Capítulo 5. Verdades (Segunda Parte)
Thaly volvió a tomar un poco de jugo para calmar su garganta seca y Samantha se vio obligada a agarrar una galleta porque el hambre comenzaba a despertarse en ella, no sin antes revisarla por todos sus lados y olisquearla para confirmar su normalidad y devorarla.
—Algo que se repite en la historia es que cuando un Noide se entera de lo que podemos hacer, algo sale mal. Por eso Samantha y esto es muy importante que lo sepas, los Energéticos —«Enérgicos» murmuró Enrique— vivimos en secreto dentro de los Noides por seguridad.
—Pero ahora somos más, no diría que somos mayoría, ni tampoco la mitad, pero los últimos reportes de La Asamblea indican que somos un 30% de la población mundial —se apresuró a decir Enrique con orgullo— si seguimos así llegará la era donde no tengamos que ocultarnos, o quizás, donde todos seamos enérgicos.
Samantha lo miró sin poder quitar su expresión de sorpresa por toda la información que estaba procesando, empezaba a temer que su cara se quedara en esa forma para el resto de su vida.
—Eso es importante papá: La Asamblea –señaló Thaly agradecida por la intervención de Enrique—. Los Energéticos tenemos un sistema de gobierno con nuestras propias leyes, es bueno que lo sepas. Pero no te imagines un ministro o presidente, en realidad nos dirige una Asamblea que fue escogida en algún momento por la población de Energé... Enérgicos —se corrigió rápido mirando a Enrique antes de que la interrumpiera otra vez— y cada miembro de la asamblea nombra a su sucesor que no puede ser su familiar. Es un sistema bastante obsoleto en mi opinión, porque deberíamos ser más democráticos. Es ridículo que consideramos a los Noides como seres inferiores y ellos si logran tener gobiernos por elecciones libres...
Enrique carraspeó con fuerza mientras extendía la mano sobre la mesa para tomar la de Thaly y hacerla calmar. La política era un tema que siempre apasionaba a cualquier Energético, sobre todos aquellos que como Thaly que no se sentían conformes ni representados por la Asamblea.
—Perdón, divagué —se disculpó Thaly—. Bueno, nuestra Asamblea establece las reglas a seguir con los Noides y velan por su aplicación y cumplimiento. En fin, en líneas generales y trogloditas es como una Asamblea Noide, pero energética y con otras leyes. Ya te tocará aprender más sobre las leyes, lo que quiero es que tengas una perspectiva general... —hizo una pausa y siguió— Para que tengas una idea, los energéticos estamos en todos los ámbitos de la vida de los Noides, tenemos reglas sobre la intervención directa e indirecta, y nuestra Asamblea vigila esas intervenciones. Tenemos nuestra propia policía –Thaly utilizó sus manos para colocar las comillas en policía, mientras Elia soltaba un bufido y volteaba los ojos— y nuestro propio sistema de estudios y.... creo que con eso ya te haces una idea de todo.
Thaly soltó un largo suspiro de resignación y se recostó de la silla. Ya había llegado la hora de la ronda de preguntas y no se sentía preparada para las recriminaciones que pudiera surgir pero no le faltaría la palabra a su hija.
—¿Quieres hacer alguna pregunta? —le dijo nerviosa.
Samantha sopesó todo lo que acaba de escuchar, iba procesando la información en la medida de que su mamá la daba, pensaba: «¿una Asamblea como gobierno paralelo?, ¿30% de la población mundial?, ¿Energéticos?, ¿Energía?, ¿Asamblea?, ¿Nuevas Leyes?, ¿Nuevos estudios?, ¡¿Magia?!». Creyó que iba a colapsar entre tanta información y preguntas, quería hacerlas todas y que no se olvidara de ninguna por lo que se lamentó no tener una libreta para ir anotando sus dudas mientras su mamá hablaba para luego categorizarlas por orden de prioridad, pero entonces un nombre surgió desde lo más profundo de su ser...
—¿Dilas sabía? —arrojo sabiendo lo compleja que era su pregunta.
Thaly lo había estado esperando pero jamás se imaginó que sería lo primero que tuviese que responder. Sin embargo, el entendimiento flotó entre ellas y comenzó a hablar.
—Los Enérgicos recibimos estudios de la educación Noide regular y al mismo tiempo, en casa, los conocimientos propios de los Enérgicos. Cuando un Noide tiene un Enérgico existe un personal especializado que conversa con este niño y sus padres, si se demuestran receptivos, le dan entrenamiento de forma secreta para lograr que se integre a ambas sociedades con más facilidad y sin incidentes. Cuando un niño Noide termina la secundaria puede elegir ir a la universidad; los Enérgicos también podemos asistir a la de ellos pero es indispensable que primero estudiemos en nuestra universidad para profundizar en nuestros poderes, su control y su aplicación sobre las distintas carreras Noides y Enérgicas. Yo no fui a ninguna de las dos universidades, quería un año sabático de los estudios que nunca fueron lo mío. El Enérgico durante toda su vida cursa estudios paralelos y es bastante agotador por eso muchos nos tomamos un descanso antes de ir a la universidad... pero en ese año de descanso conocí a tu papá —afirmó Thaly sonriendo con el recuerdo y después de unos segundos retomó su largo discurso—. Conocí a tu papá en un supermercado, lo había visto en distintas oportunidades pero a la tercera vez él se me acercó, conversamos y terminamos tomando un café. Me contó que era nuevo en la ciudad, que no conocía a nadie, que vino por una transferencia desde su trabajo y yo sólo como imaginaras, solo pude comentarle que estaba esperando para ingresar en la Universidad. Con el tiempo nos enamoramos y decidimos vivir juntos sin casarnos, por eso no pude decirle que era Energética, hay una ley al respecto —aclaró Thaly—,pero no pensé que eso sería un problema pues me encantaba vivir la vida como Noide... Ya te darás cuenta por qué —le dijo a Samantha generando incomodidad en Elia.
