hoy en día estos chicos poco respeto le tienen a gente que es superior a ellos ―dijo Elliot levantando un dedo, tratando de sonar intelectual.
―Tú eres un niño, Elliot ―dijo Stela, riendo.
Elliot se encogió de hombros.
―Un poquito.
―Mi duda es... ―Comenzó a decir Alicia―. ¿Mantendrán el mismo plan que llevaban teniendo desde antes? ¿Matarlos como venganza por Tony?
―Yo digo que sí ―Afirmó Isabella, volviendo a mirar a los Contactos, que también asintieron, a excepción de Stela―. ¿Tú no?
―Es que... no sé, ¿qué caso tiene tratar de matarlos si ya vamos a una guerra donde todos podríamos morir?
―¿Y si no mueren? ―preguntó Isabella. Su hermana iba a replicar, pero ella se adelantó―. Por favor, los hemos intentado matar hace mucho tiempo y parecen tener un ángel salvándoles el culo.
Stela torció la mandíbula. Isabella se acercó a ella.
―Basta, Stela. Basta de esta clase de lamentos estúpidos. Esos a los que tanto viste como amigos ya no lo son, te odian, no quieren saber de ti. Me he fijado en que intentaste acercarte a ellos, pero se apartan de ti como si tú fueras un montón de mierda. Quiero que entiendas de una maldita vez que la amistad que tuvieron antes se acabó, está muerta. Lo que nos queda es tratar de ser compañeros de armas, pero que no los dejaremos con vida cuando sea la hora.
Stela hundió los hombros, apenada.
―No me decepciones cuando más te necesito, Stela. Recuerda por qué papá no está aquí entre nosotros.
Eso golpeó a Stela, no en su corazón, sino en su alma. En cierta forma, fue por culpa de la Manada de lobos que Tony Oldman había muerto.
Stela suspiró y levantó la mirada.
― Tengo que aceptarlo, tienes razón ―Murmuró Stela―. De todos modos, creo que jamás debieron ser mis amigos ―Levantó la mirada viendo a su hermana―. Los mataré cuando sea el momento, Isabella.
―Bien, así me gusta. Si todos estamos de acuerdo con que los cadáveres de la Manada deben quedarse en Alaska, que así sea. Recuerden que deben matarlos cuando el Virus Fantasma haya sido insertado en su sitio, para cuando la información de los DELTA se filtre, daré el aviso de que ataquen a la Manada. ¿De acuerdo?
Al ver que asintieron y nadie ponía una crítica negativa, Isabella asintió con la cabeza.
―Reunámonos con Augustus Brennaman. Esta noche haremos el plan de ataque a los DELTA.
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