Capítulo 12. Vacaciones Adelantadas



—¿Estás consciente de que no estás castigada verdad? —le dijo Thaly a Samantha.

—Ustedes no me castigaron, lo sé, aunque yo sí.

—Hija, ya no seas tan dura contigo misma.

—¡Pero sabes que odio mentir!

Una vez que Samantha se había explicado decidieron que no iría a la universidad las dos semanas que faltaban para comenzar las vacaciones de Navidad. Samantha no se negó y los siguientes días los pasó encerrada en su cuarto, haciendo deberes y leyendo los libros del instituto.

—¿Y qué le digo entonces a tus visitas? —Thaly cruzó sus brazos y se recostó divertida del marco de la puerta.

—¿Qué visitas? —preguntó Samantha ruborizada pensando en Ythan.

No había vuelto a saber de él, habia llamado para saber cómo seguía y fue Elia quien contestó asegurándole que ya estaba bien y no volvió a llamar. Para su sorpresa Thaly le anuncia:

—Sai y Val.

—¿Qué? Pero, ¿Cómo?, ¿Ellos pueden salir del orfanato? —dijo con una sonrisa en su rostro.

Se apresuró a cambiarse el pijama sin esperar la respuesta.

—No, pero igual vinieron... —dijo Thaly sonriendo– No hace falta ocultes lo que pasa con tus amigos, ellos han demostrado que son leales a ti, recompénsalos con tu sinceridad —le aconsejó mientras Samantha se cambiaba.

—Pero ¿y si los pongo en peligro?...

—Es un riesgo que ellos deben decidirán si tomar o no, una vez que sepan la verdad.

Thaly salió de la habitación y unos segundos después entraron sus amigos.

—¡Estábamos tan preocupados por ti! ¿Qué te pasó? —Val le dio un golpe afectuoso en el brazo.

Sai se acercó y le dio un cálido abrazo para saludarla, tomándola por sorpresa.

Los amigos se sentaron en la cama. Cada uno llevaba un bolso bastante abultado que soltaron en el piso, cruzaron las piernas y expectantes miraron a Samantha. Ella les tenía que contar todo y no dejarían que se fuese por la tangente o se negara.

—Deben saber que esto que voy a decir los puede poner en peligro —comenzó Samantha suspirando.

—Pss... ¡como si hubiese sido un paseo escapar del Orfanato! —exclamó Sai.

—No pueden decírselo a nadie.

—Moriremos callados —aseguró Val haciendo un gesto de cerrar sus labios con una llave imaginaria.

—Ya suéltalo Sami —agregó Sai con un tono cariñoso.

—Creo que es mejor que lo vean... —dijo nerviosa.

Samantha, quien vivía concentrándose en que su energía no se escapara, dejó de concentrarse por un momento y permitió que fluyera libre fuera de ella. Cada uno de los objetos de la habitación, sin incluirse a ella o a sus amigos, se vieron bañados con su energía. Cuando creyó que era suficiente, Samantha se concentró en guardar el restante dentro de sí, pero la que liberó hizo que todos los objetos flotaran en la habitación. Sai y Val dibujaron una O en su boca y abrieron los ojos como platos, mientras miraban como todo en la habitación flotaba.

Samantha fue disminuyendo poco a poco el flujo de energía para que los objetos bajaran con suavidad. Cuando tocaron su sitio de origen, Sam miró a sus amigos y les dedicó una tímida sonrisa. Ellos estaban perplejos y unas pequeñas sonrisas empezaron a dibujarse en el rostro de cada uno, dándole la seguridad a Samantha para también sonreír.

—¡Eso ha sido ge-ni-al! —dijo Sai.

—¿No te has cansado ni siquiera? —Agregó Val gritando.

—No, no me he cansado, verán cuando estaba muy pequeña me enfermé. No sabían que tenía y me daban ya por un caso perdido. Mi mamá llamó a un tío que trabajaba en los Laboratorios para que me ayudara. No sabemos que hizo pero... —Samantha abrió los brazos— y esto es solo la punta del iceberg, mi abuelo dice que podría hacer flotar la casa entera si me dedico o si no me controlo.

—¿Tu tío...? —Sai dejo la pregunta en el aire.

—Murió. Cuando explotó todo el asunto de los laboratorios, él fue uno de los que huyó pero que luego encontraron —Samantha trató de disimular el sentimiento de culpa que aún la embargaba— dicen que se suicidó antes de ser capturado. La Asamblea no sabe nada de mis poderes, piensa lo que le hemos dicho, que soy tardía, cuando en realidad soy prematura. Y por alguna razón que desconocemos, tampoco aparezco en los registros del laboratorio.

—Por eso te pones tan rara cuando vienen las mediciones —aseguró Val, mientras Samantha solo asentía—¿Cuán prematura? —Val enarcó una ceja.

—Desde los 6 años—respondió Samantha un tanto apenada, no por ser prematura, sino por la cantidad de mentiras que les había dicho en tan poco tiempo que llevaban conociéndose.

Sai fingió desmayarse en la cama y exclamó aún acostado:

—Esto es demasiado... ¡Genial!

—No entiendo, si eres prematurísima, ¿cómo te cuesta tanto el control? ¿No deberías saberlo todo de eso?—calculaba Val.