Thaly continuó.
—Cuando naciste tú la Ley sí me permitía contarle todo a Dilas y quería hacerlo antes de que un representante de La Asamblea lo hiciera, pero cuando intenté tocar el tema él fue tan escéptico, tan poco creyente que le di largas a la situación, hasta que un día tú te enfermaste, Sami, y ningún médico Noide ni Enérgico sabía lo que tenías —la voz de Thaly se quebró ante el doloroso recuerdo—. Estábamos desesperados, Dilas... tu papá estaba desconsolado y los médicos nos dijeron que no había nada que hacer solo esperar y y que nos preparáramos para lo peor.
Las lágrimas se empezaron a asomar de nuevo en los ojos de Thaly pero nadie la interrumpió. Tomó una bocanada de aire y siguió adelante con su explicación.
—Vivíamos en el hospital, nunca te dejábamos sola. Tu papá se negaba a apartarse de ti, peleaba con todos los médicos y enfermeras, exigía que te hicieran más exámenes. Llegaba a la habitación cargado con infinidad de libros de medicina Noide tratando de encontrar lo que tenías para poder curarte, íbamos a perderte Samantha y nos perderíamos contigo. Así que mi papá... —hizo una pausa y con la mirada le pidió a Enrique que retomara el relato mientras ella se limpiaba las lágrimas.
Samantha los miraba con compasión, la llama de ira que sintió se había apagado.
—Bueno —dijo Enrique con una risa nerviosa—, no fui corredor de carros —aclaró antes, como si esa mentira lo hubiese estado persiguiendo desde hace tiempo—, trabajaba en la sección Judicial de La Asamblea, conocía muchos secretos gubernamentales que en ese momento eran verdaderos secretos, y sabía que en la sección de Investigación estaba realizando trabajos experimentales con la sección de Sanidad en algunos de sus laboratorios...
Elia decidió continuar la historia.
—Y tu tío Ánthon trabajaba en uno de esos laboratorios... Teníamos mucho tiempo sin vernos y hablábamos poco, pero esa noche lo llamé y le rogué que te ayudara. Así fue como él vino al día siguiente, entró al hospital como si fuese el dueño, te examinó y exigió tu expediente médico con autoridad. Revisó todos los informes y aunque no dio con un diagnóstico, dijo que podría ayudarte —señaló Elia con esperanza en su voz—. Enrique, Thaly y yo nos reunimos con él sin decirle nada a Dilas, pues debíamos saber primero qué podía hacer por ti. Entonces él nos dijo que no podía revelar nada pero que donde él estaba trabajando había ciertas medidas que podían mejorarte. Eso nos alegró muchísimo, era todo lo que queríamos escuchar, fue entonces cuando Thaly preguntó por las medidas...
Una Thaly más recompuesta interrumpió diciendo:
—Me dijo que eran experimentos aún, que no habían sido probadas en ninguna persona, pero que... se esperaban resultados muy favorecedores. No quiso revelar nada más y me aseguró que, en el peor de los casos, si no te curaba tampoco te empeoraría y en el mejor de los casos te sanaría. No necesité escuchar más para aceptar, pero tenía que contarle a Dilas... Me reuní con él, no tenía tiempo para explicarle todo lo de nuestro mundo que él aún se negaba a aceptar, así que solo le dije que Ánthon trabajaba en un laboratorio, que hacían experimentos y que podía hacer algo por ti. Dilas tampoco dudó porque deseaba verte curada y tu cada vez estabas más débil, la fiebre te hacia delirar, no respirabas bien —le contaba Thaly tomando la mano de Samantha y estrechándola con fuerza entre las suyas—... Sin perder tiempo esa misma noche te sacamos del hospital. Al llegar a casa Ánthon apareció con un maletín, nos pidió que saliéramos de la habitación y se quedó solo contigo. A los 30 minutos el salió contigo caminando agarrados de la mano, con tus cachetes rosados, los ojos vivos y despiertos. Tú me dijiste: «mami, tengo hambre» y todos nos pusimos a llorar mientras te abrazábamos por turnos.
Las lágrimas ahora reinaban en aquella mesa de comedor. Samantha no pudo evitar contagiarse y sentirse emocionada por la historia, eso terminó por apagar la rabia que había sentido horas antes.
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