CAPITULO 21

20 de mayo del 2019

La Manada de lobos se separó de los DELTA que conocieron días atrás. Se habían preparado con sus cosas y salieron del hotel que habían rentado para dirigirse a otro sector diferente. Brennaman les recomendó que salgan lo menos posible ya que debían mostrarse que todo iba con normalidad.

La Manada de lobos fue hacia un hotel diferente. Augustus haría que los DELTA modifiquen las posibles "pistas" que tienen sobre el paradero de la Manada, de esta forma Ariana y sus amigos se podrían esconder. Aunque para RAGE sería diferente, no tenía un rango tan elevado como para darles falsas pistas sobre la ubicación de la Manada, así que él esperó que los soldados pudieran encontrarlos con facilidad.

El equipo viajó hasta el hotel Central Yart, donde ocuparon habitaciones de un solo piso. Beatrice y Sonya compartieron habitación, del mismo modo que Liam y Kenny, y Ariana estaría con Stephen. La habitación de este último par era un poco más grande, así que podrían verse cuando pudieran para charlar. No obstante, había mucho qué pensar.

El hecho de que Augustus entrara en sus vidas junto con su equipo hizo que todo se volviera diferente, incluso más difícil que antes. Había muchas cosas nuevas, las cuales les mantuvo con los ánimos un tanto decaídos, eso no era ninguna mentira.

En la habitación que compartían Beatrice y Sonya, cada una tenía se había acostado en su propia cama. Sonya se mantuvo con la vista al techo, con ambas manos detrás de su cabeza. Beatrice estaba cambiando canales en el televisor, cada programa que iba viendo le interesaba menos y ni siquiera se había dado cuenta que había dado dos vueltas a todos los canales disponibles.

Esperaba ver algo diferente, pero estaba igual de pensativa que su sub líder. Después de mucho tiempo pasando canales, se detuvo en uno sobre que trataba un documental sobre gatos. Sonya miró de reojo el televisor y luego a Beatrice, que se mostraba contenta.

Beatrice al darse cuenta, bajó los hombros.

―Los gatos son hermosos, igual que los perros. No sabría decir cuál me gustan más, adoro ambos porque hace que me relaje un poco.

Sonya se dio la vuelta en su cama.

―¿Desde cuándo?

―Desde que era niña ―dijo Beatrice―. Justo ahora me gustaría abrazar uno. Lo de Luke... bueno, ha sido duro. No esperaba que otro de nosotros terminara muriendo...

―Te entiendo.

―¿Tú también pasaste por algo similar?

―Sí, algunos compañeros míos hace años. Mi entrenamiento fue más rígido, algunos murieron en él. Otros, en cambio, murieron en misión. Una no se acostumbra a esto así de fácil.

―¿Por el hecho de que aquel compañero con el que pasaste mucho tiempo, ya no esté? ―Beatrice vio como ella asintió. Ella suspiró―. Sigo sin creer que Luke esté muerto, creo que nunca lo creeré... como pasó con Stela... que supuestamente estaba muerta y ahora no.

Sonya apoyó su puño sobre su mentón.

―¿Sabes lo que he oído una vez sobre la muerte? Que, si alguna vez descubres que una persona importante para ti ha muerto, una parte de ti lo seguirá negando por mucho tiempo porque existe un vacío. Si Augustus hubiera tenido alguna evidencia que sea diferente a esa tarjeta gris y nos hubiera mostrado una foto de su cadáver, eso habría bastado para cerrar ese extraño vacío.

―Pero eso... ―Beatrice bajó la mirada―. Ver eso dolería mucho.

―Es mejor cerrar esa sensación que perturba la mente, por mucho que duela ―Sonya volvió a recostarse―. Eso tuve que hacerlo yo también con mis compañeros caídos.

Beatrice reflexionó en esas palabras y lo único que le quedó fue aceptar a medias que Luke murió. Era igual que cuando Sasha murió, el único que confirmó su muerte fue Liam, aunque Beatrice nunca vio el cadáver de su amiga.

***

Mientras tanto, Liam y Kenny estaban sentados en un par de sillas mientras miraban la ciudad a través de la ventana. Miraban en silencio los vehículos moverse por la calle y a la gente tan diminuta como si fueran hormigas. Kenny sabía que Liam hablaría en el momento en el que lo oyó bostezar.

―Esto es una mierda, odio tener que estar en esta situación.

―¿Te refieres a todo o algo en concreto? ―Inquirió Kenny.

―Con todo, hermano. Quisiera salir de aquí y sacar a Nathan de donde sea que esté. Un lobo como ése no puede estar lejos de su Manada.

―Yo... aún lamento lo de Luke... creo que debí quedarme, no huir como un cobarde...

Liam miró a Kenny en el reflejo.

―No te mortifiques, Kenny. No sabemos cómo sucedieron las cosas allá, ¿no crees que habría sido mucho peor saber que te hubiéramos perdido a ti también?

―Podía haber hecho algo, tenía este mal presentimiento de que algo malo sucedería si me iba. Casi siempre tengo estos malos presentimientos, quisiera ayudar más que solo estar en el computador.

