2. Anarquía en los Estados Unidos

Lo que la mayoría de la gente aún no se ha enterado de Steve es que el tipo es un idiota.

Oh, claro, él tiene una fortaleza moral tan amplia como los siete mares combinados, y sí, siempre está cuidando a los desvalidos y desfavorecidos, porque tiene un corazón tan grande como el Monte Everest, y siempre ha odiado a los matones.

Pero la gente tiende a olvidar (o tal vez nunca lo supieron) que, la mitad del tiempo, Steve es una patada en el trasero porque era un chismoso. Bucky jura que Steve nació con una habilidad especial para molestar a la gente solo porque podía.

Entonces, cuando Bucky escucha a alguien en la oficina del veterinario diciendo algo sobre cómo las mascotas desarrollan las personalidades de sus humanos, solo puede reír hasta que se le caen las lágrimas.

Porque Gee, tan pequeña, linda y adorable como es ella, también es una idiota anarquista del más alto nivel.

Claro, ella es una pequeña cosita, con esas orejas grandes y grandes ojos azules enmarcados por la cara más linda (algo así como Steve). Y tal vez, ella es toda una bola de algodón, con los ronroneos más fuertes conocidos por el hombre y se acurruca cuando quiere (también como Steve), pero también es un terror destructivo que vive para ver arder al mundo.

Parte de Bucky vive con un miedo saludable a sus ataques más viciosos, pero la mayoría de las veces, admira su creatividad y determinación. (Él tiene un respeto saludable por cualquiera que no se rinda, ya sea una persona o un animal).

Pero entonces, Steve y él llevan a Buchanan a casa y, en el lenguaje de los chicos de hoy, la mierda se vuelve real.

Nada de esto, debe resaltarse, es culpa de Buchanan.

Él es un amor total, en primer lugar.

Es el perro más dulce del planeta, un malvavisco absoluto de sol y afecto que hace que cada persona terrible que ha hablado de la agresividad y la peligrosidad de los pitbulls parezca un idiota.

Aunque, con toda honestidad, Bucky ha encontrado que la mayoría de las personas en estos días en realidad son idiotas, pero trata de ser educado. Es bastante fácil de hacerlo cuando sabe que literalmente puede matar a cualquiera que lo moleste usando nada más que un clip. Deja la mayor parte de la pesada venganza y las patadas de mierda a Steve, que prácticamente vive para patear culos y hacer justicia, y eso es cierto desde que eran niños.

Buchanan es el tipo de perro que vive para jugar, acurrucarse y estar feliz (Es muy zen y calmante, especialmente en los días malos de Bucky). Tiene 40 kilos de amor puro, se volvía loco cuando se le frotaba la barriga y piensa que jugar a atrapar cosas es probablemente lo mejor que se haya inventado. No hay nada complicado en él, y él no tiene un hueso malo en su cuerpo.

Entonces, sí, Buchanan no es el problema.

No, el problema es Gee.

Porque Gee debería estar realmente en una lista de vigilancia terrorista doméstica en algún lugar. (Y no le sorprendería a Bucky si ella estuviera más arriba en la lista que él mismo).

✪✪✪

—¡¡Buck!!

Steve suena ligeramente asustado, pero Bucky se toma su tiempo para caminar desde el dormitorio a la zona de la cocina. Él conoce todos los tonos de su pareja mejor que Steve, sabe cuándo está en problemas, cuándo está herido o molesto o simplemente aburrido y llorón, y no hay nada imperativo en este tono en particular. Además, durante décadas, Steve y él han implementado un código en caso de que alguna vez fueran emboscados, lo han tenido incluso desde antes de la Guerra, cuando solían tener que estar atentos a los imbéciles que tenían algo para Steve cada semana.

Entonces, Bucky se toma el tiempo para tirar de unos bóxers, atarse el pelo hacia atrás y llega a la cocina justo a tiempo para ver a Gee erizarse en la bola más grande que puede y luego lanzarse con aullido hacia Buchanan como si fuera el cohete más suave del mundo. Buchanan chilla y da marcha atrás justo en la silla detrás de él, luego grita de nuevo y se retuerce, con las uñas raspando el suelo de madera, mientras 4 kilos de gato demoníaco van corriendo tras él en un borrón por el pasillo.

Bucky mira a Steve desde la puerta.

—¿Qué diablos fue eso?

—Esa gata es una maldita amenaza —afirma Steve. Su cabello sobresale en aproximadamente ocho millones de direcciones, hay mermelada de fresa derramada en su camiseta y lleva bóxers de color rosa brillante con diminutos penes danzantes.

