DIECISIETE
7 del mes 4 de 1523
Nada ha ido bien últimamente, por mucho que me esfuerce, siento que las cosas están marchando de forma extraña. Dominik me ha dicho que no me preocupe, que está todo bien y que las cosas se arreglarán con el tiempo, pero me pregunto cómo. Hay cosas que no pueden arreglarse por mucho tiempo que pase, después de todo, él no volverá. Sé que estoy siendo demasiado emocional para mi bien y que debería concentrarme en ser una buena esposa y lo intento, solo que pensar no me ayuda y comienzo a imaginar cosas. Hoy me pareció ver una figura junto a mi escritorio, por supuesto, no había nadie. Tengo que dormir un poco más.
No pude quitar mis ojos del papel durante un buen rato; hacía tiempo que habíamos regresado de la reunión de la señorita Meyer y la lluvia se había intensificado. Ya había comido suficiente junto con el té y tampoco tenía el ánimo para hacerlo; solo podía pensar en toda esa gente que había visto desde el carruaje y que de pronto había desaparecido.
«¿Por qué tan pronto?»
Me mordí el labio, llena de frustración y una emoción compleja, compuesta principalmente por miedo, se instaló en mi pecho; tenía la sensación de estarme sofocando. Lo que ella experimentaba eran los primeros síntomas antes de perder la cabeza y podía constatarlo por las siguientes entradas del diario, no pasaría tanto tiempo para que las palabras y descripciones se tornaran un tanto confusas; lo peor de todo, sin embargo, era que esos primeros síntomas de locura, los venía experimentando desde hacía casi un mes.
Miré la luz de la vela, que bailaba debido a la tenue brisa que entraba por la ventana abierta y pensé, absorta en ese silencio que reinaba durante la noche, cuándo había comenzado.
-El grito -dije en un susurro y un escalofrío me recorrió el cuerpo.
El día que entramos a Eiran con el carruaje y los caballos se habían detenido y negado a pasar, esa misma noche, cuando oí aquel grito. ¿Qué había sido después? ¿Los golpes en al puerta? ¿Aquellas voces que parecían sonar en mi cabeza pero también fuera de ella?
Lo que creí que eran sueños, ¿eran realidad?
Volví las páginas y leí con atención en busca de señales, no podía estar segura de si me había saltado algo, pero era la primera vez que ella mencionaba un evento así. Le había parecido ver una figura, pero al final no había nadie.
Mordí con fuerza y sentí dolor en la mandíbula, solo entonces me atreví a aflojarla. El miedo se mezclaba con enojo. ¿Qué era lo que había cambiado? ¿Qué había hecho que sucediera antes? ¿Y si esto se había adelantado, había posibilidad de que las otras cosas también?
Me llevé la mano al pecho y froté con fuerza el lugar en donde podía sentir los pálpitos. Me dolía, pero quizá solo era mi imaginación. No quería creerlo al principio, no podía creer que un día mi cabeza estaría tan confusa que ni siquiera pudiera escribir un línea coherente, pero parecía ser cierto y al miedo y el enojo, también se sumó la desesperación.
«¿Qué pasaría si me volviera loca antes de tiempo?», al principio, pensé que tenía tiempo, ahora, no estaba tan segura.
-Tengo que apresurarme. -Ahora, no era tan importante el diario y de dónde había venido, sino lo que contenía y lo que ese futuro auguraba.
No podía permitir que mi familia se viera envuelta en ese fango.
Respiré profundo y me quedé sentada sin pensar siquiera en ir a la cama. Sería una noche sin sueños en el mejor de los casos. Guardé el diario y me senté cerca del balcón con el chal sobre los hombros, la lluvia estaba fría y algunas gotas salpicaban el interior, pero mantenían mi mente clara.
Cerré los ojos y volví a abrirlos cuando un débil rayo de luz se posó sobre mi rostro; la noche que pensé que sería larga, se había pasado en un suspiro y tenía las piernas y el cuello adolorido por dormir en un pequeño sillón; si hubiera sabido que incluso con todo lo que había pasado, todavía sería capaz de dormir, me habría ido a la cama.
Sonreí con cierta ironía y me estiré un poco; la lluvia había cesado en algún momento y se podía oler un característico aroma a tierra mojada. Me asomé al balcón y pude ver cómo todo había reverdecido y que incluso si persistía algo de frío, no duraría mucho. Me afiancé un poco más el chal y volví dentro de la habitación, Buffy no tardaría en venir a ayudarme y luego comenzaría el día; no había nada especial por hacer, aún faltaba para las reuniones y veladas a las que pensaba asistir, por lo que había resuelto quedarme en casa o, en su defecto, ir con Abby.
