Capítulo 24 (Parte 2)
No mire a nadie cuando mis pies comenzaron a caminar. Subí al ring y me puse al lado de Cole, que estaba entre medias de Kiara y yo. Ni loca quería estar al lado de esa espeluznante e irritante mujer.
—No hemos empezado con buen pie, Thalia. —dijo Kiara seriamente. Que buena actriz era... — Pero esta noche te deseo lo mejor, de todo corazón. —justo cuando dijo estas palabras una imparable carcajada salió de mi boca.
—¡Perdón, perdón! —me disculpe ya más relajada— Muchas gracias por tus palabras, también de todo corazón. — respondí sarcástica.
—Ya veo lo bien que os lleváis. — comentó Cole riéndose —. Esta noche Thalia hará lo que llamamos tiro a ciegas con personas que Kiara elija. — anunció en alto.
—¿Tiro a ciegas? —pregunté preocupada. No me convencía nada ese nombre, ni ese nombre ni nada de ellos en general.
—Te lo explico, chiquilla. — interrumpió Kiara con su irritante voz. Sus ojos zafiro se clavaron en los míos—. Yo elegiré a uno de esos agentes de ahí detrás y con el arco deberás apuntar a la manzana que tienen en alguna parte de su cuerpo.
—Exactamente. —intervino Cole— Y chicos, ella estará vendada, pero tendrá cinco segundos para veros antes de que le coloquemos la venda en los ojos.
Tragué saliva, ¿cómo iba a conseguir no darles? Era buena con el arco, pero no hasta el punto de disparar a ciegas y ver en dónde se encuentra la manzana en segundos.
—Procedamos a la elección de cuatro candidatos, Kiara, por favor. —le animó Cole a Kiara que había dirigido ya su mirada hacia los agentes que nos observaban impertérritos. Busqué a Hayden con la mirada sin poder evitarlo. Quería saber si era a mi solamente a la que le preocupaba aquella prueba. Cuando encontré donde estaba, sus ojos esmeralda me observaban también preocupados. ¿Y si le elegían a él? Entonces le haría daño, y eso no me lo perdonaría jamás.
Aparté la mirada bruscamente y miré al suelo escondiendo mi cara en el pelo. Nada de esto me gustaba, no me parecía justo todo aquello ni tan siquiera quería pensar en todo lo que se me venía encima.
—Steven, —dijo el primer nombre Kiara. Era el chico al que habían robado aquella postal días antes—. Dean Haynes, —anunció el segundo y subí la cabeza. Dean miró a su hermana con una sonrisa cálida en un gesto casi imperceptible y subió al ring sonriéndome—. Landon, —el otro chico al que habían robado también el documento de origen de su familia. El rubio de ojos como un gato subió rápidamente y se posicionó a mi lado— y por último, pero el que más me gusta de todos, Hayden Wilson...
Cuando oí su nombre mi corazón dejo de latir. Mis temores se iban a hacer realidad. No fui consciente de lo que ocurría hasta que subió al ring con su nariz fría por el clima que nos envolvía y Kiara le dio un beso en la mejilla. Encima de mandarle directo a la muerte se atrevía a acercarse a él. La furia subió por todo mi cuerpo con unas ganas de golpearla casi insanas. Sabía que no podía hacer eso, cuanto menos supieran ellos de nosotros, mejor.
—Eso es todo, a las once de esta noche en una zona del bosque que habilitaremos. ¡Un fuerte aplauso, chicos! —despidió este acto inhumano con una sonrisa prepotente.
Todos aplaudimos como si estuviéramos entusiasmados por la idea. Sin embargo, sabía que mi cara estaba tan pálida como la nieve que me envolvía sin necesidad de verme en un espejo. Solo podía pensar en que haría daño a alguno de ellos, pero sobretodo, a Hayden. Si le perdiese ahora que le he encontrado, ¿qué iba a hacer?
No se como afrontaría el tener que enterrar pasado mañana a alguno de ellos. ¿Qué haré cuando me quite la venda y vea que una flecha les ha atravesado una parte de su cuerpo?
