CAPITULO 4
Rowena se había ido a dormir. Por lo que Horace y Tobyas se quedaron solos, despiertos. Ambos estaban en la mesa del comedor y Tobyas miraba distraído por la ventana de la sala como el agua se escurría por el cristal. La lluvia iba empeorando. Frente a ellos en la mesa estaba una taza de chocolate caliente, cuando Tobyas lo saboreó sentía que la calidez envolvía su cuerpo como una sábana térmica.
Horace se había comedido en explicar el origen de la habilidad de Rowena, mencionando la historia de la mano de Tyr y explicar su activación y función. Horace contó que, por tener tal habilidad, los DELTA quisieron saber si había la posibilidad de descubrir cómo crear el "Guerrero Sanguinario" por cuenta propia a través de alguna droga.
Después de todo aquello que Tobyas escuchó, se quedó en silencio un largo rato hasta retomar la conversación.
―¿Cuál es el verdadero objetivo de los DELTA? ―preguntó Tobyas después de un largo silencio. Había estado asimilando todo lo ocurrido hasta el momento, al menos creía entender bien quiénes lo capturaron―. ¿Quieren conquistar el mundo?
Horace se acomodó los anteojos en el puente de su nariz.
―Ellos ya lo tienen conquistado hasta cierto punto―dijo Horace―. Los DELTA son gente adinerada, de muchos recursos. Preparan armas, pero más allá de las armas, les importa los fármacos, solución de enfermedades y otras cosas más. El mundo de la medicina y farmacéutica genera muchas más ganancias que los asuntos bélicos, pero a costa del sufrimiento de personas en los experimentos. Tengo entendido que hay cinco cabecillas que controlan la organización DELTA ―Horace suspiró y vio su mano―. Cuando me uní a ellos, creí que haría grandes cosas... pero esto no era lo que yo deseaba. He tenido que oír las suplicas y ruegos de mucha gente deseando que me detenga, que no los torture más, que los dejen libre... o que los mate de una vez. Murieron bebés, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Por mis manos murieron tantas personas... solo para saber si los experimentos eran buenos.
―¿Y cómo piensa detener a los DELTA?
Horace levantó la mirada.
―Habría que formar un ejército. Dos o tres personas no lograrán nada contra una enorme organización, pero si juntamos muchas personas lograremos crear un grupo grande. Y tendrá que ser un grupo que pueda influir en las masas, incluso si eso nos convierte en los malos de la historia. Solo así se podrá obtener personas suficientes para ir a Alaska y destruir a los DELTA.
Tobyas asintió.
―Pero al mismo tiempo quiere mostrarle al mundo que ellos existen.
―Por supuesto, pero para ello tengo un posible plan que tomará años.
―No sé cómo yo podría serle útil.
Horace ladeó la cabeza.
―Necesito fuerza militar para formar ese grupo. Y le estoy dando la oportunidad de liderarlo.
Tobyas frunció las cejas.
―¿Yo? ¿Por qué no usted? Se ve más inteligente que yo...
―Liderar, fingir ser leal a los DELTA y organizar los planes son muchas cosas a la vez. No puedo hacerme cargo de mil tareas, por eso necesito a otra persona que podrá permanecer oculto y dirigir a un ejército.
Tobyas frunció la boca.
―No tengo madera de líder.
―Aprenderá con el tiempo, de todos modos, hay buenas referencias en su historial de servicio. Créeme que lo he revisado muy a fondo.
―Pero yo ya no tengo nada más por lo que vivir ―dijo Tobyas, entristecido―. Lorena y Christine han muerto, yo sin ellas ya no soy nada.
Horace se inclinó hacia Tobyas.
―Yo sé que alguien como tú podrá liderar.
―Pero mi...
Horace negó con la cabeza, mostrándose serio.
―Los DELTA te han arrebatado todo, ¿no es así? ¿Por qué mejor no derrocar el poder y control a una organización que seguirá capturando personas como lo fueron contigo y tu familia? ―Horace se percató de haber despertado algo en Tobyas, como si esas palabras lo hubieran hecho reflexionar―. Nos tardaremos muchos años, eso lo tengo previsto. Pero si queremos ganar, tendremos que ser más inteligentes que esa gente. ¿Qué me dices, quieres hacerlo?
Tobyas se quedó callado durante un largo rato y para cuando iba a contestar, lo único que dijo fue:
―¿Tienes alcohol? ¿Cerveza o whiskey?
Escuchar eso solo hizo que Horace se decepcionara y mostrara una sonrisa lánguida.
―Tengo whiskey en esa vitrina, el mejor de todos. Espero que te guste, yo casi nunca suelo beber así que te dejo toda la botella.
***
El sofá de la casa de Horace era muy cómodo, bastante suave de lo que recordaba la cama de aquellas instalaciones de los DELTA. Se sorprendió de lo libre que se sentía allí. Miró por la ventana, quizá podía huir cuando sea corriendo por la húmeda acera que veía, pero intuyó que salir no tendría sentido ya que pensaba que Horace lo querría allí. Así que regresó al sillón otra vez.
Tobyas no sabía qué podía ver a esta hora de la noche en la televisión, pero aun así se aventuró a través de los canales. Se sorprendía de ver como había productos de televentas a tales altas horas de la noche, dudaba que alguien podría interesarse en sartenes de lujo mientras el mundo dormitaba. Horace debió irse a dormir, Tobyas había reconocido su decepción en sus facciones, pero la decisión que le estaba pidiendo ese hombre sonaba muy precipitada.
