Capítulo 19. Espía



Las sesiones de práctica entre Ythan y Samantha obraron buenos resultados. Samantha ahora tenía un mejor dominio de su energía y había ganado confianza para manejarla y conocimientos para defenderse. Pero no fueron los únicos resultados de todas esas sesiones, Ythan tambien se había abierto hacia ella con cada sesión por lo que los sentimientos que alguna vez había sentido Samantha por él y que había creído desaparecidos, resurgieron y se fortalecieron.

El solo hecho de que Ythan mencionara su apellido verdadero había marcado una tónica distinta entre ellos. Es como si la barrera que existía entre ambos se hubiese derrumbado con cada sonrisa, cada comentario gracioso, cada contacto y cada abrazo. Y no solo el cambio de Ythan eran con Samantha, con Sai y Val se había mostrado más cómodo e integrado, sin que pasara desapercibido.

Otra consecuencia de las prácticas con Ythan era la mejoría notable de Samantha en sus clases. Ni sus profesores podían continuar considerándola desnivelada con respecto al resto, lo que constituía un gran logro en sí. Era inevitable que sus profesores lo comentaran con alegría, pues ella seguía siendo la nieta tardía de Elia y Enrique. Sin embargo, estas buenas noticias llegaron a oídos de Markus y sus bullkens, para los que por supuesto no resultaron ser buenas, pues ahora se sentían cohibidos de intentar algo contra ella, aunque las oportunidades habían existido.

Ahora Samantha tenía sentimientos encontrados. Por un lado estaba Sai, con quien las cosas se habían calmado y volvían a la normalidad, y por otro lado estaba Ythan que debajo de su coraza había demostrado ser gracioso y amable. A veces, cuando Samantha se sorprendía viendo a Ythan con ojos distintos a la amistad se reprendía pues consideraba que después de lo de Sai aún no estaba lista, y que si llegase a pasar algo entre ellos podía afectar la calma lograda con Sai. Esta diatriba personal le comenzaba a quitar incluso horas de sueño.

—¿En qué piensas? —le preguntó Ythan mientras se sentaba a su lado.

—Creo que hoy no habrá práctica —dijo Samantha más apesadumbrada de lo que le hubiese gustado mostrar.

La última clase de la semana, siempre era la mejor recibida por todos, pero unas gotas empezaron a empañar el humor. Antes de poder responder, una creciente y sorpresiva lluvia los hizo correr a todos a la universidad para cubrirse.

—No te vas a escapar de mis clases jovencita —la reprendió como un buen profesor que era— aquí sobran los salones vacíos.

Todos entraron detrás de él. La lluvia sonaba feroz llegando a aturdirlos con su sonido. Las grandes gotas de agua corrían por las ventanas del salón, imposibilitando la vista hacia el exterior e incluso disminuyendo la poca luz del día que intentaba filtrarse dentro del salón. Sai y Val tomaron asiento como quien espera una obra de teatro con ansiedad. Ythan le dio una rápida mirada a Samantha para consultarle si aprobaba el público y ella le respondió de la misma forma. Le gustó la delicadeza de Ythan de consultarle, a sabiendas de que él no haría nada si ella no quería. Pero sobre todo le sorprendió el entendimiento que tuvieron con sus miradas.

—Ya que hoy tenemos público, ¿qué tal si los usamos? —dijo Ythan a la muchacha con una sonrisa completa en su rostro

Se ruborizó y rezó para que no se dieran cuenta.

Sabiendo a que se refería Ythan, concentró su energía para hacer levitar los asientos de sus amigos. Era un buen peso en conjunto y le generó cierta ansiedad positiva saber que era capaz de hacerlo sin problemas. Para la sorpresa de sus amigos, que aún no habían sido testigos presenciales de sus avances, ambos hicieron exclamaciones de sorpresa y se sujetaron con fuerza, hasta que Samantha los hizo posar con suavidad en el piso.

