CAPITULO 3

4 de abril del 2010

Tobyas Anderson abrió los ojos cuando un ventarrón con gotas de lluvia sacudió las ventanas. Miró a su alrededor, se sentía desorientado y con la noción del tiempo desconocida. La habitación estaba en la penumbra podía ser tal vez de noche, había una ventana y por ella se escurrían las gotas de lluvia. Tobyas, sorprendido, quiso levantarse de su cama, aunque le dolió la cabeza de repente.

Inhaló y exhaló, tratando de relajar su dolor mientras masajeaba su cabeza. Entonces se levantó despacio, sus piernas se sentían débiles, pero podía caminar. Abrió la puerta saliendo de la habitación hacia una sala iluminada. En un mueble se encontraba un hombre joven de veintitantos años, al frente estaba una mujer rapada con los ojos enrojecidos, como si hubiera estado llorando por horas. Por su calva Tobyas dedujo que ella también fue un sujeto de pruebas.

«Nunca fue un mal sueño, por mucho que lo haya deseado», pensó Tobyas.

El de anteojos se levantó primero y estrechó su mano. Él no fue un sujeto de prueba, tenía cabello.

―Que bueno que has despertado. Me llamo Horace Maxon. Y la mujer de ahí se llama Rowena Allen. Deja que te ayude a sentarte.

Tobyas fue caminando despacio, sosteniendo la mano de Horace hasta sentarlo en el sofá. Rowena permaneció en silencio mirándolo.

―No entiendo nada ―dijo Tobyas―. Estaba en un lugar de pruebas... experimentaron conmigo y... ―En ese instante llegó el recuerdo de su esposa en aquel recipiente de metal, su corazón se afligió―. A Lorena y Christine las asesinaron...

Eso fue peor, sintiendo un nudo en la garganta y el estómago, quiso llorar. También sintió arcadas, pero se contuvo.

―Puedo explicar todo, pero tendrá que poner atención. Rowena ya me ha atendido; es su turno.

Tobyas asintió, por fin alguien daba respuestas, aunque ya fuera demasiado tarde. Sorbió su nariz y se enjugó los ojos.

―Usted me sacó de ese sitio, ¿verdad? Espero me revele todo, Horace.

―Así será ―Contestó Horace―. Tanto Rowena como tú fueron llevados a unas instalaciones clasificadas por una agencia secreta, la cual se hace llamar "Agencia de Seguridad y Protección Mundial", o mejor dicho con sus siglas ASPM.

―Seguridad y Protección... ¿qué clase de seguridad y protección es la que prometen? Si me han hecho sufrir. ¿Y cómo qué agencia secreta? ¿Cómo en las películas?

―Déjalo hablar ―dijo Rowena en susurro, impasible.

Tobyas frunció la boca.

―De acuerdo.

Horace se retrepó en el asiento.

―Espero me ponga mucha atención porque lo que contaré será mucha información por procesar.

―Estaré muy atento.

―Bien. La ASPM es una agencia secreta que se encarga de la seguridad de las personas de manera discreta. En esa agencia secreta se encuentra mucho personal, en especial espías, los cuales se aseguran de solventar problemas de todo tipo. Tienen cinco instalaciones grandes ―Horace vio como Tobyas había fruncido las cejas―. Lo sé, suena como si fuera muy de película, se podría decir, pero hay una situación que les hará entender que no se tratan de la misma ASPM quienes los capturaron. Quienes los secuestraron fue la organización DELTA, se trata de un organismo mucho más secreto que la ASPM, pero que está vinculada a la misma.

―Un grupo secreto dentro de un grupo secreto... ¿eso me está queriendo decir?

Horace asintió.

―Los DELTA se instalaron en Alaska hace mucho tiempo, tienen una base secreta bastante grande donde realizan experimentación humana. Allí llevan a personas que tengan requisitos fijos, como puede ser la edad, condición física o enfermedad. Tienen diferentes personas a las cuales llevar con requisitos que a ellos les importa y lo que hacen es tratar con esa gente a base de medicamentos o fármacos que crean para prevenir enfermedades o posibles contagios. No hacen estas pruebas con animales, solo personas. Usted como sujeto de prueba tuvo que experimentar diversos medicamentos para comprobar si eran efectivos o si tenían que modificar la fórmula.

―Usted conoce todos esos detalles porque es uno de ellos, ¿no es así?

Horace asintió a la pregunta de Tobyas. Él deseó golpearlo, si era de ellos podría denunciarlo, sin embargo, el hecho de que lo sacara de ahí lo obligó a quedarse quieto y escuchar.