Cuando me quise dar cuenta, me encontraba sola entre la nieve. Me había alejado unos cuantos metros del lugar con la intención de huir de todo aquello que me hacía daño. Me recordaba a cuando era niña y huía de todo, como aquella vez...
(FLASHBACK)
El frío entumecía mis piernas a cada paso que daba a través de la nieve. Para una niña de siete años que avanzaba corriendo por un pequeño bosquecillo perseguida por un monstruo que anteriormente había sido su padre. El frío, la nieve, los árboles que me arañaban cada vez que intentaba alejarme con más fuerza del sonido de sus botas siguiéndome; todo eso no importaba.
Cómo siempre, ese día había escuchado los incesantes gritos de mis padres en el piso inferior. Pero hoy, los gritos acabaron tan pronto que baje asustada, mirando cautelosa por la escalera. La escena que iba a ver a continuación, era la escena de casi todas mis pesadillas.
Se me encogió el corazón, y juro que lo oí hacerse añicos por primera vez. Mi madre yacía en el suelo, al lado del sofá con la cara llena de sangre y los ojos cerrados. Mi padre le miraba entristecido por la culpa. Por un segundo no reaccioné ni siquiera podía pensar que mi madre no volvería a abrir sus ojos de nuevo, de hecho, no sabía que era eso de morir exactamente.
Sin embargo, cuando vislumbré que tras los ojos de mi padre se escondía su locura y no el arrepentimiento que había creído ver ni que días atrás había dejado secuelas en mí, temblé. Aún sentía la herida que guardaba bajo mi pequeña costilla derecha y el dolor de mi muñeca que se había encargado de retorcer...
Llorando en silencio al ver la escena bajé con pies de pluma por las escaleras, atravesando el pasillo, sin hacer ruido para llegar a la cocina y salir por la puerta trasera hacia el bosque. Intenté no chillar del miedo y de la profunda rabia que se extendía por cada parte de mi cuerpo.
Después de aquello, siempre me había preguntado si no hubiera sido más sencillo ir a la casa de mis vecinos llorando y pedirles ayuda, pero ¿quién me creería? Mi padre de apariencia normal frente al resto y un monstruo de cara a nosotras. Pero aquella escena no podía ser tapada.
Cuando la puerta de la cocina golpeó con el marco de la puerta, huí rápidamente sin abrigo. Llevaba puesto un jersey de cuello vuelto y pantalones de deporte negros que tenía para estar por casa. Sabía que no iba a tener mucho tiempo para escapar. Mis piernas no eran tan largas para correr a tanta velocidad, pero si que me movía con agilidad entre los árboles sin caerme.
Empecé a oírle gritar cuando ya había entrado en el bosque. En ese momento supe que debía correr sin mirar atrás. Ese hombre que me seguía ya no era mi padre, que mi vida en sus manos corría peligro y que el tiempo en el que en sus brazos estaba segura había pasado hace mucho.
No sé cuanto tiempo corrí hasta que llegue de nuevo a la ciudad y había dejado atrás a aquel monstruo. Lo supe porque dejé de oír sus pisadas y sus gruñidos a mi espalda.
Durante ese trayecto libre, me pregunté en que momento mi propio padre había comenzado a ser de ese modo sin haberme dado cuenta.
Recuerdo que una joven mujer que llevaba un carrito me vio salir del bosque llorando mientras intentaba no tropezar por el cansancio con mis propios pies. Estaba fatigada, cansada y moqueada.
Se apartó un momento del carrito de su hijo de un añito, que miraba la escena ajeno a todo, maravillado por un peluche extraño y se agachó a mirarme. Se que debía tener un aspecto horrible. Sentía las heridas de los árboles por mi cara y mis brazos. Lo raro era que apenas me escocían, era el dolor de la escena que había presenciado y mi propia tortura lo que de verdad me dolía.
—¡Oh, corazón! ¿Qué te ha pasado, cariño? ¿De qué huyes? —me preguntó la pobre mujer apiadándose de mi. Tenía unos grandes ojos avellana y una sonrisa cálida.
—De un monstruo llamado papá. —conteste mirándola fijamente.
A partir de ese momento, solo recuerdo llantos y la mirada de lástima de aquella dulce mujer...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top