Miró de soslayo a Ythan por debajo de sus pestañas y le dedicó una sonrisa, más coqueta de lo que ella proponía; las mejillas de Ythan se mancharon de rosa pálido y giró el rostro para disimularlo, esa picardía era más de lo que él podía soportar. Samantha reunió una gran dosis de energía y la distribuyó a lo largo de todo el salón, incluyendo a todos sus amigos. Era algo que había hecho en el pasado a modo de práctica. Cerró los ojos, suspiró para mantener su concentración y sin más, el aula entera comenzó a vibrar emitiendo un leve zumbido. Cuando abrió los ojos todos estaban flotando a un metro del suelo. Val, Sai, Ythan, los libros de los estantes, el escritorio y la silla del profesor que estaba a su espalda. Los distintos instrumentos, adornos e incluso los cuadros se levantaron de su reposo y ascendiendo con lentitud hasta al techo. Todo lo que no estuviese sujetado al piso ahora estaba en el aire y continuaban ascendiendo, como si hubiesen perdido toda gravedad en ellos.

—¡Ay! —dijo Sai divertido, mientras su cabeza tocaba el techo.

Samantha rio y los devolvió a cada uno a su sitio con gran agilidad. Sai y Val saltaron hacia ella sin esperar tocar piso y la abrazaron. Sabían que su amiga era capaz de levantar su casa entera, como una vez ella misma les había contado, pero verlo era algo por completo distinto, verlo y ser parte de eso era alucinante, pero lo más sorprendente para ambos es que se mantenía en pie sin problemas y sin cansancio.

Ythan aunque tenía mejor conocimiento del alcance de la energía de Samantha, tampoco había presenciado algo como aquello hasta este momento, por lo que sentía su pecho inflado de orgullo, al felicitarla le dio unas pequeñas palmadas en su hombro en un gesto torpe. De haber estados solos Ythan la hubiese envuelto en un cálido abrazo, como siempre aprovechaba para solía hacer pero estando en grupo no se atrevió.

—Eso ha sido impresionante —agregó Ythan a su torpeza.

—¿Cuantos kilos...? —empezó a calcular Sai— ¿Trescientos?

—Más, entre nosotros, los pupitres, el escritorio... —Val pasaba una vista por el salón haciendo cálculos mentales.

—Pero no me impresionaron los kilos, me impresionó el control sobre todo, nada se salió de su sitio, nada se rompió... — Ythan estaba orgullo.

Un poco apenada Samantha les dedicó una pequeña y tímida sonrisa.

—Empiezo a entender... —meditó Sai— porqué Markus quiere medirte.

—Deberíamos pedirle el sensor prestado —burló Val—. Yo la sujeto.

—Ja Ja Ja, muy graciosos —bufó la aludida.

Pero ellos comenzaron a dar pasos lentos con las manos alzadas como si fueran a saltar sobre ella en cualquier momento.

—¡Basta! Me están asustando... ¡no es gracioso! –asustada, se levantó de prisa— Ustedes no...

Sin terminar la frase y como si tuviese voluntad propia, su mano acarició su brazo, allí donde una pequeña marca blanca le recordaba la tortura que había sufrido. Las risas de los amigos cesaron.

—Perdón Sami, fue una broma muy mala — Val se acercó para tomar la mano de su amiga.

Los otros asintieron.

Una bocina estruendosa y un motor viejo frenándose, se escucharon a lo lejos. Sai y Val se apresuraron a tomar sus cosas, se despidieron con rapidez y corrieron por la universidad hasta el autobús.

Samantha a medida que había tomado conciencia de su energía, ella también entendió las ansias de André y de Markus de medirla, y comprendió porque estarían dispuestos a lo que sea para lograrlo, esa posibilidad le había estado quitando el sueño más veces de las que quería confesar. «¿Hasta dónde serian capaz de llegar?» se preguntaba una y otra vez. Sabía que no la matarían, o no al principio, pero poco le importaba si la maltrataban, si la torturaban, obtendrían esa medición como diese lugar. «¿Y después qué?» se cuestionaba, «después quizás me apresen para experimentar conmigo y tendrán que apresarme porque no iré sin dar pelea».

—¿Quieres practicar un poco más? —consultó Ythan un poco dudoso sacándola de sus elucubraciones que la mantenían con el ceño fruncido.

—¿Qué? Ah sí, por supuesto —respondió mientras se alejaba de esos pensamientos tan lúgubres.

—Solo fue un mal chiste, ¿lo sabes, verdad? —insistió Ythan— Jamás te haríamos daño. No lo permitiría. Y yo, jamás te haría daño —sostuvo con énfasis en la última frase mirándola con intensidad a sus ojos.

Una pequeña corriente eléctrica los entrelazó a través de esa mirada, era imaginaria, no había energía circulando, pero ambos la sintieron.