Acababa de salir del infierno para que luego ser rogado regresar a algo similar o pueda que sea peor. En el ejército le enseñaron a tolerar muchas cosas, pero nada como lo que tuvo que vivir allá encerrado durante... ¿un mes? A Tobyas no le interesaba si hubo pasado años atrapado entre cuatro paredes, de todas formas, había sido una eternidad. Y si los DELTA los atrapaban de nuevo, ahí sería una buena razón para suicidarse.
Destapó la botella de whiskey, una tal "Oldman Label". Sonaba como una marca que Tobyas habrá escuchado antes, pero eso tampoco le importaba. Dio un buen sorbo de la boquilla y exhaló en una mezcla de molestia y satisfacción. Tobyas dio un sorbo más y cambio canales. Estaba dando una película de gangsters en la TV, Tobyas creía reconocerla por el actor y por la ambientación, aunque... ¿importaba? Siguió cambiando canales, sin darse cuenta se veía como un hombre que divagaba en busca de respuestas, como si la televisión iluminara su vida y lo hiciera elegir mejor lo que sería bueno para después. Pero lo peor de pensar en eso es que no iba a suceder. En cierto momento dejó de prestar atención a la televisión a medida que seguía bebiendo.
Oldman Label era una bebida fuerte, le gustó mucho.
De repente comenzó a canturrear una canción, ¿dónde la había oído? En su mente, sonaba distante:
Y los conejitos brincando están
brincando están.
En busca de la madriguera
donde los conejitos dormirán.
Tobyas sonreía al cantar en voz queda, pero su sonrisa fue desapareciendo. Era una canción que oía de un programa infantil de Christine, ella la cantaba y luego él seguía. Normalmente la cantaban en el auto mientras viajaban, incluso recordaba de forma muy vaga que Tobyas y ella la cantaron al regresar, mucho antes de los convoyes militares apeados frente a su coche.
Fue entonces que el mundo perdió equilibrio en los ojos de Tobyas. Se sintió mareado y enfadado. Apretó con fuerza las manos, tanto que creía que haría añicos la botella en sus dedos.
Tobyas y ellas iban en paz, tan tranquilos por la carretera devuelta a casa, hasta que fueron raptados por esos hombres. Y la ira se transformó en tristeza, se sintió derrumbado, acabado. Había visto a Lorena muerta y solo tuvo que oír que Christine fue incinerada. ¿Qué clase de endemoniados experimentos pudieron haber hecho con ellas? Quería, pero a la vez no quería saber qué fue de ambas mientras él estuvo confinado.
Ahora él era un hombre libre, aunque lo más probable es que Horace solo le concediera esta libertad de forma temporal. Si los DELTA descubrían que había escapado y daban con Horace, cualquier posible plan de destruirlos habría sido inútil.
Además, ¿qué es lo que podía ponerse a hacer Tobyas? Su vida pasada parecía estar alejada a años luz de ser importante, lo que Horace le ofrecía no solo era salvación, sino algo importante: vengar a su familia. Sea lo que sea que hayan pasado Lorena y Christine, pudo haber sido mil veces peor de lo que él pudo haber soportado.
Tobyas suspiró. ¿Iba a quedarse con los brazos cruzados y darles la espalda, a quienes antes, significaron lo más valioso en su vida? A pesar de estar medianamente ebrio, pensó que había que matarlos a todos, a cada integrante de los DELTA. Le daba igual si entre los miembros había un conserje, hasta ése tendría que estar muerto.
Entonces Tobyas levantó la mirada y vio que en la televisión una película que tenía pinta de los años sesenta se estaba visualizando en este momento. No sabía de qué iba la película, había una mujer hermosa vestida de luto con una mirada triste sobre una lápida y luego ella depositó unas flores al frente.
―Arrivederci, amore mio ―dijo la mujer.
En otro plano se mostró la imagen de la lápida, acababa de fallecer un tal Tony Messina.
En realidad Tobyas Anderson ya estaba muerto, pensó, tanto para los DELTA como para el resto del mundo, así que había que dejar atrás aquel hombre y renacer como uno nuevo. Tobyas entonces agarró el nombre de Tony, pero pensaba que el apellido Messina no era de su gusto, probablemente podía haberse quedado a esperar a que salieran los créditos de la película para escoger alguno, no obstante, iba a dar otro sorbo a la botella de whiskey hasta que vio la etiqueta.
Oldman label... Oldman... Oldman sonaba como un apellido, ¿verdad?
Tony Oldman fue lo que tuvo al final.
Tobyas sonrió como el idiota que acababa de hacer el mayor descubrimiento de la humanidad. A partir de ese instante, abandonó su nombre como Tobyas Anderson y lo reemplazó con Tony Oldman. Horace había dicho que podían quedarse con la misma identidad o hacer una nueva, y Tobyas decidió que lo mejor era cambiarlo.
Fue en ese momento que Tony Oldman se puso de pie y fue a buscar a Horace. Golpeó su puerta y el hombre salió sin ponerse los anteojos, tenía el cabello desaliñado. Frunció la nariz al detectar el fuerte hedor de la boca de Tony.
―¿Qué pasa? ¿Quieres otra botella, Tobyas?
―No será necesario ―respondió―. Y ya no soy Tobyas, de ahora en adelante seré Tony Oldman. Y seré el líder de su grupo.
Horace dejó de lado el pensamiento de aquel horrible olor a alcohol y sonrió, más despierto que nunca.
―Eso nos convierte en socios, así que espero que abandones las formalidades.
Eso sacó una sonrisita a Tony.
―¿Cómo líder quiero saber, qué propones para comenzar el nuevo grupo?
Horace sonrió y habló alto y claro:
―Deberás asesinar a diferentes personas durante estos años.
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