CAPITULO 40

Nathan, Ariana, Sonya, Stephen y Rachel tenían listo un coche a eso de las tres de la tarde. También disponían de comida y ropa para viajar. Liam le dijo a Luke, Sasha y Beatrice que quería quedarse, porque quería ver el interrogatorio que le harán a Xavier. El resto de la Manada partió rumbo a Carolina del Norte, primero tendrían que tomar un avión para salir de ese Estado y llegar al otro. Con la ayuda de Augustus pasarían desapercibidos de los espías DELTA hasta llegar a su destino.

Los lobos se despidieron del resto del equipo y abandonaron el lugar.

Mientras ellos iban hacia su destino, el equipo que se había quedado en Marshalltown se encargaría de Xavier.

Nick vio que Xavier se había quedado dormido un largo tiempo en el suelo, todavía estaba como un capullo de mariposa con toda esa cinta de embalaje. Anna le puso unas cadenas en los tobillos y gracias a un soporte que estaba en el techo, tiraron con fuerza hasta dejarlo colgado de cabeza. Lissa rió, aunque en el fondo sentía cierto desdén por Xavier porque todos ellos fueron compañeros en el pasado, junto con los padres de los gemelos. Se habían conocido en misiones o en el programa de espías. Augustus tenía al lado una mesa donde tenía el polígrafo de la ASPM donde Kenny revisaría los signos que marcaba la máquina.

Liam le había envuelto en cinta adhesiva el polígrafo en las manos.

―Despierten a ese idiota ―dijo Nick.

Liam iba a despertarlo hundiendo la cabeza de Xavier en un balde con agua fría, pero él escuchó a Beatrice diciéndole que le dé una bofetada. Hasta Sasha estaba de acuerdo con eso, por lo que Liam obedeció y Xavier agitó la cabeza despertando asustado y alterado por verlo todo al revés.

―No era esa la idea, pero al menos ha despertado ―dijo Lissa.

―Hijos de puta ―Exclamó Xavier, reconociendo a sus captores―. ¡Cuando RAGE se entere los van a matar!

―Ya dejaste de ser una preocupación para ellos, Magnuson ―dijo Anna―. No te encontrarán de todos modos.

―¿Qué es lo que van a hacer, malditos lunáticos? Van a torturarme hasta la muerte, ¿verdad?

Nick lo empujó como si fuera un saco de boxeo.

―Hombre, si me motivas a hacerlo, tal vez lo termine haciendo. Así como con Ernest Urei.

―Sabía que ustedes debían tenerlo, tú te lo llevaste y la agencia trató de buscarlo. ¡A ti trataron de buscarte!

―Y siguen sin dar conmigo, que tristeza. Hablemos de RAGE, Xavier, este tema es el que nos interesa ahora.

Xavier miró con desprecio a Nick.

―No les diré nada.

―Me estás motivando, Xavier...

―¡Pues mátame si así lo quieres!

―Te has vuelto más escandaloso que cuando eras joven ―Reclamó Lissa―. Te pondremos un calmante para que te sientas mejor.

Por detrás de Xavier, Liam le inyectó en el cuello un Suero de la verdad. Arrugó la cara por el dolor y poco a poco comenzó a sentirse diferente, menos violento.

―Esa mierda actúa rápido ―dijo Nick mirando a Augustus―. Es muy buena.

―A ti no te conozco ―Balbuceó Xavier al ver a Augustus, una cara nueva de entre todos los que estaban ahí.

―Soy un espía DELTA ―respondió él.

Eso a Xavier le hizo gracia.

―Colaborando con el enemigo... ¿qué puede ser peor? No pueden confiar en tipos como él...

―¿Y en ti sí podemos confiar? ―preguntó Anna. Xavier ya no dio ninguna respuesta, el pentotal sódico comenzó a surtir efecto en él.

―Hagan sus preguntas ―dijo Augustus.