—Si lo sé, es solo que... —suspiró sin perder la concentración— hasta yo quiero medirme, ahora entiendo porque ellos están dispuesto a lo que sea y eso me asusta. Porque si llegaran a lograrlo ¿Qué harían despues?.

—Tranquila, no estás sola —le aseguró él—. Además, con gran probabilidad yo estaré por allí para rescatarte —agregó con tono cansino y un suspiro dramático.

Indignada sin darse cuenta de la burla escondida, Samantha cruzó sus brazos

—Para ser el que siempre me rescata deberías ser menos idiota.

—Estas pensando en príncipes azules, que por lo general son rubios y galantes. Y yo en cambio, tengo el cabello negro — Ythan tomó su propio cabello—. El moreno es el malo o el «idiota», así que no me pidas mucho.

—Los príncipes también pueden tener el cabello negro —lanzó arrepintiéndose en el mismo segundo en que terminó la frase.

A su espalda, la sonrisa que surcó el rostro de Ythan fue tan amplia como era posible. Con una ceja arqueada susurró muy cerca de su oído.

—¿Quieres que sea tu príncipe?.

El aliento de Ythan golpeó en su cuello produciéndole un escalofrío mientras sus vellos la traicionaron erizándose como un gato. El calor de su cuerpo se reflejaba en Samantha contrastando con las ondas frías de energía que salían por sus poros. Ythan permaneció detrás de ella, más cerca que cualquiera otra vez.

—Has que se muevan por la habitación —musitó.

Intentando no perder la concentración Samantha comenzó a mover los objetos que antes solo permanecían estáticos en sus sitios, titubeando impulsó la energía necesaria para que se movieran con pesadez en las direcciones en que Samantha deseaba. La pata de uno de los pupitres rozó el piso y emitió un sonido chirriante. Era difícil permanecer concretada cuando no podía dejar de pensar en la cercanía de Ythan.

—Tienes que aprender a mantener tu concentración aunque hayan factores que... —se posicionó tan cerca como fue capaz— te puedan distraer.

Estaba casi rozando con sus labios al lóbulo de ella y ese mínimo contacto fue lo que bastó para que Samantha perdiera su concentración como hacía mucho tiempo que no pasaba. Con un estrépito sordo los objetos se derrumbaron hasta el piso. Los instrumentos tintinearon al caer, algunos de vidrio se quebraron y los pupitres se esparcieron desordenados por todo el salón. El golpe fue tan fuerte que el suelo retumbó bajo sus pies.

Ante el bullicio causado, Ythan tomó a Samantha por la mano y salieron del salón corriendo por el pasillo vigilando no encontrarse con nadie en su huida. Derraparon en una esquina cuando una puerta se abrió y pegados a la pared, escucharon unas pisadas enfurecidas que se comenzaban a acercar. Ythan, sin soltar el agarre de Samantha, volvió a correr en sentido contrario.

Samantha iba aferrada con fuerza a la mano de Ythan, estaba molesta consigo misma por no haber podido controlarse. Se sentía estúpida y avergonzada. Cuando salieran de esta no podría mirar a la cara a Ythan. ¿Qué le iba a responder cuando exigiera una respuesta de lo ocurrido? No podría decirle que había estado pensando en él tan cerca de ella, en el calor de su cuerpo y el cosquilleo de su piel, en él y su aliento mentolado, en él besándola... y con esa imagen en su cabeza, tropezó.

Sus pies se enredaron y cayó al piso arrodillada, casi tumbando a Ythan en ese proceso. Se frenó y la tomó por la cintura para ayudarla a levantarse. Sus manos se quedaron allí hasta que confirmó con la mirada que estaba en condiciones de seguir. Entrelazó sus dedos con los de ella y continuaron con la carrera.

Dieron varios giros más y atravesaron el patio interno del edificio Q mojándose con la lluvia que aún insistía en caer. Samantha sintió un ligero temblor recorrerla, era Ythan que estaba riéndose y su risa fue contagiosa para Samantha. Pero dejaron de hacerlo cuando escucharon otras puertas abrirse. Cuando los profesores comenzaron a salir de los salones, Ythan invocó su energía y abrió la puerta más cercana, tomó a Samantha por la cintura y la empujó dentro del salón. Cuando entraron cerró la puerta con su energía.

—Aquí —señaló, arrodillándose debajo del escritorio.