―Ya lo hiciste, como cuando atacamos la mansión de Harry Maxon. Ahí estuviste en combate, estuviste genial.

―¡Pero yo hablo de hacer más! ―Exclamó Kenny y al darse cuenta que alzó la voz, se calmó―. Quiero decir, siento que no estoy haciendo lo suficiente, ¿sabes?

Liam movió la cabeza para ver a Liam.

―Aportas mucho, Kenny, como Analista nos has dado muchísimo apoyo. Hay cosas que ninguno de nosotros podría y que tú sí, así que recuerda no mortificarte al creer que haces poco en la Manada.

Kenny se encogió de hombros.

―Aun así, siento que abandoné a Nathan y Luke como un cobarde. Ellos me lo dijeron, pero una parte de mí decía que debí seguir ahí.

Liam se sentó con la vista a Kenny.

―Lo importante es que estás bien, estás vivo con nosotros, hermano. Para mí no eres un cobarde.

Kenny se rascó nerviosamente la oreja que había sido lacerada por una bala que Rowena Allen hace unos meses.

―Gracias. Ojalá pudiera ser tan valiente como lo eres tú, Liam.

Liam soltó una risita.

―Es algo que se aprende de las circunstancias. Si crees sentirte cobarde, tarde o temprano podrías ser valiente, pueda que hasta más que yo. Quizá eso haga que abras la boca de una vez con Beatrice y le digas lo que sientes.

Kenny frunció la boca ante el repentino cambio de tema.

―Sé que no has dicho nada ―dijo Liam―. Haz que tarde o temprano lo sepa, porque a pesar de que Beatrice es muy inteligente, ella no se percataría de que tú le gustas. Esa chica tiene mil cosas volando por su cabeza, así que mejor... ilumínala, hermano.

―No es el momento, al menos no con lo que ha estado pasando últimamente.

Liam suspiró.

―Pueda que tengas razón, pero el tiempo corre y... y bueno, no todos podremos seguir aquí hasta el final.

Eso provocó que Kenny se volviera hacia Liam bruscamente. Iba a hacer una pregunta, pero se abstuvo de hacerla. Quería decirle ¿Qué te hace pensar que Beatrice morirá?, sin embargo, las palabras de su amigo calaron en lo más profundo de él y no era absurdo pensar que ella podría morir. O peor aún, que sea Kenny quien muera. Por como iban las cosas, no era ilógico creer que estaban tan cerca de que una bala se introduzca en sus cabezas.

Incluso él pudo haber muerto, pero por suerte la bala solo cortó la oreja, no se metió en su cabeza.

Liam se levantó de la silla.

―¿A dónde vas?

―Hay una licorería a unas calles ―dijo Liam―. Traeré unas botellas, quizá sea más barato que el licor que vendan aquí.

―Pero... no creo que sea el mejor momento para beber.

―Siempre puede haber un instante para beber ―replicó Liam, sonriendo―. Además, tú no te has embriagado conmigo hasta el momento, así que traeré unas bien frías. No tardaré mucho, sabré meter licor de afuera sin que se den cuenta.

Liam cerró la puerta tras de sí y Kenny se quedó solo. A pesar de que nunca en su vida había tomado, quizá sea momento de hacerlo. Al menos por esta ocasión.

***

Mientras que Ariana y Stephen compartían la misma cama, habían dejado la luz encendida, pues Ariana seguía con ese miedo a la oscuridad. Ariana estaba sentada en el borde y Stephen se hallaba acostado. Era bastante alto que por suerte ocupaba todo el largo de la cama.

―¿No hay algo más que podamos hacer por mi hermano? ―Inquirió Ariana mirando a Stephen―. ¿No se te ocurre algo?

―A menos que sepamos dónde está Nathan, en realidad no puedo sugerir algo al respecto.

Ariana suspiró.

―¿Dónde están los adultos del Código Esperanza?

―En otro lado, tal y como lo planeamos. Cuando sea posible los volveremos a ver.

Stephen acercó la mano a la cintura de Ariana y la atrajo hacia él. Le besó los hombros con mucha cautela.

―Tendremos tiempo de privacidad y descanso hasta que sepamos qué hacer, así que es mejor aprovecharlo.

Ariana frunció el ceño.

―No... no me siento tan segura de que ahora me importe la privacidad, solo quiero a mi hermano sano y salvo.

Stephen asintió.

―Lo entiendo. ¿Quieres descansar?

―Sí, un poco. Hay tanta luz que no me molestaría dejarla así.

***

El hotel en el que estaba la Manada de lobos, tenía al frente otro hotel casi de la misma cantidad de pisos, aunque de menor calidad. Se llamaba Peaceland. Mientras ellos se hospedaron en el Central Yart, la Manada de lobos no se daría cuenta de que, en una de las ventanas del otro hotel Xavier Magnuson los estaba vigilando.

Xavier tomaba nota de cada una de las cosas que ellos hacían durante el día, pues debía pasar un informe a Isabella sobre lo que hablaban entre sí.

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