Capitán América, damas y caballeros. El dinero por el que ustedes trabajaban y que se iba en impuestos terminaba siendo gastado en estas cosas.

Bucky está tan enamorado de él, que ya está acostumbrado a cuán estúpido puede ser Steve la mayoría de días.

—Esa gata, te recuerdo, es tu gata —responde, y se acerca lo suficiente como para darle a Steve un rápido beso antes de pasar a la cafetera. Vacía. Tendría que prepararla él mismo. Steve es inútil en las mañanas, siempre lo ha sido. Otro secreto que la mayoría del mundo no conoce.

(La mayoría de la gente, por alguna extraña razón, piensa que Steve se levanta con el amanecer y con una actitud «¡wohoo!», cuando la verdad es que la única vez que se levanta al amanecer, es cuando no se ha acostado la noche anterior).

—Es una amenaza —repite Steve, como si Bucky tuviera problemas de audición—. Creo que ha empeorado desde que me fui.

Bucky agudiza el oído, pero no puede escuchar el habitual choque de cuerpos peludos contra los muebles o los aullidos de triunfo de Gee una vez que ha conseguido un buen agarre de Buchanan con sus dientes o garras, por lo que las cosas probablemente estén bien por ahora. Si tiene que adivinar, diría que Buchanan se está encogiendo debajo de la cama mientras Gee duerme la siesta encima, como si a ella no le importara el mundo. Ese es su modo normal la mayoría de los días.

—Las leyes de la naturaleza, Steve —dice, y agarra los granos y el molinillo de café—. Los más fuertes siempre ganan.

Steve se apoya en el mostrador y se cruza de brazos.

—Pensé que el punto central de este acuerdo era que se suponía que debías vigilar a Gee para asegurarse de que ella se comporte.

Bucky se ríe tan fuerte que está seguro de que despertará al vecindario.

—¿Desde cuándo alguien con tu nombre ha escuchado alguna vez lo que dije?

—No ayudas.

—Bueno, no puedo evitarlo. Esa es la cosa más divertida que creo que me hayas dicho —responde, una vez que está lo suficientemente tranquilo para hablar—. Recuerdas que es la misma gata que descubrió cómo abrir la puerta y saltó sobre tu espalda mientras estábamos teniendo sexo, ¿verdad?

Steve se estremece.

—Estoy bastante seguro de que si pudiera tener cicatrices hoy en día, tendría algunas de esta mañana.

—Exactamente. Ella destruye la vida, mata el ánimo y vive para frustrar a todos en su camino. Más de una persona me ha dicho que eso es lo que hacen los gatos.

—Pero lo que ella hace no está bien, Buck —argumenta Steve—. No podemos dejar que siga con Buchanan de esa manera. Ella podría realmente lastimarlo.

—Sigo esperando el día en que se dé cuenta de que es más grande que ella y que podría comerla como un bocadillo, si te soy sincero —Bucky le da a Steve la cafetera para que la llene de agua—. Y, si te hace sentir mejor, normalmente dejo que Buchanan tenga una ventaja de diez segundos antes de soltar a Gee para que vaya tras él. Eso me parece bastante justo.

—Nuestra gata está aterrorizando a nuestro perro y parece que estás muy bien con esto. ¿Es este el tipo de cuidado de mascotas responsable que puedo esperar mientras estoy trabajando? Confío en ti para mantenerlos a raya.

Bucky retira una olla y sacude la cabeza. Steve es como un disco roto en este momento.

—Sabes que la apariencia o el tono de «Estoy súper decepcionado de ti y de tu vida» no me ha funcionado desde que teníamos siete años, ¿verdad?

Steve lo toma de las caderas y sonríe, atrapándolo, pero sin parecer demasiado molesto por eso.

—Valió la pena el intento.

—Bueno, puedes darles una charla. Yo puedo ser quien esté a cargo de la casa, pero no puedo controlar a los niños más de lo que tú puedes —Él le da a Steve su mirada más astuta—. Tal vez solo extrañan a su papá y por eso se están comportando de esa forma.

—Si ese fue tu intento de hacer una sugerencia, perdiste la sutileza por una milla.

—¿Quién dijo algo sobre sutil?

—Tú... ¿quieres que haga eso? —Steve pregunta. Ahora está mirando a Bucky, tranquilo y serio, como siempre lo hace cuando surge el tema de las misiones o su trabajo con los Vengadores—. ¿Quieres que me vaya a tiempo parcial o que renuncie? Puedo hacerlo. Lo que tú quieras.