Escucharon los pasos de los profesores corriendo apresurados por los pasillos, estaban buscando a los responsables del destrozo del salón. Ythan sabía que debían estar buscando a cuatro estudiantes, tal destrozo no lo causa una sola persona. Ahogaron unas risas nerviosas y cómplices.

Estaban apretados debajo de ese escritorio, con sus ropas humedecidas por la lluvia que les tocó atravesar. Samantha estaba sentada de espaldas a la puerta, Ythan arrodillado de frente a ella. Sus piernas estaban entrelazadas y sus brazos se tocaban con cada minúsculo movimiento. Y la electricidad volvió a aparecer entre ellos. Samantha se perdió una vez más en sus pensamientos, y mirando a Ythan detalló con atención sus cejas gruesas y perfiladas, sus labios carnosos, su mandíbula tensa, las gotas de sudor y lluvia que corrían por su sien, su pecho subiendo y bajando con rapidez. Ythan se inclinó un poco tratando de escuchar lo que pasaba fuera del salón.

Un mechón húmedo se desprendió sobre su cara y Samantha sin pensar alzó su mano para apartárselo. Abochornada por lo que acababa de hacer bajó su mirada al tiempo que retiró su mano. Sintió en una fracción de segundo cómo Ythan se inclinaba hacia ella, pero se negó a ver. La electricidad entre ambos podía palparse.

El gesto de Samantha lo abstrajo de su misión. La contempló por unos segundos, luchando con sus pensamientos, tal como lo había estado haciendo ella. Por curiosidad más que por valentía ella se atrevió a mirarlo a los ojos a través de sus pestañas. Nunca había deseado nada como en ese momento: quería un beso de él; se humedeció los labios sintiéndose frustrada por ser tan torpe para tomar lo que anhelaba.

Ythan por su parte tenía días y noches enteras batallando con el deseo de besarla; no debía, no podía, no lo tenía permitido, pero siempre terminaba en esas ridículas situaciones donde sus bocas se encontraban a centímetros. Odiaba cuando la veía así, porque era cuando más le costaba alejarse para no besarla; y como nunca la había visto menos que bella, la odiaba todo el tiempo.

Y allí estaban frente a frente, siguiendo la curva de sus labios con la mirada. Cuando ella se humedeció sus labios al mismo tiempo que lo hacía él, y lo miró a través de sus pestañas una vez más, perdieron el poco control que les quedaba; el la tomó por el mentón para subir su rostro y ella agarró sus manos para encontrarse en un beso.

Sintieron sus cuerpos electrificados, serenos por fuera y convulsionados por dentro. Iniciaron con un beso suave donde apenas sus labios se rozaban, pero se convirtió en un roce desesperado, donde sus bocas no querían separarse. No importaba el ruido de los profesores aún en los pasillos, no importaba el peligro en que se encontraban.

Para Samantha ya no tenía sentido negarse a sí misma que le gustaba Ythan. Movió su cabeza para acoplarse mejor y, en respuesta, los labios de él presionaron los suyos. Sabían tal como su aliento. Una de las manos de Ythan se deslizó desde su mentón por la línea de su mandíbula hasta sostenerla por el cuello, con su otra mano la tomó por la espalda y la arqueó hacia él. Ella agradeció el movimiento, necesitaba sentirlo lo más cerca posible. Ella con una mano se aferró a su camisa y con la otra acarició su cabello negro que se enredada entre sus dedos.

Ythan estaba febril, ¿o era ella? No importaba siempre y cuando el beso no acabara.

* * *

Samantha entró casi flotando, en sentido figurativo, en su casa aún reviviendo el beso. Habían sido interrumpidos por un profesor que ingresó al salón buscando a los responsables. Cuando el profesor caminó hasta el fondo del salón, se escabulleron hasta el estacionamiento, donde ya Thaly esperaba.

Enri salió de las sombras que ocultaban el pasillo.

—¿Cómo te fue en la universidad? —preguntó asustándola.

—Bi Bien... —tartamudeó. Sentía como si su abuelo pudiese ser capaz de lo ver lo que ella estaba pensando.

—Hola papá —Thaly besó en la mejilla a Enrique y siguió caminando.

Cuando Enrique comprobó que Thaly ya no escucharía se acercó a Samantha que ya estaba alertada por su actitud.