―Llevo trabajando para esa gente desde el 2007. Me seleccionaron para trabajar ahí porque soy un Superdotado, viendo mi potencial intelectual decidieron que podría ser de mucha utilidad en ese campo, así que los ayudé con los experimentos por un tiempo... pero dándome cuenta de que estaba detestando hacerlo. La experimentación humana no es tan simple y mucho menos cuando se atrapan personas que van contra su voluntad. Quería parar eso de alguna manera... pero eso sería imposible intentándolo solo.

―¿Por qué no los denuncia? Debe haber alguna manera... la policía, la prensa...

Horace negó con la cabeza.

―Cualquier posible idea que tengas ya la tienen solucionada. Su tecnología es más avanzada, no se trata de seguridad básica como cualquier cuartel militar. Sino que es fortificada y aprueba de cualquier extracción de evidencia. ¿Quieres sacar información a través de una memoria USB? Pues déjame decirte que los DELTA tienen unas antenas que detectan cualquier dispositivo como ése y puede borrarse la información o simplemente descomponer la USB. ¿Quieres sacar alguna fotografía? Antes de salir te revisan desnudo de pies a cabeza y no te permiten sacar ningún papel. De todos modos, es arriesgado usar papel ahí porque todo está archivado en digital.

―¿Y tomar fotos que se puedan conservar en celulares? Últimamente ya permiten sacar mejores fotos...

―Tampoco funciona ―respondió Horace―. Cualquier dispositivo que salga de las instalaciones termina inservible por las antenas. Además, fue un plan muy complicado sacarlos a ustedes dos.

Tobyas miró de reojo a la mujer que seguía en el sofá, parecía más muerta que viva, ni siquiera pareció pestañear en algún momento de la conversación.

―¿Cómo nos sacó de ahí?

―Para ambos usé un falso pentotal sódico o lo que vulgarmente se refieren como "Suero de la Verdad". Querían experimentar con una fórmula nueva ya que querían prolongar su tiempo habitual de uso. Y como tenía una coloración de un azul más oscuro, me permitió colar otra droga, una que permite una muerte falsa. De esa manera logré matarlo a usted y a ella.

» Con el cuerpo muerto decidí iniciar un plan que serviría para sacar a dos personas de allí, fue muy difícil y arriesgado hacerlo, porque más adelante tuve que usar con cuidado diferentes dosis de escopolamina para que parecieran vivos mientras seguían mis órdenes, aparte de que había que evadir a la seguridad. Los hice pasar por el personal y los saqué de ahí, tuve suerte de que no se percataran de que estaban bajo síntomas de una droga. Al menos los únicos tontos fueron los guardias de la salida.

Tobyas se encogió de hombros.

―Todo lo que viví allá... fue infierno, incluso para Lorena y Christine....

Horace asintió, apesadumbrado.

―Lamento lo ocurrido con su esposa y su hija.

Tobyas volvió a enjugarse los ojos.

―Está a salvo, que es lo importante.

―¿Y qué hay de Lorena y Christine? ―Exclamó Tobyas, enojado―. ¿Va a decirme que no pudo preocuparse por ellas para sacarlas de ese endemoniado lugar?

―Rowena y tú no son los únicos sujetos de prueba que pude liberar, hay cientos de personas que son raptadas en el mundo para luego parar allí. Sin importar de dónde sean, desaparecen de sus ciudades y los llevan a Alaska para experimentar con ellos ―Horace movió un dedo apuntando a Horace y a Rowena―. La tarea de liberarlos pudo costarme la vida o ser parte de la experimentación.

El pensar que la única forma de escapar fue a través de alguien más, daba a entender que por mucho que intentara, Tobyas no habría salido jamás por su propia cuenta.

―Esa agencia ASPM... ¿no sabe de los otros DELTA?

Horace meneó la cabeza.

―A pesar de que los DELTA son de la ASPM, la agencia secreta desconoce la existencia de ellos, ni siquiera sus cinco directores saben de eso.

Eso provocó que Tobyas chasqueara la lengua.

―Ya nos salvó a mí y a ella... ¿qué sentido tenía hacerlo? Es probable que lo descubran con el tiempo.

―No los encontrarán porque, los dos están "borrados del mundo". Ninguno de los dos ha existido y eso permanecerá así, por lo que pueden iniciar con una nueva identidad o con la misma, pero con algunos cambios. De esta forma podremos trabajar.

Tobyas frunció el ceño.

―¿Trabajar en qué?

―En que podamos llevar a la destrucción a los DELTA y no solo eso, me aseguraré de que la verdad de ese sitio salga a la luz. No será cosa sencilla, pero...

Tobyas se abalanzó sobre Horace y tiró de su camisa, acercándolo.