Nick ya sabía por los gemelos que luego de entrar al Rode Skoger, recibieron información de un Contacto de RAGE. Lo cual redujo un montón de tiempo de interrogación. Le dijeron cosas importantes, como que RAGE quiere matarlos a como dé lugar, pero desde el día de la muerte de Chikae y hasta el día de hoy ha pasado mucho tiempo, le hace falta saber ciertos detalles de ese espacio.

―¿Sabes hacia dónde fue Isabella y sus Contactos?

―Hay varios lugares. Tal vez volvió a Kansas, o tal vez fue a otro sitio de Alabama. RAGE tiene muchos sitios donde concentran a sus soldados.

―Tal vez deberían preguntar por algún teléfono ―Sugirió Kenny frente a la laptop sin levantar la mirada―. Si me da un número es posible localizarla.

―No puedes ―Murmuró Xavier―. Son indetectables.

―Pues yo haré que lo sean ―dijo Kenny con seriedad.

―Dime los números de celular de los Contactos de RAGE, debes habértelos memorizado, ¿verdad? ―dijo Lissa.

Xavier se quedó en silencio unos segundos, pensativo. De un segundo a otro comenzó a decir una serie de números a los que Kenny escribió con rapidez porque él no daba pausas para responder. Hasta que se detuvo al decir la última serie de números.

―Dime, Xavier, ¿RAGE todavía quiere matar a la Manada de lobos?

―Sí. Isabella tiene un enorme odio hacia la Manada, especialmente hacia los Crowell. Les echa la culpa por la muerte de Tony Oldman.

Kenny miró de reojo a Xavier y volvió la vista hacia el portátil.

Liam dio un rodeo hasta detenerse frente a Xavier, quien bajó la mirada.

―Ese día en New Garden, cuando estuvimos luchando por agarrar a Tony Oldman tú estabas en cierto piso, sin munición. Yo te la di y me descuidé un instante dándote la espalda ―Liam acercó la cara a Xavier―. ¿Tú... ibas a matarme?

―Sí.

Los ojos de Liam se entornaron.

―Quería matar a la Manada, esa era mi orden ―Explicó Xavier―. Lograron sobrevivir a las explosiones y a la guerra dentro del edificio. Cuando te vi deseé matarte, pero un inocente bloque me dio en la cabeza y no pude cumplir mi cometido.

Después de que Liam le diera un fuerte puñetazo la cabeza de Xavier se echó hacia atrás, balanceando su cuerpo de atrás hacia adelante- Sus amigos le susurraron al oído golpearlo, aunque Liam quería ir más lejos, deseando matarlo. Los espías adultos no hicieron nada al respecto, sabían que Xavier se lo merecía.

―Un disparo por la espalda, ¿eh? ―Susurró Liam―. No solo eres un traidor, sino un cobarde.

―Y alguien que quizá muera pronto ―dijo Xavier―. Después de esto, RAGE me tendrá que castigar.

***

12 de junio del 2019

Con varios cuidados en consideración por parte de Augustus, los lobos manejaron un vehículo en el que iban siguiendo las indicaciones de Rachel. Viajaron en autobús hasta llegar a un aeropuerto y tomar un avión de ida a Carolina del Norte, descansaron un día y al siguiente tomaron diferentes autobuses para llegar a la ciudad de Raleigh. Nathan y Ariana viajaban en el asiento delantero, mientras que Sonya, Stephen y Rachel en el asiento trasero.

Mientras Nathan conducía hacia la calle que Rachel le había señalado, el resto descansaba. Nathan pensó que eso fue bueno dado que, en mucho tiempo, Sonya, Stephen y Ariana habían tenido largos días ocupados. Rachel siguió dando las indicaciones hasta llegar a la dirección indicada.

Al mirar por la ventana distinguió un museo, Nathan frunció el ceño. En un cartel grande decía que el Museo estaría cerrado por remodelaciones.

―¿En serio es aquí? ―dijo Stephen al tiempo que se estiraba.

―Sí, George me explicó que aquí sería.

Nathan miró por los espejos para ver por detrás y luego volvió su atención a la calle delantera. No se trataba de un sitio abandonado, además, el museo tenía una fachada limpia, tratada. La puerta principal no estaba dañada.