—Descubrí algo —Enrique la apartó del pasillo antes de comenzar a explicar—. Como sabes trabajo en la sección de Judicial, llevo control de todos sus archivos en nuestra base de datos, si fuese Noide sería un informático, lo cierto es que aproveché el tiempo de hoy para buscar a Ythan en los archivos de Defensa, se me ocurrió que quizás tenía un pasado penitenciario, cuando por accidente descubrí una transferencia de datos que hicieron desde Sanidad. La información decía confidencial con tres niveles alta esfera de aprobación, por lo que no pude saber qué transfirieron —ante la confusión de Samantha aclaró antes de continuar—, cada nivel de aprobación es una firma de un jefe de departamento, si son de alta esfera significa que las firmas que lo aprueban son las de los directores de las secciones. Bien, la curiosidad pudo más que mi prudencia, así que probé entrar entonces en los archivos de Sanidad para ver si habían transferidos datos con ese mismo grado de confidencialidad. Pero cuando pensé que no había nada, conseguí toda una carpeta exclusiva encriptada de los laboratorios, los mismos niveles de confidencialidad, creo que Sanidad transfirió datos de la carpeta de los laboratorios a Defensa.

Enri tomo una pausa viendo la cara de Samantha, no sabia si estaba siguiendo el discurso a cabalidad.

—Te explico mejor: cada vez que se transfieren datos entre las secciones se debe rellenar una ficha técnica que debe decir entre otras cosas la fecha de la transferencia y se crea el espacio donde se colocaran dentro de la sección donde serán transferidos, la fecha de la creación de ese espacio queda encriptada dentro del código, solo los encargados de manejar y manipular los datos podemos reconocerlos siempre que estemos buscando esa información, de lo contrario pasa desapercibida. Ahora, en la ficha de los datos de los laboratorios que Sanidad transfirió a Defensa decía que habían sido transferidos tres días antes del operativo que desmanteló los laboratorios, pero la fecha de la creación del espacio donde fueron colocados era tres años antes de la desmantelarían de los laboratorios. Que además coincidía con la misma fecha de creación de la carpeta encriptada de Sanidad de donde salieron esos mismos archivos.

—No entiendo— Samantha estaba bastante confundida.

Enrique respiró profundo.

—Ya sabes que Sanidad e Investigación llevaron en conjunto esos experimentos prohibidos, porque se hacían en los laboratorios e instalaciones que compartían. Defensa dijo que apenas descubrieron esos experimentos solo tardaron tres días en armar la operación que los desmanteló. Pero los archivos de los laboratorios que tenía Sanidad y los de Investigación fueron creados en la misma fecha que los archivos que tenía Defensa. Solo hicieron una transferencia de datos desde Sanidad y rellenaron la ficha colocando que habían sido transferidos tres días antes de la desmantelación, pero la verdad es que Defensa había tenido todo el tiempo la misma información que las otras dos secciones y de hecho formaba parte de los niveles de alta esfera de aprobación.

—¿Eso qué significa?.

Frustrado, sostuvo el puente de la nariz y buscó explicarle.

—Significa que Defensa trabajaba en conjunto con Sanidad e Investigación en esos experimentos, que siempre estuvieron enterados de todo y que fingieron no saber cuándo los desmantelaron. Todo fue una patraña.

Samantha abrió los ojos asombrada e inhaló con fuerza cuando comprendió lo que su abuelo estaba diciéndole.

—Pero eso no es todo —continuó Enrique—. Le pedí ayuda a Rafael en Defensa para tratar de confirmar la información de la fecha de los expedientes transferidos; él tiene apenas dos años en esa sección, pero mucho más tiempo trabajando con Educación, un buen hombre, amable y honesto. Cuando me venía a la casa me sorprendió en las escaleras de emergencia y me dijo... —Enriquellevó a Samantha hasta la sala antes de continuar— Me dijo que las fechas eran correctas, pero que no insistiera en buscar lo que no se me había perdido. Y antes de irse me susurró «Enrique, los experimentos nunca cesaron, solo aprendieron a ocultarlos mejor».

—Pero... —Samantha tartamudeaba asustada.