—¿Cómo La Asamblea no te ha descubierto? Porque los sensores no mienten y sin embargo tu logras engañarlos. ¿Cómo lo haces? — interrumpió Sai a su hermana.

Samantha le relató a sus amigos como habían sucedido las cosas, desde la atadura de poder que le hizo la familia, hasta el día que hizo volar todo el cuarto cuando se rompió la atadura.

—¡¿Se rompió?! Ni siquiera sabía que eso era posible.—interrumpió Sai, haciendo una mueca entre sonrisa e impresión que les dio gracia a las jóvenes—.

—Aun practico control, pero no para aprender a sacar mi energía, sino para aprender a usar una más acorde a mi edad—dijo Samantha finalizando el relato—.

—Y el día que te midieron que Ythan estuvo presente... —dijo Val sin llegar a formular la pregunta.

—André estuvo presionándome y distrayéndome durante la prueba, cuando llevábamos más de cinco minutos no pude más y perdí el control, por suerte Ythan me encubrió diciendo que había sido él... Y hay más...

—Claro que hay más —dijo Val—, porque nada de eso explica porqué no fuiste a clases o porqué Ythan nos dijo que estabas enferma— ante la cara de extrañeza que puso Samantha, Val agregó—. Ythan se acercó mientras comíamos y nos dijo que tú no vendrías más porque estabas enferma, que tu mamá le había pedido que nos avisara. No nos creímos esa historia y por eso planificamos venir a verte.

Samantha meditó un poco, porque no se imaginaba a un muchacho que había pasado todo este tiempo alejándose de la gente, acercándose a sus amigos a dar un recado. O su mamá lo había amenazado si no lo hacía, o él estaba de verdad interesado.

—Y ¿bien? —Val la sacó de sus pensamientos.

—Bueno, sí es posible que mi mamá le haya pedido que les avisara, pero lo que pasó ese día fue...

Samantha les dio un recorrido pormenorizado de lo que había pasado, mostrando las cicatrices que aún tenía en los brazos y en el cuello. Aunque al principio Sai interrumpía con preguntas, al momento de ver las cicatrices enmudeció. Samantha se permitió hacer observaciones particulares, como el hecho de que Markus era un niño maltratado y no conocía amabilidad y por eso era así; también desnudó sus sentimientos sobre lo desamparada que se sintió cuando le dio los cortes, cómo pensó que no podría escapar, cómo imaginó que él la mataría. Se encontró así misma haciendo un monólogo de todas las cosas que había pensado en ese momento y no supo que estaba llorando hasta que sus amigos la abrazaron.

—Gracias —dijo Samantha con sinceridad ante el abrazo inesperado de sus amigos.

Sai secó sus lágrimas y Val sostuvo sus manos con firmeza.

—¿Que harás ahora? ¿No volverás a la universidad? —preguntó Val.

—Sí volveré, ahora no, pero regresaré en Enero. No ir seria más sospechoso.

—¿Pero qué piensas hacer con André y Markus?

—Nada, no puedo hacer nada. Seguir controlando mi poder, seguir aprobando todas las mediciones y aguantar a Markus hasta que André esté convencido de que no hay nada más que buscar. Y ustedes ¿qué? ¿Cómo se escaparon? ¿Podrán regresar?

—Bueno... — Val miró a Sai pidiendo que contara la historia. Lucían nerviosos ahora que eran ellos los que debían responder las preguntas.

—No, no podremos regresar —explicó Sai—. Cuando tomamos la decisión de escapar sabíamos que no podríamos regresar. Estamos ahora por nuestra cuenta, pero tenemos un plan.

—Ujum... ¿Cuál?

Samantha incrédula ante el plan que todavía no conocía, comenzaba a maquinar en su cabeza una solución razonable para la situación de sus amigos.

—Buscaremos trabajos nocturnos y con eso nos mantendremos mientras terminamos la universidad y después que estemos graduados...

Samantha se levantó de la cama, fingiendo entender y aceptar el plan que Sai y Val explicaban a detalle. Se paró en el umbral de la puerta y llamó a su abuela.

—Abueee... —gritó Samantha y su abuela respondió igual en grito.

—Dime mi niña...

—¿Puedes hacer que admitan a mis amigos otra vez en...?

—Ya estoy solucionándolo... —interrumpió Elia— será para enero ¿está bien?

—¡Claro! Pasaran las vacaciones aquí —informó Samantha.

—Perfecto... —gritó Elia, terminando la conversación con Samantha—. Enrique, ¡necesitamos dos camas!

—Ya escuché... iré a buscarlas... —respondió Enrique— ¿en dónde las colo...?

—¡En mi cuarto! —se adelantó Samantha.

Los muchachos sonrieron entre todos los gritos, Val tenía la cara empapada en lágrimas. Estaban agradecidos y aunque después intentaron negarse para no molestar, Samantha no lo permitió y amenazó con decírselo a sus abuelos, para que ellos los sermonearan.

Los gritos siguieron entre sus abuelos, estaban ajustando detalles. Una hora después Enrique había acomodado dos camas individuales dentro del cuarto de Samantha. Estaban apretados y las camas casi estaban unidas entre sí, pero los amigos estaban felices. Sai y Val habían dado las gracias pero Samantha las descartó con un gesto de la mano, alegando que había sido se culpa que se fugaran y era lo menos que podía hacer por su amistad.

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