―¿Cree que estoy dispuesto a seguir viviendo? ¡Ya no tengo nada! Perdí a mi familia, es probable que jamás vuelva a ver a mis padres y dice que la única razón por la que nos salvó es para acabar con esa gente, ¿no se ha dado cuenta de que es estúpido lo que quiere, contra gente que tiene una gran tecnología? Solo soy un militar de mierda, no le seré útil. ¿Y ella? ―Miró a Rowena a los ojos―. ¿Ella cómo le será útil?

―Lo que ella hace lo sorprenderá. Te pido que no te esfuerces, Tobyas, aún estás débil.

Tobyas viendo sus temblorosos dedos, suspiró y lo soltó. Horace se acomodó el cuello de la ropa y habló:

―Rowena Allen fue parte de un experimento que, si se lo digo a usted, no me lo creería al principio. Ella tiene algo inusual con lo que nació y se activó recientemente ―Tobyas y Horace vieron que ella movió la cabeza por primera vez―. Ella también es una militar como tú, solo que estuvo involucrada en un tiroteo contra un bando terrorista. Rowena vio morir a varios amigos suyos y de repente... algo despertó. Un poder que le permitió asesinar a muchos terroristas por su propia cuenta cuando era la última en pie. Logró una hazaña increíble.

Horace miró fijamente a Tobyas a los ojos, como si un brillo se distinguiera en lo más profundo de la mirada de Horace.

―Rowena es portadora de algo llamado la Marca Sanguinaria o Runa Sanguinaria ―Rowena tiró del cuello de su camiseta y Tobyas pudo ver un extraño rombo en la clavícula de la mujer―. Es un poder que se transmite y que nadie conoce y que tampoco está documentado en las mitologías. Se le denomina Guerrero Sanguinario. Es un poder que nace de la mano del dios nórdico Tyr y lo que...

―Lo que dice son estupideces.

Horace se calló y sonrió.

―Soy un superdotado, señor Anderson. Yo normalmente aborrezco las fantasías para explicar asuntos de la vida real, pero esto es diferente porque es real. Al principio no me lo creí... un humano con capacidades sobrehumanas para pelear a muerte, ¿en verdad no es algo como para una historia de ficción? Ella es capaz de muchas cosas cuando activa ese poder. Podemos hacer una prueba, solo así me creerá. Los dos pónganse de pie.

Tobyas vio como Rowena se había puesto de pie primero, mucho más rápida que Horace. Tobyas estaba a punto de decir que no estaba interesado en demostraciones y se sentía menos interesado al ver que Horace acababa de traer un cuchillo de la cocina. Se lo entregó a Rowena y le pidió a Tobyas que se levante.

Tobyas suspiró y se acercó a Horace, para saber hasta dónde iba aquella ridiculez de un poder sacado de un dios. O cómo sea que se haya conseguido. Tobyas se puso al lado de Horace y Rowena se posicionó al fondo de la sala, lo suficientemente lejos.

―¿Y ahora qué? ―preguntó Tobyas sin entender.

―Solo pon atención ―dijo Horace. Tobyas de un segundo a otro vio como él sacó una pistola con un silenciador puesto en la punta del cañón. Apuntó al corazón de la mujer y apretó el gatillo. Tobyas, asustado, consiguió mover la pistola para que no la matara, esperando cambiar la dirección.

Sin embargo, una bala sí fue hacia Rowena y ella tan solo blandió el cuchillo por delante.

―¡¿Qué le pasa?! ¿Por qué quiere matarla frente a mí?

―Mírala, no le ha pasado nada.

Tobyas volvió a mirar a Rowena, quien a pesar de que tenía ropa blanca no mostraba un rastro de sangre. Iba a decirle a Horace que pare, pero él se había adelantado y otra bala salió disparada. Rowena sacudió el cuchillo delante de ella nuevamente y oyeron el impacto de metal con metal.

No hubo rastro de sangre, ni una sola herida en Rowena.

―¿Ya te has dado cuenta? ―preguntó Horace.

―La bala... ¿no le dio?

Horace se bufó y disparó tres veces más, a lo que Rowena chocó cada bala con el lado del cuchillo. Las balas habían caído al suelo.

Tobyas, boquiabierto, se acercó a ella intentando buscar alguna herida.

―¿Está bien?

―No tengo ningún rasguño ―respondió Rowena y le enseñó el cuchillo, pues en la hoja se veía los impactos de bala―. Las detuve todas.

Entonces Tobyas parpadeó, atónito. Se volvió hacia Horace quien sonreía.

―¿Ahora me crees? Porque esto es real, tan real como lo que haremos nosotros.

―Destruir a los DELTA ―Masculló Tobyas.

―Sí ―dijo Rowena esta vez―. Destruir a cada uno de los DELTA hasta que no quede ninguno.

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