Thirteen


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Lía miraba detenidamente y completamente concentrada las cartas en su mano, Marlene por otro lado miraba a la pelirroja pidiendo que esta no tuviera la carta que le hacía falta, se encontraban en el salón en el que McGonagall les había puesto como castigo, ya habían limpiado todo más su tiempo de castigo aún no pasaba por lo que habían pasado el tiempo jugando cartas o simplemente haciendo otra cosa siendo que el efecto de la broma de las chicas ya había pasado y los chicos habían regresado a la normalidad.

—¡Gane! —Lía gritó emocionada al tirar la última carta provocando las quejas de Marlene y Sirius que también estaban jugando—. Idiotas —se mofó.

—Vocabulario, Lía —Nayla le miró sobre el libro que leía.

—Pero no dije nada malo —se quejó cual niña—. Eres un segundo Remus —rodó los ojos divertida ya que según había notado y le había contado su hermana Remus era por mucho el más coherente de los merodeadores.

—¿Remus? —Nayla estaba algo confundida por la comparación estaba segura de haber escuchado ese nombre, más debía aceptar que su memoria no era muy buena.

—Está a tu lado, rubia —se burló Marlene, Nayla giró su cabeza y sintió su rostro calentarse al ver al chico que le miraba con una sonrisa, se apenó demasiado al notar que este había escuchado que no le recordaba.

—Hola —poco a poco ambos entablaron una plática bastante entretenida para ellos teniendo gustos similares y unos amigos no muy normales si les preguntaban.

—¿Cómo demonios puedes ganarnos? —Sirius volvió a arrojar las cartas a la mesa tras perder nuevamente contra la pelirroja.

—Yo quiero jugar —James había estado viéndolos jugar siendo que tanto Peter como Ginger se habían puesto a hablar entre ellos o bueno la chica hablaba mientras Peter asentía y la miraba hablar.

—No —tanto Marlene como Lía le contestaron, Lía tomó las cartas y comenzó a barajear las cartas para repartirlas entre ella y Marlene siendo que Sirius se había negado a jugar solo para ver la técnica que utilizaba la chica para hacer trampa.

—Nadie puede ganarme —Lía comenzó a reír alagándose a sí misma, aunque solo hacía de broma, James tomó las cartas de las manos de la chica y se colocó frente a ella.

—Yo jugaré contra ti —despeinó su cabello mientras se sentaba—. Y te ganaré —sonrió mientras le guiñaba un ojo haciendo que la chica rodara los ojos.

—De acuerdo —aceptó el reto del chico—. Pero hagamos esto más interesante —se recargó en la silla mientras se cruzaba de brazos y piernas—. Si yo gano harás todo lo que yo quiera por una semana.

—¿Y si yo gano? —la miró coqueto y con su sonrisa aún más grande.

—Si tú ganas, tendremos una cita —la respuesta de la chica sorprendió hasta al mismo James.

—Trato —contestó seguro que daría lo mejor para conseguir aquella cita.


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—No puede ser —Lía habló tras varios minutos de silencio—. ¡Gané! —arrojó las cartas, Marlene y ella chocaron los cinco festejando tras una ardua concentración por parte de la chica.

—Amigo, acaba de ganarte una chica —las palabras de Sirius llamaron la atención de todas las chicas presentes.

—¿Qué tiene de malo que una chica le haya ganado? —Ginger se había colocado a un lado del de cabello largo con las manos en la cintura, lista para cualquier cosa que el chico le contestara.

—¡Cállate, canuto! —James había huido colocándose detrás de Remus al notar las palabras de su amigo, en verdad se había colocado en terreno peligroso con sus palabras.

—No dije nada. Lunático —pidió ayuda de su castaño amigo, pero este le ignoró, no se metería en donde no le llamaban.

—¿Canuto? ¿Lunático? —Nayla estaba perdida con tales apodos, demasiado raros a su parecer.

—Así se llaman entre ellos, como apodos.

—¿Y tú cómo sabes eso? —James miraba a Lía recoger las cartas del suelo para después acomodarlas.

—Hablan demasiado alto, agradezcan que procuro ignorarlos y no escucho de más.

—Entonces serían como nuestros apodos —Marlene sonrió con malicia y Lía la miró con el ceño fruncido, odiaba aquellos apodos.

—Ni te atrevas —le amenazó, pero Marlene solo la ignoró olímpicamente.

—No te enfades, zanahoria —alargó la última vocal molestando a su amiga, esto causó la risa de la mayoría.

—Cállate, patito —contraatacó de la misma forma que la rubia, en realidad a ninguna le gustaba esos apodos.

—Estupendo apodo, zana... —antes de que pudiera terminar de hablar Lía le había empujado "accidentalmente" provocando que este cayera de la silla en la que se encontraba sentado.

—Perdón —sonrió como si nada hubiera pasado ignorando de nuevo al de anteojos.

—Son horribles apodos, mejor lo dejamos en pelirroja y rubia —Marlene se encogió de hombros y Lía no podía estar más de acuerdo con ella.

—Aunque Nayla y Ginger no tienen apodo —la pelirroja miró a sus dos nuevas amigas.

—No necesito un apodo —Nayla retomó su lectura.

—Bueno si tú lo dices, aunque he pensado en... —Lía calló de golpe volviendo a sentirse mareada y su mirada comenzaba a nublarse, conocía aquel sentimiento que se arremolinaba en la boca de su estómago y este le asustaba—. No —como pudo intentó dar unos pasos buscando un lugar en el que sentarse, no escuchaba nada a su alrededor y todo el miedo que sentía se acumuló de golpe en cuanto perdió por completo la vista del salón, estaba teniendo otra visión. 




↬Editado↫

Pelirroja W


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