CAPITULO 20
La ejecución del plan de Brennaman dio inicio días después. Se requirió hablar mucho y planificar mucho, recordando que Nathan debía regresar junto a la Manada para que Rachel puedan efectuar el Código Esperanza del que solo ella tenía conocimiento; además, había que considerar la terquedad y orgullo de Isabella Oldman si necesitaban crear una alianza con RAGE, aunque esa parte parecía la más difícil.
Nathan tenía que regresar, eso era lo más importante. La negociación con Isabella llegaría luego, pero por el momento necesitaban al gemelo Crowell.
Considerando esos puntos primordiales, Augustus estructuró las acciones que se efectuarán en los siguientes días. Nathan debía formar parte de RAGE como un soldado más para acercarse a Isabella e investigar algún posible método con el que pudieran derrotarla, también debería robar la laptop que antes le pertenecía a Horace Maxon.
Si la posibilidad de que RAGE enviara a un vigilante para espiar a la Manada, entonces Brennaman usaría ese elemento como un modo de acercarse a los Contactos.
Tomando en cuenta lo anterior, a partir de este momento, todos en la Manada Delta debían volverse unos mentirosos para que el plan tenga éxito.
***
En el transcurso de los días en los que Nathan Crowell se encontraba en su celda, Isabella echaba un vistazo a las pantallas en las que estaba grabando al gemelo, se percataba de muchas cosas, como que él llevaba días alimentándose a regañadientes de la comida enlatada que los soldados de RAGE le hacían llegar. No sentía hambre, ni siquiera un poco, pero siempre se veía obligado a dar un mordisco tras otro. En ocasiones quiso vomitar, pero se abstuvo.
En cuanto al aseo lo dejaban salir a uno que estaba al lado. En su propia celda le daban un bote con mucha agua, shampoo y jabón. El gemelo odiaba tener que asearse mientras los soldados de RAGE estuvieran fisgoneando, al fin y al cabo, se aseguraban de que no hiciera nada extraño para ellos. Isabella no vio nada raro de todos modos.
No obstante, sabía que Nathan no iba a mostrar sus colmillos. Después de todas las cosas que llevaban ocurriendo no tendría buenas razones para atacar a los soldados y querer libertad. Isabella sabía que Nathan debía de seguir planteándose su siguiente movimiento, no obstante, tenía que analizar bien cada detalle que acababa de surgir. Pues por el momento, los DELTA eran lo que daba un dolor de cabeza a Nathan, porque había que considerar muchas situaciones complicadas.
Isabella sabía que podía persuadir a Nathan, incluso él mismo se convencería de que RAGE sería el bando correcto. Además, por la información que recibió de Stela, Nathan daría su vida por su equipo, siempre tomaría las peores elecciones para que ellos no deban sufrirlas.
Solo sería cuestión de tiempo, consideró Isabella.
18 de mayo del 2019
En la mañana, la puerta de la celda de Nathan se abrió. El gemelo se hallaba sentado sobre una silla vieja, en medio de la habitación y con la blanca iluminándolo. Las sombras de su rostro lo hacían ver como una personaba que aparentaba más años, sin embargo, su expresión cansina le hacía aparentar el triple de años.
Isabella ingresó con el nanotraje cubriendo su cuerpo, ocultando una sonrisa triunfante. Cinco días, pensó Isabella, cinco días fueron suficientes para que el gemelo cambiara de opinión.
Nathan levantó su mirada entrecerrada.
―Al fin has llamado ―dijo Isabella.
―Lo he pensado bastante ―replicó Nathan.
Uno de los soldados le pasó a Isabella un asiento para que tome ese lugar frente al gemelo.
―¿Y bien? ¿A qué has llegado, Nathan?
―Me uniré a RAGE a cambio de algunas condiciones.
A pesar del casco que cubría la cabeza de Isabella, Nathan no pudo ver como ella sonreía aún más.
―Te escucho.
El gemelo se inclinó, juntando los dedos.
―Si saben o descubren dónde están mis amigos y mi hermana, espero que no les harán daño. Quiero que dejen de lado a la Manada de lobos. Ni siquiera quiero que los vigilen. Si llego a saber que planean capturarlos o que ya los capturaron, mataré a cada soldado que esté cerca.
―¿Qué pasará si ellos vienen por cuenta propia? ―preguntó Isabella―. Tus amigos son obstinados con querer salvarlos los unos a los otros. ¿Qué harás si vienen?
―Si eso sucede, los van a encerrar. Les darán el mismo trato que yo tuve estos días, pero no les darán opción a unirse a RAGE.
―¿Si nos atacan por sorpresa y estás frente a ellos, qué harás?
―Los inmovilizaré ―respondió Nathan.
Isabella frunció el ceño.
―¿A tu hermana también?
Nathan desvió la mirada un instante y volvió a mirar hacia adelante.
―Sí. De todos modos, mi hermana no puede usar el instinto asesino.
La sonrisa de Isabella se esfumó.
―¿Por qué no puede?
―Recibió un golpe en la cabeza y desde entonces lo ha perdido. Tiene la Marca Sanguinaria, el poder sigue fluyendo en ella, pero no puede activarlo a voluntad.
Isabella echó la espalda al respaldo de la silla.