—Samantha —la interrumpió Enrique— si eso es cierto, la situación en la que estamos es peor de lo que pensé; significa que Defensa siempre estuvo al corriente de los experimentos, y si lo que me dijo Rafael es cierto, entonces no hubo un cierre del caso, y siguen trabajando en los experimentos. Son tres de nuestras secciones trabajando en algo de lo que no quieren que nadie sepa. Sin defensa resguardando no hay límites, no hay quien supervise, no hay a quien acudir. No serán frenados, ni capturados. Hay más de doscientos energéticos que trabajan en Sanidad y otro tanto igual en Investigación, y el doble en Defensa, no sé cuántos estén inmiscuidos en eso, pero debe ser un número muy alto.

—¿Y esos culpables que capturaron? —preguntó Samantha.

—¿Y si no eran culpables? —agregó su abuelo— ¿Y si fueron los que quisieron exponerlos, o se negaban a seguir realizando los experimentos?

Samantha se tapó la boca.

—Defensa los expuso primero para poder culparlos y tal vez matarlos después —acertó Samantha.

Enri asintió con lentitud. Por fin había llegado a la misma conclusión que él con lo descubierto.

—Abuelo, ¿y si por eso me quiere André? Si los experimentos siguen y todo lo que había en los laboratorios fue destruido, eso me convierte en la única que tiene la clave del éxito de los experimentos de mi tío.

La frente de su abuelo se le surcó en mil partes y Samantha casi pudo ver como nuevas arrugas de preocupación nacían en su rostro. La posibilidad que planteaba Samantha no la había imaginado. ParaEnrique ahora todo comenzaba a tener incluso más sentido. Ya entendía el interés y desespero de André por la medición.

Permanecieron en silencio por unos minutos, cada uno procesando esa información a su propio ritmo.

—Hay más —agregó su abuelo.

—¡¿Qué?! Por Dios, ¿cómo puede haber más? — Samantha se encontraba agobiada.

—Cuando buscaba aún el archivo de Ythan, revisé los reportes energéticos que son publicados en la prensa Noide y muchos hablaban de cómo algunos de los sobrevivientes de los laboratorios que lograron huir, crearon un refugio. Eran sobre todo testimonios de familiares que decían que estaban a salvo, que estaban en El Refugio. Recordé que lo había escuchado en su momento, incluso me permití soñar con que mi Ánthon estuviese allí, antes de que Defensa me avisara de su muerte. Pero el caso es que busqué dentro de los archivos la palabra Refugio, y me llevó a una carpeta de Defensa, donde guardan los mismos artículos y unos más recientes donde dicen que los Refugiados —como los llaman— están dentro de nosotros.

—¿Y si no son solo rumores? —preguntó Samantha.

—¡Exacto! —exclamó Enrique, feliz de que por fin Samantha llevase al mismo ritmo su misma línea de pensamientos— Fue lo mismo que pensé, y cuando revisé los datos de acceso, resulta ser que hay un Departamento de Defensa que solo tiene autorización para ingresar en exclusivo a esa carpeta; es decir que solo pueden trabajar con esos archivos. ¿Por qué? ¿Para qué?

—Para buscarlos —concluyó Samantha—, son los únicos que tienen acceso porque esa la única misión que tienen, averiguar todo lo que se sabe de El Refugio y conseguirlo.

Su abuelo asintió en respuesta.

—Fue entonces cuando se me ocurrió Sami; quizás no podía conseguir nada de Ythan, porque su expediente está dentro de esos archivos encriptados, los de los Defensa

—Abuelo, no creo que Ythan esté trabajando con Defensa o nadie de ellos —empezó a decir Samantha con su corazón martillando con fuerza en su pecho.

—Lo sé, tampoco creo eso, pero ¿y si trabaja para el otro bando? ¿Y si viene de ese Refugio? Todo rumor tiene algo cierto ¿no?

Samantha asintió.

—Sami —dijo su abuelo más nervioso si eso era posible— ya no podemos seguir ocultando esto. Tengo que avisarles a tu abuela y a tu mamá. Si esto que he averiguado y si las cosas que hemos concluido resultan ser verdad, estamos en medio de una cacería de bruja con todo el poder del la Asamblea para ocultarlo. Por los clavos de Cristo, nosotros somos el objeto principal de esa cacería.

A la muchacha se le llenaron los ojos con lágrimas, y sin querer ni poder disimularlo se las limpió mientras asentía hacia su abuelo. El intentó consolarla atrayéndola hacía si en un fuerte abrazo, pero sus emociones estaban a flor de piel, una parte de ella todavía sentía cosquillas en donde los labios de Ythan habían estado, el calor que dejaron sus manos en su cuello, en su espalda, en su cadera y en sus piernas; y por la otra estaba agobiada por sentirse el centro de la diana con toda la sección de Defensa lista para disparar el dardo, su angustia por las otras personas a su alrededor, su familia, sus amigos, que se encontraban en igual riesgo le oprimía el pecho.