-¿Señorita? ¿Qué hace levantada? -No mucho después de que hubiera terminado de lavarme la cara y de ordenar un poco mis pensamientos, entró mi doncella-. ¿No pudo dormir con la lluvia?
-Dormí bien, solo desperté temprano. -Compartir mis pensamientos y planes con ella no estaba entre lo estipulado, mientras menos personas supieran, mejor; además, mi doncella podría no estar del todo lista para enfrentar las cosas con calma si lo supiera, por eso quería mantenerla fuera lo más posible-. Me gustaría usar algo ligero hoy, no pienso salir.
Buffy asintió pero no se movió, su ceño ligeramente fruncido me decía que había algo que la molestaba.
-¿Pasa algo? -Su expresión no parecía grave, pero en las circunstancias en las que me encontraba, no quería tomarme nada a la ligera.
-Sí, señorita, hay una carta para usted.
-Oh, ya veo. -No le di importancia-. ¿De quién?
-No lo sé. -Negó con la cabeza y sacó el sobre del bolsillo de su falda-. Me la entregó un pequeño mozo cuando fui hace unos momentos a la cocina y dijo que era para usted... Es... Un poco sospechoso, quizá deberíamos decirle a su excelencia.
Fue mi turno de fruncir el ceño y miré la pequeña nota sellada con cierta desconfianza.
-¿Dices que te la dio un pequeño mozo? ¿Lo conoces? -pregunté aún con la vista puesta en el papel, cera roja lo sellaba.
-No, cuando intenté preguntar ya se había ido y nadie lo vio. ¿Quiere que se lo entregue a su padre?
-Déjame ver primero. -Fuera lo que fuera, siempre podía tirarlo al fuego.
Tomé la carta entre mis manos y miré el sello vacío, no había nada, solo habían puesto la cera y presionado un sello vacío; no podía hacerme ninguna idea de ello, pero hacía la situación un poco extraña. Sin embargo, lo entendí todo cuando lo rompí.
En cinco días habrá una función importante.
¿Le gustaría un té?
La sorpresa me hizo poner más fuerza en el papel y lo arrugué, pero no pudo importarme menos; de hecho, sentí unas inmensas ganas de gritar de emoción. Escarlata había respondido y aunque esperar cinco días podría ser una eternidad en la situación actual, tenía una fecha qué perseguir. Hasta mis hombros perdieron algo de rigidez.
Levanté la cabeza y miré con ojos brillantes a mi doncella, cuyo rostro seguía preocupado.
-¡Son buenas noticias, Buffy! -Levanté la voz y sonreí; no sabía lo que me dirían, pero si habían accedido a una cita, eso me decía que había grandes posibilidades de que aceptaran el trabajo, ¿no?
No pude evitar dar un pequeño salto hacia el escritorio y con rapidez escribir un par de líneas, sellé la nota y me di la vuelta.
-Haz que le manden esto a mi primo. -Buffy parecía confundida por mi reacción, no tenía tanta energía desde que era una niña-. Si es posible, que el mensajero vuelva con la respuesta.
Ver el desconcierto en el rostro de mi pecosa doncella me resultó gracioso y me provocaron más ganas de reír; no sabía si era la misma emoción por tener una respuesta en un momento desesperado o por qué, pero tenía una sensación burbujeante en el vientre que me impedía quedarme demasiado quieta. Como resultado, llegué tarde al desayuno.
Mi padre, que ya estaba esperándome, me miró de arriba a abajo y se detuvo en mi rostro; era evidente que estaba más contenta de lo usual, puesto que las comisuras de mis labios se curvaban hacia arriba sin remedio. Tuve que hacer un esfuerzo extra para acomodar mis emociones y lograr la compostura necesaria para sentarme a beber mi té.
-¿Dormiste bien? Hay ojeras bajo tus ojos.
-¿Qué? ¡Oh! Sí, dormí bien, solo que tarde.
-Ese mal hábito tuyo no es sano.
Bajé la cabeza y le di un sorbo a mi bebida; no podía negarlo, era rara la oportunidad en la que lograba dormirme a una hora decente.
-Le escribí una carta a tu madre, por el momento, será mejor que no tomes el medicamento... ¿cómo te sientes? -La mención del medicamento me hizo torcer el gesto por reflejo.
-Estoy bien... me siento bien -contesté con sinceridad; desde aquella última vez, ya fuera porque mi cuerpo no lo aguantaba más o por cualquier otra razón, mi padre había tomado la decisión de suspender el medicamento.