―Esto sí que es nuevo ―dijo ella, sorprendida―. Sabía que los Guerreros Sanguinarios pueden perder su tan preciado poder con un solo golpe. Recuperarlo no es sencillo. Me sorprende que ella haya terminado perdiéndolo. ¿En qué momento ocurrió?
―Cuando tratábamos de huir del cuartel un espía la golpeó en la frente. Desde ahí no ha podido usarlo.
Isabella asintió con la cabeza.
―Muy bien, me gusta saber eso. ¿Qué otra condición tienes?
―Salir de aquí. No intentaré huir, de eso puedes estar segura, pero odio permanecer encerrado durante días... tengo claustrofobia. Me ha costado dormir en estos días. Si me van a dar otro cuarto, quiero uno que tenga una ventana.
Isabella recordaba pasar a altas horas de la noche a ver las pantallas y veía al gemelo que le costaba respirar. Un soldado había entrado para ayudarlo, pero creía que él escaparía fingiendo.
―¿Desde cuándo tienes esa fobia?
Nathan meneó despacio la cabeza.
―No quiero hablar de eso. Solo diré que pasó cuando tuve que esconderme de la ASPM.
―Está bien.
―También necesitaré un arma ―dijo Nathan.
En ese instante, Isabella se cruzó de brazos.
―No te daré una pistola, no hasta que sepa que puedas demostrar tu lealtad a RAGE.
Nathan bajó los hombros.
―Puedo demostrarlo, de todos modos, no tengo más condiciones. La más importante es que dejen de lado a mis amigos y a Ariana. Si quieres probar que puedo serle leal a RAGE, ponme a prueba.
Isabella se quedó mirando a Nathan y luego se volvió hacia un soldado de RAGE que estaba detrás de ella.
―Trae a la mujer que secuestramos hace unos días ―El soldado asintió y se retiró, mientras Isabella se centró en Nathan―. Cuando Horace murió, perdimos el mayor nexo que nos conectaba con los DELTA, la fuente de información de las cuales sabíamos a quiénes debíamos matar para que eviten ser sujetos de prueba ya no lo tenemos. Aunque Horace nos dejó una lista de las futuras víctimas y descubrimos que una mujer embarazada llegaría a ser sujeto de prueba. Para los DELTA, una mujer embarazada puede también servirles para una potencial experimentación.
Nathan vio como una mujer con el vientre de unos seis o siete meses de embarazo iba siendo arrastrada por el soldado. La mujer con los ojos desorbitados miró a cada persona, no sabía quiénes eran o qué querían, para ella, tan solo eran secuestradores que querrían una recompensa a cambio de ser liberada.
Isabella replegó el caso de nanotecnología y miró a Nathan a los ojos. Su rostro mostraba aflicción.
―Ser parte de RAGE es tomar acciones duras, muy crueles. A mí también me afecta quitarles la vida a los inocentes...
La mujer al oír eso, trató de ponerse de pie.
―¡No me hagan daño, se los suplico!
El soldado tomó a la mujer por ambos brazos y echarlos a la espalda, aunque la mujer forcejaba él la mantenía mucho más aferrada. La hizo quedar de rodillas, con las muñecas atadas con una soga. Ella no paraba de gemir.
―Ésta será tu prueba. Si quieres mostrarme tu lealtad, Nathan Crowell, deberás aceptar que tomarás decisiones difíciles y muy crueles de ahora en adelante. Los Contactos de RAGE también fueron conscientes de una situación similar a esta, así que... ―Isabella desenfundó el cuchillo que tenía el soldado en su funda―, muéstrame, ¡muéstrame que serás capaz de ser uno de nosotros!
―¡Por favor, voy a tener un hijo, no me maten!
Nathan intercambió miradas entre la mujer y el cuchillo. En su mente sintió que esto era demasiado como para ser otro soldado más, no quería matar a alguien que bien podía ser inocente. Deseaba que antes de ejecutarla, lo detuvieran, aunque solo estaba tratando de convencerse a sí mismo de que esa mujer seguiría viva.
Sin embargo, Isabella quería verlo derramar sangre, sería inevitable.
«Estúpido Augustus, tú y tu maldito plan de mierda; no quiero hacer esto».
Con el mismo rostro cansino, tomó el cuchillo por la empuñadura y se arrodilló.
Los ojos de la mujer eran una cascada de lágrimas. Miró a Nathan a los ojos.
―No hagas esto... Dios mío, no hagas esto...
Nathan suspiró y apartó la mirada.
«Perdóname.»
Levantó el cuchillo e hizo un corte profundo en la yugular de la mujer.
Mientras caía al suelo desangrándose, Isabella le hizo un ademán a un soldado para que remate a la mujer con un disparo a la cabeza, con eso el sufrimiento terminaría allí. La mirada de Nathan se despegó y vio a Isabella que ya tenía el nano casco cubriendo su cabeza.
―Aceptaré tus condiciones, Nathan Crowell. A partir de hora, serás uno más dentro de RAGE, pero no como un soldado cualquiera. ¡Serás un Contacto de RAGE!
Nathan se puso de pie.
―¿Cuál número seré?
―No he cambiado la numeración a pesar de que hay compañeros que perecieron, aunque ya lo he decidido; de ahora en adelante, tú serás Contacto 10.
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