Sus peores miedos comenzaban a cobrar una forma real. Si la sección más poderosa de la Asamblea estaba auspiciando las investigaciones de los laboratorios, y si lo hacía de forma tan encubierta, no podía ser una investigación noble. Si dentro de su séquitos contaba con gente tan desalmada como André, tampoco podrían tener buenas intenciones. Retomó viejos pensamientos sobre lo que serían capaces de hacer para medirla a ella y a cualquier otra persona relacionada como su familia o sus amigos. Su elucubración la hizo temblar en los brazos de su abuelo y aferrarse a él con fuerza.

***

Samantha casi probó bocado, y lo poco que comió se debió a la insistencia de su familia. Cuando todos habían terminado de comer, Enrique haciendo uso de la solemnidad que requería le pidió a Elia y a Thaly que se quedaran, asustándolas de forma inmediata.

Enriqueexpuso todo lo que las mujeres no sabían, con ayuda de algunas intervenciones de Samantha. De lo poco que sabía de Ythan, de descubierto en la base de datos de La Asamblea, de la advertencia de su amigo Rafael, de El Refugio. Todo. Muchas veces tuvieron que volver en sus pasos por algún hecho que habían omitido en el cuento, y varias más explicaron con detalles la búsqueda que hizo Enri, las fechas de la creación de los archivos y la fecha de las transferencias.

Su abuelo, su confidente más íntimo, había expresado con claridad absoluta como creía que Ythan no resultaba ser peligroso, y repitió en más de una ocasión que siempre había protegido a su nieta. Lo recalcó tanto que Samantha agradeció su lealtad y confianza hacía él. Ella tampoco albergaba duda alguna sobre Ythan, su estómago se retorcía porque sabía que había algo oculto en él, estaba más que segura de eso, y sabía que el secreto era tan grande, tan delicado y tan peligroso que él no podía revelarlo.

Sintió lástima y compasión por Ythan por cargar un peso tan grande con él, y por llevarlo solo. Pero él no le haría daño, lo pudo haber hecho en el pasado. La pudo dejar tirada en el campus hasta que se desangrara, pudo dejarla en el salón de las piedras hasta que alguna le diera una estocada final o Markus la midiera después de todo; él en cambio, la había sacado de todas esas situaciones. Incluso le había enseñado técnicas de protección y la ayudo a mejorar en su control. No, Ythan no podía formar parte de Defensa.

A Elia y Thaly la noticia de todo lo descubierto las afecto en diferentes niveles. Elia comenzó a sentir mucho calor y sus orejas se pusieron escarlatas. Samantha la ayudo ofreciéndole un vaso de agua helada y abanicarla hasta que dijo sentirse mejor. Thaly en cambio, cuando llegó a la misma conclusión de Samantha sobre ser ella la única con la respuesta que necesitaba André corrió al baño y vomitó toda la comida.

La conversación se extendió por horas, la sola explicación de todo lo ocurrido y averiguado era larga, y se sumaron las preguntas de las mujeres y las pausas para que se recompusieran. Con el reloj marcando casi la una de la mañana, no había mucho más de decir. Elia y Thaly aún se mostraban reacias a la amistad con Ythan. No tenían claro de qué bando se encontraba o si pertenecía a algún bando en realidad, pero tanto misterio alrededor de él, no ayudaban a sus sospechas. Samantha retomó el hilo de la conversación justo cuando Thaly volvía a dudar de Ythan y su abuelo lo defendía una vez más.

—¡Mamá basta!, él no me haría daño ni me vendería a nadie. Te lo puedo demostrar.

Samantha se levantó de su silla, tomó un vaso del gabinete y se lo dio a su mamá que la miraba extrañada. Se concentró en extender su energía y proteger su cuerpo y le ordenó:

—Lánzamelo.

Pero Thaly no lo hizo, no tenia claro qué era lo que su hija quería mostrarle y no lo averiguaría estrellándole un vaso en la cara. Para su sorpresa, Enrique se levantó, tomó el vaso y con toda su fuerza se lo lanzó a Samantha.