-Dime si te sientes incómoda en algún lado.
-Sí, papá. -Asentí y sonreí; para mi era bueno mientras no tuviera que beber eso y salvo por el hecho de que estaba perdiendo la cabeza, todo en mí estaba bien.
-¿Qué harás hoy? -Giró su rostro en dirección a la ventana y frunció el ceño-. Ayer regresaste con lluvia y hoy todavía está fresco, si no hay nada importante, deberías quedarte.
-No tengo nada que hacer, me quedaré en casa... ¿qué planes tiene hoy papá? -Al ver que negaba con la cabeza, sonreí y lo pensé antes de sugerir-: ¿Por qué no jugamos algo?
La mano que sostenía la taza se detuvo a medio camino hacia su boca y sus ojos, que eran parecidos a los míos, mostraron un brillo de interés.
-¿Ajedrez? -preguntó-. ¿Tienes tanta confianza?
-En lo absoluto, perderé seguro -respondí y mis palabras parecieron hacerle gracia, puesto que sus labios se curvaron en una rara sonrisa.
-Muy bien, juguemos.
El desayuno concluyó con una invitación al salón en donde los sirvientes ya habían dispuesto el tablero y mi padre se sentó de inmediato.
-¿Blancas o negras?
-Blancas.
-Tendrás el primer movimiento. -Asintió-. Espero que hayas analizado bien el movimiento.
Tomé mis fichas y las miré con una chispa de duda, jugar contra mi padre no era algo extraño, pero nunca me había dado la satisfacción de ganar un juego, no por lo menos desde que tenía la edad suficiente para no llorar si perdía.
-Como tienes el primer movimiento, tienes la ventaja de estar por delante de tu oponente; pero también le das la oportunidad de analizar tus posibles estrategias. -Cuando moví mi peón, él movió uno de los suyos.
Cinco movimientos después, mi padre ya tenía ese peón en sus manos.
-No te apresures.
Quería decirle que no me estaba apresurando, pero que al ver cómo sus fichas lograban descifrar las mías y cómo podía rodearme con tanta facilidad pese a que mi cabeza ya había trazado varias estrategias posibles, me ponía nerviosa.
-Estás viendo el final de un juego que puede cambiar en cualquier momento... planea un juego completo, estima diez movimientos, mira el desarrollo de tres y solo cuando estés segura de lo que tu oponente en verdad piensa, empieza a moverte, un paso a la vez.
-Entiendo...
Entendí, pero todavía perdí.
Di un hondo suspiro al ver cómo mi reina caía y no pude evitar el mohín insatisfecho.
-Todavía eres mejor que Ewan en esto. -Su intento por consolarme luego de haber barrido todas mis estrategias me parecía hasta insultante, pero no había en mí la más mínima disposición de enojo-. ¿Otro?
-Otro. -Miré a Buffy que había entrado hacía unos segundos en la habitación y la cuestioné con la mirada en lo que mi padre organizaba el tablero; con un movimiento sutil, me mostró la nota en su bolsillo y yo asentí-. Iré un momento a refrescarme y vuelvo.
No le di tiempo a mi padre para que dijera nada cuando ya estaba fuera con la respuesta de Noah en mis manos; por supuesto, la respuesta era que sin importar qué, me acompañaría y que no pensara en ir sola. Cerré los ojos un segundo y volví a abrirlos con una energía renovada.
Esos cinco días pasaron con una lentitud inusitada y en el medio había asistido a dos reuniones de té más. Nada extravagante, pero había sido de cierta utilidad, puesto que me había enterado de las tendencias actuales y tenido la oportunidad de escuchar algunas cosas nuevas sobre el príncipe, como el hecho de que se encontraba en las tierras de los Selig tratando de resolver el tema de las incesantes lluvias.
-¿Quieres que entre contigo? -Noah, parado frente a aquella puerta al final del pasillo, me tomó por el brazo y se negó a dejarme ir. Por su expresión, parecía más tenso que la primera vez.
-Iré yo sola, gracias. -De todas formas, tampoco podía dejar que me acompañara.
Todo fue igual que la primera vez, salvo que, cuando me condujeron por el pasillo lleno de puertas, me hicieron entrar en una nueva y la máscara había cambiado.
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31 de julio de 2023
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Hola, fées! Con un día de retraso y ya aprovecho para informarles que vamos a cambiar el día de publicación para los lunes. Los domingos, aunque lo intento, siempre terminan siendo un poco complejos para mí (visitas inesperadas sobre todo).
Espero que les haya gustado el cap. y nos leemos el próximo lunes.
Flor~
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