—Quiero que hagas lo que sea que te haga feliz —responde Bucky, porque tuvieron esta conversación. Más de una vez—. No te voy a ordenar más de lo que tú me mandas. Por eso es que lo nuestro funciona.

Steve lo observa bajo la sombra de sus pestañas y le da aquella sonrisa que tanto ama.

—La mitad del tiempo, creo que esto funciona porque nadie más nos soportaría a ninguno de los dos.

—Nadie podría aguantarte, tal vez —Bucky responde con una sonrisa—. Has sido un dolor en mi trasero desde que te conozco. Pero yo, soy un gran receptor. Fuerte, guapo, capaz de manejar cualquier arma, bueno para abrir frascos o levantar objetos súper pesados...

—Sí, pero eres terrible con los animales —le dice Steve, y se acerca para sacar dos tazas del gabinete.

—Soy genial con los animales —argumenta Bucky—. Les dejo que hagan lo suyo, me dejan hacer lo mío. Es un buen acuerdo.

—Sí, para Gee y para ti —dice Steve.

—Sabes que sigue siendo tu favorita —dice Bucky—. Claro, ella se sienta en mi hombro cuando no hay nadie más alrededor y cuando necesita un buen punto de vista, pero eres el único que puede rascarle la barriga o bañarla.

—Eso no es reconfortante.

—Mira, te digo algo —Bucky se acerca, pasa su mano debajo de la camisa de Steve, calentando el metal sobre la piel desnuda—. Después de un café, vamos a llevar a Buchanan al parque, lo dejamos correr y olisquear todo, le prestamos mucha atención y jugamos con él hasta que lo hayamos agotado, luego regresemos a casa. Los niños tienden a llevarse mejor después de que han estado separados por un tiempo.

—¿Ah, sí? —Steve se inclina para besarlo, murmurando—. Aun así no debes alentarlos.

—Diablos, por supuesto que debo hacerlo. No puedes engañarme, Steve, sé que te encantan los videos que envío a Clint y a ti —Clint es especialmente aficionado a aquellos en los que Gee tenía a Buchanan atrapado en un rincón en algún lugar y no lo dejaba pasar. A estas alturas, Clint sería la copia exacta de Bucky sobre ser un ser humano terrible, eso probablemente dice algo sobre ambos.

Steve arrugó la cara y se estremeció, como si lo hubieran atrapado y se avergonzara de ello.

—Son un poco divertidos, supongo.

—Son histéricos, eso es lo que son. Es como entretenimiento gratis todos los días de la semana.

—Nuestro perro va a necesitar mucha terapia —se lamentó Steve.

Bucky intenta imaginar a Buchanan recostado en el sofá del psiquiatra y ladrando tristemente sobre su abusiva vida familiar, y se ríe.

—Por suerte para nosotros, tengo tiempo en estos días de poder llevarlo a tantos perritos psiquiatras para que su dulce y vacía cabeza pueda manejar todo esto.

—¿Sabes lo que es realmente divertido, sin embargo? —Steve pregunta, luego continúa antes de que Bucky pueda responder—. Lo que es divertido es que Gee domine a Buchanan como si fuera su trabajo, cuando yo nunca pude hacer que hagas una maldita cosa sin suplicar por eso.

Bucky pellizca el labio inferior de Steve y le da una mirada amistosa.

—Sí, pero me gusta cuando me suplicas.

—Sabía que ibas a decir eso.

—Y para que quede claro aquí —dice Bucky, porque sabe que es importante que ambos usen sus palabras tanto como puedan—. También me gusta saber que estás afuera con el escudo manteniendo a todos a salvo. Porque te hace feliz y te satisface, y eso es todo lo que quiero para ti.

—Lo sé —La sonrisa de Steve se vuelve toda suave y cariñosa—. Y me gusta saber que estás aquí manteniendo el frente de la casa a salvo. Solo te extraño cuando me he ido. A ti y a los demonios.

—Cierra la boca, Buchanan es un ángel —responde Bucky con una sonrisa—. Y estaremos aquí, sanos y salvos. Solo regresa con nosotros.

—Sabes que lo haré —promete Steve, con un dulce y profundo beso que derrite el corazón de Bucky junto con su cerebro. Tal vez el café pueda esperar después de todo.

✪✪✪

¡Gracias por leer!

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