―George ocultó un gran secreto... ¿en un lugar muy concurrido? ―preguntó Nathan.

―Él me dijo que hace unas décadas este sitio albergaba una guarida de espías. Solo que él se adueñó de ésta.

―Supongo que no podremos estacionar el auto en ese lugar.

―No, no será como en aquella vez. Déjalo por aquí para que podamos salir, Nathan.

A pesar de que decía en el cartel que estaría en remodelaciones, no había nadie allí que estuviera haciendo su trabajo.

―Nuestro día de suerte ―dijo Rachel mientras les señalaba el callejón al lado del museo, donde pudieron ingresar por una puerta. Rachel le dijo a Stephen que fuerce la puerta.

―¿Vamos a robar algún cuadro o decoración, tía Rachel?

―Por supuesto que no.

Entraron al museo que tenía las luces apagadas. Ella vio que Stephen encendió la linterna del móvil y ella los orientó por los pasillos. Miraban hermosas pinturas de diferentes épocas y diferentes artistas, pero esto no era lo más importante. Algunas obras estaban bajo una gran lona tapándolas.

Rachel los condujo hacia una entrada que daba unas escaleras hacia abajo.

―¿No hay seguridad aquí?

―Antes de entrar he tocado un Apagador de Sistemas. George me explicó que estaría en la puerta y que solo funcionaría con mi huella digital, así la seguridad de este sitio no saltaría.

Bajaron por las escaleras y Rachel abrió la puerta sin problema, aunque para sorpresa de ellos solo había escobas y trapeadores. Rachel comenzó a toquetear las paredes y el umbral metálico de la puerta, tanteando con sus dedos hasta que sus dedos sintieron que una parte del umbral se podía mover. El marco de la puerta tenía diversas líneas, pero de entre ellas solo un cuadrado se podía descolocar. Rachel lo retiró luego de que este parpadeara en su mano con color verde.

Ahora en el espacio hueco, Rachel acercó el pulgar hacia una superficie lisa, un cristal.

―Saquen esas escobas y entren conmigo.

A pesar de la dificultad de ocupar el espacio como para que todos entren, pudieron caber en ese armario y Rachel puso su dedo en ese cristal. Otra luz parpadeando titiló y el suelo en el que estaban comenzó a bajar. Sonya maldijo, asustada por ver que estaban bajando.

―¿Un ascensor? ¿Justo aquí?

―Claro, querida ―respondió Rachel.

Bajaron bastante y un par de ventiladores se accionaron para que se llenara de aire. Luces levemente amarillentas iluminaron el nuevo lugar. Había una puerta de acero corrediza que solo se podía abrir con la seguridad que había en la parte izquierda. Otra puerta más que activar. Rachel se volvió hacia los gemelos.

―Vengan ustedes dos.

Rachel acercó su mano al escáner.

―Cuando ponga la mano, quiero que ustedes digan Código Esperanza. ¿De acuerdo?

Los gemelos vieron que ella colocó la mano en el escáner dactilar y esta desprendió un color verde por debajo de su palma. Los gemelos dijeron las dos palabras y, en una pantalla más pequeña se movieron unas líneas. Oyeron un fuerte pitido.

VOCES IDENTIFICADAS: NATHAN CROWELL Y ARIANA CROWELL ―dijo una voz robótica femenina.

La puerta comenzó a emitir ruidos metálicos desde el otro lado, parecían haber muchos cerrojos allí dentro. Los gemelos sentían que la sangre se había subido a las orejas y las mejillas, sus corazones se sacudieron con nerviosos estremecimientos. En el interior todo estaba oscuro, pero poco a poco todo fue encendiéndose.

Nathan, Ariana, Sonya y Stephen abrieron los ojos de par en par, hasta la propia Rachel, aunque a ella se le salió de la boca un sonido ininteligible.

El secreto de George Freeman, el Código Esperanza: dos nanotrajes parecidos a los de Isabella Oldman aguardaban en el interior.

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