El vaso pegó con fuerza de la barrera de Samantha y se hizo añicos, se pulverizó en el momento en que tocó su energía y las volutas de arena vidriosa permanecieron flotando a la altura de los ojos de la muchacha. Samantha uso su energía para mover el polvo directo hasta la basura.

Enrique sonreía, Elia se tapaba la boca y Thaly seguía con el ceño fruncido.

—Esto... —dijo Samantha abarcando su cuerpo con las manos y los restos del vaso— me lo enseñó Ythan. Ha estado enseñándome a protegerme, para evitar que Markus vuelva a atacarme y ha estado ayudándome a controlar mejor mi energía. Si él quisiera hacerme daño o planeara entregarme, no estaría enseñándome estas cosas. Ha tenido muchas oportunidades de hacerlo, todas las tardes que nos hemos quedado practicando esto y no lo ha hecho. Ythan tiene mi confianza y debe tener también la de ustedes.

Con los brazos cruzados sobre su regazo Samantha esperó desafiante alguna respuesta en contra por parte de su familia. Su abuelo sabia que él le había estado enseñando a protegerse, pero estaba patente en su cara que fue toda una sorpresa que el vaso no hubiese rozado a su nieta. Thaly se acomodó en la silla.

—Bien —dijo— aunque no confío en él, confiaré en ti y en tu criterio Samantha.

—Pues eso será suficiente por ahora —replicó—. Y otra cosa, el vendrá también a la graduación, así que no sean hostiles.

—Le lanzaré un vaso a ver qué tal sus defensas —murmuró Thaly por lo bajo.

—¡Mamá! —reclamó Samantha.

—Bien —concedió rodando los ojos— no lo haré.

Más tarde, esa noche, Samantha repasaba en su mente todo lo que el abuelo había dicho y las miles de conjeturas que su familia había trazado hasta tarde en la madrugada. Quería poder preguntarle a Ythan sin rodeos, pero como había dicho su abuelo, eso podría ponerlo a la defensiva, podría cerrarse por completo, alejarse incluso. También barajearon las razones por las cuales Ythan se encontraba en la universidad, pero cada una dependía del bando para quien trabajaba. Samantha y Enri descartaban que trabajase para Defensa, pues había salvado a Samantha de ellos en muchas oportunidades, sin embargo Thaly insistía que podía ser una posibilidad, que quizás él quería ganarse su confianza, quizás André no buscaba a Samantha, sino a toda la familia.

Su abuelo se aventuró al decir que si Ythan no trabajaba para Defensa entonces estaba en contra, podía ser que esta gente de éste Refugio si existiese, y le hubiese otorgado una identidad falsa con la finalidad de protegerlo, o que trabajase como espía para ellos.

Pero «¿qué espiaba?: ¿El clásico comportamiento adolescente? ¿La calidad de la educación universitaria energética?». Ythan no tenía ningún tipo de acceso, especial o no, a la administración universitaria, que pudiera decirse que sirviese para un trabajo de espía. Salvo aquella vez que fueron a la visita de la Asamblea, cuando Ythan asistió aunque no le correspondía a su curso, recordó Samantha. Cuando habían estado en el edifico, Ythan se había perdido por un momento, colándose dentro de los pasillos, y reapareció para cuando estaban con las piedras. Eso había sido extraño y sospechoso, pero ¿Para qué mandarían un espía a la Universidad a que participase en un tour por el edificio de La Asamblea? No tenía sentido tampoco.

Samantha estaba segura de que para ser un espía, debía primero tener una razón de peso o una información de valor que justificara el riesgo en que lo habían puesto. Mientras no dieran con esa razón, ella descartaba que el fuese un espía, mucho menos uno doble como sugirió su mamá. Con pesadez en los ojos concluyó que lo más probable era que Ythan estuviese siendo ayudado por El Refugio.



Nota de autora

Hola! Me disculpo por la demora en actualizar. Esta semana y la anterior han sido un poco caóticas para mí. Pero con mi rutina otra vez organizada, no me volveré a retrasar.

Como notaran, este año participaré en los premios #Wattys2018 y espero de corazón contar con todo su apoyo, sus votos y sus comentarios.

Espero que les haya gustado el capítulo. A la historia no le queda mucho, digamos que llegamos a la etapa cumbre!

No se olviden de votar para que la historia pueda llegar a todos. 


Abrazos

Nath

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